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Mi primo y yo por shiki1221

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Notas del capitulo:

 

N/A: Aquí termina la historia, pero aun subiré un capítulo más que es el epilogo para darle cierre definitivo al fic :D

Cap 17: Final

Tras aquella accidentada asamblea en el clan Uchiha, a Charasuke se lo trasladó al hospital para tratar sus heridas. Se había desmayado tras unos minutos por la pérdida de sangre y los golpes. Había quedado bastante mal y necesitaba descanso. Entre tanto, Madara fue quien se encargó de juzgar a su hermano menor. Fugaku había confesado su crimen ante Izuna, pero en lo respectivo a las pruebas físicas con las cuales enviarlo a una prisión de Konoha, estaban en desventaja. No podían solicitarle al Hokage mandarlo a prisión sin evidencias contundentes, pues Fugaku negaba su confesión anterior ante Charasuke e Izuna. Pese a la indignación general, poco se pudo hacer. Como líder de la policía militar había echado mano para cubrir y destruir cualquier evidencia en su contra. Los registros adulterados era difíciles de identificar y los padres de aquellos niños asesinados tenían demasiado miedo como para hablar. Varios de ellos tenían registros médicos en su propia contra, pues las dificultades congénitas de sus hijos presagiaban poca de esperanza de vida. Debido a todo lo anterior, Madara sólo pudo destituir a su hermano del puesto de líder. Ajeno a todo eso, Charasuke se encontraba aun en el hospital sin abrir los ojos desde su desmayó el día de la asamblea.

Menma estaba buscando a su primo Charasuke quien estaba oculto en algún sitio de la casa. Sus tíos Itachi y Shisui habían llegado a la casa del Uzumaki a visitar a su hermanito y sobrino menor. Dejaron a los menores jugar a su gusto en lo que los adultos hablaban tranquilamente. El alfa Uzumaki más joven se había tapado los ojos para ponerse a contar hasta veinte antes de empezar la búsqueda. Cuando llegó al número, abrió los ojos y empezó a buscar a su primo. Abrió la puerta del baño, su propia habitación y finalmente llegó hasta la que pertenecía a sus padres. Vio a su primo delante de un armario mientras usaba un kimono blanco que le quedaba increíblemente grande. El moreno se miraba las mangas demasiado largas para su cuerpo tan pequeño, pero sonreía lleno de ilusión. Uzumaki frunció el ceño con molestia al verlo y se acercó hasta sujetar el hombro del otro.

―¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no te estás escondiendo? ―preguntó con los brazos cruzados.

―Sí me escondí ―respondió Charasuke alzando las manos―. Me metí al armario para que no pudieras encontrarme, pero encontré esta linda ropa, ¿cómo me queda? ―cuestionó sonriendo.

―Grande ―contestó con rapidez y desinterés el rubio.

―Pruébate el negro ―pidió Uchiha mientras señalaba el otro traje―. Vi las fotos de tío Sasuke y tío Naruto cuando se casaron. ¡Juguemos a casarnos!

―Estábamos jugando a las escondidas ―se quejó Menma por el cambio tan repentino.

―Si jugamos a casarnos prometo que jugaremos a todo lo que tú quieras el resto del día ―aseguró Charasuke juntando las manos en suplica―. Por favor ―pidió haciendo ojitos de tristeza.

―Está bien, pero luego jugaremos a algo más divertido ―cedió Uzumaki probándose la ropa de su padre.

Ambos lucían la ropa de bodas de Naruto y Sasuke, por lo cual se pararon delante de un espejo de cuerpo completo para verse. Observaron curiosos las fotos de los adultos e intentaron imitar sus muecas. Siendo el niño de ojos oscuros el que la tuvo más complicada a causa de la inexpresividad de su tío. Cuando sintieron que lograron una buena imitación decidieron ir a mostrarles cómo les quedaba a sus respectivos padres. Se tomaron de las manos para ayudarse a caminar, ―debido a que la ropa se les enredaba en los pies―, y fueron hacia la sala donde estaban los adultos bebiendo café. Nada más llegar, Itachi se quedó con la boca literalmente abierta dejando caer la bebida en el suelo. Semejante reacción llamó la atención de los demás.

―Nii-san ¿te encuentras bien? ―preguntó Sasuke viéndolo curioso.

―¡Mi peor pesadilla está repitiéndose! ―gritó con horror antes de levantarse tan rápidamente que tiró la silla al suelo―. ¡Mi bebé! ―exclamó con un tono enternecido al verlo tan sonriente cambiando abruptamente su propia expresión.

―¿Cómo nos queda, papi? ―interrogó Charasuke emocionado sonriendo enormemente.

―¡Se ven adorables! ―respondió el omega acariciando el cabello de su sobrino para posteriormente abrazar a su hijo contra su pecho―. Te ves exactamente igual a tu tío Sasuke. Pareciera que fue ayer cuando mi bebé caminó por aquel pasillo mortal rumbo a la esclavitud legalizada.

―¿A la qué? ―cuestionaron los niños sin entender.

―Deja de decirme “bebé” y no, el Dobe no me esclavizó ―aclaró Sasuke con un suspiro de aburrimiento.

