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Fugitivos III: La razón por diidi1897

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Muchas gracias por continuar leyendo <3

 


 


En el capítulo anterior…


-¿Por qué no les cuentas sobre Melissa?-al terminar de escuchar sus palabras, volteé a verlo en menos de medio segundo.


¿Qué?


¿Por qué la mencionaba?


¿Por qué la mencionaba justo en ese momento?


Observé a Sean con la intención de obtener alguna de mirada que me diera una respuesta a mi pregunta silenciosa, pero no me dio ninguna


-¿Melissa? ¿Quién es Melissa?-la curiosidad fue notable en el rostro de Lucy


-No es nadie-me apresuré para evitar que Sean volviera a ganarme la palabra-Solo fue una clienta-busqué restar importancia al asunto. Pero, de nueva cuenta, no me esperé las siguientes palabras por parte de Sean


-Una clienta que invitó a Daniel a salir-


 


Narra Daniel


-¿Qué?-el primero en reaccionar, fue Tom-¿Cómo?-se removió sobre su asiento y recargó ambos antebrazos sobre la mesa. Su curiosidad era casi palpable-¿Dany?-llamó mi atención y exhalé. Aparté mi mirada de Sean para colocarla en Tom


-No es nadie-repetí mientras mis dedos empezaban a jugar con la envoltura de mi galleta que, para ese entonces, ya me había terminado


-¿Nadie? Pero Sean dijo que ella te invitó a salir ¿Cómo fue?-Tom sonrió-¿Qué sucedió?-me removí sobre mi asiento. Evité las miradas de Lucy y Tom mientras mi mente empezaba a trabajar a gran velocidad para intentar formular alguna excusa o algo que me ayudara en no dar una respuesta, pero me fue imposible pensar en algo


-Solo salimos un par de veces. Nada más-


-¿Salir? ¿Te refieres a salir en una cita?-ésta vez, las preguntas fueron por parte de Lucy-Tuviste citas con esa chica… ¿Melissa?-mi boca se entreabrió


-Si…-mi mente volvió a quedar en blanco. En ese momento, no supe cómo responder a sus preguntas porque no me esperaba que Sean sacara el tema de la nada.


Equivocadamente creí que ese asunto ya había quedado zanjado


-No puedo creerlo-Tom murmuró-¿Ella te invitó a salir?-asentí y aclaré mi garganta mientras mis dedos continuaban con ese movimiento nervioso que no podía calmar. Me sentía molesto y un poco traicionado.


Sean había traído de regreso ese tema y, aunque Lucy y Tom solo estaban sorprendidos por el hecho de que yo tuve citas, no tenían ni idea de lo que esas citas significaron y continuaban significando para Sean.


Podía parecer que una cosa no tenía nada que ver con la otra, pero lo tenía.


Vaya que lo tenían.


Melissa fue y, al parecer, continuaba siendo la excusa perfecta para Sean


-¿Y cómo fueron la citas?-estuve a punto de sentirme abrumado por las preguntas de Lucy, pero cuando Sean se levantó de su asiento y sin dirigirnos una mirada salió de la cocina, mi mente se aclaró solo un poco.


Su presencia se volvía insoportable cuando ese tema estaba en el aire. Y yo no me quedaba atrás, mi cuerpo se tensaba casi en automático y me era muy complicado poner en orden mis pensamientos.


Ahora que Sean ya no estaba presente, exhalé con alivio y me reacomodé sobre mi asiento para empezar a contar la anécdota “divertida”


-Solo salimos tres veces-di un gran suspiro y decidí continuar. Lo mejor era contar todo en ese momento para evitar más preguntas-Ella era una clienta frecuente de la tienda. Siempre iba cada 3 días para comprar una caja de chocolates, a veces compraba las de edición limitada-relamí mis labios y mis dedos por fin dejaron en paz la envoltura de la galleta-Al principio yo no la atendía, pero cuando estuve más familiarizado con los productos, llegó el día que me tocó atenderla-Lucy y Tom voltearon a verse con cierta emoción contenida-Yo… tengo la costumbre de no ver el rostro de los clientes cuando los atiendo, siempre enfoco mi mirada en lo que mis manos estén haciendo porque así me siento menos nervioso. A Melissa ya la ubicaba de lejos, pero nunca vi su rostro hasta que, en una ocasión, me llamó por mi nombre-


Escena Retrospectiva (Flash Back)


-¿Daniel?-mis manos dejaron de armar el moño de la caja de chocolates que reposaba sobre el mostrador y, muy lentamente, elevé mi mirada.


Lo primero que me encontré fue con una sonrisa que dejaba ver los dientes blancos de su dueña. Y cuando mi mirada se encontró con la de ella, su sonrisa alcanzó a sus ojos. Pasé saliva


-¿Si?-


-No es nada-elevó ambos hombros sin dejar de sonreír-Solo tenía curiosidad. En todo el tiempo que llevas atendiéndome, ni una sola vez has volteado a verme-sonreí más por los nervios que por otro cosa


-Ah… sí. Disculpa, así me pongo menos nervioso-expliqué


-No pasa nada-se cruzó de brazos-¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?-


-En una semana más hago 4 meses-coloqué cinta adhesiva en una esquina de la caja y el moño dorado por fin quedó terminado-Listo-le entregué la caja y ella la recibió con las dos manos.


Creí que con su mercancía entre sus manos ella se iría, pero no se movió ni un poco


-Qué extraño. Llevo más de 5 años comprando aquí y no te había visto-


-Yo atiendo en éste mostrador. Creo que tú siempre vas al que atiende Norman-con mi barbilla, señalé hacia el mostrador que quedaba justo frente a la entrada principal de la tienda. Ese era el primer mostrador que vi cuando pregunté por el trabajo.


Norman era un trabajador que llevaba más de 3 años en la tienda y por eso estaba en ese lugar debido a que ahí eran atendidos más clientes. Él me caía bien. Era alguien agradable y era muy bueno tratando con los clientes. No se ponía nervioso y era quien ahora supervisaba mi trabajo. También él fue el encargado de enseñarme una que otra cosa y era quien aclaraba la mayoría de mis dudas.


Solo nosotros dos, más nuestro jefe, éramos los que atendíamos la tienda


-Entonces ya sabías que soy clienta de ésta tienda-


-Sí, un poco-mis manos no tardaron en buscar algo con qué entretenerse y lo único que pude hacer, para simular un poco mis nervios por estar hablando de más con una clienta, fue reacomodar los chocolates de la estantería que se encontraba a mis espaldas.


