-Los encontré- sonríe Elián mientras se acerca a ellos- Carvel ¿tienes frío?
-Un poco.
-Entonces te voy a dar de mi calor- La abraza y frota sus mejillas.
-Gracias.
Los dos eran tan atentos que lograban darle calidez a su corazón.
-¿Ya quieren ir a casa chicas?
-Si, vamos. Gracias por todo, me divertí mucho.
-¿Segura? No te preocupes por mí Elián.
-No digas eso -La toma del rostro y besa sus labios -En verdad me divertí mucho.
-Elián.
-Además podemos seguir divirtiéndonos en casa. ¿Verdad Alan?
-¿Qué, la invitación es también para mí?
-Pues claro. La cosa es pasarla bien entre los tres.
-Por mí esta bien. Pero primero voy a avisar que llegaré tarde.
-Te damos un poco de privacidad.
Elián y Carvel se alejaron un poco mientras Alan llamaba a sus padres. Y mientras lo hacía veían a su amigo reír, negar y escuchar con atención. Luego de unos minutos colgó.
-Carvel, ¿puedo quedarme en tu casa? ¡Dormiré en el piso! No quiero molestar. Es que cuando les dije a mis padres que se quedarían solas en casa me dijeron que fuera un caballero y las cuidara. Al parecer han habido robos dentro de las casas y eso les preocupó.
-Claro que puedes quedarte. Además no tienes que dormir en el piso, hay una habitación vacía para los huéspedes.
-Gracias.
-A ti por cuidar de nosotras. Estamos en tus manos.
-No se preocupen, haré lo mejor posible.
-Eso de inicio ya me dio desconfianza- Elián bromea con Alan.
-Tienes razón, a tí no te voy a cuidar y ni te preocupes que no habrá quien te haga caso.
-Ya quisieras.
De vuelta a casa los chicos tomaron un baño por separado y Alan entró al final.
-Elián, hay algo que tengo que decirte.
-¿Por qué tan sería Carvel?
-Verás, yo, ya sabes.
-¿Qué sé?
-Elián. Tengo que ser sincera contigo. Yo te amo, de eso no tengo dudas. Pero creo que también, bueno, Alan también me ha empezado a gustar.
-¿Por eso estabas tan seria?
-Si.
-Te entiendo.
-¿Eh?
-Después de todo, a ti siempre te han gustado los hombres. Y tenías razón, él incluso me hizo caer a mí. ¡A mí! A quien siempre le habían gustado las mujeres. Pero ya ves, el amor es amor y ambas nos enamoramos la una de la otra y también de nuestro loco y tonto amigo.
-Gracias Elián.
-Y así como me lo dijiste una vez, a mí tampoco me molesta si estas con él. Todo quedará entre nosotros tres. Pero si quieres algo más privado, solo ustedes dos, no te sientas mal. También te apoyo, porque se que me amas.
-Y mucho.
-¿Ves? No hay problema. Y ahora que estamos siendo sinceras. ¿Recuerdas esa vez que nos castigaron a Alan y a mí?
-Si.
-Bien, pues esa vez lo castigaron por haber golpeado a ¿Adivina quien?
-No sé.
-A tu ex. Te defendió. Siempre le has gustado.
-No, eso no es verdad. Se a quien ama y no me acompleja.
-No miento. Le gustas a Alan.
-¡Claro que no! No me mientas para hacerme sentir mejor! -se sonroja.
-¿Bromeas? -la toma de la cintura y la hace sentar en sus piernas, quedando de frente- ¿Quién no amaría a una chica tan linda y sexy como tú?
-Elián.
-Tu rostro es hermoso -besa su mejilla-, tus labios son deliciosos -la besa, primero algo tranquilidad y luego con frenesí-, tu cuello es precioso-, lo lame-. Tus senos -abre paso por ellos-, son mi locura-, comienza a besarlos, lamerlos y mordisquearlos.
-Elián... ¡Ah! Nos va a escuchar. Umm... ah...
-Y toda tu- cola uno de sus dedos en su interior- Me encantas.
-¡No...! ¡Elián! ¡Si nos ve...! ¡Ah! Umm... me... me va a dar mucha ¡Ah! Vergüenza.
-No va a venir, seguro se tarda más bañándose.
-No, Elián... hablo ¡Ah! ¡Deja de! Ummm... ¡Ah! -se arquea.
-Chicas, yo.
Alan había olvidado tocar la puerta y había visto a detalle la situación.
-¡Perdón! ¡No quise!
-¡Te dije que no! -Carvel se baja de las piernas de Elián, se abotona su vestido y sale corriendo entre lágrimas.
-¡Carvel!
-Lo siento en verdad, debí tocar antes.
-En realidad fue mi culpa, Carvel tenía vergüenza de que nos vieras. Pero yo insistí.
-Me iré a disculpar con ella.
-Bien, entonces yo iré después.
Alan la buscó por la casa siendo cuidadoso de no entrar a ninguna habitación que no fuera la que le habían asignado. Hasta que la encontró en una esquina de la cocina.
-Carvelita.
-Vete, déjame en paz -estaba sentada en el piso hecha bolita.
-Lo lamento, no quise hacerte llorar- toma asiento a una distancia prudente de ella.
-¡Debiste tocar! -aún seguía llorando y no podía encararlo.
-Si, es verdad. Perdón. Estaba tan emocionado que no pensé en otra cosa más que en correr a contarles.
-¿De qué estabas emocionado?- le mira entre curiosa y reservada.
-Sé lo mucho que les gustan los chocolates. Y el otro día escuché a unas chicas hablar acerca de un chocolatero que al parecer va a abrir un negocio por la zona. Investigué un poco y va a ser en vacaciones. Y, no sé. Quería que pasáramos juntos las vacaciones ya que tus padres no van a estar aquí y así que un día quería invitarlas a que fuéramos y regresaramos a casa con muchos chocolates. Pero creo que ahora me siento estúpido, me emocioné como un niño por algo tan trivial.
-Si me gustaría.
-¡En serio!
-Claro. Pero de castigo te toca invitarlos todos.
-No es castigo Carvelita. Haría de todo por verte sonreír. Eres importante para mí y, no quiero volver a estropearlo.
-No lo estropeaste. En realidad si yo hubiera querido que parara me habría alejado. Pero tenía necesidad de caricias y se sentía tan bien.
-Ya... ya veo -Alan estaba rojo hasta los oídos, había recordado aquella escena- No te preocupes, entiendo.
-Piensas que soy una-
-Alto, no pienso nada malo. ¿sí?
-¿Y cómo sabes que iba a decir algo así?
-Porque aún te ves triste-la toma del rostro con ambas manos- Seré más cuidadoso, lo prometo.
-Alan. Te creo- se separa de su amigo-¡Ahora vamos por Elián!
-Si.
Alan le da la mano para ayudarla a levantarse y ambos suben corriendo a la habitación. Por un momento Carvel se vio tentada de besar los labios de su amigo. Y él se negaba siquiera a que la idea llegara a aterrizar en su cabeza, bastante malo sentía que era estar enamorado de Elián como para también sentir algo por Carvel.
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