Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Delicioso aroma por 1827kratSN

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

—¿Es tu novio?

—Sí.

 

Tsuna siempre supo que en algún punto de su vida algo así iba a suceder, pero no creyó que fuera cuando estuviera llegando para una visita corta a la oficina de Reborn. Quiso correr, pero fue tarde, porque esas dos personas le estaban cortando el camino hacia el ascensor. La mirada de aquel tipo seguía encima de sí, sus nervios lo traicionaron y sus manos temblaron. Quiso fingir demencia, pero el hombre lo llamó “exclusivo”. Oh jodida vida, Reborn se dio cuenta, o eso pareció, porque de a poco se fue irguiendo como para enfrentar a su acompañante.

 

—¿De dónde lo conoces? —la pregunta clave.

—Es el chico del café show —rio el hombre de cabellos rojizos y mirada ébano—. Por dios, no puedo creer que te juntaras con alguien como él.

—¿A qué te refieres?

—Es un beta —dijo divertido—, a más de eso trabaja en un lugar bastante… particular —siguió burlándose, enfrentando la mirada del azabache—. ¿Cómo pudiste caer ante esa cara bonita, Reborn?

—Deberías cortar el discurso —advirtió, perdiendo poco a poco la paciencia.

—Soy mejor que ese niño —sonrió de lado—. ¿Por qué no aceptas salir conmigo un par de veces? Te aseguro que…

—Iugh —Reborn dio un paso atrás antes de apretar los labios y hacer una mueca de desagrado—. ¿Qué te dije sobre ese tema?

—Ese niño no me es competencia —el hombre aún se mostraba divertido por la situación—, es un beta, por favor… ¿qué te puede ofrecer? —sostuvo el brazo de Reborn, y se acercó para demostrar que era unos tres centímetros más alto que el azabache.

—Más de lo que te puedas imaginar —siseó preparándose para romperle la nariz al infeliz ese. Si bien lo soportó hasta ese día debido a sus negocios, eso se terminó.

—Debería soltarlo, desconocido-san —Tsuna se había acercado con sigilo, apenas y haciéndose notar—. Por favor —pidió con una sutil sonrisa.

—Qué demonios —murmuró Reborn, porque odiaba sentir que alguien lo defendía.

—Oh, cariño, decidiste ir por el pez gordo, ¿verdad? —miró al castaño con desdén—. Pero no lo permitiré.

—Se lo diré una vez más —Tsuna sonrió antes de relajar sus brazos y dejarlos caer a cada lado de su cuerpo—. Suelte a Reborn, por favor.

 

Reborn no dijo nada, interesado al notar cierto cambio en el ambiente porque su socio pelirrojo empezó a despedir feromonas para intimidar al castaño, pero Tsuna ni se amedrentó. Las miradas siguieron, las palabras también. Después de liberarse del agarre en su brazo, esperó a ver si algo interesante pasaba, porque era cierto que jamás había visto el lado alfa de Tsuna actuar en público.

Y le gustó.

Soportó la carcajada cuando el pelirrojo quiso empujar a Tsuna y este soltó de golpe sus feromonas a la par que agarraba la muñeca del más alto y la estrujaba con fuerza. Reborn pensó que quedaría ahí, pero cinco segundos después se estaba riendo entre dientes porque su socio estaba en el suelo, y Tsuna estaba sobre él, torciéndole el brazo en la espalda, recalcándole que no le gustaba que tocaran a su novio y no sé qué cosas más. Ah sí, fue divertido saber que el pequeño Tsunayoshi podía ponerse celoso y territorial de vez en cuando.

A la par que su relación iba avanzando y se conocían más y más, Reborn también fue conociendo otros aspectos de Tsuna. Como su afán por mitigar su lado alfa porque de esa forma no asustaba a sus compañeros de trabajo o a sus hermanos menores, que tenía dotes para los idiomas, y que jamás hablaba de sus celos porque se aislaba totalmente el día en que eso sucedía. Cosas más, cosas menos.

Pero tuvo que llegar las verdades importantes, como cuando aceptó que Skull era su única familia y hermano menor. Tsuna no pareció afectado por la noticia, al contrario, le pareció divertido que su jefe fuera el hermano de su novio. Solo faltó una cosa. Reborn debió aceptar que detrás de aquel castaño se hallaban tres pequeños diablillos que serían su mayor obstáculo a superar, porque no era de las personas a las que les gustara mucho el alboroto y los niños.

 

Perdóname —era Tsuna—, te lo compensaré.

—Odio que me canceles la cita —apretó el celular y cerró los ojos.

