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Vomitando flores sobre tu piel [Reed900] por Angelkitx

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Todos los rincones en donde Gavin solía resonar, estaban vacíos aquella mañana.

En ese despertar del sol, el comienzo del horario laboral fue calmo, porque esta vez no estaba la voz de Gavin para resaltar por todo el recinto siendo arrastrado por Nines para comenzar a trabajar. Contrario a esos días cálidos, ahora un silencio desolador inundaba el desierto dentro del departamento de policía. Las personas se movían, manejados por la costumbre y se desenfocaban en figuras distantes a RK900. Y mientras intentaba registrar a Gavin entre tanta opacidad, los compañeros de trabajo se interpusieron en su búsqueda, llenando de preguntas su procesador.

Que, — si estaba bien —, preguntaban.

— Perfectamente —, respondía por compromiso.

Y es que, en verdad, los análisis de su cuerpo daban resultados relativamente positivos. Opuesto con la recuperación humana, él no necesitaba de cicatrices ni procesos extensos para regularizar su sistema. Pero, comparable con el dolor que alguna vez le causó a Gavin la espera del suspiro de Nines, la flor marchita dentro de su bolsillo lo afligía en la espera de encontrarse con el detective.

— Hay algo... fuera de lugar —, pensó entonces.

Las personas estaban actuando jodidamente extraño y no conseguía comprender el porqué de esto. Y mientras se mantenía en la duda amarillenta, rompiendo la poca distancia, Chen -quien apenas estaba entrando al recinto-  salto a abrazarlo. Lo envolvió en el rencuentro, tras días esperando su activación. RK correspondió al afecto con tacto, escuchando en el apretón un agradecimiento del alma que, aquel día cercano, 900 le haya salvado la vida a su torpe -pero querido- mejor amigo.

La idea de perderlo no solo provoco que el corazón de Tina doliera, si no también alcanzo al androide.

Nines tenía en claro lo pasajero de la vida humana, sin embargo, el asimilarlo y pensarlo en Gavin, era algo que detestaba. Esa diferencia entre sus eternidades disparaba contra el metal a prueba de balas de su bomba de thirium y con la pesadez del temor se hacía paso a su centro.

Detestaba, sobre todo, ver el escritorio que alguna vez compartieron juntos, desocupado. Las pistas de Gavin permanecían allí, pero sin él junto a estas, no tenían el mismo valor. El telgopor apilado, las notas que alguna vez le dedicó sobre granos de café filtrado, los pelos de gatos sobre la silla y algún que otro cigarrillo suelto, se sentían lejanos... 

Y él solo podía preguntarse el porqué: ¿Por qué el humano decidió ponerle fin a esa relación de tal forma?

Sin previo aviso, se alejó de él, dejándolo solo en el recinto con más preguntas que respuestas. Y de igual forma, ansioso y para dentro de sí, por más irracional que les pueda resultar, le preguntaba al sentimiento porqué debía ser tan complicado -por decir poco- y asimismo tan adictivo. Esto no venía en sus instructivos, tampoco estaba plasmado en el metal con el que había sido construido. En su 'chip' no existía una actualización que pudiera descargar de cómo tratar o enamorar a un Detective, pero se las ingeniaría para adaptarse a esos límites trazados por Gavin y respetarlos, para evitar tocar la barrera roja al frente de él y mantenerse quieto de hacer cualquier estupidez.

Debía apaciguar cualquier emoción con su profesionalismo y calmar, además, su absurda necesidad de pensarlo constantemente. Así que, sin muchas alternativas, se colocó la corbata de la razón para excusar el tiempo perdido y se ató a la idea de que, quizás y solo tal vez, algún día el humano estuviera dispuesto a conversar todo lo que guardaba. Planto su determinación en el raciocinio y, de esta forma, se retuvo de buscarlo las veces que quería verlo -que eso era siempre- a través de ese muro de restricción que ambos colocaron entre ellos.

El choque con el humano del día anterior se reprodujo inconscientemente en su cabeza 

— Concéntrate en el caso — se ordenó a sí mismo al ver las misiones en el costado de su visión —, debo darle su espacio... — regaño a su programa, porque este, tal adicto a la presencia de su compañero, transformaba el querer tenerlo allí en una abstinencia insoportable.

