Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

[Reviews - 84]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Capítulo más largo, gracias por leer y seguir este fic.

Capítulo XXVI. “Rosas para Saga”

 


”””

 

Eran las ocho de la mañana con algunos minutos cuando Aioros salía de la casona Escorpio acompañado de Milo. Durante el desayuno le pidió a Kardia permiso para que el menor lo acompañara a comprar un detalle para entregárselo a Saga cuando fuera a recogerlo. La alegría del gallardo hombre era inmensa al saber que dentro de pocas horas vería a ese hermoso joven que le robó el corazón con su inocente mirada de brillo esmeralda.

—¿A qué hora irás por él? —Milo preguntó cuando ambos estuvieron dentro del coche. Aioros se acomodó antes de dar su respuesta.

—A las once, pero trataré de llegar unos minutos más temprano para saludar a sus padres —sonrió.

—Quién pensaría que ibas a resultar un enamorado de primera —negó el joven con diversión.

—A decir verdad a mí también me sorprende, cuando vine no me esperé ser flechado por Eros pero fue inevitable… —suspiró con la mirada ilusionada.

—Me alegra que haya sido así —Milo dijo sin mirarle—, pensé que harías infeliz a mi amigo. Sólo de pensarlo me daba coraje pero nos equivocamos contigo Aioros.

—Sin duda eres igual a tu padre, no le has perdido nada —rió—, es bueno saber que Saga tenga personas tan buenas como ustedes en su vida. Gracias por quererlo Milo.

El muchacho por fin miró al castaño con ojos de sorpresa, pero pronto le sonrió con simpatía.

—Gracias a ti por amarlo… Él y Kanon en verdad merecen ser felices.

—Te aseguro que haré lo que sea para que Saga lo sea a mi lado, pero con su hermano… Su prometido es un poco complicado.

Las palabras de Aioros hicieron que Milo frunciera el entrecejo con extrañeza y lo miraba con atención, no comprendía a que prometido se estaba refiriendo el mayor porque hasta donde sabía, Kanon aún no tenía pretendiente.

—¿Prometido? Kanon no tiene prometido aún —expresó preocupado.

Aioros dedujo en seguida que quizás Milo no sabía aún lo del ya confirmado compromiso del gemelo menor con el mayor de los hijos de Hades Inferno.

—¿Kardia no te ha comentado? —Milo negó— Bien, sucede que ayer los Géminis fueron llevados a la región vecina por pedido de un reconocido magnate de la industria del vino, Hades Inferno quien tiene tres hijos. El señor Aspros me dijo ayer que fue a verme que, Radamanthys el hijo mayor aceptó desposar al joven Kanon.

—Entonces Kanon fue presentado ya con su prometido… —meditó sin poder creerlo— ¿Por qué dices qué ese tal Radamanthys es alguien complicado?

Milo se encontraba preocupado por lo que podría esperarle a Kanon con ese hombre.

—Lo que sucede es… que Radamanthys tiene un carácter bastante fuerte, es un hombre frío y calculador sobretodo en los negocios.

—¿Crees qué Kanon vaya a tener una mala vida a su lado? —la preocupación era demasiada para el griego más joven.

—No podría afirmarlo con certeza porque yo sólo conozco a esa familia por negocios y algunas convivencias que se hicieron con mi familia hace algunos años atrás. Aunque mi padre se llevaba muy bien con el señor Hades. Sus hijos menores Minos y Aiacos son bastante tranquilos pero con Radamanthys todo es incierto.

—Kanon…

Los ojos de Milo se empañaron de angustia al saber que quizás su amigo Kanon no correría con la misma buena suerte de su hermano mayor. Internamente le pedía a los dioses que su nueva vida no fuera cruel con él.

”””

Saga estaba en su habitación al entrar para asearse vio colgado en la puerta de su closed un conjunto de su mejor ropa. En su mente cruzó la idea de que alguno de sus padres fue quien escogió ese atuendo para que lo usara al salir con su prometido. Su prometido… esa palabra le sonaba tan desconocida, no se imaginó alguna vez que a sus 18 años de edad fuera a casarse, aún el miedo estaba presente en su ser al recordar a quien sería su esposo.

Recordaba con lujo de detalle los ojos con los que ese hombre lo había visto, nunca antes tuvo contacto con un hombre como ese. Suspiró haciéndose a la idea de que tendría que acostumbrarse. Sin más que hacer se fue a su cuarto de baño para hacer lo que tenía que hacer y así poder bajar a desayunar con su familia.

”””

Las 8:38 de la mañana y tanto Saga como Kanon llegaban juntos al comedor donde sus padres ya los esperaban con una increíble verdad lista por abandonar sus bocas.

—Buenos días, papá, mamá —saludó Kanon sereno.

—Buenos días —fue el escueto saludo de Saga.

—Hijos míos, buenas sean —respondió Aspros poniéndose de pie para colocarse atrás de su esposa sentada al lado izquierdo de la mesa. Sus manos fueron a los delicados hombros de ella con suavidad.

Los hermanos sospecharon que los mayores iban a decirles algo.

—Siéntense mis amores —pidió Paradox con una sonrisa nerviosa, los chicos obedecieron.

—Hijos quizás éste no sea el momento correcto, o el lugar pero es necesario que ustedes sepan algo muy importante.

Aspros veía a los jóvenes con inquietud, le preocupaba mucho como fueran a reaccionar por lo que iba a decirles.

