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Lüdí por Rael Amicsis

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10. El Trato

Mientras los monjes y soldados cerraban las puertas exteriores e interiores de templo, WuFei llevaba a Quatre en brazos hasta su habitación donde fue atendido y dejado para que descansara. WuFei tomó su mano entre las suyas e intentó reforzar su aura pero su propio agotamiento le hizo caer rendido junto a él. 

Cuando despertó, lo primero que vio fue a Quatre observándolo. El joven amo estaba pálido y tenía unas ojeras notorias. Parecía recuperar el espíritu al ver que WuFei se movía. 

-WuFei ¿estás bien? 

-Amo Quatre… lo siento –WuFei se levantó rápidamente pero su cuerpo aún dolía un poco – lo siento… ¡las puertas! 

-Tranquilo… - Quatre le acercó un vaso con agua y le hizo señas para que bebiera – la situación está controlada… lamento mucho… lamento mucho haber provocado todo esto… -le decía el joven amo entre sollozos, con voz áspera y cansada – yo sólo… quería… -WuFei le tomó el rostro con una mano y le besó suavemente en la mejilla, haciendo que se sonrojara en medio de su llanto – No despertabas… ¡no despertabas! Pensamos que morirías… yo…  

Quatre se dejó caer llorando sobre WuFei , haciéndole botar el vaso, mientras sorpresivamente entraron un par de monjes que dejaron caer las cosas que llevaban entre las manos y se acercaron a la cama, con lágrimas en los ojos. 

-¡¡AMO CHANG!! ¡¡El amo Chang está despierto!! ¡Amo Sandrock, el amo Chang despertó! 

-¡Hay que avisar a los demás! – dijo el otro monje haciendo señas de que debían salir de la habitación, mientras Quatre se incorporaba y se secaba las lágrimas. 

-Es mi habitación –WuFei apenas estaba reconociendo el lugar, y por un instante se sintió desorientado – yo estaba en su habitación… ¿cómo llegué aquí? ¿Cuánto tiempo pasó? 

-Dicen que pasaron cinco días, que me dejaste en mi habitación y mientras me ayudabas quedaste inconsciente… así que te trajeron a tu habitación para poder atenderte… - los ojos de Quatre volvieron a llenarse de lágrimas – gracias a ti, yo desperté al segundo día, pero tú aún no despertabas… apenas se oía tu corazón… 

Quatre se cubrió el rostro con las manos mientras el anciano entraba a la habitación. 

-WuFei… es cierto… tu corazón estaba tan débil que pensamos que no lo lograrías… gracias al amo Sandrock has recuperado fuerzas, y ciertamente te vez mucho mejor que hace unos días… además estás a tiempo, tendremos una reunión con representantes de la aldea mañana al mediodía… dejemos que se recupere, debemos preparar todo para mañana. 

El anciano y los otros monjes que habían llegado detrás de él se marcharon, dejando a ambos jóvenes solos. 

-Será mejor que también me vaya… 

WuFei detuvo a Quatre tomándolo por la muñeca, y el joven se volteó con ojos aún llorosos, y algo avergonzado. 

-Amo Quatre… 

-Yo sé que es ridículo, que nos conocemos hace poco, pero sentí mucho miedo… y no quise moverme de aquí… por que la última vez, no pude estar a tu lado… 

WuFei lo atrajo hacia sí y lo abrazó con fuerza, haciendo que Quatre rompiera en un llanto desconsolado. Sabía por las historias que su muerte anterior había sido horrible, y que Quatre lo recordaba demasiado bien. Acarició su cabello y besó su frente, mientras el joven sollozaba y trataba de calmarse entre sus brazos.  

