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Vomitando flores sobre tu piel [Reed900] por Angelkitx

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Notas del capitulo:

¡Hola! volvemos al punto de vista de Gavin, mezclado de un poco del pasado... 

 

...

Gavin ya había pasado por eso.

Ver a aquella persona que tanto amo, con su mirada apagada, goteando; perdiéndose en un mar de recuerdos y del «que hubiera pasado sí». Apagándose de a poco, por más que el detective le rogara que permaneciera con él entre suplicas desesperadas. Y realmente sintió morirse... una vez más. Ni siquiera le importo dejar a su paso las flores que le habían hecho perder toda seguridad y aquella rutina del ocultar. Se estremeció de miedo cuando el androide dejo de responderle. Y era algo jodidamente normal en uno como los suyos, la quietud quiero decir -porque no necesitaba respirar- pero Reed busco algún indicio de que él continuara con vida. Algo que le devolviera el aire, que aliviara ese tortuoso palpitar que se hundía más y más dentro de su tórax.

Su corazón se astillo, cortando -tal espejo roto- su pecho. 

Continuaba recitándole su amor en pequeños sollozos que caían de a poco en la desesperanza hasta que Hank llegó a donde él y rodeo sus brazos, alejándolo del cuerpo de Nines para que Connor pudiera actuar con rapidez. RK800 pidió ayuda inmediatamente, analizando a su hermano. Actuó lo suficientemente rápido para detener la perdida de Tirio, revisando que la bomba de thirium continuara intacta. Para su suerte, no había sufrido ningún daño. Después de todo no por nada el RK900 era una actualización avanzada, preparado para soportar todo. Mas, no era inmune a estos sucesos desafortunados. Sin embargo, las posibilidades de que sobreviva -a este suceso por lo menos- eran altas.

Gavin había perdido la regularidad de su respiración por completo.

Como si hubiera caído en lo profundo del mar, hundiéndose de a poco mientras las olas empujaban su cuerpo y las algas tiraran de sus pies, atrayéndolo aún más al fondo del agua. Respirado en una pequeña burbuja que de a poco comenzaba a desaparecer hacía arriba. Contrayendo sus pulmones y cerrando de a poco sus ojos para simplemente dejarse llevar por la marea. Pero por más que su cuerpo les pidiera a sus párpados caer, él continuaba en un estado de pánico interminable que le permitía continuar despierto.

— ¡Nines! — jadeo, sintiendo su garganta lastimarse por culpa de los pétalos que salían sin control de su alma. Su instinto pidió actuar, no quería dejarlo solo, necesitaba estar con él —, ¡Suéltame bastardo, déjame ir! — repitió entre sollozos desesperados, intentando zafarse de la presión de Anderson —. Hijo de puta suéltame, déjame — insulto, golpeando con sus codos los costados de Hank.

— Gavin, vuelve en ti — pidió con cautela, intentando darle vuelta en sí mismo para abrazarlo como lo hizo alguna vez en los ataques de ansiedad de Gavin —. Detén las flores chico, tienes que respirar de nuevo, retoma el control sobre tu cuerpo.

Reed gimió con tristeza.

— ¿Cómo mierda quieres que lo haga? Él-- él — preguntó entrecortadamente, tomando pocas bocanadas de aires que no se retenían en sus pulmones. Se achicaba en sí mismo con inestabilidad, sintiéndose insuficiente por no poder hacer nada por RK900 — ¡Déjenme, tengo que estar con él!, ¡Nines! — exclamó alertado.

Dos androides tomaron a Nines, con ayuda de Connor y lo subieron sobre una camilla, trayéndole al detective viejos recuerdos dolorosos de un pasado cercano.

— Por favor mierda... por favor — lloró suplicas entre dientes, Hank lo abrazó apoyando la cabeza de Gavin en su hombro —. Hank, viejo idiota, suelta-me, ¡Debo estar con él! — golpeó el pecho del teniente con sus puños —, si le llega a ocurrir algo y no estoy ahí, yo--

— Jesús... él está bien Gavin, no te preocupes — aseguró, viendo a Connor. Este, aunque preocupado, mantenía la calma, avisándole en silencio que estaba fuera de peligro —. Ahora, inhala y exhala, despacio — intento ayudar.

Más Gavin solo hizo oídos sordos. Pateando a Anderson y agachando hacía atrás su cabeza para salir del abrazo forzado. Corría entre movimientos vacilantes hacía del camión oscuro donde estaban subiendo a Nines. Las puertas traseras del gran auto se cerraron sin esperarlo, poniendo en marcha el motor y girando sus ruedas con rapidez hacía la ruta. Reed intento alcanzarlo, sintiendo sus piernas fallar ante los espasmos de las flores. Su tobillo estaba herido por el golpe de Robert y solo cayó sin suavidad contra el asfalto. Su rodilla y rostro se rasparon, comenzando a derramar pequeñas gotas de sangre. Aun así, retomo su camino, importándole poco su dolor, intentando llegar. Estiro su mano en el aire, imaginándose la silueta del androide, más el auto ya se había esfumado. Y se dejó caer de rodillas al suelo, sintiendo las ramas dentro de él avanzar.

Su alma se desgarraba de su cuerpo, y, por más que le doliera el ardor en sus piernas y rostro, nada se comparaba con esa presión en su corazón. Su pecho se retraía, propagando su dolor y opresión en su cuello y espalda. Sudó frío sin poder respirar, sintiéndose aturdido por la situación. Los compañeros del departamento de policía sostuvieron a Gavin de sus brazos, con perplejidad. Jamás se esperaron ver al duro Gavin Reed, con miedo en su mirar, una angustia que se podía sentir a varios kilómetros de distancia y una vulnerabilidad a simple vista. Incluso Chris, quien había pasado una buena cantidad de tiempo a su lado, nunca lo espero. El dolor de Gavin lo rodeaba completamente e inconscientemente, no podía dejar de tiritar por el frío de la soledad. Porque su calidad, su corazón, se fue junto con Nines. Cubrieron su cuerpo con una manta oscura, intentándolo levantar para llevarlo hacia la ambulancia con urgencia. Pero él se resistía, pedía que lo dejaran allí, solo.

— Déjenme, idiotas enfermos, malditos hijos de perra — insultó en un lloriqueo cuando lo subieron arriba del auto de emergencias repleto de flores. Él prefería morir antes que ir al jodido hospital o que otros lo tocaran. Dejo de pedir y comenzó a ordenar entre gritos irritables que lo dejaran, que estaba bien. Pero nadie lo escucho.

Realmente no sabían que hacer, era la primera vez que les tocaba un caso de ese tipo: «Un hombre que escupiera plantas». Sin embargo, no dejaron que la sorpresa los pasmase. Gavin luchaba contra todos, golpeando a Hank por detenerlo y no permitirle ir junto a RK900.

Pidieron que se calmase, más este no hizo caso. El vehículo arranco con la sirena que altera a cualquiera qué lo escuché. El personal de salud dentro de la ambulancia tuvo que pedir ayuda de Anderson para que sostuviera los brazos de Reed para inyectarle un sedante. Porque este se negaba a colocarse la máscara de aire y prácticamente estaba dejando de respirar. El humano se negaba porque sabía que nada detendría los pétalos. 

La aguja penetro la piel del detective y de a poco, perdió las fuerzas.

Dejo de girar todo a su alrededor y cobró aliento, escuchando el eco de todos los sonidos exteriores. Mientras era apoyado en la camilla, miro el techo de la ambulancia con una preocupación y desconsuelo indescriptible. Los caminos de Gavin y Nines se separaron. Evitando una vez más, el cruce de sol y luna... desencontrándose en un anhelo mutuo de volverse a ver.

...

Si había cosa que más odiaba Gavin, y eso que es conocido por su característico desamor por todo, eran los hospitales. Siempre que pudo, evito ir. Ese asqueroso olor a químicos de limpieza -como el invasivo olor a alcohol etílico- y los murmullos de esperanza vacía que se deslizaban en las distintas habitaciones, le traían malos recuerdos. Y si hubiera sido por él, ni siquiera hubiera pisado ni una sola baldosa. Pero ahí estaba. Sentado sobre una cama alargada, vestido únicamente de una bata blanca. Observando el pequeño ventanal para evitar tener que verse con la doctora que buscaba mantener contacto visual y que este le respondiera con otra cosa que no sean solos "si" y "no". Pero él estaba sumergido en el pasado, recordando algún momento vago en donde había conseguido ser golpeado al punto de tener que ser internado...

«— Diles que te caíste jugando, ¿Me escuchaste?» 

Eso fue cuando su padre se enteró que era homosexual. La primera vez que Gavin sintió algo por alguien. Fue algo tierno, él era tan solo un niño pequeño descubriendo el significado del sentir la primavera. Pero toda la ilusión se destruyó cuando los directivos del colegio conservador los descubrieron juntos en el recreo y citaron al padre de Reed para que controlara el comportamiento de su hijo. 

Ah... ¿Cómo podría olvidarlo? 

«— Esto podría manchar el nombre de su empresa, Kamski. Le estamos haciendo un favor al callar esto, esperamos una compensación al respecto.» 

Si con su cuerpo pago cada centavo que el colegio le reclamo a su padre. El hospital y la mirada del personal de salud preguntándole "como se había hecho esos golpes" le recordaba, cada vez que se miraba las marcas, lo buen mentiroso que era. Inevitablemente el estar sentado en la camilla, lo llevaban a ese momento. Con la mano de Elijah sosteniendo la suya preocupado por su condición, repitiéndole que debería tener cuidado cuando jugara. Oh, él también creyó sus mentiras. 

— Gavin Reed — llamó, sacándolo de su recuerdo.

Quito su mirada del paisaje y miro el marrón del iris de la doctora.

— Señor, por los análisis de las placas de sus pulmones, calculo que poco menos de medio año son los que usted ha cargado con esta enfermedad — habló la señora, acomodándose las gafas —, ¿Me equivoco? — le pregunto.

—...— negó con la cabeza en silencio.

— Hanahaki Disease — habló, buscando llamar la atención del paciente testarudo —, eso es lo que tienes — explico, señalando en la placa del tórax de Reed, las ramas que rodeaban casi por completo ambos pulmones —. Esta bastante avanzado, sin embrago no veo que esto haya sido colocado en su expediente médico con anterioridad — dijo, teniendo en claro que el contrario había estado cargando con aquella enfermedad por mucho tiempo y por su reacción corporal, era algo que estuvo ocultando —, ¿Usted es consciente de que su vida está en peligro?

— Lo sé — afirmó, moviendo sus manos con nerviosismo —, mierda — murmuró.

— Las ramas todavía no llegan a sus vías respiratorias por completo — acomodó sus lentes de nuevo, manchando el historial de Gavin con su aflicción —, aun puede pasar por la cirugía. Los efectos secundarios de la misma, es la eliminación de todo sentir emocional. Sin embargo, eso le permitirá continuar con vida — explico, sacando algunas tarjetas de distintos lugares en donde podría tratarse —. Usted debe decidir, lamentablemente aún no hay otra alternativa. Pero puede que, en un futuro, encuentren la cura para que los sentimientos vuelvan a usted.

— No, no voy a quitarlo — rechazo los papeles, apartando delicadamente la mano de la doctora — le agradezco, pero no, gracias.

La mujer apretó el puente de su nariz, quitándose los lentes. Se acerco a un más a Reed, anotando en la planilla información del enfermo.

— Señor, por favor — suspiro con ingenuidad —, si usted no se trata las ramas, puede morir en unas dos semanas... o días incluso. Es incierto, pero será pronto.

Gavin encorvo sus hombros, no iba a ponerse a hablar de su jodida vida con ella. 

La mujer mantuvo la tranquilidad, agradeciendo por lo bajo haber tenido que trabajar con pacientes infantiles para estar preparada cuando un adulto actuara como uno e intento hacerle entender de lo complicado de la situación. Insistiéndole que la mejor opción era operarse y esperar, que un futuro, encuentren la forma de volver a sentir. Era eso o la muerte. Sin embargo, ella no podía hacer nada más que aconsejarle, porque después de todo, Reed tenía el control sobre sí mismo.

— Yo... estoy bien. No quiero operarme, así que solo haga lo que tenga que hacer para poder irme de este lugar de una puta vez — resonó su lengua contra su paladar, poniéndose de pie con dificultad —. Los hospitales me dan asco.

La mujer masajeo su sien, exasperada por la toma de decisiones del paciente y su desinterés por su bienestar.

— Bien, pero no voy a realizarle el certificado de que usted pueda asistir al trabajo. Usted no se encuentra bien Reed, no puede continuar con su labor — frunció el ceño — y tendrá que aplicar esta crema en sus heridas para aliviar el dolor, desinfectarlas con regularidad e intentar no hacer movimientos en falso con su tobillo para que no desemboque en un problema más grande —escribió la receta con la letra que él, aun siendo detective y haber podido resolver miles de casos difíciles, jamás podría entender —. En caso de que las flores continúen sin control, como el incidente de esta tarde, le recomiendo que se opere lo más pronto posible o asista a la clínica más cercana para ser atendido y suministrado de oxígeno — dijo, apoyando su mano en el pecho de Gavin —. Respire.

Le hizo caso, inhalando con dificultad y exhalando en una tos.

— No, hágalo despacio. Tome su tiempo para hacerlo.

— Ugh — gruño, poniendo los ojos en blanco. Intento de nuevo, pero con calma y pudo hacerlo correctamente. Levanto su mirada hacía la otra persona —, joder...

