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Taiyou to tsuki por shiki1221

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Cap 2: Primeras señales

Tras despedirse de Sasuke, el jinchurki casi de inmediato tuvo el impulso de correr tras él. ¿Por qué? No lo sabía. Estaba convencido de que su mejor amigo no estaba causando problemas a nadie. Creía firmemente en su persona como siempre les dijo a los demás. Era más como una necesidad en su interior. Se forzó a sí mismo a no darse la vuelta. Le dio la espalda cuando Uchiha comenzó a caminar. Él lo imitó yendo en la dirección contraria para volver a la aldea. Con su mano sana se sujetó el muñón donde debería estar su otro brazo. Aquel que había sido sacrificado en la batalla contra el moreno. Hincó con saña sus uñas en la extremidad amputada y caminó a paso lento alejándose del otro. Vio a Sakura completamente sonrojada y feliz por aquellas dos únicas palabras dirigidas a su persona de parte del moreno. Quizás fue por aquel mismo buen humor que se le acercó amablemente al notar su dolencia.

―¿Estás bien? ―preguntó Haruno caminando unos pocos pasos hasta el blondo intentando verle el brazo―. ¿Te está doliendo mucho? ―cuestionó alzando la mano dispuesta a aliviarlo usando su chakra.

―Estoy bien, Sakura-chan ―respondió Uzumaki forzando una sonrisa siendo notado por sus compañeros.

―No deberías forzarte de esa manera ―sugirió Kakashi interviniendo―. Si te duele el brazo, o lo que queda de él, deberías dejar que Sakura te revise ―explicó siendo secundado por un movimiento de asentimiento por parte de la cabeza de la mencionada.

―Me siento bien ―gruñó enojado el rubio.

―Oye, no deberías ponerte así sólo porque nos preocupamos por ti, Naruto ―regañó Sakura con las manos en la cintura mirándolo de mala manera―. Tienes suerte de que esté de buen humor o te habría golpeado ―dijo suspirando enamorada.

―¿De buen humor porque te dieron un insignificante poke y te dijeron que no te metas donde no te llaman? ―cuestionó cínicamente con una sonrisa impropia de alguien como Naruto―. Como te conformas con bien poco ―afirmó con una mueca bastante despectiva.

―¡Naruto! ―llamó Hatake sorprendido por esa forma de expresarse―. Sakura sólo está preocupada por ti, no deberías tratarla de esa manera ―ordenó con un tono de voz más firme.

Tras esas palabras algo pareció hacer “click” en la rubia cabeza. Se tranquilizó un poco y observó detenidamente a su amiga. Notó que sus ojos verdes estaban entre sorprendidos y tristes por sus duras palabras. Sí, sabía que se comportó como un idiota, pero no entendía por qué. Bueno, en realidad sí tenía una idea, es sólo que esa palabra tenía demasiado peso. Celos. Darse cuenta de que era como cualquier otra fangirl de Sasuke que se ponía agresiva al más mínimo acercamiento de otra chica, no era algo que fuera mucho con su persona. Mas, era algo evidente en ocasiones como bien se lo hizo notar Sai. Aun recordaba su conversación a solas al respecto de lo sucedido en el puente donde se reunieron con Kabuto y Orochimaru.

Tras aquella misión desastrosa Naruto se sintió roto por dentro. Fue débil y no pudo llegar a Sasuke de ninguna forma imaginable. Cuando se dejó caer de rodillas no pudo evitar cuestionarse ¿para qué entrenó? ¿De qué sirvieron los tres años viajando y entrenando con Jiraiya? Se había repetido una y otra vez que estaba fortaleciéndose. Se juró una y otra vez que se había esforzado, pero resultó completamente infructuoso. Su mejor amigo seguía sumido en la oscuridad y cada vez era más fuerte. Su habilidad en la batalla, ―por mucho que le doliera reconocerlo―, era superior a la suya. Habían estado separados la misma cantidad de tiempo, entonces ¿por qué sus niveles seguían siendo tan abismalmente distantes? Aquella mirada fría y carente de sentimientos le hizo replantearse si el moreno no tenía razón y romper lazos te otorgaba mayor fuerza. Estuvo sumido en aquellos pensamientos, por lo cual estuvo completamente callado durante el regreso.

