---Quinto mes---
Habían pasado los cumpleaños de los Arianos.
Obvio Shaka junto a Kiki y padres de su esposo, le festejaron de una manera sencilla, era la naturaleza del pelilila, las cosas simples y hermosas eran lo que gustaba.
La conmemoración del nacimiento de Shion, fue una combinación rara, pues durante el día paso tiempo con su hijo y nietos, aunque su yerno permaneció al margen, pero lo felicito, en cambio en la noche… No se supo nada, cortesía de Dohko.
Para Kiki, fue una fiesta sorpresa, que todos prepararon. Es el consentido sin duda, hasta que nazcan los bebes y esto es algo que puede afecta a cualquier niño.
Con el paso del tiempo, Kiki había estado sintiendo una pequeña distancia entre sus padres y el. No era nada notorio, solo para él.
Pues aunque ellos siempre estuvieran al pendiente de su pequeño, cada que los necesitaba. Existan momentos que debían parar pues su maestro no podía supervisarlo, pues el cansancio se hacía presente, él bebe estaba algo grande. Y le ocasionaba un poco de hinchazón en los pies.
Esto al principio no le molesto, trataba de entenderlo.
¿Era normal?
Pero cuando su padre tenía que ausentarse por las misiones, y se quedaba solo con su maestro, hacia su mejor esfuerzo por cuidarlo.
Lo lograba era un excelente hijo, pero le dolía, cuando veía la cara de dolor en su maestro, por los achaques que presentaba, y la dificultad para respirar.
Se preocupaba, creía que aquello no provocaría daño, pero si lastimaba a su madre, le hacía enojar.
Las visitas de Ilitia al templo uno como al tercero se hacían cada semana, eran siempre el mismo día.
Era otra cosa en ello, pues la joven felicitaba por todo a Mu con ese bebe, y podía notar esa sonrisa en los labios de Mu, que antes era para él solamente y esta vez esa criatura se la estaba llevando.
Se había vuelto un poco más triste y retraído, no hacia tantas travesuras como antes, había tenido esa precaución, pero ahora se notaba así mismo alejado de todos. No sabía cómo reaccionar ante estos sentimientos que estaba experimentando, a veces lloraba pero en soledad.
Pensaba que si sus padres, sabían de lo que pensaba o sentía, se decepcionarían de el o los pondría triste, que antes que había dicho con entusiasmo, que quería a ese hermanito ahora ya no quería que naciera… Se sentía realmente mal por ello.
-No te preocupes, yo cuidare a mi hijo- El peliverde, dijo aquello con un tono serio, pero una sonrisa.
-Muchas gracias patriarca- El rubio asintió, estaba feliz, porque su petición fuera aceptada.
-Le darás una hermosa sorpresa con lo que harás- Dijo esto en un suspiro bajo.
-Quiero brindarle toda la felicidad que se merece- El tono firme de siempre.
-¿te llevaras a Kiki?- El Lemuriano mayor cuestiono.
-Claro que si-
Esa conversación se estaba refiriendo, a una pequeña misión que el mismo rubio, quería realizar con su hijo mayor. Consistía en ir a buscar algunos objetos para él bebe que vendría en camino, en solo cuatro meses más.
Básicamente sería un día de padre e hijo, buscando ropa, pañales demás cosas básicas.
Aunque de seguro Mu quisiera ir, se le tenía que mantener alrededor del santuario, por su bienestar.
Estaba bien según Ilitia, pero no debajo de ser un embarazo único como el de Saga y se debía mantener bajo extremo control, cualquier cosa podría ponerlos en riesgo, y estar rodeado de gente que los viera mal o se asustaran por hombres embarazados, ocurrir cualquier cosa es impredecible.
Recuerden los seres humanos somos quienes odiamos y tememos a lo desconocido, por eso lo tendemos a atacar.
Por lo tanto esa era la razón el plan.
