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Dos mundos, un amor por Midori Yaoi Grey

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Notas del capitulo:

¡Abue Streacxxie! Este capítulo dedicado a ti. Gracias por la ayuda :)

Por cuestiones escolares, no pude ir estos dos días al café. Ya es viernes, o lo que queda de él al estar a minutos de las doce del nuevo día: sábado. Pero pude terminar a tiempo todo lo que tenía pendiente para tener toda la libertad este fin de semana.

La última vez que fui, y que por fin pude ver de nuevo Astrid, la situación por muy extraña que fue, me benefició sin esperarlo.

Antes de que me fuera ese día, acordé con ella vernos justo en la entrada del lugar donde se realizará el evento en punto de las nueve de la mañana.

Ya tiene algo de tiempo que no tengo una cita con una chica. Aunque realmente, en su mayoría, a mí me pedían las citas. Los lugares que ellas elegían, curiosamente, acababan en lo mismo: cine, plazas comerciales, restaurantes caros, incluso uno que otro bar.

Es la primera vez que podré ir con alguien linda que me interesa a un sitio que igual me interesa, es de mi gusto. Y eso me emociona.

Dejo todo en orden, incluyendo la ropa que usaré, donde dato curioso, me he tomado mi momento en escoger cuando suelo agarrar lo primero que encuentre. Para esta ocasión, he elegido un sencillo atuendo: jeans negros, también me debatí un rato en qué tipo de playera o camisa elegir. Al final opté por algo blanco y liso añadiendo una chaqueta gris. El calzado es más sencillo, eligiendo las siempre confiables botas negras. Como último toque a mi arreglo para mañana, me pondré una cantidad bastante generosa, no mentiré, de “aqua de gio”, mi fragancia preferida.

En un bulto pequeño, guardo el libro que buscaré que me firme el autor de ser posible. Así que para no amanecer cansado, apago todo para por fin dormir y esperar a que llegue la mañana.

~ D̵̄͟ō̵͟s̵̄͟ ̵̄͟m̵̄͟ū̵͟n̵̄͟d̵̄͟ō̵͟s̵̄͟,̵̄͟ ̵̄͟ū̵͟n̵̄͟ ̵̄͟ā̵͟m̵̄͟ō̵͟r̵̄͟ ~

 

La alarma me deja saber que ya debo levantarme. Sin protestar así lo hago, llevando paso calmado para disfrutar el baño, el desayuno y el arreglarme. Estoy a buen tiempo ya que a donde iremos me queda caminando en veinte minutos, sin embargo… no sé en qué medio Astrid irá, es decir, si regresará caminando, tomará el bus. No quiero sonar precipitado cuando apenas nos conocemos, podría llevarla a su casa, no puedo dejar que ande sola conociendo los peligros en las calles, aunque sea una ciudad tranquila, no podemos fiarnos de todo. En conclusión, decidido tomar las llaves del coche.

Con el tiempo a mi favor. Aparco sin problemas el vehículo, quedando justo la misma línea del lugar.

Llego a la entrada como lo acordado, echando un vistazo al interior visualizando que podría llenarse al notar el movimiento a pesar de que un falta media hora para iniciar, pero que por esa misma precaución nos citamos antes.

Doy una mirada a mi celular para contestar los mensajes recibidos, siendo varios de Claude y Ronald. Y que por fortuna me cree una coartada para evitar a toda costa a esos dos, e incluso para no ser interrumpido con llamadas.

Les contesto y al momento me vuelven a responder hasta crear plática con ellos para matar un poco la espera.

-          Disculpa la demora – reconociendo la voz, mis ojos dejan a un lado el artefacto para vislumbrar a la criatura que tengo justo frente a mí - ¿esperaste mucho? – ella viste una falda azul oscuro alta entallada a la cintura que le cubren a la medida de las rodillas; una blusa azul claro de tres cuartos de manga, con botones que cubren una parte con un moño que va amarrado desde el cuello haciendo juego con la falda y unos botines. Su cabello lo tiene amarrado en un par de largas coletas: una hermosa visión.

-          No tiene mucho que llegué – le sonrío caballeroso y me debato la idea si de hacerle un comentario de lo linda que se ve - ¿entramos? – y por temor a estropearlo declino la acción.

Ambos ingresamos al enorme lugar para poder ubicar donde poder sentarnos. La observo con atención notando su interés en tratar de conseguir lo más cercano posible de donde estará la escenario de conferencia.

Sin duda esta criatura me tiene cautivado, ¿quién diría que pueden existir chicas como ella? Supongo que solo habla mi experiencia.

-          Aquí hay unos – y no se rindió hasta conseguir lo que quiso. Rio a lo bajo por su trabajo.

Prácticamente es la primera vez que estamos así de cerca. Ella a mi lado está siendo hipnotizada por aquel hombre que parece admirar. Y no la culpo.

Concluido la conferencia, dan la indicación de que el autor podrá firmar los libros.

-          ¿Vamos? – la invito a que nos formemos en la fila.

-          Temo que dejé mi libro en casa  - a pesar de que trata parecer que no le afecta, puedo ver claramente que desea no haber cometido ese pequeño descuido.

-          ¿Te gusta mucho el autor, verdad?

