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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Hola, les traígo el capítulo 11 un día antes porque mañana lunes no voy a estar en mi casa. Me gustaría saber si desearían que les regalara el cap 12 el 31 de diciembre. Lo pregunto porque no sé si habrá alguien ese día por acá, pero estaré pendiente de sus opiniones. Muchas gracias a las personitas bellas y hermosas que me regalaron sus reviews en el cap anterior. Muchas gracias por las lecturas y lo que deseen escribirme

 

Capítulo XI.

Los hermanos Géminis al verse sin sus padres decidieron que lo mejor sería sentarse y esperar. Fueron hasta el sofá donde estuvieran sus progenitores antes y tomaron asiento ahí en lo que Radamanthys y Aiacos hacían lo mismo en el sillón de donde se hubieron levantado, Minos quiso permanecer de pie.

—Bien, estamos juntos aquí para conocernos —Minos puntualizó divertido—. Cuéntennos algo de ustedes, qué les gusta hacer en sus ratos libres por ejemplo.

Sus propios hermanos le veían, aunque el rubio sin emoción alguna en su apuesto rostro. Saga y Kanon se miraron con calma. El mayor habló primero, eso acordaron en su silencio.

—Pues… a mi me gusta leer, paso horas haciéndolo pero en casa ya he leído casi todos los libros de la pequeña biblioteca —dijo sin mayor emoción.

—Vaya, así que te gustan los libros —sonrió el peli-plata empezando a maquinar su plan para alejar a Saga de Kanon—, aquí hay por montones en la biblioteca de nuestro padre, pero ya no podemos leerlos al no tener tanto tiempo como antes.

—¿En verdad? —se emocionó— ¿Hay novelas y fantasía?

—Novelas, fantasía, aventura, drama, romance, tragedia… De todo lo que quieras leer —enumeró el mediano, aumentando la fascinación del peli-azul mayor.

Kanon miraba la alegría en los ojos de Saga, realmente nunca creyó que los libros le apasionaran tanto.

—Y a ti Kanon, ¿qué te gusta hacer? —indagó Aiacos con interés.

—Vaya… —pensaba— me gusta leer también aunque no soy tan entusiasta como Saga. Mi pasión es el dibujo y el piano —sonrió un poco.

—¿¡Tocas el piano!? —Kanon asintió con calma— Vaya, yo siempre quise aprender a tocarlo, pero mis padres nos inculcaron más por el camino de la administración y todo eso… —suspiró Aiacos con semblante triste a lo que el oji-verde no pudo quedarse tranquilo.

—Si alguna vez tienes tiempo, puedo enseñarte a tocar el piano —le sonrió.

—¡De verdad, harías eso! —se impresionó sentándose a su lado en el sofá.

—Claro que si, siempre y cuando estés de acuerdo.

—¡Como no estarlo! ¡Kanon, muchas gracias! —Aiacos estaba realmente emocionado por lo que sin más ceremonia, tomó las manos del menor entre las suyas.

—No hay de qué, sería un gusto ayudarte a aprender algo que te gusta tanto por lo que veo —sonrió con timidez.

Radamanthys no decía ni preguntaba nada, él simplemente se dedicaba a escuchar y a observar las actitudes de esos hermanos de cabelleras azules. Pero sin lugar a dudas el que llamaba su completa atención era Kanon, el menor tenía algo especial, algo que le llamaba a desear acercarsele y sentirlo de lleno pero luego sus recuerdos lo golpeaban y el miedo se adueñaba de su alma. ¿Y si Kanon lo engañaba? ¿Y si se enamoraba de verdad y el gemelo lo lastimaba o se aprovechaba de él? Esas y muchas más preguntas le llovían en una tormenta peligrosa en la cabeza y el corazón. Sintió que algo tronó en su pecho y recordó su promesa, no volvería a amar a nadie nunca más, y aquel que estuviera cerca de él pagaría con creces por su dolor pasado y aún no sanado.

El semblante que portaba su masculino rostro se endureció en determinación y frialdad, Radamanthys estaba decidido a no dejarse llevar por lo que Kanon le estaba haciendo sentir con apenas unos minutos de conocerse. Ese hermoso niño iba a aprender que con Radamanthys Inferno nadie jugaba y salía bien parado para vanagloriarse.

—Aiacos —llamó Minos sacando de sus pensamientos al rubio. El nombrado volteó junto con Kanon—, llevemos a Saga a la biblioteca para que pueda elegir algunos libros.

