Capítulo V: No quiero tenerte cerca… porque duele.
La puerta fue abierta con tanta brusquedad que no pudo evitar sobresaltarse por el fuerte ruido que provocó esta al chocar contra la pared. Pero, a pesar de eso, no se molestó en descubrirse y mirar.
—¿¡Qué crees que haces, pequeño cretino!? —aquella voz sonaba fúrica, cosa que le hubiese sorprendido, y desagradado, si no hubiese sido por su estado.
Sabía de quien se trataba pero no se molestó en descubrirse. No comprendía por qué no entendían que quería estar completamente solo. Desde que había regresado a su casa su madre y Jarvis trataban de sacarlo de su pequeño refugio. Pero, hasta ese momento, ninguna de las palabras que le habían brindado surgieron el efecto deseado.
Lo único que pedía era estar completamente solo. En su habitación o el taller. Pero nadie, ni siquiera la persona frente a él, parecía estar dispuesta a cumplir sus deseos y eso le quedó completamente claro cuando, después de hablar por casi un minuto y no obtener respuesta de su parte, tomó la sabana que lo cubría y la jaló con brusquedad, destapándolo.
—Quiero estar solo, Natasha —dijo en un pequeño susurro, sin atreverse a mirarla.
—Dioses, te ves terrible y horrible, Tony… —y era cierto, estaba pálido y con ojeras muy pronunciadas, además de solo utilizar una camisa anticuada de cuadros—… Si Pepper te viera en este estado… —dijo con pesar—. Debí traerla —sacó su celular, pero recordó que estaba de viaje con Happy—. “Supongo que será mi última carta” —pensó, mientras sonreía, antes de guardar nuevamente el celular—. Bien, levántate
—Déjame en paz —se colocó boca abajo, cubriéndose la cabeza con una almohada, pero Natasha se negó nuevamente a cumplir sus deseos—. Quiero dormir
—¿Te vas a rendir tan rápido? —inquirió, de forma seria—. El Tony Stark que conozco jamás se rinde y, aunque a veces es estúpidamente terco, siempre consigue lo que se propone
—“Esa persona ya no existe… Murió junto con el verdadero Steve” —pensó, apretando más la almohada contra su cabeza, tratando de ahogar los sollozos que escapaban de sus labios.
—Supongo que deseas seguir ahogándote en tu miseria y absolutamente nada de lo que te diga te hará cambiar de opinión —dejó la sabana sobre la cama, observando como el cuerpo de Anthony se tensaba aún más—. Antes tenía una duda; desde que Steve nos presentó me lo he preguntado, pero ahora sé que todos tenían razón… Jamás te importó Steve, lo único que tenía relevancia para ti era cumplir un capricho, sin embargo, él cometió el error de enamorarse como un tonto. Pero ¿sabes qué? Estoy feliz de que esto sucediera, me alegra que seas un cobarde y por fin lo dejes rehacer su vida… Que no te recuerde es lo mejor que le pudo suceder, así podrá conseguir a alguien que no solo reciba sin dar nada a cambio y lo absorba completamente… Alguien que lo merezca realmente y…
—¡No re atrevas a seguir, Romanoff!—lanzó la almohada al piso y la encaró, a pesar de saber que ella fácilmente podría reducirlo—. ¡No sabes de lo que hablas! —a pesar de su tono hostil, Natasha no se inmutaba—. ¡Jamás vuelvas a siquiera insinuar que no me importa Steve o que él estará con otra persona, porque eso jamás lo permitiré! ¡Debemos estar juntos, estamos destinados a estarlo, y nadie, ni siquiera ese maldito accidente, nos separará!
—¡Ese es el Tony que conozco! —gritó emocionada—. Ahora que cambiaste de opinión, pondremos en marcha mi plan —Tony frunció el ceño, provocando que volviera a sonreír—. Mientras regresaba de mi misión… Estoy de permiso —aclaró, ante su expresión—, aunque no lo creas, tu padre está realmente preocupado por ti… En fin, mientras regresaba, planee todo por ti y te aseguro que, aunque es sencillo, es una estrategia infalible contra Steve
Suspiró, percatándose en que había caído en el juego de Natasha. No sabía en que se había metido, pero por su bien esperaba que funcionara.
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—Bien ¿Entendiste?
—Por supuesto —dijo con irritación—. Hasta alguien con bajo intelecto lo hubiese comprendido por todas las veces que lo has repetido
—Todo tiene que quedar claro porque, como te mencioné antes, el plan es infalible, pero depende de ti si funciona o no —giró a un lado, abriendo un pequeño portafolios—. Toma —Tony frunció el ceño, ya que no comprendía para que necesitaría un micrófono—. Necesitamos asegurarnos de que el plan funcione, por esa razón, cuando sobrepases tus niveles permisibles de idiotez, que se suben a niveles extremos cuando estas con Steve, te lo haremos saber. Pero ten cuidado, los tomé prestados de S.H.I.E.L.D, ni siquiera tu padre puede saberlo —sonrió—. Nada puede salir mal… Soy una genio —Tony bufó ante ese comentario, pero ella decidió ignorarlo—. Lo olvidaba… Quítate la camisa de Steve y colócate algo de buen gusto… —se quedó en silencio por algunos segundos, como si pensara en algo —. Te elegiré el vestuario
—Olvídalo —dijo cruzándose de brazos—. Puedo hacerlo solo
Ella sonrió.