―¡Eso es verdad! Yo soy su esclavo sexual, siempre me golpea con látigos, chidoris y tomates cuando me somete ttebayo ―habló el mayor de los Uzumaki queriendo apoyar a su esposo.

Sasuke frunció el ceño con molestia y con sus dedos pellizcó la mejilla de su pareja. Estaba sonrojado por el enojo y la vergüenza, su esposo no podía ser tan desvergonzado como para hablar tan a la ligera teniendo a niños presentes. Aunque a juzgar por la manera en la que los miraban era evidente su ignorancia. Por suerte. O al menos quería creer que no tendrían otro incidente como el de aquella tonta pregunta sobre el origen de los bebés. Sasuke fijó su mirada en su sobrino, por su hijo no se preocupaba mucho, era tranquilo y sus travesuras eran pequeñas. A diferencia de su mini clon que todo lo exageraba. De él no sería extraño que una pequeña broma o curiosidad fuera convertida en un asunto mucho más grande de lo que realmente era. Itachi se limitó a intentar cubrir las orejas de los menores para que no se pervirtieran. En cuanto tuviera las manos desocupadas se encargaría de su molesto cuñado. No podía dejarlo salir ileso tras confesar las perversiones y extraños fetiches a los que arrastró a su inocente y puro hermano menor.

―¿Qué hace qué con los tomates? ―preguntó Shisui sin poder contener su risa de sólo imaginar a su cuñado lanzándole tomates al rubio mientras éste se orgasmeaba.

―Papi, ¿qué hacen los tíos con los tomates? ―preguntó Charasuke removiéndose entre sus brazos queriendo participar de la conversación de los adultos.

―Charasuke sve exactamente igual a cuando el zorro me robó mi bebé ―se quejó Itachi con dramatismo ignorando por completo los comentarios de su esposo e hijo.

―Yo era un adulto ―repitió Sasuke con hartazgo por semejante insistencia en que ese clon suyo repetía la “tragedia”.

―No cuando te vi caminando hacia el altar ―replicó el omega de larga cabellera aferrándose a su hijo―. Te veías como Charasuke, todo chiquito, todo bebé ―afirmó examinando minuciosamente el rostro de su pequeño.

―¡Te quiero mucho, papi! ―exclamó el menor queriendo animar a su padre omega.

El pequeño moreno no entendía bien que era lo que le sucedía a su papi respecto a su tío. Sabía que casarse era algo bueno, algo que hacían los adultos para estar juntos. Sin embargo, siempre que mencionaban a su tío Sasuke casado con su tío Naruto, su papi se ponía nervioso, enojado y triste. Su padre alfa le dijo que para animar a su papi era buena idea recordarle que era querido. Así que un “te quiero” junto a un abrazo podían hacer sonreír al mayor. Muchas veces funcionó. Cada vez que uno de sus padres tenía una cara larga él les daba un abrazo y les recordaba lo mucho que los amaba. Siempre le sonreían y eso hacía feliz a Charasuke. Luego de aplastar un poco al menor entre abrazos, Itachi lo soltó para que recuperara el aire. Nada más bajar el moreno se acercó a su primo y le dio un beso en la mejilla. Menma se avergonzó un poco al no entender la razón de aquel repentino beso. Su primo siempre era impulsivo e impredecible.

―¡Quiero abrazarlos y comerlos a besos ttebayo! ―exclamó Naruto viendo a su hijo junto a su sobrino.

―¡No! negó el alfa más joven poniendo a su primo detrás de su espalda para “protegerlo” de su propio padre―. Intentaras ponerle un bebé a Chara de nuevo ―se quejó Menma señalándolo con el dedo.

―Ya hablamos del tema, Menma ―aclaró Sasuke con seriedad temiendo la reacción de su exagerado hermano mayor.

Extrañamente Itachi estaba en completo silencio. No emitía ninguna palabra y se mantenía estático en su lugar. Eso lejos de darle tranquilidad a los presentes los ponía más nerviosos que antes.

―¿Estás bien, Itachi? ―preguntó Shisui con preocupación acercándose cautelosamente.

―¡Voy por las katanas! ―respondió con el sharingan activado.

―¡Puedo explicarlo! ―gritó Naruto queriendo justificarse―. No intente hacerle nada raro a Chara, sí es cierto que se parece mucho a tu hermano, pero si tuviera esos fetiches le pediría al Teme que use un henge no jutsu para cumplirme el capricho ttebayo.

―¡¿Tienes ese tipo de fetiches raros?! ―demandó saber Sasuke mirándolo con desagrado―. Creí que el único que se excitaba con niños era Shisui.

―¡Oye! ―protestó el aludido―. Tu hermano era muy lindo de niño no es mi culpa.

―¿Era? ―preguntó Itachi enarcando una ceja―. Necesito más que nunca mis katanas.

―Sigues siendo muy bonito, pero ya no eres un niño ―intentó aclarar Shisui mirando a su esposo con nerviosismo.

―¿Dices que lo preferías de niño? ―interrogó Sasuke con malicia para fastidiar a su cuñado.

