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Nikki por Raziel Soul

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DIARIO DE KYO

21/JULIO/1997

 

Hola, ha pasado algo de tiempo, ya sabes que solo dejo de escribir cuando acontecen cosas que me impiden hacerlo, o tan emocionantes que me enfrasco en ellas y mi cabeza no da para más, y es precisamente lo que sucede ahora. No quiero explayarme demasiado puesto que debo dormir para estar mañana al cien por ciento y dar todo de mí en los entrenamientos. De lo primero que quiero hablarte trata sobre la historia de mi clan, o mejor dicho, la historia de nuestros clanes (Yata, Yasakani [Yagami] y Kusanagi). Hace un par de semanas mi vida dio un giro de 180 grados con respecto a los conocimientos que tenía sobre eso, la historia antigua se reveló ante mis ojos como si se tratase de una película, pero empecemos desde el principio. Kagura-san vino a buscarme un día, sencillamente apareció frente a la puerta de mi casa, y como si fuese un designio divino fui yo precisamente quien atendió la puerta pues la servidumbre estaba ocupada en varias cosas. Me pidió que le acompañase y obviamente no pude negarme, desde la batalla contra Goenitz el año pasado hemos tenido un acercamiento extraño, como si desde hace siglos nos llevásemos bien, estar a su lado me hace sentir bien, pese a que es mayor que yo no siento una brecha entre nosotros. Sumado a que tenemos pasatiempos similares como el amor a las motocicletas, por lo que subimos a las nuestras dirigiéndonos al sitio alejado al que me guió, ahora sé que aquel lugar fue antes un asentamiento donde los tres clanes vivían “mezclados”, como una gran comunidad en la que las tres familias disfrutaban de su compañía.

 

Me llamó la atención un extraño árbol que se erguía imponente en medio del paraje, pero no es como si fuese uno frondoso lleno de vida como la mayoría en Japón, no, al contrario, daba muy mal rollo, sus ramas prácticamente secas, como si fuese solo un cascarón que encerraba algo, y lo digo así porque precisamente una enorme roca estaba atascada en lo que parecía una entrada al interior del árbol. Chizuru me pidió tocar la roca que, cubierta con varios amuletos shinto, estaba cubierta con algo de ¿lama?, en fin, al poner mi mano sobre ella me vi transportado al pasado. Mi cerebro recibió una descarga tal de información que quedé inconsciente. En resumidas cuentas… los tres clanes derrotamos a Orochi hace cientos de años, después nos volvimos a unir para impedir que… unos tales… Hakkeshu, liberaran el poder que yacía encerrado en ese árbol sagrado.  Pero durante la lucha los sellos se debilitaron, uno de los tipos esos, o mejor dicho, una mujer, asesinó a la esposa del líder del clan Yasakani, culpando al jefe de los Kusanagi, sumado a que ella era ni más ni menos que la hermana mayor de la jefa de los Yata, así como Maki y Chizuru, eran gemelas; ¿te imaginas mi sorpresa cuando al ver a los tres líderes de cada clan noté que eran idénticos a nosotros? Pero no creo que solo sea por genética… Kagura dijo algo sobre… reencarnación, ahora estoy creyéndolo más y más. En fin, desde ahí comienza la rencilla entre los del sol contra los de la luna. Al igual que el pacto que hicieron los Yasakani con Orochi, quien les otorgó el fuego púrpura pese a decirles que su vida se consumaría al mismo tiempo que esas llamas, sumado a que…creo, aunque no estoy seguro, que Yuuhi, como se llama mi ancestro, estaba enamorado de Natsuki, el antepasado de Iori, lo pienso porque noté el sufrimiento en sus ojos, la desesperación en su voz al gritar el nombre de su rival mientras este yacía en el piso después de que le asesinara. Fue tan triste, la impotencia creció dentro de mí, incluso al ser tan parecido al pecoso tenía ganas de gritar también, de abrazar el cuerpo como lo hacía Yuu-san.

 

Cuando regresé en mí estaba en casa, había estado así dos días seguidos. Te parecerá tonto pero me sentía vacío, como si el duelo se hubiese apoderado de mi alma, la tristeza invadía cada parte de mi ser, no deseaba comer ni hacer nada más. Muchas veces Kagura se acercó a buscarme pero no la quise ver.