—Está bien, no hay problema… —Tony sonrió satisfecho, desde pequeño odiaba que le dijeran como debía vestirse—… si no quieres mi ayuda, supongo que tampoco necesitaras mi ayuda para recuperar a Steve —dijo con fingido pesar, volviendo a colocar los micrófonos en su lugar y cerrando el portafolios. Tony entrecerró los ojos, sabiendo perfectamente lo que hacía, pero sin saber cómo negarse y, después de un suspiró de frustración, obtuvo una sonrisa como respuesta—. Me alegra que hayamos llegado a un acuerdo. Hora de trabajar
—Haré que te arrepientas de chantajearme, Romanoff —susurro, mientras se dirigía al armario.
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—Lo sabia —se giró, encarándola—. ¡Te aprovechaste de Steve!
—Eso no es…
—Se lo dije a James, pero él no creyó posible que Steve se aprovechara de ti —sonrió, levantándose del sofá—. Pero le aseguré que había sido al revés. No podrías resistirlo ni olvidándolo, sobre todo ahora que puedes “obligarlo” —le tomó de la barbilla—. Desde que te conocí supe que eras un pequeño muy precoz, Anthony —el aludido apartó la mano de su rostro, eligiendo finalmente una de las prendas que le había escogido—. Solo Steve creía que eras un ser inocente y rodeado de luz purificadora
—Fue un accidente… —se colocó el suéter, ocultando las marcas de mordidas que aún eran visibles en su espalda a pesar de los días, tratando de fingir que ser descubierto no lo abochornaba—. Se suponía que faltaba un mes
—¿Enserio? —rió, colocándose detrás de Tony—. Quien imaginaria que el adorable Steve era tan bueno en ese tipo de cosas —se acercó a su cuello y frunció el ceño—. Supongo que estaba confundido —dijo para sí, irguiéndose nuevamente—. Apresúrate… Por cierto, Steve no puede enterarse jamás que te vi desnudo
El aludido siguió arreglándose hasta colocarse todas las prendas que le había elegido Natasha. Llevaba una camisa negra con el estampado de un reactor sobre su pecho, pantalones de mezclilla del mismo color y una chaqueta roja.
—Lo olvidaba —Anthony giró y un espray lo roseó varias veces.
—¿Qué es? —tosió y se cubrió la nariz; el olor no le agradaba mucho.
—Steve puede percibir tu aroma fácilmente y aún es un poco intenso; no debería suceder si estas tomando el medicamento… Así también evitaremos que ocurra un nuevo accidente —pensó en voz alta, mientras le roseaba el cabello—. Si sabe que estas cerca se marchará, James me dijo que… —al ser consciente de lo que casi dice y la expresión de Anthony, no terminó la oración—… No te preocupes, lo arreglaremos. Hoy te ganarás nuevamente su confianza y, si todo sale según lo planeado, en su siguiente cita le contarás la verdad
Cuando estuvo listo, le entregó nuevamente el micrófono.
—No olvides seguir el plan al pie de la letra
—No tienes que repetirlo tanto
Al llegar al centro comercial, escogieron un lugar seguro donde esperar a que Steven llegara, pero sin el temor de ser descubiertos.
—¿Cuándo van a llegar? —preguntó con ansiedad. Odiaba esperar.
—Ya falta poco —dijo, mientras observaba su reloj—. No seas impaciente, rollito de canela —dijo, tratando de que olvidara momentáneamente lo que estaban haciendo.
—Si me vuelves a llamar de esa forma…
—¿Qué vas a hacer? —lo miró de forma altiva—. ¿Vas a matarme o a hacer una escena de diva dramática?... Sin importar cuál sea la opción que elijas, Steve no volverá sin ayuda a ti —se encogió de hombros ante la mirada de hostilidad de Tony—. No sé cuál es el problema… Sé que no te desagrada que te llamen de esa forma… rollito
—¡No me llames así! —dijo—. ¡Solo Steve puede hacerlo!
—Estas un poco más susceptible que normalmente —volvió a mirar su reloj—. Está bien, no te enojes… rollito
Empezó a reír mientras Anthony la maldecía, logrando que de esa forma la espera no fuera aburrida, pero su discusión fue interrumpida por la voz de Steven.
—Shiii —acomodó mejor su micrófono y el de Anthony—. James también tiene un micrófono —le respondió su pregunta no formulada—. Le dije que lo encendiera cuando estuvieran cerca para poder prepararnos —sonrió, nuevamente, orgullosa de sí misma. No había dejado ningún cabo suelto.
—Gracias por invitarme al cine —la voz de Steven se escuchó nuevamente—. He estado un poco aburrido en los últimos días… Desde que regrese al apartamento solo salgo para ir a las terapias… No he tenido muchos ánimos de salir a dibujar… —se hizo silencio, pero habían podido notar que Steven estaba triste.