-Amo Quatre… lamento hacerle pasar por todo esto… 

-WuFei, no te disculpes… no fue tu culpa… sólo asegúrate de estar a salvo… 

-Amo Quatre, mi deber es protegerlo, aún si… 

-¡No!, ¡No digas eso! Si algo así vuelve a suceder, me quedaré encerrado sin hacer nada para lo que vine a hacer… WuFei, si algo así vuelve a pasar –Quatre alzó la vista, con mirada seria y lágrimas en sus ojos –No sabría qué hacer… No tendría fuerzas para vivir… 

-Amo Quatre… 

El joven guarda suavizó el abrazo, pensando si realmente estaba entendiendo lo que el amo quería decir. Siempre le recalcaron que su propia vida significaba nada, en comparación a la de los demás, sobre todo aquellos que estaban y estarían bajo su protección. No importaba lo que le sucediera, si su protegido estaba a salvo, todo estaba bien; y ahí estaba él, su más que protegido, ordenándole un imposible… pero se veía en sus ojos que lo que decía era verdad… 

Quatre tenía muy claro lo que sentía en ese momento. Más que por WuFei lo hacía por él mismo. Desde que recuperó la consciencia se enteró del estado del guarda y no fue capaz de alejarse de él. Nadie en el templo logro persuadirlo para siquiera ir a comer. No tenía apetito, y a pesar del cansancio que aún sentía, no podía dormir. Había pasado las noches recostado sobre el pecho del guarda contando los leves latidos de su corazón, con un terror indescriptible a no escuchar el siguiente latido. Sabía muy bien que, si WuFei dejaba de existir, no podría superarlo jamás. 

El joven apoyó sus manos sobre el pecho del guarda, pero no fue capaz de verlo a la cara. Sentía tanta vergüenza… 

-Yo… WuFei… - apretaba con fuerza los puños, y sentía todo su rostro arder, mientras el guarda mantenía el abrazo- … Te amo… desde antes que lo supiera ya te amaba… y es tan fuerte, que… si algo te pasa… no podría seguir adelante por mi mismo…   

WuFei estaba sorprendido y sonrojado. Quatre se zafó del abrazo y salió de la habitación antes de que pudiera detenerlo. Intentó ponerse de pie para seguirlo pero su cuerpo dolía demasiado y le costaba un poco respirar. Estaba demasiado débil. 

Quatre no podía creer que le había dicho que lo amaba… apenas se conocían, pero ya habían hecho… cosas…  Se puso más rojo de lo que estaba de solo recordarlo, y pidió a los monjes encargados que todos los alimentos que recibiría WuFei, pasaran por sus manos. Era lo único que podía hacer. 

Al día siguiente, WuFei se sentía como si nada hubiese pasado. Su herida había sanado rápidamente, y su agotamiento desapareció. Se dio un baño, desayunó y luego de vestirse realizó una corta meditación, comprobando que su habilidad estaba tan fuerte como antes. Salió de su habitación, y luego de comprobar las preparaciones para la reunión que tendrían ese día, y de que todo estaba en orden, se dirigió a la habitación del joven amo, de donde un joven monje iba saliendo. 

- Buen día amo Chang… el amo Sandrock aún descansa, pero dejé su desayuno en la habitación, por si siente apetito. 

- ¿A qué te refieres? 

- ¿No lo sabía? – El monje se acercó más al guarda para evitar ser escuchado desde la habitación – el amo Sandrock ha estado purificando todos los alimentos del templo… en especial los suyos… trató los cuatro silos, y terminó hace un par de horas. Lo hizo aunque estaba sin apetito, y exhausto. Le advertimos que debía descansar, pero dijo que tenía que ser capaz de hacerlo antes de la reunión… aunque no sabemos por qué… 

- Asegúrense de que todo esté preparado, y avisa a los guardias que refuercen la vigilancia. La armada podría aprovechar la oportunidad. 

El monje se retiró y WuFei entró a la habitación de Quatre. La comida estaba dispuesta sobre la mesa, y el joven amo dormía profundamente. Se acercó silenciosamente y no pudo evitar el acariciar su cabeza. Al parecer su rápida recuperación había sido gracias a él. 

Quatre estaba tan cansado, que deseaba seguir durmiendo, pero sabía que debía levantarse, aunque su estómago estuviera revuelto. Sentía que una de sus manos estaba más cálida de lo normal, y al abrir los ojos se encontró con que WuFei la estaba sosteniendo entre las suyas, sentado junto a la cama. 

