Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi biografía sexual por Sadistic_Beauty

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Naruto no me pertenece sino a Masashi Kishimoto

Pasé alrededor de una semana con oleadas de dolor en mi cuerpo. Y aunque Madara no es el tipo de hombre que pasa demasiado tiempo lejos de lo que él considera su propiedad o que pasa por alto detalles como la presencia de un anillo de compromiso, me dio esos días de descanso, evidencia que la contrariedad en su actitud al darme a conocer esa misión no se debía sólo a verme lucir un par de pechos falsos. Por otra parte, no pareció muy convencido cuando le expliqué que no sabía qué tipo de anillo cargaba, sino que se trataba sólo de un objeto que me gustó y tomé de la habitación en la que estuve con el Raikage y Killer Bee, sin mayor significado al respecto.

 

- Consérvalo. Será un recordatorio de algo que nunca tendrás.

 

Lo miré a los ojos con mi máscara de indiferencia aún rota, y bufó decepcionado. Le mostré muy a mi pesar que sus palabras me dolieron, sabiendo que habría consecuencias, porque con él siempre había consecuencias. Me dio la espalda, diciendo que estaría fuera por algunas semanas junto a Deidara y Kakuzu en una reunión importante, pues había robado la identidad de un importante hombre de negocios.

 

- Tienes ese tiempo para arreglar "eso" en tu cara.

 

Recordé a Kisame dándome la misma advertencia mientras nos alejábamos de Otogakure y el país del Arrozal.

 

Madara partió en seguida. Serían tres semanas que deseé que no terminaran nunca, pero como siempre, el tiempo era incapaz de darme paz. Sin embargo, durante ese periodo, me di cuenta que sin importar las mejoras cada día en mis habilidades de genjutsu, no aprendía nuevas habilidades. Mientras Sasuke adquiría más conocimientos, yo me quedaba en el mismo sitio, practicando los mismos sellos que simplemente adquirían mayor poder destructivo, y nada más. Me pregunté cómo manejaba Kakashi esa situación, si era capaz de enseñar a mi propio hermano a asesinarme.

 

A falta de mi sensei, comencé a buscar información en mis camaradas, con cuidado, esperando que creyeran que era sólo curiosidad por sus jutsus. Sasori fue el primero en compartir algunos de sus sellos basados en el por qué pensó que sería una buena idea convertirse en marioneta, y sobre el sacrificio de su propio cuerpo. Admito que su perspectiva resultó interesante. Zetsu me habló un poco sobre la conexión con el entorno y cómo utilizar el chakra de otros seres vivos, como las plantas y los pequeños y grandes animales.

 

Pronto, Madara y los demás regresaron. A partir de entonces, Deidara comenzó a pasar más tiempo con Tobi, dificultándome la tarea de estar en privado con él para pedirle proseguir con mi entrenamiento.

 

Ahora pasaba más tiempo en el salón principal, donde podía buscar más conocimientos en los demás Akatsuki. Una tarde, el Uchiha legendario estaba ahí bajo el disfraz de Tobi. Molestaba a Deidara en ese momento, pero el rubio había aprendido a fastidiarlo también. Kisame, Kakuzu y Zetsu discutían un asunto serio apartados en una mesa, y Hidan estaba alejado de todos revisando una revista con mujeres semi desnudas, casi recuperado de nuestra última pelea. Me senté solo en el sofá revisando y analizando uno de los pergaminos de jutsus que el hombre marioneta me había prestado.

 

- No serías capaz, senpai-. Exclamó Tobi con aquella voz que me erizaba los nervios.

 

- Por supuesto que podría poner bombas en las peceras de Kisame-san, pero no gano nada con eso, uhn.

 

- Oh, si Deidara-kun hiciera eso, los tomaría a ambos y los prepararía a la vinagreta. Serían una cena decente, al menos -. Respondió Kisame que se había involucrado en el tema hace poco – Me encantan las comidas bien marinadas.

 

- Ganarías el poder demostrarlo, senpai-. Insistió en el tema ignorando la pintoresca advertencia de mi compañero.

 

Hidan caminó y se sentó a mi lado, no demasiado cerca, tuvo precaución al hacerlo. Mi mirada periférica permitió notar algunos de los vendajes que aún le eran necesarios. Luego, lo ignoré y continué escudriñando los símbolos del pergamino.

 

- ¿Acaso eres una quinceañera, Tobi? No fastidies con tus ridiculeces de "verdad o reto". No molestaré a Kisame-san, uhn.

