Ya terminado la comida, debato la idea de si pedir un aperitivo más, como un postre, aunque estos no me gusten del todo, no soy fanático de las cosas dulces, pero con tal de tener cierta oportunidad, me aventaré a ello, así que al visualizar a Astrid, buscando el momento que pose sus ojos a esta dirección, alzo un poco la mano para llamarla, lo cual en cuestión de segundos ya se encuentra aquí.
- ¿En qué puedo ayudarle? – con una fina seriedad que ya parece ser que la caracteriza, me pregunta amablemente.
- Quisiera probar un postre por favor – y para tratar de contagiarla, le sonrío quedamente.
- Por supuesto – me muestra nuevamente el menú exactamente en ese apartado – tenemos todos estos, siendo el pay de zarzamora como platillo especial – a pesar de que no estoy interesado en esto, ya que realmente no seré yo quien escoja, observo el contenido.
- Todo se ve tentador – menciono con tono pensante – realmente no sabría qué elegir. Veamos – pauso unos segundos para luego mirarla - ¿has probado lo que hay aquí? – al parecer no esperaba una pregunta así ya que la he tomado por sorpresa.
- Hum… si… - contesta algo vacilante.
- ¿Cuáles?
- Pues… - hace una breve pausa – todos… - casi en forma de murmullo menciona, ya que parece ser que le da algo de pena expresar, lo que parece ser, su agrado por los postres.
- ¿En serio? – con sorpresa pero a la vez divertido exclamo para evitar que se apene por ello – entonces te gustan los dulces – mi oración más bien sonó a afirmación que a pregunta, esperando no hacerla avergonzar.
- Podría decirse que si… - con una pequeña sonrisa tímida de lado responde.
- Perfecto, entonces me gustaría pedirte tu opinión – nuevamente se sorprende, lo que me da a presentir que los clientes no suelen ser así…
- Claro…
- En base a lo que has probado ¿cuál es el mejor? – coloca una mano en su barbilla a forma de pensar el cuestionamiento.
- Realmente todos son buenos, sin embargo el pastel de chocolate es realmente delicioso –ante lo dicho, en sus ojos se denota un brillo en particular acompañada de una linda sonrisa sincera de lado, que me es regalado gracias al recuerdo de un postre ¿irónico, no?
- Siendo así, seguiré tu consejo. Me gustaría probarlo por favor – del mismo modo, le devuelvo la sonrisa a modo de complicidad.
- Claro que sí, ¿gusta algo de beber para acompañar?
- Para serte sincero estoy indeciso en tomar un té, la pregunta es ¿cuál? – nuevamente ojeo el menú con la lista de bebidas y sin quitarle la vista, vuelvo a pedirle su opinión - ¿tú que dices?, ¿un té Ceylan o un English breakfast?
- Bueno… como es chocolate, sugeriría el Ceylan.
- Que sea así entonces – animado por su ayuda, le devuelvo el menú.
- En seguida se lo traigo.
Desde mi lugar la miro irse hasta que se pierde por los pasillos que van directo a la cocina, acción que hago de manera inconsciente desde que la he conocido.
Si mal no caigo en cuenta, estoy a solo una semana de regresar a clases a la Universidad, dando paso a mi segundo año en la carrera; prácticamente a la mitad, al ser cuatro años para concluir. Lo cual significa que habrán alumnos, ALUMNAS, de nuevo ingreso. Sonrío ante la idea, digamos que me gusta deleitarme con… nuevas vistas.
- Aquí tiene su pedido señor - ¿señor?, ¿está de broma?
- Por favor, nada se señor - la miro con cara de un poco ofendido pero en broma - no soy tan mayor ¿sabes? - ante mi comentario pone una cara de sorpresa de quizás "metida de pata".
- Oh, por favor discúlpeme - se agacha como muestra de arrepentimiento, muy al estilo japonés.
- No, no. No te preocupes - le digo de manera inmediata haciendo un ademán con las manos y vuelva a verme - creo que aparento ser de más edad. No te culpo - le sonrió de lado para reconfortarla - pero es la verdad, apenas y toco los 19 años - vuelve a mostrar un rostro sorpresivo.
- Que joven... - me río a lo bajo por la gracia que me ha causado en la manera que lo ha dicho.
- Gracias. Aunque creo que ambos estamos jóvenes. Incluso apostaría que tu más - se queda pensativa por unos momentos.
- Solo un poco... - por la manera en que lo dijo, me ha transmitido que no quiere hablar del tema.
- Entonces, por esa justificada razón, me gustaría pedirte un favor - espera callada, atenta a lo que le diré.
- No me hables de "usted", si no de "tú".
- Pero usted es un cliente. Es algo que no puedo hacer. - se toma su papel muy en serio. Eso habla bien de ella.
- Qué te parece si cuando estemos platicando así, me tutees ¿te parece? - y antes de que se opusiera, intervengo - Tómalo como una recompensación a lo de "viejo" - coloco mi dedo sobre mis labios, guiñando un ojo a modo de complicidad.