Días después me llamó Yagami, o mejor dicho me mandó mensajes, no quería verle aún pero insistió y amenazo que de no vernos iría a buscarme a mi casa, no quería ni por un segundo que mi padre saliera a su encuentro para retarle, si bien la obligación de papá no es matarle seguro que lo haría si pensara en él como una amenaza a nuestro hogar. Con pocas ganas fui a verle, y enseguida notó mi estado, contrario a lo que pensé me escuchó sin soltar sus sarcasmos que, si bien lo caracterizan, llegan a tener un efecto incómodo en algunas situaciones. Afortunadamente es un hombre maduro y se comportó a la altura de la situación, incluso llegó a abrazarme, al sentir como me rodeaba con sus brazos no pude evitar recordar a nuestros ancestros, le abracé también, dándome cuenta de algo importante, ambos estamos vivos, le conté todo y terminó consolándome a su manera, y es aquí cuando pasa lo segundo más importante de estas semanas… hicimos el amor, no solo tuvimos sexo, no, fue algo más profundo, y creo que no fui el único que lo sintió así, sus besos en mi piel encendieron cada célula, sus labios sobre los míos devorándome a cada instante, al principio me tarde un poco en concentrarme y actuar, pero es que fue tan inesperado, personalmente creí que lo haríamos de mutuo acuerdo y escogeríamos el hotel más apropiado, lejos de su familia y la mía para que nadie nos importunara, su casa era un sitio muy íntimo, debo decir que su cama es bastante agradable, creo que es la primera vez que duermo tan a gusto en una cama que no es la mía. Fue muy paciente, ni siquiera se enojó cuando, mientras me daba un oral [el más rico que me han dado hasta ahora] me corrí en su boca, fue bastante vergonzoso, como venganza me besó, supongo que pensó que me daría asco o algo así,  pero realmente no me importaba nada más que sentirle cerca de mí. Debo admitir que dolió menos de lo que esperaba, creí que no podría soportar que entrara debido a su tamaño, pero lo hizo con cuidado, el placer venció al dolor dejándonos unirnos de forma por demás deliciosa después de que desapareciera el dolor, o tal vez fue más satisfactorio que punzante. No quiero detallar demasiado porque deseo conservarlo para mí aún ante ti. Lo que no me esperaba tampoco es que me quedaría dormido apenas terminar, entre sueños le sentí moverse y escuché como si escribiese algo pero fueron unos minutos porque cuando alcancé el sueño profundo no me enteré de nada más.

 

Al día siguiente desperté, pensé que le encontraría a mi lado pero no estaba, percibí algo de ajetreo en la cocina, agudicé el oído y el olfato pues un aroma de pescado frito invadió mis sentidos, me levanté pero apenas di un paso casi caigo por la horrible punzada que venía desde mi trasero, tuve que hacer esfuerzos sobre humanos para poder caminar lo menos obvio posible y evitar que se riese de en mi cara, porque conozco al desgraciado. Con cuidado me vestí saliendo después a la cocina, aquí entre nos me agrada mucho su departamento, es pequeño pero acogedor y bastante ordenado. 

 

Nos saludamos con un beso, sentí mis mejillas ponerse tan calientes pues fue un gesto tan natural, tal que si fuésemos una pareja que vive juntos desde hace tiempo; vestía con un chándal azul y rojo, el flequillo sujeto con una pequeña pinza para el cabello, es raro verle con el rostro totalmente descubierto, pero lo hace ver más joven e incluso con un toque tierno cual chico de instituto en clase de cocina. Estaba sirviendo la sopa de miso.

 

-Disculpa las molestias – dije mientras le ayudaba a llevar todo a la mesita al centro de la estancia, en la zona del “comedor”, un escueto “no es molestia”, seguro que a cualquiera el tono que usó le parecería una mala forma de responder, pero es Iori, no es maleducado, solo algo mal encarado y con ciertos problemas de adaptación social, pero precisamente eso puede llegar a hacerlo el hombre más tierno del mundo, a su manera - creí que… no te gustaba el pescado

- Lo compré esta mañana… - soltó como si nada, estoy cierto en que notó la felicidad en mi rostro – estaba de oferta – aclaró como para que quitara de mis pensamientos que lo compró solo por mí, pero esa idea aún no se aparta de mi cabeza, porque eso fue precisamente lo que pasó aunque intente negarlo, el pescado era por y para mí.

