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Más te vale quedarte por Midori no me

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Era pesado ir a la escuela de esa forma, ya tenía suficiente en su vida como para seguir retrasándose más en sus estudios. Todavía tenía materias en las que ponerse al día y no sabía quién podía ser capaz de ayudarle o prestarle los cuadernos para copiar las clases; todos sus compañeros siempre le daban la espalda para todo o simplemente no tenían interés en que él se mantuviese a flote. Existían algunas chicas en su aula que se apiadaban de él de vez en cuando, sin embargo, la mayoría ejercía tal presión de grupo que, si alguien entablaba amistad con él, era inmediatamente marginado de otras actividades sociales. Hubo en una ocasión, un chico que a él le agradaba mucho, y sus compañeros notaron inmediatamente esto, causando que empezaran a molestarlo igual que a él. Al chico no le quedó de otra más que simplemente alejarse, por el bien de ambos. Los maestros eran puro adorno, dictaban sus clases como robots y raras veces se interesaban en la vida personal o convivencia en el aula de sus estudiantes.


Era una escuela pública, al fin y al cabo.


Tal y como se dijo a sí mismo, llegado el viernes, maestros comenzaron a ignorarlo de nuevo, al igual que sus compañeros. Nunca lo tomaban en cuenta y pasaban de largo si tenía problemas.


Durante el primer receso pudo lograr esconderse al fondo del patio, a la sombra de un viejo árbol de tronco grueso, lo suficientemente tupido como para crear sombra alrededor suyo. De vez en cuando levantaba la mirada de su comida para admirar cómo Hizashi-san ofrecía un espectáculo burlón anotando goles en la cancha. Era el único entretenimiento del moreno a parte de sus libros: Observar cómo otros se divertían; eso no sucedía con Yagi y Hizashi cuando estaban solo los tres. Sonrió para sí mismo esperando que la jornada escolar terminase ya. Aunque en esos momentos disfrutaba de un pequeño brote de paz y felicidad que anormalmente ocurría en su vida diaria. Tres días luego de que lo dieran de alta bastaron para encariñarse con el pequeño, con quien, al principio, estuvo riñendo... Vaya, ¡quién lo diría! Incluso el rubio ya se juntaba con diferentes grupos, y el partido del descanso era lo que evidenciaba el hecho.


Aunque todo estuviese tranquilo en aquella semana, Aizawa comenzó a notarlo; bajó su libro, esta vez para observar alrededor suyo, dejó de comer en el momento en que llegó a la banal conclusión que sí, realmente estaba solo todo el tiempo que no lo acompañaban los rubios... Pero, ahora, le molestaba esa soledad, incluso podría decir que era una incomodidad palpitante, que iba y venía conforme ellos también lo hacían. El sentimiento le era familiar, excepto que no sabía decir qué fue lo que cambió de pronto para sentirse tan vacío al estarlo. Su vida siempre fue así, ¿Qué demonios había cambiado esta vez? Tal vez Yagi... ¡No! Él no iba a convertirse en una excusa constante a sus acciones y pensamientos ¡Por más que ese individuo sea la fuente de tales radicales cambios!


Tiró el libro a un lado y frunció el ceño mientras se acomodaba la cabellera en una coleta alta. Ya estaba empezando a hacer algo de calor, las vacaciones estaban cerca de comenzar y él podría descansar del resto de los extras en su vida. En medio de un suspiro, palpó de nuevo su herida en la espalda, la pomada de su madre le ayudaba a que cada día se notase menos, aunque jamás desaparecería del todo. Tenía demasiado en qué pensar... Mila tenía razón en varios puntos en esa extraña conversación, incluso pensaba que arrojarla de la ventana fue demasiado lejos.


—Hey, ¿en qué estás pensando? —preguntó Hizashi, apareciendo de la nada justo frente a él.


—¡Ay! —Ahogó un grito y evitó dar un respingo del puto susto—. ¡Por Nana (Shimura), deja de asustarme así!


—¿Cómo es posible no asustarte? si estás más perdido en tu cabeza que Zoro en una isla...


—¿Qué? —preguntó, desencajado por la referencia.


—¿Qué? —respondió el rubio, como si realmente no acabase de decir nada.