Al día siguiente, antes de despertar su amado, le dejo una nota diciéndole, que tenía planeado una salida con Kiki a solas, como un momento padre e hijo, para que no se preocupará, por si no estaban.
Había hablado de ello con el pelirrojo, le encantó la idea, pero que fuera por él bebe, le volvió aquel dolor que sentía en su corazoncito.
Pero jamás protestaría, no quería hacerlo sentir mal al joven rubio.
-¿Listo hijo?- Pregunto esperando en la entrada de Aries.
-Sí, papá- Dijo con una sonrisa de desgano.
-Sé que en Rodorio hay algunas tiendas de cosas para bebes…- Pensativo –Podríamos ir, primero allí y luego…- Se giró para ver al menor que caminaba detrás de él, que no se percató en que momento eso paso, pues ambos iban a la par.
-Kiki, ¿Te sientes bien?- El mayor se detuvo, para observarlo con atención.
-¿Qué? No…- Niega con la cabeza.
-Te noto algo preocupado- Se incoó delante del Lemuriano menor, quedando a su altura –¿Algo te atormenta pequeño?-
Su sonrisa trato de ponerse e nueva cuenta en sus labios –No papá, es solo que me entusiasma mucho ir de compras contigo- Estaba mintiendo a medias. Se sentía mal por hacerlo.
Sin embargo ya había pasado tiempo con el menor y lo estaba conociendo muy bien, tanto que ya sabía cómo reaccionaba a lo que le atormentaba, algo estaba angustiándolo sin duda y quería saber que era.
Al llegar al pueblo, se dirigieron a la tienda donde la joven Adonia le había ayudado a investigar.
Entrar a ese lugar, fue un impacto para ambos, aunque de diferente manera. El rubio, se enterneció por todo esos objetos tan pequeños, lindos y adorables. Sentía como su corazón latía, al pensar en que algunos de estos artículos llevara su futuro hijo o hija.
En cambio para el Lemuriano acompañante, le aprecio bonito, pero… Todo por esa cosa, que dañaba por dentro a su maestro… Apretaba sus pequeños labios, para no llegar a decir lo que realmente pensaba.
Tomo la mano de su hijo mayor, no quería que se perdiera en esa tienda, o cualquier cosa… Ya estaba portándose como un padre sobreprotector.
-Vamos a la sección de ropa- Se giró a verlo -¿Te parece bien?-
Asiente –Si… pero, si no sabemos que será él bebe, ¿Qué color quedaría?-
-El blanco y amarillo, creo que son colores neutrales- Él tampoco era bueno en esas cosas, pero se estaba esforzando.
Así fue, como estaba viendo aquella ropa, tan linda y pequeña… con un tacto suave, la tela debía ser así, para la piel tan sensible de un recién nacido.
De los pocos momentos que Virgo sonríe uno de ellos era este, que se emocionó por todo esto… Observaba con atención lo que buscaba. Pero también vigilaba de cerca a Kiki, que por minutos se quedaba mirando esos trajecitos pequeños, quien sabe que pensaba.
-¿Qué opinas?- Le mostraba varios que a su parecer parecían muy lindos.
Era tres conjuntos diferentes, como se podrían llamar mamelucos, pues consistían en cubrir todo el cuerpo del bebe, de pies y con un gorrito integrado. Uno blanco, uno amarillo y ¿Por qué no? Una lila. Eran lisos, sin algún detalle no sabrían que seria y no se arriesgarían.
Al verlos, una mezcla de emociones se intensificó en su ser. Esos colores los relaciono con sus padres, pero el blanco solo representaba al bebe sin duda, él no estaba allí. Puede que suene tonto, pero se estaba sintiendo excluido sin ninguna razón por ese ser que aún no nacía.
Después de todo, ese bebe nació del amor de los dos adultos que tanto quería, él no era así. Pues no eran de sangre su relación, podría ser rápidamente reemplazado y olvidado.