 

- Tú serías la quinceañera, Deidara-senpai. Pareces una-. Se apresuró a corregir rápidamente-. Lo digo por tu cutis, senpai, es un cumplido, es un cumplido… Además, no lo molestarías, es sólo un juego.

 

El hombre a mi lado cerró su revista, suspiró profundamente y me miró por un rato, sin conseguir una reacción de mi parte.

 

- Uchiha.

 

Me llamó, pero seguí en lo mío. Se escucharon grandes carcajadas de parte de Kisame, Zetsu y Deidara. Kakuzu se había quedado solo en compañía de su calculadora. No se reían de él, al parecer Deidara había dicho algo excepcionalmente gracioso.

 

- Itachi, escucha. Deja esa actitud de chico con actitud de superestrella y mírame… Por favor.

 

No le hice caso.

 

- Itachi… Como quieras. Lo que quiero decirte es que… entiendo que me extralimité la última vez que hablamos. No debí intentar matarte. Pero para ser franco tampoco creía que ibas a dejar morir así de fácil. Y me alegro haber estado en lo correcto.

 

Terminé de memorizar algunos sellos de utilidad escritos en el pergamino, y comencé a analizar su propósito y posibles escenarios en que podría utilizarlos. Escuché otro suspiro de Hidan, uno cargado de resignación a que no iba a haber una conversación, sino un monólogo.

 

- Las marcas en tu piel que vi esa noche… sé muy bien lo que las produce-. Se acercó más a mí, y esta vez lo miré con atención, aunque dudaba que intentara algo-. No es sólo sexo. Alguien, un sádico, te utiliza como herramienta sexual, te lastima, y tienes que decirme quién es para asegurarme que no vuelva a molestarte. No es fácil saber quién es en una organización criminal como ésta.

 

Recosté la cabeza contra el sofá, alargando el cuello como hacía desde que aprendí a seducir, recordando pronto el por qué de mi antiguo enamoramiento con él. Hidan era sexy. Sus fuertes pómulos sostenían aquellos ojos atrevidos, inmortales e inalcanzables. Y más allá de eso, él lograba llegar hasta las personas, justo igual a Kakashi. Nuestros rostros estaban cerca, no lo suficiente para besarnos, pero sí para percibir el aliento ajeno.

 

- ¿Y qué tal si me gusta esa forma de abuso? Quizá me cansé de tus aburridas rutinas sexuales.

 

Una risa muy ruidosa escapó de sus labios poniéndome alerta en seguida. Todos voltearon, sorprendidos de vernos tan cerca y sin atacarnos. Cuando el aire comenzó a faltarle, volvió a hablarme con tranquilidad.

 

- ¿Crees que eres como uno de esos enfermos a los que le gusta el dolor? No, no, no, Itachi. La única forma en que experimentas placer de esa forma es siendo inmortal, porque te hace sentir vivo. Olvídate de creerte uno de esos idiotas que quieren llamar la atención diciendo que les gusta ser cortados, no, no, eso no existe-. Adquirió un tono más serio-. Además, en tu cuerpo no se ve el placer por esas marcas. No para ti. No te atrevas a decir lo contrario. No puedes contradecirme en materia de dolor.

 

Guardé silencio, pues era cierto lo que él decía.

 

- Itachi-. Dijo en uno de sus susurros asesinos-. Yo puedo hacerte recordar cómo se siente el verdadero placer.

 

Volteé el rostro, pero no a tiempo para evitar un roce de labios. Uno que sentí en todo el cuerpo. También me separé cuando insistió en unir sus labios con mi oreja.

 

- Acepto el reto de volver a hacerte mío, Itachi.

 

Lo miré, y me sentí nervioso. Por él, y por Madara al otro lado del salón. Me di cuenta que estaba pasando el tiempo y mi mirada aún seguía tensa en Hidan, que me sonreía con aquella seductora sonrisa ladeada.

 

- I… Itachi-san…

 

Allí, frente a mí, se encontraba Tobi. No me golpeó ni insultó, y tampoco a Hidan. Y el miedo que pude sentir al mirar su máscara fue sustituido por confusión muy rápidamente al ver el resto de su atuendo. Tobi había cambiado sus ropas de ninja por un conjunto de ropa interior femenina color rosa. Hidan, que tampoco estaba al tanto de lo que ocurría, hizo un gesto de desaprobación, pero pronto comenzó a considerarlo sensual. A poca distancia, el resto de los presentes reía, incluso Kakuzu había apartado risueño la mirada de sus cuentas.

