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Fugitivos III: La razón por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Disculpen la espera.

Les informo que en Wattpad ya está más adelantada la historia.

 

Narra Daniel

-Ésta opción tiene patio trasero-dijo Sean mientras me entregaba un folleto con información del vecindario de la opción que mencionaba-Tiene dos habitaciones, sala, cocina_comedor, un baño completo y cuarto de lavado ¿Qué opinas?-suspiré con fastidio y empecé a revisar, otra vez, los folletos de las tres opciones que teníamos.

Me encontraba un poco fastidiado porque el día se estaba yendo en buscar un nuevo lugar para vivir. No era como si alguien nos estuviera presionando, pero sí algo. Mi pesadilla, que no fue pesadilla, provocó que Sean decidiera adelantar, por un mes, la búsqueda de un nuevo apartamento pese a que, antes de que regresáramos habíamos acordado que primero intentaría enfrentar el regreso y después sería yo quien sacara el tema del nuevo apartamento.

Durante la mañana intenté persuadirlo al decirle que esa “pesadilla” fue provocada por un ligero cambio en la rutina, pero él hizo oídos sordos e insistió diciendo que no tenía nada de malo en que empezáramos a revisar las opciones que teníamos. Yo lo contradije al decirle que no habíamos quedado en eso, pero Sean insistió diciendo que solo íbamos a dar un vistazo, nada más.

No tuve otro argumento y terminé aceptando.

Creí que la posible elección iba a darse sin ningún problema, pero no contaba con que nos iba a costar ponernos de acuerdo porque, pese a que las tres opciones que teníamos eran muy buenas, ambos nos encontrábamos decididos en elegir una opción diferente a la del otro.

Sean se inclinaba más por los servicios y la movilidad, mientras que yo no quería dejar atrás la oportunidad de estar lo más cerca posible de los demás; quería tener mi propio espacio, pero también quería visitarlos lo más que se pudiera. Al fin y al cabo, ver a los demás fue una de las razones por las que regresé

-Me gustó más la primera opción. No tiene patio trasero, pero cerca de ese apartamento hay una plaza, un parque y a 4 cuadras está un centro comercial-mencioné por quinta vez

-En la tercera opción también hay un parque y un centro comercial-dijo Sean-Y la parada de autobuses está en la esquina-le di un punto porque en mi opción, la parada de autobuses más cercana estaba a 3 cuadras.

Eso era un tema importante porque, como Sean y yo nos fuimos sin nada a Zúrich, eso también incluyó mudarnos sin el automóvil de Sean. Así que, durante todo el tiempo que estuvimos en Zúrich, nos movimos en transporte público. Y ahora que habíamos regresado, seguíamos con la misma idea de querer movernos de esa manera porque el automóvil ya era de James. No sabía cómo era que Sean y James se habían arreglado, pero ya era un hecho

-Pero esa está más lejos de donde viven los demás. Son más de 40 minutos-me quejé-Me gusta más la primera opción-sentencié y le regresé los folletos-¿Por cuál te decides?-

-Me quedo con la tercera opción-hice una mueca de descontento y ambos exhalamos con cansancio.

Decidimos tomar asiento en una banca del parque que nos encontrábamos cruzando porque necesitábamos tomar un descanso después de haber pasado casi 4 horas revisando los apartamentos

-¿Tenemos una cuarta opción?-

-He estado actualizando la página, pero no me aparecen más ofertas que puedan interesarnos. Unas están más lejos y otras no tienen nada a los alrededores-exhalé con desánimo.

En verdad, en verdad creí que solo íbamos a dar un vistazo, pero me sorprendí al darme cuenta de que Sean se estaba tomando en serio la elección y me sentí traicionado. Él había dicho una cosa, pero al parecer en verdad estaba considerando que ese mismo día tomáramos una decisión.

Pero, por lo menos, yo no se la estaba dejando tan fácil.

Mi antiguo yo no tendría ningún problema en aceptar la opción de Sean sin siquiera dudar un poco, pero ahora, tenía motivos claros para no darle libre elección. Ese cambio también se lo debía a la terapia porque, poco a poco, había aprendido a crear y a comprender mis propios intereses.