El moreno alzó una ceja, en seguida, comenzó a recoger sus pertenencias y limpiar la basura del almuerzo. Sacudió un poco el polvo de la manta y uniforme con paciencia, en silencio. Hizashi ya se había acostumbrado a eso, era notorio porque él también le seguía la corriente, haciendo bastante tranquilizador el ambiente; él podía ser muy estrambótico, excéntrico y ruidoso... ¡Pero vaya que había aprendido bien cuándo cerrar la boca con él!


—¿Sabes algo de Yagi? —Fue lo primero que quiso saber, con algo de vergüenza.


—Lo usual, escuela, entrenamientos... —Se alzó de hombros intentando recordar qué más—... Maestros, ¡supongo!... AH, SÍ, ¡AYER ATRAPÓ...! —Automáticamente, el moreno le miró con sus ojos rojos encajados en un gesto fulminante al escuchar su estridente voz ir en aumento—... ¡A un ladrón! —Hizashi mostró los dientes con disgusto marcado en sus labios en una cara larga.


—Te lo ganaste, bocaza —Ambos comenzaron a caminar rumbo a las aulas.


—Oh, sí, casi olvido mencionártelo —comentó bajo, en un tono aún alegre, pero que preocupó a Aizawa más de lo que debería—. El rumor de tu cicatriz se ha esparcido muy rápido —Genial, solo eso le faltaba para que fuera la cereza del pastel—. Y también sobre tu habilidad —Lo miró confundido sobre el que tenía que ver—. Déjame decírtelo en pocas palabras: Hay gente que reconoce tu poder y conoce tu identidad —A Shouta se le cayó el mundo en ese instante al comprender que ya no era tan anónimo como siempre lo fue.


—Y... ¿Eso es bueno o...? —Titubeó un poco al no saber cómo tomarse aquella afirmación, agachó la cabeza y se detuvieron a medio camino.


No tenía idea de qué era lo que realmente quería con respecto a su vida, tenía el chance de limpiar su ficha y convertirse en un verdadero héroe a pesar de sus grandes limitaciones... Por otro lado, simplemente sentirse en el ojo de huracán cada vez que movía un músculo, no resultaba tan atractivo como permanecer por siempre en el anonimato.


—Parece que tienes mucho qué "cranear" —El moreno alzó una ceja ante su jerga cada vez más inusual.


—¿De dónde demonios sacas todas esas palabras? —comentó refiriéndose a su habla peculiar.


—Me las dicen por ahí.


—¿Qué? Aish... —siseó—... ¿Sabes qué? Tú y Yagi son tal para cual, si hasta parecen el hermano bruto y el hermano enclenque.


—¡Oye, eso fue un insulto para mí!


Esa respuesta del pequeño resultó ser tan graciosa que el moreno soltó una risa y se olvidó, por un momento, de lo que estaba pensando para disfrutar el chiste. Probablemente Hizashi no supo el porqué, guardando un segundo de silencio, para luego estallar con algunos chistes aquí y allá; ambos disfrutaron del momento. Shouta, quien por primera vez en varios días se encontraba extrañamente muy tranquilo, como cuando estaba solo en su habitación, se dio cuenta que su ánimo mejoraba un poco cada día.


En cuanto se acercaron a la entrada, ambos olieron algo dulce y con escencia a pino, viniendo del lado izquierdo del edificio. Giraron apenas se cortó la conversación para poder investigar qué era. A Shouta le llamó mucho la atención, pero Hizashi estaba notablemente hipnotizado; esto no le daba buena espina. No lo esperaban, sin embargo, comenzaron a correr apenas oyeron la primera súplica de auxilio de un chico que fue acallada con voces de, por lo menos, otros cinco más; el olor se hacía cada vez más denso conforme corrían hacia el lugar.


Aunque no lo luciera, la escuela era realmente grande, tenía que serlo para albergar a tantos chicos, y muy pocos maestros vigilaban realmente el patio de descanso, a no ser las losas deportivas. Siempre fue fácil que muchos se salgan con la suya tan solo eligiendo la zona correcta... Y esa era una muy estratégica.


