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R27 Week 2020 por 1827kratSN

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—Ha sido un día pesado.

—Di la verdad.

—Bueno —el castaño rio incómodamente—. Ha sido un día muuuuy pesado.

—Fue un día de mierda, así de simple.

Reborn estaba en un punto de quiebre casi total, no deberían culparlo por el mal carácter que se cargaba, todo estaba justificado.

Empezaron esa mañana como cualquier otra, dos adolescentes que asistirían al viaje de campo del grupo y que se resignaron a un aburrido fin de semana. Sí. Hasta ahí perfecto, el inconveniente fue el resto. Porque empezaron mal desde el arranque, pues al maldito autobús que los transportaría se le ponchó una llanta.

Después todo fue un declive.

Se equivocaron de camino, desperdiciando dos horas de viaje; los asientos eran una mierda por lo duros e incómodos, así que se le durmió el trasero a la mayoría; se detuvieron a descansar y almorzar en una cafetería del demonio cuya comida era insípida y la carne era de origen desconocido; llegaron a su destino para enterarse que las reservaciones estaban equivocadas y más de uno tenía que compartir una cama individual con otros dos más.

Una peste.

Lo único rescatable para todos sería la caminata hacia los riachuelos en la montaña, además del templo donde pretendían rezar por prosperidad. Pero hasta esa mierda se volvió algo caótico cuando el grupo se dividió en dos porque algún estúpido creyó que molestar un avispero era un instrumento de diversión.

—No es tan malo, Reborn —intentó calmar a su amigo.

—Tsunayoshi —lo miró feo—. El resto del grupo salió corriendo y nos dejaron atrás.

—Al menos no estamos solos.

—Llevamos una hora intentando encontrar el camino principal.

—Tranquilo, todo va a mejorar.

—Claro —ironizó.

Estaba muy cansado, estresado, así que ni siquiera su amor platónico de la preparatoria lo calmaría. Bueno. Era mejor que Tsuna conociera su lado malo antes de llegar al siguiente nivel, porque así se construía una relación.

¿Cierto?

La tarde avanzaba y ellos ni pista de los demás, así que Reborn se estaba resignando a dormir en el bosque. Llegó un punto en el que hasta Tsuna se desanimó y su pesimismo solo volvió su situación más horrenda.

Pero… a veces no todo era tan malo.

—Vaya… quién lo diría —Tsuna sonrió ampliamente antes de señalar algo—. Mira.

—Más te vale que sea bueno —elevó su mirada—. Oh… Sí es bueno.

—Llegamos al hotel.

Reborn casi suelta una carcajada cuando preguntó por su grupo y le informaron que nadie a excepción de él y Tsuna había llegado, pero se contuvo para simplemente pedir la llave de su cuarto y arrastrar a un castaño hambriento que pedía su servicio a la habitación porque no estaban de ánimos ni para moverse.

—¿No deberíamos preocuparnos por los demás?

—Que se jodan.

—¡Reborn! Son nuestros compañeros y nuestro maestro.

—Que se jodan el doble… ¿O ya olvidaste que nos dejaron a nuestra suerte?

Tsuna dejó de protestar porque conocía lo agresivo que Reborn se ponía cuando estaba de mal humor, mejor se enfocó en su cena, que en esta ocasión se supo a gloria al igual que al azabache quien disfrutaba todo con los ojos cerrados.

El día terminó bien.

Casi bien.

Porque ya mencionaron que las reservaciones estaban equivocadas y las pequeñas habitaciones solo tenían una cama para tres personas…. En su caso, para dos… Así que después de ducharse, miraron en silencio su adorada morada nocturna.

—Quiero la cama.

—También la quiero, Reborn.

—Soy mayor que tú.

—Por un día.

No había opción, y no sería problema de no ser por una razón que incomodaba a Reborn… y es que era un adolescente hormonal que iba a dormir con su amor castaño… Puta, ¿y si se le paraba? ¿Cómo diablos iba a explicar eso?

—Solo compartamos esto e intentemos no movernos demasiado —Tsuna bostezó.

—¿Armamos una pared de almohadas?

—Solo hay dos almohadas y no las voy a usar como muralla, Reborn.

—Como sea.

Reborn estaba cansado sí, pero… eso no impidió que su mente trabajara a mil por hora al percibir el aroma dulce de su castañito tonto que estaba a solo centímetros de su pene. Por favor, no era su mente malvada, era su cuerpo adolescente e incontrolable. ¡Maldita sea!

Lo peor era que Tsuna dormía cual angelito, lo hizo apenas se cubrieron con la manta.

Lo envidaba.

Él en cambio estaba cantando una canción de alguna banda odiosa, para que así su cuerpo entendiera que no era el momento ni el lugar para ser traicionado. Por dios, ni baño privado tenían en el cuarto, y cruzar el pasillo para usar el baño común era un riesgo a no tomar porque las paredes eran muy delgadas y ni agua había como para limpiarse adecuadamente.

—Maldito hotel de quinta que corta el agua en las noches.

Sin embargo, contra todo pronóstico… Se durmió.

Al fin terminaba ese día de mierda.

Al fin su mente cansada se detuvo y…

Paz interior.

—Reborn.

Tsuna despertó de mala gana, molestado por el ruido de un tren a carbón, tren que no era más que Reborn.

Por favor. ¡Solo eso le faltaba!

Maldijo mentalmente cuando abrió sus ojos y en medio de la oscuridad diferenció más o menos el rostro de su compañero, rostro que perfilaba los labios separados de un Reborn que roncaba como automóvil descompuesto.

¡Dioses!

—Reborn —lo empujó gentilmente.

Pero nada.

Insistió sin ganas, pero los ronquidos no pararon.

Y entonces le ganó la risa.

Porque estaba ante la única imperfección que logró conocer de su compañero y crush infantil.

Ahogó sus carcajadas con la almohada porque cada ronquido era más fuerte.

¿Qué dirían las chicas si supieran que Reborn roncaba como tren de carbón?

No podía con eso…

Pero tampoco podía quedarse sin dormir.

Así que tomó una desesperada decisión.

—Reborn… Es mi última advertencia.

Y como el señor perfección siguió roncando. Lo pateó con toda la fuerza que tuvo hasta escuchar el golpe.

Quiso reírse, pero fingió estar dormido en su lado de la cama y murmuró un adormilado “¿Reborn?”

Sorprendentemente no les respondieron.

Reborn debió estar muy cansado.

Lo bueno es que de esa forma dejó de roncar y Tsuna tuvo por fin su sueño de belleza.

—¿Te duele?

Tsuna colocaba un parche en la frente de Reborn mientras intentaba ahogar su risa.

—No sabía que tuvieras el sueño tan pesado como… para caerte de la cama y no darte cuenta.

—Solo termina la curación.

—¿Por lo menos dormiste bien?

—En realidad sí… Aunque el cansancio ayudó.

Esa salida escolar sería memorable, por todas las anécdotas y secretos… Y porque el resto del grupo llegó en la tarde, casi con hipotermia, sucios, deshidratados y con la promesa de no volver a confiar en una brújula dañada que uno de los estudiantes aseguró estaba bien.

 


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