Taemin miraba con ansiedad su celular cada tanto tiempo. No había estado ni un poco tranquilo desde que Jonghyun le había dicho que Minho estaba de regreso en Corea, hacía dos días.
Terminó por empujar el celular a lo largo de la mesa, concentrándose en los papeles que debía estar revisando y redactando. ¡Pero le era imposible pensar! ¿Por qué carajos había regresado Minho a Corea? No era justo, él había sonado tan confiado años atrás cuando dijo que ni siquiera iba a volver. No se suponía que fuera un problema ahora. Mordió su labio inferior, rumiando ideas de cómo escapar a Japón y cambiarse el nombre y a los niños por otros que sonaran súper-japoneses como para que no cupiera duda de que no era japonés. Tal vez podría comprar un terreno en la luna. Cuando empezó a considerar los precios de transporte interestelar se dio cuenta que simplemente estaba más que asustado.
Exhaló, agitando su mano frente a su rostro, tratando de espantar las ideas absurdas. Debía tranquilizarse, después de todo Jonghyun sólo le había pasado su número de celular a Choi Minho. En todo caso, si le llamaba, le diría que no estaba interesado en saber más de él, y evitaría hablar más de lo necesario. Con eso en mente, repitiéndolo como un mantra tranquilizador, pudo volver a colocar su cabeza en su trabajo. Todo estaba bien, en paz, los niños dormían tranquilamente en sus camas, tenía papeleo por montones como lo usual, su celular timbraba al otro lado de la mesa.
¡SU CELULAR TIMBRABA!
Taemin se abalanzó sobre la mesa, apresurado a responder. Ni siquiera tuvo cabeza para revisar el identificador. Sólo deslizó el dedo sobre el botón de responder, jadeando un poco al darse cuenta que no podía colgar ahora.
-¿Sí?- Dejó de respirar en cuanto soltó esa pregunta. Esperaba que las señales del apocalipsis empezaran a manifestarse, su apocalipsis personal.
Recuperó el aliento, y la capacidad de respirar cuando escuchó la alegre voz de su jefe. Oh claro, le estaba pidiendo que le recordara que debían de ir a hablar con los abogados el lunes siguiente. Desventajas de ser asistente personal, tu jefe te llama a todas horas porque no hay un horario de trabajo fijo.
Terminó la llamada, sintiendo que la tensión sobre sus hombros le estaba matando. Tal vez era hora de dejar el trabajo e irse a la cama. Miró el reloj de pared que adornaba la cocina, dándose cuenta que pasaban de las once de la noche. Un poco temprano a lo usual, pero definitivamente ya era hora de irse a dormir. Acomodó los papeles en una pila, se aseguró que todas las puertas estuviesen cerradas y apagó las luces.
Mañana sería otro día, manejaría sus problemas hasta entonces. Mientras tanto se tomaría el tiempo suficiente para dormir.
~*~
Minho cerró la puerta de su departamento, dejando su papelería de lado. Se sacó los zapatos, aflojó su corbata y se dejó caer en el único sofá que tenía. Acababa de regresar de una entrevista de trabajo, probablemente esta si diera frutos. Toda la semana estuvo ocupado yendo a entrevistas, y si bien en gran mayoría no era apto para el puesto, en otras sólo quedó como segunda opción por si el primer contratado no lograba llegar a un acuerdo con la empresa.
En esta había sido diferente. Estaba seguro que le contratarían, y rogaba por ello. Pronto empezaría a quedarse sin víveres, y no podría vivir por mucho rato más sin acabarse con sus ahorros. Suspiró, recostándose y cubriéndose el rostro con su antebrazo. Tenía un buen presentimiento de esta entrevista, lo sentía.
Y aprovechado su actitud optimista, decidió que tal vez era un buen momento para hacer esa llamada que tan ansiosamente había estado evitando. Realmente quería hacerlo, llamar a…Taemin. Saber de su vida, y de ese pequeño detalle que Jonghyun le había mencionado. Pero sus nervios le comían vivo lo suficiente, como para aferrarse a cualquier cosa que le diera un poco más de tiempo antes de llamar. Jonghyun le había dicho que no le llamara entre semana, y así había hecho. Pacientemente dejó que los días pasaran, además de que estuvo ocupado con sus entrevistas toda la semana. Pero ahora era sábado, y no podía excusarse más.
La verdad tenía miedo, ¿qué tal si Taemin no les respondía? O si él realmente no le perdonaba, como para permitirle hablar más allá del saludo.
Tragó saliva, sintiendo un vórtice abrirse en la boca del estómago mientras tecleaba los números. Mentiría si dijera que el no haber registrado el número de Taemin antes no se trataba de una estrategia para evitar llamarle cuanto antes. ¿No sería más fácil si le enviaba un mensaje de texto? Agitó la cabeza, eso quizás sería lo más patán posible, definitivamente no quería ser ese tipo. No tenía más escapatoria, quería saber la verdad, y quería saber de Taemin, y para eso debía picar aquel botón verde.
El silencio de la marcación le pareció eterno, siendo seguido por aquella música del tono de llamada. No duró mucho rato, la llamada fue contestada casi de inmediato, quedando en silencio por ambos lados.
-…Taemin…- Exhaló, temeroso de escuchar que la llamada era terminada sin previo aviso. -H-hola, soy…
-Choi Minho.
Escucharle por primera vez en años se sintió como si un rayo le hubiese impactado, recorriéndole el cuerpo con rapidez antes de disiparse por completo. Tragó duro, taimando el revoltijo de emociones que sentía en el estómago.
-Si, supongo que Jonghyun ya te habló de mi visita…- Dejó escapar una risilla nerviosa.
-Tenemos que hablar Choi.
¿Entonces era cierto? Una punzada de dolor, enojo, y mucho remordimiento Se aclaró la garganta, sin saber cómo continuar. ¿Qué es lo que se hace en situaciones así?
-Cuanto antes es mejor.- Accedió, asintiendo aún cuando nadie le veía. -¿Estás ocupado más tarde?
-No, ¿a las cuatro? Puedo mandarte la dirección de una cafetería en el centro de la ciudad.
Taemin sonaba tan cuidadoso y solemne, casi como si se tratara de un procedimiento de trabajo, y no lo más importante de su vida. Reencontrarse con el padre de sus hijos. Padre que no tenía idea de la existencia de ellos.
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El ruido de las personas conversando a su alrededor no era lo suficiente como para ahogar el sonido sordo que estaba haciendo su corazón. Después de cuatro años se encontraría de nuevo con Taemin, eso le royendo de ansias desde su interior.
Sostuvo la respiración cuando interceptó su mirada a lo lejos. Taemin se encontraba solo. No supo cómo describir lo que sentía. Tal vez, muy en el fondo, había creído que Taemin iría con sus hijos. Tal vez simplemente no había pensado en nada. Seguía aterrado, un poco, porque en este momento todo era demasiado confuso. Y justo en el centro de su confusión, se encontraba de pie Taemin. El chico que hacía poco más de cuatro años fue su novio, y que ahora no era mas que un desconocido, por quien había vuelto, con la intención de tal vez reiniciar una relación. Ese chico, que ya era un adulto por completo, caminaba en su dirección.
-Choi Minho…- Taemin se aclaró la garganta, haciendo un gesto antes de sentarse en la mesa.
-Hola Taemin.- Cada célula en su cuerpo vibró al momento de pronunciar su nombre. Estaba aquí, frente a él, después de tanto tiempo. -¿Cómo has estado?