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Mascota por anonimo0219

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Sebastián empezó a besar a Ciel con pasión, el menor enredo sus brazos en el cuello del azabache y este lo agarró de la cintura, juntaron sus lenguas en una danza de lujuria, el mayor empezó a bajar sus manos hacia el trasero de Ciel; para apretarlo, sacando un gemido de placer, lo acariciaba con ansiedad, el azulino entonces salto para enredar sus piernas en la cintura, para acercarlo aún más.

Sebastián camino con Ciel en brazos, hasta llegar a la pared, donde empotró al azulino, restregando su cuerpo en él, rompieron el beso por falta de aire, siendo unidos por un hilo de saliva; se miraron, durante un rato, identificando el placer en el otro.

Ciel se encontraba completamente sonrojado, con saliva escurriendo de sus rosados labios, el azabache al verlo de esa manera empezó a atacar su cuello, dejando pequeños chupones en su blanca piel, mientras Ciel soltaba pequeños gemidos de placer.

Sebastián empezó a tocar las piernas del azulino suavemente, mientras atacaba su cuello, Ciel acariciaba la espalda del azabache y se restregaba en él, intentando obtener un mayor contacto.

Luego de un rato, Sebastián llevo a Ciel a la cama, donde lo arrojó, acomodándose sobre él, besando lentamente su cuello, hasta llegar a sus labios y juntarlos de nuevo, en un beso apasionado y ardiente, donde los protagonistas eran sus lenguas, quienes danzaban mientras compartían saliva y sus emociones llenas de deseo.

Las manos de Sebastián, empezaron a colarse bajo la camisa del azulino, para acariciar la suave piel blanca, despacio iba acercando sus manos a los pezones de Ciel, los cuales apretó y amaso suavemente, causando un gemido en el azulino.

Ciel no se quedaba atrás y ya tenía ambas manos, recorriendo la piel de Sebastián por debajo de la camisa, con suavidad las saco, para empezar a desbotonarla con delicadeza.

El azabache con la camisa abierta, dejando ver su cuerpo trabajado, sus músculos, Ciel solo los acariciaba, sintiendo el tacto agradable de la piel del mayor, el ambiente entre los dos se hacía cada vez más caliente; ambos, se sentían en las nubes, solo observándose mutuamente, mientras compartían besos y caricias apasionadas.

Sebastián y Ciel, cortaron el beso y se volvieron a mirar, por alguna razón no querían perderse ni un solo momento del otro, ambos corazones palpitaban con fuerza, el azulino le sonreía con cariño, mientras el azabache le devolvía el gesto, el mayor se acercó al rostro del menor y le beso la punta de la nariz, antes de empezar a quitarle la ropa, desbotonando la camisa quedó impactado, al ver el cuerpo de Ciel a través de la camisa abierta, tan blanco y suave al tacto; lo acaricio, sonrojándose de inmediato, Ciel se acercó más a él para abrazarlo, interrumpiendo su trabajo de desvestirlo.

— Sebastián, eres tan lindo — susurro en el oído del azabache, sintiendo como se estremecía al escuchar su voz tan cerca — Prometí que dejaría que me hicieras lo que quisieras, soy tuyo dime ¿Qué quieres hacer? — continuaba susurrando, excitando al azabache.

— Ciel, mmm, quiero hacerlo todo el día y la noche contigo — el menor se estremeció, al imaginar todo lo que harían, así que empezó a dejar pequeños besos en el cuello, hasta llegar al hombro de Sebastián, incrementando el deseo del mayor.

— Hazlo, Sebastián — le encantaba como Ciel susurraba su nombre y aún más cuando estaba en la intimidad, lo hacía sentirse tan lleno, tan completo, simplemente le encanta Ciel.

Sebastián volvió a acostar a Ciel, quitándole la camisa, al mismo tiempo el azulino hacia lo mismo con él, cuándo ya estaban desnudos de la cintura para arriba, Sebastián empezó a besar cada parte del cuerpo de Ciel, con dulzura pasaba la lengua, recorriendo cada centímetro de su piel, deteniéndose en los pezones para morderlos y chuparlos con deseo.

— Ah.. mm... ah.. Sebastián mm.. Ah — gemía el azulino, al sentir como sus pezones eran atacados; de repente, sintió la mano de Sebastián en su entrepierna, el mayor estaba tocándolo suavemente, mientras enrojecía sus pezones — Ahí Sebas, ahah... mm... más, Sebas... ah... mmm... ahah — gemía aún más fuerte y al azabache le encantaba escucharlo.

— Te gusta, Ciel — susurraba acariciando el miembro de Ciel, por sobre la ropa con una mano, y con la otra amasaba los pezones rosados del azulino.

— Sii... ah... mm... — levanto su rostro, para que el azabache pudiera verlo perdido en el deseo, incitando a Sebastián a perder el control.

— Mi Ciel — decía besando los labios del menor en un corto contacto, para después bajar, saboreando con su lengua el abdomen, hasta llegar a donde estaba el cinturón del pantalón, mirando juguetón a Ciel, empezó a desabrochar el cinturón y desabotonar el pantalón para quitárselo, junto a la ropa interior dejándolo completamente desnudo, mostrando su pequeño miembro deseoso de sentir sus caricias.

Sebastián paso la lengua por el miembro del menor, iniciando desde abajo hasta la punta, donde repartió pequeños y dulces besos, para volver a utilizar su lengua, hacia círculos, se deslizaba desde abajo hasta arriba, como si fuera una paleta, al llegar de nuevo a la punta lo besaba y su mano, la movía de arriba abajo.

