El olvido
Thor y Loki rechazaron con la cabeza la oferta del bagel. A los dos les era difícil apartar la mirada del cuerpo hinchado de Peter moviéndose de un lado para otro con andares de pato, aunque por distintos motivos. El rubio tenía los ojos rebosantes de amor, el moreno llenos de incredulidad. Mientras Quill se preparaba el segundo desayuno, café incluido, los dos hermanos aprovecharon para hablar a solas en el salón.
- Medio celestial, eso explicaría... - Loki le daba vueltas al asunto.
- Tiene una luz dentro. - Comentó Thor sonriente.
- Y ¿para cuándo? - Preguntó el futuro tío.
- Mes y medio, más o menos. - El rubio no podía dejar de mostrar su felicidad, se le escapaba por cada poro de su piel.
- ¿Sabes ya si será niño o niña? - A Loki se le empezaba a contagiar el sentimiento, media sonrisa asomaba a su cara.
- No, Peter quiere que sea una sorpresa. - Dijo encogiéndose de hombros.
- ¿Más sorpresa todavía? - Bromeó haciendo reír a su hermano.
- Loki, dime qué puedo hacer para traerte de vuelta. - Thor seguía deseando abrazarle.
- Sabes que nadie puede salir de Helheim, ni siquiera un dios. - Le dijo con amargura. - Por cierto, tengo que volver allí. Si me ausento demasiado rato Hela podría...
- ¿Hela? - El rostro de Thor mudó a una expresión de auténtico horror. - ¿Ha regresado a su trono?
Loki asintió, había una profunda tristeza en su mirada. Nada le gustaría más que quedarse allí junto a su hermano, compartir con él su experiencia de ser padre y conocer mejor a su extraordinario cuñado Star Lord pero...
- He de irme. - Dijo bajando la cabeza, no quería que Thor le viese así, con los ojos a punto de llorar. - Cuida de tu nueva familia, hermano. Volveré, no quiero perderme el nacimiento de mi sobrino.
- O sobrina. - Peter le despedía sonriente con su bagel en la mano. - No te hagas de rogar, siempre serás bienvenido en esta cabaña.
- ¿Sabes? Tiene razón, el Rey de Nuevo Asgard debería vivir en un palacio. - Se burló Loki esfumándose en el aire.
- No soy rey... - Dijo Thor dejando escapar un suspiro.
- Ya se lo contarás otro día, cosita. - Le consoló Peter acariciándole la nuca. - Ahora sé bueno y ve a comprar más bagels.
- No puedo volar hasta Nueva York. - Thor fijó la vista en sus propias botas Panama Jack.
- Pues tráeme unos rosinbollers entonces.... ¡Te comiste el último! - Le gritó enfadado. - ¿Y por qué no puedes ir a Nueva York?
- Me he olvidado a Stormbreaker en casa de Strange. - Confesó avergonzado.
- ¡Ups! - Exclamó Peter echándose a reír. - Ah, da lo mismo. La semana que viene tengo cita para revisión y podrás recogerla.
Thor rió con Peter abrazado a su cuello, le estaba cubriendo de besos con sabor a crema agria y su abultado vientre se apretaba contra su abdomen. Era plenamente consciente de que tendría que salir a comprar más rosinbollers pero lo único que tenía en mente en ese momento era a su hermano Loki, atrapado en Helheim y ocultándose de la terrible Hela. Un escalofrío recorrió su espalda, el bebé había dado una patadita.