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Aprendiendo a amar por aisaka-san

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La alarma de su despertador sonó, ruidosamente invadió con su estruendoso pitido las paredes de la amplia habitación. Cada día que pasaba odiaba más ese sonido que lo despertaba a combatir de nuevo otro infierno en el BC Sol.

 

Especialmente el día de hoy, justo la mañana siguiente en la que se difundió toda esa falsa información sobre él.

 

Pensó que debía levantarse, tenía muchas responsabilidades por atender y Cristina se enojaria mucho con él.

 

Apenas hizo un pequeño esfuerzo para levantarse cuando un agresivo estornudo salió de sus fauces. Pensó que debía tratarse de una simple rafaga de aire que lo hizo estornudar, así que se puso de pie, pero inmediatamente se dio cuenta que estaba en un error. Consecutivamente salieron una serie de estornudos de forma descontrolada de su nariz.

 

—No puede ser. —susurró apenas sentir el malestar en su cuerpo, escalofríos le recorrían de pies a cabeza y se vio forzado a recostarse nuevamente en la cama cual niño pequeño.

 

No tardó mucho tiempo para que alguien entrara a su habitación a averiguar qué había pasado con él, ese alguien era Free a quien observó con la mirada debilitada.

 

—No me siento muy bien. —comentó ante su silencio y la mirada penetrante que Free le brindó, este al escucharlo parpadeo varias veces y pronto comprendió.

 

—Fue por lo de ayer. —afirmó con seguridad, Valt quiso replicar pues debía aclarar que no pasó nada entre él y Shasa, pero antes de lograrlo el rubio continuó—. Dormiste en la intemperie y eso seguro te hizo daño, no estás acostumbrado.

 

Valt lo miró con los ojos llorosos por el resfriado, pero una sonrisa sutil se dibujó en su rostro al verse entendido por alguien, asintió con cansancio a la par que sus párpados se cerraban con lentitud.

 

—No te esfuerces, yo me encargare del resto. —mencionó Free con una inusual amabilidad que en otra situación, seguramente desubicaria a Valt. Sin embargo la enfermedad del de mirada marrón hacía que pasará por alto esos pequeños detalles, así como la mirada amable de Free y el toque sutil que hacía en su mano, tendida en la cama y transmitiendo su calor corporal.

 

Después de un rato, Free salió y le notificó a Cristina la situación de Valt, está suspiró preocupada por el chico, debía dejar a alguien a cargo de sus cuidados.

 

—¿Qué te parece Free? ¿Cuidarías a Valt por hoy? —preguntó la dueña del BC Sol a su subordinado, este la miró detenidamente y se negó.

 

—No puedo, tengo planes —contestó de una manera tan seca y fría que dejó a Cristina perpleja por un momento, parpadeo detenidamente sin hallar sentido a la molestia de Free.

 

—¿Acaso sucede algo de lo que no me entere? —preguntó la chica al rubio, más este no le hizo caso y se retiró del lugar dejándola con la duda—. Que chico tan extraño.

 

La chica de ojos azules miró por el pasillo a ver si se encontraba con alguien a quien encomendar la tarea, su mirada se topó con cierto chico castaño acompañado de otro rubio de mechas azules.

 

—¡Aiga, Drum! —llamó a los dos chicos que distraídamente caminaban hacia el comedor, estos se miraron confundidos y se dirigieron hacia ella.

 

—¿Qué sucede? —cuestionó Drum a la chica quien rápidamente entró a su oficina y les acercó a ambos una pequeña caja.

 

—Valt está ligeramente enfermo, aquí hay unas pastillas para atenuar los síntomas y quiero que lo cuiden. —explicó la chica con rapidez a la vez que entraba a su oficina, tanto Drum y Aiga apenas estaban procesando la información—. Se los encargo mucho, debo arreglar asuntos importantes del equipo hoy.

 

Y sin más les cerró la puerta de la oficina en la cara, Aiga y Drum se miraron el uno al otro, ambos asimilando la información recién recibida.

 

Mientras tanto, Shu salía de su habitación con grandes deseos de irse a perder al bosque un rato, no estaba de ánimos de hacer alguna clase de entrenamiento por hoy pues ya habían sido demasiados días seguidos de lo mismo.

 

En su búsqueda de nuevas actividades por realizar no esperó encontrarse con Free trepado en un árbol, ambas piernas del chico se aferraban fuertemente a una rama mientras el resto de su cuerpo dependia de la fuerza física del rubio, pues hacía repetidamente flexiones.