El resultado fue que hora podía dar una opinión y tomar decisiones.

Y por esa razón, ahora nos estaba costando tiempo y esfuerzo ponernos de acuerdo.

Refunfuñé una última vez y, cuando el asunto del apartamento pasó a segundo plano, empecé a disfrutar de la tranquilidad que rodeaba al parque. A mi parecer, el clima no era el mejor, pero tampoco era como si estuviéramos bajo cero; aun así, las personas que iban y venían, eran pocas. Solo Sean y yo éramos los únicos que estábamos ocupando una banca en esa zona.

Escondí mis manos en los bolsillos de mi chamarra y me dediqué a observar cada uno de los movimientos que había a nuestro alrededor hasta que, de reojo, noté el momento exacto en que una farola se encendía; después se encendió otra y luego otra. El atardecer apenas estaba llegando a su fin, pero las luces de las farolas ya alumbraban una buena parte del piso, así como las ramas de los árboles que estaban cerca.

Suspiré y estiré mis piernas. Recargué un tobillo sobre el otro y en esa cómoda posición, me dediqué a observar la luz de las farolas. Entre más me enfocaba en lo agradable que resultaban de ver, más se me hizo imposible no recordar que, tiempo atrás, siempre me fue complicado percatarme de esos pequeños detalles. Esos instantes de calma siempre me fueron inadvertidos porque mi mirada se la pasaba enfocada en el piso y porque, la mayoría del tiempo, mi mente se encontraba dispersa pensando en todo y en nada. Nunca pude concentrarme y, por eso, el pasado lo recordaba totalmente cubierto por una neblina.

Esa neblina espesa y gris llamada depresión, no me dejó ver más allá de mis pies durante meses. Fue por ella que durante mucho tiempo me perdí de muy buenos momentos.

Y no solo era la neblina. También era el conjunto de otras muchas emociones que me atacaban al mismo tiempo sin ningún descanso. Ni siquiera en mis sueños me dejaban en paz.

Aún recordaba la angustia, el miedo y la incertidumbre que sentía cada que debía tomar una decisión, una decisión que no se comparaba con elegir un apartamento, sino que podría ser una simple como de qué lado de la cama iba a levantarme o, mejor dicho, tomar la decisión de levantarme, de despertar.

La primera gran decisión que tomé fue cuando, después de que llevábamos 3 meses en Zúrich, acepté dar un pequeño paseo por el parque que estaba frente a nuestro apartamento. Solo se trató de dar una vuelta para conocer el vecindario, pero no pasaron ni 15 minutos cuando empecé a sentirme sofocado estando en el exterior. Al principio me torturé por no haber podido con ese simple obstáculo, pero después dejé de culparme porque comprendí que, al fin y al cabo, esa fue la primera vez, en meses, que salía.

Comprendí que, aunque no lo había logrado como pensaba que debía ser, conseguí salir y moverme un poco. El tiempo, para mí, ya era un dato sin importancia, ya no importaba si era un minuto o una hora, lo importante era que lo intentara. Y ya.

Lograr pensar de esa manera me había tomado más de 11 meses. Pero seguía sin importar el tiempo que me había tardado porque, al final, lo conseguí. Aprendí a no culparme de todo lo que hacía o no hacía y de todo lo que pasaba a mi alrededor.

Tiempo atrás me perdí de muchas cosas y me culpé insistentemente de muchas otras. Ahora había aprendido a disfrutar de cada instante sin tener que reprochármelo a mí mismo si funcionaba o no.

Rememorando todo aquello, ahora comprendía que, antes, Sean y yo nunca tuvimos desacuerdos porque era él quien se encargaba de tomar todas las decisiones. A pesar de que llegaba a preguntarme, yo nunca di una respuesta. Ni siquiera daba algún tipo de comentario. Nada.

Él fue quien siempre llevó ese peso sobre sus hombros. Siempre tuvo que lidiar solo con si la decisión era acertada o no.

Ahora incluso discutíamos por lo que íbamos a comer o sobre el lugar al que queríamos ir. Nuestras discusiones no eran grandes, pero para mí, cada una de ellas eran importantes. Gracias a esos pequeños, pero constantes desacuerdos, descubrí la inmensidad de diferencias que existían entre Sean y yo.

