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Casi Efímero por gravitycb

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Capítulo 2

 

 

Dos días después, BaekHyun se trasladó de su apartamento con la ayuda de ZiTao. Afortunadamente su amigo pudo guardarle algunas cosas. El resto tendría que tirarlo o venderlo en un puesto del mercado, porque el menor no podía permitirse lo que costaría pagar un almacenaje. La casa de acogida estaba llena, y su habitación era pequeña, lúgubre, triste y deprimente.

 

Después de pasar allí su primera noche, BaekHyun se levantó con los ojos hinchados, pero también con una fiera determinación. Había decidido que estaba dispuesto a hacer lo que fuese para darle a SeHun y a LuHan un techo seguro. La mera idea de que lo avergonzaran, lo humillasen y lo rechazasen en público no tendría que detenerle. En ese momento, estaba decepcionando a sus hijos con su actitud. ZiTao había hecho bien en decirle lo que pensaba.

 

Con eso en mente, BaekHyun fue a la biblioteca a meterse en internet para ver si podía descubrir alguna información nueva sobre el padre de sus bebés. Lo había intentado y fracasado hacía algunos meses, pero ya habían transcurrido varios desde el último intento. Sin embargo esta vez la búsqueda le dio la opción de intentarlo con un nombre alternativo, y cuando probó esa opción, se sorprendió cuando la pantalla se llenó de posibles páginas. En la primera que visitó apareció una foto de ChanYeol.

 

Sólo entonces se dio cuenta BaekHyun de que sus intentos anteriores habían resultado fallidos porque había escrito mal su apellido, deletreando «Parek» en lugar de «Park». El sencillo pero crucial error le había impedido enterarse de que ChanYeol era el presidente del Banco PCY, que tenía una sucursal en Londres. Durante todo ese tiempo de penuria económica, el mayor había estado haciendo viajes a menudo al Reino Unido.

  

Se pasó un rato navegando por internet, y leyó varios artículos sobre él; entre otras cosas, lo describían como un hombre guapo, genial, frío o impasible. Ese era el hombre de quien se había enamorado locamente. Cuando leyó un comunicado en prensa de una fusión en la que Banco PCY tomaría parte al día siguiente, BaekHyun se estremeció. Si algo importante estaba a punto de ocurrir, seguramente ChanYeol estaría allí. Si se levantaba temprano a la mañana siguiente, podría ir aquel lugar, esperar a la puerta del banco y tratar de interceptarlo cuando llegara.

 

Por supuesto, también podría tomar el camino más habitual y concertar una entrevista con él, ¿o no? Hizo una mueca mientras rechazaba la idea. Estaba convencido de que él no accedería a verlo. Después de todo, la última vez que se habían visto le había dado un número de teléfono equivocado para contactar con él; y también había ignorado la carta que le había enviado pidiéndole ayuda. No, tal vez sería mejor idea no advertir a ChanYeol de antemano. El elemento sorpresa tal vez podría darle el empuje que tanto necesitaba; ya no era tan ingenuo como para creer que alguien tan listo y astuto fuera a escucharlo así como así.

   

BaekHyun dejó a los mellizos con ZiTao a la mañana siguiente muy temprano.

  

—No te dejes convencer por ninguna tontería que te diga ese tipo —le advirtió su amigo preocupado —. Tiene mucho más que perder que tú.

  

—¿Y cómo le hago entender eso?

  

BaekHyun dejó a SeHun y después a LuHan en el corralito donde ya estaba Honey, la hija de ZiTao. Como siempre, miró a su alrededor y deseó estar en posición de permitirse un confort similar al de su amigo. Aunque la casa de ZiTao era diminuta, los tonos pastel de las paredes le daban un aspecto acogedor incluso en un día gris. Ayudado por varios familiares de los que BaekHyun carecía, el joven trabajaba de estilista. Su madre le cuidaba a la niña a veces por la noche, y su ex novio le daba la manutención correspondiente.

  

—Te apuesto lo que quieras a que no querrá ningún escándalo —le dijo ZiTao —. Por lo que he leído, los banqueros suelen ser muy conservadores.