Detrás de la "casa del jardín" (que era una casita de cemento usada para guardar todas las herramientas para el jardín), el ruido no podía escapar y aquel rincón estaba tan bien ubicado que no creaba eco alguno debido a la cantidad de vegetación y sus paredes de concreto grueso, por lo que el ruido moría en esa zona, pocos maestros si quiera se acercaban por ser un "lugar sucio" y existían ciertos horarios en los que sí se le vigilaba... Obviamente no había nadie haciendo guardia. Quien sea que estuviese causando problemas, lo tenía todo bien calculado.


Se asomaron un poco, solo para poder observar el panorama tras el huerto, apenas notaron que una chica vigilaba, se escondieron y maldijeron al saber quién era. Hizashi comenzó a castañear los dientes del miedo, él intentó calmarlo acariciándole el hombro, pero aún seguía estando nervioso. El pequeño ratón estuvo saliendo con ella, hasta que comenzó a ponerse intensa, le rompió una pierna al rubio y luego él tuvo que esconderse de ella por dos semanas; todos, obviamente, pensaron que fue un simple accidente.


—Llamemos a Yagi —imploró el menor, luego se oyó un gemido—. Por favor... Esto me está dando miedo.


—¿Vas a ser un cobarde justo ahora? —murmuró en reproche; aunque la reacción del rubio estaba justificada, fue bastante inoportuna—. ¡¿Después de todo lo que pasó con Shoru?!


—¡Eso fue diferente! —replicó angustiado—. ¡Nuestras vidas sí estaban en peligro!


—¿Y cuánto crees que se tarde en llegar?, ¿Eh? —cuestionó más cabreado—. Esos salvajes no son tan idiotas... Y, créeme, no va a poder llegar.


—¡Es Yagi! —Se exaltó ante la evidente negativa—. Siempre aparece cuando más lo necesitamos.


—Joder... —Suspiró el moreno—... Bien, entonces envíale un mensaje—Yamada tecleó y así lo hizo en dos segundo, persignándose de paso y pidiendo en oraciones que su dios los sacara de allí, ilesos esta vez.


—Si ella me mata... Te quedarás con mi baraja de Yu-Gi.Oh.


—Calla, idiota; con eso no te juegues.


Entonces el moreno sacó algunos libros, los observó con un poco de pena al saber cuál sería su propósito final, cerró los ojos un instante y le dio dos de ellos a su amigo, aclarando que los usarían de escudos contra Lyra (el nombre de la ex). Al principio el otro dudó, pero se notó más seguro al ver la tapa dura y al enrollarlos con cinta, que el enano siempre cargaba, en sus brazos; al menos así podrían cubrirse la cara y sus partes nobles. Estúpidamente, creyeron que ella no escucharía el ruido, así que, en un descuido, Lyra se les apareció de repente.


Fue Shouta quien tuvo la reacción más increíblemente rápida; tomó la cinta y se abalanzó, usando su habilidad contra ella, para poder cubrirle la boca antes que sus gritos fuesen más fuertes que los del pobre chico.


—¡¿Qué esperas?! —le susurró entre dientes a Yamada para espabilarlo—. ¡Dame más cinta!


La chica parecía más fuerte de lo que realmente era, incluso Aizawa le ganaba por mucho y, ahora que no tenía su poder, no sabía qué hacer más que sólo forcejear e intentar avisar a los demás. Pudieron arrastrarla hasta donde estaban y maniatarla con más cinta. A saber cuántos rollos tenía Yamada guardados, pero serían muy útiles.


—¿Cómo demonios esta tipa te rompió la pierna? —Ella enfureció y siguió pataleando sin conseguir liberarse un poco siquiera.


—Me hizo perder el equilibrio por las escaleras de mi casa —respondió con resentimiento y pateó su pie de forma no tan brusca.


El olor se hizo cada vez más intenso; cuando esto sucedió, comenzaron a oír jadeos y a ver cómo un chico en el suelo se retorcía en sí mismo, quejándose de lo que sea que le agobiaba. Intentaron acercarse lentamente, pero no había dónde cubrirse para no ser vistos. En eso, uno de ellos volteó, tiñéndose de color rojo al instante. Yamada se asustó y gritó... Muy fuerte.


Las ventanas de la casa, y algunas del edificio principal, vibraron hasta hacerse pedazos. Todos, incluyendo Aizawa, se cubrieron los oídos de una onda que bien pudo haberlos aturdido aún más.


¡¿Cómo no pensó antes en la bocina de Yamada?!