— Bien — sonrió con serenidad —. Gavin, reflexione por favor — apoyó su mano en el hombro del contrario —, usted está aquí y sigue vivo. Por algo continúa respirando, de otra forma hubiera sido consumido por las ramas hace tiempo. Así que piénselo, ¿Sí?

— Si, si — mintió. Eliminar todo sentimiento NO era una opción para Gavin. Pero sintió que la señora estuviera a punto de golpearlo con la planilla si seguía actuando indiferente con ella, así que simplemente le dijo lo que quería escuchar.

— Me alegra escuchar eso — confeso con optimismo —, ahora, regrese a su casa y cuídese. Espero volver a verlo Reed.

— Puto cristo, ¿Quiere que me lastime o qué? — burló, tomando las prendas sobre la silla de acompañante —. Eso no es algo que deba decirles a los pacientes, le daré dos estrellas a su servicio — arrugó su nariz en broma.

— No, no es eso — respondió dándole golpes en su espalda —. Quiero que usted viva, Reed.

Gavin respiro con calma. Y aunque sabía que esas palabras eran de lastima, que nadie realmente quería que él continuara con vida, se sintió como un consuelo de seda ante tantos pensamientos autodestructivos. Un alivio a los pedazos esparcidos de su alma. 

Entro al baño interno del consultorio y se vistió de algunas prendas que le había dejado Hank antes de irse. Soltó un gruñido y obligadamente se colocó la camisa de palmeras de Anderson que le quedaba jodidamente grande, pero por suerte el cuello de la prenda cubría la marca en su nuca, así que no era tan malo después de todo. Y luego de cuestionar los gustos de ropa del teniente, salió y le dedico un agradecimiento en una reverencia a la Doctora, quien solo le devolvió una sonrisa.

Volteo abriendo la puerta de la sala y al frente, en las sillas de espera se encontró con la imagen de Tina Chen dormida contra su hombro. Sus uñas estaban mordidas, vestía su uniforme de trabajo y tenía una que otra lagrima en el borde de sus ojos. Gavin parpadeo, no esperaba que nadie lo fuera a ver o se preocupase por él. No lo merecía, después de todo Nines quien sabe cómo estaba por su culpa. Oh, RK900, el pensarlo achico su corazón.

Se dirigió a donde ella, pensando que después de todo, Chen siempre permaneció a su lado. Curvo sus labios hacía arriba, soltando una leve risita de cariño.

— ¡Disculpe, pero no puede dormir en los pasillos! — fingió la voz Gavin, apretando su nariz para que su voz sonara extraña. Tina abrió los ojos rápidamente, asustándose por el repentino sonido. Levanto su vista y choco contra la de Gavin, quien embozaba una sonrisa tierna. Se puso de pie rápidamente, abrazando a Reed con fuerza. Sus manos tiritaban en su espalda.

— ¡Gran idiota, recontra idiota! — se quejó, contenta y plena al ver a su mejor amigo bien, con sus bromas de mal gusto de siempre —, ¿Tienes si quiera idea de lo preocupada que estaba? — regaño, tirándolo de la oreja.

— Lo que tu digas madre — carcajeo, golpeando su frente contra la de Tina —... pensé que no vendrías, T.

— ¿Cómo puedes decir eso? Yo- perdóname por tardar Gavin, por no estar ahí — se disculpó sinceramente, con angustia en su pecho —. Se que no es excusa, pero nadie me advirtió de la situación. Cuando me enteré que estabas siendo transportado al hospital, yo realmente no sabía que hacer... vine lo antes que pude, pero estabas en observación y no me permitieron entrar — miró a un señor al frente de ellos con el ceño fruncido — ¡Incluso tuve varias peleas con seguridad! — susurró.

— No te disculpes, tonta — correspondió al abrazo —, ¿Y eso? ¿Un policía siendo regañado por otro?, me hubiera gustado verlo— le saco la lengua, Tina lo piso — ¡Hey!

— Ven, siéntate — presiono los hombros de Gavin contra el asiento al frente de él, colocando algunas fichas en el dispensador de café. Espero que el líquido dejara de caer para regresar a donde estaba Reed y extenderle la bebida.

— ¿Por qué tanta amabilidad? — preguntó, sorbiendo el café con gusto —, ¿Me voy a morir o algo? — dijo, para luego estallarse en risas de su propio retorcido chiste, tosiendo con dolor — ¡auch, auch! — se quejó, abrazándose a sí mismo.

Tina se sentó a su lado, moviendo sus pies hacía atrás y adelante. Esperando que Gavin terminara de reír, con seriedad en su mirar. Reed corto su risa sorprendido por el cambio repentino de humor de su amiga.

— ¿Qué? — preguntó uniendo su entrecejo.

— Gavin — nombró con preocupación —, quiero que seas sincero conmigo, necesito que... me digas que está ocurriendo.

Se enderezó, apoyando sus manos en las de Tina para tranquilizar su mirada aguada.

— Hey, hey — repitió —, calma, estoy bien cariño.

— Tú no estás bien Gavin, no me mientas — desmintió con tristeza — Tú sabes que puedes contar conmigo para todo... ¿Por qué me mientes?

Gavin mordió su labio inferior, ella siempre lo descifraba.

— No te estoy mintiendo — mintió —, solo fueron daños físicos, uno que otro raspón. Mira la receta, solo tengo que untarme una que otra crema por aquí — señalo la venda en su mejilla y cabeza —, y no podre correr a la mañana, ¡Oh, como amaba despertarme a las seis de la mañana para trotar! — fingió para levantar el humor, pero Chen parecía tener la expresión de intranquilidad anclada.

— ¿Entonces por qué te tuvieron que realizar placas?, ¿Por qué estuviste metido en una sala hace casi tres horas? — cuestiono, apretando sus manos —. Gavin... ¿Qué te hicieron?

Reed se quedó callado, sintiendo las palabras en su garganta que no querían salir. Él no iba a decirle a Tina lo que realmente estaba ocurriendo, pero sería sincero en por qué termino en el hospital.

— Nines — susurró —, le dispararon a Nines — dijo por lo bajo, casi incomprensible — y yo-- no sabía qué hacer, no pude hacer nada — confesó, agachando su cabeza —. Por mi terquedad Tina, todo es mi puta culpa — gimió —... yo no quiero hablar de esto, perdóname Tina...

Chen levanto la cabeza de Gavin con su mano y choco su frente contra la de su mejor amigo.

— No, está bien. Perdóname tu a mí — se disculpó —, si no te sientes preparado para hablarlo te esperare el tiempo que sea necesario. Solo quería que sepas que estoy aquí — recordó, escuchando a su amigo hipear —. No te culpes Gav, nada de esta situación es tu culpa. El trabajo suele ser una mierda muy jodida y, nunca podemos evitar que algo así ocurra — se apartó —, no tomes la carga, tonto.

Él solo invocó al silenció, por más que ella le dijera aquello, no podía evitar sentir ese remordimiento. Así que se dijo a si mismo que todo estaba bien y que debía seguir por el resto del tiempo que le quedase, como alguna vez lo hizo su madre. Fingir mientras moría de a poco.

— Vamos, tonto — golpeo suavemente su pecho —. Él va a estar bien. Vas a ver que pronto van a dejar de ser tan necios, van a andar besuqueándose empalagosamente y ¡Te vas a olvidar de tu mejor amiga! — hizo un puchero.

— Oh, cállate — rodó los ojos, poniéndose de pie lentamente —. Jamás ocurrirá eso.

— Espera, espera — se levantó a la par, tomando el brazo de Gavin y colocándolo en sus hombros.

— Sabes que no necesito esto, ¿no? — bufó, sintiéndose ridículamente sobreprotegido por su amiga.

— Cierra tu boca y déjame mimarte, gran idiota — ordenó, caminando a la salida del hospital cargando a su amigo.

Charlaron un poco de camino al auto de Chen mientras ella le contaba como casi fue echada del hospital por alterar el orden. Reed carcajeo dificultosamente, intentando disimular su aflicción para que Tina no lo notase. Entraron a su vehículo entre risas, pero el auto no se movió del lugar.

— Gavin.

— ¿Sí? — vaciló.

— Déjame quedarme contigo estos días — pidió, encendiendo el auto —, no quiero que estés solo.

— No hace falta que te quedes. Te comprometiste hace unos días, debes pasar momentos melosos con el amor de tu vida, no conmigo — negó, abriendo la cajuela del auto buscando cigarrillos.

— Si quieres le digo a Valerina que venga con nosotros y me pongo cariñosa con ella al frente tuyo — arqueo una ceja —, tu dormirás en el sofá con tus gatos.

— ¿Todo para refregarme que te va bien en el amor? — jugueteo, en realidad, aunque le dijera una y otra vez que no necesitaba que se quedara, ella lo iba a hacer de todas formas —, si te digo que no, vendrás igual — encorvó sus brazos, encendiendo la nicotina.

— ¡En el clavo! –—carcajeo, abriendo la ventanilla del auto del lado de Gavin —, pasemos por el supermercado antes, tengo que comprar algunas cosas para desvelarnos — miro el espejo del auto para comprobar que no había nadie atrás — ¿Qué te parece un maratón de Netflix como los viejos tiempos?

— ¿Si quiera continua vigente el servidor? — preguntó rememorando el pasado, le dio una pitada al cigarrillo y miro a través de la ventanilla, perdiéndose en sus pensamientos.

— No seas aguafiestas — se quejó, manejando despacio —, por supuesto que sí.

Mirando el recorrido, Gavin soltó el humo de varios cigarrillos. Estaba nervioso por RK900, nadie le había advertido nada hace horas. Su pierna comenzó a rebotar. Apretó su mano y se quedó dudando si tenía el derecho de verlo. De saber cómo estaba. Connor seguramente lo destrozaría como lo había dicho hace unos días, porque Reed tomaba la represaría de todo lo que había ocurrido. Navegaba en el que: si tan solo él hubiera advertido sobre las notas o si no hubiera caminado por ese callejón... sí tan solo hubiera sido sincero con Nines desde un puto principio. Pero el lamentarse no servía de nada, el destino ya estaba trazado. Refregó su rostro, chasqueando su lengua por su idiotez.

Los coches pasaban con rapidez a su lado, provocando que su cabello castaño oscuro danzara por la repentina brisa. Tina lo miro de reojo y espero a que el semáforo se coloreara en rojo para sacar afuera aquella duda del porqué del comportamiento de Gavin.

— Gav — llamó, el nombrado parpadeo saliendo del trance de la frustración —, ¿Qué ocurre?

— Yo — clavo sus uñas en sus palmas —... ¿Puedo--? — se detuvo, dudando si decirlo o no —, phck, ¿Puedes llevarme a Jericó antes de volver a casa? Yo...  quiero...quiero verlo — susurró en un tartamudeo.

Chen lo comprendió. Ni siquiera debía explicárselo para saber que Nines estaba allí. Ella no sabía casi nada de la situación, si no fuera por Hank, no hubiera sabido que Gavin estaba en el hospital. Pero haría todo lo que su amigo le pidiese para verlo feliz de nuevo.

— Por supuesto — el semáforo volvió al verde y Tina cambio su dirección a donde su amigo le había pedido que lo llevase.

Gavin dejo escapar un suspiro nervioso. Creía no merecer estar a su lado, pero necesitaba verlo, saber que estaba bien. Cumplir el juramento que se hizo a si mismo cuando vio a RK900 al frente de él en ese almacén abandonado: desmentirse completamente, solo por Nines.

...

Cuando Reed bajo del auto solo, Tina ni siquiera objeto al respecto. Quería darle su espacio y si eso significaba quedarse dentro del coche esperándolo, iba a aceptarlo. Pidió entre palabras fugaces de camino allí que saludara a Nines de su parte y que sea sincero con sus sentimientos. Y si bien Chen no estaba al tanto de la enfermedad que atormentaba a su mejor amigo, sabía de peso en su pecho por su terquedad de no admitirle al androide que lo amaba.

Maldijo por lo bajo al darse cuenta de la jodida ropa llamativa que tenía puesta. Los colores verdes chillones resaltaban en lo blanco del renovado Jericó. No notarlo era difícil, al igual que la ansiedad de Gavin que se podía ver en pequeños temblores. Tenía escalofríos por todo su cuerpo, pensando en todo lo que podría haberle ocurrido a Nines. Mas no perdía la esperanza de que estuviera bien. Pasó más allá de la gran puerta de entrada, buscando con la mirada a su amigo Simón para pedirle indicaciones.

Ah, por cierto, que un humano entrara a este lugar no era algo normal. Pocos eran quienes se les permitía el paso tras un atentado el año pasado y varios intentos de sabotajes en los recientes meses. Los humanos fóbicos continuaban atacándolos y los androides no eran idiotas, hacían todo lo posible para que ese sitio en el mundo, fuera el hogar para muchos de ellos que necesitaban reparaciones o vivienda. Haciendo todo a su alcance para protegerse entre ellos. Y, ahora bien, había excepciones como Hank y Gavin. Este último era un caso "especial" por así decirlo. Todos sabían de su pequeñito odio había las maquinas, como también sabían que él no era realmente una amenaza para ellos.

Miro los alrededores.

