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Inocencia total por 1827kratSN

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Tuvo que hacerlo, a pesar de que no quiso y que se aferró a Lussuria —al que quería como a su nana italiana—, y que Lussuria no lo soltó hasta que llegaron al aeropuerto. Tuvo que tomar el pasaje de avión y regresar a su ciudad natal.

Tenía que retomar una vida que inicialmente no quiso, porque adoró siempre estar con los que creyó sus mentores y hermanos mayores. Pero después solo pensó en la madre que lo recibió con brazos abiertos, y se dijo a sí mismo que iba a descansar de todo lo referente al escuadrón de asesinos Varia para fingir ser el mismo niño patético que debió ser. Serían como unas vacaciones.

 

—Tsu-kun, ¿qué tal si le cuentas a mamá lo que has hecho?

—No mucho —sonrió mientras arrastraba su maleta—. La escuela, paseos de investigación, también aprendí algún deporte.

—Será lo mismo aquí —sonrió—, iniciaremos el proceso de tu traslado a la preparatoria cuanto antes.

 

Era irónico. Sabía mil cosas enseñadas por cada uno de sus hermanos mayores, pero también tenía falencias grandes porque Varia creía más en la práctica que en el estudio tradicional, así que en parte no era tan mentira que era patético en ciertos aspectos. Tsuna no quiso destacar, es más, se sentía mejor si pasaba desapercibido, y por eso no impidió que la vida lo nombrase y lo acunara como el patético Tsuna, el que no era bueno en nada, aunque en realidad fuera mentira.

 

—No me gusta la violencia —solía decir cuando alguien intentaba intimidarlo.

—Eres un cobarde, dame-Tsuna.

—Bueno… —y salía corriendo. A veces sus abusadores no entendían cómo podía desaparecer, si supieran que esas persecuciones no eran nada comparado a huir de los cuchillos de Bel.

 

Fue feliz durante ese tiempo, descubriendo que la vida de un estudiante no era tan mala porque era como un nuevo reto que superar. Pudo experimentar lo que era una vida normal lejos del caos, y hasta llegó a fascinarse con la simpleza e ingenuidad de la ídol de la preparatoria Namimori. Sí. Era una buena vida. O lo fue hasta que un día, de la nada, llegó un bebé a joderle la existencia tan patética que quería tener por un par de años, hasta que decidiera a dónde carajos irse para seguir creciendo y obteniendo la grandeza que tanto aspiró desde niño.

 

Chaosu, dame-Tsuna.

—Él es tu nuevo tutor —sonrió su madre—, te ayudará en las fallas que tienes.

—Pero, oka-san —estaba frustrado.

 

Dos cosas pasaron por la cabeza de Tsuna cuando vio a ese niño en su hogar. La primera era que se parecía a Viper, su hermano mayor, que a veces daba miedo y cuyos entrenamientos le generaron dolores de cabeza. Y la segunda, que se dio cuando ese niño le dijo la verdadera razón de su llegada, fue que el tal Nono estaba rotundamente demente, porque él no quería tomar el mando de Décimo Vongola, sino que su misión era luchar contra todo para que su líder Xanxus tomara ese puesto.

Obvio que no iba a aceptar.

Lamentablemente, el tal Reborn tampoco iba a desistir.

Fue entonces que se armó cierto y extraño pacto mudo para hacer que el otro se retractara de sus palabras. Y fue divertido, Tsuna lo reconocía. Porque fingir que era un inútil en casi todo y ver si su tutor se la creía, era algo que lo hacía reír. Era feliz. Porque mantenía un secreto guardado dentro de su mente y eso frustraba a aquel niño raro de raras patillas espirales —quien tenía una rara forma de dormir—, quien quería hacerlo confesar. Tal vez por eso empezó a tomarle cariño al hecho de provocar la furia de Reborn. Aunque sí refunfuñó y luchó por esos entrenamientos espartanos, porque aceptaba que descuidó sus habilidades físicas durante esas vacaciones.

Fue más feliz al seguir frustrando los intentos de aquel arcobaleno para convertirlo en un heredero digno. Fue hilarante también, porque era obvio que Reborn sospechaba sobre su doble vida pues poco o nada había de registros de su estudio como interno en el extranjero. Sí, hasta tuvieron confrontaciones que provocaron roces evidentes entre ellos, roces que debían ser olvidados porque seguían y seguirían siendo compañeros de habitación hasta que uno de los dos fallara en su misión. Era un juego peligroso. ¡Lo máximo!

 

—Te volveré un heredero digno.

—Yo no quiero ser el líder de nada.

—Te falta ambición.

—Y así soy feliz, Reborn.

 

Lamentablemente un día aquel tira y afloja se iba a acabar, y la relación que tenían iba a cambiar.

Fue horrible.

Algo que le reconoció a aquel bebé, fue el hecho de que lo ayudó a conseguir amigos reales.

Fue cierto que enfrentó a Gokudera y salvó a Yamamoto, e inicialmente fingió una amistad que no sentía, pero después de tantas cosas, en verdad los consideró sus amigos. Los quiso con el corazón, porque sabía apreciar la lealtad y el respeto mutuo que se tenían. Era una relación diferente a la que entabló con el escuadrón de Varia, pero igual de importante. Tsunayoshi halló en todos aquellos chicos que fueron llegando a su vida, a una familia más tangible y real. Los llegó a querer demasiado.

