Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Identidad. Post Cherik. Xavierine por midhiel

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Identidad

 

Regalo de cumpleaños para mi amiga KiKaLoBe.

 

Dos

 

A la mañana siguiente Charles estaba en su despacho tratando de concentrarse. Dos cuestiones ocupaban su mente: la llegada inesperada de Logan, traumatizado y desmemoriado, y la pregunta que le había hecho su hijo: ¿en qué momento Erik se había enamorado de él? Estaba escribiendo pero dejó el bolígrafo dentro del portaplumas de metal y abrió un cajón del escritorio. Revolvió los papeles y sacó un estuche pequeño. Adentro encontró el anillo metálico que Erik había construido con plata y oro y que al entregárselo, había temido que su amante considerara un obsequio tonto. Sí, tonto era la palabra que había usado a lo que Charles, lo recordaba perfectamente, contestó que desde cuándo el amor se consideraba una torpeza. Habían reído, se habían besado y terminaron haciéndose el amor. El telépata deducía por las fechas que debieron haber engendrado a David esa noche. El anillo era sencillo y tenía hendiduras y ligeras marcas que demostraban el trabajo artesanal de Magneto.

 

Charles quitó la sortija de la caja y la sostuvo en la mano, fascinado con su peso y textura. Hacía casi una década que la había guardado en aquel cajón y no se la había vuelto a colocar. Se preguntó si ya no era hora de que lo hiciera. Había sido un regalo especial y Erik hubiese querido que la llevara siempre en el dedo. La alzó para calzársela, pero fue interrumpido por la entrada abrupta de Scott.

 

-Wolverine despertó – anunció nervioso -. Sacó sus garras de metal y destruyó las máquinas y cortó los cables. Jean lo tranquilizó mentalmente y Hank le aplicó un sedante. Consiguieron dormirlo pero tiene la respiración entrecortada y tuvieron que amarrarlo porque aun inconsciente intenta cerrar los puños.

 

-Vamos – decidió Charles. Guardó el anillo y movió la silla hacia la puerta -. ¿Continúa en su habitación?

 

-Sí, Charles.

 

-¿No hay ningún niño cerca?

 

-No, ellos saben que se tienen que mantener alejados de las salas de internación y del laboratorio – comentó Summers, taxativo. Luego dudó -. Creo que no hay ninguno, Charles.

 

El telépata lo miró sin convencerse y enfilaron juntos hacia el elevador. Puso su mente en blanco para tranquilizarse y poder calmar a Logan. En el pasillo, desesperó cuando vio a Hank y Jean en la entrada, afuera de la habitación, observando qué pasaba adentro a través del ventanal. Pero se tranquilizó al sentirlos sosegados. McCoy los vio y se les acercó sigiloso.

 

-No hagan ruido – pidió en voz baja -. El sedante no fue suficiente y volvió a despertar después de que te fuiste y rompió las amarras, Scott. Jean quiso entrar en su mente pero la atacó. No le hizo daño – aclaró rápido, antes de que Summers se quitara las gafas -. No pudo porque entró David y.   .   .

 

Charles no lo dejó continuar porque lo hizo a un lado para dirigirse frenético hacia la puerta. Abrió y se encontró con Logan sentado en un extremo de la cama con la cabeza inclinada para que su hijo depositara los dedos sobre sus sienes. El niño estaba concentrado, de pie y con los ojos cerrados. El telépata descubrió que estaba enviándole paz. Entró con cautela y detuvo la silla a una distancia prudente. La habitación estaba destrozada, las máquinas descompuestas y en el suelo había una maraña de cables y sábanas. El colchón tenía rasgaduras y la almohada estaba despedazada, con las plumas esparcidas por el piso.

 

-David – lo llamó con calma y firmeza y se metió en la mente de Logan para mantenerlo sosegado.

 

El pequeño abrió los ojos y salió de la cabeza del mutante. Miró a su padre con desconcierto. No recordaba qué había pasado, solo que sintió en su cabecita la tribulación de un desconocido, mucha angustia y un dolor inconmensurable, y tuvo que correr a ayudarlo. Llegó cuando Logan estaba por atacar a Jean y le envió paz mentalmente. Wolverine se detuvo al instante, escondió las garras y fue a sentarse, ya calmado, junto al borde de la cama. David se le acercó y el lobo permitió que le apoyara los dedos en los costados de su frente para seguir tranquilizándolo.