Con esas “discusiones” también aprendí a conocerme a mí mismo. A comprender mis pensamientos y mis acciones. Solo al “exponerme”, era cuando la terapia cobraba fuerza porque los pensamientos disminuían y las acciones incrementaban.

Además de esos beneficios, ¿Cómo no admitirlo? Disfrutaba de cada momento en que las diferencias de Sean y las mías salían a relucir porque así se me permitía conocer más a Sean. Así podía conocer hasta el más mínimo detalle de él.

Me sentía bien al descubrir más y más, pero ese mismo avance me hizo dudar en todo. Ese mismo interés provocó que volviera a tocar el punto de no retorno y para cuando me di cuenta de lo que me auto provoqué, no pude volver a quedarme callado y por eso… por eso ahora estábamos así.

Nunca me pasó por la mente que podría resultar diferente a como la primera vez que sucedió.

Como antes y como ahora, yo había hecho exactamente lo mismo, pero lo único que cambió fue la respuesta de Sean.

Dejé de prestar atención a las farolas y, de reojo, le di una mirada fugaz a Sean. Lo encontré con sus piernas en la misma posición que las mías y revisando su celular. Lo noté relajado. Se veía que él también estaba disfrutando de ese pequeño descanso que nos estábamos dando.

Aparté mi mirada y exhalé.

Ahora estábamos así.

No se veía a simple vista y ni siquiera se notaría algo más si alguien preguntaba. No pasaría nada porque el tema había sido enterrado bajo piedras por Sean, y yo no sabía cómo mover cada piedra sin tener que perjudicar la semilla que yo mismo había creado y sembrado.

No me culpaba ni a mí ni a Sean por lo que había pasado porque… solo había sucedido. Al principio fue incómodo, pero después hicimos como si nada hubiera cambiado. Porque, en realidad, nada cambió.

El acuerdo silencioso fue mutuo y como solo de esa manera las cosas volvieron a una normalidad más soportable, no me atrevía a traer de regreso ese tema. Pero durante la mañana no pude evitar tener un pensamiento fugaz. Ese pensamiento se disolvió conforme el día avanzó, pero regresó con más fuerza cuando vi a Sean decidido en elegir un apartamento.

La cuestión era: Y si, en realidad ¿Sean había decidido apresurar nuestros planes para que no tuviéramos que seguir compartiendo habitación?

Dejando a un lado el tema de mi no pesadilla, era lógico pensarlo porque durante todo el tiempo que vivimos en Zúrich tuvimos habitaciones separadas. Sean tuvo su propio espacio y yo también. Esa decisión fue tomada por Emil porque resolvió que lo mejor era que cada quien resolviera sus propios asuntos.

No era necesario alejarnos, pero sí que existiera un espacio entre los dos.

Ni yo podía seguir arrastrando a Sean en mi terapia, ni él a mí.

Cuando le pregunté a Emil del porqué de esa decisión, más temas brotaron. Emil expuso varios argumentos que a mí jamás se me hubiera ocurrido ponerlos en duda. Fue en esa plática que empecé a cuestionarme todo. Fue en ese preciso momento cuando empecé a poner en duda mi relación con Sean.

No era el tema central de mi terapia, pero sí era una rama de la que salían más ramas. Y como mi terapia se trató de desenredar cada una de esas ramas, fue un tema imposible de no tocar.

Descubrí muchas cosas y, después de que me auto expusiera, llegué a pensar si lo mejor hubiera sido saber menos. Tal vez hubiera sido mejor quedarme en la ignorancia, como siempre había vivido. Pero, en palabras de Emil, esa no era una solución. Lo mejor era resolver las incógnitas y enfrentar los problemas.

Ese consejo lo apliqué con Sean y las cosas no resultaron.

No resultó ni estaba resultando.

Suspiré.