—¿Pasa algo malo, papá? —Kanon estaba intranquilo al ver la actitud de sus progenitores. Paradox negó.

—No mi niño, no es algo malo. Pero es necesario que conozcan su naturaleza.

Saga no entendía nada pero tampoco se atrevía a decir algo, se limitaba a escuchar aunque las palabras de la dama lo estaban angustiando bastante.

El hombre de cabellos azules tomó la palabra de nuevo, ahora para decirle sin rodeos a los gemelos lo que era momento de confesar.

—Saga, Kanon, tienen que saber lo que son en vista de que están próximos a casarse. Ustedes son hombres como pocos y es necesario que se cuiden mucho de ahora en adelante —suspiró con fuerza—. Ambos son donceles, pueden embarazarse y traer vida al mundo como una mujer.

La expresión de los padres era seria sin lugar a que fuera alguna posible broma de mal gusto. Kanon con los ojos bien abiertos se levantó con rapidez como si su silla fuera un trozo de carbón ardiente. La revelación de su padre lo había dejado en shock.

—¿Do-donceles? —Saga sentía espanto de decir esa palabra y más aún al imaginar que Aioros quisiera embarazarlo, tembló sólo de pensarlo. No sabía que decir los nervios cerraron su mente a la vez que un escalofrío recorría por entero su espina dorsal.

Pero su hermano no pensaba quedarse callado a diferencia suya.

—¿¡C-cómo, cómo qué somos donceles!? ¿¡De dónde sacan que Saga y yo podamos embarazarnos papá!? —gritó fuera de sí— ¡Es absurdo, no lo acepto! Tiene… tiene que ser una broma, mamá —giró a verla desesperado a punto del llanto—. ¡Por favor dime que esto es mentira! —golpeó sobre la mesa logrando que Paradox se pusiera de pie y negara con dolor en sus facciones al ver lo que provocó la confesión.

—¡Kanon cálmate! —quiso tranquilizarlo Saga al ver que el accionar del otro se estaba saliendo de control pero ante la histeria del menor no pudo hacer nada más que ser empujado con fuerza.

—¡Suéltame Saga! ¿Cómo quieres que me calme si me acaban de decir que pueden embarazarme? —preguntó con rabia en sus verdes ojos— ¡Yo no soy una mujer para eso! ¡Yo, yo no…!

—¡Kanon, Kanon!

—¡Hijo!

La impresión de conocer su verdadera naturaleza fue demasiado para Kanon quien al no poder soportarlo terminó desmayándose. Afortunadamente Saga reaccionó de prisa y con velocidad alcanzó a atraparlo antes de que tocara el suelo. Paradox y Aspros fueron también en auxilio del joven inconsciente siendo el de cabellera azul mayor el que cargara a Kanon para llevarlo a la sala y poder recostarlo en un diván.

—Hermano… —se lamentaba Saga acariciándole el cabello, lentamente se separó del menor para ver a sus padres notablemente afectados por sus reacciones— ¿Qué más hace falta que nos digan? ¿Por qué no nos dijeron esto antes, por qué?

Lágrimas amargas brotaban de los cristalinos ojos de Saga luego de preguntar con reproche a los mayores. Saber esa nueva información a estas alturas de todo le llenaba de angustia y más aún porque ignoraba totalmente que tanto Aioros como Radamanthys ya eran sabedores de lo que ellos acababan de enterarse.

—Por favor Saga, perdónanos —a Paradox le dolía saber que a sus hijos les afectó tanto la noticia—, nosotros lo supimos cuando tú y Kanon tenían diez años. Pensábamos decirles cuando cumplieran 16 pero todo se aplazó hasta este momento porque ocurrieron las carencias económicas que ya conocen…

—Hijo nosotros nunca nos esperamos que ustedes fueran algo tan maravilloso, y cuando lo supimos fuimos felices pero a la vez nos prometimos protegerlos de cualquier mal, es por eso que sus clases eran especializadas y no les dejábamos salir solos de casa. Temíamos que fueran lastimados si alguien se enteraba de su don.

—¿Quién más lo sabe…? —la voz de Saga era amarga.

—Kardia y su esposa Sonia, tía Integra y tío Deuteros… —respondió Paradox.

—Aioros Sagittarius y Radamanthys Inferno también lo saben… —suspiró Aspros con una expresión cansina.

—Así que el joven Aioros ya lo sabe… —cerró los ojos sintiendo por dentro miedo del futuro al lado de ese hombre— Si ya conoce la verdad y aún así hoy saldré con él, quiere decir que me acepta aún siendo doncel —miró a la pareja con resignación en lo que una sonrisa triste se dibujaba tenuemente en sus labios.

Aspros se vio sorprendido por la acertada deducción de su hijo mayor. Asintió a la afirmación de Saga con solemnidad.

—Él te ama Saga, me lo dijo mirándome a los ojos. Aioros quiere hacerte feliz y está emocionado de poder formar una familia contigo en el futuro.

—Qué bien por él, lástima que yo no sienta lo mismo —su mirada perdida se clavó en el piso. Si antes sentía que no tenía esperanzas, ahora definitivamente murieron del todo—. Cuidaré a que Kanon recupere la consciencia, estoy seguro que no le alegrará verles por ahora…

—Lo mejor hubiese sido que se los dijéramos luego del desayuno —lamentó la dama.