Su amigo había salido disparado hacia atrás debido a la onda sónica descontrolada. Al moreno le zumbaron hasta los huesos del cráneo y el resto de los agresores intentaban cubrirse los oídos con sus manos, pero era inútil resistirse al dolor en el tímpano. Ya un poco acostumbrado a que eso sucediera, Yamada volvió a lanzar otro gritó, arrodillado desde el suelo, usando sus pies de ancla. Los salvajes cayeron al suelo. Quién más se veía sufrir era el pobre chico en el suelo que gritaba y pataleaba en completa agonía.


—¡Basta! —gritó uno de los salvajes; tenía el cabello blanco, evidentemente teñido, unos visores que no dejaban ver sus ojos y una mascarilla de pintura—. ¡Voy a joderte, maldita rata! —Arrugó el entrecejo y extendió la mano hacia el rubio, sin embargo, nada sucedió.


El chico no pudo evitar gritar sin usar su poder y se protegió a sí mismo con los libros, pero Aizawa no iba a dejar que nada le sucediera, decidiendo bloquear a toda costa su habilidad. Durante ese momento de confusión, arremetió contra una segunda chica con la guardia baja, le dio un puñetazo que dolió dos pares de cojones. Antes que pudiese volver a arremeter, ella le dio un rodillazo, justo en su cicatriz, que le hizo caer al suelo de un solo golpe.


¡Su puta madre!... ¡¿Cómo se le ocurre?!


De repente, el grito del chico camaleón los distrajo a todos, exclamando estar ciego y sordo sin dejar de correr, presa del pánico. Shouta reconoció al chico en el suelo, era Thommy, de su mismo año, pero diferente sección; podía aumentar o reducir cualquiera los cinco sentidos.


—¡Creí que habías dicho que no podría usar su poder! —gritó la chica robusta que acababa de golpearlo.


—¡Y se supone que no puede! —respondió el peliblanco.


Él aprovechó la distracción y lanzó una patada hacia la entrepierna de su agresora. Esta cayó de rodillas ante el dolor, maldiciéndolo cuanto se podía. Tomó la ventaja para él y bloqueó al de pelo blanco, asumiendo que, quien causaba el estado de Thommy, era él. Vio un pequeño charco de barro, el suficiente para tomarlo solo con su mano y arrojarlo directamente a su cara, obstruyendo su vista por sobre sus visores. Maldijo varias veces antes de tropezar con su compañera; para ese momento, Aizawa ya se daba cuenta que eran algo listos porque realmente no peleaban físicamente contra otros e intentaban compensarlo con estrategia. Yamada se lanzó, a puñetazos y jalones de cabello, contra el más escuincle del grupo.


Cuando el moreno intentó darle un golpe al de pelo blanco, un objeto blanco salió de la nada y se pegó directamente en sus visores, luego, otra más en su boca. Volteó a ver, sorprendido, quién era la persona que lanzó esa extraña sustancia que lucía más como una telaraña. Una chica de cabello rojo y muy desordenado, que traía un gafete con el nombre de "Charlie-Web", surgió de la nada para ayudarlos, aparentemente.


—Tienen diez segundos para irse antes que esto se ponga feo —se dirigió a ellos con desdén, apuntó su mano hacia ellos y los otros tres chicos temblaron al oír su voz tan segura de sí misma.


El líder del grupo no podía ver debido a la telaraña, se desesperó por un segundo hasta que recobró una escalofriante tranquilidad cuando se despegó la tela de la boca. Olfateó el aire y sonrió un poco.


—Este material se me hace familiar —entonó con ironía y algo de placer morboso—. ¿Por qué no me sorprende verte otra vez? Y, encima, creí que realmente te suspenderían el apoyo —Ella enfureció notablemente, apretó la mandíbula y su gesto se tensó—. Oh... ¿Qué pasa?, ¿Ahora ya no me quieres hablar? —se mofaba dentro de un contexto que Aizawa no comprendía del todo, pero era muy evidente que tenían alguna especie de historia.


—¡Es tu último chance para que yo...! —Charlie soltó un gemido en medio de la frase, casi desplomándose contra su voluntad.


—¡¿Tú qué, princesa?! —gritó con una voz más gutural—. Te recuerdo que ahora eres una usuaria y no te vas a poder librar de mí tan fácilmente.