 

Charles sonrió a su hijo y le extendió la mano. El niño no entendía qué había pasado, tuvo miedo y corrió a refugiarse en sus brazos para llorar. Mientras lo consolaba con masajes en la espalda, el telépata siguió apaciguando a Logan.

 

Hank entró y se llevó a David, cargado en brazos. El pequeño no opuso resistencia, solo sollozaba.

 

Ya liberado, Charles se concentró en el lobo.

 

-Déjenme solo con él – pidió y se acercó a Logan, que mantenía la cabeza gacha y los ojos cerrados.

 

Hank salió con el niño y cerró la puerta.

 

-Logan – lo nombró el telépata con suavidad. Wolverine abrió los ojos y se encontró con una mirada cerúlea, que no podía recordar. Sin embargo, le resultaba familiar y consoladora.

 

-¿Quién eres?

 

-Mi nombre es Charles Xavier y estás en Westchester, esta casa es el hogar de mutantes como tú y como yo, que necesitan ayuda.

 

Logan apretó los puños para que sus garras salieran. Charles contuvo el aliento, las que él había conocido era óseas, no como estas, de un metal que se asemejaba al acero. Wolverine no quería atacar ni defenderse, solo observar aquella extraña naturaleza en sus nudillos.

 

-Mutantes, mutación – musitó para sí -. Los he visto en la tele del bar y así me llamaron a mí varias veces – guardó las cuchillas, dejando los nudillos con sangre, y se frotó la frente con las palmas -. No recuerdo quién soy, únicamente mi nombre, no recuerdo qué estoy haciendo aquí. No recuerdo nada. Solo que recuperé la memoria en un bosque nevado y llegué hasta un bar junto a la carretera. Me gané la vida con peleas clandestinas para sobrevivir. No sé por qué pero sé que tengo que vivir escondido.

 

El telépata se mordió el labio. El tono de Logan era apesadumbrado, tan diferente al recio y calmo de cuando lo conoció.

 

-Eres James Howlett, también te haces llamar Logan o Wolverine, como la inscripción que tienes allí – le señaló la medallita -. Posees una mutación especial, que además de las garras, te permite regenerar tu tejido aceleradamente.

 

-¿Cómo sabes tanto de mí? – lo miró, confundido y asustado.

 

-Porque mi mutación es la telepatía y, además, me visitaste hace años, aquí en esta casa, y me ayudaste.

 

Logan dio un respingo. Al fin entendió por qué este desconocido le resultaba familiar. Miró alrededor, asombrado del daño que había hecho recién, y se preguntó si en el pasado estuvo allí, qué tanto recordaría de este sitio. Quizás nada.

 

-No tengo recuerdos, apenas algunos como mi nombre, sé el idioma, cómo manejarme, cosas elementales para sobrevivir – confesó apesadumbrado.

 

Charles asintió.

 

-Jean Grey, la joven que estuvo aquí hace un momento, te los devolvió hace años para ayudarte. Es telépata como yo.

 

-La lastimé – gruñó Wolverine, recordando haberla enfrentado.

 

-No, no lo hiciste – contestó Charles rápido y tajante -. Estás rodeado de amigos. Tranquilízate porque nadie en esta casa te hará daño. Somos todos como tú, mutantes, y nos necesitamos los unos a los otros.

 

-¿Qué me pasó? ¿Cómo me encontró ella cuando me devolvió los recuerdos? ¿Qué tanto sabes?

 

-Jean dice que te encontró hace años en una base militar al mando de un coronel que no nos tiene mucho aprecio – Charles hizo silencio al recordar el episodio durante la Firma del Acuerdo de Paz en París, allá en 1973, cuando se cruzaron con Stryker y Logan se alteró recordando un trauma del futuro. También había sacado asustado las garras aquella vez y los había atacado -. Te habrán lastimado como han hecho con muchos de nosotros.

 

-¡No van a salirse con la suya! – gritó el lobo y suspiró hondo para calmarse.

 

El telépata pudo leer un ansia de venganza, no tan intensa como el que había conocido en Magneto, pero viva. También suspiró.

 

-Lo importante es que ahora te mantengas tranquilo para sanarte.

 

Wolverine se puso de pie.

 

-Soy un sobreviviente – asentó. El mismo término que Erik usaba para describirse. ¿Por qué tenían que ser tan semejantes y diferentes a la vez?, se cuestionó Charles -. Gracias por darme asilo, Xavier, tú y los demás.