 

Se quedó un momento mirándolo, le parecía extraña e interesante la forma de ejercitarse del rubio.

 

No pasó mucho tiempo antes de que Free notara su presencia, aun así cuando este le dirigió su mirada profunda y penetrante no se sorprendió para nada, después de todo no estaba interesado en esconderse de Free.

 

—Vaya. —exclamó el rubio apenas verlo—. Finalmente el conejito decidió salir de su madriguera.

 

—Creo que tomarse un tiempo a solas no me viene nada mal. —respondió Shu ignorando completamente el apodo con el que Free lo llamó—. Veo que tú te tomas muchos de esos tiempos.

 

Free sonrió socarrón a la vez que dejaba de lado su ejercicio y bajaba de un salto pulcro, aterrizando justo frente al albino.

 

—Para ser el mejor debes entrenar mucho más que nadie. —dijo Free sonriendo a Shu, este lo miró con su seriedad característica y asintió.

 

—Es lo más lógico, supongo. —respondió Kurenai sin mucho interés de por medio.

 

De cualquier modo, Free continuó mirando a Shu de forma demasiado extraña e intimidante lo cual inevitablemente terminó por incomodar al albino.

 

—Creo que es mejor que me vaya, lamento interrumpir tu entrenamiento. —comentó el qué ojos rojos a la vez que daba un par de pasos con la intención de irse.

 

Pero se detuvo en seco al momento en que Free le dijo algo, sus ojos se abrieron ampliamente a la vez que el rubio ponía una expresión un poco más seria.

 

Por otro lado, un rubio de ojos azules caminaba como un muerto en vida por los pasillos de BC Sol sin poner mucha atención sobre las personas que se encontraban en su camino.

 

Llegó como un robot o más bien, como un zombie al comedor y le pidió a Ange algo para desayunar pues, a esas alturas del día, ya no había nada fresco que pudiera consumir.

 

Sin duda alguna la cocinera estaba preocupada por él pero sentía que era mejor no meterse en donde no la llamaban, más si era un duelo interno para el muchacho lo cual se veía a todas luces. Aún así se esforzó en preparar un delicioso alimento para él y quizás así, subirle un poco los ánimos.

 

Rápidamente llegó un apetitoso desayuno a la mesa donde yacía el rubio esperando, este miró a Ange quien le brindó una cálida sonrisa. Lastimosamente esta no hizo efecto alguno en Wakiya quien simplemente contempló su desayuno un tanto ido.

 

Ange suspiró, no podía hacer mucho por el muchacho y eso llegaba a frustrarla un poco. Sin embargo, cuando vio entrar a Silas al comedor supo que estaría todo bien, después de todo ese muchacho siempre se preocupaba por sus amigos, aunque nunca lo admitiría en voz alta.

 

—Te ves horrendo. —comentó Silas al sentarse al lado de Wakiya, este bufó y tomó un poco del té de manzanilla que reposaba en su taza.

 

—No… es un buen momento. —respondió el rubio con una notoria pesadez en la voz, Silas se alzó de hombros y sonrió socarrón.

 

—¿Y cuándo lo es? —preguntó un tanto divertido ganándose un suspiro a cambio.

 

—Supongo que nunca. —dijo con el mismo tono decaído, esto ya no le parecía nada divertido a Silas y con el pasar de los segundos de silencio se cansó de ver a Wakiya picar su fruta con el tenedor.

 

—Bien, es suficiente. —dijo Silas mientras golpeaba con el brazo la mesa, Wakiya le dirigió una mirada extrañada.

 

—¿Ahora qué?

 

Ante la cuestión, Silas lo miró con seriedad y cierta molestia.

 

—¿En serio crees que no me doy cuenta? Estás como muerto en vida y a decir verdad no es nada divertido molestarte cuando no te molestas. —explicó el de cabellera verde un tanto irritado ante la falsa neutralidad de Wakiya.

 

—Emm. —Quizás era debido al estrés provocado el día anterior pero el poco amigable Wakiya cedió con una rapidez inusual, dejó de jugar con su comida y se recargó de lleno en el asiento—. Hace poco llamó Ranjiro y me dijo algo.

 

Ante la mirada atenta de Silas sacó su teléfono y le mostró la lista de llamadas, confirmando que mantuvo una corta conversación con el mencionado.

 

—¿Y qué pasó? Pensé que ustedes dos ya no…

 

—Ya no somos nada. —completó rápidamente el rubio, aunque no miraba directamente a Silas—. Incluso a mi me pareció extraño que me llamara después de todo lo que pasamos.