Shouta no dudó un segundo más y bloqueó de nuevo sus poderes, la chica notó al instante el alivio y lanzó dos más de sus telarañas hacia sus manos. Ni siquiera terminaba de recomponerse, cuando la oyó gritando de dolor mientras Hizashi se desesperaba detrás de él... ¡Joder, necesitaba saber qué demonios estaba pasando, y ya no podía quitarle los ojos de encima al sujeto!


—Esto va a ser muy interesante —Llevó sus manos envueltas a la nuca y se quitó la máscara, halándola y dejándola caer ya sin mucho interés en ocultar su rostro—. "Primus" para ustedes —sonrió mientras hacía una pequeña reverencia de cabeza con evidentes tintes de burla en sus acciones.


Otro grito de Yamada los aturdió a todos, Aizawa se sorprendió de que ninguno de ellos haya causado una alerta entre los docentes. Primus se encontraba demasiado confiado, ni siquiera contaba el tiempo restante... Significaba que él tenía la certeza de que ningún profesor intervendría, por lo que debía tener una muy buena distracción ya preparada... ¡Qué idiotas! El hijo de puta realmente tenía un plan sólido.


El moreno no llegó a darse cuenta en qué momento su concentración se rompió; cuando lo hizo, el pandillero se lanzó hacia él para atacarlo cuerpo a cuerpo. Apenas si logró esquivar la patada con bastante destreza y volver a mirarle, notando una ligera hinchazón de la sustancia en sus manos. Iba a regresar el intento de ataque, pero sintió repentinamente un golpe horriblemente doloroso en el muslo, como si hubiesen lanzado un proyectil con bastante ira. Volteó para confirmar que la desgraciada ex de su amigo logró soltarse de la cinta y atacar a sus dos compañeros de la retaguardia, junto con él estando de espaldas.


Primus, obviamente, no perdería la oportunidad de oro de aquel momento en donde no podía concentrarse debido al dolor. Lo notaba en su mirada oscura, él también sería castigado igual que Thommy.


Se oyó el sonido de la explosión, pedazos de telaraña salieron volando, expulsados por el humo rosa que alcanzó a todo el grupo, incluidos sus compañeros.


—¡No! —gritó Charlie.


—Disfruta mi regalo —Primus ironizó la frase con deleite, evidentemente satisfecho, de manera simultánea, el moreno trataba de descifrar qué era aquel humo rosa, si sólo olía a dulce y realmente no afectaba su respiración.


Se levantó con ligera desventaja, notando un leve adormecimiento de sus músculos, no lo suficiente para obstaculizarlo. Aún se veía a través de la niebla y apuntó a su rival, quien liberó más del gas; aquello logró confundirlo por un segundo. Acababa de descubrir un nuevo límite: Debía ver de forma directa al enemigo o no funcionaría... ¡Primus tenía la ventaja otra vez! Pero no debía entrar en pánico por eso... ¿Qué harían?, ¿Era realmente una batalla perdida?,


—¡Ni pensarlo! —gritó de repente la chica fornida—. ¡Ahí te las ves tú solo! —Primus se distrajo por un momento y él aprovechó para buscar cualquier objeto con el cual pegarle.


—¡Espérame! —El chico camaleón salió tras ella, trepándose al muro y ayudándola a subir.


—¡Oye, oye! —cuestionó el último, trigueño, escuálido y de cabellos parados—, ¿Y éste?


—¡Qué me importa! —replicó la chica—. ¡Déjalo ahí, ni que se fuera a morir! —Tras eso, saltó y se perdió del otro lado; Primus rodó los ojos y no dijo nada hasta que solo quedó él.


—Ya sabía que serían cobardes —Torció una sonrisa dientuda y ansiosa—. Entonces, ¿Dónde está "él"? —preguntó, restregándose las manos con morbosa impaciencia.


—Él no tiene ni idea —respondió Charlie, bastante más agitada—. De todas formas... ¿Por qué le preocuparía un villano de quinta como tú? Oh, espera... Pero si no eres oficialmente un villano, solo eres un idiota que ni siquiera... —Primus usó su mano diestra para controlar el efecto de su poder en ella, logrando que se retorciera y gimiera en agonía.