-Buen día, amo Quatre. 

-¡Ah…! – el joven retiro su mano en un acto reflejo, y se sonrojó notoriamente al recordar todo lo que le había dicho – bue… buenos días… WuFei… ¿Cómo te sientes? 

-Mucho mejor… - WuFei no pudo evitar sentir una fuerte emoción al darse cuenta que seguía tratándolo sin formalismos - … mucho mejor, gracias a usted. 

Quatre se sentó en la cama, y cubrió parte de su rostro con una de sus manos. 

-Les pedí que no dijeran nada… 

-Es imposible que me guarden algún secreto sobre usted… es nuestra labor. 

-Me alegra saber que ya estás mejor – le dijo un sonrojado Quatre mientras le sonreía – me prepararé para la reunión de hoy… 

-Debe desayunar, amo Quatre. 

-No tengo hambre… 

WuFei se incorporó, tomó un cuenco con frutas y se sentó de regreso en la orilla de la cama junto a Quatre. 

-Debe comer, amo Quatre. 

-No puedo comer – El joven amo lo observaba con ojos tristes y cansados. 

-¿Sucede algo? 

- …yo… volví a soñar con tu muerte… pero esta vez, ocurría en ese huerto… y frente a mí, en las puertas del templo. Y en tu habitación mientras dormías… todos a la vez. Ese pensamiento no me deja, y yo…  

WuFei se metió algo de fruta en la boca; con una mano tomó a Quatre por la nuca, y con la otra lo tomó por la barbilla haciéndole abrir los labios. Acercó su boca a la de él y le introdujo la fruta a la fuerza, haciéndolo tragar. 

Quatre se separó un poco de él, rojo hasta el cuello, cubriéndose los labios con una de sus manos y con la otra tratando de apartar al guarda 

-¿¡Qué… qué ha-haces WuFei?! 

-Debe comer, amo Quatre – dijo el guarda mientras tomaba otra fruta y repetía lo que había hecho ignorando los esfuerzos del joven amo por apartarlo – no moriré tan fácilmente, así que por favor, deje de pensar en ello – le decía contra sus labios, para luego volver a alimentarlo a la fuerza – seguiré haciendo esto a menos que coma por su cuenta… 

Quatre estaba rojo a más no poder, y veía que WuFei le hablaba en serio; sólo que no podía evitar rememorar sus muertes en la vida anterior. Le había dado muchas vueltas, mientras estuvo esperando a que su guarda despertara, y eso lo tenía sin apetito. Bajó las manos y dejó de resistirse. 

WuFei le entregó el cuenco, pero el joven amo no lo recibió y en cambio evitaba su mirada, aun con la cara roja. 

- … no tengo hambre… 

Quatre  sintió como el guarda lo tomaba suavemente por la barbilla y le introducía frutas por medio de su boca, una por una, hasta que después de un rato sólo sintió los cálidos labios de WuFei sobre los suyos, y su lengua explorando su boca. Se separaron al sentir el cuenco rodar por el suelo. Quatre se encontraba demasiado agitado, y WuFei parecía estar usando toda su fuerza de voluntad para no seguir con sus avances. 

-Debe levantarse amo Quatre… pronto será la reunión… 

-WuFei… Fei… - el joven amo se aferró a la manga de su ropa, tirando de él para que se acercara un poco más - … yo…  

WuFei tiró de él y lo alzó de la cama. Quatre se le colgó del cuello, mientras veía que se dirigían al cuarto de baño. 

Dejó al joven amo en la banca junto a la gran tina para quitarse la ropa, y luego se inclinó sobre él para sacarle la suya. Volvió a alzarlo para meterlo a la tina y sintió cómo su blanca piel temblaba por la anticipación. Sonrió para sí, mientras se metía en el agua y dejaba al amo sentado en la orilla de la gran tina, para así poder colocarse entre sus piernas. 

-Amo Quatre… no me voy a detener… no me quiero detener… 

-¡Que… que haces…! -Quatre estaba demasiado sonrojado, y sintió su corazón salir de su pecho cuando WuFei se le acercó para besarlo profundamente mientras sentía que tomaba su miembro semierecto con una de sus manos y con la otra le alzaba una de sus piernas, haciendo que se expusiera completamente - ¡¡nn…!!  