Ahora, continuaba arrastrando ese tema junto a unos cuantos más…

-¿Quieres comer algo?-Sean preguntó mientras se levantaba de la banca y se estiraba-Tal vez con el estómago lleno podamos tomar una decisión-

-No lo creo-sonreí sin querer sonreír por culpa de las dudas que mis pensamientos habían traído de regreso-Pero sí tengo hambre-sin mucho ánimo, también me levanté de la banca

-Entonces, vamos-Sean empezó a caminar y yo lo seguí hacia donde sea que me estuviera guiando.

No era necesario preguntarle hacia dónde nos dirigíamos porque, de seguro, él ya tenía algo en mente. De seguro, él ya tenía una idea de lo que quería comer. Y, de seguro, yo iba a aceptarla.

Pero a pesar de que ya sabía lo básico, continuaba sin tener ni una idea de lo que pasaba por su mente.

Era curioso, pero antes me parecía que no necesitaba saber lo que pasaba dentro de su mente porque siempre, siempre, di por hecho que él me decía todo sin que yo tuviera que hacerle una sola pregunta. Por mucho tiempo creí que conocía lo suficiente sobre Sean, pero cuando caí en la realidad, entendí que no sabía nada de él.

Sus pensamientos, sus ideas, sus palabras y sus acciones provocaban que me cuestionara todo. Absolutamente todo.

Ahora, con ésta inesperada acción de elegir un apartamento, me hacía tener muchas dudas.

¿Por qué?

¿Para qué?

No sabía si Sean tenía un plan, pero de lo que sí estaba seguro era de que yo sí tenía uno.

Pero mi intento de plan no iba a llevarse a cabo si ese mismo día nos decidíamos por un apartamento. Porque no solo se trataba de elegir un apartamento. No.

Desde un principio supe que regresar y quedarnos en casa junto a los demás significaba una pequeña oportunidad para mí. Era una oportunidad de entender un poco lo que pasaba por la mente de Sean después de aquel día.

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-¿A dónde fueron hoy?-Lucy preguntó mientras comía unas cuantas papas fritas bañadas en queso amarillo que acompañaban al emparedado de pollo que le había comprado en el restaurante donde Sean y yo habíamos merendado.

Después de nuestro pequeño descanso en el parque, ambos nos dirigimos a una plaza y, por sugerencia de Sean, comimos algo sencillo. Yo me había decidido por el menú que le había comprado a Lucy y a Tom, mientras que Sean se inclinó por una rebanada de pay de manzana junto a un café americano

-Fuimos a ver varias opciones de apartamentos-dijo Sean mientras tomaba asiento frente a mí. Los cuatro empezamos a compartir la isla de la cocina

-¿Un apartamento? ¿No planean vivir aquí?-por poco y ponía mis ojos en blanco, pero solo suspiré con impaciencia al recordar que Lucy aún no sabía nada

-Ya le había dicho a Tom que Sean y yo tenemos otros planes-

-Sí Lucy, además, no tenemos una cama extra-agradecí mentalmente el que Tom se encargara de resumir el asunto. No quería repetirlo porque eso supondría dar algunos detalles de mi terapia que, por el momento, no quería recordar

-Oh, es cierto…-Lucy comió otro puñado de papas fritas-¿Y cómo les fue con su búsqueda?-

-Aun no nos decidimos-crucé mis brazos sobre la isla y me recargué en ellos

-¿Ninguno les llamó la atención?-

-Sí, pero a Sean le gustó uno y a mí otro-hice un puchero y evité la mirada de Sean así como estuve evitando el tema mientras merendábamos. No sabía cómo, pero me las ingenié para hablar de otros temas para dejar de lado el asunto del apartamento.

Aunque… si Sean hubiera presionado más, tal vez ya habríamos llegado a un acuerdo, pero como no lo hizo, seguíamos sin apartamento.