Creí que dándole la espalda iba a ser suficiente para que ella se retirara, pero no lo hizo


-¿Te gusta trabajar aquí?-escuché su pregunta estando aún de espaldas


-Si. Me gusta el chocolate-anuncié y escuché su risa


-¿A quién no le gusta el chocolate?-continuó riendo.


A pesar de que no me sentí tan nervioso, sus preguntas continuaron mientras internamente deseaba que se retirara. No estaba acostumbrado a mantener pláticas tan extensas con alguien que no fuera Emil o Sean.


Pero para mala suerte de un tímido como yo, ese no fue nuestro primer ni último encuentro.


Fin Escena Retrospectiva (Flash Back)


 


-¿Y cómo sabía tu nombre? Tal vez era una acosadora y tú ni en cuenta-me reí por las suposiciones de Tom


-No. En mi uniforme tenía un gafete-elevé ambos hombros-Supongo que ahí lo vio-


-No lo sé, esa chica me parece extraña-dijo Lucy mientras recargaba su barbilla sobre su puño


-Más bien… era muy directa. A la segunda vez que cruzamos palabras me preguntó si no tenía planes en mi día libre y cuando le dije que no, me invitó a salir-Tom ahogó un grito de emoción-Y creí que con esa salida sería todo, pero no. Ella empezó a ir a la tienda casi a diario. Y aunque solo compraba una barra de chocolate, siempre lo hacía en mi mostrador y se quedaba cerca de una hora. No importaba si yo atendía a otros clientes, ella se esperaba y después continuaba haciéndome preguntas o me contaba cosas de ella-


-Era una chica muy insistente-Lucy murmuró-¿Cómo les fue en su primera cita? ¿Estabas nervioso?-


-En realidad, no sabía que se trataba de una cita-pero ahora era diferente.


A comparación de antes, ya sabía perfectamente de lo que trataban las citas; así como de las relaciones amorosas y las de amistad.


Recordaba que en la fábrica me encontraba interesado en esos temas porque quería entender lo que sentía por Sean, pero después esa curiosidad pasó a otro plano porque para lo único que hubo espacio en mi mente durante más de 3 años fue el asunto de mi salud física y mental. No tuve tiempo ni fuerzas para pensar en nada más.


Y con mi rehabilitación, el tiempo que pasaba pensando en mis traumas pasó a convertirse, de nueva cuenta, en un casi insaciable interés por comprender lo que había entre Sean y yo.


Quería comprender lo que sucedía y lo que no sucedía entre los dos.


Las películas románticas y dramáticas me aclararon varias cosas y en muchas otras ocasiones terminaron por confundirme aún más. Emil me explicó que esos eran temas que aún en la actualidad nadie comprendía en su totalidad y que poco a poco iría descubriéndolos conforme me relacionara con más personas. También, con el tiempo iría dándoles mi propio significado.


De nuevo, no se equivocó.


Melissa fue como un detonante para todos esos temas. Y continuaba siendo el detonante para algunas discusiones que tenía con Sean. Por esa razón prefería no hablar más de Melissa, pero ahora me daba cuenta de que a Sean le convenía que Lucy y Tom se enteraran porque ellos dos eran seres que necesitaban saber todo de todos.


Ahora no quedaba otra opción más que ponerlos al tanto y aprovechar la oportunidad para dejarles las cosas en claro respecto a Melissa.


No sabía el motivo exacto del por qué Sean había sacado el tema, pero no iba a permitir que continuara siendo relevante. Porque para mí, ya no lo era


-Cuando le pregunté a Sean, él me dijo que era como una salida de amigos, así que todo lo vi de esa manera-relamí mis labios-Y continúo viéndolo de esa manera-


A pesar de que continuaba viendo el asunto como amigos, ni Melissa ni Sean opinaban lo mismo


-Entonces Sean sabía de ella-dijo Tom


-¡Claro! Siempre le contaba de mi trabajo y poco a poco empecé a hablarle de Melissa-seguía sin saber si eso fue un error. Pero estaba seguro de que fue algo inevitable.


Era inevitable que Sean no supiera de Melissa y viceversa. También fue imposible evitar que no se encontraran


-¿Qué hicieron en su primera cita? ¿A dónde fueron? Necesito los detalles-Tom formó en puño sus manos y golpeó levemente la mesa como si estuviera exigiendo una respuesta. No tuve problema en dársela


-Melissa me enseñó varias calles famosas de Zúrich y después fuimos a una cafetería. Ahí platicamos más-sí, eso había sido todo. Recordaba muy vagamente ese día. Apenas fueron casi 3 horas las que pasé junto a ella y solo pensaba en que quería que tomara un poco de distancia y que no hablara tan rápido.


Melissa me recordó mucho a Ana. Ambas tenían grandes reservas de energía dentro de ellas.


Solo llegué a disfrutar del paseo porque las calles eran muy bonitas. Y lo único que pude pensar fue que, tal vez, hubiera disfrutado más si Sean hubiera estado en el lugar de Melissa


-¿Y el resto de las citas?-


-No fueron diferentes a la primera. Solo acordábamos un lugar para encontrarnos y después caminábamos hasta que nos sentábamos en algún parque para descansar mientras comíamos o bebíamos algo. Nada más-


-¿Ya no hubo más salidas?-


-No, solo tres-aseguré


-¿Y siguen en contacto?-observé a Lucy. Ella, a comparación de Tom, ya no se veía tan emocionada con el asunto de Melissa


-De vez en cuando me manda mensajes, pero me tomo mi tiempo para responderle. Solo me saluda y me pregunta cómo estoy. Eso es todo-


Hubo un largo silencio hasta que Tom gritó


-¡Nooo, Dany! De seguro le rompiste el corazón cuando supo que regresabas a Múnich-


¿Romperle el corazón?


-Aún no se lo he dicho. Lo que ya sabe es que dejé de trabajar en la tienda. Me mandó un mensaje para preguntarme, pero aún no le respondo-y no pensaba responderle en lo que quedaba de semana y de mes. Tal vez de año.


No era como si tuviera la necesidad de explicárselo ¿O sí?


Después de la plática sobre mis citas con Melissa, compartimos unos minutos más juntos hasta que Lucy fue la primera en despedirse para ir a dormir. Tom me preguntó un poco más sobre Melissa hasta que bostezó y también se despidió. Yo me encargué de apagar todas las luces del primer piso y, a diferencia de la noche anterior, cada escalón de la escalera empecé a subirlo con un objetivo en mente.


Ésta vez no pensaba pedirle una disculpa a Sean.


Ésta vez no me encontraba avergonzado.


Ésta vez, quería dejar las cosas en claro.