-Estoy vivo, amo Quatre… - le decía el guarda mientras seguía acariciando su miembro, y liberaba su pierna para así poder introducir sus dedos en él – olvide esos pensamientos… yo estoy aquí… ¿no lo ve? 

Quatre se dejo caer en el piso, cubriendo su rostro con sus manos, sintiendo su cuerpo arder, mientras WuFei lo tomaba por la cadera con fuerza y lo atraía hacia él, para poder tomarlo por completo con su boca, mientras sus dedos seguían explorando su interior. El joven se retorcía de placer mientras se relajaba y soltaba cada vez más. Entonces el guarda se puso de rodillas entre sus piernas, en la orilla de la tina, y lo penetró de una sola vez, haciéndole soltar un grito ahogado. 

Ya estaba completamente dentro de él, y le hizo alzar un poco más las caderas para luego tomarlo por la cintura y embestirlo con fuerza 

-¡¡AHHHH…!! – Quatre hizo un esfuerzo por contenerse cubriéndose la boca con una de sus manos y con la otra se aferró con fuerza a una de las piernas del guarda, enterrándole las uñas haciéndole gritar. 

-¡¡Ah!! Amo Quatre… estoy con vida… jamás lo olvide…  

-¡WuFei!... ¡¡WuFei!! 

El guarda hizo que el joven se girara de cara al piso, se colocó sobre y dentro de él con todo el peso de su cuerpo, penetrándole lo más profundo posible,  y se aferró a las temblorosas manos del amo, quién se mordía los dedos para soportar el embiste. Estaba apretado, y caliente dentro de él, y era algo que deseaba sentir siempre que pudiera; desde el primer día que se vieron lo deseaba. No moriría tan fácilmente, sobre todo teniendo a alguien con quien deseaba estar por el resto de su vida. 

Quatre le mordía los dedos a la mano que se aferraba a la suya, con lujuria, sintiendo cómo entraba en él con tanta facilidad. Estaba demasiado absorto en las sensaciones que WuFei le provocaba, cargando su peso mientras lo embestía; era un completo acto de posesión, y aún así no le importaba, porque había olvidado las muertes y las pesadillas, y estaba ahí, haciéndolo suyo, como deseaba serlo. 

Con cada embiste le hacía gemir y gritar su nombre, y retorcerse y temblar, hasta que sintió cómo ardía su centro, derramándose en el piso, mientras WuFei lo hacía dentro de él, sintiendo sus latidos y su calor en medio de sus propias contracciones.  

Permanecieron allí, en el piso del cuarto de baño, por un largo rato, esperando a que sus desbocados corazones se calmaran, WuFei besaba suavemente la espalda de Quatre, y este besaba su mano. 

-¿Está bien, amo Quatre? – preguntó contra la suave piel de su espalda 

-Lo estaré… 

Ambos se deslizaron hacia la tina, y WuFei con ayuda de una esponja pasaba agua por el cuerpo del joven amo. 

-… Lo siento, amo Quatre… - murmuró el guarda, sonrojado, mientras lo abrazaba con fuerza por la espalda y le besaba el cuello por el costado. 

-WuFei… ¡nh! –podía sentir cómo le mordisqueaba la piel del cuello, haciéndole estremecer – debemos… salir…  

-¿Por qué es tan importante? 

-Fue la única forma para evitar que invadieran el templo. También vendrá un representante de la armada. 

El guarda se puso tenso, y Quatre se volteó para ver que el semblante de WuFei era muy serio y pensativo. Hasta el momento no lo había visto poner esa cara. 

-Debe tener mucho cuidado con la armada, amo Quatre… prométame que no irá con ellos, digan lo que digan. 