―¡No retuerzas mis palabras, fetichista de los tomates! ―insultó con el ceño fruncido.

Los adultos siguieron peleándose un rato más intercambiando insultos mientras Charasuke y Menma regresaban a la habitación para guardar la ropa que tomaron prestada. El joven Uchiha buscó unos papeles y colores para ponerse a dibujar su promesa de algún día casarse con Menma y tener una familia numerosa entre hijos y mascotas. Se lo obsequió a su primo y luego retornaron a sus juegos de escondidas, ninjas y demás. Cuando oyeron el sonido de metales chocando decidieron que era buen momento de jugar en el patio. Y no se equivocaban. Algunos kunais y katanas estaban chocando en la sala, pero ahí ellos no tenían nada que ver.

Charasuke abrió los ojos o al menos lo intentó. Del lado izquierdo le fue imposible ver algo, mientras que con el derecho alcanzaba a ver el blanco techo del hospital. Giró un poco la cabeza viendo una ventana abierta cerca de su cama. En la mesa de noche cercana a su cama había un florero adornado con regalos que supuso eran para él. Parpadeó adolorido, le molestaba la cabeza y su cuerpo no respondía bien. Era como una especie de hormigueo debajo de la piel impidiéndole moverse como normalmente haría. Su garganta se sentía reseca y era como si la simple acción de intentar pasar saliva por la misma doliera. Su lengua carecía de suficiente humedad para relamerse los labios, los cuales estaban algo quebradizos. Giró la cabeza buscando a alguien a quien pedirle ayuda para moverse y sobre todo que pudiera responder sus preguntas acerca de lo sucedido con su familia luego de que él perdiera el conocimiento.

―Veo que despertaste ―comentó Sasuke viéndolo con seriedad, pero cierto alivio.

Charasuke notó que su tío tenía marcas negruzcas debajo de los ojos. No se le veía bien, estaba pálido y desvelado al parecer. El adulto se acercó a la mesa de noche usando la jarra de agua para servir un vaso con agua, antes de volver a colocar la jarra junto al florero. Ayudó a su sobrino a levantar la cabeza lo suficiente para beber el agua. Cuando su garganta se sintió mejor, tosió un par de veces para aclararla antes de hablar.

―¿Qué ha sucedido? ―preguntó el sigma viendo al mayor con preocupación―. ¿Y la asamblea? ¿Mis padres? ¿El abuelo Fugaku? ¿Menma? ¿El castigo? ―interrogó sin formular ninguna pregunta real.

―Tranquilo ―pidió el mayor de los Uchiha sujetándole los hombros para volver a acomodarlo en la cama―. Has estado en coma durante tres días, tómatelo con calma.

―¡¿Qué estuve qué?! ―interrogó alterado.

Charasuke sabía que su abuelo le había dado una paliza. Recordaba vagamente haberlo perseguido hasta un sitio apartado donde inició la lucha. Intentó calmarse y recordar qué había sucedido después. Le dio bastante trabajo, pero de manera fragmentada consiguió recordar haberle pedido perdón a su tío Sasuke y éste también a él. Luego de haber llorado un poco no recordaba más nada. Se asustó por lo que pudo haber sucedido mientras estuvo inconsciente. ¿Qué tan mal lo había dejado su abuelo como para quedar tanto tiempo inconsciente? Gruñó molesto por su propia debilidad. Se suponía que él era fuerte y resistente, hizo un puchero sintiéndose débil. Lo habían tenido que salvar, eso sólo podía significar que él sólo fue una carga para los demás.

―Tenías varios huesos y órganos internos dañados ―explicó Sasuke buscando calmar a su sobrino―. ¿Creías que con todo ese daño no te verías afectado?

―¿Estoy bien? ―cuestionó Charasuke preocupado tocándose el vientre con una expresión preocupada―. Quiero decir, nunca confirme si yo…

―Los doctores te hicieron chequeos completos para arreglar todo lo dañado en la pelea y no encontraron nada ―respondió con tranquilidad el mayor.

Una de las cosas que más habían alarmado a los adultos y a Menma era la posibilidad de que Charasuke se hubiera embarazado. Debido al celo, era alta la probabilidad de quedar en estado, por ser justamente esa la época de mayor fertilidad de los omegas. No obstante, allí radicaba la mayor duda. Eso era cierto para los omegas, pero ¿los sigmas eran iguales? Hasta el momento Sasuke al igual que su pareja y los demás implicados en el incidente, habían actuado bajo el supuesto de un nuevo Uchiha en camino. No habían llegado a confirmar o desmentir el embarazo del menor, pero por la paliza de parte de Fugaku fue una de las prioridades de los doctores, tras haberle curado y asegurado su bienestar. No habían hallado ninguna señal de embarazo, pero con tantas hemorragias internas que detener, les dijeron que podría haber sucedido lo peor bajo sus narices. “Vaya médicos incompetentes. No saber distinguir hemorragias”. Pensó el mayor con cierta exigencia y decepción por los aprendices de Sakura.

―Entiendo ―asintió el sigma dejando su vientre tranquilo.