 

- P-por favor, Itachi-san…-. Comenzó a balbucear cosas.

 

- ¿Por qué tantos nervios? Dijiste que serías capaz de hacerlo, mocoso-. Gritó Zetsu entre risas.

 

- Vaya, vaya… Sorpresas nos da la vida… ¿a quién debo agradecer la vista? – Preguntó Hidan dirigiéndose a los demás.

 

- A él mismo. Resulta que sí terminamos jugando "verdad o reto" como quinceañeras. Todos coincidimos en que Tobi debía ser el primero en cumplir su reto, y no podía negarse, uhn-. Explicó Deidara.

 

- Kisame-san ideó el reto-. Comentó Zetsu.

 

- A decir verdad esperaba que reaccionaras de forma más agresiva, Itachi-san. Si vas a dejar que el reto continúe me iré, no quiero ver un lap-dance entre hombres-. Afirmó Kisame.

 

- Mmm… Lap-dance… - se relamió Hidan – Itachi-chan probablemente no aprecie esas cosas. Pero si quieres yo sí puedo ser tu cliente esta noche.

 

- ¡N-no, no, no! ¡Basta, por favor! ¡El reto era con Itachi-san y nadie más! Cumpliré con mi reto como buen ninja, aunque me dé miedo y no lo disfrute... – Se le notaba nervioso, titubeaba de más- Le pido perdón por adelantado, Itachi-san… En especial si a usted le gustan las mujeres, como a mí.

 

Carcajadas más fuertes que las anteriores invadieron el lugar. Hidan también se unió a ellas en esta ocasión. Sin embargo, mis nervios estaban alterados. Me pareció que el "disfraz" de Madara sostenía una frontera muy difusa con alguna extrema clase de esquizofrenia.

 

Habiéndose calmado un poco, Hidan apuró las cosas.

 

- Ok, ok… Vamos, quiero ver ya ese lap-dance, muchacho.

 

Tobi se sentó sobre mí, de frente y con las piernas abiertas. Podía oler su piel y sentir su miembro y testículos chocando con mi vientre a través de la delicada lencería para damas. Movió sus caderas en círculos rápidos un par de veces y se detuvo.

 

- ¡Terminé!

 

Entre las quejas y reproches, la que más se escuchó fue la de Hidan.

 

- Eso sí que no. Un chico no puede ir por la vida en ropa interior femenina, sentarse sobre un hombre por tres segundos y esperar que todo siga su curso. No…

 

Hidan se levantó y se escucharon suaves risas de los demás. Se paró tras Tobi y sostuvo sus brazos por la espalda, inmovilizándolo parcialmente.

 

- ¿Q-qué hace, Hidan-san?

 

- Trataré de mantenerme al margen. Pero si vas a hacer algo debes hacerlo bien. No te voy a soltar hasta que hayas estimulado bien a Itachi-chan.

 

- ¿Q-qué…?

 

- Oh, qué asco… -. Se quejó Kisame, aunque sin perderse ningún detalle o reflejar esas palabras en su rostro.

 

- Ahora, quiero que de verdad te muevas como se debe y hagas un verdadero lap-dance.

 

La imagen del hombre que intenté matar la última vez que le vi, sosteniendo y forzando a quien posiblemente me asesine, a rozar intimidades al ritmo de una música que no se escuchaba, era una situación irreal. Pero debía seguir el juego de Tobi, aunque a Madara no le gustara. Era confuso, pero la idea de escapar no parecía llevar a ninguna parte excepto al mismo punto.

 

Mis manos se posaron a los costados de los de Tobi, recorriéndolo y marcándole un ritmo. Mi sorpresa fue que se dejó llevar. Lamí el abdomen de mi sensei hasta llegar a la parte superior del conjunto rosado, pero no me detuve. Humedecí la tela sobre los pezones con mi lengua, encontrándome con cierto nerviosismo por su parte. Era como si nunca lo hubiera hecho, como si nunca sacié sus deseos más bajos. Un gemido ahogado se escuchó cuando aparté con la boca las telas y saboreé la piel de los duros pezones, moldeando su trasero con movimientos circulares de mis manos, antes que una de ellas se dirigiera al frente para estimular su excitado miembro también sobre la tela, y la otra se quedara recorriendo insistentemente la línea que separa sus glúteos.