—¿Te encuentras bien? —esa era, a su parecer, la fastidios voz de James.
—Ahora sí, Buck —Tony bufó molesto e hizo una nota mental de prohibirle que le siguiera llamando de esa forma—. Siento haberte preocupado
Se formó otro silencio que no le agradó.
—Espero que te agrade Aladdín
Tony giró hacia un lado, observándola.
—Aladdín ¿enserio? —mencionó, con claro disgusto, ahogando las voces—. ¿No podías escoger una película con una trama más emocionante? ¿Quién vería una película tonta para niños?... Habría que ser retrasado o algo por el estilo
—Cállate y deja escuchar —dijo, lo más tranquilamente que pudo, aguantando las ganas de golpearlo—. No importa, allá vienen; prepárate
—Maldito mapache resbaloso —dijo, inconscientemente, al percatarse de que James tenía un brazo sobre el hombro de Steven—. ¡Auch! —giró hacia Natasha, mientras se tocaba el brazo en que lo había golpeado—. ¿¡Cuál es tu problema!?
—Te advertí que no llamaras a James de ninguna forma despectiva o insultante —dijo con seriedad—. Lo respetarás incluso en su ausencia o te juro que quemare toda la ropa de tu armario, incluyendo los accesorios y le diré a tu padre que, a pesar de que canceló tus tarjetas después de lo que hiciste en el centro, haces retiros de su cuenta después de haber hackeado el sistema del banco y… —sonrió, sabiendo que después de lo que diría no se negaría a su petición—… le comentaré cosas poco agradables a Steve de ti
—No te atreverías… —dijo entre dientes.
Apartó un poco su chaqueta, mostrándole lo que colgaba en su cuello. Una llave. Y, al mismo tiempo, el celular.
—Vuelve a llamarlo de esa u otra forma… —colocó en pantalla el número de Steven y, Tony sin pensarlo, se lanzó hacia ella, tratando de quitarle la llave y el celular. Pero fue tanto el jaleo que provocaron, que llamaron la atención de varias personas que transitaban por el lugar.
—¿Natasha?
Se observaron mutuamente al escuchar la voz de James, percatándose de las consecuencias de sus acciones.
—Hola, James —respondió, tratando de seguir con el plan, arreglándose la ropa disimuladamente—. Qué casualidad
—Sí, el mundo es un pañuelo —sonrió suavemente, dejando que le diera un beso en los labios, hecho que sorprendió a Tony—. Steve, ella es Natasha
—Es un placer —recibió la mano que le ofrecía, estrechándola. A pesar de que era la pareja de su mejor amigo, era la primera vez que la veía desde que había despertado—. James me ha hablado mucho sobre ti. Agradezco que lo hayas ayudado mientras no me encontraba
—No hace falta; fue un placer compartir apartamento con James, de hecho… —el aludido carraspeó, indicándole que no se desviara del objetivo principal—. Siento no haberme presentado antes, pero estaba fuera de la ciudad en una misión ¿Puedo seguir llamándote Steve o debo llamarte Steven?
—Steve, está bien
—Oh, lo siento —fingió recordar algo—. Steve, él es Anthony Stark, es hijo de uno de los jefes. Hoy soy… su niñera —sonrió, a pesar de el pisón que le había dado Tony, pensado que había valido la pena cuando observó su expresión.
Steven giró en la dirección que le indicaba y su expresión cambió radicalmente.
—Ya tuve el… placer de conocerlo —y, sin agregar nada más, se giró hacia James—. Disculpen, pero la función iniciara en algunos minutos
—¿Qué película verán? —preguntó Natasha, provocando que detuvieran su marcha.
—Aladdín —respondió Steven.
Sonrió, antes de mencionar:
—Qué casualidad… Nosotros también
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Estaba aburrido. La película le parecía malditamente aburrida, pero sus tres acompañantes no parecían advertirlo. De hecho, se notaba que les encantaba. Aunque, realmente, su atención nunca había estado dirigida a la pantalla.
Miró a Steven nuevamente. Desde que Natasha había intentado presentarlos, lo ignoraba, era como si no existiera para él. Había preferido sentarse al lado de James, a dos sillas de distancia de su lugar. Era como si ahora repudiara su presencia.
No quería pensar en cosas que lo desalentaran, pero la actitud de Steven no le facilitaba las cosas. Y, aunque no quisiera aceptarlo, lo estaba deprimiendo lentamente, ya que no podía dejar de pensar que si las cosas continuaban de esa forma, lo perdería definitivamente.
—No te preocupes —el pequeño susurro lo hizo mirar Natasha, quien le guiñó un ojo y, segundos después, se escuchó un pequeño quejido.
—¿Estás bien, Bucky?
Al escuchar la voz de Steven, giró nuevamente en su dirección.
—Me duele un poco —se agarraba el vientre bajo y parecía que en cualquier momento empezaría a llorar, por lo cual Steven se levantó e intentó tomarlo en brazos—. No exageres, Steve, puedo caminar —se encogió en su asiento y emitió otro quejido—. Estaré bien, solo… necesito ir al baño
—Está bien, vamos —rodeó con su brazo la cintura de James y lo levantó sin ninguna dificultad.
