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Freak por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola ~

 

Comparto un capítulo mas, espero que les guste!!

Nunca había entrado a ningún lugar como si yo fuera un ladrón, pero esta noche es diferente. Me quede en la biblioteca y luego en un centro comercial esperando a que se hiciera tarde para no encontrarme con ese chico de antes.  A esta hora las clases con Ingrid debieron acabar hace mucho y a menos  que se quedara…


No, no… pensar eso solo me hará sentirme más paranoico.


Solo esta Ingrid, Ingrid en la cocina revisando unos papeles, ni siquiera me ha visto. Sentirme tan aliviado de ver que no hay nadie más me hace notar que estaba esperando lo peor, encontrarle aquí, sentado y esperando… aunque no sé porque esa idea me parece tan  aterradora al punto de hacerme huir y esconderme. No voy a molestar a Ingrid ahora, solo iré a mi habitación… donde bien podría estar, si ya le encontré una vez allí ¿Por qué no estaría en mi habitación?


Las escaleras me parecen más grandes y me cuesta subirlas, tanto que cuando llego al fin, estoy jadeando y apenas respiro.  Como en cámara lenta veo mi mano empujar la puerta, y cierro los ojos cuando se abre.


Solo escucho la música del cuarto de Yamir, alguien cantando en un idioma que no conozco pero que suena bien. Abro un ojo, solo para ver que no hay nadie, mi habitación está vacía. Tampoco hay nada raro o diferente de cómo lo deje esta mañana.


— que tonto…— aun así, me aseguro de ponerle el seguro a la puerta. Esta mañana no lo hice porque dormí tan mal que se me hizo tarde y Yamir me hizo correr por toda la casa para llegar a tiempo, no me dejo ponerle llave a la habitación.  Bloquee las notificaciones de mi teléfono también, porque sé que no iba a estar tranquilo cada que escuchara una notificación de mi teléfono— tampoco hay nada…— bien, es bastante bueno que no tenga mensajes o comentarios de  él por el momento. Me siento cansando, no he dormido bien ya sea pensando sobre este chico o en lo que escribiré, siento la cabeza pesada y los ojos me pican. Es muy temprano para dormirme, pero sé que si dejo pasar el tiempo no dormiré o lo hare tarde.  Ah, podría… los antigripales siempre me hacen dormir, si tomo un par es seguro que me dormiré ¿habrá pastillas en el botiquín?


Pastillas… hay muchas pastillas en el botiquín de arriba, pero ninguna tiene nombre claro y no sé que son. Si Ingrid no sabe que son creo que tendremos que deshacernos de todo esto. Ojala el otro botiquín este mejor.


Tengo que bajar otra vez, y esta vez sí entro en la cocina, porque allí está el otro botiquín. Este está mucho más ordenado que el otro.


— ¿Estás enfermo?— la voz de Ingrid me asusta, pero solo me deja sin habla unos momentos.


— Me siento un poco mal, creo que estoy resfriado— levanto las pastillas que necesito para enseñarle.


— Entonces deberías acostarte temprano hoy— es justo lo que planeo. Lleno un vaso con agua para llevármelo también— no llegaste temprano hoy.


— oh… tenia cosas que hacer— Ingrid no me mira.


— ya veo. Terminare mis clases el viernes, yo hare… nada olvídalo— sonríe sin quitar la vista de las hojas— que descanses, Marcell— que extraño. Me quedo mirándola unos momentos, esperando a que siga hablando.


— Hasta mañana— de regreso en mi habitación me tomo las pastillas. Escribiré hasta que el sueño me gane y me quede dormido. Me estado concentrando mas en el concurso y mi historia de terror que en las otras que he estado publicando. Aun no pasa ni media hora cuando comienzo a sentir el efecto de las pastillas.


 


  Quiero vomitar.


El autobús está por llegar a la parada y yo solo quiero seguirme de largo y regresar a casa.


— realmente te ves enfermo, Marcell ¿Estás seguro de que venir fue una buena idea?— no, de hecho no creo que sea una buena idea, pero no estoy enfermo y ningún médico me dará una receta y no podre justificar mi asistencia.


— tengo una presentación para hoy.