—No —negó Saga sin mirarla—, si hubiese sido así es probable que regresáramos la comida, es mejor que fuera antes. No te preocupes por nosotros mamá, hambre es lo menos que sentimos ahora.

—Hijo yo… —tenía todo el deseo del mundo de acercarse al joven pero Aspros la detuvo sujetándola del brazo. Ella lo vio interrogante y triste.

—Es mejor que les dejemos solos, por ahora es más acertado —suspiró también con tristeza. Ella sin muchos ánimos asintió y ambos se alejaron de la sala donde los gemelos se quedaron uno hundido en la paz de una inconsciencia que le permitió no enloquecer, mientras que el otro intentaba en sus adentros aceptar su nuevo destino.

—¿Qué va a ser de nosotros ahora, hermano…?

Saga lloró recostado en el pecho del durmiente Kanon, otro golpe a su estabilidad emocional, estaba a un grito de perder la cordura.

”””

Su mente divagaba en un sitio lejano de donde se encontraba, pensaba en lo que su padre le dijo a su madre cuando aún estaban en el comedor. Podría ser que el compromiso de su hermano mayor fuese cancelado pero el peli-plata pensaba qué sería ahora de ese hermoso gemelo si el compromiso se disolvía. Suspiró cerrando sus ojos, Minos no podía creer lo que la necedad de Radamanthys iba a ocasionar, le daba coraje con el rubio por ser tan canalla. ¿Quién no desearía formar una familia con Kanon Géminis? A él sin duda le encantaría pero no era el afortunado que tendría en su futuro a ese ángel de cabellos azulinos claros.

La paz del joven de largos cabellos se vio interrumpida de golpe, producto de insistentes llamados a su puerta. Minos abrió los ojos y volteó entrañado a la entrada. Al notar la fuerza del llamado se levantó de prisa para ir a ver quien era y al abrir se encontró de frente con la enojada mirada de su hermano mayor. Radamanthys no esperó invitación del otro para entrar en su pieza y comenzar a decirle con una voz bastante irritada.

—Tenías que abrir la boca hoy en el desayuno, ¿verdad Minos?

El nombrado ni se inmutó por el mal carácter del rubio, cerró la puerta y se cruzó de brazos encarando al otro.

—No sabía que era nuestro secreto —le respondió mordaz con una sonrisa socarrona, algo que irritó aún más al contrario.

—Idiota, ¿cuál es tu problema eh? ¿Acaso te duele no estar en mi lugar? Noto que te mueres por Kanon no soy estúpido, Minos.

—Tú no te lo mereces, Radamanthys —Minos miró al rubio con frialdad—, nunca vas a llegar a amarlo como él se merece, ni siquiera te alegra saber que puedes tener hijos con él. Has conseguido que papá quiera cancelar tu compromiso pero, ¿sabes qué? Le diré que no lo haga, estoy dispuesto a casarme con Kanon Géminis en tu lugar, estoy seguro que puedo hacerlo feliz como tú nunca serías capaz —le soltó de golpe. Los ojos dorados de Radamanthys se agrandaron con ira al escuchar la seguridad con la que hablaba su hermano, además de lo que le había hecho saber.

No estaba dispuesto a permitir que Minos se quedara con lo que ya consideraba como suyo, eso jamás.

—Ese niño me pertenece, idiota. ¿O acaso ya olvidaste qué le robe su primer beso? —rió de lado.

—¿Y eso qué? Un beso frívolo nunca se comparará a uno dado con cariño. Y eso hermano mío yo podría hacerlo a diferencia de ti —se mofó.

—No se te ocurra meter las narices donde no debes Minos —amenazó con la mirada afilada.

—No es cosa mía Radamanthys —le dijo serio—, papá ya lo decidió, va a cancelar tu compromiso para evitar que Kanon tenga una vida miserable a tu lado. Bien hecho campeón, gracias por dejarme el camino libre —sonrió al final con cinismo, uno que hizo pensar al mayor que perdía tiempo valioso.

—Eso está por verse —amenazó.

Radamanthys salió hecho una furia de la habitación de Minos a quien de paso golpeó al chocar con su hombro derecho. El peli-plata miraba como la puerta se cerraba de golpe desde afuera y negó, lo que le dijo al rubio salió sin pensar pero ahora que lo analizaba no le parecía tan mala idea. Él se sentía bastante atraído por la personalidad de Kanon y por su fineza y si Radamanthys iba a desaprovechar su oportunidad, él estaba dispuesto a tomar su lugar sin ningún problema.

”””

En su cabeza se repetían las palabras de Minos una y otra vez “Has conseguido que papá quiera cancelar tu compromiso” “Papá ya lo decidió, va a cancelar tu compromiso para evitar que Kanon tenga una vida miserable a tu lado”. Negaba con coraje mientras caminaba a grandes pasos con un único destino: el estudio de Hades, tenía que estar ahí, su padre tenía que escucharlo no iba a permitir que ese matrimonio se cancelar así sin más. No comprendía por qué quería impedirlo… o quizás sí.

Radamanthys desde que vio a Kanon, desde que se reflejó en esos hermosos ojos verdes, desde que probara la miel de los primeros labios vírgenes que besara en su vida no pudo evitar sentir una cálida sensación crecer y alojarse en su pecho. El gemelo sin saberlo provocó en él un sentimiento extraño, algo parecido a las ansias combinadas con deseo. Radamanthys deseaba estar cerca de Kanon puesto que cuando lo tuvo en sus brazos le gustó su calor y su aroma, algo que ni con Afrodita a quien tanto decía amar le hubo ocurrido.