 

Hidan aprovechó las manos que tenía capturadas para dirigirlas a su entrepierna, guiando a Tobi para que le masturbara. Me preocupé por el peliblanco, si conociera quién era en realidad aquel hombre… Crucé la mirada con él por unos momentos, pues había ubicado su barbilla en el hombro de Tobi a la vez que éste arqueaba la columna y el cuello hacia atrás.

 

- No lo estás haciendo bien, Tobi. Itachi aún no está encendido. Quizá debas mostrarle algo que lo emocione un poco más…

 

Hidan confió en que Madara continuaría tocándolo sin su guía, y tuvo suerte de que ocurriera así. La libertad de sus manos le permitió romper la lencería y exponer el desnudo cuerpo de Tobi ante todos.

 

- Muéstrale más, excita a Itachi.

 

Hidan se puso a su lado y le sostuvo la cabeza con firmeza. Levantó la máscara, sólo un poco, sólo hasta que la boca estuviera desprotegida. Entonces acercó su propio miembro a la boca de Tobi, que primero dudó, pero terminó por dejarse llevar por mi ex novio.

 

Era irreal ver el generoso miembro de Hidan revoloteando dentro y fuera de la cara de Madara. Además me gustaba sentir el duro miembro del primer Uchiha golpeando sobre mi cuerpo con cada movimiento de su danza de caderas. Hidan me miraba con la sonrisa de quien tiene planeada algunas jugarretas.

 

- ¿Quién diría? Lo haces muy bien, mocosito. Deberías ocupar más tu boca en esto y menos hablando estupideces.

 

El ojipúrpura me miraba mordiéndose los dientes y relamiendo sus labios. Sujetaba los cabellos de Madara mientras sus ojos me recorrían.

 

- No está funcionando, muchacho -. Le dijo a Tobi – Mejor complace al Uchiha con una de tus buenas mamadas.

 

Hidan lo levantó de mi cuerpo y lo arrodilló entre mis piernas. Tobi me miró y dudó, hasta que le di una señal con la mano para que lo hiciera, y un gesto con el rostro con el que quise indicarle que no lo dejarían en paz si no terminaba. Mi sensei me bajó el pantalón y ropa interior lo suficiente para poder sacarme el poco excitado miembro, e inició el sexo oral, que mejoró la situación. Hidan levantó la cintura del enmascarado y colocó su rostro a la altura de la entrada.

 

- Itachi, ¿te acuerdas de esto?

 

La sensualidad con la que pronunció aquellas palabras no se comparó con la visión de él enterrando la parte inferior de su rostro entre los glúteos del primer Uchiha, sin despegar sus ojos de los míos. La ligera elevación de sus párpados inferiores me daba a entender que estaba sonriendo, y los movimientos en todas direcciones de su cabeza revelaba los ardientes juegos que su lengua estaba llevando a cabo en la entrada de mi sensei, que reaccionó de inmediato ante aquello, haciendo resonar sus gemidos contra mi miembro, que terminó por erguirse ante los eróticos estímulos de ambos hombres. Dejé a un lado el pergamino que seguía mostrando los mismos jutsus desde hacía un rato y dirigí mis manos a la cabeza de Tobi para obligar a su boca a abarcar más de mi piel. Estuvimos por varios minutos en la misma posición, pues los tres lo disfrutábamos, aunque mi sensei revelaba su falta de experiencia siendo sometido.

 

- Parece… que ya te has animado, Itachi-chan.

 

Hidan levantó a Madara halándolo de los brazos para acostarlo boca arriba. Bajé del sillón y me arrodillé entre las piernas de mi consanguíneo, palpando su entrada con mi miembro y felicitando mentalmente a Hidan por la tan buena lubricación con saliva que le brindó. La única complicación al momento de penetrar a Tobi fue su falta de costumbre, pues de vez en cuando ubicaba la espalda y piernas en posiciones incómodas. Y mientras Hidan se sentaba junto a su rostro de la manera en que le sería más confortable recibir sexo oral de mi sensei, comencé a pensar repetidamente en cómo Madara no era un total extraño ante ese tipo de toques por parte de hombres. Sujeté la longitud de Tobi apretándola ocasionalmente y deslizando la mano por toda la extensión, repitiendo los movimientos que le practiqué en tantas ocasiones. Las miradas pesadas de Hidan, Kisame, y los demás, nos recorrían sin perder un solo detalle.