— bien, pero si no te sientes bien regresa a casa después de eso.


— lo hare— no creo que pueda sentirme bien hoy. Me dan ganas de pedirle que me acompañe a mi clase, pero solo es una parte de mí, como una voz muy al fondo de mi cabeza,  mi lado más racional piensa que eso es ridículo. Así que me bajo del autobús y camino hasta el edificio. Siento los pies pesados, y desde ayer comencé a tener un sarpullido en mis antebrazos. Quiero entrar corriendo, pero no creo que pueda hacerlo sin caerme o que pase cualquier cosa. Mis ojos se van directo al lugar donde el chico estaba ayer… y allí está hoy también— ay, no…— regresare a casa, yo voy a volver y…


— hey ¿Te olvidaste de la presentación?  Llevas mucha prisa.


— ¿Qué?— apenas entiendo lo que me dice Evangeline. A su lado, Cristina me mira con curiosidad y me hace retroceder cuando levanta una mano hacia mí.


— pareces enfermo.


— yo…


— ¿estás bien?


— no, yo no…— de verdad creo que voy a vomitar. Las dos me ven, esperando a que siga hablando, pero no puedo. Solo escucho como una pulsación en mis oídos— no me siento muy bien— miro hacia todos lados, buscando una salida.


— ¿Quieres que vayamos a la enfermería?


— ¡Sí!— grito cuando veo que el chico se acerca más.


— ¿Puedes decirle a la profesora que llegaremos un poco tarde? vamos a la enfermería— no sé a quién le hablan, y no me puede importar menos porque por fin me alejo de él. Nunca he ido a la enfermería de aquí, ni siquiera sabía que había una. Rodeamos  dos edificios para llegar a una puerta pequeña, sin ninguna señal que diga que ese lugar es una enfermería.  Apenas entramos noto el olor de algún aromatizante cítrico. El lugar es un solo cuarto, con una ventana pequeña por un lado con una cortina blanca, un sillón pequeño, un escritorio con tres sillas y una camilla. Al fondo veo un armario abierto con medicinas y las cosas propias para una emergencia. No se ve a nadie aquí— ¿Qué hacemos?


— ¿Necesitan algo?— los tres pegamos un brinco, yo siento que podría vomitar hasta los pulmones con el susto, pero quien nos habla es un chico, con la típica bata blanca de médico, aunque dudo mucho que sea un medico, desabrochada  y puesta sobre una camisa negra con una imagen de los Beatles. Trae un vaso de café en una mano.


— eh, mi amigo no se siente bien— quiero decir que ya me siento bien, pero creo que de verdad me estoy sintiendo mal y no solo es la escusa que he usado desde anoche.


— Siéntate allí— señala la camilla con la mano libre. Apenas cabemos todos en el espacio que tenemos por enfermería.


— Yo… tengo que regresar a la clase— Cristina  me mira, muy cerca de la puerta.


— ¿Vas a estar bien?— la verdad es que  no me quiero quedar a solas con nadie que no conozca, pero nosotros apenas nos conocemos, la clase debió comenzar hace unos momentos y aún tienen que volver.


— pueden decirle a la profesora que iré cuando me sienta mejor.


— nos vemos.


— Descansa si te sientes mal— ellas se van,  y yo me quedo de pie a un lado de la camilla mientras el chico busca en los cajones del escritorio. La camilla es un poco alta y tengo que levantarme de puntas para poder sentarme. Es incomoda y hace mucho ruido. Escucho un zumbido cuando el ventilador de techo comienza a girar.


— ¿Y bien?


— ¿Qué?


— ¿Te duele algo? ¿Dónde tienes malestar?— ah, sí. La enfermería, el médico…


— Quiero vomitar— es lo único en lo que puedo pensar, y luego me avergüenzo porque no creo que sirva para un diagnostico. Siento la cara tan roja y caliente…— también me duele la cabeza y a veces me cuesta respirar.   


 — ¿te ha dolido la garganta?


— no.


— ¿Tienes algún problema en los oídos?


— eh… no.