Pero tenía en claro que el presionar a Gavin solo provocaría pasos ceros en el camino para llegar a él. Así que pospuso, tomando el controlador de su sistema y calmo el concordar con él en la tarea consuelo de prestar atención al trabajo que tenía en frente.

Cuadró sus hombros por completo y tocó con el dorso de su mano la puerta de cristal mientras cada nuevo pensar lo desequilibraba. Se oyó un permiso desde adentro y repitiendo que no era momento de prestar atención a su sentir, entró a la oficina.

Jeffrey estaba estresado, rodeado de papeles y cafeína. Levantó su cabeza y sonrió la presencia del otro.

RK busco establecer una conversación tranquila, indagando sobre lo sucedido en su ausencia con lo que respectaba al trabajo y, a lo mejor, también alguna información sobre el detective se colaría entre palabras. Y ante la inquietud del androide, a la par de resoplidos de cansancio, el humano respondió todo resumidamente: Un rumor. Solo un rumor bastó para que el caso que dieron por cerrado el día de la declaración de Gavin, se abriera paso en conjunto de bultos de androides que aclamaban la participación y confirmación de los hechos acontecidos hace seis días atrás por la inteligencia artificial.

Usando la carta de la igualdad de derecho entre especie los abogados del androide HR complicaron la situación. Ahora todo Detroit era consciente del odio del detective por los robots y buena parte de esta comunidad, creyeron las mentiras y exageración del suceso, provocando en el departamento varios inconvenientes. Porque ahora se creía que todo había sido un plan de los humanos para culpar a los robots de lo sucedido y no era tan descabellado de pensar con la relación de humanos/maquinas que reinaba en ese momento. 

La circulación del personal se vio en juego y con ello, la seguridad del traslado de esta máquina. Así que Fowler tomó la decisión de evitar que eso se vuelva algo peor de tratar, y simplemente les daría lo que pedían, atreves del protocolo de que Nines diera su testimonio al respecto. Para, de esta forma, terminar con la tortura de tener a los periodistas detrás. Los mismos exigían sin descanso las aclaraciones a las teorías erróneas que se habían esparcido por la ciudad y, sobre todo, la aparición del detective frente a las cámaras. ¡Pero ni Jeffrey sabía algo de él hace varios días! porque tras su discusión, no volvió a verlo por esos lugares.

Nines alzó una ceja ante la queja del superior y le preguntó el porqué de la inasistencia de Gavin.

— No lo sé — respondió —, pero no va a regresar, no por un buen tiempo. Por lo menos hasta que su condición mejore — compartió la información del caso a Nines desde el ordenador de su escritorio, el androide la recibió sin problemas —. Hasta entonces, ten en cuenta la posibilidad de ser asignado a un nuevo compañero.

— ¿Disculpe?

— Nuevo compañero — repitió extendiendo el expediente de otros humanos —, la fecha de retorno es indefinida, así que lo correcto es: no sobrecargarte de trabajo, no después del último caso.

Nines apretó su mandíbula.

— No — negó con firmeza y filo —, no necesito otro compañero. Esperare el regreso de Gavin.

Jeffrey tuvo que apretar el puente de su nariz para asegurarse que aquella hostilidad del androide fuera algo real. Siempre solía callar y simplemente aceptar las órdenes del mayor, porque realmente no estaba interesado en discutir con él. Trabajo o lo que fuese, por más complicado que sea, lo aceptaba. Incluso en un comienzo, se resignó a ser compañero del Gavin por más que le pareciera una burla el ser emparejado con una persona tan irritable.

Sin embargo, esta vez se enfrentó a la imposición, ¡Si Fowler pensaba que iba a renunciar a Gavin tan fácilmente, estaba equivocado!

— Nadie puede compararse con la destreza de Gavin — deslizó el papel a donde su superior, rechazando la oferta —. Le agradezco, pero no puedo aceptar su propuesta.

— ¡Temporal, RK900, temporal! — devolvió con rudeza —. No podemos depender de la actitud infantil de Reed, ni de sus decisiones — masajeo su sien —. No es una opción simplemente perder el tiempo esperando al detective. Nines, hay trabajo por hacer, ¡La vida sigue!

Presionó sus manos detrás de su espalda con impotencia.