 

-Puedes llamarme Charles.

 

-Charles, entonces – asintió. Recordó algo más -. Ese niño que estaba antes aquí. Él me ayudó.

 

-Se llama David y es mi hijo – explicó el telépata.

 

-¿Cómo lo hizo?

 

-No lo sé – se sinceró Charles. De hecho, estaba esperando a que Logan se tranquilizara para ir a platicar con él.

 

-Entró en mi cabeza y me calmó – declaró Wolverine y no dejaba de estudiarse los nudillos ensangrentados con la mano abierta -. Parece que es telépata como tú.

 

Charles quedó maravillado. Sabía que tarde o temprano su hijo desarrollaría una mutación pero no esperaba que lo hiciera tan pronto y fuera la misma que la suya. Ahora más que nunca necesitaba encontrarlo y consolarlo. Leyó que Wolverine se había tranquilizado.

 

-Tengo que retirarme, Logan – maniobró la silla hacia la puerta -. Te traerán algo para comer y vestirte y puedes subir a conocer la casa.

 

-Charles, espera – le pidió. Su voz no sonaba acongojada sino decidida como la que el telépata había conocido décadas atrás. Charles giró la silla para enfrentarlo -. Gracias.

 

-De nada – le sonrió Xavier ligeramente y se retiró para buscar a David. Afuera les indicó a Hank, Jean y Scott que atendieran a Logan.

 

Jean y Hank entraron predispuestos y Scott, con reservas, no le gustaba para nada ese mutante con un físico mejor que el suyo, que se había atrevido a enfrentar a su novia. McCoy le explicó a Charles que había dejado a David en su dormitorio.

 

………………

 

Aun antes de abrir la puerta, Charles oyó los sollozos de su hijo. En su pequeña mente había una mezcla de confusión, ansiedad, asombro y miedo. Lo encontró boca abajo en la cama, abrazado a la almohada y llorando desconsoladamente. Su corazón de padre se partió. Se acercó a la cama. Con esfuerzo, dejó la silla y brincó al colchón para abrazarlo. David se dejó abrazar. Temblaba de miedo. Charles se sentía mal al verlo así pero estaba orgulloso porque su hijo era telépata como él, y uno muy poderoso para haber conseguido tranquilizar a Logan sin ningún tipo de experiencia. Recordó que a su edad él recién había comenzado a desarrollar sus poderes. Primero oyó las voces desconcertantes, más tarde las discriminó como los pensamientos de los demás, y mucho después, ya casi en la adolescencia, aprendió a entrar en ellas. Estaba orgulloso y transmitió esta emoción a su hijo, que comenzó a hipar, desconcertado. Sin apartar la carita de su pecho, el niño murmuró.

 

-¿Estás feliz de lo que me pasó?

 

Charles rio y le besó la cabeza. Se echó hacia atrás para acostarse boca arriba sobre la almohada con su pequeño en brazos.

 

-Mi único hijo es psíquico como yo – volvió a reír -. ¿Cómo crees que me siento, David? – volvió a besarlo -. Estás asustado. También yo me sentía asustado al principio – suspiró -. Pero de a poco aprendí a manejar mi poder. En cambio tú – lo separó apenas para mirarlo a los ojos y le sonrió -. Tú no estás solo como lo estuve yo. Me tienes a mí para ayudarte con tu mutación. Te enseñaré a conocerla y así podrás controlarla.

 

Consolado con la seguridad de su padre, David se animó a abrirse.

 

-Fue muy raro, sentí de pronto que ese mutante estaba sufriendo y la necesidad de ayudarlo. No sé por qué corrí a hacerlo, solo lo hice, y lo único que se me ocurrió fue mandarle paz para que se sintiera mejor.

 

-Eso se llama empatía – le explicó Charles -. Sentiste que alguien sufría y corriste a ayudarlo.

 

-Fue algo que me nació de aquí – el niño se tocó el corazón -. Pero la sentía aquí – se tocó la cabeza.

 

-Exactamente como me pasa a mí – le confirmó su padre -. A medida que vayas creciendo aprenderás más de este maravilloso don.

 

-¿Es maravilloso? – preguntó David, angustiado -. A mí me asustó.