— bien, sostén esto en uno de tus oídos— me pasa un termómetro, los reconozco de cuando los usaba mi mamá las veces que me enfermaba. Hace mucho que no veía uno. Lo hago, mientras él sigue sacando cosas del escritorio. El termómetro pita, y yo lo retiro de mi oreja y resisto las ganas de acostarme en la camilla— no tienes fiebre.


— umm…— dicho eso, envuelve mi brazo con otro aparato. Este no sé qué es lo que hace, solo que al inicio siento un poco de presión, luego se afloja. Hace unas anotaciones en una hoja de papel.


— ¿Tu nombre?— me quedo mirándole— es para el registro. También tu edad y la carrera a la que asistes— comienza a hacer más preguntas, que voy respondiendo con más problemas cada vez. Si, no llevo una alimentación adecuada ni balanceada, no, tampoco tengo un ciclo regular de sueño ¿Y? el médico no me dice nada mientras sigue anotando en la hoja— ¿Desde cuándo tienes eso?— señala mi brazo, donde estaba rascándome el sarpullido. No lo note, y aparto la mano como si me descubriera haciendo algo malo.


— ayer por la tarde.


— bien, Marcell, la buena noticia es que no tienes motivo para estar aquí. Puedo darte una crema para tu brazo.


— gracias.


— la mejor noticia es que te daré un pase para el área de psicopedagogía.


— Yo no estoy loco.


— No, creo que a los especialistas de la salud mental no les gusta esa palabra. Yo más bien diría…— le da una mirada a la hoja que acaba de llenar, y luego a mí—  que tienes estrés o ansiedad… la verdad no sé muy bien la diferencia, pero para eso puedes ir allá y te darán una mejor atención.


— No lo necesito— le veo sonreír, como si quisiera decir algo y se arrepintió— de verdad, solo es…— ¿Qué es? De seguro eso dicen todos antes de darse cuenta que realmente la otra persona tiene razón. Pero si yo no duermo es porque me quedo viendo series o escribiendo, soy un chico que vive con otros dos, es normal que no tengamos una alimentación adecuada, Ingrid ya me regaña por eso, y todo este estrés es por ese chico que decidió acosarme de repente.


— claro… bueno, si no quieres ir, yo no puedo obligarte pero si es mi deber entregarte la información— yo solo tomo el papel que dejo a mi lado. Da igual si lo tengo o no, de momento no pienso ir. Creo que aun podría ir a mi siguiente clase, porque ya me estoy sintiendo mejor.


—  ¿Puedo irme ya?  Me siento mejor— él se da la vuelta, caminando al escritorio. Le veo encogerse de hombros.


— si quieres, estas en la enfermería y tienes el comprobante. Puedes hacer lo que quieras— no tiene caso ir a la primera clase y falta para que empiece la segunda, pero  puedo ir a escribir un rato al lugar de siempre.


— gracias.  


— dale una oportunidad al equipo de psicopedagogía. No necesitas decírselo a nadie— no es que tenga muchas personas a las que decirles, pero no.  Tomo mis cosas, que deje a mi lado y salgo.  Es un curioso lugar para poner una enfermería,  muy pequeño si llega a pasar un accidente pero supongo que no hay muchos problemas que requieran una enfermería si lo más grave requiere una ambulancia. 


Ay, no otra vez… me estoy sintiendo mal con cada paso que doy para acercarme ¿y si ese chico sigue allí? tengo que parar… él no estará allí, nunca se queda, no le he encontrado después de que llego, así que no va estar allí. Solo, camina… no habrá nadie allí… ¿¡Ese es él!? No, no es, Uff que alivio, por un momento pensé que quien estaba allí era él. Wow, esto es como una clase de magia o brujería,  porque ahora que sé que no está, no siento nada. Apenas hay ruido debido a las clases, estará bien escribir un rato y que no sea hora de dormir.


