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El camino de las leyendas por Kaiku_kun

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Roxy esperaba pacientemente, sentada en el campamento y poniendo caras raras que escondían sonrisas, su propia forma de disfrutar del silencio de la naturaleza, únicamente interrumpido por una olla hirviendo con un delicioso curry cociéndose a fuego lento.


¿A quién esperaba? Pues a todo el mundo. Gloria se había llevado a sus Pokémon a hacer ejercicio, que en esos instantes se limitaban a Cinderace, Corviknight, Sobble, y Boltund (Gloria decía que intentaba llevar siempre cuatro e ir cambiando con los que dejaba en caja descansando, que le era más cómodo entrenar así). También esperaba a Rookidee, a quién, para animarle a integrarse, había enviado de exploración una vez más por encima de la cuenca, hacia las minas.


Estaba ella sola, con sus carotas, y con su equipo de monstruosidades, Toxicroak, Scrafty, Grimmsnarl y Liepard, quienes descansaban un rato después de haber hecho su propio entrenamiento a base de pelea cuerpo a cuerpo sin movimientos.


En concreto, Roxy miraba hacia el cielo. Aunque se sentía tranquila, tenía ganas de saber qué noticias traía Rookidee. El grupo de viaje seguía en el Área Silvestre, al otro lado del puente que separaba la zona sur del Valle Entrepuentes. El Lago Milotic era un sitio con mucha actividad de alto nivel, perfecto para entrenar.


Mientras pensaba en una de sus pesadillas recientes sobre su abuelo y la Negra Noche (había tenido varias después de la tormenta), Rookidee graznó a lo lejos, llamándole la atención. Roxy inmediatamente puso un brazo en alto, para que el pequeño pájaro se agarrara allí.


—¿Qué has visto? ¿Sigue ahí Blipbug? —Un graznido positivo—. ¿Hay más como él? —Otro graznido positivo—. Gracias por hacerte el viaje, espero que no haya sido mucho coñazo.


Rookidee no protestó, posó un poco de lado, como si dijera «¿qué no me ves? Esto no es nada». Roxy se rio un poco y le dio una chuchería que Gloria había preparado para los pájaros del grupo.


—No te lo comas tan rápido, que te atragantarás, bestia —dijo, sin dejar de observarle con cariño. Luego miró hacia el sur, que era de donde tenía que llegar Gloria—. Va a ser jodido tener a tantos hipnotizados… Ni siquiera sabemos qué coño les pasa ni cómo salvarles.


Roxy removió un poco más el curry, reflexionando en aquella locura de situación. Incluso sabiendo más que los líderes de gimnasio y algún que otro ex-aspirante que les ayudaba, se sentía perdida y siguiendo pistas a ciegas. La teoría de la Negra Noche era muy bonita y poco más si no había manera de prevenirla. Todo lo que tenían para demostrarlo era un sueño que sólo Roxy conocía, un Blipbug hipnotizado (y aparentemente no era el único), una Estrella Deseo sin energía y un montón de eventos Dynamax aleatorios.


Su Smartphone vibrando la distrajo de sus pensamientos: un audio de Gloria, diciendo que había noticias y que volvían corriendo. No la dejaba tranquila para nada.


Era curioso cómo en una crisis como ésa, Roxy podía darse el lujazo de ser feliz. Su actitud no tenía nada que ver con lo que estaba pasando en Crampón. Estaba haciendo algo importante, tenía un objetivo y tenía ganas de pelear por superarlo. Sus pensamientos rara vez tenían ese desliz depresivo. Y sus Pokémon lo notaban, pues se ejercitaban todas las mañanas de buena gana.


—¡¡COMPAAAAAAA!! —Sólo había una persona capaz de gritar a tal volumen.


—Oh, benditos legendarios, otra vez… ¡¡QUE DEJARÁS SORDO A TODO EL LAGO!! —gritó de vuelta Roxy—. Y yo que creía que Nerio era escandaloso.


Irritante y magnética, así era Gloria. Todos los días igual. Pero no sabía qué haría Roxy sin pegarle cuatro gritos todos los días a aquella loca de la colina.


Gloria llegó la primera, con Corvi planeando por encima de su cabeza. Boltund y Cinderace dieron un par de rodeos para acabar de estirar las patas. Sobble estaba protestando de forma bastante graciosa, dando toquecitos a la cabeza de Gloria, un intento de coscorrón de bebé. Pobrecillo, los graznidos insufribles de Gloria probablemente le habían despertado de su siesta.


Gloria llegó resoplando y se detuvo justo delante de la olla del curry, recuperando el aliento.


—Bueno, ¿qué? ¿Vas a soltarlo? —Gloria levantó un dedo para frenar a Roxy, pidiendo un segundo—. Por los truños ardientes de un Carkol, para qué vienes corriendo si luego no puedes ni respirar…


—¡¡He visto a Morpeko!! —Roxy dejó de mezclar el curry y esperó más—. La he llamado, pero no me ha hecho caso. Se dirigía a la mina.


Roxy tardó unos instantes en ordenar sus emociones y dar una respuesta controlada.