- Ya veo… te ha quedado rico

- Si si, tanukineko (mapachegato) – farfulló, al principio no entendí pero luego no pude evitar reír

- ¿Aún tengo las ojeras muy marcadas? – pregunté sin poder ocultar mi felicidad, detuvo su bocado de arroz a mitad del camino para mirarme, amo esos lagos profundos, me he caído en ellos sin posibilidad de salir jamás

- Ya no tanto, pero si no empiezas a comer volverás a tener ojos de mapache por los puñetazos que te voy a dar – es un malnacido enojón pero así lo quiero.

 

Terminamos de comer y me despedí de él después de ayudarle a limpiar. Subí luego a mi moto para regresar a casa, sin embargo me esperaba ahí una sorpresa más, algo que no imaginaba siquiera, un viaje… como lo oyes, mi padre decidió que entrenaríamos en la casa de unos familiares que viven en Hokkaido. Tuve que viajar unos días hasta la cabeza del hipocampo…

 

****El mapa de Japón tiene la forma de un hipocampo, Hokkaido se encuentra hasta arriba en la “cabeza”***

 

Si bien le mandaba mensajes a Yagami diario no era lo mismo, debo confesar que desde el día en que estuvimos juntos he extrañado su cercanía, más allá del sexo dormir a su lado fue por demás agradable.

En fin, aquí viene la tercera noticia del día, algo aconteció en aquella casa de campo, el día antes de regresar  a Osaka entrenamos casi hasta las doce de la noche, debo admitir que las técnicas que mi padre me enseñó desde pequeño han mejorado más de lo que ambos creíamos, las batallas con el pecoso me fortalecieron, la pelea que tuvimos con el monje loco contribuyeron bastante, y después de lo que pasé con Chizuru papá quedó boquiabierto por la intensidad de mis llamas escarlata. Estaba tan cansado que simplemente me dejé caer sobre el futon, sé que lo que viví esa noche fue un sueño, uno por demás extraño, pero parecía tan real al grado que me estremezco nada más recordarlo.

Estaba en medio de un estadio, pero no era el estadio Kagura del torneo pasado, sin embargo sí que estaba lleno de personas, escuchaba a lo lejos al presentador anunciarnos a mi oponente y a mí, lo sé porque oí mi nombre seguido del “Ready, GO” comenzamos a luchar, sus movimientos eran rápidos, salvajes, incluso se notaba encorvado, unos gruñidos escapaban de su boca, sus ¿garras? Rasgaban mi ropa y mi piel, la sangre comenzaba a cubrir cada prenda que llevaba, por alguna razón no respondía sus ataques como debía hacerlo, los gritos de mis padres y amigos llegaban a mis oídos. La cabeza me punzaba, noté la desesperación en el rostro de mi madre por lo que decidí ponerme “serio” comencé a devolver cada golpe, de forma misteriosa mi contrincante cambió radicalmente, no solo en cuanto a ataques sino a aspecto físico, pese a solo ser una sombra ya no era la persona con la que luchaba al principio, esta vez tuve miedo, reaccioné enviándole mi más fuerte Orochinagi, su cuerpo quedó envuelto en llamas no obstante como si fuese un agujero negro, parecieron ser absorbidas por ese cuerpo que iba creciendo poco a poco, la fuerza de atracción que lo rodeaba fue tal que era yo quien se acercaba vertiginosamente y contra mi voluntad a ese vacío, un sonido repentino me envolvió, eran personas, cuando el ruido se hizo más fuerte me di cuenta que eran gritos de desesperación, me tapé los oídos por impulso, apretaba mi cabeza pero aquellos alaridos no disminuían, al contrario como si vienen desde dentro de mi cerebro cada parte de mi cráneo palpitaba, el silencio reinó de pronto, estaba tirado sobre la plataforma, las ruinas del estado a mi alrededor, el enorme letrero con el logo del KOF se mecía casi a punto de caer.

 

-¡KYO! – di un respingo ante aquella voz, mi madre me llamaba haciéndome regresar a la realidad – es hora de desayunar, ya casi nos vamos – tocaba a mi puerta

- Ya voy – respondí sentándome, llevé mi mano al pecho, mi corazón seguía totalmente acelerado, peor aun cuando, al alzar la mirada en dirección a un pequeño escritorio, noté algo que no estaba la noche anterior, me levanté para llegar ahí en dos zancadas, no vas a creerlo, frente a mis ojos un sobre blanco, detrás del cual el logo del KOF 97 resplandecía en letras doradas, rojas y números plateados… era igual que el logo de mi sueño. Tragué saliva guardándolo dentro de mi maleta.