Aún estaban terminando de reconstruir el único sitio que la presidenta les otorgo. Y era jodidamente molesto que, con lo extenso de la ciudad o del país en sí, deban refugiarse en un trocito de tierra. Se cruzo con su amigo alto y vio del otro lado a Hank. Le pidió entre murmullos al PL que no advirtiera de su presencia. Este asintió. Y les resultara extraño que, entre un loco inestable, como Gavin y un tierno pedazo de nube surgiera la amistad. Pero ocurrió, y allí estaban. Disfrutando del verse tras un largo tiempo de no hacerlo. La pareja de Markus se alegraba de verlo allí y de que estuviera bien. Connor les había comunicado algo sobre el tema, pero por la falta del testimonio de Gavin, aún faltaba piezas. Pero fue un consuelo verlo "bien", dentro de lo que cabe. Le indico el camino, North estaba cerca de ellos y cuando se encontró con el detective, ambos comenzaron a soltar gruñidos. No tenían una buena relación y por más que ella quisiera tirar a Gavin fuera de Jericó, Simón continuaba con su fe hacía los humanos. Reed le saco la lengua, victorioso cuando su amigo se dio la vuelta entre pasos guías hacia Nines. North bufó, cruzando los brazos y se fue por pedido del PL.

— Gavin — habló con suavidad, deteniéndose al frente de una puerta pálida —. Cuando lo veas, no te alteres, él está realmente bien — aseguró, sabiendo lo que podría ocurrir a futuro. Gavin se estremeció y le pidió a su amigo que lo dejara entrar solo. Si debía hablar con RK900, quería hacerlo solo con él y nadie más.

Simón volvió a repetirle que no se preocupara y lo dejo solo. 

Reed tomo algo de aire y abrió la puerta, encontrándose con la imagen más dolorosa que pudo haber visto en su vida. Una que le traía viejos dolores en su corazón, que se apretaba entre angustias y desconsuelo. Nines continuaba en estasis. Gavin se alteró, tocando su rostro, tomando su mano entre suplicas de que despertara, pero no lo hizo. Tocio contra su palma, dejando caer una flor y luego otra sobre el suelo. Afuera estaba comenzando a oscurecer casi tanto como el interior del detective en aquel momento. No encontraba respuestas para lo que tenía al frente de sus ojos, para aquello que se reflejaba en el oscuro de su pupila contraída. «Estoy aquí» recordó a lo lejos. Si, Nines jamás dejo de estar ahí. Ni siquiera ahora, tendido sobre una camilla, acompañado de cables. 

Una que otra planta se deslizo de sus labios. Acarició su rostro, sollozando su nombre. No dijo nada porque sus lágrimas lo decían todo y, hablar sería en vano.

— Gavin — escucho detrás de él. Era una voz similar a la de RK900, pero más suave. Él lo reconoció sin siquiera darse la vuelta.

— Connor — nombró, limpiándose las lágrimas rápidamente —, joder Connor... perdóname — se disculpó, apartándose de Nines — perdóname...

El nombrado inclino su cabeza — ¿Por qué te disculpas?

— Por... esto — señalo la gran maquina conectada a su hermano —, maldición, por todo.

— Gavin, por RA9 — lo miro sin entenderlo —, no tienes nada de que disculparte. Él tomo la decisión, tu no lo obligaste a nada — dijo, observando las flores —. Claro, fue imprudente que te pusieras al frente del arma — apretó las mangas de su ropa, enfadado por la idiotez del humano —, y si te preguntas si estoy enojado contigo: la respuesta es sí.

Gavin gimió.

— Pero, no es lo que tu piensas — calmó —, eres muy importante para Nines, no podíamos esperar menos de él. Y — sonrió con dulzura — es capaz de soportar todo y esto, realmente debió sentirse como un golpecito leve — golpeo suavemente el pecho del detective —. Pero está bien, mejor que tú por lo menos.
Su LED giro en amarillo, era la primera vez que Gavin lo dejaba hablar por tanto tiempo sin interrumpirlo con un insulto. Se sintió extraño.

— Debes descansar, perdiste cantidad considerable de sangre, tú nivel de estrés esta fuera del nivel normal y, además, debes reposar tu tobillo.

— ¿Cómo mierda-? — arrugó su frente con asco — ¡Deja de escanearme! — chilló.

— Oh vamos, tan bien que te veías callado Reed — carcajeo, ladeando su mano —. Hablo en serio, él está bien. Regresa a casa Gavin.

Gavin dirigió su mirada al cuerpo de RK900 — ¿Bien? — resopló —, ¿Dónde sacaste que esté conectado a una puta maquina este jodidamente bien?

— Es un procedimiento para su recuperación — explico, apoyando sus manos detrás de su espalda —, él va a estar bien Gavin — aseguró, mirando a su hermano —. La bala no impacto su bomba de tirio. El thirium perdido ya fue suministrado y ni siquiera hay rastros de que le hayan disparado en su cuerpo, compruébalo tú mismo — tenía razón, Reed no lo había notado, pero los "médicos androides", habían hecho un trabajo excelente en la recuperación. Sin embargo, eso no explicaba el porqué de que Nines no despertara.

— Joder, ¿Entonces por qué? — gimió indignado —, ¿Por qué no despierta?

— Oh, eso — arqueo sus cejas, recordó una vez más que ambas especies eran diferentes y lo que para él podría resultar normal, para el humano podría significar algo horrible —, al parecer no entraba en estasis por completo hace mucho tiempo. Y al no terminar de recargarse y regular esa energía, sumado al tirio que perdió, desemboco en una estasis obligatoria. Algo normal en un androide, Gavin. Es como, ehm — intento explicar para que el contrario entendiera — si tú no durmieras por mucho tiempo. En algún momento por más que lo intentes evitar, te dormirás.

Gavin lo miro con tristeza.

— Vamos, Reed, ¿Crees que estaría tan tranquilo si la vida de mi hermano corriera un peligro verdadero? — se cruzó de brazos.

— Entonces él... él va a despertar ¿Verdad?

— Si, lo hará — contestó —. Me alegra que hayas venido aquí, te agradezco por preocuparte por Nines, pero ve a casa — aconsejo con suavidad — Si Hank se entera que estas aquí, va a patearte y yo no lo detendré. Te dejo en claro que hicieras reposo y tu estas aquí — advirtió burlonamente —. Por cierto, te queda muy bien la camisa que escogí para ti.

Puso sus ojos en blanco, debió imaginárselo, solo Connor podía elegir esas prendas tan horribles. También sintió pánico al pensar en la idea de que Anderson se enterase que estaba ahí mismo. Cuando despertó, el teniente le dejo el cambio de ropa y le ordeno a Gavin que descansara, porque si no, él mismo se iba a encargar de hacerlo dormir para que recuperara fuerzas. Su nariz dolió ante el recuerdo del puño de Hank. Connor rio entre dientes, mirando las distintas emociones que manifestaba el rostro de Gavin. Enojo, miedo y preocupación, todas en un instante. RK800 negó con la cabeza, si Nines no estuviera en estasis, le preguntaría que demonios le ocurría a su humano y seguramente él le respondería entre risas lo mismo que hace un tiempo en uno de los ataques de locura de Gavin, cuando Nines picaba su ego para hacerlo explotar:

— Es de edición limitada, no lo entenderías. La inestabilidad es un rasgo único dentro de la perfección de su forma de ser  dijo con un tono enamoradizo en su voz.

 Que extraña definición tienes de la perfección.

 Jajaja, pienso lo mismo.

Gavin miro con extrañeza la sonrisa perturbadora en el rostro de Connor. Observo a RK900 y colocó, aprovechando el descuido del RK, una de las flores al lado de la mesa de la camilla. No entendía porque el androide necesitara una, pero no iba a ponerse a cuestionar el diseño del nuevo Jericó. Le regalo un suspiro lleno de esperanza y precedió a hacerle caso a Connor. Se despidió del androide en silencio, dedicándole una mirada mientras apretaba su labio inferior con inquietud y salió. Confiaba en las palabras de Connor, aunque no podía evitar continuar ansioso ante la idea del cuando iba a despertar, con un temor instalado en su cuerpo.

Salió, bajando las escaleras con lentitud, Simón lo esperaba abajo. Y cuando estaba llegando al último escalón, lo escucho...

— ¡GAVIN REED! — arriba de él, estaba Hank completamente enojado — ¿QUÉ DEMONIOS TE DIJE QUE HICIERAS? — acelero su pasó hacía el detective, North lo miro desde arriba, devolviéndole la mirada burlona con su lengua hacía afuera.

— ¡PHCK!, ¡North eres una perra! — insultó, le sonrió a Simón corriendo con todas sus fuerzas, ignorando el dolor de su talón — ¡Nos vemos, Simmy! Lamento no poder quedarme más tiempo.

Simón sonrió con dulzura.

Connor respiro pesadamente como si lo necesitara. Anderson bajó como podía, intentando alcanzarlo, pero para cuando termino de bajar las escaleras, Gavin ya estaba fuera de Jericó. Le hizo señas rápidamente a Tina para que arrancara el auto y ella sin comprender, le abrió la puerta desde su lugar con calma. Reed se subió, abrochándose el cinturón con rapidez. Ella lo miró con curiosidad.

— ¿Y?, ¿Cómo esta Nines? — preguntó, buscando reacción. Pero el gris de Gavin estaba apagado — ¿Gavin...?

— ¡Conduce, conduce, conduce! — repitió varias veces agitado.

— ¡Mierda! — gritó, haciéndole caso a su amigo. Piso el acelerador y se escaparon con rapidez de los regaños de Hank. Ambos chocaron sus manos, encendiendo la radio.

— Jesús, esos idiotas... — chasqueo Anderson, preocupado por Gavin. Connor se puso a su lado y le dio un suave beso —. Estoy viejo para esto...

RK800 carcajeo despacio, chocando su cabeza contra el hombro de Anderson, parpadeando en rojo.

— Tranquilo cariño, él va a estar bien — aseguró, notando la preocupación de su pareja —. Hey, vamos, Nines es un muchacho fuerte — lo abrazó, intentando consolarlo.

El LED de Connor volvió a ponerse en azul, seguro por las palabras de Hank y volvieron a entrar dentro de Jericó.

...

El agua chapoteaba sonoramente contra la ducha-bañera, mojando el cuerpo de Gavin. Refregó su cuello con la vaga idea de que quizás aquella marca reciente se borrase, pero no lo hizo. Y en varias oportunidades, tuvo que cubrir su boca con su palma para evitar que los gemidos de tristeza y dolor resonaran contra las paredes del baño para que su mejor amiga del otro lado no lo escuchase. Él amaba de la compañía de ella, pero eran esos momentos en lo que quería estar solo con sus tormentas, sin tener que reprimir las flores y las lágrimas. Es que, el hombro de Tina era realmente cómodo para llorar, pero él no quería que los últimos recuerdos que le dedicara a Chen fueran de una persona sumergida en la tristeza y la desolación. Cerró la canilla con un respiro profundo, agarrándose de las paredes para evitar resbalarse. Se miro al espejo luego de secarse la cara y soltó un gruñido, su barba había crecido un poco. Abrió el botiquín, retiro de este un desinfectante de heridas, insulto por lo bajo por el ardor y se colocó curitas sobre su mejilla y otra cerca de la ceja izquierda.

— Deja de hablar solo, loco de mierda — gritó Tina desde el sillón de cuero al escucharlo insultar.

Reed bufó y se vistió mirando la camisa de Hank dentro del cesto de ropa para lavar. Se juro a si mismo nunca más volver a rebajarse a utilizar esa ropa y salió, vestido únicamente de un pantalón suelto. Sus hombros y orejas estaban rojizas, como costumbre el agua había estado demasiado caliente, aunque esta le produjera dolor ante las nuevas heridas. Cerró las cortinas y salió, adormitado.

— Por fin decidiste salir — se quejó Tina, cruzada de brazos —, entre en un debate de si pedir pizza o hamburguesas, pero luego pensé: unas papas con queso — divagó, caminando para la habitación de Gavin, buscándole un suéter — ¿Tú que dices?

— Mm — pensó, siguiéndola —, creo que quiero-

— Pizza, ¡Okey!

Reed arrugo su entrecejo — ¿Para qué carajos me preguntas si vas a decidir vos? — preguntó molesto —, igual no tengo mucha hambre, demonios solo quiero emborracharme y olvidarme de todo.

— Vas a terminar como en mi fiesta de compromiso — carcajeo —, y esta vez no está Nines para que te cargue como princesa — burló, extendiéndole la prenda.

— Grr, cállate — calló, vistiendo la parte superior de su cuerpo, observando el moretón sobre su estomagó. Le indico a Tina que lo siguiera y fueron hasta la isla del comedor para sentarse y conversar un poco.

No entro en detalle sobre lo sucedido.

Lo básico y necesario del caso, sin meterle lo sentimental de por medio para no preocuparla, pero Chen lo hizo de todas formas. Golpeo sus puños contra la mesa, jurando que desmantelaría a todo aquel que se atrevió a hacerle daño a su chico malo favorito. Reed rio entre dientes al verla soltando humos. Las notas de amenaza estaban tiradas dentro del tacho de basura hechas picadillos y la noche perfumo el aire del hogar, mezclándose con el olor a orquídeas del gel de ducha de Gavin. La ventana estaba abierta y las hojas de los grandes arboles chocaban contra el ventanal. Finalmente pidieron pizzas y helado.