No tenía idea si Menma lo había embarazado durante su celo y lo perdió en el transcurso de la paliza de Fugaku o realmente en ningún momento estuvo de encargo. Por su propia salud mental prefirió no indagar demasiado respecto a ese tema. Lo único que sabía con certeza, en ese preciso momento, era que no había ningún bebé en su interior. El silencio cómplice de su tío le hacía entender que era mejor dejar ese asunto en lo desconocido. Temía a una verdad dolorosa más que a la incertidumbre de lo que pudo ser. No es que estuviera especialmente interesado en tener hijos en su primera relación sexual, pero tampoco es que le hiciera gracia que su abuelo hubiera usado sus puños como anticonceptivos. En fin, prefirió dejar el asunto por la paz. Por ahora necesitaba recuperarse física y mentalmente. Mientras pensaba en ello, tocaron a la puerta y sin ninguna espera por una palabra de confirmación, el Hokage ingresó a la habitación como si fuera suya.

―¡Tío Naruto! ―exclamó Charasuke sonriendo, mas cambió de expresión al verlo tan serio―. ¿Sucede algo malo? ―cuestionó preocupado.

El Hokage tardó un poco en reaccionar ante aquella voz. Lo último que sabía del menor era que estaba inconsciente y no se sabía a ciencia cierta si despertaría. Su amiga de cabello rosado lo había atendido personalmente y aseguró que su sobrino se mejoraría, empero les dejó una pequeña advertencia sobre no ilusionarse demasiado. Pues la posibilidad de que jamás despertara existía, era mínima, pero posible. A razón de ello, les había recomendado estar mentalmente preparados para lo peor. Soltó un suspiro muy sonoro aliviado completamente de ver que esa ínfima posibilidad de quedarse sin sobrino se desvaneció al verlo con aquellos ojos negros brillantes fijos en su persona. Se acercó deprisa a la cama y abrazó al sigma con fuerza cuidando de no apretarlo demasiado. Había ido al hospital para hablar con su pareja, a quien le tocaba la guardia de Charasuke, pero se había llevado menuda sorpresa de ver al menor ya consciente.

―¡Despertaste! ―exclamó el blondo restregando su rostro contra el del menor mostrando su efusividad por la buena noticia.

El menor de los azabaches se quejó un poco de manera involuntaria a causa de la fuerza con la que era sujetado. No es que Naruto estuviera siendo especialmente brusco con él, pero tantas horas estando sin moverse habían dejado el cuerpo del joven Uchiha algo entumecido y rígido. Cualquier movimiento lo sentía algo forzado. Incluso cuando su tío Sasuke le había ayudado a beber agua sintió algo de incomodidad. Aun así, no era nada de lo cual preocuparse. Con algo de movimiento, pronto regresaría a la normalidad. El omega presente se recreó unos momentos en el rostro de su pareja lleno de júbilo, pero lamentablemente se vio forzado a romper el ambiente de celebración por el asunto por el cual su esposo se encontraba allí.

―¿No pudiste convencer a mi tío? ―preguntó Sasuke antes de mirar a su sobrino―. Estuvieron hablando sobre tu castigo por… ya sabes, intentar escapar de la aldea ―le aclaró para tenerlo informado. Aunque fuera algo repentino, dado que apenas había despertado, era necesario que supiera su situación.

―No pude hacer nada ―respondió el rubio soltando un suspiro al mismo tiempo en el cual cerraba los ojos con su cabeza en dirección hacia el suelo―. Tu tío es tan terco que fue imposible hacer nada ni siquiera siendo el Hokage. ¡Es una terca cabra vieja a la que mandaré al asilo en cuanto pueda ttebayo! ―expresó liberando de su abrazo al joven de ojos oscuros mientras caminaba en círculos por la habitación.

―Entonces, ¿qué castigo me darán? ―preguntó el sigma viendo a sus tíos con preocupación.

―¿Castigo? ―interrogó el Hokage deteniendo su andar mostrándose confundido ladeando la cabeza.

―Sí, dijiste que no pudiste convencer a mi tío ―le aclaró Sasuke a su pareja igualmente confundido que su sobrino por la tonta pregunta del alfa.

Antes de que el líder de la aldea consiguiera responder a la interrogante, se vio repentinamente apartado de su lugar. La puerta había sido abierta de una patada dada por Madara, por consecuente, el rubio parado delante de la misma terminó en el suelo. Con un gran dolor en la parte golpeada por aquel Uchiha salvaje. El actual líder del clan Uchiha se acercó a paso firme y le lanzó a su sobrino nieto una pequeña caja. Con algo de dificultad, Charasuke logró atraparla en una de sus manos para posteriormente examinarla con la vista.

―¿Chocolates? ―preguntó sin entender el motivo de llevarle eso.

―Son tus favoritos, ¿no? ―dijo Madara sonando más a una afirmación que a una pregunta.

―¿De dónde los sacaste? ―interrogó Sasuke viendo a su tío con curiosidad―. Apenas ha despertado, es imposible que te enteraras con suficiente anticipación como para traerle un regalo ―expuso alzando una ceja viéndolo con sospecha.

―Un Uchiha de mi nivel siempre está preparado para todo ―respondió serio dejando más dudas.