 

En cuanto pisé Osaka me apresuré a reunirme con Goro y Benimaru, los tres pusimos nuestras invitaciones sobre la mesita redonda de aquella cafetería en el centro, si bien ellos no tuvieron pesadillas como tal si coincidieron en que la entrega de las invitaciones de ese año había sido bastante desconcertante, pero no iban a abandonarme  mucho menos esta vez, puesto que les puse al tanto de lo que pasó con Kagura-san, era menester que lo supieran siendo mis mejores amigos no me sentía capaz de ocultarles nada…  mucho menos algo tan importante. Ya con no decirles sobre la relación con mi “rival a muerte” me siento bastante culpable. Pero sé que sería peor si lo supiesen, especialmente Benimaru, él odia a Iori y yo le gusto, no sería justo contárselo así como así, quizás más adelante. Leímos las reglas de esta vez, equipos de tres, el equipo ganador es aquel cuyo último contendiente quede en pie, pero además también se podía ingresar de forma individual, claro que esta modalidad era mucho más difícil puesto que uno solo enfrentarse a tres sí que era un reto, y si bien sé que cualquiera de mi equipo pudiese hacerlo sin problema alguno no iba a arriesgarme en absoluto ni a gastar fuerzas a lo tonto, además ¿si los tengo a ellos para qué intentarlo? Eso se lo dejo a los pobres que no encontraron equipo y que no tienen de otra que entrar solos… en lo más recóndito de mi ser pensé en Yagami como posible peleador en esta situación. Alejé lo más rápido que pude eso de mi cabeza puesto que debía concentrarme en lo que respectaba a mi equipo. Conversamos un rato más y fuimos a casa para entrenar un poco, quería mostrarles cuánto había mejorado ese tiempo que no nos vimos, quedaron sorprendidos pero yo también, tal como lo  pensé ellos no se durmieron en sus laureles, estaban por demás listos para las batallas que en una semana enfrentaríamos, no íbamos a retractarnos en lo absoluto, encararíamos los retos por venir, y al final, tal vez en esta ocasión pudiésemos unir fuerzas para derrotar a Orochi, aunque… sé que se molestarán cuando les vuelva a pedir que se vayan, pero si lo que me dijo Chizuru, y lo que vi en mi… ¿sueño? Es verdad, no dejaré que se arriesguen más de lo que deban.

Ahora solo resta esperar, tal vez le mande mansaje a ese pecoso odioso, tengo muchas ganas de abrazarle y besarle, necesito sentirle cerca, siento una opresión en mi pecho ahora que el torneo se ve tan cerca, Kagura nos dijo que lo más probable es que todo suceda en las finales del mismo puesto que para que despierte Orochi se necesita mucha energía y de dónde más puede obtenerse sino es de un evento así ¿por qué no cancelarlo? porque así sabremos dónde y cuándo despertará, de otra forma podría hacerlo en otro sitio fuera de nuestro alcance, al final de cuentas es algo que no podemos rehuir, ni debemos hacerlo, sobre nosotros pesa el futuro del mundo como lo conocemos, no voy a mentirte, tengo miedo.

 

DIARIO DE IORI

 21/JULIO/1997

Tengo entre mis dedos la invitación al estúpido torneo de este año, y sé que no será nada fácil lo que nos espera, no sólo por lo que dijo el monje loco antes de morir, sino por estas pesadillas que día a día se vuelven más reales, la serpiente de ocho cabezas, los malditos músicos del diablo… Yashiro, Chris y esa tipa… Shermie, son una constante, además de un hombre con gesto de locura, una chica de cabello azul… creo que se llama Leona, y dos serpientes más que conozco en persona, lo cual me hace pensar que mis sueños son más como una premonición.