  

¿Conservadores? BaekHyun iba dándole vueltas a la idea en el autobús. Cuando había conocido a ChanYeol le había parecido conservador; también frío, reservado y austero. No le había gustado, ni le había hecho gracia que le tratara como a un empleado doméstico-esclavo, y había detestado su costumbre innata de mandar, que formaba parte de la arrogancia y la seguridad en la que le habían educado. Pero ninguna de esos rasgos que rechazaba había ahogado el inquietante deseo que el banquero había despertado en él. La respuesta hacia el mayor le había sorprendido, y echado por tierra muchas cosas que había asumido de sí mismo. Su ardiente pasión lo había sorprendido todavía más. Él lo sostuvo entre sus brazos y besado, después se lo había llevado a la cama sin dudas ni discusiones. Se encogió por dentro sólo de pensarlo. Había sido su primera vez, su primera experiencia romántica, sentía que se había comportado como un prostituto y, cosa lógica, aquel hombre le había tratado como tal.

   

El Banco PCY, situado en el corazón de la ciudad, estaba en un impresionante edificio de estilo contemporáneo. Levantó la vista hacia la luz brillante reflejada en las filas y filas de ventanales, maravillándose del tamaño y esplendor del edificio. La mezcla de rabia y nerviosismo provocaron en BaekHyun una nueva oleada de inquietud. Finalmente se daba cuenta que Park ChanYeol era un hombre multimillonario y poderoso. Se colocó en una esquina del edificio para poder observar tanto la entrada principal como la lateral. Los empleados empezaban a llegar; y la lluvia empezó a caer con más fuerza. Pasado un rato, le había calado la fina chaqueta hasta dejarlo totalmente empapado. Como tenía la cabeza agachada para intentar no mojarse tanto, estuvo a punto de perderse el impresionante automóvil negro que se detuvo con discreción en la tranquila calle lateral.

  

Se puso derecho y echo a andar con rapidez hacia la aquel vehículo BMW X7; si el pasajero era ChanYeol, no quería que se le escapase. Otros dos automóviles que le seguían se detuvieron también: uno delante del SAV y el segundo detrás. Varios hombres salieron y se desplegaron por la calle. Sin embargo, BaekHyun tenía la vista fija en el hombre alto y de facciones definidas que en ese momento bajaba del vehículo. La brisa revolvió su brillante cabello negro. Sin aviso previo, un conocido sentimiento de intimidad aguijoneó al más joven. Lo habría reconocido en cualquier sitio sólo por el ángulo de su imperiosa cabeza y la gracia y economía de sus movimientos. No podía apartar los ojos de su rostro de aire enérgico, de la línea recta de sus cejas, de sus ojos profundos, brillantes y magnéticos. Se le encogió el estómago de la emoción.

  

—ChanYeol…

   

Trató de hablar, pero le falló la voz. Porque aunque el mayor no la habría oído, puesto que todavía no estaba lo suficientemente cerca de él, sí que parecía estar mirando hacia donde se encontraba resguardado.

  

ChanYeol había percibido los gestos de alerta de su equipo de seguridad y se había fijado en la razón. Nada más ver al joven delgado que se dirigía hacia él le reconoció, y se quedó inmóvil. La visión del brillo mojado de su cabello rojo y el rostro pálido, con una nariz respingada de forma adorable lo transportó al pasado. Recordó cómo la luz del sol que entraba por la ventana mojada por la lluvia había hecho resplandecer aquel precioso cabello, e iluminado unos ojos café, que con aquellos rayos tenían tonos rojizos. Había sido un momento de realidad que le costaba recordar. Uno de sus guardaespaldas le impidió el paso con experimentada facilidad, justo en el mismo momento en el que unos paparazzi entraban corriendo en la calle, cámaras en mano.

  

—Dentro, jefe —le urgió JongIn, su encargado de seguridad, al ver que ChanYeol vacilaba —. Son unos paparazzi y un chico sin hogar… ¡Podría ser un montaje!

  

Con paso seguro, el de cabellos negros subió las escaleras y desapareció en el interior del edificio. ¿Un montaje? ¿Un chico sin hogar? JongIn únicamente podría haberse referido a BaekHyun. ¿Por qué seguía vestido como un estudiante desarrapado? ¿Y por qué habría ido a verlo? No podía creer que su repentina aparición después de tanto tiempo pudiera tratarse de una coincidencia. ¿Qué querría de él? ¿Y por qué había intentado acercarse a él en un lugar público? ¿Habrían estado esperando los fotógrafos a ver si él se dirigía al menor, listos para poner en marcha alguna trampa donde el objetivo fuera él? Con la sospecha reflejada en su astuta mirada, le pidió a JongIn que vigilara todos y cada uno de los movimientos de aquel joven de cabellos rojizos.

  

Era difícil sorprender a su jefe de seguridad, pero esa orden lo consiguió.

  

—¿Sabes, el hombre que creíste que era un chico sin hogar? Se llama BaekHyun Byun. ¡No lo pierdan de vista! —le ordenó ChanYeol en griego —. Síganlo. Quiero saber dónde vive.