Reed encendió varios cigarrillos en la espera, acompañado de una dulce conversación sobre momentos de su amistad. En verdad, Tina Chen estaba entristecida y abrumada por la situación de su amigo, más sabiendo que él le estaba ocultando cosas, pero intento esconderlo detrás del afecto, para que Gavin se sintiera cómodo junto a ella. Por más que el detective no quisiera hablar, quería verlo bien, caprichoso como siempre y con ese brillo en su mirar. Se apego a él, dedicándole cariños entre risas como los viejos tiempos. Y en cuanto a Gavin, no intervino en esa plenitud de su amiga. Vertieron un poco de cerveza en vasos de cristal, jugando a quien se terminaba el líquido primero. Uno tras otro, como si el estrés no existiera, como siempre lo hacían tras acabar un caso, aunque esta vez no estuviera Nines allí.

Entre pasos tambaleantes y risas sin sentido, recibieron al repartidor. Le dieron propina y pusieron algo de música en el parlante. Y disfrutaron del momento con placidez, olvidándose por un segundo de todo lo malo. Los gatos se durmieron juntos sobre el sofá, contentos de ver a su compañero de vida bien y acompañado. Siendo ese, el momento que Gavin necesitaba. Ignorar el hecho de que RK900 había sido apartado de su lado y que ahora Reed tenía un tajo dentro que de a poco, dejaba escapar la luz dentro de él.

Hablaron de mil y un tema, sentados sobre la cama luego de ser regañados por los vecinos por la música en un día de semana y terminar de comer pizza con alguna película de Netflix. Conversaron un poco sobre cómo fue la propuesta de Tina hacía el androide y otro poco sobre el amor de Gavin por Nines y lo acontecido. 

No solía hablar de eso, pero usaba de escusa el hecho de que estaba un poco alcoholizado para soltarse y decir sin restricciones todo lo que sentía y su deseo descabellado de casarse con RK900. Situaciones no tan alejadas a aquel momento, hicieron latir su corazón ahuecado de nuevo. Chen supo entonces un poco más de todo. Comprendiendo las preocupaciones de su amigo y la pesadez en su corazón: obstinado a odiar mientras descubre el amar.

La bipolaridad del sentimiento y la impotencia que trae el negar lo ya admitido.

En ese momento, él solo se dedicó a disfrutar del sabor helado de los frutos del bosque. Tina estaba a su lado en la cama, con las piernas cruzadas, congelándose exageradamente ante el repentino frío del hielo. De a poco, entre burbujas de conversaciones, el sueño los invadió. Y al tiempo, dejaron el telgopor del helado sobre la mesa de luz y se recostaron juntos, mirándose cuando la conversación comenzaba a apagarse de a poco. 

La paz de la amistad ni siquiera dejo que se diera cuenta cuando sus parpados cayeron y se quedó dormido. Y soñó, tras días de no hacerlo, con algún deseo precioso entre melodías dulces. Pero como todas las noches, esta se difumino en una pesadilla: el ultimo salto de las constantes vitales lo atormento, golpeando su corazón con rapidez contra su pecho. Transformando un hermoso mundo imaginario, en una oscuridad sin salida. 

Chen apoyo su mano sobre la de él, despertándolo con delicadeza para sacarlo de aquella penumbra personal.

— Gav — nombró, viendo como este abría sus ojos llorosos —, tranquilo — pidió, con calma—. No estás solo, cariño.

Reed no dijo nada, solo se quedó observando el rostro de su amiga. Estaba cansado, realmente cansado. Temió el porvenir y quizás de la herida que dejaría en el alma de Chen cuando partiera sin aviso. Y en silencio mientras la observaba sintiendo su profunda amistad en el apretón de manos, prometió que la iría a visitar cada noche que vagara por la tierra. Para aconsejarle cuando peleara con su novia o cuando lo extrañase en un trago los sábados.

— Gracias T. — sonrió porque no supo que más hacer.

Agradeció, ella le devolvió la sonrisa. Y él, espero a que volviera a dormirse para taparla por completo y dejar con delicadeza su mano sobre el colchón. Levantándose para prepararse un café instantáneo y permitir que el insomnio lo acompañara a ver la media luna sobre él, embriagándose del olor de las estrellas.

Apoyó sus codos sobre el marco del ventanal, imaginándose entre suspiros entrecortados al androide. Extrañaba la tranquilidad de la mirada de Nines. Realmente lo necesitaba, y se cuestionó: ¿Qué si aquello lo hacía débil?

Si, Gavin era frágil, ¿Para que seguir cubriéndolo?

Cuando RK900 endulzaba el tacto, él jamás podría evitar sentir aquel cosquilleo interno. Ese que solo se lo provocaba ese androide en específico como nunca nadie antes. Recordó entonces alguna canción antigua de las que escuchaba cuando era adolescente, fantaseando del cómo sería encontrar el amor.

Tocio un te quiero al aire a la par de que nuevos capullos azulados nacían dentro de él, dejando llevar en Nines como la mayoría de sus noches en vela desde este llegó su vida. Cada vez era más difícil no amarlo y en el parpadear de las luces de la ciudad, la sensación invasiva y pura del amor, acaricio su alma o bueno, lo que quedaba de esta. Lograba reunir los pedazos y regresaban a él gracias a su sentir por RK900. Y aunque incompleto, lo ayudaba a completarse y encontrarse en cada instante. 

Volteo su mirada sobre la isla del comedor. 

Las flores que no se preocupó en ocultar, estaban apiladas, marchitándose de a poco. Tina le preguntó horas atrás que eran y él le respondió que solo era un regalo para Nines que no se atrevía a darle. Maravillada por su color, le aconsejo que se los diese porque no había forma de que al androide no le gustaran. Además de ser preciosas como ninguna otra, Tina tenía la tonta creencia de que, si de Gavin se tratase, RK900 cerraría sus ojos y extendería su mano sin dudarlo. 

Claro, para el humano eso significaba darle su amor al androide. 

Juntar las flores, envolverlas en el manto de un abrazo y regalárselas al corazón sintético de Nines esperando, con los dedos cruzados, que lo aceptase. Y Gavin no sabía si estaba preparado. La inseguridad se posó a su lado en la ventana y golpeo su núcleo suavemente.

De a poco, la pregunta del estar preparado tomo su cabeza. Mientras la luna se dormía en su pupila y entre un suave bostezo, le dio la bienvenida a la mañana. Luci, Reina y Bruto exigieron mimos, estirándose hacía los pies de Gavin. Este agacho su mirada y embozo una sonrisa débil pensando que ese día se sumaba a los tantos de los que él no podía dormir. 

Otro día más en el que la inseguridad de la soledad lo atormentaba...

...

A la mañana siguiente, debió regresar a dar su testimonio sobre lo ocurrido para cerrar el caso de una vez. Tina permaneció a su lado hasta donde pudo, porque debió regresar a su labor y Reed prácticamente tuvo que repetir diez mil veces que estaba bien, sin conseguir que Chen se lo creyera ni un poco.

Varios policías se interpusieron entre Gavin y Robert cuando este lo fue a visitar detrás de la prisión de cristal. 

Los otros androides fueron trasladados a otros lados luego de dar su parte de la historia y todos habían sido condenados a pasar años tras las rejas. Y aunque Gavin no le encontrara sentido -ya que los años no aplicaban en su eternidad-, pidió que Lucas fuera liberado, pero, el androide quiso cumplir con la condena tras dar una declaración completa, sobre todo. Por otro lado, el detective solo se dedicaba a observar la celda de Robert, mientras este en intentos fallidos intentaba burlarse del humano y decirle que cuando la oportunidad se diera, él no volvería a ver el amanecer. Reed soltó una risita sarcástica, dedicándole entre murmullos una amenaza tan dominante como la que RK900 le había dedicado a Boris Brown. Robert se quedó estático en el lugar tras escuchar la misma voz de aquel humano que podía rogar por la vida de un androide y prometer, a su vez, destrozar a uno. Y asustado, pidió que alejaran al detective de él.

Los agentes lo alejaron, llamando su atención en una advertencia de que Fowler lo estaba esperando en su oficina. Y él, no tuvo que pensarlo dos veces para darse cuenta de lo que esto significaba.

Una vez dentro, a regañadientes tomó su placa, acariciando por última vez la promesa de ser el "Maravilloso Gavin Reed" que alguna vez le dio la palabra a su madre y la deslizo hacia donde Fowler, del otro lado del escritorio con seriedad y resignación. Jeffrey se mantuvo mudo, sentado con la mirada fija en Reed, viendo cada acción del contrario.

«Gavin tomo con seriedad la advertencia del jefe.»

¿Recuerdan? Bueno, ahí estaba, entregando su ultimo pilar en pie. Las palabras antes dichas por el Jeffrey, resonó por su cabeza. 

Un error más, recordó. Y los acontecimientos recientes eran peor que uno solo. Primero: escapo del trabajo en horario laboral, segundo: por su idiotez un empleado modelo no podía regresar a su labor por quien sabe cuánto tiempo. Así que ni siquiera espero a que se lo pidiera, si debía hacerlo, haría a su voluntad y no por una orden.

— Ten — dijo en una mueca —, aquí está mi puta placa — entregó, incapaz de reincorporarse a la labor por la falta de un certificado que lo apoye. Yo no les mentía al decir que Gavin había tomado en serio las advertencias de aquel día tenue en su vida —. Phck — insultó por lo bajo, sin querer levantar su vista a la mirada juzgadora de Fowler.

— Levanta tu cabeza — ordenó en un resoplo, poniéndose de pie. Tomo la placa del detective y la choco contra su pecho, presionando sobre la piel que protege su corazón —. Esto te pertenece idiota. Yo mismo estuve ahí viendo tu esfuerzo, tu desvelo para conseguirlo. Así que: ponte derecho, y mantén la mirada en alto. No renuncies a lo que eres, tú no eres así Gavin.

Levanto su mirada, pasmado por las palabras del superior. Tal vez un poco cautivado por las mismas.

— Vamos, no me hagas repetírtelo — pidió tranquilo, apoyando el metal en las manos del detective perplejo.

— ¿Qué demonios?, dijiste que si cometía un error más me botarías — le recordó con extrañeza—, ¿¡Esto es una forma de burlarte de mí!?

— Por supuesto que no, gran idiota — dijo sin formalidad, saliendo del contexto laboral y hablando como conocidos de muchos años —, bueno si no la quieres tendré que tirarla — arqueo una ceja, preparándose para lanzarla dentro del basurero, pero Gavin lo detuvo.

— ¡Joder no! — se el arrebato de la mano, enfadado —, puto infierno. Solo es que no te comprendo viejo — chilló con inquietud.

— ¿Qué no entiendes? — encogió sus hombros —. Diste tu testimonio, cerraste el caso y gracias a ti, muchas personas sobrevivieron, capturaste indirectamente a dos futuras Redes de trata y salvaste vidas – contó con sus dedos —. Tan simple y complejo como eso, Gavin, y por dios, ¡No es tu primer caso resuelto!

— ¿Qué ustedes son ciegos? Connor, Tina, ¡Incluso tú! — pregunto con agresividad —, ¿Qué no pueden ver que lo arruine todo de nuevo? — agarró su rostro —, denle un puto alivio a mi consciencia, hijos de puta.

Jeffrey palmeo su cabeza con enfado, Reed respondió con un gruñido.

— Eres el único que está tomando represarías, no busques apoyo para tu terquedad en los demás — repudio lo dicho por el detective —. Antes de que todo esto ocurriera, Nines habló conmigo Gavin — reveló, descolocando al detective —. Se que no era tu culpa lo que paso entre ustedes, Connor me advirtió de la condición de RK900. Así que me disculpo — inclino un poco su cabeza con grima por su error.

Pequeño detalle, RK900 había conversado con Jeffrey antes de irse a Jericó y de toda esta situación molesta. No podía no hacerlo. Advirtió que, en realidad, él había estado teniendo problemas y se había desquitado con Gavin, que no lo culpara. Y con respecto a él, dudo si lo que decía Fowler era verdad, porque Nines no pondría en riesgo su racha de buen agente por alguien como Reed... no, eso no podía ser cierto. 

— ¡Ya!, ¿Dónde está la puta cámara de showmatch? — busco por los alrededores.

— Dios, ¡Eres imposible Gavin! — tiró de su oreja, irritando familiarmente a Reed —. Deja de complicar todo, de pensarlo tanto. Quédate con esa jodida placa y desaparece de mi vista hasta recuperarte, visita regularmente el hospital y no sé-- ¿Toma un curso en línea de cómo ser respetuoso?

— ¿Recuperarme?, no sé de qué me hablas — aparató su mirar entre un bufido — ¡Estoy putamente bien!

— Tu vives en una burbuja, ¿eh? — apretó su nariz —. No me hagas buscar en tu expediente médico lo que te ocurre, porque sabes que dependiendo de la gravedad de lo que te tengas, será la fuerza que aplique para patearte — advirtió —. Gavin, preocúpate por ti. No necesito prestarte mucha atención para que darme cuenta que te jodieron el tobillo y que lo que ocurrió con Nines te tiene preocupado. ¡Esas ojeras no son de alguien que está bien! — notó —, sé que le tienes aprecio y lo traumático de todo lo que aconteció. Por eso, mientras tu compañero se recupera, haz lo mismo.

No me digas como putas tengo que vivir--

— Se lo prometí a tu madre, Gavin, jure que te cuidaría — interrumpió para que dejara su drama explosivo —. Ella quería que fueras feliz, chico.

Reed apretó la placa en su mano — Mi felicidad se fue con ella Jeffrey, ¡No me vengas con esta mierda sin sentido! — dijo entre dientes.