Aiacos volteó la vista a Kanon como buscando su aprobación. A Saga por otro lado se le iluminó el rostro al pensar en la cantidad de ejemplares que encontraría en ese lugar.

—A Saga parece emocionarle la idea de ir, a él en verdad le gustan mucho los libros llenos de historias —dijo encogiéndose de hombros.

—Eres su hermano, y si tú dices que esos le gustan pues es porque lo conoces bien. ¿Quieres venir con nosotros a la biblio…? —iba a decir pero el peli-largo lo interrumpió de golpe.

—¡No! E-es decir… —se aclaró la garganta nervioso— no creo que a Kanon se le haga interesante ver la biblioteca, mejor hay que llevarlo al salón del piano. ¿Te gustaría ir Kanon?

Los verdes ojos se agrandaron sorprendidos de saber que allí había uno de sus instrumentos favoritos.

—¿Están seguros de qué no habría problema? —preguntó interesado mirando a los otros dos menores.

—Claro que no —Aiacos contestó con una sonrisa—, como te comenté, los negocios no nos dan tiempo a muchas cosas, el piano es de mamá pero ni ella puede tocarlo por el poco tiempo que tiene, hasta parece que estuviera de adorno y que mejor que tú para que lo revivas de nuevo.

—Si Kanon —Saga lo incentivó—, ve a ver ese piano, a ti te gustan mucho.

—Mientras Aiacos y yo llevamos a tu hermano a buscar los libros, Radamanthys te llevará al salón del piano. ¿Verdad Rada? —sonrió malicioso, sabía que el rubio no era descortés con las visitas, no podría negarse a aquello.

—Yo… No quiero ser una molestia, mejor los espero aquí —Kanon no se atrevía a ver al rubio, era verdad que le atraía pero a la vez algo del otro lo intimidaba. Por eso no deseaba estar a solas con él.

Radamanthys por su parte afiló la mirada hacia su hermano mediano al escucharlo pronunciar esas palabras. Pensaba que estar solo con el menor de los gemelos era lo último que quería hacer y ese par de tontos lo estaban prácticamente forzando a ello. Miró a Kanon notando que éste trataba de no mirarlo, llegó a pensar que el joven le temía y le parecía divertido en su interior. Bien, no hacía mal tratar de ver de qué estaba hecho ese niño. Aceptaría lo que Minos estaba haciendo.

—Te llevaré —se escuchó la gruesa voz, el oji-ambar se había puesto de pie y ya estaba en marcha al destino señalado por sus traviesos hermanos—, sígueme…

Kanon se puso nervioso de nuevo, miró a Saga y éste le animó a ir tras el mayor de los hermanos Inferno.

—Kanon no te pasará nada, ve y trata de relajarte, pueda que ver ese piano te ayude.

El gemelo menor suspiró vencido.

—Está bien Saga, trataré de relajarme. Diviértete en la biblioteca —sonrió levemente.

—Gracias hermano, volveremos pronto.

El de cabello suelto asintió, dejando que Saga se fuera con los otros dos hacia las escaleras que llevaba a los pisos superiores, mientras que él se dio la vuelta para seguir al rubio que lo esperaba en uno de los pasillos aledaños.

—Gracias por esperar… —Kanon susurró al estar a su lado.

—Espero que no seas de las personas que se tardan milenios en tomar decisiones, eso es molesto.

La respuesta de Rada no fue lo que había esperado y la realidad fue que a Kanon no le agradó para nada el tono en el que se lo dijo.

—No lo soy —se cruzó de brazos con molestia—, estaba despidiéndome de mi hermano —aclaró con seriedad.

—No le veo el sentido a eso, ellos sólo fueron a la planta de arriba. No es como si jamás lo volvieras a ver —le dijo también con seriedad sin voltear a ver al más bajo ni una vez.

Las irises verdes se contrajeron en un gesto de sorpresa e indignación, los pasos del gemelo cesaron de golpe y en su interior trataba como podía de no decirle unas cuantas barbaridades al tipo ese. ¿Quién diablos se creía para hablar de esa manera de cómo se llevaba y trataba a su hermano? Ni siquiera los conocía, y si él y sus hermanos no tenían una relación tan buena como la de Saga y él pues lástima, pero no iba a permitir que él oji-ambar desquitara sus frustraciones fraternales con él.

Finalmente la mirada esmeralda se afiló y al Radamanthys no sentir los pasos contrarios a su espalda, volteó para ver a Kanon dos metros atrás con la vista en el suelo.