—No voy a permitir que me quiten la posibilidad de tenerte Kanon…

Tras bajar al primer piso y encaminarse por un pasillo, llegó por fin a su destino. Ni se molestó en tocar cuando abrió la puerta, sorprendiendo a quien estaba dentro al parecer redactando una carta.

Hades miraba a Radamanthys sorprendido por la manera tan violenta en la que irrumpió en la habitación, el ceño del azabache se frunció levemente al mismo tiempo que una pregunta salía de su boca.

—¿Pasa algo, Radamanthys? —inquirió dejando la pluma a un lado del papel con bastante calma.

El rubio miraba a su padre con intensidad y nerviosismo, a pesar de que Hades era un buen padre y alguien con quien sus hijos podían hablar con confianza, también era conocido que su paciencia era corta y cuando tomaba una decisión no había quien lo hiciese cambiar de opinión.

—Papá, tenemos que hablar —dijo aún de pie cerca de la puerta abierta.

—Eso es lo que estamos haciendo ahora, ¿o no? Cierra la puerta y toma asiento —respondió autoritario y el menor así lo cumplió.

—Minos me lo ha dicho, quieres cancelar mi compromiso con Géminis —soltó sin rodeos, Hades suspiró. Sabía que era cuestión de tiempo para que alguno de sus hijos o su esposa se lo dijeran.

—Sí, así es —concedió—. Considero que es mejor para ese muchacho que no estés en su vida, de hecho estaba escribiendo una carta a Aspros Géminis para anunciarle que voy a visitarlo mañana para hablar sobre esto y pedirle a él y a su familia una disculpa por el abrupto cambio de planes.

—No padre —expresó determinante, el CEO le miró con una ceja alzada en señal de duda—, por favor no canceles mi compromiso.

—Radamanthys, tú y yo sabemos que no estás listo para esto, ya no tienes que preocuparte, el matrimonio fue arreglado en parte para darte una lección y que le pusieras un real rumbo a tu vida olvidándote de ese tipo con quien estabas empecinado. Ahora ya sabes que no era de tu conveniencia y por lo tanto ya no es necesario que te cases —Hades trataba de hacerle entrar en razón pero la verdadera razón por la que insistía en cancelar todo aquello era para evitar el sufrimiento de Kanon.

—Quiero que ese joven sea mi esposo, papá —volvió a decir con seguridad y seriedad.

—Es un doncel Radamanthys, tú mismo dijiste que no quieres nada con uno. Mejor déjalo ya, acepta mi decisión y permítele a Kanon encontrar a alguien que haga real aprecio de él. No te miento al decir que me encantaría que formara parte de nuestra familia pero tú no eres el indicado.

—¡Papá, brindarme a mí esa fortuna!

Hades y Radamanthys voltearon a la puerta abierta de nuevo pero ahora por Minos que cerró y se acercó a ellos a pasos elegantes. El de cabellos azabache volvió a suspirar, volteando los ojos ante la falta de modeles que sus hijos estaban demostrando al entrar a su estudio como si tal cual nada.

Por su parte el rubio miraba a su hermano menor con deseos de tomarlo del cuello.

—¿¡Qué diablos haces aquí, Minos!? —se exaltó poniéndose de pie para enfrentarlo, pero el de cabellos plata ni se amedrentó.

—Minos, ¿qué acaso no les hemos enseñado a tocar la puerta? —dejó salir la pregunta con cansancio llevándose la blanca mano a la cara.

—Papá, yo puedo tomar el lugar de Radamanthys y desposar al joven Kanon. Su familia desea casarlo y ya que éste tonto dice no querer nada con él, estoy seguro de que puedo darle todo lo que necesite y no hablo sólo de lo material —miró de soslayo a su hermano. Éste agrandó los ojos con enojo.

—¡Olvídalo Minos! —vociferó— Yo soy quien va a tener a ese joven como esposo —volteó a Hades—, padre lo que dije en el desayuno fue porque estaba molesto pero no con Kanon…

—Excusas y más excusas Radamanthys —escupió Minos mirándolo ceñudo.

—¡Tú cállate, no sabes nada!

—¡Basta los dos! —hizo callar el mayor— Radamanthys, tú no expresas tus emociones abiertamente, por eso he tomado en serio lo que dijiste sobre Kanon. Sabes bien que no sientes ni podrás llegar a sentir algo por él. Tu única intención es usarlo para desquitarte de lo que te hizo ese chapero*.

—No puedes cancelar el compromiso papá —su mirada era intensa e indescifrable—. Deseo casarme con Kanon, haré lo mejor posible para que nada le falte, por favor confía en mí.

—¿Por qué tanta insistencia en qué no termine con esto?

Radamanthys desvió su dorada mirada, a pesar de entender lo que le pasaba no se sentía capaz de aceptarlo por el simple hecho de no desear mostrar “debilidad” en especial frente a su padre a quien le hubo prometido no volver a creer en nadie y mucho menos a abrir su corazón.

—No lo sé —mintió—, sólo… permíteme seguir con esto.