—Steve, no puedes acompañarme… Mi olor —dijo, señalando lo obvio.
—Ya comprobamos que no me afecta en absoluto —intentó llevarlo consigo, pero una mano le detuvo.
—No te preocupes, James prefiere que lo acompañe —dijo, usando un tono sugerente, que desconcertó a Steven—, pero le da un poco de vergüenza mencionártelo —rodeó a Bucky por la cintura, apartándolo de Steven—. Cuida de Tony mientras volvemos, por favor
Después de obligar a Steven a que se sentara en la silla que antes ocupaba Natasha, para que, según esta, pudiera cumplir más fácilmente su pedido, se marcharon. Pero, después de media hora, aún seguía ignorándolo.
Cansado de la situación, metió la mano en las palomitas de Steven, empezando a comer de estas, de la misma forma que siempre lo hacía cuando decidían ir al cine.
Sonrió internamente cuando Steven dirigió toda su atención hacia él, pero decidió ignorarlo momentáneamente. Sabía que observaba su recipiente de palomitas, comprobando que aún estaban completas. Y, cuando volvió a introducir su mano, Steven lo miró de forma irascible, mientras fingía observar la película.
Steven carraspeó, pero nuevamente decidió ignorarlo. No desistiría hasta que le hablara. Por su parte, cansado de la situación, y dispuesto a no seguirle el juego, bajó el recipiente hasta su pierna, tratando de mantenerlo alejado del alcance de Anthony.
Sin embargo, este no se dio por vencido y, sin dejar de observar la pantalla, aventuró su mano en busca de las palomitas.
Sintió la tela del pantalón bajo sus dedos y, sin importarle, siguió tanteando, moviendo lentamente su mano hacia arriba, pensando que, al comerse las palomitas, se irritaría lo suficiente para hablarle nuevamente. Pero, en su camino, su mano tropezó con algo que provocó que frunciera el ceño y tocase nuevamente, palpando, tratando de adivinar que era lo que su mano había encontrado, ya que estaba seguro de que no era el recipiente de Steven.
Palideció estando completamente seguro de lo que tocaba y, segundos después, escuchó un pequeño gemido, por lo cual miró hacia el lugar donde reposaba su mano, tratando de comprobar que estaba equivocado, pero la situación era peor de lo que había imaginado inicialmente.
Subió, inconscientemente, la mirada hacia el rostro de Steven, quien lo miraba con una expresión de terror y de su rostro parecía brotar sangre, provocando que también se abochornara por la situación y, además de ruborizarse, no pudiera mover ninguna de las extremidades de su cuerpo.
—Y-Yo… — y, para mayor vergüenza, empezó tartamudear por primera vez en su vida.
Al escuchar las incoherencias que salían de su boca, Steven pareció reaccionar y, como si aquel contacto le quemase, se levantó, saliendo lo más rápido de la sala, mientras se cubría, no tan disimuladamente, la parte delantera de su pantalón.
Algunos minutos después, la película finalmente terminó, pero en ese lapso Steven no volvió a ingresar a la sala, hecho que agradeció, ya que, a pesar del tiempo transcurrido, el color de su rostro no había cambiado y se sentía avergonzado. A pesar de que habían mantenido dos veces relaciones sexuales, no recordaba algunos detalles por su estado y, eso que su mano había encontrado, le hacía interrogarse como algo como así había podido ingresar a su cuerpo.
La respuesta a esa pregunta lo asustaba… Pero le intrigaba aún más.
Sacó su celular cuando estuvo fuera de la sala, tratando de comunicarse con Natasha. Estaba un poco desilusionado porque Steven lo había abandonado, pero estaba dispuesto a seguir con el plan. Sin embargo, una figura que estaba a algunos metros de la salda llamó su atención y, después de ser incapaz de moverse por algunos segundos, se acercó lentamente hacia él.
Steven miraba hacia el piso inferior, esperándolo, a pesar de que se recriminaba ese hecho. Pero se justificaba en el pedido de Natasha para no sentirse tan miserable por no poder marcharse. Sacó su celular del bolsillo del pantalón; un modelo muy sencillo, justo lo que podía pagar. Marcó el número de James, pero no obtuvo respuesta.
—¿Dónde estarán? —dijo, distraídamente, pero Tony creyendo que le estaba preguntando, respondió, sorprendiéndolo al no haber notado su presencia, recordando que se debía al aroma que en ese momento poseía… Olor que le desagradaba que llevara.
—También me pregunto lo mismo —evitaba mirarlo—. Después de que nos obligaron a ver esa tonta película para idiotas se marcharon
—Fui quien escogió la película —quiso darse un golpe, Steven nuevamente se había enojado—. A mí si me gustó —en realidad no había podido concentrarse en la película y, después de que los habían dejado solos, fue aún más complicado concentrarse… Todavía incluso lo perturbaba su toque—. “¡Dios, olvídalo; piensa en otra cosa!” —giró hacia él, encarándolo, pensando que tal vez si veía su rostro sería más fácil olvidarlo—. ¿Eso me cataloga como un idiota?
No tuvo tiempo de contestar porque el celular de Steven sonó. Era un mensaje de James.