Mamá está algo resfriada, no puedo dejarla sola con mis hermanos —unas risitas se escucharon al fondo.

—Voy a arrepentirme de esto —se masajeó la sien derecha.

—¿Qué dijiste?

—Puedo… —respiró profundo para agarrar valor—. Puedo ir a ayudarte con tus hermanos.

—¿Eh? —Tsuna se sorprendió, porque no esperó aquello—. No —pero no le duró mucho—. Claro que no.

—Quiero que me prepares café.

—No es buena idea que…

—Iré —ahogó un suspiro—. Solo… Estaré ahí.

Pero…

—Ya les has dicho que tienes novio, ¿no? Entonces ya va siendo hora de que me presentes a tu familia.

—No es buena idea.

—Quiero hacerlo.

—Reborn, en serio, no es buena idea ahora. No he podido explicarles el comportamiento adecuado para…

—Estaré ahí en una hora.

 

Reborn jamás olvidaría las tres caritas curiosas que lo recibieron en la puerta. Eran un rubiecito de nueve años llamado Fuuta, y dos azabaches de seis y cinco años muy disparejos entre sí cuyos nombres eran Lambo e I-pin. Se ahorró el comentario de que los dos últimos pequeños no se parecían nada a los padres de familia que vio por fotografías, y se presentó como era debido.

No sabía cómo aquel castaño lograba lidiar con esos tres torbellinos y tener energía suficiente para trabajar en una guardería. A más de eso trabajaba dando espectáculos que requerían de fuerza física y otras habilidades. Cualquier persona normal estaría agotada. Era simplemente sorprendente.

 

—Lambo ¡no corras! —Tsuna cargó en brazos al más problemático.

—¡Suelta a Lambo-sama!

—Tsuna-nii tengo sed —la más pequeña era calmada, así que Reborn no tuvo problemas con ayudarla a saciar sus necesidades más básicas. Le dio un vaso de agua y la acomodó en la pequeña mesa.

—Correr alrededor de Fuuta no está bien —regañó, sin soltar al pequeño de rizos—. Déjalo terminar la tarea.

—¡No, no! —pataleaba.

—Mamá se enojará contigo si no le haces caso a tu hermano mayor —Reborn miró al mocoso con seriedad—. ¿Quieres que tu madre se enoje?

—No —el labio inferior del pequeño de ojos verdes tembló—. Lambo no quiere que mamá se enoje —y lloró.

—Entonces compórtate bien —Tsuna suspiró antes de abrazar a Lambo contra su pecho y acariciarle la cabeza—. No molestes a Fuuta y mejor ayúdame aquí.

—¿Y tu madre? —Reborn miró al castaño con intriga, desde que llegó tenía esa curiosidad.

—Dijo que no está presentable —Tsuna sentó a su hermano en una de las sillas de la cocina y le dio un poco de agua—, así que no saldrá de su habitación por ahora.

—Ya veo —miró a los dos niños que bebían con avidez—. ¿Soportas todo esto siempre?

—Es normal, ¿no? —Tsuna acarició la cabeza de Lambo y ayudó a I-pin a sentarse correctamente—. Son niños.

—Pues… —Reborn quiso decir que esos no eran niños normales, pero decidió simplemente negar y cambiar de tema—… ¿qué vas a cocinar?

—Hamburguesas —pidió Lambo.

—Pulpos de salchicha —pidió I-pin.

—Yo quiero pastel —llegó el rubio faltante—. ¡Ya terminé la tarea, Tsuna-nii! —elevó el cuaderno sobre su cabeza.

—¿Y tú qué quieres, Reborn? —sonrió mientras revisaba el cuaderno de su hermanito.

—Saber si tu comida es tan buena como tu café.

—Tsuna-nii cocina muy rico —añadieron los niños en coro.

—Mi madre cocina mejor —el castaño rio entre dientes.

—Es cierto —añadieron los niños.

 

Con el tiempo Reborn reconocería que Tsuna tuvo razón, porque aquella castaña —que parecía mas joven de lo que en realidad debía ser—, era un ángel en cuanto a sabores en la cocina. Entendió también que aquellos cuatro hermanos compartían sangre solo por parte de padre, y solo Fuuta y Tsuna eran hijos de sangre de la castaña mujer.

Se sorprendió al saber que Nana aceptó a sus dos últimos hijos sin recriminarle nada al difunto esposo, y era feliz con aquella familia tan disparatada, pero que aún sentía la muerte del tal Iemitsu. Además, la castaña estaba muy orgullosa por los dos hijos alfa de clase alta que la cuidaban como a nadie, y esperaba que sus dos últimos retoños no renegaran de su casta cuando los resultados salieran en un par de años más.

