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Lüdí por Rael Amicsis

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6. Recordando vidas 

WuFei se acercó a la cama, donde dormía el joven Quatre. Ya estaba durmiendo nuevamente, como si nada hubiese pasado. No había rastro de la inconsciencia ni de nada de lo que había ocurrido. 

Se sentó en la cama junto a él, respiró profundamente y tomó entre sus manos el cuenco de frutas. Esta vez se controlaría. Lo haría.  

-Amo Quatre…- dijo suavemente para ver si despertaba –Amo Quatre, debe comer… 

La respiración de Quatre se hizo un poco más pesada, y dio un gran bostezo, para luego incorporarse con cara somnolienta. Sus ojos brillaban, y su rostro parecía más compuesto. WuFei parecía estar aliviado de verlo despertar, pero algo en su cara no encajaba; estaba sonrojado… y ¿decepcionado? 

-WuF... mmm, señor Chang… ¿qué pasó? ¿Me volví a desmayar? –preguntó el joven con ojos grandes y brillantes, intentado descifrar la expresión de su guarda. 

-Amo Quatre… -¿Hasta qué punto le podía mentir? –usted… estuvo inconsciente por unas horas… no sé si recuerda lo que le pasó en la torre durante la entrega… 

-Yo… sí, estaba en la torre… y comencé a sentirme muy mal… - de pronto se sonrojó notoriamente y se cubrió el rostro con una de sus manos –recuerdo la bañera… y que… me dio de comer… -Ambos se sonrojaron al recordar la escena, pero WuFei más que él –después… creo que tuve un sueño algo extraño… y ahora hablando con usted… 

-Por favor amo Quatre, puede llamarme por mi nombre… ya lo ha hecho… 

Quatre se sonrojó un poco más y asintió con un movimiento de cabeza. Por alguna razón se sentía mucho mejor que al principio y sentía hambre como nunca. Ni siquiera en su vida antes de la pintura, deseaba tanto comer algo, como en ese momento. Y WuFei se percató de ello por el fuerte sonido que hizo su estómago. 

-Creo que tengo hambre… -En medio de una tímida risa, WuFei le pasó el cuenco de frutas, y mientras Quatre las comía, hacía más y más gestos de desagrado hasta que ya no las pudo comer -¡Agh! ¡¡Están horribles!! Es demasiado amargo… 

-Debe ser porque ya no hay veneno en su cuerpo… estas bayas negras se vuelven dulces al contacto con veneno, del tipo que sea. Funcionan como un detector, y antídoto a la vez. Si alguna vez las come y siente que son dulces, debe seguir comiéndolas hasta que le sepan amargas. Es bueno que lo sepa en caso de que yo no esté con usted. 

-Gracias… de verdad, tengo mucha hambre… eso nunca me había pasado… 

-Haré que le traigan de comer si lo desea, mientras tanto, descanse. 

-¿Podrías quedarte? 

-Lo haré. 

WuFei se dirigió a las cocinas a pedir algo de comer para el joven amo, y pronto regresó para encontrarlo cubierto sólo con una larga bata de seda observando los jardines, a la luz de una enorme y brillante luna celeste. Relucía como un dios, de expresión frágil. Algo dentro de él hizo latir su corazón con tanta fuerza, que su pecho llegó a doler. 

-Soñé con este jardín… era este jardín, pero diferente… había unas flores amarillas, por allá donde hay unos arbustos, y una pequeña estatua falta en ese rincón junto al muro, pero lo demás era todo igual. Yo jugaba con unos niños… -Quatre quedó en silencio, y de pronto se sonrojó notoriamente –creo que recuerdo haber vivido aquí… 

-Quizás sea algún recuerdo de Sandrock… de su tiempo viviendo entre nosotros… aunque yo no llegué a estar en su presencia, uno de los monjes más antiguos si lo estuvo… puede hablar con él cuando lo necesite, si tiene dudas sobre su vida anterior… 

-Sí, gracias. Pero algo me dice que no es con él con quien debo hablar… -WuFei no entendía. En algún momento la mirada del joven se volvió pacífica. Ya no estaba tenso ni perturbado.  Parecía como si siempre hubiese existido en ese templo, en ese mundo, en esa tierra –Hasta el momento pensaba en mi madre. Es la única persona con quién tenía un vínculo… en donde yo vivía odiaba caminar por la ciudad. Me hacía sentir enfermo. Ella intentaba comprender, pero no lo lograba. A veces tenía pesadillas donde me ahogaba en un mar espeso, mientras me quemaba la piel. Despertaba gritando y llorando… es, la primera vez, que logro dormir con tranquilidad… 

WuFei le miraba notoriamente impresionado. Tenía una mirada algo triste. 