  

Mientras su eficiente jefe de seguridad se apresuraba de vuelta a la calle para llevar a cabo las órdenes recibidas, El banquero adoptó de nuevo una expresión formal.

  

Accedió al ascensor para los ejecutivos que lo esperaba, e inmediatamente fue informado de los últimos precios en las acciones y de las modificaciones finales para el comunicado de prensa que se haría sobre la fusión. Cuando otro recuento intentó aflorar de su habitualmente disciplinado subconsciente, él lo ahogó con implacable rigor. No era una persona introspectiva; ni le gustaba darle vueltas a los errores pasados. En realidad hacía tiempo que había aceptado que en el plano emocional era tan frío como la reputación que lo precedía.

  

Al final de su primera reunión descubrió que había escrito una B rodeada con un círculo; y esa breve falta de concentración, esa debilidad subliminal que cuestionaba su autodominio, lo enfureció.

   

Asombrado por la técnica de bloqueo del tipo de seguridad, que se había puesto delante de él, aquel equipo que después había echado a los periodistas que gritaban y protestaban, los cuales habían pasado junto al menor empujándolo el fin de acercarse a ChanYeol, BaekHyun se quedó de momento aturdido y sin saber qué hacer. El mayor lo había visto; pero no sabía si lo habría reconocido. ¿Habría enviado a aquel fortachón para echarlo de allí? ¿Habría hablado con él de no haber estado allí los periodistas?

   

Le daba la impresión de que no habría sido así; de que no le había sonreído, ni le habría recibido afectuosamente. Era tan canalla, pensaba con tristeza mientras se ahogaba en un profundo sentimiento de fracaso. Pero incluso en ese momento, su espíritu rebelde y desafiante le levantó de nuevo. Dio la vuelta a la esquina y entró por la puerta principal del banco, donde se dirigió directamente al mostrador de recepción.

  

—Me gustaría hablar con el señor Park —anunció.

  

La recepcionista que fue a atenderlo le estudió fijamente, como si tratase de decidir si aquel joven le estaba tomando el pelo. En ese momento de intensa observación de su persona, BaekHyun se sintió muy incómodo cuando se acordó de que tenía el pelo empapado, su chaqueta y los vaqueros que llevaba eran muy viejos.

  

—Deme su nombre —dijo la elegante joven que estaba detrás del mostrador —. Pero debo advertirle que el señor Park está particularmente ocupado y que sus citas se conciertan con meses de antelación. ¿Querría tal vez ver a otra persona?

  

—Quiero ver a ChanYeol. No me sirve otra persona. Por favor, ocúpese de que reciba el aviso con mi nombre. Él me conoce.

  

Consciente de la silenciosa incredulidad con que fue recibido su comentario, BaekHyun se retiró con toda la dignidad posible hasta un asiento. Observó a la recepcionista hablar con sus dos compañeras; y alguien ahogó una risilla. El de cabellos rojizos sintió su cara sonrojarse mientras trataba de fingir un interés que no sentía en un grueso periódico de economía que había en la mesa de centro. Se reprendió para sus adentros mientras se decía que se estaba agobiando. Seguramente nadie estaría hablando sobre él; del mismo modo que la explicación más plausible para lo que había ocurrido en la calle fuese que ChanYeol ni siquiera lo hubiese reconocido.

  

Se llevó la mano al cabello mojado con desazón y se quitó la cola de caballo. Sacó un peine que llevaba en su bolsillo, y se lo pasó por los mojados cabellos rojizos, rezando para que su pelo tomase forma, en lugar de ponérsele intratable. Mientras lo hacía se preguntaba por qué se molestaba, seguro de que él no le recibiría.

  

Allí sentado se dio cuenta de algo que debería habérsele ocurrido mucho tiempo atrás. Hasta entonces se había equivocado completamente con el apellido del mayor. ¿Habría recibido entonces ChanYeol la carta que le había enviado diciéndole que estaba embarazado? Había enviado una a su residencia de Irlanda, y cuando no había recibido respuesta le había enviado otra a nombre de la empresa inmobiliaria que le había alquilado la casa. ¿Pero le habrían entregado ellos una carta en la que figuraba un apellido equivocado? ¿Y si el mayor no hubiese recibido tampoco ésa?

   

—¿Señor Byun? —dijo la recepcionista.

   

BaekHyun se levantó apresuradamente.

  

—¿Sí?

  

—Tengo una llamada para usted.