- Esta bien señ... Digo, joven - de manera muy minúscula, muestra una sonrisa.
- Perfecto - le sonrío - pero tampoco me digas joven... Mi nombre es Sebastian
- Entonces, mucho gusto... Sebastian - ah, mi nombre suena tan bien viniendo de sus labios.
- El gusto es mío, Astrid.
Después de la presentación oficial, la joven azulina se mantuvo ocupada atendiendo a los clientes que llegaban. Mientras terminaba de comer el postre, el cual a mi paladar es muy dulce, empalagoso, más no deja de tener un buen sabor. Y lo hace mejor si fue recomendación de ella.
Una vez terminado me retiro, agradeciendo como es debido a mí, espero, nueva futura amiga. Ya que no puedo hacer movimientos bruscos como a otras chicas les gusta. Ella emana un aire de delicadeza que me invitan a llevar las cosas con calma. Queriendo conocerla mejor, esperando me lo pueda permitir.
Con esa idea en mente, los días posteriores a este, continué yendo. Siempre en el mismo horario para poder coincidir, donde en cada visita fue igual a otra, ella siempre con respeto, al marguen de su papel de trabajadora. Añadiendo que siempre se mantenía lleno el local haciendo que no pudiera también tener mucho progreso que digamos, y lo malo es que en ningún momento me llamó por mi nombre como lo acordado.
Todo fue así hasta la llegada del domingo, mi último día de vacaciones. Temiendo no poder verla tanto a futuro, ya que es estudiante también, y puedo pensar que sus horarios variarán, incluso hasta los días. Y eso es algo que dispongo de averiguar.
Pero para mí mala y pésima fortuna, ella no estaba. Ideando que tal vez no en este momento del día, por lo cual regresé en la noche como cena.
Ningún rastro de Astrid y el preguntar a sus compañeras no es una opción, se vería muy sospechoso.
Derrotado, me retiro del lugar para dirigirme a mi departamento. “Quizás no vuelva a verla… quizás ya dejó el trabajo… o… quizás se mudó a otra ciudad”: esto y más eran los pensamientos pesimistas que me clavaba como el buen masoquista que soy.
Decido dejar momentáneamente la persecución mental e imaginaria para concentrarme en dormir, ya que el día de mañana deberé levantarme muy temprano por el nuevo curso escolar.
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Entre sueños puedo escuchar la voz incomparable del gran Freddie Mercury cantando Bohemian Rhapsody, canción que he colocado como alarma para comenzar con un buen ritmo y así animarme a salir de la cama.
Mi cuerpo al ya reaccionar, me dirijo a tomar un baño caliente para terminar de despertar y estar totalmente fresco.
De manera muy ligera, ingiero un pequeño refrigerio. Es demasiado temprano para el desayuno, el cual haré en la escuela en un horario libre.
Una vez listo, tomo mi mochila y el celular. Antes de salir el aparato empieza a sonar siendo Claude la llamada entrante.
- ¿No puedes esperar unos minutos para poder verme? – le digo a manera de broma
- Tan temprano y ya empiezas con tus idioteces – contestó falsamente serio
- Nunca se es temprano para esas cosas
- Y sobre todo viniendo de ti
- Por supuesto, solo yo. En fin, ¿en qué te puedo ayudar? Ya voy de salida.
- Justamente eso, estoy fuera de tu edificio. No demores, odio llegar tarde – y como sabiendo que podría devolverle la jugada, me cuelga.
Salgo de la puerta principal encontrando el coche de Claude siendo el que maneja. Me adentro en el vehículo del lado de copiloto. Ya con el cinturón puesto, arranca para llegar a nuestro destino: la Universidad.
Ya estacionado, observamos todo el movimiento del primer día. Viendo caras nuevas y otras ya conocidas. Caminamos con los demás, ingresando por los antiguos pero fuertes edificios de la institución, que le da un toque antiguo, prestigioso, y realmente lo es.
Nos acercamos al mural donde ya se encuentran pegados los horarios de cada carrera en sus diferentes grados, tomando nota mental del orden de clases del día.
- ¿Crees que hayan nuevos profesores? – pregunta Claude
- Ojalá – enfaticé – Ash nunca fue de mi agrado
- Y cómo no, si parecía que el sentimiento era mutuo. Te la traía contra ti.
- No es mi culpa saber más que el
- Que modesto
- Además… -
Interrumpo mi propia queja al visualizar en el fondo del pasillo que conecta al auditorio donde se llevará a cabo la ceremonia de bienvenida, a unos reconocibles cabellos negros azulados. Mis piernas reaccionan y se apresuran a llegar hasta esa persona, dejando sorprendido y atrás, a mi amigo.
Me hago paso entre la gente, apurándome para no perderla de vista, donde en cada paso que doy siento mi corazón latir de esperanza de que esa persona, sea la persona que desee tanto ver ayer.
Ya cerca, de manera impulsiva la tomo del hombro, haciéndola girar para ver su rostro, topándome con esos grandes ojos zafiro.
- Eres tú…