— Le pido que desista, puedo encargarme del trabajo por mi cuenta hasta que Gavin se recupere de... — ladeo la cabeza, deteniendo su hablar —, espere, ¿Qué problema de salud tiene mi compañero? — preguntó con preocupación, recordando la lesión del tobillo que había reconocido su HUD cuando lo escaneo en la sala de Jericó.

Seguramente en unos días se recuperaría, una semana como mucho... ¿Por qué lo incierto?

Jeffrey pensó la respuesta y apartó su mirada con su barbilla apoyada en sus nudillos.

— Eso es confidencial, lo lamento.

El entrecejo de Nines se unió suavemente.

¿Confidencial?, ¿Una leve lesión de talón?

Bufó molestado por el hecho de que, ahora, todo lo relacionado con su compañero parecía algo ajeno a él. Y no necesitaba analizarlo tanto para darse cuenta que algo no estaba bien.

Faltaba algo además de la presencia de Gavin, información que le estaban ocultando...

Sin embargo, aún con la certeza de aquello, cerró las notificaciones de la curiosidad y obligó a la cordura a mantenerse a su lado. Relajo su expresión, dando en cuenta de que Jeffrey está siendo razonable y no podía enojarse con él por lo que Reed le escondía.

Confidencial, por supuesto y si bien ojear el expediente médico lo tentaba, desistió de hacerlo. Porque Gavin se lo pidió y si esa era una forma de alcanzarlo, entonces esperaría que lo que sea que tuviese que decirle, fuera él el que lo hiciera y no su tecnología avanzada infiltrada en los datos de salud del humano.

Apagó todo cuestionamiento y sentir con la prudencia de su función y con lo que estaba diseñado para hacer: analizar, deducir y trabajar.

Los policías escoltaron a Robert a la sala de interrogatorios, esperando la presencia del androide RK. Connor y Hank se prepararon para presenciar la interpelación del otro lado, pero antes de entrar a la sala, RK800 lo detuvo con preocupación a simple vista.

— ¿Qué ocurre, Connor?

— Tú frecuencia está alterada, puedo percibir la alteración en tu bomba de tirio — notó —, Nines, tú... ¿Realmente estás preparado para ver los recuerdos de lo que ocurrió aquel día?

— Por supuesto — contestó, quitando el brazo con delicadeza de su hermano en su hombro —, escuche la declaración grabada sobre lo ocurrido.

— Escucharlo no es lo mismo que verlo — insistió —, lo que veas puede desestabilizar aún más tu software. Tu LED no desiste del rojo, temo una sobrecarga-

— Connor — habló Anderson —, está bien. Nines sabe lo que hace — Hank apoyó suavemente su mano en el costado de su pareja —. Chico, si no te sientes preparado, no continúes — pidió con suavidad.

Y si el ceño de este ya estaba bajo, peor lo estaba luego de escuchar eso. Si, no negaría que escuchar el testimonio lo devasto, pero... ¿Qué era lo que había en esos recuerdos que alteraba tanto a su hermano?

Entró a la sala con pasos sonoros y el Tracis se asustó completamente al verlo. Este, atado sobre la mesa, intentaba -inútilmente- evitar la mirada juzgadora del modelo frente de él. RK900 mantenía sus ojos entrecerrados, viéndolo debajo de su barbilla con desprecio y superioridad de inteligencia.

Al verlo, el odio tiñó su LED. Ese androide al frente, era la causante de todas las cosas que Gavin había testificado, con el dolor oculto detrás de su voz apagada. Sentía un gran rencor al saber que ese pedazo de chatarra insignificante, hubiera siquiera pensado en arrebatarle la vida a su preciado humano.

Y por supuesto que no: ¡No tendría piedad!

Lo haría pagar por cada marca, herida y moretón que el HR400 provocó en la tez de Gavin.

Procedió a ir directo al grano, ya que solo necesitaba que le compartiera la información en flashbacks de memoria. Sin decir una palabra, más que formalidades, desató la mano del contrario y extendió la suya ansiosamente anhelado esas respuestas que necesitaba. Esas que contenía HR en su base de datos. El contrario cedió al contacto sin reclamo, espantado ante la frialdad en la mirada de su igual.

Era como... si la empatía se hubiera eliminado del diccionario del androide. 