“Hola. Las cosas se complicaron… Tuve que ir a comprarle ropa a James y ahora vamos a su apartamento a… Solo no vuelvas hasta el anochecer, no quiere que tu inocencia se vea afectada… Si, es un poco iluso. Lleva a Anthony a su casa, por favor”
Se ruborizó al imaginar en lo que estarían ocupados toda la tarde. Justo el mismo motivo que no abandonaba su cabeza desde el incidente.
Guardó el celular en su bolsillo y se giró, pensando en que tenía muy mala suerte. La vida parecía empecinarse en unirlo a él.
—“¡Dios, Steven, deja de pensar en cosas indecorosas!” —se reprendió nuevamente, al observar a Anthony que permanecía de espalda.
Miró de soslayo a Steven, ya que realizaba sonidos extraños, como si tratara de decir algo pero finalmente no se atrevía a hacerlo, y aunque eran muy bajos, podía escucharlos. También parecía estar enojado y, además, se había alejado. Observó hacia el piso, mientras se preguntaba por qué no era capaz de actuar con naturalidad cuando se trataba de él.
—Tony… ¿Me escuchas?
Giró, buscando a Natasha, pero no la encontró a su alrededor. En ese momento recordó el micrófono que le había entregado.
—¿Qué quieres? —susurró con desgano.
—Que dejes de actuar como un tonto ¡Has algo romántico!
—Sabes perfectamente que ese no es mi estilo
—Quieres recuperar a Steve,
¿sí o no? Sabes perfectamente que a él le encantan ese tipo de cosas
Suspiró con resignación. Por supuesto que lo sabía. Pero Steven había sido su primera pareja y siempre lo complacía en todo, aunque no lo pidiera en voz alta. Jamás había tenido que hacer algo que se catalogara como romántico, a excepción de los regalos que le hacía.
—¿Qué tengo que hacer?
—Un helado para iniciar… Siempre funciona
Respiró profundo y, con paso decidido, se acercó a Steven, por lo cual, inconscientemente, este dio un paso hacia atrás.
—Quiero un helado —demandó, sin mirarlo, por el nerviosismo que sentía.
—¡Así no! —se escuchó la voz de Natasha—. Cariño, pide algo, esta no será una misión sencilla. Creo que hasta la misión de Budapest, ante esto, sería como estar en una dulcería
—¿Perdón? —Steven lo miraba con el ceño fruncido. Era la primera vez que se veía disgustado por una orden que Anthony le daba.
—No comprendo cómo Steve se enamoró de ti
Apretó la tela de la chaqueta entre sus dedos y miró hacia abajo, tratando de ocultar el rubor que seguramente aparecería en sus mejillas.
—Quiero que vayas conmigo a comer un helado… por favor —dijo, usando un tono de voz cohibido.
Y, aunque estaba completamente seguro de que su respuesta era negativa, cuando Anthony lo miró nuevamente, fue consciente de que no podría negarle algo tan simple… O quizás, absolutamente nada.
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Lo miró. Anthony parecía estar intimidado, como si sintiera temor a estar en su presencia. Y era cierto, Anthony tenía miedo, pero de arruinarlo todo y perderse en su olvido eterno.
Pero, a pesar de su actitud, el leve rubor que distinguía en sus mejillas lo hacía ver muy adorable. En realidad, desde que lo había visto la primera vez en aquel pasillo le había parecido hermosamente adorable, sin importar que siempre que se encontraran tuviera una expresión de enojo perpetuo. Anthony era hermoso. A sus ojos siempre lo seria, aunque llevara ese olor que le desagradaba.
—¿Sucede algo?
La voz de Anthony lo sacó de sus cavilaciones. Lo observaba fijamente, como lo hacia él.
—Lo siento… Solo pensaba —movió la cucharilla dentro de la copa, observando como la textura del helado se volvía lentamente liquida—. Creo que es hora de que te lleve a tu casa —Tony lo miró, haciéndole un pedido silencioso—. No te preocupes, solo lo hago porque Natasha me lo pidió.
—Ya no lo haces —susurró, entristeciéndose por el hecho de que ya Steven no parecía comprenderlo—. No deseo irme… Realmente no importa, lo único que deseo es que te quedes un poco más a mi lado —lo observó a los ojos—. Lo siento… Lo que dije en el centro, yo…
—¡Oh, por dios! ¡El capitán América! —un fuerte grito coreado, lo interrumpió.
Ambos giraron, encontrándose con tres chicas. Dos morenas y una rubia.
—¡No puedo creerlo! —gritó una de las morenas—. ¡Mi más grande deseo se hizo realidad! —tenía una voz muy chillona. O eso le pareció a Anthony. Las otras dos chicas la acompañaron con un grito muy fastidioso que llamó la atención de los otros clientes del establecimiento.
Aunque no las conocía, Anthony sabía de quienes se traban y eso no le agradaba, especialmente ese día.