 

-Como todo lo que desconocemos – contestó Charles con paciencia -. Estamos acostumbrados a temer a lo desconocido, es una manera de sobrevivir, pero una vez que aprendemos de eso, el miedo se nos va – lo apretó contra su pecho de cuenta nueva -. Yo te enseñaré a controlar este poder y a manejarlo, es el mismo que tengo, y serás como yo.

 

-O como Magneto – replicó el niño -. Perdón, quise decir como mi otro padre.

 

Charles quedó asombrado. David añadió.

 

-No es su mismo don pero tal vez con él ayude a los nuestros como él lo hizo – argumentó el niño con seguridad -. Escuché que cuando habló por televisión, hizo que lo mutantes se sintieran orgullosos de ser quienes eran, los hizo sentirse bien, les dio tranquilidad. Como lo hice hoy yo con ese desconocido. Lo tranquilicé como mi padre tranquilizó a los nuestros aquella vez.

 

Charles quedó sin palabras. A su orgullo se le sumó la emoción. Estaba conmovido de que David pensara así de su otro padre y sintió que dónde estuviese, Erik se sentiría tan feliz de su pequeño como él.

 

-¿Estás más tranquilo? – preguntó después de un rato.

 

-Sí – replicó el niño.

 

Con cuidado, Charles deshizo el abrazo para que pudieran salir de la cama.

 

-¿Quieres acompañarme al despacho? – lo invitó -. Yo tengo que terminar con unos papeles pero puedes leer junto a mí en silencio si lo deseas.

 

-Está bien – aceptó David. Ya no sonaba preocupado.

 

Padre e hijo partieron hacia el ascensor, mientras que Logan se vestía en la habitación con una camisa y un pantalón largo que le había entregado Hank. McCoy aprovechó para comentarle que él también lo había conocido en el pasado pero Wolverine no se acordaba nada de él, a diferencia de Charles, cuya mirada lo seguía fascinando.

 

Jean se acercó más tarde con comida en una bandeja pero el lobo le respondió que quería subir a conocer la casa y la cocina. Quiso disculparse por haberla atacado pero seguía aturdido aunque lleno de la paz de David primero y después su padre le habían enviado. La joven le preguntó si necesitaba algo más.

 

-Gracias por los recuerdos que me devolviste, Charles me lo contó – respondió Logan, mientras se arremangaba los puños de la camisa.

 

-De nada – contestó Jean.

 

Wolverine se levantó y salió escoltado por Hank y por ella. En el pasillo los esperaba Scott. Logan podía intuir sin necesidad de sus sentidos agudizados, que el muchacho recelaba de Jean. Los dos jóvenes se tomaron de la mano y se dieron un beso corto. Ah, comprendió el lobo, era su novia. Divertido, pasó junto a Summers y le palmeó el hombro con arrogancia.

 

-Disculpa el lío que dejé en el cuarto, pero te juro que no toqué a tu chica.

 

Scott giró como resorte y se llevó la mano a los lentes para quitárselos. Jean lo detuvo.

 

-Calma – le pidió.

 

Scott volteó hacia ella y suspiró para refrenarse. A lo lejos podían oír la carcajada de Wolverine.

 

…………………

 

Logan recorrió la casa guiado por Hank hacia la cocina. Fruncía el ceño y olfateaba, tratando de recordar olores, espacios, algo que le indicara que antes estuvo en ese lugar. Mas su memoria seguía en blanco y solo podía rememorar los ojos de Charles. Era increíble.

 

Hank le preparó un emparedado con toda la carne que cabía entre dos panes y sacó una botellita de agua de la nevera. Logan husmeó el refrigerador por su cuenta para cambiarla por una lata de cerveza.

 

-¿No hay alcohol por aquí, mutantes aburridos? – se quejó.

 

-Es una escuela – explicó McCoy, acomodándose los lentes -. Pero está la cocina privada de Charles y él tiene allí una licorera.

 

-El whisky suena mejor que la cerveza – replicó el lobo y se arrojó en la silla. Dio un bocado grande a su sándwich -. ¿Podrías ser tan amable de traerme un vaso de whisky? – pidió, mientras masticaba.

 

 

-Estuviste dormido más de doce horas y con la tensión que sentiste, pienso que el agua es lo más conveniente.

 

Logan simplemente alzó una ceja. Hank volvió a acomodarse las gafas y partió hacia el comedor privado de Xavier.