—Es probable que perciba los problemas. Además, es buen sitio para entrenar. Se lo conoce.


—¡No es todo! Sonia va a llamar en nada.


—¿La Estrella Deseo?


—¡Sí! Tiene resultados ya.


Justo entonces, el SmartRotom de Gloria apareció zumbando entre las dos, con Sonia en la pantalla.


—¡Qué bien que estáis las dos! ¿Preparadas para el bombazo? —Gloria volvió a agacharse y poner un dedo entre medias—. ¿Qué le pasa?


—Que está majara, eso pasa —replicó Roxy—. Puedes hablar.


—Bien. Magnolia y yo hemos descubierto rastros en la Estrella Deseo vacía. Restos de energía traducidos en diversas muestras ADN de Pokémon del tipo Dragón y del tipo Fantasma.


—¿Dices que esos dos tipos pueden agotar las Estrellas? —dedujo Roxy.


—Con una muestra de sólo una estrella agotada no se ha podido hacer mucho, pero ya he hecho pruebas con Estrellas Deseo activas, y aquellas que provocan el Dynamax en Pokémon del tipo Dragón tienen mucho más desgaste. Y tiene sentido, los Pokémon de ese tipo suelen extraer mucha energía extra de su entorno de más, por eso son tan poderosos. No hay más que ver a Eternatus mismo.


—¿Fan…tasma? —balbuceó Gloria, recuperando aire aún. Roxy negó con la cabeza.


—Hay mucho más desgaste si ADN de Pokémon de tipo Dragón y de tipo Fantasma usan la misma Estrella, aunque sean distintos Pokémon. Son unos tipos expertos en canalizar energía, magia hasta diría, en su favor.


—Tía… ¡menos mal que nunca he usado en Dynamax con mi Dragapult!


—¿Desde cuando tienes un Dragapult? Qué pasote —la halagó Roxy, sorprendida y distraída por un instante. Gloria fue a responder, pero ella la cortó para seguir hablando del problema directo—. Entonces los dragones pueden agotar las Estrellas. Vale, eso es bueno saberlo, pero ¿qué hacemos con los otros tipos que se vuelven Dynamax? Tenemos a varios esperando en la mina.


Sonia se quedó pasmada un segundo.


—¿Qué?


—No se lo has dicho —le recriminó Roxy a Gloria.


—¡No me ha dado tiempo!


—Estás tonta. —Volvió a mirar a Sonia—. Hay algunos Pokémon que no son de esos tipos que están como alelados, esperando en la mina este. No hacen nada si les atacan, apenas comen y duermen. Están hipnotizados.


—Dioses, qué… —Enseguida vieron el apuro que se le estaba subiendo a la cabeza a la pobre profesora Pokémon—. Vigiladles. Llamaré a Paul para que busque más casos de esos. No puede ser una coincidencia, alguien les está llamando a los grandes focos de Estrellas Deseo.


—Llama a los líderes —sugirió, aunque sonó como una orden.


—No puedo, ¿no habéis visto las noticias? —Roxy y Gloria se miraron un instante—. El descontrol de los Dynamax ha vuelto esta mañana, les tengo a todos luchando.


—Joder, esto se nos va de las manos… Necesitamos a más gente. Aspirantes, entrenadores, ¡quien sea!


—El expresidente Rose está avisado ya. Lionel también se ha unido. Hasta hemos pedido ayuda a Tizonio y Dargo.


—Odio a esos tipos —se quejó Gloria.


—Entretanto, vigilad esa mina. Que no les pase nada a esos hipnotizados que decís. Volveré a llamar.


Sonia colgó, visiblemente estresada.


Roxy empezó a mezclar de nuevo, despacio, el curry que se estaba haciendo a buen ritmo. Sonia había hablado de ese par de raritos de Tizonio y Dargo, supuestamente los descendientes de los héroes de Galar. Ellos tenían que tener, por narices, mucha información sobre la historia de la región. Se preguntaba si ellos sabrían algo que los demás no, y no lo estaban contando. Era sospechoso.


Además, lo de los dragones y los fantasmas gastando energía que había dicho Sonia le había hecho pensar en su abuelo. Como más sabía, más veía las conexiones entre todos los hechos, y todos pasaban por algo que ella consideraba imposible y que sólo ella podría hacer. No le gustaba.


De repente notó demasiado cerca de ella a Gloria, a la que había perdido de vista con sus cavilaciones. Se apartó instintivamente.


—Compa, tranquila, que sólo te iba a dar un beso… —dijo, con una risita.


—Perdón, no estoy acostumbrada a esa clase de cursilerías —respondió, con todos los colores subiendo a sus mejillas. El beso le daba igual, pero que la sorprendieran siendo esquiva era algo muy de su yo tímido y no le gustaba.


—¡Qué mona! Toma. —Y le dio el beso en la mejilla igualmente—. Te veo pensando.


—No te jode, pues claro. Es de miedo lo que ha descubierto Sonia.


—Bah, se arreglará, no te preocupes —dijo, reclinando su brazo en el hombro de su novia—. ¡Huele genial! Me está entrando un hambre ahora mismo…


—Ya casi está —dijo con una sonrisa—. Sólo tiene que reposar.