El actual líder del clan se cruzó de brazos y adoptó su típica postura solemne. No pensaba revelar que esa caja de chocolates fue sustraída de las manos del incauto familiar de otro paciente. La víctima del asalto, iba con chocolates y flores rumbo a la habitación de su familiar y cuando Madara le arrancó la caja de las manos, bastó verle aquellos ojos resplandeciendo con el rojo sangriento del sharingan para detener cualquier reclamo. El omega había sido tomado desprevenido. Él iba con intención de saber cuál era la condición actual de su sobrino, pero al oír los gritos de aquel atolondrado Uzumaki fue consciente del despertar del menor. Queriendo mantener su imagen de “soy un Uchiha y todo lo sé”, tomó aquellos dulces. A su criterio no contaba realmente como un asalto, siendo que le arrojó algunos billetes al rostro. ¿Descortés? Sin dudas, pero robo no era, así que podía vivir con eso.

―¿Puedo comerlos? ―cuestionó el menor mirando a su tío para que le confirmara alguna indicación del doctor.

―Yo te doy permiso y como máxima autoridad de la aldea de Konoha mi palabra y voluntad son incuestionables ―aseguró el omega más viejo cruzado de brazos con pose imponente.

―Gracias, tío Madara ―dijo Charasuke mientras abría la caja y comenzaba a probar los chocolates―. Cuando te lleven al asilo, te llevaré sake a escondidas ―prometió comiendo con gula.

―¿Asilo? ―repitió a modo de pregunta sin entender de donde había salido eso―. ¿Siquiera tenemos un asilo en esta aldea pobretona y mal gestionada?

―La aldea no está… tan mal que digamos ―intervino Sasuke siendo alguien de pocas frases, pero al referirse a la gestión era de incumbencia de su pareja y por ende suya también―. Sólo no existe un asilo con personal capacitado para soportar a un residente que puede mandarlos a un genjutsu o destruirlos con un susanno.

―¡¿Cómo que máxima autoridad?! ―gritó Naruto levantándose del suelo para enfrentar a su familiar político―. Yo soy el Hokage, soy el que manda en esta aldea. Y por lo tanto la máxima autoridad.

―Yo fundé esta aldea junto al idiota de Hashirama, tengo más derecho que cualquier zorro pulgoso como tú ―declaró el mayor viéndolo como si se tratara de alguien inferior.

―¿Tú también, tío? ―interrogó Sasuke llevándose la mano para cubrirse el rostro―. Ese mote lo puso mi hermano en broma.

―Pues le queda perfecto al rubio cabeza hueca ―reafirmó Madara sin siquiera mostrarse arrepentido por la manera de hablarle al Hokage―. Su especie contamina la estirpe Uchiha.

―¿Mi especie? ―repitió Uzumaki arremangándose la ropa listo para iniciar una pelea―. Soy de diferente clan, no de especie, anciano.

Charasuke seguía comiendo sus chocolates completamente entretenido por la discusión de los adultos. Algo similar a Sasuke quien se mantuvo a raya de la disputa entre Madara y el rubio. El sigma había apartado los dulces amargos que venían en la caja, ―dado que era una con variedad de chocolates surtidos―, no eran sus favoritos precisamente. Se los puso cerca de la mano a su tío, quien viendo como el omega y su pareja se enfrascaban en una absurda discusión, prefirió comer junto a su sobrino. A Sasuke no le gustaban los dulces, menos aun si eran empalagosos, pero los que a su sobrino le desagradaban eran justamente los que mejor toleraba su paladar. Ambos comían tranquilamente hasta que Charasuke captó la atención de los adultos con una pregunta.

―Abuelito, ¿qué castigo me van a dar? ―preguntó deteniendo la pelea―. Tío Naruto dijo que no te pudo convencer, así que ¿qué sucederá conmigo?

―Rubio estúpido ―insultó el omega sujetándole de la oreja con molestia sin importarle estar dirigiéndose al Hokage―. ¿No puedes pasar un simple mensaje sin estropearlo?

―Lo hice, pasé el mensaje…. Es sólo que no lo terminé de dar ―se justificó Naruto intentando apaciguar la ira del mayor.

Los otros Uchiha presentes no entendían a qué se referían esos dos. Ellos ya tenían medio digerida la idea de que habría un castigo por lo sucedido, pero quedaba el acuerdo entre el Hokage y el líder de los Uchiha. Pues debía llegarse a un consenso para que fuera algo justo y contentara a ambas partes implicadas.

―¿Qué se decidió? ―interrogó Sasuke viendo a su tío con su típica seriedad.

―El mocoso será vigilado durante un año en prisión domiciliaria. Al igual que tú en tus tiempos de rebeldía, tendrá libertad condicional en lo que demuestra no ser un peligro y luego quedara exento de cualquier cargo por lo acontecido ―explicó Madara siendo esa la resolución tras largas horas discutiendo con los consejeros y demás autoridades.

―Entonces, ¿por qué Tío Naruto dijo que no pudo convencerte? ―cuestionó Charasuke aun confundido.