Como si la razón por la cual había sido diseñado se posará por unos segundos en su divergencia y le dedicará un silencio capaz de hacer dudar al otro de su propia inmortalidad.

Estiro su brazo con su piel contraída y Nines hizo lo mismo.

Apenas la conexión forzada surgió, RK900 comenzó a recibir todos aquellos archivos que su programa le exigía. Y como si estuviera a punto de resolver el enigma más imposible del mundo -es decir, el de Gavin Reed-, en su programa se reprodujo varios momentos pasados vistos desde los ojos de Robert.

Todo estaba surgiendo acorde a lo anteriormente dicho por el detective: en las imágenes se podía ver como el humano era rodeado por el grupo de no pacifistas para luego ser golpeado por Robert en la cabeza.

Gavin cerrando sus ojos antes de alcanzar a leer por completo los mensajes le provocó un cortocircuito, interfiriendo en su enlace.

Se separó por unos segundos ante la nueva información y silenciando sus pensamientos y confusión, retomo la transferencia del suceso.

Su LED giraba en rojo fuerte ante la visión del detective derramando sangre de sus mejillas y las manos de los otros androides tocándolo, rasgando su ropa y estampando aquel dibujo en degradé.

Y en aquella secuencia consecutiva, los ojos se apartaron del humano y, al regresar Gavin, unas pequeñas flores aparecieron sobre el cemento pulido desgastado que mostraba -en rayones- las historias de las personas que habían pasado por ahí. En el segundo que lo vio, no comprendió su origen, provocando un error de razonamiento acompañado de una falla en el sistema operativo al procesar la propuesta retorcida del Tracis hacía el PL600.

Y RK realmente no quería continuar viendo aquello.

Se sentía completamente enojado y la misión de neutralizar al androide que le compartía los recuerdos, aumentó cada vez más. Pero todo se detuvo cuando la imagen pasó de estar viendo a los otros androides a enfocarse en Gavin.

En ese preciso momento, el defecto de su inestabilidad lo suspendió por completo por varios segundos.

Sus procesadores actuaron rápidamente buscando, en su banco de información universal, la respuesta a eso. Los errores, en ese instante, inundaron su sistema, provocando que Nines rompiera el enlace exaltado porque no alcanzaba a comprender aquello que el androide le había compartido ni siquiera eso a lo que su programa le encontró nombre.

Aquello que alguna vez su compañero oculto, se deslizaba en ese recuerdo de sus labios en pequeñas flores azules.

Nines se hundió en esa brusquedad del saber repentino cuando el Hanahaki Disease irrumpió su software. La explicación de la enfermedad surgió casi al instante, produciendo en un texto flotante los síntomas, la razón y las opciones de tratamiento.

Él estalló en escarlata dorada ante la respuesta. Su percepción visual se llenó completamente de alertas en rojo, marcando en cada cuestionamiento propio, el cruce de electricidad incorrecto. Se sobrecargo de información como temió Connor, y su bomba de tirio se movió en dislocaciones con más energía de la que necesitaba para funcionar.

Y se sintió estúpido, rozando a la inservible, porque tan solo se necesitó unir dos cabos sueltos para darse cuenta de que en cada paso de Gavin las flores hacían presencia. Resaltando la soledad de su fragmentación azul.

Su alrededor se distorsionó por completo. 

Las mangas de su vestimenta comenzaron a arrugarse por la fuerza ejercida sobre estas y las lágrimas de su inestabilidad lo evidenciarlo en frente de todas esas miradas de sorpresa al verlo de esa forma, tan demostrativo y emocional. El lado que solo se lo había mostrado a Reed....

Entre las gotas de cielo, comprendía lo que tanto le repetía Gavin:

«— ¡No puedes sentir esto!»

Y es que, no, él no podía sentir eso que le reclamaba. Por más que Gavin tuviera esa enfermedad y -seguramente- amase a alguien más, por más que lo atacara e intentara alejar, Nines no podía desprender de él la tarea de amarlo de punta a punta que se instaló en él desde la primera brisa de su inestabilidad.

—¿...Por qué tuve que enterarme de esta forma?, ¿Por qué no me lo dijiste?

Salió de la sala sin más.

— ¿Por qué me mentiste sobre los mensajes? — tembló con angustia.

