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RinHaru week 2018 por Yaoi lovers

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Notas del capitulo:

¡Ya casi llegamos a la mitad de la semana y no he faltado ni un día! Hay que celebrarlo(?)

Les dejo la historia de hoy, que la disfruten. 

La vida en altamar no era sencilla debido a los peligros que existen en el agua, además de los monstruos marinos y fenómenos naturales que ocurrían, y resulta mucho más complicada cuando la tripulación del barco en que viajas está formada en su mayoría por hombres que huían de la vida en tierra y ahora se dedicaban a la búsqueda de tesoros a cambio de dinero o cualquier otro bien que pudiera servir en una transacción.
 
Esa era la vida que Rin Matsuoka llevaba desde que tiene uso de razón, desconoce su origen y la relación que tiene con el capitán del barco en que vive y aún así es su mano derecha y en quien más confianza tiene. Le debe todo lo que tiene, razón por la cual es el más leal de toda la tripulación y nunca se atrevería a cuestionarlo o mostrar desobediencia a ninguna de sus órdenes, al menos eso pensaba hasta el día en que lo conoció.
 
Era un día normal luego de haber llegado al puerto y desembarcar para llevar el motín y poder intercambiarlo, nada fuera de lo común había ocurrido y se s fuera de una de las tiendas esperando al capitán mientras miraba a la gente caminar de un lado a otro entre los puestos buscando artículos exóticos o antiguos por comprar cuando por fin el hombre salió con semblante animado.
 
—Vamos muchacho, hay mucho por hacer —dio una palmada en su hombro mientras comenzaba a caminar de vuelta al puerto con el menor siguiendo sus pasos.
 
—Veo que fue una misión completada con éxito, felicitaciones, capitán —el mayor le había contagiado su ánimo y tomaba el triunfo como propio.
 
—Mejor que eso, muchacho. Hoy mismo partiremos en una nueva misión, sólo compraremos provisiones antes de partir.
 
—Es extraño zarpar tan pronto ¿Puedo preguntar de que se trata esta vez? —la curiosidad del pelirrojo era demasiada y no podía contenerla, si el capitán estaba de acuerdo, deseaba saber de que se trataba.
 
—No es necesaria tanta formalidad... Necesitas saber a que nos enfrentamos así que te lo diré —se acercó un poco más a él para hablar de manera confidente con los ojos rojos sobre él a la expectativa—. Iremos a cazar sirenas. Al parecer su aleta tiene poderes curativos y son una gran atracción en las ferias, si capturamos una con vida no sólo tendremos cofres llenos de oro sino también piedras preciosas y un sinfín de cosas que no puedes ni imaginar.
 
—Es grandioso, capitán. No por nada es el mejor en lo que hace —había escuchado muchas historias sobre las sirenas y le parecían seres fascinantes, tener la posibilidad de conocer una no hacía sino entusiasmarlo.
 
Luego de conseguir las provisiones necesarias, pues aprovecharían su búsqueda de sirenas para cumplir otras misiones y obtener mayores recompensas, volvieron a la embarcación dando las indicaciones para llegar al primer punto de su búsqueda.
 
Una vez cumplida su primera misión siguieron navegando hasta una zona en que había rumores de avistamientos de sirenas. La tripulación se mostraba indiferente hacia las rocas en que esas criaturas debían aparecer, principalmente por el temor que los relatos sobre el poder hipnótico de su canto le causaban.
 
Matsuoka era el único quien se mantenía atento al más mínimo indicio de movimiento, esperando que de un momento a otro apareciera uno de esos seres que le causaban tanta curiosidad. El tiempo seguía corriendo y la ansiedad del capitán no se hizo esperar, no tenían tiempo que perder y prefería invertir ese tiempo en buscar un nuevo lugar que seguir ahí sin resultados.
 
La orden estaba a punto de darse cuando la voz del pelirrojo llego a oídos del mayor haciendo que se detuviera.
 
—¡Capitán! ¡Apareció una! —sus ojos rojos brillaban con ilusión esperando que el hombre lo siguiera—. Está justo en esa roca de allá, aún no nos ha visto.
 
La búsqueda había resultado un éxito y, a la voz de mando del mayor, comenzaron con la labor de caza. Las órdenes eran claras: atraparla sin hacerle daño, necesitaban a esa criatura en las mejores condiciones para que la recompensa fuera mayor y, ¿Por qué no? Poder negociar un poco más en caso de que su principal comprador rechazara la oferta.
 
Atraparla había resultado mucho más sencillo de lo que esperaban y, tal como había ordenado momentos atrás, la improvisada pecera en que apenas cabría la sirena había sido preparada para exponerla lo menos posible a la falta de agua.
 