Eso significaba una noche más compartiendo habitación

-Y en Zúrich ¿Cómo encontraron un lugar para quedarse?-observé a Tom

-Emil nos ayudó-recordé-Él vive allá, así que… supongo que no tuvo muchos problemas-

-Creí que Emil vivía aquí, en Múnich-Lucy dudó

-Él es de Zúrich, pero cuando empezó a darme terapia, se mudó a Múnich durante un tiempo-relamí mis labios-Ahora, él sigue allá-

-¿Y ahora cómo te va a darte terapia?-Lucy preguntó

-Será por llamada. Solo cuando realmente necesite que estemos frente a frente, él vendrá-

Lucy y Tom dieron una mordida a su respectivo emparedado y después comieron más papas

-Y allá, en Zúrich…-Tom terminó de masticar-¿Emil iba a su apartamento para tu terapia?-de inmediato negué

-No, solo al principio. Después tuve que ir a su consultorio-suspiré

-¿Por qué?-

-Porque… también fue parte de la terapia-me enderecé y recargué mi espalda en el respaldo de la silla-Al principio, Emil continuó con la terapia como de costumbre, pero después de 6 meses dijo: Ya no más-sonreí ante el recuerdo de Emil totalmente serio y autoritario. Tal y como lo empezó a ser desde que retomamos la terapia-Para que veamos resultados, lo mejor será que las sesiones empiecen a hacerse en mi consultorio-me reí ante mi pobre imitación del tono de voz de Emil

-¿Y fue diferente?-

-¡Claro que sí!-me exalté ante la pregunta de Lucy

-¿Por qué lo dices?-Tom preguntó con una sonrisa en su boca

-En primera, porque debía salir del apartamento para ir a la terapia. Las sesiones eran 2 veces a la semana, así que eran dos veces a la semana las que debía salir-mi tono de voz salió lo más dramático que pude

-Uff, considerando que antes ni siquiera salías al jardín de aquí, no quiero ni pensar en lo complicado que fue para ti moverte al consultorio-Tom sonrió con burla

-¡No! Y salir no fue lo más complicado. Como Sean no tenía auto, al principio íbamos en taxi, pero después empezamos a usar el transporte público para, en parte, economizar. Porque el consultorio no estaba a 5 u 8 cuadras-aclaré y suspiré profundamente-Sí, creo que subirme al transporte público fue la parte más complicado-rematé.

Subir por primera, segunda, tercera y cuarta vez al transporte público, fue toda una experiencia que jamás iba a poder olvidar. Cada una de ellas lo fue. En verdad.

Fue algo incómodo, cansado y estresante, pero también fue como si el mundo se abriera ante mis ojos. Fue mi primer contacto con la sociedad y el mundo que me rodeaba.

Ver rostros que no conocía y compartir un espacio reducido junto a todos ellos y ellas durante más de una hora, dos veces a la semana… se trataba de un logro personal. Era un logro que, en palabras de Emil, no muchos iban a comprender, pero eso no quería decir que se tratara de algo inferior porque, para mí, se trataba de algo muy importante.

Y jamás debía ponerlo en duda

-Después me enteré que hacer uso del transporte público también fue idea de Emil-dije-Él en verdad quería sacarme de mi zona de confort-

-No sé mucho de terapias, pero me parece que Emil fue un poco más allá con la tuya-Tom simuló tener un escalofrío-Lo traté muy poco, pero ahora creo que detrás de su sonrisa amable se esconde alguien escalofriante-me reí, pero negué

-Necesité de una mano dura, pero amable, para que la terapia por fin rindiera frutos-asentí varias veces-Emil me puso muchos retos. Algunos fueron muy complicados, como la del transporte público, pero todos terminaron por hacerme un bien-

-¿Qué otros retos te puso Emil?-la emoción y curiosidad que pude ver en Lucy, terminaron por absorberme

-Parecido a lo del transporte público…-intenté hacer memoria, pero en ese momento, tal vez porque me encontraba agotado después de todo lo que había caminado y pensando a lo largo del día, mis recuerdos escasearon

-Después empezaste a ir por tu cuenta-mi atención fue hacia Sean y nuestras miradas por fin se encontraron

-Oh, sí. Es cierto-aparté mi mirada y la centré tanto en Lucy como en Tom que continuaban interesados en la plática-Hace poco más de año y medio que empecé a ir solo al consultorio-sonreí ante sus expresiones llenas de intriga