No le importo los pasos de Hank atrás suyo, no le importo la voz de su hermano pidiendo que se detuviera ni mucho menos el trabajo o el saber a dónde iría exactamente, solo necesitaba irse.

— ¿Por qué me lo estuviste ocultando, Gavin? — sollozó, su tensión aumentó considerablemente al unir las piezas faltantes que el detective trato de ocultar debajo de la alfombra aquel sábado.

Esas señales que detecto débilmente no habían sido solo falsos escenarios creados por su HUD, ni el resultado de pensarlo. Todo eso fue real.

El lio de información golpeo sus procesadores, mientras en cada paso marcado, la claridad repentina lo agrietaba por completo. El saber que, todo este tiempo, el humano estuvo atado al Hanahaki Disease, velando en lo bajo con la desesperación forzada de la enfermedad. Y él... no pudo notarlo.

Aún con las indirectas de Gavin, nunca pensó que era algo más que exageraciones del humano para hablar directamente, quizás estallidos sin puntos de conexión. Pero... tarde descubrió que estaba equivocado, porque ahora sabía con exactitud que nada, absolutamente nada estuvo bien entre ellos... en Reed.

Los recuerdos se enlazaban los unos con los otros, dando una vista paronímica de todas pistas que había dejado caer Gavin mientras el pesar de su mineral resonaba contra las baldosas de la entrada principal del recito. Tanto como si una parte de él quisiera continuar anclado a esa determinación absurda de hacerle caso a las órdenes del humano.

Como si las arenas movedizas de su angustia lo obligaran, de a poco, a tocar el fondo de su agobio.

Y ahora podía verlo, podía ver su translucencia del otro lado de la barrera, pero no podía quitarla... similar a sus antiguas cadenas de esclavitud predeterminada que se fueron con su divergencia, la tarea de quedarse quieto no lo abandonaba.

Ya no estaba la frecuencia de Gavin para eliminar, con cada acercamiento, aquel limite.

Y, si, dijo que ya no calcularía las posibilidades. Que actuaría con prudencia, pero no pudo evitarlo. La gravedad de la situación lo ameritaba y Nines necesitaba, con desesperación, las posibilidades de correspondencia de la otra persona.

— ¿Cien por ciento? — se detuvo —, ¿Por qué sigues sufriendo...?, ¿Qué jodido bastardo te hace esperar tanto?

El dolor se presentó en una corriente que viajó por todo su cuerpo artificial.

Alguien más era el causante de las sensaciones en Gavin. Llego a la conclusión que él no podría ser. Si jamás lo rechazo, si lo amaba más que a nada en el mundo y, no podría ser él. Incluso suprimió todo síntoma para evitar que lo notase y solo podía significar algo...

— No confía en mí, él aún me odia... — sentenció con tristeza.

Y dolía, peor que recibir un disparo directo a su bomba de thirium.

Pero lo que más quemaba, era saber que todo ese tiempo, cuando el humano adolecía, él no había hecho algo para ayudar a aliviar su pesar. Nines solo le produjo más dolor del que el detective sufría. La culpa lo acompaño en su caos interno, recordándole con sutileza que RK presenció todo, absolutamente todo: su tos, la sangre en su barbilla, las ojeras de insomnio congelador, las contracciones en su pecho... mas no supo descubrir sus pétalos, dejándose guiar por sus deducciones equivoques, pasando por alto -inconscientemente- lo que su compañero soportaba en silencio. Y fue la insistencia en reprimir el sentimiento lo que provocó más obstáculos entre ellos.

El sol ser reflejaba en charcos de alguna lluvia pasajera, los autos iban de aquí para allá, oscureciendo el aire con su humo oscuro mientras que las personas esperaban con ansias que el semáforo se coloreara en verde para poder cruzar. Y él esperaba con sus labios temblando que Gavin le diera el permiso para entrar en él, en cambio ahora solo obtenía de su rastro cruces flotantes en sus misiones y errores densos en sus procesadores difíciles de afrontar, difíciles de estabilizar...

El tirio se derramaba en su lagrimal, su cabello dejo caer las ondas de preocupación sobre sus ojos y su corazón artificial se desordenaba junto con su precisión y razón. Porque por más que no debiera pensarlo, la idea de ser él a quien Gavin amaba o eligiera para compartir su extraño amor, no lo abandonaba y rompía por dentro. Se sentía egoísta por pensar en eso, por preocuparse de quien era esa persona y desearle al sol que fuera él.

