‘La aplicación Anti-Love le desea una linda Mañana. También le recuerda tener una agradable fiesta en su mansión. Recuerde usar su mejor traje para dar una buena impresión a sus invitados, no beba mucho, alejese de los reporteros y sobre todas las cosas, intente no pensar, por esta noche, en el kriptoniano en cuestión.
Para tener un mejor resultado con nuestra aplicación no olvide seguir al pie de la letra nuestros consejos.
Cargando al 100%
Paso tres: No invite al kryptoniano a la fiesta en la mansión Wayne’
Las fiestas de la fundación Wayne tenían un montón de lados negativos: Los malditos soberbios dándole la mano como que si fuesen sus amigos de toda la vida, los estúpidos intentos de pretendientes que no tenían más cerebro que una pasa, la gente en su casa, sus hijos corriendo por el lugar como que si fuese una pista de atletismo o algo así. Sin embargo, también tenía sus cosas buenas, como el alcohol o los reporteros.
Alguien diría ¿Los reporteros, Bruce? ¿Son esos carroñeros, despiadados y metiches algo bueno? ¡Pero por supuesto que no! En realidad, eran y seguirán siendo, lo peor de esa fiesta. Aún así, que Clark fuera Su Reportero, sabiendo claro, lo que ya sabía, era un lado bueno, porque al menos podía recrear la vista y sentirse tranquilo con alguien en esa tortuosa noche de apariencias falsas.
—¿Sabes? Creo que la terraza está sola —Clark había avisado eso y Bruce, por supuesto, no perdería aquella implícita invitación a salir de ese maldito salón.
Así que allí estaban, en la terraza, cerca del balcón, mirando de momentos al jardín que parecía un bosque mágico a esa hora de la noche, y luego a las estrellas, que susurraban paisajes oníricos.
—Es bonito, sea donde sea ¿Sabes? Desde mi apartamento en Metrópolis también se pueden ver —Bruce agitaba una copa de champagne en su mano, No acostumbraba a beber mucho, pero el hecho de remover copas era algo que no podía evitar.
—También se ven desde la Atalaya —Clark lo miró con cara de pocos amigos.
—¡No arruines el momento!
—¿Qué momento? — Era idiota, era Batman, pero era idiota. Entonces Clark le arrebató el champagne de la mano y se lo bebió de un tirón frente a los ojos asombrados de Bruce —Entiendo… —El príncipe de Gotham estiró su mano a la mesa más cercana, porque, por voluntad de los dioses que escriben esta historia, había más champagne en la mesa, así que cogió uno y lo bebió, del mismo modo que el kriptoniano lo había hecho.
—No se supone que es una competición —Clark se quejó, pero había cogido una copa también, repitiendo su acción por segunda vez.
La verdad, no era una competición, ni nada que se le pareciera, pero allí estaban, en un reto invisible por ver quién bebía más cantidad en menor tiempo. Pero las copas se vacían, las respiraciones se aceleran y la tensión no resuelta o explota o se resuelve. Y Bruce no explotaría, porque Gotham lo necesitaba.
Cuando menos lo pensó, y sin darle el consentimiento a sus músculos o cerebro, estaba allí, con algo de la camisa de Clark enredada en su puño, y el hombre inclinado hacia él por la fuerza que había hecho de repente para atraerlo. Ya no era una competición callada de beber champagne, era un reto de ver quién soportaba más la mirada del otro antes de rozar sus labios con pasión, que estaban a menos de cinco milímetros de tocarse.
—¡BRUCE, JASON ME PEGÓ! —Los pasos de varios pies corriendo y un chillido extra resonó por el pasillo, haciendo que se separaran. Clark se acomodó las gafas, Bruce se estiró el traje. Los niños entraron en estampida ajenos a nada.
Es por esto que no es aconsejable estar cerca de la causa de su amor, puede provocar momentos terribles, tensiones que terminarán por volverse memorias rodantes en el cerebro por los siguientes días. Por su seguridad mental, evite por favor invitar y compartir una champagne con ese kryptoniano que lo trae loco.