 

Al quedarse solo, Wolverine observó el lugar. Era una cocina amplia, tan espaciosa como parecía serlo todo el lugar. La casa tenía el aspecto de una construcción antigua, seguramente de principios del siglo XX, o finales del anterior. Más relajado, ubicó los pies cruzados sobre la mesa.

 

Un niño pálido y de cabello oscuro entró y se sirvió soda del refrigerador. Lo miró con atención y parpadeó.

 

-Hola.

 

-Hola – contestó Logan y dio un bocado a su sándwich.

 

-Al profesor no le gustan los malos modales y tú tienes los pies sobre la mesa – advirtió el pequeño.

 

Logan se sintió culpable y los bajó.

 

-¿Quién es ese profesor?

 

-El profesor Charles Xavier, el dueño de esta casa – contestó el niño. Logan dio un respingo -. Él nos dio un hogar a todos nosotros, los mutantes, ¿sabes? Tú debes ser uno. ¿Cuál es tu don?

 

Logan dedujo que si le mostraba las garras lo asustaría.

 

-Comerme veinte de estos en cinco segundos – bromeó, mostrándole su emparedado.

 

El niño sonrió y le extendió la mano.

 

-Me llamo Jason.

 

Wolverine se la estrechó.

 

-Un gusto, Jason. Yo soy Logan.

 

Hank regresó con una lata de cerveza, que encontró afortunadamente en la nevera de Charles.

 

-¿No deberías estar en clases, Jason? – amonestó al niño, que asintió y salió corriendo.

 

Logan rio. Estaba lejos de imaginar que el pequeño era el hijo de ese coronel que lo había torturado.

 

-Así que Charles es el dueño de todo esto – comentó al quedarse los dos solos -. Esto funciona como una escuela.

 

-Sí, una escuela hogar para niños con dones especiales – explicó Hank -. Es la manera de camuflar este sitio para no ser molestados por el Gobierno y su protocolo antimutantes.

 

-¿Tienen un protocolo antimutantes?

 

-No es algo oficial – contestó McCoy y abrió la botella de agua que Logan había despreciado para beber un sorbo -. Pero nos persiguen para estudiarnos. Ya ves lo que hicieron contigo. Perdón – miró hacia abajo -. No debí haberlo mencionado.

 

-No te hagas problema – respondió Logan, despreocupado -. Ni siquiera me acuerdo de lo que pasó – bromeó para distenderlo -. En cuanto a Charles, ¿por qué hizo esto? ¿Por qué entregó su casa para proteger mutantes? Se nota que es rico y si es telépata podría haber pasado desapercibido con su mutación y vivir sin problemas. ¿Por qué se involucra tanto?

 

-Porque es una buena persona – contestó Hank con franqueza -. Tienes razón – miró alrededor -. Podría haberse encerrado a vivir tranquilo con sus miles de millones de dólares y su telepatía pero ese no sería él. Charles es una persona desinteresada y muy empática, su poder le enseñó a lidiar con el sufrimiento de los otros y eso lo volvió compasivo.

 

-Podría haberse vuelto un huraño pocas pulgas también – argumentó Logan, fascinado, y destapó la cerveza. Bebió largo y tendido. -. Se nota que es una buena persona, otro, tal vez, hubiese mandado la empatía a la mierda y se hubiera refugiado aquí solo para que el dolor de los demás no lo molestara. Él enfrentó ese dolor y eligió ayudar a sus semejantes. ¿Cuánto hace que lo conoces?

 

-Mucho tiempo – contestó Hank -. Éramos jóvenes cuando nos conocimos.

 

-¿Cuánto hace que yo vine para ayudarlos? – inquirió el lobo.

 

McCoy comprendió que Logan estaba buscando que le cerraran las cuentas para entender su pasado.

 

-Fue hace tiempo, antes de que Charles reabriera la escuela. David aún no había nacido, Erik todavía vivía y estaba en prisión.

 

-¿Erik? – cuestionó Wolverine y bebió lo que quedaba en la lata.

 

-Magneto, habrás escuchado hablar de él.

 

-Oí que lo mencionaban algunas veces en el bar y solía salir su nombre en las noticias cuando hablaban de mutantes – recordó -. Falleció hace tiempo, pero dio un discurso que hizo historia, según vi en la tele.

 

-Nueve años hace que murió – respondió Hank solemne -. El discurso del que hablas fue uno que casi desata una guerra contra nosotros – le explicó. Nunca, jamás había apoyado las ideas supremacistas de Magneto, aun cuando respetara el romance que tuviera con Charles.