 

—Cuida de Tsu-kun —sonrió Nana en otra de las visitas de Reborn a aquella casa—, y dale tiempo.

—Lo haré —sonrió ante la mujer.

—Él es un alfa orgullo como su padre —rio suavemente—, pero es dulce… y se merece que lo amen de verdad.

—No tiene idea de cuánto amo a su hijo —Reborn sonrió de lado.

—¿Y cuándo se lo vas a decir? —sonrió ante la mirada del ajeno.

—Pronto.

—¿Cuándo?

—Cuando deje ese trabajo en la cafetería —se dijo para sí mismo en un susurro antes de mirar a la castaña—. Se lo diré cuando su hijo confíe en mí de verdad.

—Entonces no tardará mucho.

 

Reborn aceptó las condiciones de aquel castaño solo por verlo feliz, cedió a una relación algo complicada, esperó a que Tsuna resolviera todos sus problemas y lo apoyó en cuanto pudo. Jamás había dado tanto por una persona o una relación, pero valió la pena. Al final sonrió cuando aquel castaño le informó que renunciaría a aquel empleo en el café show, para seguir los consejos de Lal y levantar una cafetería sencilla de la que vivir.

Pero nadie le iba a quitar a Reborn el placer de brindar una ayuda extra.

Reborn quiso ser parte de la vida de su alfa, y lo hizo cediéndole a Tsuna una especie de beca —que al final pagaría él en secreto—, para que éste aprendiera todo lo que debía saber sobre postres y decorados, además de la profesión de barista que encajaba bien con las habilidades de Tsunayoshi con la manipulación del café. Lo vio crecer y se vio orgulloso del alfa que sería su compañero de por vida.

 

—Sí, estoy enamorado de él —susurraba Reborn al ver a Tsuna practicar en la cocina de la cafetería que aún no terminaba de ser remodelada.

—Yo creo que te enamoraste primero de su café —Colonello gimió gustoso al beber aquel líquido preparado por el castaño—, es demasiado bueno.

—Puede ser.

—¿Y ya le dijiste que te quieres casar con él? —interrogó aprovechando que Lal estaba con Tsuna, lejos del rango auditivo.

—No —Reborn sonrió de lado—. Se lo diré en la inauguración de este lugar.

—¿Quiere que te ayude?

—Obviamente no —ignoró el bufido ajeno—, porque tú solo arruinas las cosas.

—Oye —golpeó suavemente el brazo del azabache—. De no ser por mí, jamás lo hubieras conocido. Tengo derecho de hacer alguna cosa antes de ver su cara y la tuya cuando se haga la propuesta oficial.

—Ya quisieras —discutió—. Ni de joda.

—Te arruinaré la noche de bodas entonces —amenazó el rubio.

—Atrévete —lo miró seriamente—, y le diré a Lal lo que hicimos en tu despedida de soltero.

—Ah no, hermano. No hay que ponerse así de rudos —rio nervioso.

—Entonces cállate y guarda el secreto.

—¿Puedo organizar tu despedida de soltero?

—Lo pensaré.

—Ya es algo —rio divertido—. Ah —suspiró—. Estoy orgulloso de haberte jugado aquella broma.

—Al menos algo hiciste bien.

—Qué grosero.

 

Se quedaron en silencio, bebiendo su café, observando cómo Lal golpeaba la espalda del castaño por alguna cosa, y cómo Tsuna reía divertido por algo desconocido también. En mutismo cada uno apreció al llamado “amor de su vida”. Y al final, se burlaron del infortunio ajeno, debido a la pareja a la que se unirían de por vida.

Sí. Fue una historia muy extraña.

Y se dieron cuenta que se podía poner aún más extraña.

 

—¿Quieren probar una nueva receta? —Tsuna sonreía al dejar una bandeja en la mesa cercana a la cocina.

—Yo la apruebo —murmuraba Lal mientras masticaba las galletas.

 

Colonello, de un brinco, se aceró a los otros dos, entusiasmado por el aroma suave a canela, pero se detuvo al notar que Reborn no estaba a su lado. Al girar, vio a su amigo sujetándose la cabeza. Se regresó para ayudarlo, recriminándole el exceso de trabajo, y escuchando a Lal decir que deberían ir al médico porque “a esa edad ya no era recomendable sobre esforzarse”. Pero cuando Reborn quiso mandaros al demonio…, trastabilló y poco después, se precipitó al suelo. Colonello apenas y pudo sostenerlo, Lal dejó de burlarse para acercarse, y Tsuna fue quien tomó a Reborn en brazos para llevarlo al sofá esquinero que adquirieron para el local.