— ¿Por qué no puedo ser yo? — se preguntaba con asfixie de pensamientos erróneos, cruzo la calle sin mirar los costados. 

La bocina sonó con insistencia, alterando sus sentidos artificiales.

— ¡Mira por donde caminas, pelotudo! — exclamó el conductor, frenando rápidamente para evitar chocar con él.

Nines se inclinó para disculparse, volviendo por unos segundos en sí. Preguntándose como podría darse por vencido, si él lo amaría siempre. Sentiría siempre el flechazo al verlo sonreír, se enamoraría incluso en la distancia y sin la necesidad de tocarse. Lo adoraría en sus gritos y escucharía sus silencios, no le importaría quemarse con sus labios o permanecer en sus inviernos.

Amaría sus grises, sus tormentas, su otoño...

— ¿Él es capaz de amarte tanto como yo? — alzó su mirada al algodón de azúcar del cielo.

Conocía perfectamente a Gavin, con la excepción del Hanahaki y el nombre de quien invocaba los capullos dentro de él. Y es que no podía entender... ¡Quien sería tan ciego para no notar el eco de las flores!

Oh claro, él no podía quejarse si ni con su capacidad fue capaz de notarlas.

Y para no, si Reed supo ocultarlo tan bien detrás de su personalidad, de sus acciones aleatorias para justificarse. La falsedad sobre un papel que ocultaba su condición, el desaparecer luego de cubrir su boca, el ya no poder continuar... ¡Todo tenía sentido!

— ¿Desde cuándo...?

Si él todo se lo daría, no había razón para mentirle y empujarlo de esa forma, de callar tanto al punto de tener que enterarse por terceros.

—... Eres un tramposo, Detective — embozo un puchero, siguiendo el movimiento del aire.

El detective era perfecto en el arte de engaño y enamorarlo. Pero ahí el problema no era su agilidad ni que tan bueno era... él era el idiota que creía en sus chantajes.

Y ahora estaban tan lejos, que no había forma de volver hacía atrás ni de recuperar los minutos en que el humano no estaba. No había máquina del tiempo capaz de devolverlo aquel baile para poder pegarle aún más a él, para regresar a aquel puente y besarlo o volver a aquella noche para dormir entre sus piernas y esperar el primer bostezo del sol a su lado, sin importarle los porcentajes, sin importarle nada.

Pero... era demasiado tarde, el temporizador se burlaba marcando los segundos determinados que sobrepasaban los minutos otorgados.

«— No puedo ser tu felicidad si en el proceso me quitas el aire. Perdóname, pero no puedo más con esto.»

Su estrategia para alcanzarlo fallo, gasto las oportunidades que tenía. Tal vez ahora simplemente debía aprender a vivir sin él...

El viento desordenó su cabello y el destino negó. 

— ¡Nines, espera!

La voz de Anderson pegó sus pies a la tierra, deteniendo su paso con aspereza.

— Das pasos... muy largos — fatigo entrecortadamente —, pensé que no te alcanzaría...

RK900 lo miro con sofoco, buscando vagamente en la mirada de Hank, las respuestas a todas sus inquietudes que lo ahogaban en su errar persistente.

— Perdón — se disculpó apartando la mirada —, no me siento en condiciones de terminar con el interrogatorio — apretó sus labios —, no por este momento, yo-- necesito estabilizarme.

— No te disculpes chico — quitó importancia, mirando su desesperación —... ¿Quieres hablar sobre lo que viste en el enlace?

Sus manos temblaron mientras las apretaba ante el sin fin de especulaciones en sus operadores. 

— Gavin esta-- tiene — gimió. Anderson parecía saber a qué se refería sin siquiera decírselo —, un momento, ¿Tú sabías sobre su condición?

— Si, lo sé — confesó bajando su mirada a sus pies —, lo sé hace tiempo — agrego con culpa, mirando la inestabilidad en los ojos del androide.

Y quizás solo era un disparate de Anderson, pero, aunque la inteligencia artificial era conocido por solo poder hacer dos expresiones, en aquel momento estaba hecho un desastre de manifestaciones de emociones artificiales.

Mueco la angustia ante la confesión del humano.