 

Logan asintió. Notó el tono lúgubre que Hank empleaba y se dio cuenta de que Erik había sido un mutante importante para él y, también, seguramente para Charles.

 

McCoy optó por cambiar de tema.

 

-¿Cómo te sientes? ¿Más tranquilo?

 

-Mejor – respondió el lobo escuetamente -. Me gustaría platicar con Jean más tarde, me salvó la vida y no fui muy amable.

 

-Sí, claro – Hank se acomodó los lentes nervioso.

 

-¿Por qué te alteras? – rio Logan -. Ah, por ese novio suyo con gafas de sol.

 

-Scott Summers.

 

-Scott Summers – repitió el lobo divertido -. No creo que cultivemos una amistad él y yo – bromeó -. Parece un tanto serio y posesivo.

 

-Casi lastimas a su novia – le recordó Hank.

 

Logan dejó de sonreír. No se sentía a gusto con el espectáculo que había dado al despertar. Se podía aducir que estaba traumatizado pero su comportamiento lo avergonzaba.

 

-Por eso quiero platicar con ella y disculparme, también con el tal Scott.

 

-No tienes necesidad – quiso exculparlo McCoy -. Comprendemos que estabas alterado por la situación.

 

-Quiero hacerlo – dejó asentado y se levantó, haciendo a un lado el plato con los restos del sándwich -. Si tienes tiempo quiero conocer más de esta casa acoge-mutantes.

 

Hank se levantó para guiarlo. Logan se palpó el bolsillo del pantalón instintivamente y extrañó sus habanos.

 

-¿Charles fuma? – Hank lo negó con énfasis. Demasiado había lidiado con su amigo en el período que Wolverine los visitó por su adicción a la bebida, y ni qué hablar de lo depresivo que se había puesto cuando perdiera a Erik -. ¡Qué mal! Un cigarro me hubiese relajado más.

 

-Tratamos de no fumar ni beber alcohol delante de los niños – así le recordó el científico que estaban en una escuela.

 

-Pero no me vas a llevar de tour por los salones de clases – reclamó el lobo y ya había vuelto a bromear.

 

-¿Qué lugares de la casa quieres visitar, entonces?

 

-Cualquiera donde pueda encender un habano.

 

-Que no tienes.

 

-Gracias por recordármelo, cerebrito.

 

Hank sonrió. Logan tenía un carácter especial que podía sacar al otro de quicio o divertirlo.

 

……………………

 

Logan se sintió a gusto en la casa. Era enorme y cuando Hank lo llevaba de aquí para allá, sentía de a ratos que se perdía en un laberinto. Finalmente se orientó. Se respiraba un aire acogedor con la risa de los jóvenes y niños. Al conocer los jardines, advirtió estudiantes de todas las edades, sentados en el césped o divirtiéndose en los juegos. Le costaba creer que se trataba de mutantes, los mismos que la sociedad segregaba, porque aquí, en Westchester, se veían felices y contenidos. Wolverine pensó en el excelente trabajo que Charles había hecho y sonrió para sí.

 

Almorzaron todos juntos, a excepción de Xavier y David que lo hicieron en sus aposentos privados. Charles solía buscar ocasiones como un almuerzo, una merienda o una cena para disfrutar de un rato a solas con su hijo y ahora, más que nunca, después de descubrir su poder, el niño necesitaba a su padre.

 

Por la tarde, el telépata invitó a Logan a su despacho. Al entrar, el lobo observó el decorado. Había aprendido que el ambiente describía a las personas y ese despacho tenía que enseñarle parte de la personalidad de Xavier. Tantos muebles antiguos y exquisitos hablaban de una persona opulenta, y los estantes cargados de libros lo delataban como un intelectual. Wolverine no era ni rico ni intelectual y su sabiduría pasaba por la experiencia de una vida aventurera, difícil y centenaria.

 

-Buenas tardes, Logan – lo saludó Charles con una sonrisa, detrás del escritorio -. ¿Qué te pareció la casa?

 

-Me gustó – fue el comentario lacónico.

 

El telépata le indicó que tomara asiento junto al escritorio. El lobo observó de reojo un tablero de ajedrez, cuyas piezas movidas y faltantes enseñaban una partida inconclusa. Logan estaba lejos de imaginar que así había quedado desde el último juego que Charles le hubiera disputado a Erik una década atrás.