Grande fue la sorpresa de todos cuando apenas liberar a la criatura se reveló que no era una mujer mitad pez como habían pensando, sino un tritón de ojos azules y cabello oscuro que los miraba con indiferencia aunque la incertidumbre y preocupación estaba grabada en su rostro.
 
—Supongo que no hay diferencia entre chico y chica, seguro este servirá —le restó importancia al hecho de que el tritón no era precisamente lo que buscaba mientras se dirigía al frente de la tripulación mirándolos con seriedad—. Necesito alguien que se encargue de vigilar a esta criatura cada día durante cada hora hasta que volvamos al puerto, no podemos dejar que nada le pase.
 
Todos se miraban entre sí como esperando que algún valiente tomara la iniciativa para encargarse del cuidado del monstruo. Porque era así como ellos lo concebían tras tantas historias que narraban las desgracias por las que pasaba cualquier persona apenas escuchar el canto de esos seres pues, aunque era sumamente bello, resultaba hipnótico sin poderlo evitar, convirtiéndose automáticamente en su títere.
 
Sólo Matsuoka tuvo el valor de dar un paso al frente y con voz decidida anunciar que sería el quien cuidaría a la criatura y se encargaría de mantenerla en buenas condiciones. El capitán halagó su iniciativa, declarando que no por nada había decidido confiarle el lugar del segundo al mando y que siempre esperaba lo mejor de él. Nadie se opuso y en silencio agradecieron al chico por actuar rápidamente antes que el mayor comenzara con los reclamos por su cobardía.
 
Pero el pelirrojo no había aceptado ser guardián del tritón para evitar la ira del capitán o para conseguir sus halagos, sino porque quería estar lo más cerca posible de la criatura pues, además de su belleza inigualable con esos preciosos ojos azules tan claros como el océano y ese cabello oscuro que se mantenían perfectamente peinado, quería aprender de ella cuanto pudiera y descubrir de una vez por todas si los rumores sobre ellas eran ciertos.
 
Fue así como llevaron la pecera hasta la zona de carga de la embarcación haciendo unas cuantas adecuaciones de manera que el chico pudiera mantenerse junto al tritón la mayor cantidad de tiempo con las comodidades necesarias y las suficientes cosas para alimentarlo y asegurarse de que no pudiera escapar ni hacerse daño.
 
Los días pasaban y la curiosidad de Rin iba en aumento, sobre todo porque debido a la falta de espacio y la tristeza que causaba en el ser estar separado de su hogar apenas se mantenía despierto. No podía moverse demasiado debido al poco espacio que tenía en el recipiente y mucho menos había querido comer pese a que se prepararon diversos platillos pensando especialmente en él.
 
Durante esos días eran pocas las horas en que el pelirrojo no estaba en la zona de carga conversando con el tritón, aun sabiendo que la comunicación entre ambos sería sumamente difícil pues no hablaban el mismo idioma. Sin embargo, eso no desanimó al chico, quien incluso decidió darle nombre a la criatura.
 
—Vamos, Haru. Sé que no se parece al océano y que probablemente nada de lo que cocinen para ti sea lo indicado pero necesitas comer —como otro tanto de los días desde que el tritón llegó, estaba sentado en la orilla de la silla sin apartar su vista del cristal—. El capitán no está muy feliz y si algo llega a sucederte no quiero imaginar como va a reaccionar.
 
El tritón ni siquiera lo miró, se negaba a prestarle atención al chico aún si ponía todo su empeño en ser amable con él. No es que le molestara su forma de ser tan ruidosa o que estuviera molesto con él, sino que esperaba que de alguna manera ser tan distante y descuidar un poco su estado hiciera que se cansaran de él y por fin lo dejaran en libertad.
 
—¿Sabes? Entiendo ese interés que todos tienen por los de tu especie —sonrió mientras apoyaba su codo sobre el borde de la mesa que habían dejado ahí para apoyar su rostro sobre su palma—. Aunque definitivamente yo no te mantendría cautivo así ¿Cómo se supone que admiren lo que eres si te tienen así?
 
Los ojos azules siguieron clavados en otro punto del lugar ignorando al pelirrojo que no había dejado de hablar ni un instante. Era agradable cuando menos tener a alguien que no lo rechazara y que evitara su pérdida de cordura durante el tiempo que llevaba encerrado.
 
Un par de días más pasaron y en ellos tanto Rin como Haru lograron establecer un lenguaje a través de las expresiones que la criatura hacía para poder entender como se sentía. Incluso un par de veces consiguió que probara los platillos que había llevado para él, aunque seguía sin comer de manera adecuada y comenzaba a notarse que su estado no era el mejor.
 