— Reed... — suspiro.

— Es mi verdad, es todo lo que obtendrás de mí. No andes fisgoneando mi expediente médico como un viejo chismoso. ¡Vive tu vida y yo la mía! — soltó con cólera, apartándose de Jeffrey. Se encamino a la puerta de cristal para irse y se detuvo antes de salir por completo — Joder — susurró —. Y... no le digas a Tina ni a Nines de esto, por favor. Déjalos aparte de esta situación, no tienen que saber esto. Haré lo que tú quieras y tomare la licencia del tobillo jodido, pero solo... mantén tu puta boca callada.

— Gavin — llamó, intentando convencerlo de que estaba tomando el camino erróneo —, prométeme que te cuidaras...

Reed negó con la cabeza — Sabes que no puedo hacerlo, viejo — admitió colocándose la capucha, murmurando un perdón —. Adiós Fowler — se despidió y salió, sin mirar para atrás, incluso cuando Jeffrey le insistió que se quedase para que esa discusión no terminara allí. Pero Gavin sabía que su jefe tenía razón en su hablar, por eso quería cubrir sus oídos para poder tener de excusa a la culpa. Continúo buscando algo que estabilizara lo que quedaba de ese muro de flores.

Saludo a lo lejos a Chris y a Tina, ignorando los demás compañeros que se acercaron para resolver sus dudas sobre lo que habían visto ese día y preguntarle cómo estaba. Él solo les dedico su dedo medio levantado y, con un: «jodanse todos» sonoro, salió del departamento de policía.

Miro el cielo sobre él y se preparó para pasar el resto del día esperando el despertar de Nines.

...

La primera flor del día se escapó de él, acompañado de algún recuerdo vago de viejos sentires que coincidían con su presente.

Estaba en el departamento de policía. Había resulto un caso más con su nuevo androide compañero de trabajo. El tiempo solo fluía entre ellos, resbalándolos entre ellos para que, de a poco, estuvieran más juntos. Reed fumó un cigarrillo en la zona para fumadores y se fue a buscar a Nines para invitarlo a ver alguna película a su casa. Pero lo único que encontró, fue un androide completamente quieto sobre el asiento.

— ¡Hey, tostadora! — se detuvo al verlo sobre su lado del escritorio, estaba la espalda completamente recta y sus ojos cerrados. Su LED giraba en azul y en ocasiones, un suave amarillo se interponía — Jodido infierno, ¿Te moriste? ¡Puto cristo! me van a hacer pagar si te dañaste — exageró desconcertado. Nines no le respondió, haciéndolo enojar porque: «¿Quién se creía ese Ken de dos metros para ignorarlo a él?» — ¡Te estoy hablando, lata! — pero el androide no contesto —Putos androides – insultó por lo bajo.

Sin embargo, al pensarlo dos veces, una idea fugaz lo invadió. Una maldad innecesaria y quizás, una oportunidad única en un millón.

— Mm — musito, picando con su dedo la mejilla del androide — Jee~ — apretó su nariz, tiro de sus cachetes y le acaricio el cabello. Sorprendido por lo dócil de RK900, ni siquiera lo apartaba. Y en realidad, Gavin siempre se sintió curioso por el cómo se sentía la textura del cabello de Nines. Decepcionantemente similar al de un humano, pero más lacio y sin enredos. Llevo sus manos a la mandíbula de Nines, abrió y cerró su boca entre intentos absurdos de simular como si la inteligencia artificial fuese el que hablase.

 «¡Mírenme, soy un pinchazo de plástico!» — intento poner la voz similar a la de RK900, imitando su tono con exageración metálica — «Beep, Beep» — comenzó a carcajear mucho, incluso lágrimas de tanto reír de las idioteces que decía.

Paso sus yemas por las mejillas del androide y comenzó a acariciarlas, era una textura sorpresivamente suave como para estar cubriendo el metal. Se preguntó qué era lo que tenía que le llamaba tanto la atención últimamente, mientras ahuecaba su rostro con un símbolo de pregunta imaginario sobre su cabeza inclinada levemente. 

Se había cumplido uno de sus deseos infantiles, siempre había querido hacer eso. Más cuando el androide se ponía hablar y hablar resplandeciente de soberbia y superioridad programada. Pero hasta el momento, nunca se había atrevido a hacerlo.

¡Y por una buena razón!

El LED de Nines se coloreo rojo molestia y tomo la muñeca de Gavin, apretándola en el acto. El detective detuvo su risa con miedo, el androide abrió sus ojos y lo miro fulminantemente. Reed vio su vida pasar por sus ojos mientras intentaba zafarse del agarre de Nines.

 — Oh, solo eres tú gran rata — dijo RK900 después de estabilizar su visión, irritándose por tener que despertar y verlo al detective —. Usted no sabe dejar de molestar por un segundo, ¿No? — cerró su mano, su programa le mostraba puntos de Gavin para derrumbarlo, pero extrañamente él no quiso hacerle daño. Nines apenas unos meses divergentes, se obstinaba a actuar tan frio y duro como uno androide no divergente para asustar a Reed.

— Phck, ¡Te hable y tú no me respondías!, ¿Qué esperabas que hiciera? — dijo con nerviosismo cuando vio que Nines no cedía en soltarlo — vamos lata, era un puto chiste, ngh- — hizo una mueca de dolor —, ya- ¡Suéltame idiota!

— Yo respeto cuando usted duerme, incluso en horario laboral Reed. Lo mínimo que le pido es lo mismo, es mi momento de descanso. Solo... desaparezca de mi vista.

— ¿Dormir?, ¿Eso estabas haciendo? — tiro cabeza hacía atrás, repensando las palabras del compañero — ¡Ugh, ugh! qué asco me dan los androides, son jodidamente escalofriantes.

— Tampoco eres agradable para la vista — soltó con enojo, sintiendo como Gavin inútilmente apretaba sus uñas en la piel sintética de Nines —, pídeme perdón y compórtate para la próxima vez.

— En tus sueños de máquina enferma — le saco la lengua —, ¡Déjame para poder golpearte!

— ¿Tú?

— Si, yo — rodó los ojos.

— ¿Tú?, ¿A mí?

Nines lo miro con ambas cejas hacía arriba, resoplo con sarcasmo y quito su agarre, burlándose de la frágil amenaza. Prácticamente él podía romper su mano en un segundo, pero aun así el humano se resignaba en hacerse el tipo duro. La muñeca de Gavin tenía las marcas de los dedos de RK900 y este sonrió inconscientemente. El androide se replanteo si se había pasado mucho, pero después de todo, el detective se lo había buscado.

— Joder — miró su brazo en un jadeo, acariciándolas en un intento de borrar lo rojizo —, ¿Cómo se supone que debo despertarte? — curioseó, tirando del cabello de Nines. Este solo cerro sus ojos, intentando controlar la misión de golpear al detective.

— No invadas mi espacio personal — apartó bruscamente, marcando una línea imaginaría con su pie —, primero. Solo llámame por mi nombre y espera hasta que te responda — explicó encogiendo sus brazos — y, sobre todo: mantén distancia de mí, no soporto tenerte cerca detective — dijo con una mueca.

— Bien, comprendo — sonrió infantilmente —, picarte el rostro hasta que respondas e invadir tu espacio personal, porque amas tenerme cerca — dio vueltas las palabras con tono burlón. RK900 se puso de pie, para volver a dedicarle una mirada fulminante.

— Si haces eso, tendré el completo derecho de neutralizarte, detective.

— Quiero verte intentando — incitó sin retroceder, con juego en voz.

Nines negó con la cabeza. El temporizador comenzó a correr y se preparó mentalmente para ser llamado por Fowler en unos minutos.

...

— Hey, tostadora despierta — susurró, apoyando su dedo en el rostro de RK900, arrastrando las palabras —, bello durmiente despierta de una puta vez.

El primer día, la paso a su lado. La ilusión rodó junto con las horas.

Pensó que si lo molestaba como siempre lo hacía cuando Nines entraba en estasis a su lado, él despertaría para mirarlo con su entrecejo fruncido y su LED en rojo. Incluso si eso significaba que sus muñecas terminaran lastimadas.

Solía observarlo mucho cuando simulaba dormir, justo como ahora, pensando en que estaría soñando el androide, porque sabía que lo hacía. El androide le había confesado que si podía crear escenarios cuando entraba en estasis, pero siempre se negaba de hablar de que eran o en quien pensaba al hacerlo, aumentando la curiosidad en Gavin quien ya tenía sus sospechas de que seguramente algo retorcido debía tratarse por el azul de su LED.

Apoyó su cabeza en su brazo, picando los lunares de la cara del androide con su mano libre.

A su lado, RK800 le pidió que dejara de hacerlo, pero él no lo escucho. Siempre que lo molestaba de esa forma, Nines regresaba y tenía una vaga creencia que sucediera si lo picaba lo suficiente. Connor permaneció en silencio al darse cuenta que insistir no era opción y, aunque Gavin y él no se llevaran del todo bien, Reed sabía que RK800 estaba muy preocupado por su hermano. Giraba una moneda entre sus dedos con nerviosismo, se le caía en varias ocasiones y esperaba unos segundos con su LED rojizo para volver a levantarla.

Se acompañaron sin decir ninguna palabra. Ambos tenían la misma preocupación así que por primera vez encontró la presencia de Connor tranquilizante. Aunque, claro, Reed prefería estar solo en la habitación junto a RK900, dejando caer varías flores en su nombre sin la necesidad de tener la mirada de Connor sobre él o a Hank insistiéndole que regrese a su hogar.

Amasó su rostro, esperando que RK900 despertara para fulminarlo con su iris celeste y les mentiría si dijera que Gavin no disfrutaba de esa mirada. Amaba hacerlo enojar, porque Nines podía fingir tolerancia, pero cuando de él se trataba, parecía una persona totalmente diferente. Solo actuaba de esa forma con él y Gavin se sentía jodidamente especial. Porque sabía que, si RK900 lo hubiera querido, podría haber tomado sus manos cada vez que lo molestaba y destrozarlas. Pero no lo hacía.  Reed pronto en el tiempo, noto como sus labios se curvaban para él luego de despertar con un: "Nineeees—" sonoro del humano. 

Y en todos los años de su vida, él nunca había provocado una sonrisa así en alguien. Esa que esperaba con ansias volver a ver. Entrelazo entonces sus dedos con de Nines acompañado de temor, en busca de alguna respuesta, más RK900 continuaba dormido...

...

— No puedo comprender: ¿Qué tiene divertido perder el control sobre tu cuerpo? — preguntó Nines al humano que cargaba en su hombro.

Era de noche en Detroit y RK900 había tenido la necesidad de ver a Gavin. Inexplicablemente necesitaba de escuchar su irritable voz que de a poco comenzó a convertirse en algo gustoso de percibir. Aquel día, con la necesidad de verlo golpeando su corazón artificial, una llamada del detective lo hizo abandonar la casa de Hank y Connor a escondidas para ir a buscarlo.

Gavin lo llamo dos veces. Una para decir algunas palabras confusas y cortar, otra para no decir absolutamente nada. Por el tono de la primera llamada, estaba de más recalcar que estaba borracho. Así que Nines no lo pensó dos veces, que él lo haya buscado era una excusa perfecta para verlo.

Busco en los bares que el detective solía recurrir y con suerte, lo encontró en el primero. A unos pasos de su casa. Cuando llegó, entro al bar, miro a las personas dentro para encontrar a su humano y lo escucho. Eso que su sistema pedía a inestabilidades: Gavin estaba chillando en una esquina del bar, peleándose con un grupo de personas. RK900 suspiro y se acercó a él con calma. Lo tomo de la capucha levantándolo en el aire con facilidad y lo aparto. Reed tardo varios segundos en entender el que hacía el androide allí y pensó que quizás había pedido demasiado alto su deseo de verlo en ese instante.

Nines pidió disculpas por el comportamiento del humano mientras escaneaba la situación de Gavin. Lo habían lastimado en su labio, pero él los había dejado en peor estado. RK900 se molestó ellos por hacerle daño a Gavin, aunque dentro de él sabía que el detective seguramente había iniciado la pelea. El grupo se asustó al ver al androide y solo desistió de continuar con su absurda pelea. Por otro lado, el humano de ojos grisáceos continuaba buscando una respuesta de la imagen al frente de sus ojos. RK900 coloco el brazo de Gavin con delicadeza en su hombro, notando la cantidad innecesaria de alcohol en su sangre, pagó por las bebidas del humano y lo llevó a su par, en pasos lentos, lejos del ruido del bar.

— ¿No vas a responderme? — indagó con impaciencia, mirándolo hacer muecas.

— Ughh — se quejó sonoramente — ¿¡No puedes solo-- cerrar tu puta boca!? — pidió de mala manera tambaleándose —. No lo entenderías lata, aunque quisieras. Perder el control sobre la mierda que hace uno es jodidamente divertido. Tener algo de que culpar luego de tener el control de tu puta vida de mierda durante treinta años, ¡TREINTAAA! 

— Jajaja, entonces me estás diciendo que buscabas un poco de adrenalina más de la que ya consumes diariamente en tu trabajo y, ¿Por eso te peleaste con ellos, para poder culpar al alcohol? — cuestiono, ladeando su cabeza.