—Cada vez se te da mejor.


—Oye tía, no jodas, que sé cocinar desde que tengo memoria.


—¡No, no! La cocina no. Sonreír. —Roxy la miró con indignación, como si su labio inferior intentara tocar la nariz. ¿Y para cuando tendría Gloria que enrojecer? Ya eran muchas veces perdiendo. Y Gloria se rio de ella—. ¡Qué careto! No sabría decidirme entre esa cara o la sonrisa, la verdad.


—Imbécil.


Gloria se siguió riendo mientras tomaba cuatro trapos y se iba a quitar el sudor bañándose en la ribera del lago Milotic. Sus Pokémon la acompañaron, como buena escolta que eran. Roxy aprovechó para recuperar la paciencia con esa tía, que buena falta le hacía. Su corazón, tan contento, le seguía insistiendo en que todo sería muy distinto sin la campeona.


Gloria volvió fresca y ordenada justo para servir el curry. Ponía unas caras de cría pequeña ante las ganas de zamparse toda la olla que Roxy no podía evitar reír y pensar en un Snorlax intentando cumplir su cuota diaria de comida.


—Tía, ¡está deliciosa! —soltó cuando tragó la primera cucharada.


—Te lo dije. Se me da bien —comentó con cierto poderío. Las manías de Pueblo Crampón de ser la mejor habían mejorado mucho sus dotes culinarias.


Comieron un rato en silencio. Ambas iban repartiendo un poco de la comida entre los Pokémon del grupo. Rookidee y Sobble fueron los que recibieron más mimo por parte de sus entrenadoras para que comieran. Tan pequeñuelos, necesitaban hacerse fuertes.


Roxy, pese a la entrañable escena, seguía pensando en su cacao mental, y empezaba a preocuparse por Morpeko. Si estaba en las minas, quizás no era solamente porque quería hacerse fuerte o que quisiera vigilar a los hipnotizados. Estaba casi segura de que ya se había encontrado con uno. ¿Y si el descontrol del Dynamax la afectaba a ella también? Cada vez veía con más urgencia el inevitable acontecer de entrar en la mina, aunque fuera sólo para llevársela de allí.


—Marnie.


Roxy tardó dos segundos en reaccionar al nombre. En cuanto caló en su mente, se giró de golpe contra Gloria, grito en boca:


—¡¿QUIÉN COJONES TE HA DADO PERMISO PARA…?!


Y se cortó. Gloria tenía esa mirada de fuego de nuevo, esa sonrisa de fortaleza, esa energía que irradiaba «combatiremos y ganaremos». Su cuerpo y su postura exudaban seguridad. Roxy apretó los labios y acercó una mano a la de su novia, aunque fuera sólo para sentir su contacto. Siempre había necesitado un abrazo cuando su abuelo la llamaba así.


—Todo saldrá bien —dijo Gloria. Roxy asintió a trompicones, mostrando la duda—. Recuperaremos a Morpeko.


—No me hecho más fuerte en tres semanas —repuso.


—Ya lo creo que sí. Eres feliz. ¿Qué mayor fortaleza?


Roxy se quedó pensando un segundo. Para ser una cría de campo sin apenas población, esa tía sabía mucho de las personas.


—Tendría que tirarte de cabeza al lago para que un Gyarados se te tragara por haber usado ese nombre sin mi permiso —replicó, para evitar admitir que Gloria tenía razón. Ésta retiró su mano, con miedo súbito al rostro tétrico de Roxy—. Pero te lo dejaré usar. Sólo si me ves tocada.


—Vale —dijo, con una sonrisa. Gloria aceptó a Roxy entre sus brazos cuando ésta pidió el abrazo que había intentado postergar—. ¿Te apetece hablar de tu abuelo?


—No, ni hablar —dijo inmediatamente. No se le pasaba ni por la cabeza. Nopodía alimentar los recuerdos ni la esperanza—. Pero podría contarte cómo conocí a Morpeko.


—Es verdad, dijiste que me lo explicarías.


Así, con el inicio de la tarde, comiendo curry y descansando, Roxy contó con mucha más calma de la que hubiera imaginado todos sus desencuentros con los hermanos Loza y aquel pobre ratoncito abandonado en la calle de Crampón, que la escogió a ella, a una chica que desafiaba a todo el pueblo, para que fuera su compañera de viaje. Para Roxy, poder explicar algo tan personal fue un alivio, aunque deseó fervientemente que Morpeko hubiera estado allí para oírlo. Sus poses de orgullo hubieran sido el complemento perfecto.


Pero explicando esa pequeña parte de su infancia y recordando aquella pose de seguridad de Gloria al nombrarla con ese mote prohibido para los demás, Roxy descubrió algo de vital importancia que la obligaría a tomar una decisión tarde o temprano.


Y mientras ambas reposaban medio abrazadas, sentadas contra una roca, Roxy lo vio claro, supo qué era lo que tenía que hacer y cómo lo iba a hacer. Sólo había una premisa para cumplir con esa nueva misión.


Tenía que separarse de Gloria.


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