Su sufrimiento se iba marcando en su carita infantil, apretaba sus labios, sus puños, estaba derramando lágrimas.
Virgo al notar aquello, se sorprendió y preocupo. ¿Qué había hecho mal? ¿Qué le dolía? ¿Algo pasaba? Tantas preguntas se hicieron presentes en su cabeza, que no pudo detener cuando el pequeño salió corriendo del lugar, dejando su llanto atrás.
-¡¡¡KIKI, ESPERA!!!- Lanzo un grito de desesperación, que le valió un comino, que lo escucharan dejo todo rápidamente y salió en busca del niño.
No podía sentirlo cerca por el cosmos, mas sin embargo, noto que se teletrasportó, aun siendo joven dejaba una pequeña marca de su energía utilizada.
Solo debía utilizar aquello a su favor.
Kiki se había ido justamente al lugar donde todo había ocurrido, el mismo sitio en el cual pensó ¿Quién podría ser una buena pareja para su maestro?
Pero esta vez, estaba demasiado triste como para pensar claramente, se echó a llorar sobre la roca. No lo había hecho libremente, no quería que lo vieran y ahora, cometió el error de dejarse ver por su padre. El cual de seguro lo cuestionaría hasta que le digiera la verdad y allí se acaba su felicidad.
-Todo es tu culpa…- Dijo en un hilo de voz. -¿Por qué? Yo quería que nacieras, pero… Me estas quitando lo que más amo en la vida…- Dejo escapar sus lágrimas con más amargas –Te lo quedaras todo para ti-
Celos, el sentimiento más amargo provocado por el amor sincero, puede ser el peor veneno para cualquier corazón puro en solitario.
Pero este niño, no estaba solo, tenía personas que de verdad o amaban y se preocupaban de él.
-¿Quién te lo está quitando?- pregunto el rubio sin más, alcanzó a escuchar una parte de ese reclamo.
-¿Señor Shaka?- El niño dijo, por inercia, pensaba que ya no era digno de ser su hijo.
-¿Por qué no me llamas papá? Se supone que…- Callo un momento su hablar, comenzando a reflexionar las cosas… -Kiki, ¿Estoy haciendo algo mal?-
La pregunta, hizo llamar la atención del menor, que no comprendía aun con su carita llena de lágrimas y un poco de escurrimiento nasal.
-Dijiste, que alguien te está quitando todo lo que amas en la vida… ¿Acaso, yo provoco eso?- Virgo de nuevo, no pudiendo expresarse de manera correcta en sus palabras.
-No, usted no… Es solo que- Las lágrimas volvieron a sus ojos y sus pequeñas manos trataron de retenerlas, pero no podía, solo se cubría con mucho miedo.
Le molestaba mucho el llanto en las personas que amaba, lo abrazo hacia él, como muchas veces vio que Mu lo hacía en las noches por alguna pesadilla. Trataba de consolarlo.
-¿Quieres decirme que te ocurre?- Preguntaba, no era experto en esos temas.
Niega con su cabeza –Si lo digo, usted y mi maestro…- Su voz entrecortada, le causaba dolor cada segundo –Me van a odiar…- Se aferró a las ropas del mayor –No quiero que eso pase- Ocultó su rostro, parecía temblar.
-¿Cómo podríamos odiarte? Kiki… Eres nuestro hijo- El mayor frotaba su espalda, para reconfortarlo.
-Lo harán, claro que lo harán…- Se separaba del mayor, aun sujetando sus prendas –Yo no soy su hijo… Como él bebe que espera mi… Mi…- No podía terminar decir la oración, sin que el llanto volviera.
Con esas palabras, el rubio, entendió que estaba pasando por el joven corazón del niño. Comprendió los celos en sus palabras, el miedo en su voz y la desesperación en sus acciones. ¿Cómo era posible que no lo notaran antes? Por esa razón había estado actuando tan raro los últimos días.
