Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vomitando flores sobre tu piel [Reed900] por Angelkitx

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

...

Al fin y al cabo, no había noche en la que Gavin no terminara así. Solo y miserable. Suspiro pesadamente, como si su alma estuviera dejando su cuerpo, perdiéndose en el brillo ridículo de la flor entre sus manos. A él jamás le habían gustado particularmente las cosas delicadas, no es como si hubiera tenido tiempo de disfrutarlas. Pero, ¿A Nines?, a él si le gustaban.

Gavin tonteo imaginándose otra vida, en donde ellos simplemente se conocieran y se amaran, en donde Reed fuera perfecto para Nines. No lo era, no podría y no quería serlo. Él era una bolsa de basura con patas -como alguna vez lo llamo Hank-, no una delicada y suave flor como las que había notado que llamaban la atención del androide. Un cactus sin florecer, con espinas lo suficientemente largas para que nadie llegara a tocarlo más allá de esa línea imaginaria que trazo. Línea que, por supuesto, el maldito de Nines ignoro completamente y avanzo -consciente o no- como ninguna otra persona a lo largo de su vida.

—... Jodido infierno.

El reloj digital de su mesa de noche marcaba las tres. Otra vez, incapaz de dormir, incapaz de disculparse, se quedaba allí. Solo. Recordando como hace varias horas RK900 se había ido del departamento. Sabía que la había cagado, pero ¿Qué más podía hacer? 

¿Qué podría hacer Gavin Reed para merecer a Nines?

Bellísima como cada noche, la luna se infiltro por la ventana e ilumino al detective en su oscuridad personal. Recordándole que ella estaba allí, como siempre, tanto como Nines después de todo. Se cubrió la cara con la almohada, ahogando su tristeza sobre el algodón. Arrugo su nariz pensando en mil formas de disculparse e inevitablemente, todas las versiones terminaban con Gavin y Nines casándose. Sonrió sintiéndose estúpido, como si eso siquiera pudiera ocurrir. Si bien, la revolución pacifista dirigida por Markus había logrado que algo de igualdad surgiera entre ellos en temas legales, no podría decirse lo mismo si hablamos de respeto, las personas que los odiaban no se las dejaban fácil. Como todo en la historia de la humanidad, en fin. El matrimonio entre maquina/humano no era legal, al menos no en donde vivía Gavin, oh, pero si en Canadá. Claramente algo que Reed investigo como si se tratase de uno de esos casos especiales que tanto le gustaban, pero en secreto.

Claro, nadie se enteraría de esto y menos ahora que le quedaba ¿Semanas, días de vida? Se mordió la mejilla para evitar soltar un grito desesperado ante idea de abandonar este mundo. ¿No sería más fácil odiar a Nines? No, imposible. El hijo de puta siempre se las arreglaba para contaminar su pensar, para hipnotizarlo con su hermosura y su forma de ser perfecta. Su expresión cambio bruscamente. Ahora tenía el ceño fruncido y unas crecientes ganas de golpear la cara de Nines. Si, Gavin en realidad odiaba a ese pedazo de hojalata con patas, bueno, quería hacerlo.

Respiro, llevando su mano a su rostro soltando un quejido.

¿Cómo podría odiarlo? ¡Su alma de mierda se obstinaba en quererlo toda su vida! Eh, bueno, lo que le quedaba al menos. Carcajeo tal loco al pensar que, después de tanto tiempo buscando su muerte, de tantos y tantos intentos fallidos; cuando realmente estaba por ocurrir, estuviera pidiéndole al cielo que le dé un tiempo más.

— ... Tan solo un poco — estiro su mano derecha en el aire y la apretó fuertemente dejando marcas en su piel para luego dejarla caer sobre su costado. Mmh, ¿Muy tarde para arrepentirse de ser una completa mierda en sus treinta y ocho años de vida?

Y lo peor era que, por más que intentara justificarse con: « Oye, es que tuve una infancia dura » en el fondo, para él, esas palabras nunca le sirvieron de excusa, siempre fue responsable de sus actos y por más que probara poner sus años de maltrato en el porqué de su presente, las piezas no encajaban. Él era una mierda explosiva, un asco de persona con todos, un lobo solitario sin manada. Y "no", no podía culpar a las borracheras de su padre en los días de furia, cuando era él quien le gritaba a Nines, cuando era él que soltaba las espinas. 

Después de todo, tampoco podía reclamar nada si había resultado ser igual a él. O así lo veía Reed Kamski. La cicatriz de su nariz se lo recordó una vez más: ¿Las vueltas que da la vida, eh? 

¿Cuántas heridas había dejado en las demás personas? 

Y... ¿Cuántas iba a dejar cuando partiera?

