3.
La semana paso y el rubio no volvía, por lo que Stark preocupado le redacto una carta pidiendo explicaciones de su tardanza, imaginando lo bochornoso que sería que el conde dejase a su hijo plantado.
Al hacer esto no imaginaba las consecuencias que traería, pues la carta llego dos días después al verdadero Conde, Stephen Strange; Este estaba mirando su jardín con calma, mientras regaba las gardenias y rosas que estaban esparcidas por estas.
Cuando una de sus sirvientas corrió hasta él con la cara pálida, al verla imagino que algo malo había pasado y se preparo para lo que fuese. Le entrego una fina carta proveniente de la cuidad y con el nombre de Howard Stark en ella.
Nunca había oído hablar de ese hombre y se decidió a ver el contenido, con los ojos desorbitados leyó cada palabra como si de un sonámbulo se tratase, ¿Se iba a casar y no estaba enterado?, eso era imposible, se dijo, lo más probable es que alguien usurpase su nombre.
Se frotó los hombro con una mano, antes de pedirle a sus sirvientes que prepararán el carruaje, pues iría a la cuidad.
Mientras por otro lado Clint y Natasha miraban a su rubio amigo escribir una disculpa para Stark, ya que se había demorado más de lo que tenía planeado; Se había tenido que meter a una casa de ricos y robar el primer traje, aparte de encontrar en el saco un lindo anillo de amatista.
A pesar de todo, Steve se estaba saliendo con la suya, cosa que molestaba a los amigos, quienes no vieron la oportunidad de acercarse a Bruce Stark; Nat suspiró desanimada, de seguro ni en la boda podría mirar los lindos ojos avellana.
—Tengo una idea!—Salto Clint, acercándose a su amiga y luego susurró picaron,—Robemos a la princesa del castillo, si están todos ocupados el día de la boda nadie notará su falta—, Esto alumbró a la pelirroja, un hurto no era lo peor que había hecho y si de dinero se tratase trataría a su ángel como si de un rey se tratase.
Sabía que si Clint se lo decía era porque la necesitaba, él sólo no podría y menos con los miles de sirvientes en la mansión de Howard, mientras que Nat estaba acostumbrada a esas misiones y sería tan fácil como quitarle un dulce a un niño.
Tony Stark por su parte miraba por la ventana las lindas estrellas del cielo y suspiraba, no era para nadie secreto que estuviese desanimado, ni un bocado había probado desde que anunciaron su pronta boda; Su hermano por otro lado estaba entusiasmado, corría de acá para allá eligiendo las flores, vestidos y peinando cada noche el cabello de su hermano con algo de envidia.
Bruce también deseaba casarse, quería amor y una boda cursi con miles de flores y un músico que tocase las más finas melodías, soñaba todos los días con ese ser amado que le cortejase; Suspiró mirando la cara triste de Tony, este se veía más apagado con el tiempo y hasta su usual humor ácido se había esfumado.
Claro que quién estaba feliz por este cambio era el padre de los hermanos, Howard creyendo que había hecho lo indicado argumentaba que su hijo solo quería acultar su dicha al pública y que si no probaba bocado era para estar más delgado para el conde Strange.
El día de la dichosa boda llego y con ella el prometido en un caballo purasangre blanco y un hermoso traje negro que cubría su cuello. Se bajo para besar el dorso de la mano canela de su prometido, guiñándole un ojo pícaro, Tony no se inmuto, ni lo insulto, se quedo parado cual muerto.
Su rostro lleno de tristeza no inmuto a nadie, ni mucho menos sintieron lastima por él, esta boda era una "bendición" a los ojos de todos menos para quién debería ser el más feliz; Saber que sería esclavo de Steve por siempre hundía su espíritu de tal forma que sólo esperaba la dulce muerte para que lo rescatase, pues no pensaba que nada en su vida pudiese mejorar jamás.
Howard palmeó el hombro de su cuñado invitándolo a tomar el té, mientras sus hijos Donceles se iban a arreglar y cambiar de ropa a una más adecuada para la ocasión.
Al entrar a la habitación Anthony lloró amargamente mientras Brucie le arreglaba el cabello, no podía creer que su vida fuera tan patética como para ser controlada siempre por alguien más, creía que algún día podría irse muy lejos y escapar de toda esa basura de lugar, no sabía si podría.
Al verse al espejo luego de colocar un pomposo vestido blanco perla y un velo que llegaba hasta el piso quiso llorar de nuevo, era igual a su madre y eso lo asustaba.
¿Sería como su madre?, tan infeliz y desdichada, ¿Cada momento dolería como hoy?, estaba seguro de algo y es que era fuerte, más fuerte que esto.
Se preparo para ser la peor novia existente, patearía, lloraría y mordería si hacía falta, no dejaría que ninguno de los dedos de ese hombre lo tocaran, haría de su vida tan miserable como se la estaba haciendo a él y aunque lo golpeara o matará jamás se daría por vencidos; Le dio un tirón al collar de perlas que su hermano le había regalado, eso era algo prestado, rasgo con las uñas un lazo azul en su cintura, algo azul y tiro su anillo amastista al piso, algo nuevo.
Al bajar por las escaleras su padre lo vio sin una pizca de compasión, aunque su rostro estuviese demacrado y sus ojos tan rojos que parecían inyectados de sangre, lo escolto a un carruaje.
El día no podía ser peor, estaba nublado y parecía que estaba apunto de llevar, unas nuves grisáceas cubrían el pueblito, avecinando una tormenta; Bruce se quedo en la habitación hasta que su padre volviese por el para ir a la iglesia.
Se tomó su tiempo mirarse y aclarar su mente, antes de que su ventana fuera golpeada suavemente por algo, al abrirla miro a dos personas que había visto una que otra vez.