—¡Te hemos extrañado! —dijo de forma acongojada la otra morena—. ¿Cuándo volverán a realizar campañas? Quiero tener todos los afiches en los que aparezcas
—¿Qué sucedió? —preguntó la rubia—. ¿Estás descansando? No nos dan respuesta en el club de fans
—Te extrañamos mucho —dijo de forma melosa la morena de voz chillona, provocando que Anthony frunciera el ceño—. ¿Podemos quedarnos con ustedes?... por favor —colocó una expresión que le provocó nauseas.
—Por supuesto que…
—Si —Steven respondió, interrumpiendo—. Son muy amables al preocuparse por mí, señoritas
Apretó la cucharilla con la que comía, quebrándola. No solamente Steven hacia algo que le desagradaba, si no que, además, las tres se habían sentado, según su criterio, demasiado cerca de Steven.
—Tienes que tranquilizarte, Tony —la voz de Natasha se escuchó nuevamente—. Steve no recuerda que sus fans no se pueden acercar a él a menos de un metro
Cuando Steven finalmente había aceptado ser el modelo de una campaña del ejército, le había prometido que no permitiría que alguien se le acercara más de lo debido, a pesar de que insistía en que sus aromas no le provocaban absolutamente nada, no quería que Anthony se sintiera inseguro. Y la distancia, la había quedado un metro porque a Steven le parecían muy exagerados tres metros. Pero, aunque no lo recordara, no significaba que aquella situación le fuera menos desagradable.
—Tienes que calmarte… Si no lo haces el plan no funcionara
Respiró profundo. Por alguna razón perdía los estribos con mucha facilidad, en la misma medida que crecía su inseguridad. Pero, si quería que el plan funcionara, tenía que escuchar a Natasha.
Solo tenía que calmarse. Solo hacer algo tan simple como eso. Algo que hubiese podido lograr si la chica rubia no hubiese abrazado a Steven, acercando su rostro con intenciones de besarlo.
Ni siquiera escuchó la negativa de Steven mientras trataba de soltarse del agarre, simplemente se concentró en lo que la chica quería hacer.
—Aléjate…. —susurró de una forma que a la chica le provocó escalofríos, por lo cual, en reflejo, cometió el gran error de pegarse totalmente a Steven.
—Tony… ¡Tony, no hagas nada estúpido! ¡Dime en que establecimiento están!
Un fuerte golpe en la mesa llamó la atención de todos los que se encontraban en la heladería.
—¡He dicho que te alejes, maldita zorra! —la tomó por un brazo, tratando de levantarla, pero la chica, que chillaba horriblemente, se aferró más a Steven—. ¡Aléjate de él, maldita sea! ¿¡Realmente ustedes no alcanzan a procesar con su pequeña neurona que Steve ya tienen dueño!? —todos estaban tan estupefactos con la situación que no se atrevían intervenir—. ¡Te juro que si no lo sueltas te arrancare el cuero cabelludo! —al decir eso, la tomó con tanta brusquedad, que por el dolor y el susto, soltó a Steven—. ¡Si cualquiera de ustedes u otra persona del maldito club de fans vuelve a acercársele a Steve de esa forma la despellejare viva! —aún no soltaba a la chica, la cual seguía gritando.
—¡Suficiente! —Steven se interpuso entre ellos, tratando de que Anthony la soltara. Pero al ver que eso no funcionaba, lo tomó de la cintura, levantándolo.
—¡Suéltame, idiota! —se revolvió bruscamente, tratando de soltarse—. ¿¡O estás de acuerdo en que te toque de esa forma!?
A pesar de que Anthony era pequeño y delgado, a Steven casi le resultó imposible sacarlo del establecimiento.
Sin saber a dónde llevarlo, o que hacer para que se calmara, decidió finalmente ingresar al baño, encerrándolos y lo colocó sobre el lavado, sentándolo en la superficie.
—¡Te ordené que me soltaras! —intentó bajarse pero Steven se metió entre sus piernas para impedírselo—. ¡Rogers…!
—¡Dije que era suficiente!—dijo, observándolo fijamente, provocando que Anthony no pudiera seguir—. ¿¡Qué te sucede!? —Steven también estaba enojado—. ¡No tenias ningún derecho a tratarlas de esa forma! ¡Ni siquiera de decir todas las barbaridades que mencionaste! ¡No eres nadie, compréndelo!
Steven jamás había usado ese tono con él. Jamás lo había lastimado. Y, desde que había tenido su primer celo, nadie había usado ese tono en él, ni siquiera su padre, a pesar de todos los problemas que le causaba.
Sin poder evitarlo, empezaron a salir lágrimas de sus ojos, mientras se cubría la boca con una mano, percatándose en ese momento de la forma tan hortera en la que había actuado.
Jamás hubiese dado un espectáculo como ese y menos en público. Se sentía enojado y humillado… Sobretodo enojado con Steven porque había provocado que se expusiera de una forma tan rebajarte, pero se veía incapaz de responderle.
—¡Actuaste como un demente! —sollozó, pero a Steven no pareció importarle—. ¡Estoy haciendo lo que me pediste! ¿¡Cuál es tu nuevo capricho!?
Lo tomó del cuello de la camisa, acercando su cuerpo al suyo, buscando abrigo, pero Steven no reaccionó. Y, sin importarle lo que sentía, hizo un gran esfuerzo hasta que logró responderle.