―Lo que no consentí fue tu cambio de apellido ―afirmó Madara apretando aún más la oreja del alfa rubio―. Pidió cambiarte el apellido Uzumaki, ya que asegura que eres un hijo perdido de Sasuke.

―¡Pero si es cierto! Tengo pruebas y todo grita que Itachi y Shisui nos robaron un bebé ttebayo ―insistió el hombre de ojos azulados zafándose de mala manera del agarre del omega.

Sasuke sólo rodó los ojos arrepintiéndose por haberle contado los por menores del incidente en la reunión Uchiha. Cuando mencionó que sus feromonas tranquilizaron a su sobrino, la teoría del hijo robado resucitó con mayor fuerza. Era cierto que era algo atípico que un omega pudiera relajar a ese nivel a alguien que no era su cachorro, pero no era algo imposible de pensar. Madara opinaba lo mismo aun desconociendo los pensamientos de su sobrino. Si bien fue un hecho curioso, no era posible que Charasuke fuera hijo del rubio. Lo del clon de Sasuke no lo terminaba de descartar, pero algo de ese Uzumaki en su sobrino no.

―Si fuera de tu especie, seguramente se vería como un clon tuyo como sucedió con el otro mocoso ―afirmó Madara cruzado de brazos viéndole de mala manera.

―¿Mi especie? ―cuestionó el Hokage con claro tono de indignación.

―Sí, TU especie ―remarcó el omega viéndolo con un fingido desdén―. El tipo de alfas con cara de idiota que en cuanto te descuidas te proponen un pacto suicida por amor.

―¿Cómo el viejo Hashirama? ―cuestionó Charasuke alzando su mano sana para preguntar.

―Te digo, niño. Los de su tipo ―señaló Madara con su dedo al único alfa presente―. Son los primeros en manifestar la voluntad de devorar Uchihas desprevenidos.

―¿Desprevenidos? Tuve que liarme a golpes con el Teme para poder hacerle a Menma ttebayo.

―Y por eso acordamos no darle hermanitos, ya nos amputamos un brazo para hacer siquiera un cachorro ―comentó Sasuke recordando que fue bastante complicado haberse declarado su amor mutuamente.

Madara sólo rodó los ojos por tan absurda excusa. Se suponía que ambos habían madurado y establecido un lazo con sus sentimientos totalmente aclarados. ¿Por qué necesitarían amputarse algo de nuevo? Era absurdo. Sin embargo, si con eso querían convencerse a sí mismos de no tener más cachorros, era asunto completamente de ellos. La conversación pronto se vio interrumpida por una enfermera que había decidido acercarse debido al escándalo.

―Disculpen, pero esto es un hospital y deben guardar silencio por los demás pacientes ―avisó con un rostro serio, pero lo cambió a uno ligeramente sorprendido al ver al paciente despierto―. ¡Llamen a la doctora Haruno su paciente ha despertado! ―gritó a una de sus compañeras antes de aventurarse dentro de la habitación―. Pronto vendrá la doctora a checar tu estado, permanece tranquilo en tu cama ―pidió a Charasuke antes de girarse a ver a los adultos―. Les pido por favor que se retiren, el horario de visitas ha terminado y debemos revisar si no han quedado secuelas ―habló con firmeza la joven castaña.

―Yo soy el fundador de esta aldea y como tal exijo mi derecho a presenciar lo que se haga con el mocoso ―contradijo Madara actuando en cierto modo infantil.

Él quería saber de primera mano lo que estaba sucediendo con el menor, especialmente porque aún no sabían los por menores de su estado. Si se iban en ese momento tendrían que esperar al día siguiente para enterarse, pues como bien les dijeron el horario de visitas finalizó. Y sólo en caso de un cambio desfavorable se les permitiría quedarse allí, por suerte no era el caso, pero no dejaba de molestarle tener que irse así como así. El Hokage y su esposo no estaban tampoco tan de acuerdo con irse antes de conocer los nuevos resultados, pero cuando oyeron los tacones chocando contra el suelo a toda velocidad resonando por los pasillos, supieron que era mejor irse por las buenas. No habían tenido tiempo de apartarse siquiera cuando una ráfaga rosada pasó entre ellos directo a la cama. La doctora tenía el ceño fruncido mientras inspeccionaba los ojos oscuros del menor con una pequeña lámpara para ver su dilatación. Lo palpó superficialmente memorizando en qué partes soltaba quejidos.

―¿Cómo te sientes, Chara? ―preguntó Haruno con seriedad y preocupación no perdiendo detalle.

―¿En estos momentos? Asustado ―respondió el joven Uchiha.

―¿De qué o de quién? ―interrogó con sus ojos entrecerrados observándole fijamente.

―De ti. Mis tíos salieron prácticamente huyendo ―señaló la puerta de entrada vacía.