-… yo… No puedo… prometer algo, sobre lo que no sé… 

-WuFei lo abrazo con fuerza y sin decir una palabra, salieron de la tina, se pusieron sus ropas, y salieron de la habitación, para encontrarse con los monjes y soldados preparados en caso de algún altercado. Al dirigirse al salón principal del templo, Quatre se percató de que no había ningún Monje de Dedos Verdes, incluso sus invitados, Kohgi y los niños, no estaban.  Cuando estaban cada vez más cerca del salón, los soldados aumentaban y los mirones también. Algunos aldeanos habían sido seleccionados para ingresar como testigos de la reunión, mientras los demás observaban desde las puertas del templo. 

El anciano se encontraba en la entrada del salón anunciando a todo el que entraba. 

-Ya todos están aquí, amo Sandrock. Las puertas permanecerán abiertas para que así todos puedan escuchar y podamos asegurar su bienestar. 

-¿Mi bienestar? 

-Está por entrar a una cueva de lobos, amo Sandrock. Y usted es el más importante… por sobre todos nosotros. 

WuFei puso su mano sobre el hombro de joven, dándole a entender que estaría con él, y así entró en el gran salón, donde lo esperaban un grupo reducido de aldeanos, y un par de soldados, que parecían ser representantes de la armada. De entre ellos, el que más le llamaba la atención, fue un joven alto, de ojos verdes y cabello castaño que le cubría parte del rostro. 

-Ingresa al salón – anunció el anciano con voz alta – el amo Sandrock. 

Todos comenzaron a verlo fijamente, sin ocultar su curiosidad. Ni su ambición. 

Quatre comenzó a sentir el ambiente algo pesado, pero aún así intentó evitar usar su habilidad. No quería quedar inconsciente o sufrir alguna consecuencia en medio de una reunión tan importante. 

WuFei lo dirigió ante un sitial a ras de suelo, que había frente al gran mesón preparado para la ocasión. Se sentó y todos los demás tomaron su lugar, incluso el guarda, quién se sentó en el suelo, junto a él y no dejaba de mirar al soldado de cabello castaño. 

-Accedimos a venir en paz, a cambio de que trate nuestras tierras… - dijo uno de los aldeanos, de rasgos severos y poco amigables. Parecía ser el regente de la aldea – deberá limpiar todos nuestros huertos, y además… 

-Además ¿qué? – Interrumpió WuFei, de forma violenta – no tienen derecho a exigir nada, han abusado de nosotros, se han llevado a la fuerza a nuestros monjes y los han matado del cansancio solo para su propia satisfacción. Sé muy bien que usted tenía a cinco, sólo para su “huerto” y todos murieron de agotamiento. 

-¡¡Es el deber de los monjes…!! 

-¡NO LO ES! El deber de los monjes es cumplir con sus tareas, y ayudar al prójimo… no facilitarles la existencia ni ser sus esclavos. 

-Él puede hacer crecer nuestros huertos otra vez… - dijo otro aldeano de rostro sufriente – lo vi cuando estuvo en casa de Kohgi… 

-Y parte de la pradera volvió a revivir… 

-Todo eso – comenzó a decir Quatre – lo hice sin saber…  

-Amo... 

-Está bien, WuFei… yo no conozco aún mis habilidades. Me estaban entrenando, y quise intentar ayudar a la aldea junto al templo. Aún no soy consciente de lo que puedo y no puedo hacer. El trato es el siguiente. Iré a la aldea, haré lo que pueda, y a cambio, deberán reconstruir el hogar del señor Kohgi, no molestarán a las personas del templo y todos los monjes deben regresar. Tienen dos días, de lo contrario continuaré con mi viaje, y nada haré por ustedes. 

-¿De verdad es Sandrock? – Interrumpió el otro soldado perteneciente a la armada – es decir, no parece tener nada de la dama Sandrock descrita en las historias: dulce, misericordiosa, piadosa… ¿dejarás que muramos por unos cuantos monjes? ¡Este chiquillo, nos está tomando el pelo a todos! 

-La verdad es que… yo vi como las plantas del huerto crecían a sus pies – dijo uno de los aldeanos presentes – y sanó al bebé de Kirie frente a todos nosotros… 

-¿Sabías que el rey te ha estado buscando para… su uso personal? – preguntó el soldado castaño, sin quitar los ojos de encima a Quatre. 