— Oh, ¡Me olvide que estaba en un jodido interrogatorio! — gruño, quitando su brazo de Nines — déjame, puedo caminar solo. Son mis jodidas vacaciones RK-- ¡Mierda! ¿Desde cuándo tienes dos cabezas? — su visión dio vueltas como si de una calesita se tratase. Nines lo rodeo con su brazo para estabilizarlo —, ¡Mierdaaa! — gritó alertando las mascotas de los hogares, quienes comenzaban a ladrar ante el quejido de Gavin.

— Eres todo un espectáculo, detective — carcajeo entre dientes —. Por cierto, tu nivel de consumo de alcohol de esta noche es elevado, ¿Quieres contarme que te llevó a eso?, ¿Hay algo que te esté rondando en la cabeza? — curioseo, Gavin solía sincerarse un poco cuando estaba borracho, así que aprovecho su oportunidad para saber el porqué del alcoholismo del humano. Era algo que debía averiguar por su cuenta, su programa no decía ese tipo de información personal y a él le interesaba bastante. Gavin en si le interesaba. Además de que recientemente no había noche en que el detective no buscara ir con él a beber algo o ver algo en la televisión.

— ¿Qué– me esté rondando en la cabeza? — se detuvo a mirarlo, pensando la respuesta —, ¡Tu, jodido idiota!

RK900 parpadeo rápidamente — ¿Yo? — le devolvió la mirada, poniéndose a su par — ¿Por qué?, ¿Por qué yo?

— Porque... ¡Si! tu, tú manía de meterte en mi cabeza — levanto sus puños y los bajo al instante en un suspiro —. Es que– ¿Sabes? — cambio de tema, su tono de voz era dulce como si estuviera reprochando —, pensaba que tal vez podríamos ir algún lado en estos días. ¿El mar?, si, el mar — se confirmó —, ir a la playa con vos sería... ugh-

— Gavin, eso no responde-

— Una plaza, pero es que ¡Hay muchas personas y-- eso! — bufó —, perros, joder ¡Principalmente perros!, si mis gatos llegan a olfatearme, me van atacar porque son unos jodidos celosos — contó —. Ah, pero tú eres la excepción, le caes bien y eso es extraño, son muy-- celosos, ¿Te dije?

— Si, me lo acabas de decir — carcajeo entre dientes, quitándole el pelo de la cara.

— Bueno eso, pero um- a ellos le gusta verte a mi lado o en casa — tambaleó —, tanto como a mí me gusta verte — murmuro sin pensar. 

Nines no sabía que responderle, se quedó procesando en la idea de ir juntos a algún lado, fuera del trabajo, de los bares. Solo salir, sin ataduras, por gusto y no obligación. Solo ellos.

— Iba a decirte de salir a un café, pero, mierda, recordé que aún no hay muchos que vendan tornillos y nafta como parte del menú para androides — burlo —, así que pensé en invitarte algún lado que quisieras conocer, pero um — se refregó la cara —, no creo que pueda ir a ningún lado en este momento. Yo- estoy bien, ¿Sí? puedo caminar solo. 

— Puedo notarlo — lo apegó a él para que no se cayera. 

— Bien, quería aclarar eso.

— Pero no entiendo, Gavin — expresó —, ¿Por qué conmigo?

Reed no contesto, en cambio intento apartar la mirada a las estrellas con su rostro sonrojado. El androide se quedó pensando la confesión de su compañero de trabajo. El: "por qué con él", apenas habían comenzado a llevarse bien y el tono de Gavin parecía que había estado deseando eso toda una vida. Tal vez era efecto del alcohol y no se estaba refiriendo a Nines, si no a otra persona. 

Su LED giro en rojo al pensar en aquella posibilidad.
— ¿Conmigo? — repitió.

Miro a los alrededores — ¿Hay alguien más? — carcajeo, con sus orejas rojizas.

— Pero yo-yo soy RK900 — le recordó con ingenuidad. 

— Y yo Gavin Reed, mucho gusto — bromeo, entrecerrando sus ojos.

RK900 parpadeo, sin saber cómo afrontar tanta sinceridad y la mirada profunda de Gavin. ¿Qué significaba todo aquello?, ¿Qué el detective estaba interesado en él? 

Negó con sus manos, imposible, el humano y androide se odiaban. Solo eso, ¿Verdad?

— ¿Y sabes que más me gustaría...? — hizo una pequeña pausa. Nines sintió su bomba de tirio descolocarse, sus procesadores hicieron un cortocircuito ante el susurro de Gavin, quien se colocó al frente de él con un movimiento lento y tambaleante con sus manos hacía sus caderas.

— ¿Qué? — preguntó con nerviosismo. No le gustaba que invadan su espacio personal, pero no tuvo la necesidad de apartarlo, es más, quería tenerlo aún más cerca. 

— ¡Un poco más de vodka por supuesto! — exclamo, apoyando su cabeza contra el hombro de Nines —, oh, ¡Y un cigarrillo!

— Por RA9, eres un grandísimo idiota Gavin — apoyo su mano en la cabeza del detective —... y más aún yo — suspiró.

RK900 se sintió como un estúpido por haber esperado otra cosa por parte de Reed. Aunque no pudo evitar sentirse contento de saber que él lo pensaba tanto como el androide al humano. Como si se pusieran de acuerdo entre ellos para encontrarse. Y pensó por lo bajo, mientras seguía con la mirada las cosas que Gavin hacía y decía, que quizás, después de todo, no era tan malo que el detective tomara a veces... un poco.

...

El segundo día, Connor no se quedó porque tuvo que volver al trabajo.

— ¿Sabes que era lo que realmente quería decir aquel día? — preguntó sin esperar la respuesta —, "a ti". Ese día bebí porque no podía soportar mi deseo de verte y deambular por ahí a tu lado. 

Reed por su parte, se sentó sobre el costado de la camilla y comenzó a conversar solo. Espero, viendo morir al día, que Nines terminara de cargar completamente su pila. Pero este parecía hacerlo apropósito, como si se burlara internamente de la confesión tardía de Gavin. Tina lo fue a buscar para ver a RK900 porque ambos siempre habían tenido una buena relación incluso antes de que Gavin y Nines lo hicieran, junto otro grupo de policías. Apoyaron ramos de flores bellísimas con tarjetas de deseos que se recupere. Y Reed reunió todos los fragmentos azules de él y las guardo en su bolsillo para tirarlas más tarde cuando saliera de Jericó. Porque las otras plantas combinaban perfectamente con el blanco de la habitación, en cambio las suyas, resaltaban más allá de lo claro, iluminando los alrededores con el color del sentir, saturando la vista.

Chris golpeo su espalda suavemente, diciéndole en un murmullo que todo mejoraría y que no hacía falta que las ocultara. Pero para Gavin el "todo mejorará" era una mentira dulce y tentadora. 

Solo era caer en el optimismo para luego deslizarse sin agarre en lo duro de la realidad...

...

— Repíteme tostadora, ¿Qué se supone que haces aquí?

La ciudad de Detroit estaba vestida de blanco. El frio del invierno golpeaba en ráfagas de viento contra las ventanas de la casa de Gavin. Reed estaba con ropa cómoda pero abrigada. Nines por su parte, continuaba con su cuello de tortuga oscura, solo que esta vez traía puesto un gorro de navidad sobre su cabeza, que se lo había colocado Connor cuando este advirtió que iría a visitar a su compañero luego de pasar una cena navideña junto con Hank y su hermano.

— Creo que el accesorio de mi cabeza deja poco para deducir, Gavin — dijo con obviedad, levantando las bolsas en su mano —. Traje regalos — levanto la otra —, y comida.

Reed paso su mano por su cara y acomodó su cabello.

— Nines — gruñó con el ceño fruncido —, vuelve a casa con tostadora uno y Hank.

RK900 giro en amarillo, la puerta de la entrada principal comenzó a cerrarse de a poco — Pero tu estas solo Gav — miro hacia adentro del departamento.

Y no se equivocaba.

Tina había viajado a su país natal con su pareja para pasar las fiestas allá. Lo habían invitado, pero no quiso ir, prefería quedarse en Detroit como todos los años, solo con sus gatos y aún su chino era bastante malo.

— ¿Y? — inquirió con desinterés —, jamás fui fanático de la navidad, ¡Es un día más en mi jodida vida Nines! no necesito que hagas caridad conmigo, hojalata.

— No es caridad — apoyó su mano en el marco, impidiendo que Gavin cerrara completamente la puerta —, eres mi pareja Gav... de trabajo — se corrigió rápidamente — y me gusta pasar tiempo contigo.

El palpitar del humano aumento entre un suspiro y desistió de pelearse con el androide caprichoso, dándole dio permiso para que pasara dentro. Efectivamente, era un día normal. No tenía decoraciones navideñas ni mucho más. La pava eléctrica estaba sobre la encimera, calentando el agua para un ramen instantáneo del supermercado. Todo estaba como siempre, con la excepción de que, sobre la isla del comedor, una vela estaba encendida junto con una cala.

Nines paso dentro, dejando sobre la superficie de la mesa la bolsa de algunos dulces navideños que compró de camino para Gavin. Reed fue hacia la cocina para apagar el electrodoméstico y buscar una bolsa de tirio para servirle al androide. No sabía qué demonios debía hacer, en los únicos veinticuatro de diciembre que paso acompañado, su mamá solía prepararle varias cosas deliciosas para esperar la llegada la navidad y no es como si supiera controlar el tirio para prepararle algo a RK900. Volvió a donde Nines con la pava en la mano. Abrió el envoltorio del ramen y se preparó para verter el líquido caliente.

— Espera Gav — lo detuvo desde el suelo, acariciando a los felinos —, ¿Quieres que te prepare algo? — se puso de pie, sosteniendo a Lucifer en sus brazos.

— Tengo ramen — señalo, dejando el aparato al lado del ramen —, y ya te dije que no necesito de tu puta caridad, ¡Me haces sentir jodidamente miserable!

— Oh, no es mi intención Gavin — camino hacia él —. El ramen no es una comida, ¿Cuántas veces debo repetírtelo? — le recordó con enojo —, además hoy es un día especial para algunos de tu especie, podrías comer algo distinto al menos por este día... — dejo con delicadeza al gato en el suelo y tomo el obsequio que le compró a los felinos. Unos cuantos juguetes, plumas, ratones y chucherías para que los animales dejaran de jugar con las cosas del detective. Estos no tardaron en olfatearlos e inmediatamente ponerse a jugar, dichosos ante el regalo.

— Eh, si, especial para algunos — miró su celular, Elijah le había enviado un mensaje devolviéndole el «feliz navidad» y diciéndole que iba a pasar la navidad en su casa junto con Chloe. Invitándolo a ir, pero Gavin no se sintió preparado para verlo —, pero para mí no — encogió sus hombros —, "El Grinch" es un buen apodo para mí.

Nines busco en Internet la película navideña y vio todo el film en un segundo.

Regreso su mirada a Reed — No eres verde — carcajeo, sentándose al lado de Gavin en el comedor —, aunque sí, bastante es el parecido cuando nos referimos a tu particular mal humor — incordio con maldad, extendiéndole una caja decorada.

Reed resopló ante el comentario.

— ¿Qué es esto, lata? — miro la mano del androide, dándose cuenta del significado de esto y pidió despacio que Nines no notara sus latidos.

Para Gavin, el hecho de que RK900 estuviera allí en ese preciso instante, era un cambio grande en su rutina de vida. Sumado que el sentir algo por este ya era extraño. Y si, el odiaba la navidad, pero si el androide estaba de por medio, pensó que quizás esa fecha no era tan mala.

— Lo sabrás cuando lo abras, tonto — respondió.

— Nines — nombró por lo bajo —... no hace falta esto — mordió su labio inferior. Gavin no podía entender para nada las intenciones del androide. Buscaba en su mirada algún indicio de que toda esa atmósfera navideña calidez solo fuera una burla por parte de RK900 para luego dejarlo allí, como todos, solo con su sentir. 

Un carbón seguramente sería lo que le obsequio.

Nines se acercó a él un poco más de lo que habitualmente lo hacía, dedicándole una sonrisa con cariño, intentando aliviar la preocupación de Gavin que notaba en su nerviosismo. Tomo las manos del detective delicadamente y colocó sobre estas, el regalo sin despegar su mirada de él.

— Nines... — repitió con inseguridad, sin poder mantener la mirada. Se sentía tan diferente a todas sus navidades, como si aquel dolor hondo fuera remplazado por la sensación agradable de tener a alguien allí.

— Gav, no te preocupes, no hay un carbón allí dentro — bromeo tranquilamente —, últimamente eres un buen chico. Tus insultos se redujeron, estas golpeando menos y como corresponde, un pequeño obsequio para recompensarte de tu esfuerzo.

— Phck, ¡No me trates como un puto niño! — insultó, sin borrar la sonrisa de Nines, quien había esperado esa reacción de su parte. Suspiro y tomó el regalo. Estaba perfectamente envuelto, pero Gavin sabía que por los dibujos del regalo -que eran pequeñas ratas- y la dedicatoria sobre el papel, seguramente fue él mismo que lo envolvió. Lo abrió con delicadeza para no romper la etiqueta y al hacerlo, se topó con dos vasos con estampados de gatitos. Reed recordó entonces aquel día que habían ido a comprar algunas cosas para la futura casa de Nines, preguntándose si podía ser que el androide lo hubiera estado mirando para notar su interés en estas o si solo era una coincidencia. Pero no lo pregunto, porque estaba jodidamente contento y avergonzado —, ¡Mierda, Nines!