El Hokage y su pareja se habían largado rápidamente sabiendo que en cuanto su amiga supiera el origen de esas heridas en Charasuke, los internados podrían ser ellos. El asunto había sido de índole muy personal y sólo las autoridades más cercanas al Hokage y los miembros del clan Uchiha sabían de la historia completa. Sakura había atendido al sigma sin preguntar nada. Al verlo tan lastimado y con huesos quebrados, lo último que necesitaba saber era el por qué. No obstante, eso no quería decir que no le interesara. Sus amigos no habían indagado en el tema, asegurando que lo sabrían cuando el menor despertara. El rubio temió por su cabeza. Los puños de acero de la ninja médico le caerían de manera mortal si se sabía que no evitó que fuera llevado por los Uchiha. Incluso Sasuke se preocupó por los regaños que le daría. Si Sakura no se cortaba en darle sermones cuando Chara era un bebé malcriado, ni quería imaginar todo lo que le soltaría si sabía que no fue capaz de cuidar de él durante la asamblea. Peor aún, si se enteraba que las inseguridades de su sobrino las alimentó él, no estaba seguro de que no le tocarían algunos golpes como a su esposo. Por lo cual, ambos se llevaron a rastras a Madara para evitar que él soltara la verdad antes de que estuvieran mentalmente y físicamente preparados.

―Oh por ellos no te preocupes ―aseguró Sakura con una sonrisa que le causó mala espina al Uchiha―. Me dijeron que tú me contarías como te hiciste todas esas heridas. Así que ahora tendremos una larga charla.

Conocía esa sonrisa de amenaza en los labios de la médico y si no quería que lo mandara de regreso al coma de un golpe, mejor darle lo que quería. Además le servía de desahogo y para poner en orden sus ideas. Aún seguía teniendo sus dudas al respecto de si estuvo o no embarazado. Tenía un atisbo de esperanza de saber que nunca estuvo embarazado. De esa manera podría librarse de toda culpa para poder hablarle de frente a Menma. Ellos apenas habían iniciado como pareja y desconocía si quería o no tener hijos pronto o cuál sería su reacción si había perdido uno. ¿Y si lo dejaba? Puede que lo odiara por ser tan impulsivo y no haber hecho más por cuidar de sí mismo. Además de que aún no había conversado con él al respecto de los aprietos y dificultades en las cuales metió a sus tíos/suegros. Si Menma lo odiara, no lo culparía. También quería hablar con sus padres. Ellos siempre habían sido ninjas de élite respetables y admirados por todos, mientras él arruinaba todo lo que les costó años forjar.

―Y eso fue lo que sucedió ―finalizó Charasuke el relato luego de haber explicado las cosas que sucedieron desde que la dejó fuera del restaurante hasta ese momento―. ¿Y qué piensas sobre…? ―preguntó queriendo externar sus dudas y cómo debería proceder para disculparse adecuadamente.

―Espera un momento ―pidió la doctora con una tétrica sonrisa―. Necesitas descansar luego de todo lo sucedido. Por ahora guarda reposo y mañana seguimos hablando. Tengo algunas cosas que arreglar mientras. ―Se encaminó hacia la puerta y el sigma pudo escuchar claramente la voz de Haruno―. ¡Preparen dos camas antes de mi regreso puede que tengamos dos internados nuevos esta noche! ¡Shanaro! ―rugió antes de oírse los tacones de ella chocando con fuerza en el suelo.

El menor se compadeció de sus tíos tras oír las instrucciones de Sakura a su personal. A su parecer todos tuvieron culpas, especialmente él mismo había tomado malas decisiones. Comenzando por el hecho de involucrarse donde no lo llamaban y terminando por no tomarse sus supresores como debería hacer una persona responsable. Aun así, lo que Haruno decidiera hacerle a sus ex compañeros de equipo, era algo en lo que no se atrevería a meterse. Se recostó dispuesto a hacerle caso a las indicaciones dadas sobre guardar reposo, pero le era imposible dormirse. Luego de tres días en coma, lo último que le apetecía era seguir durmiendo. Colocó sus manos detrás de su propia nuca y permaneció mirando el techo mientras suspiraba. Tenía muchas cosas que hacer y personas con las cuales disculparse y no sabía por dónde empezar. Repentinamente oyó algunos sonidos en el pasillo. Golpes sordos como si varios cuerpos estuvieran cayendo contra el suelo. Buscó algo con que defenderse ante un posible ataque enemigo y al no encontrar nada lo suficientemente útil, sujetó un florero. Mínimo serviría de distracción para elaborar otro ataque.

―¡Chara! ―exclamó una voz a sus espaldas mientras lo abrazaba.

El sigma soltó un grito y dejó caer el florero rompiéndose en varios pedazos. Pronto el moreno reconoció aquella voz y el aroma del dueño haciéndolo sonreír. Menma estaba allí sujetándolo como si su vida dependiera de tenerlo entre sus brazos. Se dio la vuelta para poder corresponderle. Estaba tan necesitado de verlo. De sentir que no le odiaba por sus desastres recientes. Buscó refugio en su pecho dejándose inundar por el calor y el aroma que despedía su cuerpo. Incluso podía distinguir brevemente el aroma de su tío Sasuke. Probablemente estuvo intentando consolarlo o darle apoyo como rara vez hacía. No le importaba demasiado la razón de ese aroma. Era relajante y eso era todo lo que necesitaba. Repentinamente la puerta de la habitación fue abierta abruptamente dejando ver a un enojado Itachi.