Hades no se encontraba muy convencido ante la petición de Radamanthys pero qué hacer, estaban a seis días de que la unión entre su hijo y el joven doncel se llevara a cabo, sabía que había tiempo más que suficiente para detener todo y en verdad que no deseaba ser el causante de tristezas del muchacho de cabellera azul. Pero también estaba su hijo mayor que parecía haber adquirido conciencia suficiente como para pedirle que le diera una oportunidad. Pero, ¿y si se la daba y terminaba ocurriendo lo que él tanto quería evitar? Hades se sentía atrapado entre dos caminos y por primera vez en muchos años no sabía que decisión tomar.

—Escuchen hijos, debo pensar muy bien lo que va a pasar, por el momento no enviaré esta carta pero a su vez quiero que ambos demuestren su madurez. En la cena les diré lo que he meditado y entonces Rada, sabrás si decido confiar en ti o cedo tu lugar a Minos —concluyó bastante serio.

Los jóvenes sabían que era mejor cumplir con lo que su padre les dijo y esperarían con paciencia a la resolución de ese problema producto de las palabras del confundido rubio. Ambos asintieron y decidieron salir del estudio dejando al de ojos azul cielo solo con sus pensamientos.

—Hacer lo correcto, o confiar en los sentimientos de mi hijo… —suspiró al saberse solo— Lo mejor será consultarlo con mi amada Pandora, estoy seguro que ella puede ayudarme.

Volvió a tomar asiento y entre sus dedos el papel donde escribía minutos atrás. Leyó las palabras ahí plasmadas pensando en qué hacer.

Los hermanos por su lado se miraron con odio al estar lejos de la vista de su progenitor, diciéndose muchas cosas en silencio, sólo con el brillo de sus miradas igual de doradas pero tan diferentes.

”””

Milo y Aioros caminaban por las calles llenas de negocios y comercios, ambos lograban atrapar miradas coquetas e impresionadas ya que sus físicos eran dignos de ver. Llevaban algunas cosas ya en diferentes bolsas, y en uno de los brazos del castaño se podía apreciar un hermoso ramo de rosas blancas. Su nuevo amigo le había dicho el día anterior que a su amado Saga le encantaban las rosas de ese color, así que sin duda recorrió todos los comercios habidos y por haber en busca de las rosas más bellas, frescas, impolutas y perfumadas que pudiera conseguir, y al fin lo logró gracias a un amable joven florista que vendía gran variedad de rosas todas hermosas y tan llenas de vida.

—Fue una suerte encontrar el comercio de ese chico, ya no siento las piernas —se quejó Milo puesto que ya llevaban bastante rato caminando de aquí para allá.

—Es verdad tiene muchas rosas preciosas pero estas son las favoritas de mi príncipe, gracias por decírmelo Milo, sin ti quizás no lo hubiese sabido hasta después de algún tiempo —sonría mirando con alegría el ramo sin prestar atención a la queja del menor.

Aioros pensaba en el momento en que entregaría su detalle a ese muchacho de mirada tímida que le robó el corazón. Saga se hubo convertido en su más preciosa razón de ser. Ansiaba el momento de verlo, estaba emocionado.

—No ha sido nada amigo… —suspiró con fuerza logrando la atención de Aioros.

—¿Y ese suspiro? —sonrió cómplice— Parece el suspiro de un corazón enamorado —los ojos de Milo se agrandaron de impresión al pensar que sus sentimientos se leían como un libro abierto, sus pómulos se sonrojaron un poco, Aioros le palmeó la espalda con una sonrisa en sus labios—, tengo razón por lo que veo.

—A-Aioros —le miró con melancolía—, no te equivocas estoy muy enamorado de un ángel —volvió a suspirar.

—Vaya, los ángeles han bajado del cielo a enamorarnos —rió—. ¿Quién es el afortunado?

—Se llama Camus… —dijo con una sonrisa boba al recordar al hermoso galo.

—¿El hijo de Dégel Verseau? —se sorprendió.

—¿Lo conoces? —le vio con rapidez.

—Sí, no personalmente claro pero sí nos han presentado. Conozco a los Verseau desde algunos años atrás, pero nos estamos desviando del tema.

—Bueno, entonces ya sabes quien es el ángel que invade mis pensamientos, el problema es que me gustaría decírselo pero no me atrevo —comentó cabizbajo.

—Oh vamos, si no te animas nunca sabrás si él también puede sentir lo mismo por ti.

—Ayer Dégel y él estuvieron en casa, papá me pidió acompañar a Camus en lo que Dégel le ayudaba con los documentos de tu unión y cuando ya se iba le di un beso en la mejilla… —contó y Aioros estaba muerto de la curiosidad de saber que pasó después.

—¿Y? ¿Qué pasó? ¡Milo, no me dejes en tensión cuenta hombre!

—B-bueno, no me rechazó… se sonrojó y me sonrió.

—Mmmh —meditaba—, sin duda esa es señal de que no le eres indiferente. Le gustas Milo —le sonrió.

—¡Tú crees! —se emocionó.

—Estoy seguro amigo, Camus siente por ti lo mismo que tú por él pero a lo mejor no sabe como expresarlo por su timidez. Tienes que dar el primer paso Milo, el que no arriesga no gana y si lo quieres tendrás que demostráselo.

Milo asintió emocionado y decidido.

—¡Tienes razón! Gracias Aioros, en verdad necesitaba un consejo sobre esto que siento, me alegra habértelo dicho.

—No tienes de que agradecer, por el contrario yo te agradezco la confianza que me has regalado.