— ¿Por qué no me lo dijiste, Hank? — poso su mano sobre su bomba de tirio —, sea o no yo esa persona, merecía saberlo. Sabes lo mucho que significa Gavin para mí — hablo con reclamo ante la absurda decisión del contrario de encubrir al detective.

— No quise ocultártelo — corrigió con sinceridad —, pero no me correspondía decírtelo. Ese jodido hijo de puta... creí que te lo diría pronto — frunció el ceño, anclando una nueva razón para patear a Gavin más tarde.

— ¿Y cuando iba a ser eso? — bufó —, sé que no es tu culpa, pero Hank... yo nunca hice nada por él — sentenció, el tirio que recorría su cuerpo caía sobre su ropa oscura — sufría adelante mío y yo — quebró su voz —, nunca hice nada para ayudarlo en su dolor. Y ni siquiera — cubrió su rostro, bombeando profundamente –... ¡Ni siquiera sé que debo hacer!, si él ama a alguien más, ¿Qué se supone que debo hacer?

— ¿Alguien más?, puto cristo... — resopló.

— Debí darme cuenta antes — ignoro las palabras del contrario —, soy un idiota. ¿De qué sirve poder descifrar mil cosas si no puedo hacerlo con Gavin?

Las personas que pasaban por ahí, miraban con sorpresa el tono de voz de Nines. Su angustia se dejaba en evidencia en cada palabra y se expresaba completamente en lo dicho.

— Lo que es peor, todos los caminos parecen querer llevarme hacía él — trazo un mohín —, ¡Pero las paredes siguen acumulándose! — exploto con reproche —. Esto no puede pasarme a mí, supera los límites de mi compresión. Las emociones deberían ser algo humano, esto: — alzó su mano, mostrando como su piel artificial se contraía al pensar al detective — ¡No debería controlarme como a ustedes su corazón!, ¡No debo ser tan débil! — se quejó con soberbia —, ¿Qué se supone que tengo hacer?, ¿Borrar todos mis recuerdos con Gavin?, no, ¡Mi software esta encaprichado con amarlo! Se que voy a hacerlo... aunque intente evitarlo.

Anderson respiro profundamente, escuchándolo atentamente mientras pensaba que todo aquello que estaba diciendo en voz alta había sido algo que RK900 había estado reprimiendo dentro de él por tanto tiempo. 

— Eso que tú dices que no debería controlarte, es parte de la vida Nines...

Interrumpió la ola de preguntas.

— Significa que estas vivo — sonrió tocando su corazón artificial —, y si, joder, es complicado, te comprendo chico. Tus fusibles deben estar por explotar intentando descifrar las idioteces que hace el pobre bastardo de Gavin por ser un puto inestable que no sabe expresar lo que siente — describió en insultos, con una ira creciente por el detective —. Pero te aseguro chico, que, en todos estos años de conocerlo, por nadie, ¡Absolutamente por nadie! — movió su dedo señalador de arriba abajo — Reed fue capaz de expresar tanto por alguien como lo hizo con vos — le aseguro, intentando tranquilizar la inseguridad del androide que apreciaba como parte de su familia.

— ¡El me detesta Hank! — unió sus cejas con fuerza —, por eso expresa odio, solo eso. Me odia porque soy un androide — pulso su LED con furia.

— Puta madre, ¿odiarte? — cuestiono con impaciencia —. Lo conoces mejor que nadie, ¿Tú realmente crees que Gavin Reed se quedaría a tu lado si te odiara?, ¿¡Con lo jodido que es!? – protesto —. Si pudiera compartirte lo que vi, verías con que dulzura en un ser tan acido como es él, se mantuvo a tu lado esperando que despertaras. Por más que lo pateábamos para que volviera a su casa, se las ingeniaba para entrar y permanecer a tu lado.

Nines disintió con su cabeza.

— Imposible, eso no puede ser real. Las posibilidades, ¡Los porcentajes! todo apuntan a nuestra incompatibilidad--

— ¡A la mierda con las posibilidades y la incompatibilidad! — freno su parloteo resonando su paladar y tirando su mano hacía atrás —. Joder chico, piénsalo de esta forma: las flores responden a los gustos de la persona que el jodido de Reed ama — RK asintió —. Bien, sin pensar responde: ¿Quién?, ¿Quién conoces que sea tan quisquilloso de amar a las plantas exóticas de ese tipo?, ¿Quién estuvo al lado del jodido de Gavin todo este tiempo?

