Corrió por los pasillos buscando la habitación de su hermano Regulus.
Este año su madre había ofrecido a Regulus como consorte y para evitar que Sirius interfiriera en el acoplamiento de su hermano lo había trasladado de cuarto para que Sirius no intentará alejarlo u ocultarlo del alfa que traería.
Por supuesto que su madre no sabía que Sirius era un animago no registrado, gracias a eso sus sentidos estaban más desarrollados y pudo encontrar el cuarto de su hermano, estaba escondido detrás del retrato de su padre, el difunto señor Black.
Toco la puerta y esperó, a los segundos Regulus seguía sin salir
- Regulus soy yo, Sirius, abre por favor
Y como si fuera una palabra mágica, la puerta se abrió y un Regulus muy lloroso corrió a los brazos de su hermano mayor
- Lo siento tanto Sirius, si tan solo yo hubiera…
- ¡Ni lo pienses Regulus! - recrimino Sirius -No quiero que pases por esto jamás, además después de esta noche Walburga no podrá obligarte a nada.
- Tengo miedo- confesó el menor de los Black- ¿y si te capturan, como a la prima Andromeda?, no podría soportarlo Sirius, no podría
-No lo harán- aseguró Sirius - pero si se diera el caso….tienes que utilizar el traslador y irte, sin mirar atrás
- No pidas que haga eso, eres mi hermano...
- Por eso mismo, te pido que como hermano menor respetes las palabras de tu hermano mayor
Regulus dudo pero al final asintió -¿Y los bebés?- preguntó
-Me los llevaré cuando esa vieja arpía mandé a buscarte, tienes que ser rápido, no dejes que ella te atrape.
-Esta bien, te estaré esperando junto a Remus, ¿Sabes si el ya esta en la casa?
-Si, me envió un halcón para que nadie sospechara, llegó ayer en la noche.
- ¿Pudo llevar a su bebé?
- Sí - y por primera vez en años, sirius sonrió de verdad.
- Eso es fantástico, Remus merecía ser libre.
-Nosotros también lo seremos, solo debemos seguir el plan.
Regulus asintió y chocó miradas con Sirius, determinación escrita en los ojos de los hermanos Black
-Tengo que marcharme- hablo Sirius - no te olvides de la palabra
Sirius sacó de su bolsillo un anillo de plata y se lo dio a su hermano
-Deja que las chicas te arreglen para tu encuentro y espera a que salgan para ponerte el anillo, cuando escuches los pasos de madre pronuncia la palabra y te llevara con Remus.
- ¿Iras despues de mi?
-Si, ahora vuelve al cuarto que madre pronto mandará a encerrarme
Regulus inconcientemente intentó retenerlo pero Sirius fue más rápido, empujó a su hermano dentro del cuarto y con un hechizo no verbal cerró la puerta.
Corrió por el pasillo hasta las escaleras principales que lo llevaron al salón principal para iniciar su parte del plan. El salón estaba adornado con tonos verdes y plateados, no era secreto que Walburga Black era fiel devota de la que antiguamente fue su casa en Hogwarts, Slytherin. Así que Sirius decidió empezar por eso, transfiguró los banderines de Slytherin a banderines de Gryffindor y cambio los colores de la sala a dorados y rojos.
Una vez terminada la sala, se escondió detrás de un tapiz colgado en la pared y entró por un pasadizo secreto hasta la cocina. En el castillo había miles de pasadizos que, gracias a Merlín, Walburga jamás descubrió.
La cocina a diferencia de la sala principal, estaba ocupada por dos elfos y una persona que Sirius no conocía, jamás lo había visto por el castillo. Estaba de espaldas y su cabello rubio caía como hilos de oro sobre su espalda. A simple vista parecía un Sangre pura, pero si te fijabas bien podías notar sus mangas arremangadas y sus manos mojadas por ayudar a los elfos domésticos en sus labores. Para Sirius fue fácil llegar a la conclusión de que el chico no era un sangre pura, ya que estos jamás ayudarían a los pobres elfos domésticos.
Sirius tuvo más curiosidad cuando sintió una poderosa magia rodear al hombre misterioso, tuvo el impulso de acercarse pero se detuvo cuando se percató de que eso no era lo unico que queria hacer. Sirius quería correr hacia el hombre para restregarse en su cuerpo mientras exponía su garganta. Se asustó y corrió devuelta por el pasadizo para evitar que cometiera un desliz
Subió a la torre donde descansaban las lechuzas y comenzó a mandar a cada una a diferentes direcciones con recados nada importantes, solo quería mantenerlos lejos de la mansión para que la vieja bruja no alertara a los aurores sobre la pérdida de su menor hijo.