-¿Y cómo estuvo?-Lucy preguntó

-No puedo decir que se trató de un reto impuesto por Emil porque fue algo que los dos platicamos durante una sesión-me removí sobre mi asiento y llené mis pulmones de aire por todo lo que iba a contar-Sean siempre me acompañaba de ida y de regreso, así que siempre se quedaba en la sala de espera hasta que la sesión terminaba. Esa “simple” acción provocó que Emil encontrara otra oportunidad para sacarme de esa zona de confort que se empezaba a crear. Emil me explicó que yo estaba acostumbrado a que Sean siempre estuviera esperando por mí y que siempre nos moviéramos juntos, así que me propuso la idea de que un día intentara llegar a la sesión por mis propios medios. Al principio me fue muy complicado pensar en esa posibilidad, pero después dije que no podría ser tan malo-me reí por los nervios que aún recordaba haber vivido en aquella ocasión-Ya sabía en dónde debía tomar el autobús, cuál debía tomar y en dónde debía bajarme, así que me convencí de que no iba a haber un gran cambio, pero…-

-Pero como todo lo que el cruel de Emil planea, de seguro fue muy difícil-Tom me interrumpió y reí por sus palabras. Después asentí varias veces

-Lo fue. Sí lo fue-relamí mis labios-Al principio Sean me acompañó a la parada de autobuses y también esperó a que me subiera al correcto, en verdad que todo estaba bien. Recordaba el camino a la perfección, pero hubo un instante en el que vi una tienda que, según yo, jamás había estado ahí, así que me preocupé y solo pude pensar en que ya me había pasado de la parada y decidí bajarme en la siguiente-moví mis manos de manera alterada al recordar aquella estresante situación. Lucy y Tom rieron con fuerza.

En ese momento, los tres estábamos sintiendo los mismos nervios al contarles aquella mini aventura

-Me bajé y después todo me pareció tan desconocido que…-negué levemente-Que en serio me quedé en blanco-mis manos fueron hacia mi cabeza. Los nervios y el miedo de aquella vez continuaban frescos en mí-Durante algunos minutos di varios pasos de un lado a otro. Solo recuerdo que mi corazón latía muy rápido y que todo el cuerpo me sudaba. No hacía otra cosa más que observar a mi alrededor e intentar guiarme, pero no podía. En verdad que no podía-negué levemente

-Pero sí llegaste a tu sesión de ese día ¿verdad?-exhalé con alivio mientras asentía y observaba a Lucy

-Entre tanta vuelta y muchos pasos que di, encontré una cafetería que recordé haber visto y gracias a ella empecé a guiarme. Al poco tiempo descubrí que me había bajado solo una cuadra antes-Lucy y Tom respiraron con alivio y los tres nos relajamos al mismo tiempo-Llegué y le conté todo a Emil. Ese momento marcó un un gran avance para mí-

-No puedo creerlo-Lucy se levantó de su asiento-Cuánta tensión-recogió los restos que habían quedado de su comida y los tiró en el pequeño bote de basura que había a un lado de nosotros

-Supongo que eso fue lo más complicado-dijo Tom y lo pensé durante unos instantes hasta que recordé otro dato

-Sí… pero creo que lo más complicado fue cuando Emil me dijo que intentara encontrar una actividad fuera del apartamento-

-¿Algo como un pasatiempo?-Lucy volvió a tomar asiento y continuó con el mismo interés en saber más sobre mi terapia

-No, pero descubrí mi pasatiempo mientras cumplía el nuevo reto de Emil-

-¿De qué se trató?-Tom preguntó

-Hace menos de un año conseguí un trabajo-

-¡¿Qué?!-observé a Lucy y a Tom

-Sí, conseguí un trabajo-afirmé y me sentí orgulloso de mí mismo al ver la sorpresa en el rostro de ambos

-No puede ser…-Tom murmuró mientras sostenía su cabeza entre sus manos-Siento que mi cabeza va a explotar. Hoy me he enterado de muchas cosas-suspiró-Primero lo de la terapia de Sean y ahora de que Dany se consiguió un trabajo-las palabras de Tom salieron como si nada, pero el cambio en el ambiente fue notable.

De reojo me di cuenta del momento exacto en que Sean se ponía tenso y, sin que volteara a verlo, supe que estaba viéndome.

Tom…

Tom había hablado de más.

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer <3

 


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