—Es demasiado esfuerzo para un monstruo, sería mejor acabar con él y sólo llevar su cuerpo, de cualquier manera podemos obtener bastante así —el mayor se había cansado de mantener al tritón y estaba dispuesto a lo que fuera con tal de poder volver nuevamente y cobrar la recompensa.
 
—No es necesario, puedo conseguir que coma de manera adecuada y que mejore su semblante —de inmediato el pelirrojo salió en defensa del tritón, pasar tanto tiempo a su lado había hecho que le tomara cariño y lo que menos quería era perderlo sin poder conocer más sobre él—. Además, si lo llevamos con vida la recompensa es mucho mayor e incluso podemos negociar —nunca había cuestionado ninguna orden que el capitán le diera y quería darle motivos para mantener al azabache con vida.
 
—Tienes suerte de que él esté aquí, hubiera preferido matarte sino fuera por la recompensa —su mirada estaba cargada de molestia mientras golpeaba el cristal de la pecera—. Los monstruos como tú sólo tienen lugar en los espectáculos —y dando unas palmadas en el hombro del chico salió del lugar.
 
—No le hagas caso, tiene poca paciencia —le dedicó una disimulada sonrisa mientras volvía a acomodarse en la silla junto a la pecera—. Esto va a terminar mal si no comes, la próxima vez el capitán no dudará un minuto antes de cumplir su amenaza.
 
Los ojos azules como el océano habían perdido su brillo, no parecía tener intenciones de aferrarse a la vida y su expresión lo decía todo: "Morir es una mejor opción que seguir soportando esto".
 
Su pecho dolió cuando lo vio tan desesperanzado, definitivamente tenerlo cautivo estaba afectando mucho más que solo su ánimo y pensar en lo mucho que sufría sólo aumentaba su sentimiento. Quería animarlo, pero por más que se esforzaba por hacerlo no conseguía más que la expresión cansada del azabache que decía: "No conseguirás nada, ya para con eso".
 
Había pasado cada hora de cada uno de los días encerrado en ese lugar con él con la única intención de cuidarlo y hacer que su apariencia volviera a ser la misma que el día que lo capturaron, pero ese día su tristeza era demasiada como para permanecer dentro; no quería causarle más sufrimiento del que ya tenía.
 
Nunca se había cuestionado si lo que él, el capitán o la tripulación era correcto, ni siquiera pensó en las consecuencias de sus actos durante todos esos años; sin embargo, tener tan cerca a la víctima de su última cacería lo hacía cuestionarse sobre sus actos, como si necesitara corregir de alguna manera lo que había hecho.
 
Quería hacer algo por él y por eso se empeñaba en contarle sobre sus aventuras en altamar, las bellezas que se encontraban en el mar y todas las cosas interesantes que se podían ver y hacer en la ciudad aunque sin resultados pues si bien lo escuchaba con atención no había conseguido en lo más mínimo levantar su ánimo.
 
Desde que salió de la zona de carga se mantuvo en el casco sin dejar de ver hacia el horizonte, contemplando el ligero movimiento de las olas pensando en lo feliz que debía ser el tritón mientras nadaba por ese paisaje. 
 
Debía ser maravilloso ver al tritón nadando entre los corales, haciendo largos viajes mientras se entretenía observando al resto de animales y deteniéndose de vez en cuando en alguna formación de rocas ya fuera para descansar o simplemente para contemplar el atardecer la noche estrellada.
 
Comparar eso con la vista que le otorgaban el interior de un barco, en la zona más lúgubre y apartada de la vista al mar, sin nada más para percibir que la voz y la imagen del pelirrojo, era frustrante y decepcionante. Era demasiado presuntuoso de su parte creer que él era suficiente para compensar todo aquello que el azabache perdía estando en cautiverio.
 
Se sentía responsable de su condena, pues de no ser por él, probablemente hubieran seguido buscando en otro sitio y, en el caso más extremo, el capitán hubiera desistido de la cacería conformándose con el resto de las recompensas.
 
Con todos esos pensamientos en mente no podía dejar de creer que debía hacer algo para ayudar a Haru, no podía permitir que pasara el resto de su vida en cautiverio sin poder volver a nadar libremente en aquellas aguas que tanto añoraba.
 
Pero no había manera de convencer el capitán de dejar en libertad al tritón, ni siquiera si le ofrecía conseguir dos sirenas más pues había invertido suficiente en el mantenimiento del que tenían atrapado como para perder tiempo comenzando de nuevo. Además sus intenciones eran claras: si las cosas se complicaban con la criatura no dudaría un solo instante en acabar con su vida.
 