―¡¿Cómo llegaste antes que yo?! ―exigió saber mirando al alfa Uzumaki con recelo.

―Lo marqué con mi jutsu ―respondió con tranquilidad mientras sonreía orgulloso.

―No es justo ―se quejó el omega cruzándose de brazos―. Yo tuve que dormir a todo el personal con genjutsus para poder llegar aquí, ¿y tú entras como si nada? ―preguntó retóricamente golpeando con el pie el suelo repetidas veces como si hiciera berrinche.

―¿Y eso no es peligroso para los pacientes? Quiero decir, si sucede una emergencia, no hay personal despierto ―comentó Charasuke mirando a su papi con cierto nerviosismo por tener que “regañar” al mayor.

―Respecto a eso… ―habló Shisui uniéndose a la conversación mientras miraba de manera enojada a su propia pareja―. Tenemos que hablar sobre el concepto de “esperar” ―recalcó con los dedos.

Itachi sólo rodó los ojos con fastidio por la pasividad de su pareja. Se había enterado por su tío Madara que su bebé había despertado y no iba a esperar hasta el otro día por tontas cuestiones burocráticas como lo eran el horario de visitas. A él nadie le iba a impedir ver a su bebé. El alfa Uchiha intentó hacerle entender a su pareja que, en primera, su hijo ya no era un bebé. Casi termina con una mordida de parte del otro Uchiha por ello. En segunda, Charasuke seguramente tendría que dormir y descansar. Así que visitarlo de noche no tenía sentido. Cosa que a Itachi le dio igual. Como última instancia le quiso hacer entender que el personal médico no les permitiría verlo. Lo siguiente no se lo había esperado. Su amado esposo se lo tomó como una misión ninja y noqueó a todos los que estuvieran en su camino hasta la habitación de su hijo. Shisui sólo agradeció que no hubiera usado su espada o kunais para sacarlos de su camino. Pues tras días de estar en vela, comiendo poco y con los nervios en punta por el futuro de su hijo, no es como si estuviera completamente cuerdo en esos momentos.

―Lo importante es que mi bebé despertó ―dijo Itachi acercándose para mover a Menma, quien viendo el sharingan de su tío activado consideró prudente dejarle el paso en vez de estorbarle―. Estuve tan preocupado por ti, Chara ―suspiró el omega abrazándolo con fuerza.

―Me alegra verte también, papi ―confesó el menor correspondiendo el abrazo a su progenitor―. Estaba preocupado por ustedes. No los vi luego de que inició la pelea en la asamblea. ¿Los lastimaron? ―cuestionó impaciente.

Sabía bien que su decisión de ir tras su abuelo Fugaku fue peligrosa y arriesgada. En retrospectiva entendía lo evidente que había sido esa trampa. Una jugarreta sencilla, pero efectiva cuando tenía el juicio nublado por la ira. Su tío y su papi se dieron cuenta en cuestión de segundos, pero no alcanzaron a detenerlo. Inevitablemente, dados los acontecimientos, no tuvo oportunidad de ver cómo estaban sus padres. Según medio entendía, su tío Sasuke fue tras él mientras sus padres se quedaban conteniendo a los Uchiha bajo las órdenes de su abuelo. Era difícil pensar en que salieran ilesos con tantos enemigos en su contra. Por la cantidad y siendo todos portadores del sharingan, era muy probable que les causaran daño a sus padres. Quizás debió quedarse y darles verdadero apoyo en la pelea, en vez de clamar por venganza.

―Cariño, ¿con quiénes crees que estás hablando? ―preguntó Itachi con aquel tono presumido que usaba frecuentemente su hijo por imitación―. Esos Uchiha eran comunes y corrientes. Ningún problema para tu padre y para mí.

―Además, Madara los sometió a todos con su presencia solamente ―agregó Shisui alzándose de hombros. Puesto que la pelea cesó por miedo a su furia.

―Oh cierto, hablando del abuelito ―dijo Charasuke mirando a los presentes con mejor ánimo―. Vino a visitarme hace un rato junto a los tíos y ya me dijeron qué castigo se decidió para mí. Además… ―agregó mirando hacia el suelo con cierto nerviosismo―. Hay varias cosas de las que creo que deberíamos hablar; lo que sucedió y lo que sucederá de ahora en adelante.

―Tenemos toda la noche para ti, cariño ―aseguró Itachi sujetando los hombros de su hijo―. Y aunque no me agrade mucho la idea, tu pulgoso novio también puede estar en la charla familiar ―dijo mirando a Menma.

―No tengo pulgas ttebayo ―aseguró el aludido con un puchero.

Charasuke simplemente sonrió al tener a sus padres y pareja allí. Muy a su manera, su papi omega parecía aceptar a Menma. Tal vez tuvieron tiempo de conversar durante los días que pasó en coma. Sin embargo, era momento de unirse al asunto y conversar al respecto de su futuro estado de arresto domiciliario y cómo sobrellevarían todo ese asunto. No se sentía especialmente triste por su situación. Tenía a su familia apoyándolo y eso era todo lo que necesitaba para sentirse feliz y contento con su vida.

 

 

 


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