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Escamas de oro por 1827kratSN

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—Solo retrasas lo inevitable —jadeaba entre risas—. Estas tierras serán devastadas —se sostenía el brazo herido, sus piernas temblaban.

—¿Terminaste? —Reborn tensó la cuerda de su arco.

—Algún día, consumiremos sus vidas y extenderemos las nuestras. ¡Absorberemos sus almas! ¡No podrás evita…! —pero no terminó de hablar, porque su pecho fue atravesado por una flecha.

—Odio cuando hablan tanto —masculló Reborn antes de bajar sus brazos y suspirar—. Imbéciles.

—Lo sé —Colonello presionó el pecho del enemigo caído para extraer su cuchillo—. Son muy molestos.

—¿De dónde sacarían todas esas historias de inmortalidad o algo así? —mencionaba Skull que trataba de limpiar la sangre que manchó la piel de su pecho.

—Del dragón azulino —suspiró el rubio—. O eso creo.

—Cada vez son más —Skull movió sus hombros para destensarlos—. Y la sangre es difícil de quitar —se quejó viendo sus pantalones.

 

No supieron a cuántos enemigos les arrebataron la vida, ni cuántas veces tuvieron que detenerse para limpiar la sangre sobre ellos en el riachuelo que cruzaban el perímetro de su territorio. Se volvieron de temple firme y de tenacidad aguda. Aprendieron a reconocer la magia oscurecida por las malas intenciones y a presentir un ataque antes de que algo saliera mal. Enorgullecieron a su padre cuando se volvieron piezas claves de la defensa y ataque. Aprendieron a sonreír para no preocupar a sus madres y hermanas. Y finalmente, su experiencia los convirtió en sucesores dignos del dragón protector.

Generaron muerte, para asegurar la vida.

 

—Si yo me muero —les dijo Squalo a todos mientras Dino usaba su magia para cerrarle la herida de la espalda—, ustedes quedarán a cargo de esto.

—No te morirás tan pronto —la rubia golpeó la cabeza del albino.

—Sé que lo harán bien —Squalo sonrió—, porque son fuertes, de temple seguro, y tienen parte de mi magia.

—Somos geniales, eso quiere decir —rio Skull.

—No era necesario decir lo obvio —segundó Colonello.

—Padre —Reborn miró a Squalo—, ¿tienes un mal presentimiento?

 

La respuesta a esa pregunta no se dio, pero no fue necesario, todos sabían que Squalo daba sermones solo cuando eran necesarios. Algo grande venía hacia ellos. Dos meses después se hallaron frente a la muerte reflejada en el dragón pequeño que acompañaba al enemigo original de sus tierras, y quien tuvo a los herederos del dragón albino por objetivo.

Aquellos tres varones, hijos de ninfas, tal vez jamás sintieron tanta adrenalina como en ese día, donde saltaban de árbol en árbol para evitar el golpe directo del dragón oscuro que caída en picada para atacarlos. Tuvieron que ser mas rápidos, planear un ataque coordinado sin poder hablarse siquiera, dejar de lado la ayuda hacia su padre y enfocarse en salvar su propia existencia. Pero, aun así, salieron heridos.

 

—¡Reborn! —el rubio apenas y pudo dar aviso—. ¡Detrás de ti!

—¡Skull!

—¡No llegaré!

 

Todo pareció perdido, porque la velocidad de vuelo de aquel dragón pequeño les superó. Colonello apenas y pudo evadirlo, el ataque planeado se hizo pedazos, Skull cayó de la copa de un árbol, y Reborn tuvo que saltar a la par para evitar perder a un peón de su escuadrón de ataque. Reborn priorizó la vida de sus hermanos por sobre la suya, se ofreció de carnada, recibió el ataque directo, y sintió las garras del dragón incrustarse en su brazo. Ascendió hacia el cielo con tal velocidad que un mareo poderoso le quitó el sentido de orientación.

A lo lejos escuchó el grito de sus hermanos menores, observó las flechas que murieron a medio ascenso, y tuvo que darse un tiempo para respirar. Escuchó el gruñido largo de su padre quien vio la situación en medio de su enfrentamiento con el dragón azul oscuro, y se maldijo a sí mismo por haber sido así de débil e idiota.

Reborn intentó concentrar su magia en la flecha que cargaba en su carcaj, pretendió incrustarla en la pata del dragón para liberarse, pero no pudo dar en el blanco por el cambio sumamente brusco de dirección de aquel estúpido dragón en miniatura. Sintió el golpe de aire, su cuerpo sacudirse con violencia, y después la brisa en su espalda en símbolo de que el enemigo lo soltó varios de kilómetros por encima de las copas de los árboles.

 

—¡Maldición! —bramó en furia mientras intentaba pensar en algo para no morir por la caída.