  

Con la sorpresa reflejada en sus delicadas facciones, el de cabellos rojizos aceptó el teléfono inalámbrico que la joven le tendía.

   

—¿BaekHyun?

  

Era ChanYeol; se quedó tan sorprendido al oír el modulado sonido de aquella voz, que estuvo a punto de dejar caer el aparato.

  

—¿ChanYeol?

  

—Estoy esperando una llamada vía satélite y me temo que sólo dispongo de unos minutos. Has escogido un mal día para llamar…

  

—Es por la fusión —respondió mientras se daba la vuelta con el teléfono pegado a la oreja; su voz poseía un timbre tan familiar que hizo que se le encogiera el corazón —. Pero por eso mismo he venido. Sabía que estarías aquí, y tenía que verte.

  

—¿Por qué? —le preguntó ChanYeol con naturalidad estudiada —. ¿Necesitas acaso algún tipo de ayuda? ¿Por eso has solicitado verme?

  

—Sí… pero no es algo que pueda hablarse por teléfono —le dijo BaekHyun con tirantez —. Por cierto… ¿recibiste una carta mía?

 

—No.

 

—Ah…

 

BaekHyun se quedó de piedra con aquel no tan rotundo, porque si él no sabía que se había quedado embarazado le esperaba una buena sorpresa.

 

—¿Por qué no puedes decirme brevemente de qué se trata? —le preguntó ChanYeol en tono seco.

 

—Porque tengo que verte para hablarle de ello —le recordó.

 

—Eso no es posible…

 

BaekHyun bajó la voz y adoptó un tono casi suplicante.

 

—No habría venido aquí de no haber estado desesperado…

 

—Entonces ve al grano —le dijo con fría claridad —. No me van los misterios.

   

Le ardían los ojos de las ganas de llorar.

  

—De acuerdo, no quieres verme —exclamó —. Pero no digas que no te he dado la oportunidad.

  

Con esa declaración. BaekHyun cortó la conversación, volviendo al mostrador para devolver el teléfono. Antes de dejarlo, empezó a sonar de nuevo; y cuando estaba dándose la vuelta y echando a andar hacia la salida, la recepcionista le llamó por su nombre por segunda vez. Se dio la vuelta. La joven le tendió el teléfono de nuevo. El menor negó con la cabeza. De pronto se dio cuenta de que algunas personas se estaban fijando en él, particularmente un hombre delgado y moreno con mirada inquisitiva que le sacó los colores. Sin más se dio media vuelta y salió corriendo del banco.

   

Estaba furioso consigo mismo por haber sido tan impulsivo y tan ingenuo. ¡Qué estupidez por su parte haber tratado de hablar con ChanYeol! El mayor no quería ni hablar con él, ni saber nada que tuviese por comunicar; además la noticia de que era el padre de unos mellizos no sería bien recibida por su parte. Se dio cuenta de que el único modo de recibir ayuda económica del banquero sería contratando a un abogado para que le exigiera una prueba de paternidad. Pero también sabía que los asuntos legales iban despacio, y que no le darían una solución a corto plazo. Así que tenía que pensar en el modo de vencer sus escrúpulos para ponerse en contacto con un periódico.

  

El mayor se enfadaría mucho con él. Un vivido recuerdo le asaltó en ese momento. Recordó cuando le había tirado encima una bandeja de desayuno y que le había gritado. Su expresión sobrecogida le acompañaría hasta la muerte. Entonces se había percatado de que nadie le había hablado a ChanYeol así en su vida, ni tampoco le había dicho nadie que era horrible trabajar con él y que era un hombre imposible de complacer. Su falta de respeto había resultado insultante para el mayor. Tan sólo cuando lo había podido convencer para que entendiera su postura, el banquero se había mostrado dispuesto a perdonar la ofensa, y al final aquel hombre había terminado saliéndose con la suya.

  

BaekHyun tardó una hora en regresar a casa de ZiTao, pero no había nadie cuando llegó. Recordó con pesar que su amigo le había dicho que tal vez saldría de compras con su madre. Mientras caminaba por la calle, un SAV que reconocería en cualquier lugar, se detuvo junto a la acera delante de él; entonces salió del vehículo un hombre de mediana edad y abrió la puerta del pasajero.

 

 —El señor Park quiere llevarlo —le anunció.

 

Sorprendido, se quedó inmóvil mientras estudiaba los cristales polarizados de aquel automóvil negro con intensidad antes de aceptar la invitación con un movimiento brusco. Le gustase o no, sabía que era la mejor oferta que conseguiría. BaekHyun, mareado de los nervios, se metió en el BMW X7.

 

 


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