Quería preguntarle por qué había sacado el tema de Melissa. Entendía que ella estaba relacionada con mi trabajo porque fue ahí en donde la conocí, pero ella no era todo mi trabajo. Había muchas otras cosas de las que podía platicar.


Entré a la habitación sin avisar y me encontré con Sean sentado en la orilla de la cama. Le di un vistazo rápido y supe que apenas había terminado de bañarse. Su cabello aún goteaba y una toalla estaba sujeta a su cintura.


Aparté mi mirada y cerré la puerta a mis espaldas


-Sean…-


-Si es algo relacionado con Melissa, prefiero no hablar más de ella-si ya estaba molesto, al escucharlo terminé por enojarme


-Fuiste tú quien la mencionó. En primera no tuviste por qué hacerlo-


-Lucy te preguntó por una anécdota divertida-sonrió de lado-Creo que la anécdota con Melissa es graciosa-me crucé de brazos


-Para mí no lo fue-Sean se levantó de la cama. Se colocó su bóxer y se quitó la toalla de la cintura


-¿No? Creí que sí-continuó sonriendo como si nada


-Sean…-tomé asiento en la orilla de la cama y él continuó vistiéndose como si no me hubiera escuchado llamarle.


Mientras lo observaba moverse de un lado a otro, pensé en si realmente valía la pena pedirle una explicación. Por lo menos no una explicación detallada, pero sí quería comprender del porqué había hecho mención de Melissa. No podía creer eso de que habló de ella porque se trataba de una “anécdota divertida”.


Tal vez de anécdota sí tenía algo, pero de divertida no.


Yo sí quería la explicación, pero corría con el riesgo de empezar otra de tantas discusiones que tenía con Sean cada que el nombre de Melissa se escuchaba


-¿Por qué les dijiste que salí con ella?-


-¿No fue así?-


-Bueno, sí. Pero…-Sean pasó frente a mí y aproveché esa oportunidad para tomarlo de la mano y hacer que se detuviera-Ya te había dicho que no significó nada para mí-nuestras miradas se encontraron e intenté ser lo más convincente posible.


Porque, aunque no le estaba mintiendo, necesitaba que Sean me creyera.


Desde hace meses necesitaba que me creyera


-Lo sé-intentó apartar su mano, pero no se lo permití. Odiaba ese “lo sé”.


Sean… si ya lo sabías ¿Por qué hacías lo contrario?


-¿Entonces por qué la mencionaste? El asunto con Melissa ya quedó atrás-volví a repetírselo


-Lucy te preguntó por…-


-Sí, si ya sé. Ya sé-solté su mano y me dejé caer de espaldas sobre la cama. Cubrí mi rostro con ambas manos y exhalé con frustración.


Otra vez estaba sucediendo.


Otra vez estaba estancado.


Ya sabía. Ya sabía que debía dejar el tema en paz, pero no podía. Por más que lo intentaba era complicado avanzar cuando veía y convivía con Sean durante todos los días a cada momento.


Hace un día atrás no quería que encontráramos un apartamento porque eso significaría poner más distancia entre él y yo. Pero eran justo éstos momentos en los que deseaba que cada quien tuviera su espacio para que así pudiera desahogarme.


A veces sentía que me asfixiaba con su presencia, pero también sentía que no podía respirar cuando él no estaba.


Verlo o saber en dónde se encontraba siempre me era suficiente. Con solo eso me sentía lleno y satisfecho.


Con solo observarlo a la distancia me era más que suficiente.


Pero eso ya no estaba llenándome.


Si hace una semana éste acercamiento para mí era lo justo y necesario, ahora necesitaba de más.


Me enderecé abruptamente.


En ese momento, no soporté ni un segundo más tener que respirar el mismo aire que Sean, así que tomé una decisión. Mientras él estaba lavándose los dientes, aproveché para tomar mi almohada y sacar una manta del clóset.


Si Sean buscaba espacio, iba a dárselo.


Por ahora, por ésta noche, iba a ceder. De nuevo.


Estaba cansado y harto de la situación.


Sin decirle nada más, salí de la habitación y fui rumbo a la sala.


Acomodé la almohada en el sofá más grande que teníamos y me dejé caer como peso muerto sobre él. Encendí la televisión, busqué una película y, pese a que no pude dejar de pensar en el asunto, sentí que el aire a mi alrededor ya no me asfixiaba.


 ____________________________________________________________________________


 


Desperté sin abrir los ojos.


Lo primero que noté fue el muy ligero dolor que tenía en el cuello. Lo moví de un lado a otro para intentar quitarme lo entumido, pero no conseguí grandes resultados. Me enderecé y bostecé un par de veces antes de estirar mis brazos y piernas para despertarme por completo.


Los siguientes primeros minutos de la mañana los gasté sin moverme ni un poco hasta que reaccioné y volví a recostarme para empezar a ver un poco de televisión matutina


-Dany… ¿Dormiste en el sofá?-vi que Lucy bajaba las escaleras. Se acercó a mí mientras terminaba de hacerse una cola de caballo.


Noté que ya llevaba puesta su filipina y el resto de su uniforme. Estaba lista para ir a trabajar


-Sí-mi mirada pasó a la televisión y cambié de canal


-¿Puedo saber por qué?-elevé ambos hombros-¿No podías dormir y por eso viniste aquí?-dejé el control a un lado porque no había nada más en la televisión que noticias y películas malas. Me enderecé y ella no tardó en tomar asiento a mi lado


-Creo que sí-suspiré


-Ay no… ¿Qué sucede?-pasó un brazo sobre mis hombros y me atrajo hacia ella-¿Tom te hizo otra cosa?-negué-Entonces… Fue Sean-


No preguntó, pero yo asentí


-¿Ahora qué te hizo ese intento de homo sapiens?-


-No quiero hablar de eso-pedí. Lucy volvió a estrecharme entre sus brazos y ambos nos quedamos en silencio viendo un infomercial matutino al que no le encontré mucho sentido.


El infomercial prometía que, si comprabas el aparato de ejercicio que anunciaban, ibas a bajar de peso y hacer músculo. También aseguraban conseguir resultados sin ningún esfuerzo y eso era imposible.


Nada, sin esfuerzo, resultaba


-Ok. Tengo que irme-anunció Lucy después de unos minutos-Nos vemos en la noche. Pórtense bien ¿De acuerdo?-asentí. Lucy me besó una mejilla y después se marchó.


Me dediqué a buscar algo que ver en la televisión hasta que me harté del sofá. Me levanté y pasé varios minutos frente a la puerta corrediza que daba al jardín. Disfruté de la vista entre café y verdosa de los arbustos y árboles que me rodeaban; mientras que los escasos rayos de sol se estrellaban contra mi rostro.