-Amo Quatre… yo no conocí a Sandrock, pero en nuestros registros hay bitácoras de su vida entre nosotros. La última, fue escrita por el anciano… Sandrock fue asesinada luego de ser raptada mientras hacía una limpieza en campos contaminados de otro reino… fue encerrada en una tina de aceite y le prendieron fuego, mientras estaba en la inconsciencia. Se dice que sus gritos se escuchaban a kilómetros entre reinos. Los culpables fueron encontrados y sentenciados, pero aun así… aún duele recordar esa parte de nuestra historia… creo que usted recordó ese momento… 

Quatre sentía su pecho pesado, una tristeza inmensa invadió su ser, y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, sin proponérselo,… no entendía, pero aun así estaba demasiado triste, saber que le había pasado algo tan horrible, que nada pudo hacer en ese entonces.  

-¿Por qué…? 

-Porque habían creado de forma artificial una forma de purificar como ella lo hacía, y ella era un obstáculo para sus fines económicos… además se negó a ser desposada cerca de 7 veces por el mismo rey dueño del artificio. Todo fue por avaricia –WuFei sentía cómo una lágrima resbalaba por su mejilla, pero no entendía el por qué. Recordar eso, siempre le provocaba una profunda tristeza. 

Ambos se quedaron observando los jardines en silencio. En cierta forma, Quatre parecía entender muchas más cosas que antes, y con eso, extrañaba mucho menos el lugar de donde venía. 

Al regresar a  la habitación, un monje llegó con una bandeja de alimentos surtidos y que dejó servidos en la pequeña mesa. Algunos parecían familiares; otros, muy lejos de eso. Quatre devoró todo lo que le habían llevado. Se sentía en el paraíso. 

WuFei le hacía compañía mientras comía. Parecía satisfecho con lo que veía. Quatre se veía mucho mejor que cuando lo llevó hasta el templo, y en cierta forma como si siempre hubiese estado ahí, a su lado, como si hubiese regresado recién de un paseo.   

Un rastro de comida en el rostro de Quatre hizo que inconscientemente alzara la mano y le limpiara con delicadeza.  Su pecho le dolía, sentía tristeza, nostalgia, felicidad, ira… las lágrimas brotaban sin proponérselo y de la nada Quatre le limpió el rostro con parte de la bata.  

 

-WuFei… qué… 

-Amo Quatre, lo lamento mucho. Desde que estoy cuidando de usted, no estoy seguro de lo que pasa conmigo. 

-Creo que usted estaba ese día conmigo… -WuFei no parecía entender lo que le decía –fue en ese sueño que tuve… me hizo recordar las pesadillas que solía tener… aunque lucía diferente, ahora sé que era usted WuFei… creo que también era mi guarda en ese entonces… pero en mis pesadillas usted estaba muerto junto a mí, y yo no podía hacer nada… mi cuerpo no se podía mover… supongo que era lo mismo a lo que le dice la inconsciencia… me da tristeza recordar esa pesadilla. 

WuFei se adelantó a él con un beso firme, mientras enmarcaba el rostro de Quatre con sus manos, su pecho dolía de forma intensa y agonizante. Quatre jamás había sentido algo similar, salvo en sus sueños. Algo que había anhelado en su corta existencia, era saber por qué se sentía así en un sueño y no en la vida real; y parecía haberlo encontrado. 

Regresó el beso, un poco tímido, un poco torpe y tembloroso, sintiendo a WuFei relajarse mientras colocaba sus manos sobre las del joven guardián. Abrió los ojos, y vio esos largos ojos negros, confundidos, observándole.  

De la nada el guarda se levantó y salió de la habitación. Quatre no entendía muy bien qué había pasado, pero ya estaba seguro de su lugar en ese mundo. Siempre lo había sabido. 

Los páramos relucían luego de la última lluvia. Parecía tener miles de cristales diminutos sobre el largo césped. Su largo cabello rubio ondeaba al viento, un centenar de flores de todos colores la rodeaba. A su lado estaba él. Alto y moreno con su rigurosa coleta y su corta barba puntiaguda. 

-Sheng… ¿está todo bien? 

-Claro que sí… los páramos parecen páramos… ahora los podrán trabajar… cambié tus ropas, ya te quedaban demasiado grandes. 