— Ah... ahaah... mmm... Sebas... ahah... deja... me... dar... te... ah... ahaah... placer — al escucharlo, el azabache se detuvo y se empezó a quitar la ropa que le quedaba, para subirse encima de Ciel, dejando su miembro en el rostro del azulino, para que esté empezará a acariciarlo, mientras él hacía lo mismo.

Se regalaban placer mutuamente, chupando y lamiendo el miembro del contrario, dejando salir varios gemidos cargados de lujuria y deseo, la habitación aumentaba su temperatura y gotas de sudor, bajaban por la frente de ambos jóvenes que se consentían y perdían su mente en el placer.

Sebastián empezó a lamer la entrada del menor, mientras esté devoraba su miembro y dejaba salir gemidos de placer, al sentir la lengua del azabache colarse en su entrada, aun así continuo lamiendo y chupando el miembro de Sebastián, saboreando el líquido preseminal que empezaba a salir, conforme el mayor iba llegando al tan esperado orgasmo; Ciel también, estaba a punto de llegar y Sebastián no paraba de adentrarse en su entrada, dejándola húmeda y viscosa.

De repente, reemplazo su lengua por sus dedos y su boca, la usaba para chupar el miembro del menor; ingreso el primer dedo, haciendo que Ciel se tensara un poco, después de un rato, el segundo hizo su aparición, con movimientos de tijera, hasta que ya pudo entrar el tercero; al sentir los tres dedos en su interior, no pudo contener más sus gemidos y movía su cuerpo, para obtener placer y permitir que ingresaran más adentro en su entrada, disfrutando la sensación de plenitud y saciedad que tanto deseaba y disfrutaba.

Sebastián al ver como entraban los tres dedos con facilidad, decidió que era hora de utilizar su miembro, así que se levantó para acomodarse mejor, saco los dedos del interior del azulino ganándose un bufido de molestia, se preparó frente a la entrada del menor y de una estocada lo penetro, causando que el otro arquearse la espalda de placer y dolor por la sorpresiva intromisión.

— Ah... no... ah... te... mu... muevas... ahah... — suplicaba el azulino al sentir dolor, el azabache lo abrazo y espero a que el menor se acostumbrara, antes de iniciar el vaivén lentamente.

— Mm... no... mm... lo haré — disfrutaba del interior cálido y húmedo del azulino, mientras esté se acostumbraba a él, después de todo, él no era pequeño.

— M... m...muévete... ah... ahahh... — gemía el azulino, moviendo sus caderas, Sebastián empezó las estocadas lentas para no lastimar al azulino, para luego llevar un vaivén rápido y duro.

— Ah... ah... Ciel... ah... ah... se siente bien... mmahah... — gemía también el azabache, sin detenerse, disfrutando con cada movimiento, el cálido cuerpo debajo de él.

— Más... ahah... ahaah... Sebas... ah... ah... — gritaba el azulino, al sentir como el miembro del azabache entraba y salía de él.

Las estocadas eran rápidas y algunas veces más suaves y lentas, permitiendo que el placer se prolongará más tiempo, el miembro de Sebastián empezó a crecer dentro del cuerpo del azulino, quien sentía que en cualquier momento se vendría y aún más, porque el azabache agarró su miembro y lo empezó a masturbar, con movimientos rápidos y precisos.

— No... ahaaah... no Sebas... mm... aha... me vengo... — gritaba el azulino, esperando que el azabache bajara un poco el ritmo de las embestidas, para recuperar un poco el aliento.

— No... lo hagas... quiero... que te vengas conmigo... ahah... mmm... ahah... — respondía al azulino, mientras se acercaban al tan esperado orgasmo y lo abrazaba más fuerte.

Con movimientos rápidos, el mayor le atino al punto de placer del azulino, quien lanzó un sonoro gemido, por lo que el azabache dirigió todas las embestidas hacia ese lugar.

En la habitación solo se escuchaban gemidos y gritos, cargados de lujuria, el ambiente era pesado y cálido, la respiración de los dos jóvenes era agitada y rápida, sus cuerpos estaban untados de sudor corporal por todo el ejercicio que hacían, ambos cuerpos se conectan con amor, aunque ninguno de los dos lo aceptará, se abrazaban al ser ese momento especial para ambos.

Después de una serie de estocadas más, no lograron aguantar más y se corrieron, el azabache dejo salir su esencia dentro del cuerpo del azulino; quien lo hizo en el estómago de ambos, Sebastián se dejó caer encima de Ciel, mientras intentaba recuperarse del anterior orgasmo, junto al azulino.

— Eso estuvo bien ah ah — decía el menor, respirando aun agitadamente.

— Ah, ah, tienes razón, ah — respiraba con dificultad, pero aun así no quería alejarse de su azulino — ¿Otra ronda? — pregunto con una sonrisa pícara.

— Me parece bien — decía acariciando el rostro del azabache con cariño.

Ambos decidieron continuar, hasta que estuvieran agotados; mientras fuera de la habitación, se encontraba Astre enojado, se esforzaría por sacar a su hermano de ese lugar, por ahora continuaría trabajando e investigando, luego actuaría.

Notas finales:

Espero disfruten de esta parte y me disculpo por los errores de ortografía que pudieron encontrar.

Gracias

 


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