¿Por qué si Sean lo sabía hacía como si no supiera nada?


Por más que lo pensaba no lograba comprenderlo.


No quería preguntarle directamente porque tenía miedo de escuchar su respuesta. Aun así, sabía que continuaba siendo una respuesta negativa. Y por más que lo intentaba, no conseguía generar ni el más mínimo cambio entre los dos.


Solo provocaba una que otra discusión o separación entre los dos como la de anoche.


Y la rutina era la misma. Siempre.


“Discutíamos”, tomábamos distancia y después estábamos como si nada hubiera pasado. Continuábamos comprando juntos, preparando la comida juntos, comiendo juntos y saliendo a pasear juntos. El tema persistía sobre nuestras cabezas y bajaba a nuestras bocas cuando apenas lo rozábamos.


Era un bucle que, como Emil había dicho, del cual no salía nada bueno. Solo desgaste.


Podría hacer algo más, pero no sabía qué es lo que había en ese “algo más”. Lo único que podía vislumbrar era que provocaría la total separación entre Sean y yo. Y no quería eso. No por ahora.


Por eso, prefería terminar las discusiones e irme a otro lugar para que ese “algo más” no nos alcanzara.


Me estiré una vez más justo cuando escuché pasos en la escalera. No volteé a ver a Sean porque ni siquiera quería cruzar palabra con él, pero como ya era costumbre, fui débil


-¿Saldrás a correr?-di media vuelta


-No-negué con la cabeza.


Esperé algún comentario de su parte sobre mi decisión de no cumplir con la rutina; también esperé que me preguntara del porqué había dormido en la sala, pero nada salió de su boca.


Solo giró y salió de casa.


Me entretuve viendo el jardín durante unos cuantos minutos hasta que Ben bajó a la sala portando su uniforme y sosteniendo su pequeña mochila con una mano.


Ambos nos saludamos y después de que le hice preguntas sobre su escuela, sus clases y sus compañeros, él se dedicó a revisar lo que iba a llevar ese día a la escuela. No fue muy difícil. Solo llevaba un libro de historias, una libreta, lápices de colores y dos juguetes; el Sr. Conejo y un carrito de ambulancia.


Tom bajó después y ambos fuimos a dejar a Ben a la escuela.


Después de que estuvimos de regreso, nos encontramos con Sean preparando el desayuno.


Durante todo momento me aseguré de que Tom no notara ninguna diferencia entre la manera en que Sean y yo nos tratamos. Fingí bien al mantener una muy animada y agradable conversación con Tom mientras Sean hacía otras cosas.


Cuando terminamos de desayunar, cada quien fue a diferentes áreas de la casa. Tom se aplastó frente a la televisión de la sala para jugar sus videojuegos, Sean dijo que iba a ordenar su estudio y yo disfruté del jardín de la casa.


Después de que revisé cada planta y flor que había, tomé asiento sobre el pasto e inhalé el aire limpio y puro. El clima no era tan frío pese a que estaba nublado. Los rayos del sol se asomaban durante unos cuantos segundos para después volver a esconderse.


Escuché una vez más los gritos de emoción que Tom soltaba cada que lograba cumplir una misión de su videojuego y cuando por fin el silencio reinó, decidí que era buen momento para hacer esa llamada que había retrasado porque no sabía bien qué iba a decir.


Pero hoy, después de lo que había pasado con Sean, por fin caía en cuenta de que necesitaba de un consejo externo.


Marqué y a los tres tonos, Emil contestó


-Creí que me llamarías la primera noche-escuchar su voz, después de más de una semana, me hizo sonreír.


Emil se había convertido en alguien en quien podía confiar.


Era una persona importante para mí. Conocía todo de mí y, aun así, nunca me había juzgado. Todo lo contrario, me escuchaba, me apoyaba y me daba consejos. También me hacía muchas preguntas y siempre “exigía” una respuesta sincera a cada una de ellas.


No podíamos llamarnos amigos porque aún existía esa delgada línea entre los dos que nos mantenía como psiquiatra y paciente. Aunque, siendo sinceros, yo ya lo consideraba como un amigo.


Pero era mí secreto


-Quise hacerlo, pero estaba más cansado que ansioso-suspiré


-Te creo. Qué bueno que preferiste descansar a preocuparte en vano-estuve muy de acuerdo con sus palabras-Cuéntame ¿Cómo te está yendo?-


-Bien. Aquí como allá todo es tranquilo-


Empecé a arrancar uno que otro pasto para entretenerme mientras le contaba todo lo que había hecho desde el primer día que llegué a Múnich.


Conforme la conversación avanzaba, tuve claras oportunidades para contarle sobre mi problema con Sean, pero no pude decirle nada. Emil lo sabía. Por supuesto que sabía de mi asunto con Sean.


¿Qué cosa no sabía sobre mí?


Aun así, no pude decírselo. Las palabras no brotaron.


Sentía que ya le estaba dando importancia de más a ese asunto y, pese a que sabía que Emil nunca se hartaría de mis mismas preocupaciones y problemas, no quise decirle nada.


Sabía que Emil se había percatado de que algo no andaba bien, pero no me preguntó nada. Ni tampoco intentó obtener información de alguna manera.


Él sabía cuándo y cómo darme mi espacio. Él esperaría a que yo se lo platicara después de que ordenara las palabras y las ideas en mi cabeza. Así era como él me ayudaba en la actualidad; era muy diferente a como lo hizo desde un principio.


Podría decirte que antes era más invasivo. Era más severo y me manipulaba tan bien que siempre terminaba por contarle todo.


Ahora me escuchaba cuando lo necesitaba y me daba apoyo o consejos cuando los requería.


No más. No menos.


Si mi terapia fue algo progresivo y con escalas, mi relación con Emil también lo era.


Poco a poco íbamos tomando distancia para que yo no me volviera un dependiente de él junto a su apoyo y a sus consejos.


Pero aún lo necesitaba.


Aún necesitaba de la terapia.


Terminé mi llamada con Emil prometiéndole que lo llamaría, por lo menos, cada quince días para platicarle sobre mis nuevos avances, tropiezos o descubrimientos.


Disfruté un poco más del clima hasta que me llegó un nuevo mensaje al celular


-No puede ser…-sonreí al leer el contenido del texto.


Fue una gran sorpresa. Siempre lo era.


Aún no descubría cómo es que él sabía cuando algo no andaba bien. Era como si tuviera una alarma en su casa que sonaba cada que yo andaba con una preocupación en una mano y con Sean en la otra mano.


Era increíble.