 

—Está bien pero eso igual no explica por qué te llamó, ¿qué te dijo? —preguntó Silas más que intrigado al respecto, si ahora Ranjiro estaba molestando a su amigo entonces tendría que hacerle una pequeña visita para arreglar el asunto.

 

El rubio suspiró, ya había comenzado a hablar al respecto y no daría marcha atrás justo ahora.

 

—Me dijo que… Rantaro estaba aquí en España.

 

Silas se sorprendió ante la declaración del rubio así que de inmediato lo interrumpió.

 

—¿Hablas en serio? Pero eso no tiene sentido, si Rantaro estuviera aquí entonces él habría llegado al BC Sol. —Pero se detuvo un par de segundos, los suficientes para hacer una suposición más que acertada—. A menos que solo viniera hasta aquí para espiarte.

 

—Fue lo mismo que pensé, —comentó Wakiya mirándolo por primera vez a los ojos—, y llegar al BC Sol mientras yo estaba era anunciarse ante mi, así que no tuve otra opción más que investigar por mi propia cuenta y… me encontré con él, frente a frente en un hotel cerca de aquí.

 

—¿Estás hablando en serio? —preguntó Silas recibiendo un asentimiento bien seguro del rubio—. ¿Y qué hiciste?

 

—Bueno… El se marchó apenas me vio y… y yo… —titubeó un poco, parecía muy nervioso por lo que estaba a punto de decir—. Yo también me fui de ahí.

 

—¡¿Qué?! ¿Por qué?

 

Wakiya comenzó a golpear con su pie derecho el suelo, con un notorio nerviosismo mientras se mordía el labio inferior igual de ansioso.

 

—Y-Yo no lo sé, no quería hablarle ni verlo, solo quería… solo quería saber que estaba aquí y que lo que Ranjiro dijo era verdad.

 

Silas intentó mirarlo directamente pero Wakiya no cooperaba en absoluto al ocultar su mirada en la taza de té vacía. El de cabellos verdes gruñó, entonces así serían las cosas.

 

—Bien.

 

Rápidamente se levantó del asiento sorprendiendo a Wakiya en el proceso.

 

—E-Espera, ¿a dónde vas? —cuestionó Murasaki al notar la actitud decidida del chico quien no le dio respuesta alguna. No logró alcanzarlo y se limitó a observar como Silas salió a grandes zancadas del sitio.

 

El de cabello verde sabía exactamente a dónde dirigirse, después de todo sus viajes constantes alrededor del mundo lo obligaron a recopilar información sobre sitios donde podría pasar la noche y, aunque no se había visto en la necesidad de hospedarse ahí en muchos años; precisamente desde que ingresó al BC Sol, conocía bien el lugar donde Wakiya afirmó que vio a Rantaro.

 

Y cuando llegó el sitio pudo darse cuenta que no era tan concurrido como recordaba, todo lo contrario pues parecía que pronto irían a la quiebra pero eso a él no le importaba en absoluto, todo lo contrario pues le facilitaba la labor de encontrar a ese idiota.

 

Espero fuera del lugar con paciencia durante un par de horas donde nada ocurrio, nadie entraba ni salía. Rechistó molesto y empezó a caminar en círculos, con ambas manos en los bolsillos del pantalón mientras soltaba maldiciones en voz baja.

 

Alzó la mirada cansado de todo pero fue en ese instante que logró verlo, lo observaba detrás de un ventanal que daba directo a la calle.

 

—¡Idiota! 

 

Gritó Silas a todo pulmón logrando que Rantaro cerrará con gran velocidad y como pudo la cortinilla, pero en el proceso está terminó por zafarse de la pared dejándolo completamente expuesto, pues ahora toda su habitación se veía desde la calle.

 

Rantaro suspiró resignado a la vez que sus hombros decaían, bajo la cabeza negando pues sabía que ya no podía evadir más a Silas.

 

Con desgano salió de la habitación y del hotel en general. Justo cruzando la calle estaba Silas, mirándolo y quizás esperando que algún auto pudiera arrollarlo antes de llegar con él.

 

Para fortuna del rubio nada de aquello ocurrió y llegó a salvo con el de cabellos verdes quien lo miraba con una ceja levantada y la quijada bien apretada, como si el hecho de verse fuera algo asqueroso.

 

—Así que es verdad. —comentó Silas después de un largo e incómodo silencio entre ambos, Rantaro frunció el ceño pues no era precisamente agradable empezar una conversación con él.

 

—No sé a qué te refieres. —Murmuró sin mirarlo directamente.