 

—Squalo-nii —no pudo evitar sonreír ampliamente cuando lo vio frente a él.

—¿Mocoso? —el albino hasta detuvo su intento de asesinato contra Basil y todo aquel que se le interpusiera—. Estás bien enano —sonrió.

—¿Qué significa esto? —Reborn descubrió que sus sospechas eran ciertas.

Juudaime, ¿usted lo conoce?

—Tsuna… ese sujeto es peligroso, no te acerques.

 

Pero Tsuna no escuchó nada, solo se aferró a Squalo en un abrazo fraternal que fue correspondido con una caricia en sus cabellos, y las burlas de aquel espadachín que se carcajeaba a todo pulmón. El juego había cambiado desde ese punto, porque Tsuna eligió seguir el sueño que fue instaurado en su cabecita desde que era apenas un niño buscando su identidad.

 

—Dame los anillos, niño —Squalo sonrió ampliamente—. Y nuestra meta empezará a trazarse.

—¿Lo hicieron? —con ilusión miró a Squalo, ignorando que detrás de él se hallaban sus verdaderos amigos.

—Sí —sonrió antes de tomar la caja que Tsuna le dio—. Él ha vuelto.

—¿Puedo…?

—No —habló con seriedad—. Tú eres la sorpresa que le tenía. Iba a buscarte primero, pero ya que te encontré —apretó la mejilla del castaño—, adelantaré las cosas.

—¿Puedo ir contigo? —se entusiasmó.

—No —miró a los niños detrás de su pequeño aprendiz—. Te dejaré divertirte con esos por un tiempo.

—Pero…

—Veamos cómo les rompes el corazón —se burló antes de alejarse—. Nos veremos después, mocoso.

 

El mismo día en que Tsuna felizmente le cedió los anillos de sucesión a su hermano mayor, Squalo, siendo firme en su decisión de servir a los Varia, también se descubrió a sí mismo como el traidor a las amistades que forjó gracias a su tutor invasor. No imaginó siquiera el revuelo que se armó, ni la furia desmedida que Reborn desató sobre él. Pero aun así se negó a escuchar razones válidas, adjudicando que él ya tenía su misión definida.

 

—Yo confié en ti para el puesto —Iemitsu apareció en ese entonces, y Tsuna no pudo haberse enfadado más.

—¡¿Con qué derecho?! —lo enfrentó sin pena ni miedo.

—El noveno confía en ti. Vongola entera esta puesta sobre ti. Porque eres el heredero de todo esto.

—El único que obtendrá el liderazgo de Vongola será Xanxus —dictaminó.

—¡No digas tonterías, dame-Tsuna! —hasta Reborn lo enfrentó ese día —. Él no se merece el cargo después de lo que ha hecho.

—¡Lo merece! Siempre lo ha merecido. Porque es el gran Xanxus, ¡líder de escuadrón de asesinos Varia! —apretó los labios sintiendo su pecho doler, pero ignorando su mal presagio—. Mi líder.

—¿Qué fue lo que te hicieron? —susurró Iemitsu.

—Me dieron la familia que tú jamás pudiste dar. Me trataron como uno de los suyos, algo que tú jamás tuviste en cuenta —Tsuna miró con desdén a su padre—. Me dieron la calidez de una familia, al contrario de ti que abandonaste la tuya.

—Quise protegerlos.

—Dejaste sola a mamá —le recriminó—. Sin darle noticias ni llamadas.

—¡No me hables así, Tsuna!

—Voy a seguir fingiendo que sigues muerto, Iemitsu.

 

Pero no fue solo con su padre quien peleó, o con Reborn, quien intentó hacerle ver la estupidez que se estaba cometiendo. Tsuna se negó a escuchar que estaba siendo usado, porque él confiaba en sus hermanos mayores. Peleó incluso con sus amigos, llegó a los golpes en cierto punto, demostrando ahí que en verdad permaneció con un escuadrón de asesinos durante unos años de su vida. Siguió siendo terco, esperando a que Squalo regresara por él para que todos juntos buscaran alcanzar el sueño por el que se desvivieron.

Generó una pelea interna que no valió la pena…, porque Xanxus lo rechazó.

 

—Tú eres el obstáculo que debo quemar —la mirada del líder lo fulminó y destrozó cada ilusión acunada desde que tenía memoria.

—Pero yo… crecí para servir a los Varia.

—¿Servir? —las carcajadas dadas por aquella bestia calaron profundo en su alma—. Tú no eres más que una enfermedad que debo arrancar de raíz.

—Squalo nii-sama me…

—¡Eres solo escoria!

—Por favor…

—Y la escoria debe morir.

 

Tsuna jamás se imaginó que él sería considerado como el enemigo mortal de Xanxus, el líder de Varia, y tampoco se esperó el rechazo definitivo de sus hermanos mayores. No entendió la razón de tanto odio, y tuvo que soportar el vacío de su existencia.

Fue como despertar de un largo sueño, de un coma que le robó los mejores años de su vida.

Xanxus le demostró que no había construido nada y que su vida era un hueco sin fondo.

Sin misión, sin razón para seguir.

Se hundió en una depresión que amenazó con acabarlo.

 

 


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