Era casi imposible encontrar una forma de liberar al tritón sin consecuencias negativas para él o para sí mismo, habían demasiado factores fuera de su control como para conseguir la libertad tan ansiada por la criatura, las recompensas deseadas por el capitán y su conocimiento sobre las sirenas.
 
Tras mucho tiempo de estar pensando había llegado a una conclusión, era demasiado arriesgado y sabía que una vez lo hiciera no habría marcha atrás, no tendría tiempo para arrepentirse y no había manera de escapar de las consecuencias que traería lo que estaba a punto de hacer.
 
Durante el resto del día no volvió ni una sola vez a visitar al tritón, había estado ocupado buscando todo lo necesario para llevar a cabo su plan. Debía ser rápido y cuidadoso o de otra manera terminaría por levantar sospechas y causar un gran alboroto cuando lo descubrieran.
 
A la media noche, mientras la mayoría de la tripulación dormitaba, aprovechó la tranquilidad y poco movimiento para llevar lo que había recolectado hasta el pequeño bote de emergencia. Aprovechando la posición que tenía frente al resto de la tripulación preparó todo lo necesario para zarpar antes de volver a donde estaba el tritón.
 
Al entrar pudo verlo dormitando, no había visto que hiciera aquello desde el día en que el capitán amenazó con quitarle la vida y no pudo evitar contemplar su imagen durante unos instantes antes de acercarse para llamar su atención.
 
—Nos vamos, Haru —colocó una de sus manos sobre el cristal mientras la duda se grababa en el rostro del azabache—. No hay tiempo de dar explicaciones, tenemos que irnos antes de que alguien nos vea y el capitán despierte...
 
No esperó más antes de mover la improvisada pecera hasta el bote y, con sumo cuidado, cambiar de lugar al tritón a uno mucho más pequeño y ligero para poder transportarse fácilmente. Una vez dentro comenzaron a moverse lentamente sin que la mirada azul pudiera despejarse un sólo momento del pelirrojo con la incertidumbre de lo que estaba ocurriendo.
 
—No me mires así, sólo presumía un poco al decir que podría hacer que volvieras a tu estado habitual —evitó su mirada sin dejar de dirigir el bote—. Es obvio que no lo serás a menos de que vuelvas a casa, no podría hacer algo tan horrible como condenarte a ser infeliz —los ojos del tritón brillaron momentáneamente dirigiendo un poco su mirada hacia el océano antes de volver a mirar al chico—. Esto es peligroso, así que apenas encuentre un lugar seguro para ti me iré tan rápido como pueda.
 
La criatura seguía confundida ante sus palabras y no pudo evitar mostrar la preocupación que le causaba lo que escuchó. Nunca había responsabilizado al pelirrojo de lo que le ocurría e incluso le estaba agradecido por todo lo que hizo por él en ese tiempo así que no podía evitar sentir que el chico estaba haciendo demasiado por él.
 
—No tienes de que preocuparte, sé cuidarme por mi cuenta y puedo defenderme si lo necesito —sonrió apenas un poco mientras lo miraba. Es cierto que le preocupaba lo que pudiera ocurrir por haber traicionado la confianza del capitán, abandonar la embarcación y robar su mayor tesoro, pero era capaz de asumir las consecuencias si eso aseguraba la seguridad del tritón—. Estarás bien mientras no sea una zona donde hayan visto sirenas, sólo tendrás que ocultarte un poco mientras el capitán se da por vencido.
 
Haru se sentía tan agradecido y emocionado que no pudo evitar tocar el rostro de Rin, aprovechando que en su nuevo recipiente no había paredes que los alejaran, mirándolo con tanta gratitud que sus ojos se humedecieron ligeramente mientras le regalaba la única sonrisa de todos esos días. El chico estaba conmovido y el carmín subió por sus mejillas sin poder evitarlo antes de desviar su mirada como muestra de la vergüenza que sentía.
 
—No agradezcas nada por ahora, tonto. Lo más difícil aún no pasa —siguió navegando, evitando mirar al tritón que no había separado su mirada de él en ningún momento.
 
Quizá había ido en contra de todos sus principios, desafiando a la única persona que estuvo con él durante toda su vida y era algo que nunca podría olvidar, pero nada de eso era más valioso que la sonrisa sincera que el tritón le regaló en ese momento, haciéndole sentir que sin importar las consecuencias su decisión había sido la mejor.
Notas finales:

Eso ha sido todo por hoy, espero haya sido de su agrado y podamos leernos mañana.


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