-          Bueno, he leído todos sus libros – aun con esa respuesta, dejó claro que le gusta

-          Entonces – busco en el pequeño bulto que traje y que la pequeña dama hubiera no querido olvidar  - vamos por esa firma – le extiendo el libro con una sonrisa.

-          Pero – ella queda sorprendida por mi acción – no, no sería justo.

-          Lo que no sería justo es que una verdadera admiradora de este trabajo – señalo el libro - se quede sin la oportunidad de conocer al creador – me mira dudosa – y más si la fila empieza a ser larga – voltea para darse cuenta de lo cierto que es.

-          Está bien – por fin toma lo que le he ofrecido – al menos déjame darte el mío después.

Después, esa palabra resuena en mi mente como una promesa de poder volver a verla en otras circunstancias fuera de sus tiempos de trabajo.

-          Lo aceptaré con gusto.

Nos levantamos para dirigirnos a formar parte de una pequeña multitud del momento, y mientras esperamos comenzamos a platicar acerca de lo hemos presenciado, intercambiando reseñas de sus obras donde ambos coincidimos en la perspectiva que nos dejó.

Estando a solo una persona de interactuar con el autor, recibo una llamada notando que se trata de William, por lo cual no puedo rechazar en atenderlo.

-          Disculpa. Debo contestar.

-          No te preocupes.

Trato de no alejarme mucho para evitar perdernos.

-          Señor William ¿en qué puedo ayudarle? – respondo formalmente

-          Antes que nada, una disculpa si interrumpo su sábado, pero si no fuera necesario no le llamaría – con el mismo tono monótono que lo caracteriza me anuncia.

-          Lo sé, ¿qué sucede?

-          Unos empresarios, a quien buscamos hacer un contrato, requieren de su presencia en la junta de mañana.

-          Eso es muy extraño ¿no crees? No estoy metido en todo esto.

Desvío la mirada para visualizar a mi “cita” que se encuentra muy animada estableciendo una plática con el autor, donde hace que me embelese por esa hermosa sonrisa que dibuja en su rostro que logra robar suspiros.

-          ¿Aún está ahí? – me distraje y no escuché nada de lo que me dijo

-          Si, aquí estoy. Perdona. Entiendo ¿a qué hora mañana? – le escucho soltar un suspiro, que me da a entender que ya lo había mencionado mientras me… me deleite de Astrid.

-          A las nueve

-          Ahí estaré

-          Muy bien.

Y sin más palabras, corta la llamada y justo en el momento que doy vuelta, Astrid ya viene acercándose sin poder ocultar su felicidad que me es contagiada y más si pude ayudar a que la tenga.

-          ¿Cómo estuvo?, ¿es como lo imaginabas?

-          Sin duda. Escucharle hablar es como volver a imaginar sus historias.

-          Eso quiere decir que todo ha valido la pena ¿no? – le sonrío con complicidad

-          Si pude conocerlo es gracias a ti – esa pequeña sonrisa que me otorga hace que me pierda – ¿cómo podría agradecerte?

-          En nada realmente. Fue agradable compartir esta experiencia con alguien que también le gusta. Es más que suficiente – pensativamente se queda como procesando mis palabras, ¿dije algo malo?

-          ¿No tienes amigos que les guste leer?

-          La mayoría de ellos no. Sin embargo, hace poco conocí a alguien en mi Universidad que igual comparte estos gustos. Y además ustedes se… - callo recapacitando lo que he estado a punto de boquear – se llevarían muy bien. Les gusta el mismo autor – ella da un ligero respingo.

-          ¿De verdad? Suena bien. Saber que hay más personas que les guste.

-          Totalmente. No sé si habrá enterado del evento. Me hubiera gustado que también viniera con nosotros, pero no pude verlo esta semana.

-          Ya veo

Ahora que tengo la oportunidad de compartir esta cercanía, no hay la menor duda. Por esta misma razón es que confundí a Ciel con Astrid; son como dos gotas de agua. La única diferencia es el género y… ¿la edad? No le he preguntado aun. Sé que Ciel tiene 18 años, pero… ¿y ella? ¿Podrían ser hermanos?

-          ¿Todo está bien? – me saca de mis múltiples preguntas

-          Sí. Disculpa ¿te parece si salimos? – ella solo asiente con la cabeza

Mientras caminamos, de re ojo veo como sostiene el libro con una alegría que podría verse a cuadras de aquí.

-          Tengo curiosidad – al iniciar de nuevo la plática, sin detenernos, me mira expectativa - ¿qué te escribió en el libro?

-          Hum, lo básico que ponen. Tú nombre y… su firma – no sé si es mi imaginación pero creo que quiere evadir el tema por ¿pena?

-          Ya veo

Ahora que recuerdo, tengo una manía de escribir mi nombre en la última página de mis libros. Dando por seguro que ahora Astrid tiene en sus manos más que la firma del autor.

¿Deberé decirle este no tan importante detalle?

La miro de re ojo notando su felicidad, y decido mejor guardarme este pequeño secreto hasta el momento en que ella se dé cuenta. Eso me divierte un poco.

Quien sabe y quizás, con este intercambio solo sea el principio de algo.

Notas finales:

Los mejores deseos a todos ustedes. Cuídense mucho. Ustedes y sus seres queridos.


 


= Midori Grey =


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