 


No contesté su mensaje porque decidí marcarle.


-¿Por qué no les cuentas sobre Melissa?-al terminar de escuchar sus palabras, volteé a verlo en menos de medio segundo.


¿Qué?


¿Por qué la mencionaba?


¿Por qué la mencionaba justo en ese momento?


Observé a Sean con la intención de obtener alguna de mirada que me diera una respuesta a mi pregunta silenciosa, pero no me dio ninguna


-¿Melissa? ¿Quién es Melissa?-la curiosidad fue notable en el rostro de Lucy


-No es nadie-me apresuré para evitar que Sean volviera a ganarme la palabra-Solo fue una clienta-busqué restar importancia al asunto. Pero, de nueva cuenta, no me esperé las siguientes palabras por parte de Sean


-Una clienta que invitó a Daniel a salir-


 


Narra Daniel


-¿Qué?-el primero en reaccionar, fue Tom-¿Cómo?-se removió sobre su asiento y recargó ambos antebrazos sobre la mesa. Su curiosidad era casi palpable-¿Dany?-llamó mi atención y exhalé. Aparté mi mirada de Sean para colocarla en Tom


-No es nadie-repetí mientras mis dedos empezaban a jugar con la envoltura de mi galleta que, para ese entonces, ya me había terminado


-¿Nadie? Pero Sean dijo que ella te invitó a salir ¿Cómo fue?-Tom sonrió-¿Qué sucedió?-me removí sobre mi asiento. Evité las miradas de Lucy y Tom mientras mi mente empezaba a trabajar a gran velocidad para intentar formular alguna excusa o algo que me ayudara en no dar una respuesta, pero me fue imposible pensar en algo


-Solo salimos un par de veces. Nada más-


-¿Salir? ¿Te refieres a salir en una cita?-ésta vez, las preguntas fueron por parte de Lucy-Tuviste citas con esa chica… ¿Melissa?-mi boca se entreabrió


-Si…-mi mente volvió a quedar en blanco. En ese momento, no supe cómo responder a sus preguntas porque no me esperaba que Sean sacara el tema de la nada.


Equivocadamente creí que ese asunto ya había quedado zanjado


-No puedo creerlo-Tom murmuró-¿Ella te invitó a salir?-asentí y aclaré mi garganta mientras mis dedos continuaban con ese movimiento nervioso que no podía calmar. Me sentía molesto y un poco traicionado.


Sean había traído de regreso ese tema y, aunque Lucy y Tom solo estaban sorprendidos por el hecho de que yo tuve citas, no tenían ni idea de lo que esas citas significaron y continuaban significando para Sean.


Podía parecer que una cosa no tenía nada que ver con la otra, pero lo tenía.


Vaya que lo tenían.


Melissa fue y, al parecer, continuaba siendo la excusa perfecta para Sean


-¿Y cómo fueron la citas?-estuve a punto de sentirme abrumado por las preguntas de Lucy, pero cuando Sean se levantó de su asiento y sin dirigirnos una mirada salió de la cocina, mi mente se aclaró solo un poco.


Su presencia se volvía insoportable cuando ese tema estaba en el aire. Y yo no me quedaba atrás, mi cuerpo se tensaba casi en automático y me era muy complicado poner en orden mis pensamientos.


Ahora que Sean ya no estaba presente, exhalé con alivio y me reacomodé sobre mi asiento para empezar a contar la anécdota “divertida”


-Solo salimos tres veces-di un gran suspiro y decidí continuar. Lo mejor era contar todo en ese momento para evitar más preguntas-Ella era una clienta frecuente de la tienda. Siempre iba cada 3 días para comprar una caja de chocolates, a veces compraba las de edición limitada-relamí mis labios y mis dedos por fin dejaron en paz la envoltura de la galleta-Al principio yo no la atendía, pero cuando estuve más familiarizado con los productos, llegó el día que me tocó atenderla-Lucy y Tom voltearon a verse con cierta emoción contenida-Yo… tengo la costumbre de no ver el rostro de los clientes cuando los atiendo, siempre enfoco mi mirada en lo que mis manos estén haciendo porque así me siento menos nervioso. A Melissa ya la ubicaba de lejos, pero nunca vi su rostro hasta que, en una ocasión, me llamó por mi nombre-


Escena Retrospectiva (Flash Back)


-¿Daniel?-mis manos dejaron de armar el moño de la caja de chocolates que reposaba sobre el mostrador y, muy lentamente, elevé mi mirada.


Lo primero que me encontré fue con una sonrisa que dejaba ver los dientes blancos de su dueña. Y cuando mi mirada se encontró con la de ella, su sonrisa alcanzó a sus ojos. Pasé saliva


-¿Si?-


-No es nada-elevó ambos hombros sin dejar de sonreír-Solo tenía curiosidad. En todo el tiempo que llevas atendiéndome, ni una sola vez has volteado a verme-sonreí más por los nervios que por otro cosa


-Ah… sí. Disculpa, así me pongo menos nervioso-expliqué


-No pasa nada-se cruzó de brazos-¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?-


-En una semana más hago 4 meses-coloqué cinta adhesiva en una esquina de la caja y el moño dorado por fin quedó terminado-Listo-le entregué la caja y ella la recibió con las dos manos.


Creí que con su mercancía entre sus manos ella se iría, pero no se movió ni un poco


-Qué extraño. Llevo más de 5 años comprando aquí y no te había visto-


-Yo atiendo en éste mostrador. Creo que tú siempre vas al que atiende Norman-con mi barbilla, señalé hacia el mostrador que quedaba justo frente a la entrada principal de la tienda. Ese era el primer mostrador que vi cuando pregunté por el trabajo.


Norman era un trabajador que llevaba más de 3 años en la tienda y por eso estaba en ese lugar debido a que ahí eran atendidos más clientes. Él me caía bien. Era alguien agradable y era muy bueno tratando con los clientes. No se ponía nervioso y era quien ahora supervisaba mi trabajo. También él fue el encargado de enseñarme una que otra cosa y era quien aclaraba la mayoría de mis dudas.


Solo nosotros dos, más nuestro jefe, éramos los que atendíamos la tienda


-Entonces ya sabías que soy clienta de ésta tienda-


-Sí, un poco-mis manos no tardaron en buscar algo con qué entretenerse y lo único que pude hacer, para simular un poco mis nervios por estar hablando de más con una clienta, fue reacomodar los chocolates de la estantería que se encontraba a mis espaldas.