 

—Maldición, ¡debe ser algo grave! —Colonello no sabía bien qué hacer porque era la primera vez que veía a Reborn desmayado—. ¡Por dios, es Reborn! El infeliz mata los gérmenes al contacto.

—Tal vez se levantó muy rápido —sonrió Lal—, los años le pesan.

—Tenemos su misma edad —refutó Colonello—, y no hemos pasado por eso.

—Pero nosotros no nos llenamos de estrés y café en exceso como él.

—No —todos le pusieron atención al castaño que abanicaba al azabache—. No es eso —susurró antes de dejar caer el abanico de papel que se ingenió.

—¿Entonces? —Colonello se fijó en que el castaño se puso serio—. ¿Se va a morir?

—Idiota —murmuró Lal, pero sonrió divertida.

 

Tsuna no dijo nada, a pesar de la insistencia de los otros dos, él solo se puso pálido y negó en medio de balbuceos. Lal le golpeó la cabeza para que reaccionara, pero solo logró que el castaño se agachara un poco para olfatear a Reborn. Interesada, también intentó detectar algo diferente en el azabache, pero apenas y pudo percibir el perfume de su amigo, no notó algo raro. Tsuna era otro asunto.

 

—Ay no —sus labios temblaron—. Pero no puede ser.

—¿Qué pasa? Me estas asustando, niño. ¡Habla, maldición! —Colonello golpeó el hombro del chico.

—Su olor cambió —susurró acercándose para verificar una vez más.

—Yo no percibo nada.

—Confíe en mí, Lal-san —Tsuna entró en pánico—. El aroma de Reborn cambió, pero no lo noté hasta hoy... porque se acentuó. Creí que era mi imaginación.

—Soy alfa también y te digo que…

—Soy un alfa de alto rango —murmuró el castaño antes de rascarse el brazo de forma nerviosa—, tengo un olfato más sensible.

—Necesito una explicación —Colonello miró a Lal.

—¿Dices que su olor cambió? —la alfa lo entendió y ahogó una carcajada—. No puede ser —se cubrió la boca.

—¡Pero no puede ser! —Tsuna se apretó el pantalón—. Tomamos las precauciones necesarias y… Ay no —de repente le llegó un recuerdo de hace tiempo.

—Ya que recuerdas el fallo —Lal sonrió de lado—, has cuentas y dime… ¿sí o no?

 

Colonello ignoró a esos dos al notar que su amigo empezaba a hacer una mueca. Le picó las mejillas y jugó con esas patillas para obligarlo a despertar, terminó riéndose por los suaves murmullos y del movimiento torpe de esas manos. Pero dejó de jugar cuando escuchó la risa de Lal quien tuvo que pararse para alejarse y reír a plenitud, pero sin miradas sobre ella. No entendía un carajo, pero al parecer Tsuna sí.

 

—Está en cinta —susurró Tsuna.

—Que esta ¿qué? —el rubio arqueó una ceja.

—Dime que no es cierto —Reborn sujetó el suéter de Tsuna y lo tiró para que el castaño se acercara.

—Hay… Hay que verificarlo, pero —sus labios temblaron—… hasta ahora… mi olfato no ha fallado… Y ya había experimentado ese cambio en el aroma de un omega antes.

—Si esto es cierto —Reborn sonrió macabramente—, voy a golpearte muy fuerte, niño.

—¡Pero fuiste tú el que me arrastró a ese motel! —Colonello lo entendió todo tras ese comentario y tuvo que apartarse para reírse también—. No teníamos nada a la mano y… ¡tú jugaste conmigo! —acusó sin saber qué más hacer.

—Joder —Reborn se sostuvo el rostro y negó.

—¡Tienes que aceptar que fue tu culpa!

—Vas a sufrir las consecuencias —miró al castaño—. Te lo puedo jurar.

 

Lal y Colonello se hallaban escondidos en la cocina, riéndose como nunca antes, mientras los otros dos disfrutaban su pequeño momento. Y es que la noticia les tomó por sorpresa a todos, a unos más que a otros, pero al final… no era algo malo. Algo sorpresivo, sí, pero malo no.

Los que más feliz estuvieron con la noticia fueron Nana y los niños.

Pero a Tsuna tampoco le molestó.

Reborn, quien no había planeado aquello, sí tuvo que pasar por un proceso de aceptación.

Pero al final todos serían felices.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Krat se sigue riendo de esto, pero ya… Era hora de terminar.

Con esta actualización, Krat da por terminado el día 2 de la R27Week2019.

Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.

Krat los ama demasiado~

Besos~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).