—¡Esto sucedió por tu culpa! ¡Eres un insensible y no te importa serlo!—pasó su envés derecho por su mejilla, tratando de limpiar en vano las lagrimas que bajaban—. ¡Sabes que me duele y no te importa! ¡Tú lo sientes, pero decides ignorarlo! —Steven trató de retroceder, pero, a pesar del frágil agarre, no pudo moverse. Anthony tenía razón, pero no lograba comprender como sabía lo que sentía—. ¡No me gusta hacer esto, pero no puedo evitarlo! —levantó la mirada, observándolo directamente a los ojos—. ¡Si no hubieses roto tu prome…! —escuchó gritos en su oído, los cuales lo devolvieron a la realidad. Parpadeó dos veces, tratando de deshacerse nuevamente de sus lágrimas.
—¿Si no hubiese roto qué? —se acercó peligrosamente al rostro de Anthony, cambiando el tono que utilizaba, pero sin dejar de mostrarse enojado. Pensaba zanjar definitivamente el tema, pero sin mostrarse vulnerable ante él—. Si no hubiese roto qué? —volvió a repetir.
Anthony lo miró nuevamente a los ojos y todo volvió a quedar en silencio. Solo eran ellos dos, observándose mutuamente.
—Si tú… —su voz apenas fue un susurro, al sentirse extraño por la actitud de Steven. Era igual a la primera vez que habían estado juntos y seguía sin comprender por qué enojado le parecía aún más sexy, a pesar de que odiaba que lo contradijese—… no dejaras… —no pudo evitar pasar la punta de su lengua sobre sus labios. Tenía tan cerca la boca de Steven que solo tenía que moverse un centímetro hacia delante y sus bocas quedarían totalmente unidas—… que ellas te tocaran de esa forma en mi presencia. No me agrada que lo hagan
El aliento de Steven acarició sus labios, provocándole un suave cosquilleo que le hizo suspirar inconscientemente y alentó al cuerpo contrarió a proseguir.
Ninguno de los dos podía resistirse.
—Yo… —rozó suavemente sus labios contra los de Anthony, deleitándose con el rubor que empezaba a cubrir sus mejillas. Tenía los ojos cerrados y se veía aún más adorable, y su olor… era diferente, pero paulatinamente su aroma natural iba sobresaliendo sobre la esencia que llevaba.
Lo besó, dejándose arrastrar por sus instintos, a pesar de pretender rechazarlo y odiarlo. Pero era muy débil ante el sutil llamado Anthony Stark.
En ese momento pudo haberle prometido que haría todo lo que le pidiera, incluso olvidar que solo lo estaba usando en un vil juego infantil. Hubiese inclusive aceptado quemarse en el infierno solo por ese beso. Por Anthony era capaz de hacer cualquier cosa y jamás se arrepentiría de hacerlo.
Ni siquiera le importaba tomarlo en el baño del centro comercial, no cuando en ese momento su cuerpo quería impregnarlo con todo su aroma, llevando a cabo finalmente lo que le había prohibido a sus instintos hacer las dos veces en que le había entregado su cuerpo completamente.
—Casa… Steve… —pronunció, con un poco de dificultad, cuando los labios del aludido empezaron a migrar por su cuello, donde su olor natural se concentraba levemente.
Sin embargo, a pesar de sus palabras, metió las manos entre sus cuerpos y desabrochó el pantalón de Steven, logrando que este se deslizara lentamente por sus piernas. Y, sin saber realmente como había sucedido, el suyo quedó en un rincón de aquel lugar, mientras se contorsionaba levemente por las caricias que recibía sobre su pecho.
—Steve…
Entrecerró los ojos cuando lo recibió completamente, rodeándolo con las piernas y tomó su rostro con ambas manos, uniendo sus labios nuevamente, ahogando en sus labios los pequeños gemidos que luchaban por salir en cada avance que Steven daba dentro de su cuerpo. Aún era doloroso que lo hiciera, pero no quería que lo supiera. Deseaba entregarse conscientemente, aunque fuera en un lugar como ese, y que sintiera cuanto lo amaba en cuerpo y alma.
Se aferró a sus hombros cuando empezó el vaivén, girando su cabeza hacia un lado, en un acto que sabía Steven comprendería como total entrega, realizando finalmente lo que sus instintos, desde la primera vez que se habían unido, les gritaban.
—… Lo… deseo… —pronunció, con un poco de dificultad, al notar la actitud vacilante de Steven—…. Alma y cuerpo… Siempre ha sido así —se aferró más a él, tratando de mantenerse anclado a un punto al creer que caería cuando sintió una intensa descarga de placer, acoplándose mejor para que Steven pudiera moverse con mayor facilidad y rapidez, a pesar de que lo obligaba a moverse más profundo con sus piernas.
Pero, cuando sus labios rozaron nuevamente la piel del cuello, algo que resaltó sobre la piel de Anthony llamó su atención y, llevado por la curiosidad, levantó lentamente la cadena, observando la argolla que colgaba en esta.
Mi alma y vida te pertenecen.
Se podía leer un grabado en letras diminutas.