Creí que dándole la espalda iba a ser suficiente para que ella se retirara, pero no lo hizo


-¿Te gusta trabajar aquí?-escuché su pregunta estando aún de espaldas


-Si. Me gusta el chocolate-anuncié y escuché su risa


-¿A quién no le gusta el chocolate?-continuó riendo.


A pesar de que no me sentí tan nervioso, sus preguntas continuaron mientras internamente deseaba que se retirara. No estaba acostumbrado a mantener pláticas tan extensas con alguien que no fuera Emil o Sean.


Pero para mala suerte de un tímido como yo, ese no fue nuestro primer ni último encuentro.


Fin Escena Retrospectiva (Flash Back)


 


-¿Y cómo sabía tu nombre? Tal vez era una acosadora y tú ni en cuenta-me reí por las suposiciones de Tom


-No. En mi uniforme tenía un gafete-elevé ambos hombros-Supongo que ahí lo vio-


-No lo sé, esa chica me parece extraña-dijo Lucy mientras recargaba su barbilla sobre su puño


-Más bien… era muy directa. A la segunda vez que cruzamos palabras me preguntó si no tenía planes en mi día libre y cuando le dije que no, me invitó a salir-Tom ahogó un grito de emoción-Y creí que con esa salida sería todo, pero no. Ella empezó a ir a la tienda casi a diario. Y aunque solo compraba una barra de chocolate, siempre lo hacía en mi mostrador y se quedaba cerca de una hora. No importaba si yo atendía a otros clientes, ella se esperaba y después continuaba haciéndome preguntas o me contaba cosas de ella-


-Era una chica muy insistente-Lucy murmuró-¿Cómo les fue en su primera cita? ¿Estabas nervioso?-


-En realidad, no sabía que se trataba de una cita-pero ahora era diferente.


A comparación de antes, ya sabía perfectamente de lo que trataban las citas; así como de las relaciones amorosas y las de amistad.


Recordaba que en la fábrica me encontraba interesado en esos temas porque quería entender lo que sentía por Sean, pero después esa curiosidad pasó a otro plano porque para lo único que hubo espacio en mi mente durante más de 3 años fue el asunto de mi salud física y mental. No tuve tiempo ni fuerzas para pensar en nada más.


Y con mi rehabilitación, el tiempo que pasaba pensando en mis traumas pasó a convertirse, de nueva cuenta, en un casi insaciable interés por comprender lo que había entre Sean y yo.


Quería comprender lo que sucedía y lo que no sucedía entre los dos.


Las películas románticas y dramáticas me aclararon varias cosas y en muchas otras ocasiones terminaron por confundirme aún más. Emil me explicó que esos eran temas que aún en la actualidad nadie comprendía en su totalidad y que poco a poco iría descubriéndolos conforme me relacionara con más personas. También, con el tiempo iría dándoles mi propio significado.


De nuevo, no se equivocó.


Melissa fue como un detonante para todos esos temas. Y continuaba siendo el detonante para algunas discusiones que tenía con Sean. Por esa razón prefería no hablar más de Melissa, pero ahora me daba cuenta de que a Sean le convenía que Lucy y Tom se enteraran porque ellos dos eran seres que necesitaban saber todo de todos.


Ahora no quedaba otra opción más que ponerlos al tanto y aprovechar la oportunidad para dejarles las cosas en claro respecto a Melissa.


No sabía el motivo exacto del por qué Sean había sacado el tema, pero no iba a permitir que continuara siendo relevante. Porque para mí, ya no lo era


-Cuando le pregunté a Sean, él me dijo que era como una salida de amigos, así que todo lo vi de esa manera-relamí mis labios-Y continúo viéndolo de esa manera-


A pesar de que continuaba viendo el asunto como amigos, ni Melissa ni Sean opinaban lo mismo


-Entonces Sean sabía de ella-dijo Tom


-¡Claro! Siempre le contaba de mi trabajo y poco a poco empecé a hablarle de Melissa-seguía sin saber si eso fue un error. Pero estaba seguro de que fue algo inevitable.


Era inevitable que Sean no supiera de Melissa y viceversa. También fue imposible evitar que no se encontraran


-¿Qué hicieron en su primera cita? ¿A dónde fueron? Necesito los detalles-Tom formó en puño sus manos y golpeó levemente la mesa como si estuviera exigiendo una respuesta. No tuve problema en dársela


-Melissa me enseñó varias calles famosas de Zúrich y después fuimos a una cafetería. Ahí platicamos más-sí, eso había sido todo. Recordaba muy vagamente ese día. Apenas fueron casi 3 horas las que pasé junto a ella y solo pensaba en que quería que tomara un poco de distancia y que no hablara tan rápido.


Melissa me recordó mucho a Ana. Ambas tenían grandes reservas de energía dentro de ellas.


Solo llegué a disfrutar del paseo porque las calles eran muy bonitas. Y lo único que pude pensar fue que, tal vez, hubiera disfrutado más si Sean hubiera estado en el lugar de Melissa


-¿Y el resto de las citas?-


-No fueron diferentes a la primera. Solo acordábamos un lugar para encontrarnos y después caminábamos hasta que nos sentábamos en algún parque para descansar mientras comíamos o bebíamos algo. Nada más-


-¿Ya no hubo más salidas?-


-No, solo tres-aseguré


-¿Y siguen en contacto?-observé a Lucy. Ella, a comparación de Tom, ya no se veía tan emocionada con el asunto de Melissa


-De vez en cuando me manda mensajes, pero me tomo mi tiempo para responderle. Solo me saluda y me pregunta cómo estoy. Eso es todo-


Hubo un largo silencio hasta que Tom gritó


-¡Nooo, Dany! De seguro le rompiste el corazón cuando supo que regresabas a Múnich-


¿Romperle el corazón?


-Aún no se lo he dicho. Lo que ya sabe es que dejé de trabajar en la tienda. Me mandó un mensaje para preguntarme, pero aún no le respondo-y no pensaba responderle en lo que quedaba de semana y de mes. Tal vez de año.


No era como si tuviera la necesidad de explicárselo ¿O sí?


Después de la plática sobre mis citas con Melissa, compartimos unos minutos más juntos hasta que Lucy fue la primera en despedirse para ir a dormir. Tom me preguntó un poco más sobre Melissa hasta que bostezó y también se despidió. Yo me encargué de apagar todas las luces del primer piso y, a diferencia de la noche anterior, cada escalón de la escalera empecé a subirlo con un objetivo en mente.


Ésta vez no pensaba pedirle una disculpa a Sean.


Ésta vez no me encontraba avergonzado.


Ésta vez, quería dejar las cosas en claro.