—Esa... Maldita lengua tuya realmente me cabrea —Apretó los dientes y forzó más el gesto risueño—. Sabes, realmente me tomaste por sorpresa, creí que aprenderías luego de nuestro último encuentro. Pero ahora me doy cuenta que eres lo suficientemente estúpida como para haber venido sola.


—¡Ya déjala! —Shouta se lanzó a atacar a mano limpia, aún sin ser capaz de usar su poder.


El otro la esquivó con facilidad, expulsando cada vez más y más gas a su alrededor con cada golpe que intentaba atinarle. Su rival solo se defendía, no intentaba atacarlo ni derribarlo físicamente, era como si pensara que el humo haría todo el trabajo.


—¡¿Por qué no te quedas quieto?! —Se notaba ya bastante cabreado y agitado por la pelea— ¡Cae ya!


—¡Aizawa, aléjate! —advirtió la pelirroja, a quien obedeció sin pensarlo demasiado.


En cuanto dio un paso atrás, el otro decidió hacer lo mismo e ir en busca de Thommy. No podía rendirse, no mientras alguien estuviese en problemas. Observó sus manos y sintió la debilidad recorrer lentamente a través de sus nervios, sea lo que fuese ese humo, apenas le estaba afectando. Debía terminar con ese show antes de que surgiera efecto completamente en él, antes que no pudiese moverse.


Repentinamente, un mareo le impidió distinguir bien entre una visión doble de Primus, sus ojos no lograban distinguir cuál de ambos delirios era el real. Dio un paso adelante para probar su resistencia, tambaleándose sin remedio ante la anunciada debilidad.


—¡Hasta que te hace efecto! —exclamó justo antes de oír otra nueva explosión.


Su respiración se agitaba más a cada bocanada, su corazón bombeaba sangre tan fuerte que podía comenzar a sentirlo en sus oídos, Shouta dudó de sus decisiones y deseó haber insistido más por Yagi, necesitaba desesperadamente su ayuda. Fue un idiota por subestimar a su contrincante.


Primus solo necesitó ese segundo de duda para imponerse ante el equipo y cargar como un costal de arroz a un desmayado Thommy. El moreno no creía que el desgraciado fuese a salirse con la suya, hasta que le vio trepar el muro mientras él cedía ante una extraña sensación de entumecimiento y éxtasis, que robaban su energía y bloqueaban su raciocinio de a pocos; Charlie fue la primera en ceder por completo, siendo Yamada incapaz de interceptar su caída. Increíblemente, sólo quedaba él de pie, sin ningún efecto secundario. Él mismo notó esto y lanzó un grito, logrando desestabilizar su huida y disipar la niebla de paso.


El escenario cambió por completo cuando el pequeño valiente se lanzó a acabar con todo. Con mucho miedo reflejado en los ojos, pero decidido a no dejar atrás a ningún compañero, Hizashi aprovechó su velocidad y le atinó un certero puñetazo en la mandíbula mientras Primus intentaba huir con su víctima.


Ambos cayeron al suelo, haciendo que el otro despertara por algunos segundos. Bastó un solo toque para dejar al pandillero sin ninguno de sus sentidos. Todo fue tan rápido que Shouta no pudo asimilarlo en tiempo real, su letargo se desplazaba hacia su raciocinio y solo podía pensar en que su cuerpo le pedía algo, contrario a lo que su instinto le gritaba: Irse a casa para protegerse.


La pelea terminó de forma limpia al atarlo completamente con la cinta restante del rubio. A como pudo, Charlie-Web apenas logró incorporarse para cubrir sus manos y boca con telarañas capaces de resistir hasta que llegaran los encargados y las autoridades. La pelirroja cayó nuevamente rendida, su agitada respiración hizo preocupar a todos; uno a uno los maestros llegaban con cara de horror, algunos con heridas y marcas de batalla. El ataque tuvo una escala más grande de la imaginada, mientras ellos se ocupaban de Primus, otros pandilleros y villanos lograron herir a muchos...


Shouta, a diferencia de Charlie, no se logró recuperar, sintiendo su cuerpo arder a cada sensación y tacto. Desde su holgado uniforme hasta el más fino de sus cabellos comenzaba a ser un infierno sobre él, la hipersensibilidad aumentaba a cada momento y no sabía cómo controlarse.


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