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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Lamento mi tardanza al subir el nuevo cap pero ya estoy por aquí. Quiero agradecer a


Hikari White 17


Callie Paris

y a:

TadashiHamada

Muchas gracias por leer y regalarme sus comentarios en esta historia, espero el cap sea de su agrado. Les dejaré el link a uno de mis garabatos, éste tiene la finalidad de ilustrar un poco los hechos de una de las parejas de esta entrega. Muchas gracias por su paciencia y lecturas, un saludo.

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=868474946920863&set=a.850594915375533&type=3&theater

Resuerden copiar todo y colocarlo en el buscador para que pueda aparecerles.

También quiero decirle a quien me comentó que una de las parejas con las que estoy trabajando no es de su agrado, que este cap inicia con una pequeña interacción de ambos por lo que, puedes sentirte libre de saltarte a la parte inferior pues es el especio de la otra pareja de este día, puedes notar el cambio de escena con las figurilla divisoras que coloco para que no se junten los eventos ( ??”???”???”? ) muchas gracias y espero no causarte molestias.

Sin más que agregar, empecemos con el cap.

Capítulo XVII.


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Milo y Camus se quedaron solos en la estancia, pero el joven francés no miraba al mayor, éste lo notó así que bajó los peldaños restantes hasta quedar frente al otro. Milo pudo ver que era por lo menos ocho centímetros más alto que Camus, además de que el muchacho era delgado pero con unas bonitas formas que se notaban aún a través del elegante traje gris que llevaba puesto.


—Joven Camus, ¿qué le gustaría hacer para pasar el tiempo? No me parece justo que se aburra, no soy de muchas ideas pero imagino que usted debe saber de cosas interesantes —le sonrió y finalmente Camus alzó la vista encontrándose con las hermosas y brillantes turquesas que le veían con alegría.


—B-bueno yo… Realmente no creo ser una persona muy divertida —le dijo con pena.


Pero Milo no se rendiría, el menor le parecía adorable y se había propuesto hacerle pasar un buen momento.


—No lo creo, pienso que la diversión puede aparecer cuando nos sentimos a gusto, o hacemos lo que nos gusta. ¿Qué le gusta hacer a usted?


—Me gusta mucho leer, leer de todo, es lo que más disfruto. También tocar el violín… —sonrió con añoranza.


—Eso es fascinante, en nuestra biblioteca hay muchos libros, puede que alguno le pueda interesar. Me gustaría escucharlo tocar el violín, con la fineza de sus manos las melodías con seguridad son celestiales.


En este punto el mayor tomó ambas manos del francés, sonrojándolo nuevamente. Esas manos eran blancas, suaves y tibias de largas falanges y uñas bien cuidadas, un poco largas.


—Algún día espero que pueda escucharme tocar una melodía de su agrado, joven Milo, gracias por sus halagos —asintió con la cabeza de modo suave como agradecimiento.


—Sería para mi todo un honor —sonrió enamorado.


Era la primera vez que podían conversar y mejor aún en privacidad sin sus progenitores incomodándolos, lo que ambos querían era llegar a conocer todo del contrario pues sentían el palpitar de sus corazones con sólo estar cerca uno del otro, porque internamente y en secreto, los dos se querían.


”””


La puerta de la habitación se cerró con cuidado cuando el segundo hombre ingresó, el menor de ambos buscó posesionarse del otro lado del escritorio, mientras que el más alto sentó su anatomía en la silla al lado opuesto, al frente de donde estaba el dueño de la casa.


—Bien, ya estamos solos tú y yo ahora di de una buena vez a qué has venido a buscarme —demandó Aioria de brazos cruzados y la mirada afilada.


Shura exhaló antes de decir alguna palabra.


—Vine a informarte sobre un negocio que le he hecho saber a Aioros. Yo sé a donde se ha ido tu hermano por lo que le envié una carta. Si es inteligente y valora todo lo que tu padre logró a costa de tratar de hundiral mío, aceptará lo que le estoy proponiendo.


Aioria se asustó cuando escuchó decir a Shura que sabía donde estaba Aioros, esa información sólo él la conocía, temió que el español fuera a querer dañar a su hermano.


—Déjate de rodeos y di de qué se trata ese supuesto negocio —estaba impaciente y nervioso, aquello le daba muy mala espina.


El de cabellos negros se enderezó en el asiento, mirando con profundidad al joven que tenía al frente.


—Es fácil, Aioria. Aioros debe dejar que yo te despose, que seas mío. Pero si se niega destruiré a tu pequeña familia y sus negocios —dijo con tono amenazante al mismo tiempo en el que se levantaba de su lugar.