Quería preguntarle por qué había sacado el tema de Melissa. Entendía que ella estaba relacionada con mi trabajo porque fue ahí en donde la conocí, pero ella no era todo mi trabajo. Había muchas otras cosas de las que podía platicar.


Entré a la habitación sin avisar y me encontré con Sean sentado en la orilla de la cama. Le di un vistazo rápido y supe que apenas había terminado de bañarse. Su cabello aún goteaba y una toalla estaba sujeta a su cintura.


Aparté mi mirada y cerré la puerta a mis espaldas


-Sean…-


-Si es algo relacionado con Melissa, prefiero no hablar más de ella-si ya estaba molesto, al escucharlo terminé por enojarme


-Fuiste tú quien la mencionó. En primera no tuviste por qué hacerlo-


-Lucy te preguntó por una anécdota divertida-sonrió de lado-Creo que la anécdota con Melissa es graciosa-me crucé de brazos


-Para mí no lo fue-Sean se levantó de la cama. Se colocó su bóxer y se quitó la toalla de la cintura


-¿No? Creí que sí-continuó sonriendo como si nada


-Sean…-tomé asiento en la orilla de la cama y él continuó vistiéndose como si no me hubiera escuchado llamarle.


Mientras lo observaba moverse de un lado a otro, pensé en si realmente valía la pena pedirle una explicación. Por lo menos no una explicación detallada, pero sí quería comprender del porqué había hecho mención de Melissa. No podía creer eso de que habló de ella porque se trataba de una “anécdota divertida”.


Tal vez de anécdota sí tenía algo, pero de divertida no.


Yo sí quería la explicación, pero corría con el riesgo de empezar otra de tantas discusiones que tenía con Sean cada que el nombre de Melissa se escuchaba


-¿Por qué les dijiste que salí con ella?-


-¿No fue así?-


-Bueno, sí. Pero…-Sean pasó frente a mí y aproveché esa oportunidad para tomarlo de la mano y hacer que se detuviera-Ya te había dicho que no significó nada para mí-nuestras miradas se encontraron e intenté ser lo más convincente posible.


Porque, aunque no le estaba mintiendo, necesitaba que Sean me creyera.


Desde hace meses necesitaba que me creyera


-Lo sé-intentó apartar su mano, pero no se lo permití. Odiaba ese “lo sé”.


Sean… si ya lo sabías ¿Por qué hacías lo contrario?


-¿Entonces por qué la mencionaste? El asunto con Melissa ya quedó atrás-volví a repetírselo


-Lucy te preguntó por…-


-Sí, si ya sé. Ya sé-solté su mano y me dejé caer de espaldas sobre la cama. Cubrí mi rostro con ambas manos y exhalé con frustración.


Otra vez estaba sucediendo.


Otra vez estaba estancado.


Ya sabía. Ya sabía que debía dejar el tema en paz, pero no podía. Por más que lo intentaba era complicado avanzar cuando veía y convivía con Sean durante todos los días a cada momento.


Hace un día atrás no quería que encontráramos un apartamento porque eso significaría poner más distancia entre él y yo. Pero eran justo éstos momentos en los que deseaba que cada quien tuviera su espacio para que así pudiera desahogarme.


A veces sentía que me asfixiaba con su presencia, pero también sentía que no podía respirar cuando él no estaba.


Verlo o saber en dónde se encontraba siempre me era suficiente. Con solo eso me sentía lleno y satisfecho.


Con solo observarlo a la distancia me era más que suficiente.


Pero eso ya no estaba llenándome.


Si hace una semana éste acercamiento para mí era lo justo y necesario, ahora necesitaba de más.


Me enderecé abruptamente.


En ese momento, no soporté ni un segundo más tener que respirar el mismo aire que Sean, así que tomé una decisión. Mientras él estaba lavándose los dientes, aproveché para tomar mi almohada y sacar una manta del clóset.


Si Sean buscaba espacio, iba a dárselo.


Por ahora, por ésta noche, iba a ceder. De nuevo.


Estaba cansado y harto de la situación.


Sin decirle nada más, salí de la habitación y fui rumbo a la sala.


Acomodé la almohada en el sofá más grande que teníamos y me dejé caer como peso muerto sobre él. Encendí la televisión, busqué una película y, pese a que no pude dejar de pensar en el asunto, sentí que el aire a mi alrededor ya no me asfixiaba.


 


 


Desperté sin abrir los ojos.


Lo primero que noté fue el muy ligero dolor que tenía en el cuello. Lo moví de un lado a otro para intentar quitarme lo entumido, pero no conseguí grandes resultados. Me enderecé y bostecé un par de veces antes de estirar mis brazos y piernas para despertarme por completo.


Los siguientes primeros minutos de la mañana los gasté sin moverme ni un poco hasta que reaccioné y volví a recostarme para empezar a ver un poco de televisión matutina


-Dany… ¿Dormiste en el sofá?-vi que Lucy bajaba las escaleras. Se acercó a mí mientras terminaba de hacerse una cola de caballo.


Noté que ya llevaba puesta su filipina y el resto de su uniforme. Estaba lista para ir a trabajar


-Sí-mi mirada pasó a la televisión y cambié de canal


-¿Puedo saber por qué?-elevé ambos hombros-¿No podías dormir y por eso viniste aquí?-dejé el control a un lado porque no había nada más en la televisión que noticias y películas malas. Me enderecé y ella no tardó en tomar asiento a mi lado


-Creo que sí-suspiré


-Ay no… ¿Qué sucede?-pasó un brazo sobre mis hombros y me atrajo hacia ella-¿Tom te hizo otra cosa?-negué-Entonces… Fue Sean-


No preguntó, pero yo asentí


-¿Ahora qué te hizo ese intento de homo sapiens?-


-No quiero hablar de eso-pedí. Lucy volvió a estrecharme entre sus brazos y ambos nos quedamos en silencio viendo un infomercial matutino al que no le encontré mucho sentido.


El infomercial prometía que, si comprabas el aparato de ejercicio que anunciaban, ibas a bajar de peso y hacer músculo. También aseguraban conseguir resultados sin ningún esfuerzo y eso era imposible.


Nada, sin esfuerzo, resultaba


-Ok. Tengo que irme-anunció Lucy después de unos minutos-Nos vemos en la noche. Pórtense bien ¿De acuerdo?-asentí. Lucy me besó una mejilla y después se marchó.


Me dediqué a buscar algo que ver en la televisión hasta que me harté del sofá. Me levanté y pasé varios minutos frente a la puerta corrediza que daba al jardín. Disfruté de la vista entre café y verdosa de los arbustos y árboles que me rodeaban; mientras que los escasos rayos de sol se estrellaban contra mi rostro.