 

-¿Tienes algún cigarro? – solicitó Wolverine con confianza y se sentó en el sillón mullido que su anfitrión le había mostrado.

 

Charles sacudió la cabeza.

 

-No, pero puedes pedirle a Scott una caja, él se encarga de las compras esta semana. Mañana irá a la ciudad. ¿Prefieres cubanos?

 

-¿Me estás jodiendo? ¡Son los mejores!

 

Ambos rieron.

 

-Yo me decanto por la bebida espirituosa – opinó el telépata y lo miró, sonriendo. Logan se perdió en esa mirada porque junto con la sonrisa le transmitían paz -. ¿Cómo te sientes?

 

Wolverine se masajeó la sien con los dedos.

 

-Me siento perdido pero así me he sentido todos estos malditos años.

 

Charles comprendió que se refería a los años transcurridos desde que escapara de Alkali Lake.

 

-Es comprensible.

 

-Tú – Logan gesticuló con la mano -, ¿vas a ayudarme onda un psiquiatra o qué?

 

-No soy ningún psiquiatra, pero puedo ayudarte como un amigo – contestó Xavier con modestia -. Hace tiempo viniste a esta casa y me devolviste la esperanza. Te parecerá extraño pero habías llegado del futuro – Logan se acomodó en el asiento -. Yo mismo te había enviado, mi yo del futuro junto con Magneto.

 

-Pero Magneto es un mutante que.  .  .

 

-Falleció – completó Charles e hizo silencio -. Es que al intervenir en el pasado cambiaste el porvenir. Ese yo del futuro que te envió no es el mismo en quien me voy a convertir, o quizás sí – sonrió -. Nadie puede determinar el futuro después de todo.

 

-O sea, ¿Magneto sí vivió en el futuro pero por mi culpa, yo.  .  .? – Logan no se atrevió a terminar la frase.

 

-No – enfatizó Charles -. No fue tu culpa. Además – suspiró y acarició un retrato de su hijo, que tenía sobre el escritorio -. En ese futuro David no existía y él es lo más importante que tengo.

 

Wolverine se tranquilizó.

 

Xavier trató de cambiar de tema y maniobró su silla hasta la licorera. Le ofreció un trago, que el lobo aceptó, y sirvió el contenido en dos vasos. Después regresó al escritorio. Logan había permanecido pensando en su memoria perdida, en quién podría haber sido y en ese futuro que ya no existía más.

 

-Gracias – respondió Wolverine al recibir el vaso -. Es extraordinario lo que hiciste por nosotros – soltó con admiración -. Convertiste tu propia casa en un refugio para gente como yo. Vi a esos jóvenes que en otra parte serían discriminados y aquí conviven en paz.

 

-Este fue mi sueño – contestó Charles con orgullo -. Yo creo en la paz entre mutantes y no mutantes.

 

-No te diré que comparto tu sueño por completo -  confesó Logan y dejó el vaso vacío sobre el escritorio -. Yo no creo en la convivencia pacífica, no con lo que me pasó, pero respeto el trabajo que has hecho.

 

-Me alegra que lo hagas – sonrió el psíquico con picardía -, porque mi idea es que más adelante trabajes con nosotros.

 

Wolverine lo miró extrañado. Pensó que se trataba de una broma pero Xavier no parecía un bromista.

 

-¿En serio?

 

-En serio, Logan.

 

El lobo se puso de pie.

 

-Gracias por el trago – cortó a modo de despedida.

 

-Logan, por favor. Siéntate.

 

-Mira, Charles, valoro lo que haces realmente pero yo no podría aceptar esto.

 

-¿Por qué? – lo cuestionó el psíquico con interés.

 

-En primer lugar porque soy un saco de traumas que ni memoria tengo.

 

-Al igual que yo cuando me ayudaste y fue gracias a eso, que reconstruí este sueño que hoy ves – señaló Charles -. Por favor, siéntate.

 

Wolverine obedeció.

 

Xavier decidió explicarle.