 

Llegué a una lista mental de personas que probablemente habían ocupado esta posición con Madara, gente que vivió antes que su mente se dislocara y elaborara un plan de dominio mental global. Había un nombre con mayores posibilidades, un hombre que de cierto modo fue el detonante de la visión manipuladora del primer Uchiha. Dudé, porque si me equivocaba en lo que iba a decir, tal vez tendría que huir de Akatsuki. No alteraba el resultado del destino que planeé para Sasuke, mas lo complicaba desmedidamente. Pero lo dije, quizá sin considerar plenamente en las consecuencias. Me acerqué a su oído y le susurré para que solo él lo escuchara.

 

- Puedes llamarme Hashirama. Repite ese nombre tantas veces como en la primera vez que él te poseyó.

 

Su pene en mi mano se endureció aún más, y su entrada se contrajo apretando mi miembro y arrancándome un ronco gemido de placer. Había acertado, y no podía creerlo.

 

Hidan se separó por un momento y yo continué susurrando cosas y lamiendo la oreja de mi sensei, que se estremecía. Lo besé en la ya desocupada boca y fue cuando susurró en mis labios el nombre del primer Hokage repetidamente. Comencé a sentir presión en mi entrada y descubrí al fiel de Jashin tratando de penetrarme, pero lo empujé hasta separarnos.

 

- P-pero Itachi…

 

Alcé el dedo índice y lo agité de un lado a otro, negándole a Hidan el derecho a tocarme. Se quedó quieto en el mismo lugar mientras volvía a concentrarme en Tobi, que intentó pronunciar de nuevo el nombre de Hashirama cuando alcanzó el clímax, pero que en su lugar sólo se escuchó un gemido sin sentido. A continuación lo sujeté con fuerza, casi lastimándolo de haber sido posible, y lo penetré con violencia. Mis caderas lo golpeaban rápidamente intentando llegar a la mayor profundidad posible, donde finalmente me descargué.

 

- Puedo regalarte esto cada vez que quieras. ¿Aprecias la idea de un genjutsu donde puedas ver y sentir a Hashirama en todo su esplendor?

 

Tras unos segundos de descanso con mi cuerpo aún recostado sobre Tobi y haciéndole escuchar cosas que le darían mucho en qué pensar después, me separé de aquel cuerpo desnudo, arreglé mi pantalón, enrollé el pergamino de Sasori, y comencé a retirarme sin dedicarle una mirada a nadie.

 

Los demás se fueron acercando, Deidara, Sasori y Zetsu se ubicaron alrededor de Tobi, mientras que Kisame y Kakuzu se aproximaron a Hidan. Alcancé a escuchar parte de su conversación.

 

- ¿Pero qué coños le pasa a ese muchacho Itachi? Privarnos de verlo en el medio de un trío… Deberíamos hacerle pagar por eso-. Declaró su compañero Kakuzu.

 

- A mi me sorprendió verlos tan cerca. Creo que es demasiado pronto para que intentes acercarte a él de nuevo-. Comentó Kisame, que me conocía mejor.

 

Hidan les respondió algo que no alcancé a oír, en parte porque no lo consideraba importante, y no volví a escucharlo hasta más tarde cuando llegó hasta el balcón de mi habitación, mientras comenzaba a leer otro de los pergaminos de Sasori sentado en el centro de mi cama.

 

- Supuse que querías algo más de privacidad, Itachi-chan.

 

- Después de follar a Tobi frente a todo Akatsuki, hacerlo a puertas cerradas parece hipócrita, ¿no crees?

 

- Tal vez no querías enamorar a otro de tus compañeros luciendo tan apetecible. Además, lo de nosotros nunca fue un simple polvo como eso.

 

- ¿Qué dices? No lo disfraces con romanticismos, Hidan. Eso es exactamente lo que era.

 

Se sentó a mi lado quitándome el pergamino de las manos y lanzándolo al suelo para restablecer el contacto visual.

 

- No estoy entendiendo bien este juego tuyo, Itachi. ¿Qué te parece si lo terminamos y vamos a lo que somos buenos?