 

Fue un momento de confusión que desembocó en el acto desesperado de un guerrero por disminuir la velocidad de su caída. Reborn buscó sujetarse de un árbol, pero no tuvo que hacerlo, porque sintió el agarre en su cadera que lo hizo detenerse con brusquedad y el balanceo dado por quien lo lanzó a la zona de los árboles más altos. Reborn no entendió bien lo que pasó, si fue su padre quien se zafó del enemigo para salvarlo, o algo más; pero aprovechó la oportunidad para agarrarse de las ramas de un árbol, rompiéndolas inicialmente, y disminuyendo su velocidad de caída hasta que aterrizó en una lo suficientemente gruesa como para soportar su peso.

Reborn apenas pudo elevar su mirada para observar lo sucedido.

Identificó una figura anaranjada, brillante, tal vez hasta era dorada, que se movía en piruetas con ángulos agudos por el cielo, en persecución del dragón más pequeño que quiso matarlo. Reborn no esperó eso, ni siquiera sabía si era aliado o enemigo, y les ordenó a sus hermanos prepararse para atacar de nuevo. Se subió a la copa del árbol más alto, observando que sus hermanos también llegaban y preparaban sus armas. Apuntaron sin vacilación, sin embargo, el rugido largo y poderoso de aquel dragón dorado los aturdió un momento.

El maldito recién llegado creció de un instante al otro, convirtiéndose en un ente que duplicaba el tamaño del dragón negro, y quien de una sola mordida rajó el cuello del pobre ente negruzco que se deshizo en lucecitas brillantes. Aquel dragón oscuro no fue más que una marioneta o extensión de la magia del dragón principal. Poco después vieron a su padre aletear con fuerza y rugir en amenaza, confundido como todos por la repentina presencia de un tercero, quien con velocidad cambió su forma a una más pequeña y atacó al dragón azulino sin vacilar.

Los gruñidos que se dieron después, a la par que los aleteos de esas bestias, causaron un ventarrón que hizo crujir los árboles. Reborn, Colonello y Skull no tuvieron más opción que bajar de las copas hacia el suelo, tratando de buscar un claro cercano para atacar y ayudar a su padre. Pero cuando hallaron el sitio perfecto y con su magia hicieron a las raíces tomar vida como extensión de sus órdenes, vieron al dragón dorado expandir su forma a una tan grande como la del dragón albino y atacar al enemigo hasta alejarlo lo más posible.

Fuego, alaridos, y sangre.

Un chillido final dado por el señor de esas tierras, el aleteo enfadado del enemigo que se rindió por esa vez, el auxilio del recién llegado que lanzó un gruñido antes de empezar a perseguir al perdedor. Después solo la magia disuelta en aleteos presurosos y el jadeo del protector que mostraba la herida de su brazo izquierdo sangrante y horrorosa, misma que apenas pudo ser manejada por Colonello quien paró el sangrado con su magia. Había sido un día demasiado raro. Lamentablemente días así se volvieron repetitivos en los siguientes meses.

 

—No es aliado, pero tampoco enemigo —declaró Squalo quien ya había tenido al menos tres oportunidades de pelear contra esos dos dragones.

—¿Cómo lo sabes? —Reborn no se fiaba de ese dragón extraño.

—El dragón dorado me dijo que no me metiera en ese asunto.

—Pero el que se está metiendo es él —Colonello se rascó la nuca, sin entender el asunto.

—Y eso es lo raro —Squalo frunció el ceño—, porque el de color azul parecía conocerlo y prefiere enfrentarse al dorado antes que a mí.

—Redoblaremos la vigilancia —sentenció Reborn, porque no le daba nada de gracia ese asunto—, y no tendremos consideración con el dragón dorado… Porque no sabemos si es enemigo o aliado.

 

Su padre debía descansar, porque las heridas continuas por la batalla necesitaban reposo, así que ellos tomaron el mando de la vigilancia en las fronteras. Los seis varones, herederos de las ninfas, se distribuyeron en conjunto con dos ninfas hermanas para atacar a los enemigos y defender sus tierras. Durante los siguientes seis meses siguieron de esa forma, a veces con ayuda de su padre desde los aires, o solos, para dejar descansar a su protector. Meses en los cuales destajaron a más trols de los acostumbrados, ahuyentaron a grifos, harpías, quimeras, duendes, y se aliaron con centauros para convivir en tierras protegidas a cambio de ayuda con la defensa.

Estaban muy tensos por el enemigo desaparecido.

Y se pusieron más alerta al hallar rastros de sangre en sus fronteras.

 

 

 

Notas finales:

 

Le tengo cariño a esta historia, por eso es tan larga XD

Espero les haya gustado el capítulo~

Besos~


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