 


Vine aquí pensando que cambiaría eso, pero solo es un error más en mi corta vida. Arrojo al suelo las jabalinas y la espada corta, que me costaron todo el dinero que tenía, y me siento en el suelo, entre las hojas casi dejándome caer.  Es la peor decisión que he tomado.  Miro al frente, tan molesto conmigo mismo que no me doy cuenta de que lo que veo hasta que un pensamiento me hace darme cuenta de que algo no está bien. Los arbustos no tienen ojos  ni observan— ¡Muéstrate! Si no lo hace…— la espada resbala en el suelo cuando la intento tomar y cuando vuelvo a mirar los ojos que me observaban han desaparecido. No escuche nada. Alcanzo la espada, pero cuando me asomo al arbusto no hay nadie ¿me está enloqueciendo este bosque?


 


 — Marcell.


— ¿Termino la clase?


— sí, ¿Cómo estás?


— me siento mejor. Iré a buscar a la profesora para entregarle la nota de la enfermería ¿Podrías prestarme tus apuntes después?


— sí.


— gracias, regreso en un momento— meto la computadora a mi mochila y corro por el pasillo hacia la sala de profesores. No tengo problemas con mi ausencia y solo tengo que copiar los apuntes de Evangeline o cristina para ponerme al día con la clase. Hoy me es más fácil concentrarme en las clases, porque la visita a la enfermería me hizo recordar esas conversaciones entre mis padres. Admito que si estoy nervioso, pero solo es por ese chico, y no quiero pensar nada más porque luego si pienso de más no encuentro una razón válida para todo esto.  La hoja que me dio el enfermero ahora parece pesar mucho y tener como un centro de atracción porque  pienso en ella cada poco. Bien, no dudo que sea útil ir e incluso podría ayudarme… pero no quiero ir.


En una hora libre, cristina me invita a comer con ellos a la cafetería.  Voy pocas veces porque queda lejos y porque puedo usar la máquina expendedora del pasillo. La cafetería no está llena, y es fácil encontrar a los otros. Me siento con ellos, pero sigo pensando en lo que ha pasado y apenas hablo con los demás, por suerte no parece impórtales mucho que me quede callado hasta que regresamos a las clases después de haberme comido un sándwich, porque después de lo de esta mañana quizá sea mejor ordenar un poco mis comidas.


— iré a la biblioteca.


— Pasas mucho tiempo allí estos días ¿no?— Tania me dirige una mirada de confusión, quizá preguntándose si realmente hay tanta tarea como para estar visitando la biblioteca.


— Es agradable— al menos allí se que no me van a molestar y puedo concentrarme sin preocupaciones.


— Nos vemos mañana— me doy la vuelta para caminar hacia la biblioteca. Las clases de Ingrid terminan esta semana, solo dos días más y podre entrar en la casa como siempre… no es que no pueda hacerlo ahora, pero ir allá es encontrarme con ese chico de nuevo y todavía no sé cómo tratarlo  o que debo de hacer ¿Saludarle? ¿Preguntarle porque me ha estado siguiendo y enviándome fotos mías?  Uh me da escalofríos solo de recodarlo.


Aunque sé que nadie me molesta en la biblioteca es un poco molesto porque el internet no es nada bueno allí, y la señal del móvil no siempre anda bien, pero mi otra opción es quedarme en los jardines con el calor… o en alguna cafetería o restaurant  o regresar a la casa. Si regreso hoy ¿Qué hora es? La clase de Ingrid ya empezó, puedo entrar y subir antes de que se den cuenta de que llegue, porque ¿Yo tengo que estar escondiéndome? Yo pago por estar allí, y si no fuera por las clases de Ingrid nunca hubiera llegado tan lejos todo esto.


— ¡Marcell!— la voz se oye lejos, y no la reconozco. No veo a nadie— te alcance…


— no, no ¿Tu?— ¡Él debería estar en las clases con Ingrid!— tu no…


— tus amigos me dijeron que ibas a la biblioteca, creí que no te alcanzaba— ¿Por qué? Yo estaba… todo estaba…— no voy a molestarte mucho, solo quiero decir…— su voz se aleja, pero no me importa, no cuando ahora yo estoy muriéndome. No hay otra forma de decirlo moriré ahora… mi cuerpo no para de temblar, siento frio y calor, mi corazón late tan rápido que de seguro me dará un infarto ¡Yo me estoy muriendo! Pero no quiero moriré— ¡¿Marcell?!