 

Acercó su rostro al mío y me besó. Yo le correspondí sin problema, no quería estar con él, sino dejarle claro que ya no me interesaba. No iba a ser una experiencia igual a las de antes. Me empujó con suavidad hasta acostarme y se ubicó sobre mi cuerpo sin romper los besos. Las lenguas se masajeaban la una a la otra en una placentera coreografía. Pasó a ocuparse de mi cuello y bajó por el pecho sin molestarse en desvestirme, hasta morderme a la altura de las caderas. Me bajó el pantalón hasta las rodillas y guié su boca hasta mi nuevamente dormido miembro.

 

No me sentía particularmente emocionado por tener sexo, el tan reciente recuerdo de mi último encuentro con Kakashi me prohibía hasta aparentar la ansiedad, las ganas por verle de nuevo se habían convertido en una pared tan fuerte que incluso podía marearme de tanto golpearme contra ella. El cabello blanco de Hidan, que era una de las pocas que veía en la posición en la que nos encontrábamos, me ayudó a comenzar una fantasía, y los desordené halándolos hacia arriba sólo para crearme la ilusión que era mi prometido y no mi antigua y criminal pareja a quien tenía entre las piernas, aunque careciera de toda la pasión con la que me llenaba el hombre que me dio el anillo en mi mano.

 

Hidan comenzó a presionar mi entrada con sus dedos y cerré los ojos porque imaginaba a Kakashi preparándome. Comencé a excitarme creyendo que el Hatake era quien me proporcionaba aquellas sensaciones, pero cuando me sujetó las piernas y la presión en mi trasero era provocada por su húmedo miembro, abrí los ojos y lo aparté de nuevo.

 

- ¿Volvimos a ese juego que no me gusta, Itachi-chan? – Preguntó canturreando, pero no por eso feliz. Añadió una sonrisa falsa.

 

- Acuéstate tú -. Le ordené tras un largo suspiro.

 

- Jo, jo… ¡Si lo que querías era cabalgarme sólo tenías que pedirlo!

 

Se acostó boca arriba rápidamente y con un gesto de ilusión en su rostro. Pero malinterpretó las cosas. Me acerqué para separar sus piernas e ir directo a su entrada, oculta nada más por la capa de la organización. Él se sobresaltó.

 

- O… si querías eso también tenías que pedirlo.

 

Parecía confundido, pero eso no detuvo mi forzosa invasión en su cuerpo. Sabía que no era necesario lubricarlo por su placer ante el dolor. Lo que no quería era que nadie borrara mi recuerdo de la última noche con Kakashi, pues tuve suficiente con los destrozos que el Raikage y su hermano habían hecho en mi trasero. Tenía miedo de volver a olvidarlo con otros cuerpos.

 

Mi tormenta interior no evitó que le proporcionara a Hidan las sensaciones que él buscaba desde el principio. Masajeé su miembro, lamí su cuerpo, lo besé, y finalmente se manifestó su placer cuando las agitadas entradas y salidas de su interior se hicieron más rápidas y las respiraciones de ambos más desincronizadas. Continué penetrándolo por largo rato sin lograr conseguir mi propio orgasmo. Finalmente decidí simularlo saliendo de él y masturbándome con mis sábanas, sabiendo que únicamente el recuerdo de Kakashi me evitaba encontrar el placer con alguien más, y peor aún, me sentía orgulloso de eso. Era como una especie de lealtad a mi lejano prometido.

 

Hidan me haló por las manos hasta acostarme sobre él y me besó profundamente, a diferencia de cómo le correspondí.

 

- La próxima vez no tienes que usar ninguna sábana, para eso estoy aquí.

 

Nos besamos de nuevo, y tras un largo y pesado suspiro, lo miré a los ojos.

 

- Hidan, vete. Esto no va a funcionar.

 

- ¿Qué…?

 

- Sal de aquí, y no repitamos la pelea de la última vez-. Me levanté arreglando mis ropas y tomando el pergamino del suelo mientras él me miraba desorientado.

 

- Itachi, si no te gustó podemos regresar a nuestra vieja tendencia, ya sabes, tú debajo de mí… recibiendo…

 

- No quiero tener sexo con alguien con tu cara, Hidan. Verdaderamente me molestan los ojos púrpura.

 

- Eso no evitó que me follaras.

 

- Sentí lástima. Sería un fastidio si te ponías a llorar cuando te rechazara.

 

Se paralizó boquiabierto y negó repetidamente con la cabeza, incrédulo. Su rostro se ruborizó por la rabia y los ojos se le inyectaron por el odio. Tras un rato, se levantó y caminó hasta el balcón por donde había llegado.