—¿Alma y vida? —inquirió, al concluir que representaba aquella argolla, moviéndose más rápido y profundo, provocando que sus uñas se enterraran a través de la tela de la camisa que llevaba.
—Te pertenecen… —respondió inconscientemente, gimiendo al sentir aquella extraña presión en su vientre bajo, sabiendo que pronto se expandiría totalmente hasta transformarse en una explosión de placer que invadiría cada una de las células que formaba su cuerpo—. Así… como tu vida y alma me pertenecen, Steve
Escuchó un pequeño ruido, pero, en ese momento, todos sus sentidos se embelesaron producto del intenso orgasmo que recorrió todo su cuerpo y, como la primera vez, buscó sus labios, sin importarle que esta vez Steven no hubiese iniciado el beso, pero el rostro de este descansaba sobre su cuello, sin atreverse a realizar ningún movimiento, a pesar de que se lo había pedido.
—Te… amo… —confesó, mientras acariciaba su cabello hasta llegar al cuello de su camisa, sin dejar de sonreír, permaneciendo en aquella posición, ahora, un tanto incomoda hasta que su unión física se disolviera. Al recordar todo, podía apreciar mejor, y comprender, todas las sensaciones que su unión con Steven le generaban, concluyendo que Sharon tenía razón—… Desde que te conocí a sido de esa forma; ahora estoy seguro de ello… Soy feliz, Steve… Gracias
Sintió como la piel de su cuello se humedecía lentamente, producto de las lágrimas que salían de los ojos de Steven, por lo cual lo abrazó, aferrándose a los sentimientos que, sin saberlo, ambos compartían.
Suspiró cuando, después de algunos minutos, sus cuerpos finalmente se desligaron físicamente. Pero todas las sensaciones de placer y alivió que le inundaban, se desvanecieron cuando Steven ni siquiera le dirigió una mirada.
Se irguió un poco, observando cómo se colocaba su ropa interior y el pantalón, y una sensación de miedo y vacio lo invadió.
—Steve…
—Te equivocaste en dos cosas; no le pertenezco a nadie —lo interrumpió, observándolo por primera vez después de aquellos eternos minutos. No estaba enojado, jamás podría estarlo, pero sus ilusiones habían sido nuevamente hechas añicos—, y los incidentes pueden suceder más de una vez
—¿Qué…?
Le lanzó algo que inmediatamente reconoció. Su argolla de compromiso colgada de una cadena. Y lo comprendió todo.
Bajó con un poco de dificultad, olvidándose del dolor que invadía toda la parte inferior de su cuerpo.
—Estas equivocado, esto no es…
—No me importa cuáles son las razones por las que tengas hacer esto… Supongo que lo tengo merecido por ser un idiota —a pesar de que se sentía utilizado, cada palabra que pronunciaba le dolía, sobre todo al ver las reacciones que estas provocaban en Anthony—. Respeté tu pedido, ahora respeta el mío. No quiero que te me vuelvas a acercar… jamás
Se giró, dispuesto a marcharse, pero Anthony lo tomó de la muñeca, tratando de retenerle, a pesar de saber que, físicamente, seria en vano.
—¡No lo hagas, Steve! —se aferró lo más que pudo a su brazo cuando intentó alejarlo—. ¡No es lo que crees!¡Debes escucharme!
Anthony lloraba. Le suplicaba. Y nuevamente sintió esa debilidad que lo llevaría a perdonarle cualquier cosa. Pero la argolla que apretaba en su mano derecha, negándose a apartarla de su cuerpo, lo devolvió nuevamente a la realidad, recordando todo lo que antes le había dicho. Todas las burlas que le había hecho cuando trató de confesarle sus sentimientos.
—“Todo es un juego”
—Nosotros estamos…
—Ya no puedo seguir con esto… —susurró, dejándolo atónito, y giró el rostro hacia un lado, ignorando los deseos que el estado de Anthony le generaba. Jaló el brazo, logrando soltarse de su agarre y, sin intención, provocando que perdiera el equilibrio y cayera al piso.
Nuevamente tuvo que luchar contra sus deseos de tocarlo. Nuevamente tuvo que ignorar sus instintos. Y nuevamente lloró frente a él.
—Steve… —sin fuerzas para levantarse, intentó tomarlo de la mano, pero se apartó, devastándolo—. Te lo ruego, no te vayas, por favor… —le pedía entre sollozos, pero Steven no lo miraba—. Escúchame, no hagas esto, por favor… Te lo ruego
Pero, en esa ocasión, Steven no solo ignoró sus sentimientos y, mientras se alejaba, escuchó los gritos de Anthony llamándole, rogando por una promesa y otras cosas que por su llanto no lograba comprender.
Dolía.
Rechazar a Anthony era lo más difícil que le había tocado hacer desde el día en que había despertado.
Dolía.
Era como si algo le impidiera respirar y se acrecentara con cada paso que daba alejándose de él. Y volvió a sentir nuevamente el vacío en su pecho mientras se alejaba por los pasillos, pero estaba decidido a dejarlo en el olvido, mientras observaba, por las paredes de cristal, caer los primeros copos de nieve.