¿Por qué si Sean lo sabía hacía como si no supiera nada?


Por más que lo pensaba no lograba comprenderlo.


No quería preguntarle directamente porque tenía miedo de escuchar su respuesta. Aun así, sabía que continuaba siendo una respuesta negativa. Y por más que lo intentaba, no conseguía generar ni el más mínimo cambio entre los dos.


Solo provocaba una que otra discusión o separación entre los dos como la de anoche.


Y la rutina era la misma. Siempre.


“Discutíamos”, tomábamos distancia y después estábamos como si nada hubiera pasado. Continuábamos comprando juntos, preparando la comida juntos, comiendo juntos y saliendo a pasear juntos. El tema persistía sobre nuestras cabezas y bajaba a nuestras bocas cuando apenas lo rozábamos.


Era un bucle que, como Emil había dicho, del cual no salía nada bueno. Solo desgaste.


Podría hacer algo más, pero no sabía qué es lo que había en ese “algo más”. Lo único que podía vislumbrar era que provocaría la total separación entre Sean y yo. Y no quería eso. No por ahora.


Por eso, prefería terminar las discusiones e irme a otro lugar para que ese “algo más” no nos alcanzara.


Me estiré una vez más justo cuando escuché pasos en la escalera. No volteé a ver a Sean porque ni siquiera quería cruzar palabra con él, pero como ya era costumbre, fui débil


-¿Saldrás a correr?-di media vuelta


-No-negué con la cabeza.


Esperé algún comentario de su parte sobre mi decisión de no cumplir con la rutina; también esperé que me preguntara del porqué había dormido en la sala, pero nada salió de su boca.


Solo giró y salió de casa.


Me entretuve viendo el jardín durante unos cuantos minutos hasta que Ben bajó a la sala portando su uniforme y sosteniendo su pequeña mochila con una mano.


Ambos nos saludamos y después de que le hice preguntas sobre su escuela, sus clases y sus compañeros, él se dedicó a revisar lo que iba a llevar ese día a la escuela. No fue muy difícil. Solo llevaba un libro de historias, una libreta, lápices de colores y dos juguetes; el Sr. Conejo y un carrito de ambulancia.


Tom bajó después y ambos fuimos a dejar a Ben a la escuela.


Después de que estuvimos de regreso, nos encontramos con Sean preparando el desayuno.


Durante todo momento me aseguré de que Tom no notara ninguna diferencia entre la manera en que Sean y yo nos tratamos. Fingí bien al mantener una muy animada y agradable conversación con Tom mientras Sean hacía otras cosas.


Cuando terminamos de desayunar, cada quien fue a diferentes áreas de la casa. Tom se aplastó frente a la televisión de la sala para jugar sus videojuegos, Sean dijo que iba a ordenar su estudio y yo disfruté del jardín de la casa.


Después de que revisé cada planta y flor que había, tomé asiento sobre el pasto e inhalé el aire limpio y puro. El clima no era tan frío pese a que estaba nublado. Los rayos del sol se asomaban durante unos cuantos segundos para después volver a esconderse.


Escuché una vez más los gritos de emoción que Tom soltaba cada que lograba cumplir una misión de su videojuego y cuando por fin el silencio reinó, decidí que era buen momento para hacer esa llamada que había retrasado porque no sabía bien qué iba a decir.


Pero hoy, después de lo que había pasado con Sean, por fin caía en cuenta de que necesitaba de un consejo externo.


Marqué y a los tres tonos, Emil contestó


-Creí que me llamarías la primera noche-escuchar su voz, después de más de una semana, me hizo sonreír.


Emil se había convertido en alguien en quien podía confiar.


Era una persona importante para mí. Conocía todo de mí y, aun así, nunca me había juzgado. Todo lo contrario, me escuchaba, me apoyaba y me daba consejos. También me hacía muchas preguntas y siempre “exigía” una respuesta sincera a cada una de ellas.


No podíamos llamarnos amigos porque aún existía esa delgada línea entre los dos que nos mantenía como psiquiatra y paciente. Aunque, siendo sinceros, yo ya lo consideraba como un amigo.


Pero era mí secreto


-Quise hacerlo, pero estaba más cansado que ansioso-suspiré


-Te creo. Qué bueno que preferiste descansar a preocuparte en vano-estuve muy de acuerdo con sus palabras-Cuéntame ¿Cómo te está yendo?-


-Bien. Aquí como allá todo es tranquilo-


Empecé a arrancar uno que otro pasto para entretenerme mientras le contaba todo lo que había hecho desde el primer día que llegué a Múnich.


Conforme la conversación avanzaba, tuve claras oportunidades para contarle sobre mi problema con Sean, pero no pude decirle nada. Emil lo sabía. Por supuesto que sabía de mi asunto con Sean.


¿Qué cosa no sabía sobre mí?


Aun así, no pude decírselo. Las palabras no brotaron.


Sentía que ya le estaba dando importancia de más a ese asunto y, pese a que sabía que Emil nunca se hartaría de mis mismas preocupaciones y problemas, no quise decirle nada.


Sabía que Emil se había percatado de que algo no andaba bien, pero no me preguntó nada. Ni tampoco intentó obtener información de alguna manera.


Él sabía cuándo y cómo darme mi espacio. Él esperaría a que yo se lo platicara después de que ordenara las palabras y las ideas en mi cabeza. Así era como él me ayudaba en la actualidad; era muy diferente a como lo hizo desde un principio.


Podría decirte que antes era más invasivo. Era más severo y me manipulaba tan bien que siempre terminaba por contarle todo.


Ahora me escuchaba cuando lo necesitaba y me daba apoyo o consejos cuando los requería.


No más. No menos.


Si mi terapia fue algo progresivo y con escalas, mi relación con Emil también lo era.


Poco a poco íbamos tomando distancia para que yo no me volviera un dependiente de él junto a su apoyo y a sus consejos.


Pero aún lo necesitaba.


Aún necesitaba de la terapia.


Terminé mi llamada con Emil prometiéndole que lo llamaría, por lo menos, cada quince días para platicarle sobre mis nuevos avances, tropiezos o descubrimientos.


Disfruté un poco más del clima hasta que me llegó un nuevo mensaje al celular


-No puede ser…-sonreí al leer el contenido del texto.


Fue una gran sorpresa. Siempre lo era.


Aún no descubría cómo es que él sabía cuando algo no andaba bien. Era como si tuviera una alarma en su casa que sonaba cada que yo andaba con una preocupación en una mano y con Sean en la otra mano.


Era increíble.


No contesté su mensaje porque decidí marcarle.

Notas finales:

Nos leemos <3


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