— ¿Qué ocurre? – pregunto el androide sin comprender la reacción —, ¿No te gusta? — su LED giro en rojo y amarillo recordando la emoción en la mirada del detective cuando la vio en la tienda.

— ¿Gustarme?, las amo — respondió con entusiasmo —... Nines yo — dejo delicadamente los vasos sobre la isla, al lado de la cala —... gracias gran pinchazo de plástico — agradeció en un suspiro, con sinceridad y se puso de pie rápidamente —, yo- emh, joder, espérame — pidió, caminando rápidamente hasta su cuarto, Nines sin comprender lo espero parado. Regreso con un presente en su mano. Estaba envuelto en un papel de regalo decorado con robots —, esto es para ti... ¡Y sé que no lo necesitas!, pero... pensé que se te vería jodidamente bien.

RK900 se sorprendió.

No esperaba que Gavin, quien había dicho que odiaba la navidad y todo lo relacionado, se tomara su tiempo en obsequiarle algo a él. Agarro el regalo y lo abrió, era una bufanda oscura, suave ante el tacto. Parpadeo en amarillo. Por supuesto que no necesitaba aquel accesorio, pero, de todas formas, al ser un regalo del detective, Nines la amo completamente.

— No soy tan bueno haciendo regalos como tú... — rasco su cabeza.

— No, es perfecta Gavin... gracias — dijo con un tono suave. Intento colocársela, pero no sabía cómo hacerlo, nunca antes había usado algo como eso.

— Espera — se acercó a él, tomando la prenda alargada y rodeando despacio el cuello de Nines —, puedes hacer mil cosas, pero no ponerte una bufanda ¿Eh? — le saco la lengua, dejando sus manos sobre el la prenda.

— No arruines el momento — se quejó Nines mirándolo —. Déjame disfrutar de tu sonrisa — carcajeo al verlo nervioso — y de estar a tu lado...

Gavin no lo pensó y al escuchar esas palabras, sintió la necesidad de abrazarlo. Y lo hizo. Mas Nines dejó sus brazos a los costados, sin saber cómo reaccionar a la repentina acción de cariño del humano.

— Oh- yo — salió de su estado de felicidad, asombrado y avergonzado de su propia ocurrencia y como Nines no correspondía al abrazo, dio un paso atrás, apretando sus puños —, mierda, perdón... pensé qué, joder, cierto, tu espacio personal, yo- — se intentó excusar con las mejillas rojas, RK900 lo detuvo antes de que se apartara completamente, posando sus manos en la espalda de Gavin para apegarlo nuevamente a él.

— Feliz navidad, Gavin — dijo entre sonrisas, apagando toda inseguridad. 

El corazón de Gavin tembló al ser correspondido. Detrás las personas chocaron sus copas, festejando la llegada de la navidad, mientras ellos juntaban sus almas.

— Feliz... navidad, tostadora.

...

El tercer día tuvo una visita inesperada.

Elijah fue a buscarlo a su casa antes de que saliera a Jericó y Gavin no sintió el que él estuviera fuera algo malo. Es más, había tenido una tonta idea de querer hablar con su hermano hace bastante tiempo, pero su orgullo le hacía borrar los mensajes antes de enviarlos. Cuando tenía celular, por lo menos. Ellos conversaron del incidente y Reed le confesó que le quedaba cada vez más poco tiempo. Kamski no supo que hacer, más que insistirle en que le dijera que le ocurría para ayudarlo a pagar la operación de que fuese lo que tuviera. Pero Gavin le dijo que ya era tarde para hacerlo y que simplemente se centrara en disfrutar de aquel último momento.

El pasado se ausento. Dejando solo el presente de dos medios hermanos sentados a la par, hablando de idioteces y maltratándose con cariño. Juntos como alguna vez lo hicieron cuando eran adolescentes. Disfrutaron del sabor de un buen wiski y de la compañía mutua tras años de negarse como hermanos. Y es que ellos serán diferentes, pero esa conexión existía innegablemente. Reed se arrepintió -quizá- de haber tomado una distancia absurda con él. Y el día solo avanzó y Gavin no quería que este terminara sin haber visto a su androide. Entonces, entre conversación, le pidió a Elijah que cuidara de sus gatos cuando el partiera. Kamski descubrió que era tío de no solo un felino ¡Si no tres!; y entre curvas de tristeza al saber que el conocerlos completamente significaría la muerte de su hermano, prometió que lo haría. Aunque él no sabía mucho de gatos, el hecho de que se refiriera a Elijah como su "tío millonario", lo lleno de alegría. 

Regreso a Jericó por unas horas tras despedirse en un abrazo de su hermano. 

Como era de esperarse, Nines no había abierto sus ojos. Y pensando los minutos, Gavin rogaba al cielo de RK900 que se recargara rápido para poder abrazarlo tanto como aquella navidad. Para verlo usar la bufanda azabache que aún conservaba, mientras disfrutaban del sonido tintineante de chocar de los vasos a juego con estampado de gatitos...

...

Gavin estaba sobre la terraza de un salón de fiestas. El departamento de policía hacía una fiesta de celebración de año nuevo con cada aniversario del mundo y aunque nadie lo soportara complementarte, siempre lo invitaban. 

Faltaban poco para las doce y otro nuevo despertara rodaría de esperanza a los seres sobre la tierra. A diferencia de la navidad, a Reed le gustaba esta fecha. Era una buena excusa para emborracharse y ver desde esa altura, el paisaje de su ciudad congelada. El manto sobre él, tenía alguna que otra nube rodeada en pequeños lagos que dejaban caer copos lentamente sobre la nariz enrojecida de Gavin y en su cabello. Refregó sus manos buscando algo de calor, adentro del evento estaba caliente pero el prefirió recibir el año afuera, disfrutando del espectáculo nocturno de las estrellas fugaces.

De hecho, tenía bastante frío, pero no quería regresar adentro. Estaban todos allí y Reed no quería soportar la escena de Collins conversando con Nines como si fuera su jodido compañero. Pero después de todo, no podía meterse. Si RK900 lo quería a él, no iba a interponerse.

Deseaba entre murmullos, que Nines fuera feliz en este nuevo año y que él, pueda tenerlo a su lado tal vez un poco más.

Tembló un poco, chasqueando su lengua por olvidarse su abrigo adentro. Tomo una bocanada del frío de la estación y se perdió en sus pensamientos. Ese había sido un buen año porque Nines había estado allí. Él hacía sonar las tristes melodías un poco más alegres y brillaba entre tanta oscuridad. Y para una persona solitaria como Gavin, el androide resultó una sensación única y tan especial en aquel año que estaba por despedir, que no le alcanzaba las palabras para agradecerle que le devolviera el fulgor de vivir, los ánimos y tanto cariño oculto en odio falso.

Saco un cigarrillo de su bolsillo, pero renuncio a la idea de prenderlo.

RK900 lo había ayudado a cambiar tanto y él simplemente lo amaba tanto que solo rogaba a su corazón delator dejara de desnudar su verdad en cada acercamiento con el androide. Porque a su lado, sus complejos se caían sobre el suelo y su palpitar se descongelaba como lo hacía la nieve al ser acariciada por la calidez del sol. Levanto su vista a la lluvia de estrellas que pronto sería camuflada por los fuegos artificiales y se quedó quieto, sosteniendo el barandal con ambas manos. De repente, los pájaros volaron cerca con un suave cantor y las nubes abrieron paso para dejar ver lo completo de la Luna. Y sintió los brazos de alguien más en su pecho y el torso cálido del androide contra su espalda. Giro la cabeza despacio y choco contra el celeste de esa persona.

— Gav... estas temblando — notó dulcemente —, vuelve, ya casi es hora de brindar — avisó fijándose el horario en su reloj interno. 

Siempre que Nines estaba cerca, su rostro se enrojecía hasta su alcanzar las pecas en su cuello. Y el simple tacto de RK900, aunque este haya activado la calidez en su piel sintética, lo hacía sentir cómodo. Como si el invierno a su alrededor solo fuera una blanca primavera. Agradeció internamente que estuviera de espaldas a Nines, para que este no pudiera notar el rojo de su rostro.

— Prefiero quedarme aquí, lata — respondió, tirando su cuerpo hacia atrás para pegarse a Nines, apoyando su pelo en el hombro del androide —. Regresa tú, idiota.

— Entonces me quedaré aquí, Gavin — curvo sus labios suavemente —, me... gusta la idea de ver el despertar de un nuevo año a tu lado — confesó, entrecerrando sus ojos. 

Y la nieve de Gavin se derritió completamente en su pecho.

Tanto que no le importo si esas palabras eran reales o no, solo disfruto de la suave ola que se meció dentro de él, dejando a su paso caracolas de latir coloridas.

— Si, claro — aparto su mirada, arrugando su nariz suavemente.

Faltaban unos pocos minutos.

Reed dejaba escapar bocanadas de aire caliente, Nines lo envolvió con la bufanda que Gavin le había regalado para navidad. Este bufó ante la protección y se refugió detrás de la tela oscura, intentando ocultar el rojo de sus orejas. RK900 se enamoró de la vista.

— ¿Sabe, detective? siempre que estoy a tu lado Gavin me pregunto: ¿Por qué? — le confeso, apartándose de a poco para colocarse a su lado en el barandal —, por qué el cielo brilla aún más...

— ... tienes un error en tu sistema seguramente, revisa tu visión que debe estar jo-di-da — rio, viendo de reojo la mano de Nines apoyada a centímetros de la suya —, aunque yo... también me pregunto lo mismo — murmuro tan despacio que, si no fuera porque RK900 tiene una audición artificial, no podría haberlo escuchado. Las motas verdes en el iris de Gavin se mezclaron con el azul de Nines en silencio.

Entre duda, Reed movió su brazo con disimulo para chocar sus dedos meñiques despacio para que pareciera un accidente. Pero Nines carcajeo entre dientes, descifrando las intenciones de Gavin quien fingía estar sumergido en los segundos que le restaban al año. Y entonces, en el fragmento del último momento, RK900 entrelazo sus dedos con los ruborizados de Reed. Apoyando su mano sobre la del humano y ambos se dedicaron un deseo mutuo burbujeante dentro de ellos.

La cuenta regresiva comenzó.

5, 4, 3, 2...1

Y el corazón de Gavin estalló en mil colores, tanto como los fuegos artificiales de fondo que daban la bienvenida a un nuevo año. Pero por más que estos fueran un verdadero espectáculo para la vista, Gavin no podía apartar su mirada de Nines. Lo electrizo completamente, lo atraía demasiado. Y al verse en sus pupilas, no pudo evitar que sus labios temblaran ante la necesidad de decir en voz alta aquello que guardaba dentro de lo frágil de su centro. Las palabras parecían no querer salir y solo se deslizaron entre suspiros de oraciones inconclusas.

— Oh, ya son las doce — desconecto sus miradas por un instante, y miro la fiesta de luces al frente de él —, feliz año nuevo, detective.

Empezar el año con aquella persona que amaba tanto fue una nueva experiencia para Gavin. Una que lo hizo parpadear suavemente, acercándose tal vez un poco más al androide. Los compañeros del trabajo comenzaron a subir, pero ellos no despegaron sus manos. La nieve se acumulaba en sus cabellos. 

Y él se preguntaba: qué era lo que tenía Gavin que hacía que Nines siempre volviera y se quedase allí, a su lado de lo extenso del universo, cuando nadie lo hacía. Y como una suave caricia a las teclas del piano, Reed resonó en una sonata clara y pura del amor.

Mierda, RK900 era demasiado, tanto pero tanto para el humano.

Su presencia era la manifestación perfecta del veinte de marzo en Detroit. El despertar de las flores tras el sueño ártico del invierno, las gotas que reflejan la belleza de las rosas a la madrugada y un fragmento más del cielo. 

— Nines... — musito con sus pupilas rellenando su iris, queriéndolo con toda su alma. Y él no podía entender que su gran amor fuera de ese planeta. O que si quiera esas campanadas dentro de él fueran reales.

— ¿Si, Gav?

— Yo-- — amagó a decir, pero no se atrevió —, feliz... feliz año nuevo para ti también, tostadora — le devolvió entre una débil sonrisa, temblando ante la compañía.

Nines le sonrió y él, rogó en un anhelo profundo, reunir la suficiente fuerza para que el próximo año pueda tener la fuerza necesaria para decirle en voz alta y solo para que el androide lo escuchara... cuanto lo amaba.

Apoyó su cuerpo un poco más cerca de Nines, dejando caer su cabeza al lado de este y el contrario hizo lo mismo. Pensado de igual forma si en algún momento podría explicarle a Gavin la cantidad de chispas que le provocaba dentro de él aquella cercanía.

...

El cuarto día lo hizo sollozar de nuevo.

Más flores, pétalos y ramas lo consumían. Y él no estaba seguro si su cuerpo iba a aguantar hasta el despertar de Nines. Quería sentir por última vez el estallido de los fuegos artificiales antes de irse. Verlo bien, irradiando vida y soberbia por todos lados. Resolviendo los casos en un segundo, preparando el café más delicioso del mundo y dedicándole esa sonrisa que alimentaba su alma.

Esta vez no disimulo. No había necesidad de hacerlo, así que movió su mano lentamente y la poso sobre la del androide, acariciándola con su pulgar cariñosamente. Al igual que RK900 lo hizo sobre el barandal de la terraza en año nuevo. Se pregunto qué quería decir el androide aquel día, aun dudaba si solo había sido un delirio del poco alcohol que había consumido o si era real. Porque en sí, Nines no parecía de este planeta.