Ambos rieron mientras iban rumbo a casa del peli-azul de nuevo para que el castaño pudiera darse un baño y prepararse para ir a recoger a Saga.

”””

En la casona Géminis, Saga sin tener más remedio al ver que su hermano no despertaba, tomó un pañuelo que mojó con un poco de alcohol para colocarlo en la nariz de su gemelo, aquello logró que el menor abriera de a poco los ojos, recobrando su consciencia viéndose confundido por lo que le hubo sucedido.

—¿Saga…? —lo nombró con suavidad al verlo— ¿Q-qué fue lo que pasó…? —se llevó una mano a la cabeza, sentía dolor pero más que nada ocasionado por el coraje.

—¿Cómo te sientes hermano? —Saga se sentó a su lado en el diván.

—Como si me hubiese caído desde el segundo piso…

—Mmmh… —un vaso de cristal fue llenado con agua de una jarra cercana— Toma, bebe un poco de agua.

Kanon tomó el vaso con sus finos dedos y bebió sintiendo como la frescura del líquido humedecía su seca garganta dándole una sensación de alivio.

—Gracias —le devolvió el vaso vacío. Suspiró—, lo que papá y mamá dijeron no era un sueño, ¿verdad?

—Kanon… —suspiró también poniendo el vaso en la mesa del centro— Es triste pero no fue un sueño, ambos somos…

—No lo digas —interrumpió en un susurro—. No quiero escucharlo de nuevo.

—Perdona —bajó la mirada apenado, Kanon se sintió culpable y sin más abrazó a Saga desde los hombros.

—No, perdóneme tú a mí Saga. Tú no tienes la culpa de esto, eres víctima al igual que yo —sollozó bajito.

—Kanon, no llores hermano —se dio la vuelta para abrazar a su igual.

—Es que no puedo comprenderlo somos fenómenos. ¿Qué hombre normal va a poder embarazarse como una mujer?

—No, no somos eso, los donceles existen Kanon, pero hasta donde tengo entendido no es muy común encontrarlos.

—Con mayor razón —se limpió el llanto con la manga de su camisa.

—No te pongas así, yo se que es complicado pero ve el lado bueno —trataba de animar al otro sin mucho éxito—, podrás tener una familia, niños que sean tuyos.

—¿Y si a mi prometido no le gustan los niños? De qué vale que yo desee tener hijos alguna vez si ese hombre no los querrá.

—No digas eso, uno nunca sabe. Quizás al joven Radamanthys le alegre saber que pueden tener hijos —sonrió queriendo reconfortar al menor.

—¿Y si no lo sabe?

—Mamá y papá dijeron que nuestros prometidos ya saben sobre esa condición.

—¡E-Entonces el joven Radamanthys ya sabe qué soy un doncel! —se alarmó sentándose recto en el diván.

—Sí… también el joven Aioros, y que vaya a salir en unas horas con él significa que me acepta como doncel. Aún así quiere casarse conmigo.

—Ya veo… ¿Qué hora es?

—Ya van a dar las diez —interrumpió la voz de Paradox con cautela—, mi amor ya has despertado.

La dama temía acercarse a su hijo menor, no deseaba causarle otro malestar como el que lo llevó a desmayarse. Pero parecía que Kanon lo notaba, no deseaba ser duro con su madre ni hacerla sentir que la odiaba.

—Acercate mamá —pidió con suavidad. Paradox sin perder un sólo minuto cumplió con la petición de su hijo.

Fue hasta Kanon y lo estrechó en sus brazos, el gemelo sintió el calor y el dulce aroma de su madre envolverlo y sintió tranquilidad. Aunque sus temores aún hacían estragos en su ser, saber que tenía el amor de su madre le daba paz.

—Hijo, mi pequeño, mis pequeñitos —atrajo a Saga también en el abrazo. La hermosa mujer apapachaba con gran amor a sus hijos—, perdónennos por ocultarles por tanto tiempo su don pero fue por su seguridad. Los amamos demasiado como para permitir que algo les pasara. Se los dijimos ahora porque ustedes ya son mayores de edad y sabrán cuidarse, esperarán el tiempo correcto para poder tener su propia familia.

—Mamá, yo no quiero tener hijos —sollozó Kanon en verdad la idea de embarazarse no le parecía atractiva de ningún modo.

—No te preocupes mi cielo, si no quieres no tienes porqué hacerlo. Eres y serás libre de elegirlo y eso tu esposo debe de entenderlo, él no puede obligarte, tampoco a ti mi niño —le sonrió a Saga—. Sus esposos deben de respetarlos.

Los menores asintieron abrazados a la figura materna, las palabras de ella les tranquilizaban, algo que agradecían inmensamente.

”””

Eran las diez con veinte de la mañana, Paradox peinaba los largos cabellos de Saga, ya estaba vestido y perfumado para recibir a su prometido quien iría a buscarlo a las once. Por otro lado Kanon en su habitación recibía la visita de Aspros.

El mayor pensaba que estaba aplazando demasiado la conversación con su hijo menor y por eso deseaba hablar con él. Kanon abrió la puerta y recibió a su padre con más calma de la que Aspros esperaba.

—Papá —dijo un tanto sorprendido.

—Hola pequeño, ¿podemos hablar? —le cuestionó con congoja.

—Mmmh, claro. Pasa por favor —dejó al mayor entrar a su habitación, éste suspiró antes de comenzar.