 

—Me refiero a que viniste a España, te refugiaste como un cobarde en un hotel de cuarta con el único propósito de venir a espiar a Wakiya sin tener el valor suficiente como para enfrentarlo en el BC Sol, ¿O me equivoco?

 

Kiyama se sintió enfadado y ofendido ante las acusaciones de Silas, sin embargo no es como que lo pudiera desmentir pues, sus reclamos no eran más que la verdad absoluta de lo que estaba ocurriendo.

 

—¿Y bien que quieres? —preguntó Rantaro confundiendo momentáneamente a Silas.

 

—¿Cómo que lo quiero?

 

Ante la interrogante, Rantaro se alzó de hombros e insistió.

 

—Solo dime qué quieres y déjame en paz, estoy ocupado.

 

Silas lo miró incrédulo, pues no podía concebir la idea de que Rantaro realmente había desechado a la basura sus reclamos como si no valieran nada.

 

Sonrió irónico y bajó la cabeza, negando con incredulidad por lo que Rantaro afirmaba.

 

—¿Qué hay entre tú y Wakiya? —preguntó el rubio con seriedad absoluta, sin despegar su mirada de Silas.

 

Esa última pregunta fue la gota que derramó el vaso de la paciencia de Silas, este no respondió y rápidamente tomó a Rantaro de las solapas con toda la fuerza que tenía, pero aún con ese movimiento agresivo el rubio no se inmutó en absoluto, en cambio le dirigió una mirada seria pero a la vez severa. 

 

Pero a pesar de ello la furia de Silas era mayor así que apretó con fuerzas la polera de Kiyana con su puño derecho mientras que intentaba controlar el izquierdo para no golpearlo en ese mismo instante.

 

—Mira… idiota. —Las palabras lentas y pesadas de Silas no eran nada más ni nada menos que producto de la furia que sentía, aún así intento regularse un poco para continuar—. Aléjate de Wakiya o te juro que haré que te arrepientas por el resto de tu vida.

 

Después de todo aquello lo soltó de un brusco movimiento que a pesar de su fuerza, no hizo retroceder a Rantaro ni un poco. 

 

¿Por qué llegaba a España así nada más? ¿Porque le hacía preguntas sobre él y Murasaki si ya lo había dejado irse? ¿Quién se creía?

 

Tantas preguntas rondaban en la mente de Silas que no se podía disipar con facilidad, más en un instante el sentido de ironía pura se apoderó de él y rió, rió por lo absurda que se estaba volviendo la situación, desde un principio lo fue y nunca dejó de serlo.

 

Estaba harto de todo esto. 

 

En cuestión de segundos su actitud dio un giro repentino, apretó el agarre que tenía sobre Rantaro y lo miró con el ceño fruncido, lleno de un enojo tal que todas sus facciones se marcaban agresivamente.

 

—Lo que pase entre Wakiya y yo… —Hizo una pequeña pausa antes de continuar, el aliento pesado salía de sus fauces pero muy a pesar de todo ello la expresión seria e intimidante no desaparecía del rostro de Rantaro, quien lo observaba fijamente, atento de lo que estuviera por decir—. Todo lo que suceda entre nosotros es nuestro, no tuyo.

 

Rantaro sintió como si le lanzaran un balde de agua helada, su expresión cambió a una sorprendida a la vez que Silas lo soltaba. 

 

Pensó que quizás era cierto y Silas ya tenía un lugar en el corazón de su amado.

 

—Así que aléjate y dejanos a Wakiya y a mí en paz.

 

Silas le lanzó una última mirada llena de enfado, luego se dio la media vuelta y regresó por donde vino.

 

No escuchó el momento en el que Rantaro regresó al interior del hotel, tampoco se volvió a verificar si lo hacía pues ya no lo quería ver ni un solo momento más.

 

En medio del camino analizaba una y otra vez lo que dijo a Rantaro, si en algún momento se equivocó y le dio la puerta abierta a volver a intentar algo con Wakiya u otro error similar; sin embargo no recordó nada parecido.

 

Con el pasar del tiempo se tranquilizó un poco al igual que su humor pasó a ser neutral nuevamente, no tenía ningún apuro en regresar al BC Sol así que caminó con lentitud mientras la noche comenzaba a reinar por las calles. A pocos metros de llegar a la entrada de la sede escucho un sonido ahogado pero preocupante, pues parecían ser varias personas gritando.