-No es relevante. – Afirmó WuFei lanzando una mirada amenazadora – el amo hará lo que deba hacer, y no pertenecerá a ningún reino, como en otras ocasiones. 

-Eso no será fácil… nuestro negocio es… 

-Su negocio a matado a cientos de nosotros a lo largo de los años… y a miles de otras personas, a cambio de sólo unas monedas… -El guarda estaba claramente enojado, y apretaba con fuerza la espada enfundada que llevaba en el cinto – ¿acaso la vida de un dios que también los salvará a ustedes, debe ser entregada a un soberano egoísta? Todo nuestro mundo depende de que aseguren a nuestro amo, que no será molestado, y que cumplirán con su parte. – Se pone de pie y con la otra mano tomó el mango de la espada – la reunión terminó, tienen una hora para darnos su respuesta. 

Los aldeanos y soldados se vieron intimidados al sentir la fuerte y agresiva presión que el aura de WuFei estaba emitiendo en el salón. Se fueron contrariados con tan poca información, y los soldados conversaban entre ellos a las afueras del templo.  

Quatre y WuFei aguardaban en el jardín principal observando atentos todo el movimiento que se producía en las afueras del templo. Aún estaban a puertas abiertas y eso tenía un poco nerviosos a los monjes y soldados. 

Desde las puertas, el soldado castaño no dejaba de observar a Quatre, y eso molestaba a WuFei de una forma inquietante. 

-WuFei… no he visto a los Monjes de Manos Verdes, ni a los niños… 

-Están ocultos. Ellos estarán bien… pero los demás se preocupan por usted. Ellos ya saben de usted, y es probable que intenten llevárselo, como han hecho con otros…  

Pronto el soldado castaño, el regente y el anciano del templo fueron escoltados por un grupo de soldados, ante Quatre y WuFei. 

-Amo Sandrock, mi nombre es Trowa Barton – dijo el castaño haciendo una pequeña reverencia – y a nombre de la armada devolveremos a los monjes que están bajo nuestro poder… sin embargo… 

-No – respondió Quatre con semblante afligido – no hay “sin embargo” ni “pero”… es lo que pedí, o nada. 

-Bien, Sandrock… 

-Amo Sandrock – recalcó WuFei colocándose de pie junto a Quatre – no olviden a quién se dirigen. 

-Amo Sandrock – corrigió Trowa, sin quitarle la mirada a Quatre – Está bien. Para mañana a primera hora, regresaremos a los monjes al templo. 

-Bien. 

-Los aldeanos hemos reconocido en usted a nuestra diosa… -dijo el regente -muchos lo han visto, así que lo dejaremos tranquilo en su paso por la aldea, y dejaremos tranquilos a los monjes. 

-También deben liberar a los monjes que están con ustedes. 

-Pero nosotros… 

-Ya lo advertí. 

-… bien… avisaré a los aldeanos… estarán aquí esta noche. 

-Bien. Anciano, usted sabe quiénes son los monjes cautivos, ¿cierto? 

-Todos nosotros lo sabemos… también los que han muerto… 

-Entonces será usted quien me diga si ellos cumplen su parte, ya que yo no sé quiénes faltan, debo asegurarme de ello antes de cumplir con mi parte. 

-Ya pueden retirarse - advirtió WuFei expandiendo su aura agresiva. 

-Me gustaría que el amo Sandrock viniera a nuestra ciudadela… cuando termine con la aldea… 

-¡¿Cómo te atreves a solicitar algo, si aún no cumplen su parte?! – bramó el guarda, creando una pequeña onda expansiva. 

-Será mejor que se retiren… estaremos atentos – recalcó el anciano. 

El aldeano y el soldado se retiraron del templo, y los monjes y los niños salieron de su escondite, de alguna parte del templo. Los soldados seguían haciendo guardia, y se mantenían en sus puestos, con WuFei haciendo rondas en cada punto de vigilancia. Su aura agresiva llenaba el templo, lo que hacía sentir muy incómodo a Quatre, quién de alguna manera era más sensible a ella.


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