Los ojos de Aioria se agrandaron de espanto, entendía lo que Shura hizo. Había presionado a Aioros a ponerlo a él y a la empresa de su familia en una balanza pero. ¿Por qué? ¿Por qué él debía estar del otro lado? Eso no tenía respuesta para el menor.


—¿¡De qué demonios hablas!? ¡Para qué me quieres a mí, te has vuelto loco!


La histeria del castaño claro no le permitía notar que Shura se estaba acercando a él y fue demasiado tarde para cuando se dio cuenta, el español lo había arrinconado contra un pared cercana colocando ambos brazos a cada lado de la cabeza del más bajo.


—No, no me he vuelto loco —lo miró con seriedad—. Te deseo Aioria, quiero tenerte y hacerte mío, antes tenía un cariño similar al de un hermano por ti, pero cuando creciste y te convertiste en el hombre que eres ahora, te volviste mi más vivido deseo.


La confesión escuchada dejó perplejo a Aioria, jamás le pasó por la cabeza que Shura quien una vez fuera el mejor amigo de su hermano mayor, tuviera tales sentimientos por él. La idea lo asustaba porque el contacto con el español se perdió cuando su padre prácticamente echó al padre de Shura lejos de sus vidas y eso ocurrió hace casi doce años atrás.


Cuando era pequeño Aioria sentía también un gran cariño por el peli-negro. Pero cuando tuvo uso de razón y fue consiente de lo que pasó entre ellos y los Capricornio, se le prohibió estrictamente el contacto y comunicación con el joven de ojos verdes profundos. Con Aioros ni hablar, su hermano mayor se sintió rivalizado por quien decía ser su mejor amigo y por lo mismo el castaño cargaba un gran odio contra Shura, tanto que no podía verlo ni pintado.


Era por tales razones que Aioria pensaba que lo que Shura le decía podría ser falso, algo que estaba diseñado para enfadar a Aioros y hacerle hacer lo que al español trajera beneficios, pero Aioria no iba a dejárselo tan fácil. No iba a permitir que todo por lo que sus padres habían luchado toda su vida se fuera al diablo por el capricho de ese hombre.


—Ni creas que voy a dejar que arruines todo lo que mis padres han construido y por lo que Aioros se ha esforzado tanto en mantener y engrandecer —sentenció con la voz ronca de odio—. Si tu maldito plan es que Aioros te entregue la empresa a cambio de que me dejes en paz, vete olvidando de que eso va a suceder.


—¿Ah sí? ¿Y quién lo va a impedir? —le respondió desafiante acercando más su rostro al del griego.


—¡Yo lo haré! Seré tu maldito esposo para que dejes a mi hermano en paz, él no tiene por qué seguir cargando contigo, dejarás nuestra empresa libre de tus locuras, y yo me iré contigo —sentenció con el ceño fruncido.


Shura sonreía en sus adentros, la idea original era atormentar a Aioros con el hecho de decidir que hacer, pues sabía bien que el castaño no podía dejarle libremente atentar contra el legado de los señores Sagittarius, pero el español estaba seguro que Aioros preferiría morirse antes de dejarle ser el esposo de su hermano menor. Sin embargo Aioria aceptó por su propia cuenta dejar que le tuviera, todo estaba saliendo mil veces mejor de lo que pensó.


Aioria por su parte no sabía que cometió un grave error que ahora lo encadenaría sin remedio a un destino sin retorno.


—Si Aioros se mete en tu decisión y se niega a dejarme tenerte, voy a hundir su amada empresa y a ustedes dos aunque sea lo último que haga —amenazó con un susurro en el oído derecho del más joven.


Aioria se estremeció al sentir el aliento caliente del otro tan cerca, logrando que incluso liberara un ligero gemido al mismo tiempo que buscaba crear lejanía pero tal acto era imposible, la pared lo impedía y a menos que el muchacho pudiera fundirse con la dura superficie, no había manera de despegarse del fuerte cuerpo de Shura.


El nombrado se sentía poderoso al saber que estaba acorralando a su presa, estar tan cerca de Aioria lo emocionaba. En ocasiones lo admiraba de lejos cuando el joven compraba o salía a hacer alguna diligencia, notándolo cada vez más hermoso y amándolo cada vez con más fuerza pero. ¿Cómo acercarse, cómo tenerlo? La desesperación fue tanta en el español que no tuvo más alternativa que idear ese plan donde el mismo blanco de sus deseos y anhelos lo estaba ayudando más de lo que se imaginaba, poniéndole mucho más fácil llevar a cabo la unión que tanto deseaba.