RK900 presiono sus labios, miro para varias direcciones en un fragmento de segundo y regreso su mirada a la de Anderson, con una ceja levantada.

— ¿Tú-?

— ¡Jesús! — grito exasperado por la respuesta, choco su rostro con sus palmas —, piénsalo de nuevo, chico. Estoy seguro que sabes la respuesta — palmo su hombro con familiaridad —, no la niegues...

— ¡No lo sé Hank, no lo sé! — repitió con desesperación —, yo no... yo no puedo ser. Gav no podría amarme, ¡Soy- soy un androide!

— ¡Eres más que solo un androide!, tú eres... tú, no importa de lo que estés hecho. Tirio o sangre, da lo mismo — le recordó golpeando sus mejillas, diciendo algo parecido a lo que el detective le dijo —. Sabes que te considero parte de mi familia y mierda, puedo entender la pesadez de tu corazón artificial porque Connor y yo pasamos por lo mismo que tú con Gavin. ¿Pero... sabes una cosa, chico? — curvo sus labios con delicadeza — con el tiempo te das cuenta de que las etiquetas ya no funcionan como excusas, y que lo único que queda es lo que uno bombea o bueno, en tu caso, lo que navega por la corriente de tu existir — explico desde su experiencia —, ¿Qué es lo que circula por tus cables, Nines? — titubeo —, ¿Realmente crees que existe esa incompatibilidad que tanto dices?

900 dejo de tiritar su inseguridad y freno el movimiento acelerado de sus tuercas para pensar las palabras de Anderson.

—...No — respondió por lo bajo —, pero... es la última carta que me queda para afrontar el que no soy yo a quien ama — concluyo ocultando su celeste detrás de sus manos.

Hank apretó su barba, exhalando con pesadez — Mm — tarareo.

Nines miro con extrañeza la reacción del contrario.

— ¿Qué? — pregunto secamente.

— ¿No eres tú? — carcajeo —, joder ¿Quién sabe--? — preguntó retóricamente.

— ¡Por supuesto que no! — chilló —, lógicamente no lo soy, ¿Cómo explicarías que su enfermedad persista si nunca lo rechace?, no digas tonterías, Hank.

— Demonios, ustedes son el uno para el otro, igual de idiotas obstinados — susurro, el teniente encogió sus hombros —. Si tanto quieres saber, ¿Qué tal si se lo preguntas a él? — aconsejo dándole una palmada en su espalda —, digo, ¿Qué pierdes intentándolo, Nines?

RK900 vacilo, como si las palabras del humano fueran una cachetada de corriente a su centro.

— ¿Qué pierdo...?

Si ya había perdido su seguridad en estar excluido del sentimiento y ya había perdido a Gavin por ocultárselo... ¿Qué perdía ahora? se preguntó difuminando las palabras de Anderson de fondo.

— Si chico, si tanto lo amas, ¿Qué es lo que te retiene de hacerlo?

Delante de él, la barrera que impedía su sentir mostró su fragilidad, invitándolo a palpitar.

Curvo sus puños, perdiéndose en la duda de Gavin. Pero solo basto que una imagen de este se manifestara en sus procesadores para encontrarse y saber con certeza, estuviera en lo correcto o no, lo que él quería hacer.

«— Tú sabes la respuesta, no la niegues.»

Las palabras inconclusas que alguna vez el humano le dedico, rebotaban contra su software, acompañándolo en la incertidumbre de sus manos que, de a poco, alcanzaba a tocar aquella restricción. Y con la misma determinación que tuvo de querer continuar amándolo aun sabiendo que ellos eran diferentes y lo complicado que podría resultar, con tan solo dar un paso adelante sobrepaso aquel limite frágil y derrumbo el obstáculo en miles de fragmentos.

Las restricciones que alguna vez lo aprisionaron a estar lejos de detective se desplomaron en su deseo de verlo.

Y entonces, entre tantos errores y aciertos, entre las palabras que nunca se dijeron por miedo a hacerlo, encima de las prisas e incertidumbres y sobre todo ese desequilibrio...

RK900 eligió a Gavin.

...

 


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