Y era su única vía de escape, la muerte. Siempre fue una opción tentadora para no afrontar la realidad que tenía al frente. Era un cobarde más, su jodido orgullo no le permitía arrepentirse en voz alta. Y si, le debía a una disculpa a varias personas, no solo a Nines. A Hank, Fowler, Elijah Kamski, a Connor -tal vez- y... Tina. Mierda, Tina Chen. Gavin estaba seguro que ellos no les dolería que él muera, lo superarían como todo, pero ¿Ella?

Tina era la única persona que realmente consideraba como una amiga, a quien por más que le mostrase sus espinas, ella continuaba allí. No es como si Chris, Simón (larga historia) o los otros no estuvieran, pero T. era distinta a todos ellos. Ella lo entendía, lo aceptaba con su mierda, lo completaba y Gavin la amaba, jodidamente lo hacía y sabía que ella iba a sufrir. ¿Podría ella siquiera perdonarlo? Sus ojos se nublaron, las lágrimas pincharon sus ojos.

Él iba a abandonarla y... no solo a ella.

Bruto se acercó a él con su pelaje despeinado y apoyo su pequeña patita sobre el ojo de Gavin para que este no llorara, los otros dos gatos empezaron a morderlo, incitándolo a jugar con ellos.

Egoísta, mal amigo y un padre asqueroso.

— Perdón — soltó entre sollozos, acariciando a sus gatos. ¿Con quién se estaba disculpando? —, perdón — repitió, rompiendo en llanto, apretando las sabanas con sus manos. ¿Con Nines?, ¿Con su mejor amiga?, ¿Con los gatos? Otra flor se deslizo de su boca, manchando a la par, sus sabanas de rojo —... perdón.

...

Gavin abrió los ojos intentando acostumbrarse a la luz del sol que comenzaba a asomarse, los edificios comenzaban a teñirse de un anaranjado delicioso. Pesadamente se levantó para apagar la alarma que hace rato sonaba y, principalmente para darle de comer a los gatos que no paraban de chillar.

— ¡Su plato está lleno pequeñas mierdas! Phck, dejen de llorar, la gente necesita dormir ¿¡Saben!?

Los felinos pararon de quejarse y lo miraron con obviedad: «¿Justo vos te venís a quejar?».

 —... ya entendí el punto, bastardos — agrego, dejando caer un poco más de alimento a los tarros como agradecimiento por soportarlo. Encendió la cafetera y el aroma que él tanto amaba lleno el pequeño departamento. Ellos se entendían, Gavin sabia reconocer que "miau" utilizaban para decirle "aliméntanos idiota". 

Rasco su panza y bostezo, camino hasta la caja de cigarrillos marca: MASTER de la mesa, pero ante el recuerdo de la noche anterior, lo lanzo contra la pared, no lo suficiente fuerte para que se dañaran. Adormecido se dirigió al baño y lo que encontró hizo que se asustara.

— ¡PHCK! — grito, retrocediendo rápidamente — ¡¿Qué mierda es eso?! — toco la superficie del espejo —. Ah, solo soy yo. El guapísimo Gavin Reed — sonrió en broma y se lavo la cara con agua fría, tenía los ojos hinchados de tanto llorar como un gran idiota, las ojeras marcadas más de lo normal y resto de lágrimas en sus mejillas.  Ehm, ¿Ya dije miserable y estúpido?

Un baño estaría bien, supuso. No lo arreglaría, pero después de todo, no se había cambiado desde ayer y su ropa estaba llena de pétalos con sangre. Aún no era hora de ir al trabajo, por suerte, además de que Gavin no era reconocido por ser puntual. No, no, ese era Nines. El maniático de la puntualidad. Se dio una ducha rápida, se afeito la barba que apenas le había salido y volvió a colocarse su característica ropa de tipo malo con algo de perfume en su cuello, porque por más que fuese una mierda de persona, no tenia porque que oler como una. 

La cafetera parpadeó, el café estaba listo. 

Y algo dentro de Gavin cambio. No sabía si era por el maravilloso vigor que otorgaba el ver el paisaje que ofrece el amanecer o el cantar de los pájaros o el hecho de haber estado llorando toda la puta noche, pero estaba seguro de algo, él iba a morir. Así que al menos tendría que dejar algo de que recordarlo, ya saben, algo más que solo un completo idiota inestable hormonal...  Antes de irse, quería resolver todo aquello que no se atrevió a hacer a lo largo de su vida por su molesto orgullo, ahora que iba a pasar sus días esparcido en cenizas por todo Detroit -en la basura de algún bar o en la cara del jodido Perkins- planeaba terminar sus asuntos pendientes y, pensó que, podría llevarse con él un último recuerdo de Nines sonriéndole. 

Si, la misma sonrisa que lo condeno a una futura e inevitable muerte.

...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).