La cercanía de los dos cuerpos fue acta para permitirle a Shura un movimiento inesperado, uno que Aioria no se imaginó. El mayor llevó con velocidad sus brazos desde ambos lados de la cabeza del de cabellos claros, hasta la cintura marcada del mismo. En un apretón delicado las anatomías se pegaron del todo desde el pecho, el vientre y la pelvis puesto que Shura juntó sus labios con los de Aioria en un beso que el griego luchaba por esquivar moviendo la cabeza casi con violencia y usando las manos para tratar de separar a su agresor empujándole los brazos y el pecho.


El acto del más bajo no le vino en gracia al de cabellos anochecidos que se vio en la necesidad de llevar su mano derecha a la parte trasera de la cabeza ajena, tomando entre su blanca mano una buena cantidad de cabello castaño claro, misma que apretó y haló con fuerza hacia abajo para que Aioria alzara la cara recibiendo de lleno el forzado contacto.


Ese beso era lo que Shura más deseaba desde hacia tanto tiempo, aunque ahora tuviera que ser prácticamente a la fuerza el calor del cuerpo de Aioria se sentía tan bien. En verdad lo amaba pero muchas cosas le impedían sincerarse de la manera correcta, en cierta parte de todo Shura se sentía terrible por tener que llegar a tanto y caer tan bajo para poder estar con el joven que le había robado el corazón y la razón. Pero en la guerra y en el amor todo se vale y él estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para que Aioria estuviera a su lado.


El contacto creado a la fuerza se disolvió después de algunos segundos, Aioria al ser liberado de los labios españoles, inhaló todo el aire posible puesto que Shura se lo había robado. El peli-negro no esperó nada para soltar al otro joven del todo de su agarre y alejarse de prisa aprovechando la necesidad ajena de respirar.


—No imaginas cuanto deseaba robarte un beso, Aioria —le dijo limpiándose la comisura izquierda de su boca con bastante sensualidad.


—Shura, maldito… ¿¡Cómo te atreves a besarme!? —Aioria estaba como una fiera.


—Eso no es todo lo que quiero hacerte —respondió con una sonrisa ladina—, pero cuando estés en mis manos habrá tiempo para hacer muchas cosas más.


—Bastardo… —susurró con rabia apuñando las manos, sintiendo que el mayor estaba pisoteando su orgullo al querer someterlo— ¡Lárgate! ¡Lárgate ahora mismo o no responderé de mis acciones!


El coraje y odio hacia el mayor recorría la venas del de ojos verde claro, sentía que Shura lo estaba utilizando para lastimar a su hermano pero él se encargaría de defender al castaño aún a costa de su propia libertad y la posibilidad de enamorarse en un futuro. No le importaba con tal de que el peninsular no ocasionara problemas a su familia.


Shura por su parte negaba al tiempo que se dirigía a la puerta del estudio para poder irse. No le importaba que Aioria lo estuviera echando de su casa, de todas manera ya tenía lo que quería y sabía bien que cuando a Aioria se le metía algo en la cabeza no había poder humano que lo hiciera cambiar de parecer, por eso no le preocupaba que Aioros se interpusiera entre la decisión precipitada que el castaño claro tomó en su mayor momento de rabia. Aioria sería unicamente suyo y con el tiempo esperaba poder ganarse el corazón y el amor del joven.


—Está bien Aioria, me voy pero no por miedo a ti porque al contrario, el que está asustado aquí eres tú —rió—. Te dejaré para que pienses lo que le vas a decir a Aioros cuando vuelva de donde está. Trata de que lo tome de la mejor manera, no quiero reclamos


Shura sonreía en sus adentros al ver la expresión de horror que Aioria puso, quizás el muchacho no había pensado en eso, pero ya no era asunto suyo. Abrió la puerta para salir y cerrar de nuevo desde el exterior, dejando al menor solo dentro de aquel espacio, imaginando lo que Aioros iba a decirle cuando le contara la gran impertinencia que hizo en su arranque de coraje en contra suya.


—Aioros va a matarme cuando le diga la estupidez tan grande que he hecho… —se lamentó cayendo de rodillas presa de una angustia ante el desconcierto.


El español mientras tanto salía del todo de aquella mansión, hubo hecho muchas buenas jugadas, claro que con la ayuda inesperada de Aioria. Todo fue bastante fácil pero aún no podía cantar victoria no cuando Aioros estaba lejos, tendría que esperar a que el castaño regresara de donde estaba y según le habían comunicado, eso sería dentro de pocos días.


 

Notas finales:

Gracias de nuevo a quienes leen, un enorme saludo y nos vemos el siguiente lunes, sigan bellos ;)


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