-Me impresiona que no huyas de mi cuando estoy tan grande y robusta… 

-Jajajajajajaja… -Las líneas en las esquinas de sus ojos, hacían parecer sus negros ojos más largos –de hecho me gusta, me da seguridad de que después estarás bien… y por supuesto me gusta abrazarte así… 

-¡Sheng! – Estaba claramente avergonzada por lo que cubrió su rostro con las manos –qué vergüenza… no sé cómo no nos han descubierto los monjes… 

-No importaría mucho… son cosas que no van en su bitácora… a menos que tuviéramos hijos… entonces deberían hacer un árbol genealógico… 

-Sabes que no puedo tener hijos, debido… 

-Debido a tu alma inmortal y capacidad de reencarnar… lo sé Sandrock- Sheng abrazó con fuerza a la mujer mientras le besaba en la frente –eso no me impedirá de estar contigo ahora, ni en la otra vida, ni en la siguiente… “te amo” no basta… pero tampoco conozco una expresión mayor. 

Ambos se sonreían sosteniendo sus frentes apoyadas en el otro. La brisa era cálida, el aire puro, y los campesinos se acercaban con alimento para agradecer la recuperación del páramo. 

-Solicitan tu ayuda desde Zinzhi… -decía Sheng mientras le acercaba ropas limpias a Sandrock, quién aún estaba enredada entre las sábanas de su cama –probaron un artificio de purificación, pero no duró lo que esperaban, y empeoró todo… en lugar de un campo, se contaminó más de la mitad del reino… están a punto de perder sus cosechas y los suministros de 2 años… 

-Eso parece mucho… no podré con tanto, si no gano un poco más de peso… 

-Te ayudaré con el alimento, no sería la primera vez… tu aura está bien, y mientras esté cerca de ti, estarás bien. 

Sandrock alzó los brazos, mientras Sheng se acercaba a la cama con las ropas, y lo abrazó con fuerza. Le gustaba escuchar el latir de su corazón. 

-Estas misiones repentinas, me dan miedo… en casi todas ellas te perdí… y me duele más eso, que mi propio sufrimiento. 

Sheng la abrazó con fuerza, besando su cabeza, y le hizo alzar el rostro para besar sus labios. 

-Si vuelve a suceder, sabes que te volveré a encontrar y volveré a cuidar de ti… seas una roca o un pez, o tú misma de nuevo… yo sé que te encontraré… aunque no lo recuerde. 

 

Entre risas por la estupidez de ser una roca en la siguiente vida, volvieron a la cama, mientras se besaban como si jamás lo hubiesen hecho, he hicieron el amor con tristeza en sus corazones, temiendo que fuera la última vez. 

Y entonces todo fue oscuridad.  

“Te amo… no sé qué más decir… no sé qué es má-s gran-de que es-so… te en-contra-ré…” 

Un susurro ahogado en la oscuridad le hizo abrir los ojos y ver un vacío denso tornarse naranja, mientras su piel se derretía y comenzaba a desaparecer en el dolor de su cuerpo y su alma.  

De pronto, se encontró en el baño, abrazado al escusado mientras vomitaba lo que había comido… ¿el desayuno? ¿La cena? No estaba seguro… parecía ser el baño del templo, al mirarse al espejo, vio sus ojos turquesa, su cabello rubio, su delgadísima inmadurez. A través de las ventanas podía ver que entraba una suave luz desde el exterior y olor a pan recién hecho. No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado. Al regresar a la habitación, había un caballete con una pintura sin terminar en él, y otras cuantas terminadas en lienzos colgados en el muro a la cabecera de la cama. Su mesita estaba tapada de frascos de colores y pinceles, y su cama cubierta de ropa… en la mesita de noche había cuencos vacíos y el instrumento que parecía violín. Todo estaba muy desordenado, caos por donde caminara. Las ventanas de la habitación estaban cerradas, pero al abrir las puertas la luz entró fuerte a raudales y la brisa removió su cabello. 

Un expectante WuFei lo observaba desde el costado de la puerta. Tenía semblante preocupado y unas ojeras notables. Unos sirvientes que pasaban con algunas cestas con alimentos, regresaron por su camino avisando que el amo Quatre había salido de la habitación. 

-WuFei, buenos ¿días?... disculpe… no estoy seguro de qué hora es… creo que dormí demasiado. 

El guarda se acercó al joven lo tomó por los brazos y pegó su frente a la de él. Se puso rojo hasta el cuello, mientras el guarda quedó así por un par de minutos; y los sirvientes que antes se habían marchado regresaban con alimentos y ropas limpias. 

-Ya no está… -murmuró el guarda contra su rostro. 

-Amo Chang, limpiaremos la habitación del amo Sandrock, le llevaremos la comida al jardín –dijo uno de los sirvientes. 

Quatre no entendía que pasaba, pero no dejaría que limpiaran su habitación por él. Necesitaba tener el control de algo dentro de su loca situación. 


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