 

- Más que nunca desearía saber quién es el sádico que te coge, sólo para darle algunos consejos más sobre cómo causar verdadero dolor, y que destruya de una vez por todas ese maldito culo tuyo.

 

Tras conmovedora despedida, se alejó saltando de edificio en edificio y volví a ponerme cómodo en la cama para estudiar los jutsus del pergamino.

 

Comenzaba la tarde del día siguiente y me propuse buscar a Madara para reiniciar el entrenamiento. Llegué al búnker que conformaba su habitación, asegurándome de cerrar bien la puerta. De un lado a otro sólo vi las cortinas aterciopeladas carmesí, y en el medio la cama redonda sobre la que tanto tiempo había gastado. Me senté sobre ella, preguntándome si mi sensei había decidido continuar por su parte con lo que había ocurrido hace varias horas. Suspiré al preguntarme con quién o quiénes había pasado la noche, un pensamiento asqueroso y fuera de mis intereses… Asuntos ajenos, como el por qué de las cortinas de aquel lugar. ¿Por qué hacer un búnker sólo para una cama? Ese tema no me incumbía.

 

Miré la puerta de metal pesado que era lo único que se distinguía del rojo de las cortinas, la alfombra y la cama. Volví mi atención a las telas colgantes. Me levanté con cuidado y las toqué con cuidado. Temblé, pero no hubo duda, di una única halada y lo que revelé casi hace que los globos oculares se me salieran de las órbitas. Pergaminos de jutsus, apilados unos sobre otro, acumulados uno tras otro en una extensión que no alcanzaba a determinar. Tomé uno aleatoriamente y lo abrí. Técnicas de Madara, de Hashirama, de Jiraiya, de Orochimaru, de todos los Hokages. Por eso es que mi sensei hizo de este búnker su habitación, porque era el depósito de las armas más poderosas del mundo ninja, ¿y quién mejor para vigilarlas que él mismo?

 

Tomé lo máximo que podía cargar sin que llegara a ser sospechoso, unos cinco pergaminos, y salí del lugar.

 

En mi habitación, los escondí en una mesa, excepto uno, pues comenzaría a revisarlos de inmediato. Esta vez sobre un sillón, comencé a maravillarme con los secretos que descubría, cuando Madara apareció frente a mí de la nada con su jutsu de transportación. Con peligro e intimidación se me aproximó, apartando desinteresadamente el pergamino. Sujetó con rudeza mi cuello para asegurar que le vería directo a los ojos.

 

- Quiero el genjutsu que me ofreciste, Itachi.

 

Inmediatamente entendí a lo que se refería, me relajé, sonreí, acaricié el brazo que me sujetaba y besé el dorso de su mano.

 

- Por supuesto, sensei. Cada vez que lo desee.

 

Al no poder aplicar un jutsu ocular sobre sí mismo, Madara se dejó entrar en mi Tsukiyomi y arrastrase ante un Hashirama que en realidad no estaba ahí. Había acertado con tanta precisión la debilidad de mi sensei que lo tenía ahí, inconsciente, totalmente vulnerable. Pude haberlo matado, de no saber que el desgraciado no tendría dificultades para revivir. Me di cuenta que ahora era yo quien tenía el control. Tras un largo rato de asombro, me ocupé del pergamino.

 

Al despertar gastó unos minutos en decirme que debía mejorar mi ilusión de Hashirama, pues en realidad era más dominante de lo que yo creía. Asentí y le prometí que sería mejor la próxima vez, y le insinué la conveniencia de repetir la experiencia en su habitación, alegando asuntos de seguridad. Estuvo de acuerdo y desapareció.

 

Algunos días después, Zetsu llegó divertido con la noticia de Sasuke traicionando a Konoha y aceptando la tutoría de Orochimaru. Me rompió el corazón que se alejara de sus amigos, y encontrar la respuesta a mi duda sobre el entusiasmo de Kakashi para darle las herramientas adecuadas para matarme. Sin embargo el buscar extender sus habilidades con la ayuda del sennin, era exactamente igual a lo que yo hacía con los pergaminos de Madara. Ambos nos preparábamos para el día en que nos viéramos de nuevo.

Notas finales:

Ahhhhh malditoooo madaaaaaa ahhhhh me las va a pagar en el prox cap por hacer miserable a mi ita jeje aunque aún no se cómo arréglate esto waaa nada es invencible además no quiero que Ita muera ni se lleve mal con su ototo 

Revs por piedad T.T


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).