-Pequeño… Escucha...- Hay estaba Shaka, volviendo hacer su mayor esfuerzo para expresarse de manera adecuada.
El menor, temía encontrarse con la mirada azul del sexto guardián, pensaba que sería una de reprimenda o decepción. Todo le causaba temor.
-Sin importar que pase, yo jure que te amaría y protegería como mi hijo, porque eso eres para mí, como lo eres para Mu- Trata de levantar su cara, para que lo vea –No tienes que temer que dejemos de querer, eso nunca ocurrirá-
-Pero… Él bebe… Sé que los necesitara cuando nazca, será pequeño… Lo entiendo, pero…-Toca su pecho –Este dolor que siento, no desaparece aunque lo entienda…- El llanto vuelve –No sé qué hacer… Y no quiero que se enojen conmigo-
Suspiro, el pequeño si estaba muy afectado por esos sentimientos de celos.
-Es normal que te sientas así- Su voz se notaba relajada –Fuiste hijo único toda tu vida y sientes… Que alguien vendrá a quitarte todo- Le acaricia el cabello –Pero eso no puede ocurrir-
Cuando alguien el acariciaba la cabeza, sentía mucho confort, era un acto que compartía con su maestro/madre y que el rubio adopto, para cuidarlo de igual forma.
-¿Por qué no?- Esa pregunta sencilla.
-Por qué el hecho de que queramos darle amor a ese bebe que viene en camino, no significa que… Te lo tengamos que quitar todo a ti- Lo decía con una mirada cálida y una sonrisa tan paternal –Lo que siempre me ha enseñado Mu, es que el amor no se puede dividir, solo se multiplica de formas infinitas, para todos los que amamos- Abrazo al pequeño, no le importó quedar manchado de lágrimas o lo que fuera de la ropa, su hijo mayor lo necesitaba estaba dispuesto a dar lo mejor de sí.
-¿Enserio?- Se limpió con el dorso de la mano -¿Eso cree?-
-Totalmente- Asintiendo gentilmente.
Valla, aprendió bien como tratar con niños, cuando hace algunos meses atrás, les parecía algo desagradable y ahora mírenlo, consolando a uno, pero claro que no era cualquier niño, era su hijo, uno que aun que no fue concebido por ninguna de las partes implicadas, si era del corazón donde de verdad importaba.
El pequeño se calmaba, poco a poco. Esas palabras le ayudaban, nunca pensó que tendría compresión de parte e Virgo a ese grado, le sorprendió mucho, pro le dio tanto gusto, que su cara volvió a una alegré.
-Gracias papá…- Se volvió abrazar al mayor.
Que hermoso momento padre e hijo, a veces una pequeña conversación, una acción tan simple, puede ayudar tanto en un corazón inocente que experimenta tantas cosas nuevas y que puede temer.
Recuerda tienes personas que te aman, sin importar lo que pase, te ayudaran, darán concejos y te demostraran su amor, habrá quienes te regañen pero es por ese sentimiento que te tienen que se preocupan, depende de ti, hacer caso o no.
-¿Qué me dices? ¿Volvemos a la tienda y hacemos esas compras?- Virgo quería la opinión de ese Lemuriano.
-Sí, ahora si voy a buscar cosas bonitas para mi hermanito- Sonrió emocionado, aprecia que la tristeza se hubiera ido.
Se levantó de igual forma de esa roca –Vamos, entonces.
-Eeee… Papá-
-¿Dime?-
-No le dirás nada de esto a mi mamá ¿Verdad?- Pregunto nervioso.
-Si no quieres que le diga, no lo hare- Cierra sus ojos, sonriendo tenuemente –Puede ser nuestro secreto-
El pequeño comenzó a saltar alrededor de Shaka, el cual sintió alivio a que su pequeño volviera hacer como era. Alguien alegre, hiperactivo, pero como debía ser.