— Ayuda…— ¡no puedo hablar! Es como si tuviera algo atorado en la garganta. Necesito aire, no… no puedo respirar bien. Necesito ir a un hospital, ya. Esto es como ser tragado por una ola, me está jalando al fondo…   


— Ya lo hice ¿No tengo que llamar a una ambulancia? ¡No puedo moverlo! Estoy en el suelo… estoy presionando, eso hago— el aire… respiro otra vez, pero no puedo moverme… el miedo otra vez— ¿Marcell?— algo me está apretando, siento como ¿Un abrazo? Esas sin duda son unas manos. No tengo fuerza para moverme, mi cuerpo se siente flojo— ¡Creo que se desmayo! Voy a llamar a la ambulancia.


— no me desmaye.


— Ah…— ni siquiera tengo fuerza para preocuparme por estar con este chico. Puedo escuchar el miedo en su voz— De todos modos, debería llamar a una ambulancia porque tú te has puesto así— siento calor en las piernas, y las manos, ah, el suelo, estoy en el suelo y el piso está caliente. Si no me he caído es porque él me está abrazando y su cuerpo impide que yo me caiga de cara contra el asfalto. 


— Quiero levantarme— sus brazos no han dejado de abrazarme con fuerza, pero ahora empiezo a incomodarme.


— uh ¿Estás seguro? Bien—me dice cuando intento aflojar su agarre. Él me suelta, y la sensación de que moriré me hace temblar otra vez, respiro tan rápido que no se si realmente estoy respirando— ¿Puedes pararte? Hay unas bancas allí— las recuerdo, aunque ahora no las vea. Escucho una canción, algo estruendoso  que me parece familiar. La mano del chico me ayuda a levantarme, y aunque me tiemblan las piernas puedo mantenerme de pie. Me siento demasiado enfermo— vamos, te llevare a una clínica o un hospital…


— no, yo…— ¿yo qué? Apenas puedo quedarme parado, y no me siento bien. Solo sé que no quiero estar a solas con él. Alguien más se acerca,  por fin. Otra vez siento un poco como si me fuera a estallar el pecho, pero no es tan intenso como antes. Escucho como él intenta explicar lo que ha pasado, y ya no me queda del todo claro lo que pasa, solo sé que de pronto voy en un auto hacia un hospital al parecer. El miedo sube y baja por mi garganta, hasta que alguien me  pasa una bolsa de plástico y vomito. Quiero bajarme del auto, quiero irme a casa y estar seguro pero no quiero estar solo.


— llegamos ¿Puedes caminar?— logro enfocar la puerta de un hospital ¡Por fin! quiero entrar corriendo, gritar que no me siento bien,  pero  no tengo la fuerza para eso. Dentro es fresco, y aunque el olor que hay en los hospitales normalmente no me gusta hoy me parece muy relajante… hasta que termino en una de las camillas, rodeado de personas que se quejan o con heridas sangrantes y con el chico de los mensajes, que no se ha ido todavía—no les pongas atención, muchas heridas se ven peor, las que son serias ya no están aquí. Aunque cuando llegue una ambulancia… no será muy agradable.


— ¿Por qué?


— accidentes, esas heridas si son increíbles ¿te sientes mejor?


— es un hospital,  si pasa algo, sé que aquí estaré bien.


— Eso es verdad, ¿quieres llamar a alguien?— levanta mi mochila, ni siquiera recuerdo haberla dejado, pero no quiero preocupar a nadie ahora mismo porque ni siquiera sé que está pasándome— ¿quieres que lo haga por ti?


— lo hare después.


— como quieras.


— ¿Tú no tienes nada que hacer?— la pregunta me sale con más rudeza de la quiero, porque siento que él es en parte responsable de lo que sea que me esté pasando.


— Tenía que estar en el grupo de estudio, pero quería hablarte y disculparme…— una enfermera con una expresión cansada se para a nuestro lado, y le dirige una mirada mala a él— iré por… agua— le veo alejarse hasta la entrada, usando su teléfono. Y a mí no me queda de otra más que responder a las preguntas de la enfermera sobre mi salid… por segunda vez en el mismo día.

Notas finales:

Gracias por leer

Hasta el próximo fin de semana!!


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