¿Por qué digo que las conozco? Pues porque que son las mismas mujeres con las que hice equipo el año pasado, después de que se fueron no volví a saber de ellas hasta el sueño de ayer, tal vez nos encontremos en el torneo y pueda saldar cuentas, el que me hicieran perder por default no se los voy a perdonar tan fácilmente. Noté otros rostros pero ellos sí que no les conozco de nada, debo decir que uno de ellos parecía tener un semblante triste, no encajaba nada con los demás; en el sueño un anciano me daba la espalda, sé que era un anciano por su cabello plateado, pero nunca le vi el rostro, aunque debo decir que pese a la edad parecía fuerte e incluso un tanto imponente.

Para serte sincero no recuerdo demasiado de lo que aconteció en el sueño como tal, pero antes de despertarme el par de serpientes viperinas [Mature y vice] comenzaron a reírse.

 

-No importa cuánto corras, ni cuánto tiempo pase, su maldición te alcanzará – sus voces resonaron en mi cabeza, comencé a sentir que me faltaba la respiración, me desperté tosiendo,  y al separar mi mano noté la sangre, me había pasado antes pero ahora era más de lo “normal”, sé de qué maldición hablan, todos los que hemos manejado el fuego púrpura tendemos a morir jóvenes, y no creo ser la excepción. Claro está que no me iré sin luchar.

 

Regresando al relato al voltear a la cómoda donde tengo la caja de pañuelos vi sobre esta el sobre con la invitación al torneo, al principio pensé en alguien que pudiese hacer equipo conmigo, pero nadie se me vino a la mente, tampoco es como si yo quisiera estar soportando a dos peleles que llegado el momento solo me estorbarían, ¿Kyo? No, él tiene su equipo y sería sumamente extraño que de la noche a la mañana nos vieran como los “mejores amigos”. Afortunadamente para mí las reglas cambiaron y se podrá entrar de manera individual, ese es mi rubro, siempre solo sin depender de otros para lograr mis objetivos. Aunque esta vez es diferente porque no busco a matar al maldito Kusanagi, todo lo contrario, si luchar solo me hace más fuerte podré entonces protegerle.

 

Quizá ya haya regresado a casa, por lo que me dijo se fueron a entrenar a otra prefectura él y su padre, ese hombre me provoca calosfríos, es bastante extraño, a veces se comporta con bastante seriedad y de buenas a primeras hace alguna estupidez como su hijo… supongo que eso se hereda y por eso el idiota de Kyo es como es.  De vez en cuando me pregunto qué hubiese pasado si nuestras familias siguiesen siendo aliadas, ¿seriamos amigos? ¿Nuestros clanes se preocuparían demasiado si conociesen nuestra relación? Tal vez no porque no necesitarían descendientes directos para matar a los del grupo contrario. Obviamente esto es solo divagar puesto que la vida es como es y las cosas no pueden cambiarse, tal vez el futuro en base al presente, pero el pasado jamás.

Quiero ver a ese gato idiota con cara de niña bonita, falta una semana para comenzar las batallas, deseo al menos tenerle entre mis brazos una vez más antes de que comience el torneo. Por ahora sigo en la mansión familiar, mis hermanos no están y debo admitir que no hay sitio mejor para entrenar que el dojo familiar, pese a las fotos de todos los antepasados colgados en la pared como recordatorio de nuestro deber. Aunque es curioso que la foto de mi padre no está colgada ahí, ¿será porque no mató al tonto de Saisyu? Me encantaría saber los motivos que le impidieron hacerlo y viceversa, porque ese par de viejos no paran de ser políticamente correctos cada vez que se encuentran, ¿de qué privilegios gozan para no destrozarse? En fin, no me voy a quebrar la cabeza por las injusticias del mundo, dormiré un rato para descansar de la noche de desvelo, tal vez vaya a visitar al médico familiar para saber cuánto tiempo me queda si esta maldita tos de sangre continúa como hasta ahora. Madre ¿debería decirle a Kyo? No sé si valga la pena preocuparle en estos momentos… ya tiene demasiado en que pensar como para darle algo más, con lo jodidamente aprensivo que ha resultado ser seguramente querrá amarrarme para que no vaya a luchar, o a lo mejor no le importa tanto, recién comenzamos esta locura por lo que no debo ilusionarme más de lo debido… mejor dicho no debo ilusionarme en absoluto, lo disfrutaré el tiempo que dure, ya sea que acabe por decisión muta, suya, o por mi maldición.

 

Dejaré esto aquí o sonará más trágico de lo que quiero.

 

PD: Quizá estemos pronto juntos madre.

 

 


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