—¿Sabe algo, joven Radamanthys? No quiero ser una molestia para usted —decía como conteniéndose de decir algo más—, el piano puede ser para otra ocasión, lo mejor es que espere en la sala a que Saga y sus hermanos vuelvan. Lamento mucho hacerle perder su tiempo, con permiso…

Kanon hizo un amago de volteaste y regresar por donde había llegado, pero sin saber ni como ni cuando una fuerte mano le tomó de su brazo derecho con algo de brusquedad. El peli-azul giró la cabeza de prisa para ver lo que ocurría, encontrándose frente suyo el rostro cebero de Radamanthys.

—¡Aaah! —chilló Kanon por la sorpresa y a la vez el miedo que el mayor le provocó.

Radamanthys por su lado estaba más que furioso con ese chiquillo que hozaba jugar con su paciencia. Había aceptado llevarle al salón del piano porque sus estúpidos hermanos lo habían metido en ese lio y él no era ningún descortés para negarse, y ahora el muchachito se ponía digno diciendo que iba a regresar a la sala. ¡Quién creía que era! ¿Su niñera acaso? El rubio no lo sabía ni le importaba, pero estaba más que dispuesto a poner en su lugar a ese peli-azul.

—Escúchame bien niño porque no pienso repetirlo —amenazó susurrante llevando a Kanon contra una pared cercana, acorralándolo ahí—, yo no soy niñera de nadie por lo que no tengo tiempo para perderlo complaciendo a ningún niñato, no juegues con mi paciencia si quieres que te vaya bien, no quieras hacerte el importante porque sólo lograrás que te mande al diablo. ¿Te ha quedado claro?

La vista ambarina se afiló amenazante y Kanon únicamente podía escuchar todo, sorprendido, molesto y asustado todo junto en un cóctel que amenazaba su estabilidad emocional y el raciocinio que gritaba. ¡Debo escapar de aquí lo más rápido que pueda! Él estaba molesto por el comentario anterior de ese hombre y por eso había pensado que lo mejor era alejarse de él por el bien de los dos, pero parecía ser que su acción había enfadado bastante al mayor.

—Le pido por favor que me suelte, me está lastimando —Kanon intentaba jalarse pero la fuerza del rubio era mucho mayor y lo demostraba al apretarle más.

—Será mejor que vayas aprendiendo tu posición en este juego. O de lo contrario tendré que educarte… —Radamanthys lo soltó al fin, y retomando el camino al destino acordado volvió a hablarle al más bajo que sobaba su brazo adolorido— Muévete, no tengo todo el día para esperar por ti.

Sin muchas opciones en realidad y sin nadie más cerca, a Kanon no le quedó mayor alternativa que seguir al oji-melado. La calma de éste había sido un arma de doble filo para el Géminis puesto que no imaginó que su anfitrión pudiera reaccionar con tal furia, no iba a decirlo abiertamente pero Radamanthys le provocaba temor, aunque fuera un hombre bastante atractivo por fuera, no estaba seguro que por dentro pareciera igual y eso le preocupaba. ¿Y si lo aceptaba como esposo pero al estar casados lo maltrataba, o lo golpeaba? ¿Cómo iba a enfrentar eso él siendo muchos años más joven y débil que el rubio y aparte el que no tenía donde caerse muerto? Un miedo a lo desconocido lo llenaba con cada paso que daba, comprendía que en esa unión no habría lugar para amor y demás cosas de esa índole, pero por lo menos quería que no hubiera sufrimiento físico, degradaciones o humillaciones de ese hombre a su persona, por lo menos eso le pedía a los dioses en caso de ser desposado por Radamanthys.

El rubio por el contrario del peli-azul se sentía más tranquilo al tratar de aquel modo al menor, de esa manera no crearía en Kanon la ilusión de algo que nunca iba a pasar, lo trataría bruscamente con el objetivo de que el chico se hiciera a la idea de que su matrimonio era simbólico y que no germinaría ningún sentimiento por su parte. Estaba convencido de que al Kanon no estar feliz con la idea de ser casado de tal forma, asumiría un papel más de adorno que de una pareja sentimental, por lo que para Radamanthys era mejor marcar los límites antes de todo para que no se dieran confusiones. Además, él aceptó conocer y casarse con Kanon para complacer a su padre que siempre quería lo mejor para él y si Hades decía que Kanon era lo mejor, entonces le creería pero ese joven serviría nada más para pagar por su dolor.

 

Notas finales:

Gracias por leer y avisenme si desean el cap 12 adelantadopara el 31. Felices fiestas y un enorme abrazo :)


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