—¿Cómo te sientes? —le acarició el cabello con una sonrisa tenue.

—Más tranquilo papá, no te preocupes.

—Perdón por no decirles antes…

—Papá, en verdad no te martirices ya mamá nos explicó por qué esperaron hasta ahora —lo tranquilizó, pero Aspros sintió el inmenso deseo de abrazarlo y así lo hizo. Abrazó a Kanon con todo el amor y cariño que sentía, el gemelo se sorprendió pero después de unos segundos respondió el gesto con una sonrisa de gratitud.

—Hijo, nunca dudes de que tu hermano y tú son lo que más amamos a pesar de que quizás por lo que estamos haciendo no lo parezca pero los amamos…

—Lo sé y estoy seguro que Saga también.

Se separaron con lentitud.

—Me alegra escucharlo… —sonrió— He pensado que he sido muy desconsiderado contigo Kanon, no te he preguntado cómo estuvo tu convivencia con el joven Radamanthys.

Los ojos verdes se agrandaron para pronto virarse a otro punto de la habitación, con su madre había sido fácil eludir ese tema pero con su padre quizás no tendría la misma suerte.

—¿Qué quieres qué te diga? —preguntó nervioso e incómodo. Aspros pudo notarlo.

—Hijo cualquier cosa que quieras decirme sobre eso puedes hacerlo, me preocupa que quizás haya sido una experiencia incómoda para ti, es la primera vez que estuviste con otra persona que no es de tu círculo cercano.

—S-supongo que no fue tan malo, fue diferente sí, pero no pasó nada del otro mundo no te preocupes…

—¿Ese joven fue amable contigo?

Kanon no sabía que decir pasaron muchas cosas extrañas y nuevas para él en ese corto tiempo pero lógicamente no iba a hablarlas con su padre.

—Sí papá…

Kanon moría de los nervios pero la campana lo salvó, el timbre de la entrada principal sonó sacando a padre e hijo de la esquiva conversación.

—Llaman a la puerta —dijo Aspros.

—Seguramente sea ese hombre Aioros —contestó Kanon con cierta molestia, aunque el castaño no le cayera en gracia agradecía que hubiera llegado para poder salir de la incómoda situación donde su padre lo había puesto.

—Aún es temprano.

—Quizás quiso venir antes.

—Iré a ver quien es —el joven asintió dejando que el mayor saliera de su habitación, al verse solo suspiró aliviado.

—Gracias a Athena se ha marchado —se pegó a la puerta sintiendo como sus nervios se disipaban.

Pensaba que era un extraño momento para querer hablar de la convivencia con su prometido pero después de algunos minutos le dejó de tomar importancia y se recostó para tratar de leer un libro.

”””

Aspros llegó a la puerta, al abrir se encontró con el rostro sereno de Sagittarius con algunas cosas en sus manos.

—Joven Aioros, buen día —saludó estrechando la mano del joven hombre.

—Buen día señor Aspros, disculpe si he llegado más temprano de lo acordado —dijo con calma—, he querido traerles unos presentes a usted y a su familia.

 

—Se lo agradezco aunque no debió usted molestarse —respondió apenado por el gesto del castaño— Por favor pase adelante —ofreció el mayor y él aceptó—, tome asiento, ¿desea algo de beber?

—No, no se preocupe muchas gracias —Aioros acomodó lo que llevaba sobre un sillón individual y el ramo de rosas quedó sobre la mesa del centro mientras él se sentaba en un diván.

—¿Desea que llame a Saga?

—Si no es molestia, me gustaría entregarle estas rosas, he sabido que son sus favoritas —sonrió.

Hasta ese momento fue que Aspros se dio cuenta del ramo que acompañaba al joven CEO, se sorprendió de que supiera de ese dato.

—De acuerdo iré a buscarlo regreso en seguida —sonrió y asintió con un suave movimiento de su cabeza.

Aioros asintió mirando a Aspros irse por un pasillo corto desde donde se divisaban unos escalones. Supuso que su amado estaba en el segundo piso y se dispuso a esperar a que el hombre volviera.

Sus ojos miraban la bella decoración del lugar, imaginaba que en tiempos pasados la casa tendría que lucir cuatro veces más ostentosa pero los tiempos cambiaron para ese lugar como para la familia que lo habitaba, y sin saber como fue, su mirada se encontró con un retrato de metro por metro en una de las paredes donde se encontraban los dos gemelos de cabellos azules, aunque estuviesen los dos pudo fácilmente identificar a Saga en el cuadro, sonrió. En verdad que era hermoso, ambos lo eran pero Saga se robaba toda su atención pues en su mirada había una dulzura inusual. Incluso era el que estaba sonriendo, mientras que Kanon permanecía serio. Suponía que en ese retrato los hermanos tendrían a lo sumo unos quince años de edad.

”””

—¡Mi amor, luces precioso! —le dijo Paradox con emoción, Saga se miraba en el espejo de cuerpo completo de su armario, llevaba una camisa blanca manga larga dentro de un chaleco negro y pantalones negros a juego y en sus pies cómodos mocasines negros, su largo cabello cubría su espalda y largos mechones caían por su pecho, era sin duda un joven con una extraordinaria belleza masculina. Pero él a diferencia de su madre no se sentía nada entusiasmado.

Iba a decir algo pero un llamado a la puerta lo interrumpió.

—Adelante —dijo sin muchos ánimos. Aspros abrió y se asomó.