Los pájaros nunca dejaron de cantar, las mariposas de volar a su alrededor y su corazón, jamás dejo de latir por RK900. La pequeña ventana que mecía la cortina, dejando entrar los últimos rayos que quedaban del verano de ese año. Las flores se decoraron del roció de su mirar y se convirtieron en un eco más de su confesión, cuando estaba al lado de Nines.

La espera era cada vez más dolorosa.

Su necesidad de tenerlo entre un abrazo y sus ganas de amarlo completamente lo animaba a seguir, pero él no despertaba y Gavin... moría de a poco. Ahogándose cada vez más, en su propio sentir...

...

Los pétalos de las calas comenzaban a caer de a poco, tanto como la frecuencia cada vez más débil de la constante vitales de Roselin Reed.

Incierto. Eso fue lo que los dijeron los médicos. Incierto el tiempo que le quedaba. Gavin odiaba a ver a su madre de esa forma, sin poder hacer nada por ella. Se encontraba entonces recostado en su regazo, mirando las sabanas, mientras hipeaba sin control. Roselin tarareaba unas canciones, mientras acariciaba el pelo del joven.

Le faltaba poco para graduarse, uno o dos años y terminaría. Pero ante las palabras del personal de salud, el joven Reed, renuncio a todo. Se centro en trabajar para pagar los medicamentos de su madre, ignorando el cansancio y sus sueños de ser Detective.

Todo había ido en picada en su vida. Las nuevas inteligencias artificiales estaban reemplazándolos en todos los sentidos y él, trabajaba en distintos lugares para soportar los costos del hospital. Pero de a poco comenzaban a echarlo, porque ya no necesitaban tanto personal. La tasa de desempleo humano se elevó más allá de lo normal y si está ya de por si era alta en Detroit; con la llegada de los androides, superaba los límites. La gente moría de hambre detrás, nadie filmaba eso. Se centraban en aplaudir a las nuevas máquinas y entre tanto, de fondo, las personas perdían la esperanza. Y desde ese momento, los androides comenzaron a disgustarle por completo a Gavin, porque, además, le recordaba lo inservible que había resultado en comparación al inteligente Elijah Kamski.

Pero a pesar de que todo se derrumbara a su alrededor, él permanecía de pie. Con una clara esperanza de que, en el porvenir, todo mejoraría. De que su madre viviría a su lado, lo vería graduarse y vivirían en un mejor departamento. En mejores condiciones. Y él, podría devolverle todo lo que alguna vez Roselin le dio.

— No me dejes — susurró, intentando evitar que los sollozos se escucharan, para no preocuparla —, por favor... — apretó la tela.

— Gavy, siempre fuiste un bebé llorón — dijo la madre con dulzura en voz —, ¿Cuántas veces me lo dirás en el día?

–—Las suficientes para te quedes — afirmo, adormitándose por el contacto —. Prométemelo, dime que te quedaras.

Su madre suspiro con pesadez — Cariño, eres tan terco — carcajeo con suavidad —, siempre andas con esa obstinación y tu ceño fruncido, debes arreglar eso, jovencito. Te saldrán arrugas.

Gavin rodó los ojos.

— ¡Te puedo oír rodar tus ojos! — se quejó, tirándolo de la oreja derecha, esta se enrojeció por la presión —. ¿Cómo puedes tratar así a tu dulce madre? — exagero —, además, no creas que me iba a enterar que dejaste de asistir a clases y que insultas a Fowler.

— Ese viejo buchón... — arrugo su frente, girándose para ver el rostro de regaño de Roselin.

— ¡Gavy! — gruño —, debes respetar a tus mayores, no olvides que Fowler te está ayudando mucho con las clases. Debes ser agradecido, dejar de insultar tanto, ¡Idiota mal hablado!

— ¿Y de dónde habré aprendido? — le saco la lengua burlonamente.

— ¡Esto es serio!, debes continuar tus estudios — se cruzó de brazos —. Yo no dudo que serás un gran detective, cariño — dijo con orgullo —, tendrás una hermosa placa con tu nombre: "El maravilloso Gavin Reed" — entrecerró sus ojos con felicidad.

— ¿Maravilloso? — carcajeo por lo bajo —, ¿Eso no es mucho?

— Por supuesto que no — dijo con obviedad, acarició las calas delicadamente —. Serás eso y mucho más — poso su mano sobre las del contrario — pero... debes prometerle algo a tu madre.

Gavin parpadeo por las repentinas palabras de Roselin — ¿Y ahora por qué vas a regañarme? — arqueó una ceja.

— Es una petición, no voy a retarte — golpeo la frente del más joven con sus dedos —. Prométeme Gavin –— comenzó, mirándolo a los ojos con un verde grisáceo idéntico al de su hijo —... prométeme que dejaras de ser tan terco, que controlaras tu personalidad tan explosiva. Respetaras y siempre serás justo con los que te rodean — apretó su agarre —; y que, cuando encuentres aquella persona a quien ames, no la alejes de ti.

— ¿Desde cuándo alejo a las personas que amo? Siempre me mantuve a tu lado. Mira, estoy aquí, tú eres a quien amo — resopló.

— Sabes a lo que me refiero — tomo aire lentamente —. Hablo de aquella persona que robe tus latidos Gavy, aquel chico a quien ames. Prométeme que no cargaras con la misma piedra que yo, júramelo Gavin. Júrame que serás feliz, aunque seas testarudo, que nunca dejes que te consuma la tristeza — alzó su dedo meñique —, prométeme que dejaras que te amen.

Los labios de Reed temblaron, esas palabras sonaban a una despedida pronta. Y él no quería aceptarlo, no quería quedarse solo. Anclo la mirada en la de su madre con esperanza.

— Si lo hago — hablo en un hilo de voz —... ¿Tu-tú me prometerás que te quedaras a mi lado, por siempre?

— ¡Por supuesto! pero debes cumplir, ¡Porque si no! — movió su cabeza y su dedo señalador levemente —... se colgará en las noticias las fotos del famosísimo Detective Gavin Reed, dormido, ¡Abrazado a un peluche!

Reed se levantó rápidamente, la ilusión acaricio su corazón. Él la envolvió en sus brazos con delicadeza sin que Roselin se lo esperara. Ella le dio una que otra palmada en la espalda de Gavin.

— ¡Lo prometo! — achicó sus ojos en una hermosa sonrisa —, seré un excelente policía, ya no insultare a Fowler, dejaré de ser terco y ya no-- ya no alejaré a las personas — tartamudeo, sintiendo las lágrimas contra sus ojos —. Por eso, por favor, no me dejes... no me dejes.

...

El quinto y último día, Gavin se quedó dormido con el recuerdo de aquella promesa vacía de su madre, recostado sobre Nines. Olvido quitar las flores sobre él y solo dejo que el sueño cerrara sus párpados de a poco. Esa pesadilla e inseguridad que le dejo su madre al partir, golpeo contra su caja torácica con fuerza, recordándole que los juramentos podían romperse, que nada era real. Y dejo caer lagrimas dormido, llorando la tristeza. Gavin temía que RK900 lo decepcionara o abandonara como lo hizo su madre. 

Ya no existían certezas, el androide podría dejarlo cuando quisiera. Y no podía aferrarse a Nines, porque él se merecía la felicidad eterna, disfrutar de lo que la vida de un divergente puede ofrecer, conocer nuevas personas y.… sobre todo, amar.

Gavin se describió a sí mismo como un hombre solitario, sin mucho que dar más que un amor con límites. Pero eso era nada ante la perfección de la inteligencia artificial. Y recapacito que si Nines se enterase que la única forma de que él viva fuera fingir algo que no sentía para que Gavin estuviese bien, él lo haría. Porque lo quería. Él pensaba que no de la misma forma, pero era consciente de que este lo apreciaba, porque vamos, el maldito androide había recibido un disparo por él y velo allí, conectado a irónicamente a una puta maquina mientras se recargaba por completo por salvar al humano que tanto quería. 

Y Gavin odiaba el hecho de ser manipulado por el destino de esa forma. Lo único real que tenía era aquel amor por Nines entre tantas inseguridades circulantes a su alrededor y como un vago agradecimiento al androide por esos años de compañía cálida, él iba a dejarlo ir. Porque jamás podría perdonarse si se convertía en una barrera, una traba para el sentir de RK900.

Por eso, cuando el androide despertó, decidió que la opción más segura para el bien de Nines, era que Reed se alejara de él. Para dejarlo vivir y descubrir nuevos caminos, sin que sus espinas se interpongan. Gavin sabía que su oscuridad no podía serle de ayuda al androide para encontrar la vía a la utopía eterna y él, no podía ser su felicidad.

Porque él no era feliz. 

Solo era un chico triste, con el alma fragmentada en palabras escondidas de amor. «¿Crees que puedes decidir qué merezco o no?» y aquello que le dijo Nines dolió más de lo que espero que lo hiciera. Porque era una confirmación más de que realmente era nada para la vida del androide. No entendió a que se refería con los de los mensajes, pero supuso que ya no importaban. Y para el humano, eso fue el pretexto perfecto para que Nines lo odiara. Así para que cuando él muriera, RK900 no sienta culpa y sea feliz. Ese era su deseo y lo único que Gavin quería.

Aunque el precio a pagar fuera su vida.

...

Reed curvo sus labios hacía abajo, sintiendo remordimiento y odio a si mismo por romper esa promesa que le había hecho a su madre hacía varios amaneceres.

— No pude cumplirlo, mamá... no pude hacerlo.

El otoño se asomó por Detroit, dándole la bienvenida a la paleta de colores anaranjadas y marrones de la estación. Hermoso como cada paisaje que colorea el universo, las hojas comenzaron a deslizarse de las ramas con suavidad, desnudando los árboles. Pero por más que esta temporada estuviera llegando inminentemente, Gavin continuaba floreciendo por su amor a Nines. Porque, aunque él le haya pedido a RK900 que se apartara, continuaba dedicándole su latir.

Gavin se agacho lentamente, su tobillo aun dolía.

Tomó las calas marchitas y las cambio por unas nuevas, resplandecientemente claras y suaves ante el tacto. Envueltas en un lazo rojo, como los que usaba ella para atarse el cabello, con las mismas flores que ella alguna vez amó.

Estaba solo él entre los silencios de las almas en paz. Los pájaros canturreaban un dulce sonar y las pocas personas alrededor estaban tan sumergidas en su perdida que parecían no estar allí.

Dejo caer su cabeza, apoyando sus brazos extendidos en sus rodillas, ya no le quedaban lágrimas que derramar. Tras varios días hundido en las gotas transparentes de su tristeza, no había mucho que liberar dentro de él. Las hojas secas danzaban a la par del viento, tan lentamente que, Gavin podría jurar que el tiempo no existiera para ellas.

— Volví a hacerlo, solo alejé a todos de mí alrededor — confesó con culpa —, prometí que no lo haría, pero, mamá, es tan...  jodidamente difícil — apretó sus puños —. Él y yo, no puede funcionar — suspiro —. Dijiste que no alejara a quien amo, pero soy así. No puedo evitarlo y- sé que todo sería tan fácil si aun continuaras aquí — respiro con pesadez —... pero ya falta poco para verte. Pronto podre abrazarte de nuevo, como aquella vez — embozo una sonrisa frágil —. Claro, tendré que darme unas escapaditas del infierno al cielo, ¡Porque no pienso ir donde no hay vodka y cigarrillos! — rio para sí mismo —, pero te iré a visitar.

La brisa paso por allí, las hojas chocaron bruscamente contra la cara de Gavin, como si lo estuvieran regañando.

— ¡Hey! — exclamo, los de su alrededor lo miraron de mala forma —, aún en el más allá te las arreglas para regañarme, ¿Eh? — bufó, acariciando la cruz frente a él, inclino un poco su cabeza hacia adelante —. Mamá, perdón por fallarte. Perdón por ser un jodido irrespetuoso, por ser débil — toco su nuca y mordió su mejilla —, por no saber amar... Perdóname por romper nuestro juramento — soltó un quejido, poniéndose de pie. Colocó las flores marchitas sobre su hombro y entre un susurro de un: «te quiero», y un «nos vemos pronto», se fue.

Él nunca culparía a su madre por irse, jamás lo haría. Pero no podía negar que le dolía o que cada día despertaba con el recuerdo del irritable sonido de la maquina marcando que ella había dejado de latir, y, que, a veces en las largas noches de insomnio, solía preguntarse por qué ella lo había abandonado, por qué por más que se lo pidiera no continuo a su lado.

Ya no tenía donde ir, solo vagaba en el desierto de su pensar con la ilusión de que Nines continuara a su lado. El clima a fuera era helado, tanto como los ojos del androide. Ni siquiera se necesitó la presencia de las nubes, aun cuando el cielo permanecía con ese azul verano, el frío se filtraba por la ropa del detective y le erizaba la piel. No tenía dirección a donde ir luego de lo que ocurrió en Jericó tras el despertar de Nines, porque Gavin continuaba con vida, pero ya no la sentía. Y así como obligadamente las plantas deben renunciar a sus colores con la llegada de la estación, el humano desistió a su esperanza de estar junto al androide, anhelando que, en la próxima vida, poder volverlo a ver. Y una vez más, poder tocar disimuladamente su mano sobre el barandal y solo caminar por lo extenso del sentir. A su lado, sin barreras, sin excusas— solo a su lado...

...

 


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