 

Rápidamente entró y el sonido aumentó más y más con cada paso que daba al interior, empezó a sentir la adrenalina corriendo por sus venas junto a una pequeña dosis de desesperación por no encontrar el sitio de donde provenía el conflicto.

 

—Silas, corre, tienes que venir rápido. —escuchó venir de sus espaldas, era Cuza quien lo miraba con una expresión desesperada. 

 

Silas ignoró el hecho de que ese chico se hubiera aparecido así de la nada y únicamente se concentró en ir a la dirección donde Cuza le indicaba, en una de las salas de la mansión.

 

Sabía que debía esperarse lo que fuera cuando arribara al sitio, sin embargo nunca se habría imaginado que la escena que se estaba llevando a cabo fuera real.

 

Por un lado habían pocos chicos presentes en la discusión, simples espectadores curioseando y otros sin saber que hacer para calmar las cosas, su atención se enfocaba sobre Shu y Free, el primero yacía sobre el segundo mientras sangre escurría entre sus cabellos albinos. Por su lado, Free no hacía en mejores condiciones, pues su ojo derecho estaba hinchado a la vez que un hilillo de sangre se colaba de su boca. Ambos respiraban erráticamente mientras que Shu miraba con odio incontenible a un Free que le sonreía de medio lado.

 

Silas corrió presurosamente a quitar a Shu para que dejara de aprisionar a Free, pero en cuanto hizo esto, el rubio aprovecho y soltó un rodillazo directo en el estómago del albino que, aunque no tenía mucho impulso o fuerza, fue lo suficiente para hacerlo expulsar el aire por unos segundos.

 

Al conflicto se unió Aiga quien nadie sabía de dónde había salido y se dedicó a detener a Free en su lugar, luego Wakiya se le unió para controlar al rubio. Silas aprovechó para afirmar su agarre sobre Shu mientras Cuza reaccionó para ayudarlo. Shu forcejeaba fuertemente y casi se soltaba para ir en contra de Free.

 

—¡¿Qué les pasa a ustedes dos?! —gritó Wakiya mientras sostenía firmemente a Free quien respiraba pesado sin dejar de forcejear, sin embargo fue Shu quien se encargó de responder.

 

—¡Este idiota se lo buscó! ¡¿Por qué no te largas de una vez y me dejas en paz?! —gritó con tanta fuerza que su garganta llegó a rasparse y su voz salió más grave que nunca, Free no respondió ante la acusación y solo sonrió ampliamente.

 

—¿Qué diablos…? 

 

Preguntó Silas, absolutamente confundido por la reacción de Free, no tuvo la dicha de sorprenderse más pues la furia recorrió a Shu y de nuevo intentó zafarse, por lo que junto a Cuza, afirmó con mucha más fuerza el agarre sobre el albino para evitar un inminente conflicto.

 

Pasos apresurados se dejaron escuchar por el pasillo, y a decir verdad parecía ser de muchas personas, este asunto se saldría de control muy rápido.

 

Aunque quizás no sería así, pues todos vieron llegar a Cristina liderando al grupo; está al momento de ver a los chicos forcejeando para detener a Shu y a Free se escandalizó.

 

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó impactada, más la tensión acumulada no se disolvió ni un poco con su exclamación.

 

—No lo sé… —respondió Silas a la vez que retrocedía junto a Shu, Cristina se preocupo al ver a ambos chicos sangrando y con otras heridas superficiales.

 

—Ah… ¿Cómo fue que…? —Más no terminó la pregunta, proceso todo con rapidez y empezó a dar órdenes—. Silas y Cuza, llevense a Shu lejos de aquí —Luego se devolvió contra los demás chicos—. Ustedes salgan de aquí; Wakiya y Aiga, lleven a Free a mi oficina por favor.

 

Todos llevaron a cabo las órdenes de Cristina, a Silas junto a Cuza les costó mucho trabajo llevar a Shu a que se calmara en su habitación pues este yacía muy furioso con Free, y aunque se quedó un rato con él después de que Cuza se retirara y platicar al respecto, no pudo saber mucho de lo que sucedió entre esos dos.

 

<<Qué más da, ya tengo muchas cosas que me joden>>, pensó fastidiado al salir de la habitación del albino, a decir verdad le causaba mucha curiosidad pero no deseaba involucrarse tanto así que mejor dejaría que esa curiosidad se fugara sola de sus sistema.

 

Mientras por otro lado, en la habitación continua, Drum cuidaba de un Valt aún sumamente enfermo, ambos sin tener el mínimo conocimiento de lo que aconteció momentos atrás.

 

Asuntos en los que Valt estaba más que enredado.

 


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