 

-Raven, también conocida como Mystique, es una mutante que creció conmigo, la considero mi hermana adoptiva. Ella se unió a la causa de Magneto y la segregación que los mutantes sufríamos la volvió fría y agresiva. Yo vivía escondido aquí con Hank, había perdido la esperanza – suspiró recordando esa etapa gris de su vida, aunque no la más dolorosa, esa llegó cuando perdió a Erik -. Me las pasaba bañado en alcohol, me inyectaba para caminar y anulaba mis poderes porque las voces de los demás me aturdían. Era una tortura empatizar con el dolor de los otros cuando yo sufría tanto. Te presentaste una mañana en la puerta de la casa, Hank trató de echarte pero te le enfrentaste y pelearon. Yo bajé por las mismas escaleras que hoy conociste cuando te mostraban la casa, te sorprendiste de verme caminando y trataste de convencerme para que te ayudara a detener a Raven. Yo me negaba hasta que me aseguraste de que con Erik, yo mismo te había enviado del futuro.

 

Logan se esforzó por no sonreír porque la historia sonaba a la trama de una película barata de ciencia ficción, pero la angustia que transmitía Charles le hizo ver que cierto o no, había sido un período oscuro para el telépata. Él también padecía una existencia sombría y pudo entenderlo.

 

Charles reconoció que no le estaba creyendo. Sin embargo, decidió continuar.

 

-Viniste para que detuviéramos a Raven como te dije, que estaba empecinada en asesinar a un científico peligroso y con eso desataría el comienzo del exterminio mutante. Nos describiste el futuro del que habías venido, donde apenas unos pocos aun sobrevivíamos. Al final decidí ayudarte y tú me ayudaste a mí devolviéndome la fe.

 

-¿Cómo te devolví la fe? – quiso saber el lobo y volvió a interesarse.

 

-Creaste un lazo con tu mente para que yo me transportara al futuro y viera a mi otro yo.

 

-¡Mierda! – liberó Logan y se puso de pie. O se reía o pensaba que el psíquico estaba loco, en cambio, prefirió indignarse -. Mira, que haya perdido mis recuerdos no te da derecho.  .  .

 

-¿A contarte mentiras para divertirme? – ahora fue Charles el indignado, pero suspiró. Era entendible que un desmemoriado Logan no le creyese porque a pesar de ser verídica, la historia sonaba descabellada -. No, Logan, tengo defectos pero la burla hacia los demás no es uno de ellos. Sin embargo, te comprendo. Me parece que debemos cortar esta plática. Fue muy brusco de mi parte proponerte que te nos unieras cuando tienes tanto que sanar.

 

-Lo que pasa es que repites que te ayude y me sales con este cuento.

 

-No es ningún cuento – sonrió Xavier para tranquilizarlo y movió su silla hacia la puerta -. Pero sabes que la decisión es tuya, si quieres unírtenos o no, depende de ti y respetaré lo que elijas. Solo te vuelvo a pedir que te sientas como en tu casa, o, mejor todavía: consideres a Westchester tu hogar a partir de ahora.

 

Logan asintió. Charles era una persona cordial y bondadosa, de eso no quedaban dudas.

 

-Una vez más gracias.

 

-Nos vemos en la cena – lo despidió.

 

-Pensé que comías a solas con tu hijo.

 

-No siempre, esta vez cenaremos todos juntos, ¿de acuerdo?

 

-Hasta la cena, entonces – aceptó Logan y se marchó.

 

Charles permaneció observando la puerta después de que el lobo la cerró detrás de él. Pensaba en lo que sintió aquella vez, cuando el Logan del futuro le había dicho que él mismo lo había enviado con Erik. En ese momento él y Erik estaban distanciados, Magneto encerrado en una prisión del Pentágono y él sufriendo por su existencia patética. Más tarde, cuando liberó a su amante y lo vio después de tanto tiempo, le pegó una bofetada, fue un golpe torpe porque Charles no era un luchador experto y le dolió más la mano a él que a Magneto la mejilla. Ese desahogo violento lo había aliviado, pero no sanado ni devuelto la esperanza. En cambio, Logan sí lo había hecho al devolverle la fe.

 

Xavier se maravilló. Toda su existencia a partir de esa visita, la escuela, su sueño, el equipo X-Men, la convivencia pacífica entre mutantes y no mutantes que estaba consiguiendo, además, la reconciliación con Erik y el nacimiento de su hijo, se lo debía a Howlett, a ese Logan del futuro que llegó con una misión que le cambió la vida.

 

Estuvo un buen rato meditando antes de regresar al escritorio. Scott no tardó en avisarle que la cena estaba lista.

 

…………….

 

 

 

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).