—¿Ya estás listo, pequeño? —le preguntó con una sonrisa.

—Ya está listo cielo —respondió ella con alegría—, ¿No se ve hermoso?

—Nuestros pequeños siempre se ven preciosos, mi reina —concedió entrando del todo—, pero ahora debes bajar hijo. Aioros ya a llegado por ti.

—¿No es aún muy temprano? —indagó alarmado.

—Son las diez con cincuenta y cinco mi niño. Seguramente no podía esperar a verte, anda vamos a saludarlo.

Saga suspiró, no había escapatoria, tendría su primera cita le gustase o no.

”””

Pasados algunos minutos Aioros escuchó pasos venir desde el pasillo por el que Aspros se marchó, al voltear, vio a la bella madre de su amado quien venía detrás de ella y tras él, Aspros al final. Se puso de pie con calma.

Saga por su lado sentía unos inmensos nervios que incluso le provocaban dolor de estómago, tomó aire para intentar tranquilizarse pero era inútil porque ahora sus manos estaban heladas de puro nervio. Aioros al verlo se quedó mudo, si en el cuadro el menor le pareció bello, en persona aquello era mil veces mejor. Saga era perfecto a ojos del castaño, sin duda era un ángel.

—Tenga buen día, joven Aioros —saludó la dama al estar frente a él, en respuesta Aioros besó la blanca mano con caballerosidad.

—Igualmente para usted, mi lady —respondió irguiéndose.

—Aquí está nuestro hijo, lo estábamos esperando —sonrió la dama haciéndose a un lado para que Saga saludara a su prometido.

—Buen día, joven Aioros —hizo una leve reverencia con la cabeza.

—Buen día, joven Saga —sonrió imitando el gesto anterior, tomó la mano del menor con suavidad y besó con delicadeza el dorso, Saga se sonrojó un poco al recibir ese tacto de un hombre como el que sería su esposo dentro de poco—, le he traído un pequeño presente.

Aioros liberó la mano más pequeña para poder coger el ramo de rosas de sobre la mesilla, con una sonrisa cargada de amor lo puso en los brazos de Saga como si de un niño se tratara. El joven de cabellos azules alzó el rostro para ver directamente a los ojos al mayor. Las mirada chocaron y el rubor de Saga aumentó al recibir ese hermoso detalle, rosas blancas: sus favoritas por sobre cualquier flor que hubiera.

Él deseaba que algún día el hombre que amara le regalara una rosa blanca, lo ansiaba tanto como su primer beso pero esto ni a Kanon se lo había contado, era algo que mantenía para él pero Aioros no le regaló una sola, sino un florido ramo de ellas, de sus amadas rosas de pureza.

—G-gracias… yo, yo se lo agradezco mucho —sonrió, por primera vez desde que conoció a Aioros había sonreído de verdad, sin fingir, realmente le alegró mucho su regalo, se sentía halagado de una manera diferente a la de la primera vez.

—Gracias a ti por aceptarlo —Aioros estaba encantado mirando como su príncipe olía con sus preciosas esmeraldas cerradas las rosas, endulzándose el alma con su perfume.

—Se lo agradecemos mucho joven Aioros, ¿Cómo ha sabido que Saga ama esas rosas? —preguntó contenta Paradox.

—Pronto nos uniremos, es importante que conozca lo que a mi futuro esposo le gusta y lo que no, mi lady.

—Ha sido muy considerado de su parte joven —aportó Aspros.

—Ven Saga —llamó Paradox—, vamos a ponerlas en agua para que perfumen tu habitación.

Saga asintió alegre siguiendo a su madre a la cocina, dejando a Aioros y a Aspros solos algunos minutos.

—No debió molestarse joven.

—No es molestia, al contrario quiero darle a Saga todo lo que le dé felicidad y lo haga sonreír. Por cierto, estos presentes son para usted, su esposa y el joven Kanon, espero les gusten —entregó tres bolsas al mayor.

—Joven Aioros en verdad no debe molestarse por nosotros.

—Ustedes me han dado el mejor regalo de esta vida, conocer a su hijo y permitirme casarme con él, esto es poco para lo que me están entregando —suspiró, Aspros negó con una sonrisa tenue al ver el estado del castaño, en verdad se le notaba enamorado.

Saga volvió minutos después, Paradox llevó las rosas en un florero a su habitación y bajó cuando él y Aioros estaban por irse a su cita.

—Han quedado muy bien al lado de tu cama, mi cielo —le dijo ella antes de besar la mejilla de su hijo.

—Gracias mamá —sonrió.

—Les prometo traer a Saga temprano a casa, lo cuidaré con mi vida.

—Muchas gracias Aioros, le encargo a uno de mis tesoros —se despidió Aspros en la entrada de la casa, los dos más jóvenes ya estaban afuera.

—Y no lo defraudaré, se lo aseguro.

Aioros ayudó a Saga a subir al coche como todo un caballero y con una despedida de sus manos se marcharon ante la mirada esperanzada de la pareja. Kanon por su parte miraba el coche alejarse por la calle desde la ventana que daba vista a la fachada en el pasillo donde estaba su habitación y la de Saga.

—Por su bien más le vale a ese tipo no querer pasarse de listo contigo hermano… —amenazó en silencio deseando que Saga volviera con bien.

 

Notas finales:

*Chapero : Hombre que se prostituye con otros hombres.

 

Muchas gracias por su lectura.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).