El resto del equipo también se mantuvo en silencio todo el viaje. Sakura estaba muy decepcionada de sí misma. No alcanzó a colaborar de ninguna manera. Ni siquiera era capaz de sanar una herida provocada por el chakra de Kyubi. Se había sentido orgullosa de su avance durante el entrenamiento con Tsunade, pero durante esa misión cayó en cuenta de lo poco efectivo que resultó. Sus compañeros seguían siendo de capacidades superiores a las suyas y ni hablar de los Akatsukis. Aquellos criminales que perseguían a su amigo eran enemigos formidables que sin dudas podrían acabar con ellos si no hacía algo para remediar su situación actual. Como le prometió a Naruto, se volvería fuertes juntos y de esa manera recuperarían a Sasuke. Con ello en mente nada más llegar a la aldea se despidió de su equipo y fue en busca de la Hokage para pedirle asesoramiento sobre cómo mejorar.

―Bien, yo iré a hacer el reporte de la misión ―avisó Yamato dejando a sus dos subordinados solos.

―Bien, me voy ―dijo Naruto alzando la mano en señal de despedida mientras se daba la vuelta dispuesto a marcharse.

―Espera, Naruto-kun ―pidió Sai mientras lo retenía sujetándolo del brazo―. Quisiera pedirte permiso para invitarte a comer o algo así ―explicó el pálido chico mientras lo miraba fijamente.

―No entiendo qué estás intentando decir ttebayo ―comentó mientras se quitaba la mano del otro de su propio brazo para liberarse.

―Le he preguntado durante el viaje a Sakura-san qué podría hacer para hablar contigo y me dijo que te invite ramen ―explicó Sai mientras sacaba una pequeña libreta donde parecía tener anotado algo.

―¿Está diciendo que me vendo por ramen? ―cuestionó con un poco de decepción por darle esa impresión a la chica que le gustaba.

―¿Y bien? ―cuestionó con una mirada insistente de aquellos ojos oscuros―. ¿Quieres que vayamos a comer ramen?

―Bueno… nunca rechazaría ramen gratis ttebayo ―aceptó algo dudoso por no entender a qué venía tan repentina invitación.

―Sakura-san tenía razón eres un fácil ―comentó el anbu de raíz caminando rumbo al local de comida.

―Si no fuera porque él invita… ―gruñó por lo bajo caminando junto al otro rumbo al Ichiraku

Su nuevo compañero de equipo lo invitó a comer ramen. Vale, eso era raro. Si bien habían conseguido establecer algo similar a un lazo distaba mucho de ser de amigos aun. Sólo habían colaborado en una misión de pésimos resultados. Y no se sentía de ánimos tras perder el rastro de Sasuke. No era justo desquitarse con su nuevo compañero que, mínimamente, hacia el esfuerzo por mejorar las cosas entre ellos. El problema seguía siendo él y sus sentimientos de impotencia. ¿Cómo solucionaría eso? ¿Otra vez irse de viaje durante años sólo para fracasar. No tenía tanto tiempo. Según la información que le dio su maestro, Orochimaru ese mismo año haría aquel jutsu de transferencia de cuerpo y ese sería el fin definitivo de su mejor amigo. Perdería por completo su alma y no habría forma de traerlo de regreso. Sai estaba ajeno a todos aquellos pensamientos y sólo estaba interesado en resolver algunas dudas.

―Naruto-kun ―llamó el azabache al haberse percatado de lo distraído que iba el rubio―. Ya hemos llegado ―avisó haciendo que el otro volviera a la realidad de golpe.

―Ah sí ―exclamó alterado al darse cuenta de que por poco se golpea contra la puerta por ir pensando en otras cosas―. Ramen, ramen. Es hora de un rico ramen ttebayo ―vitoreó a la par que se encaminaba a la barra donde solía sentarse junto a Iruka sensei.

Después de entrar Uzumaki se sentó y pidió lo de siempre al amable vendedor. El anbu de raíz hizo lo propio sentándose a su lado. Observó detenidamente como nuevamente su compañero de equipo se perdía en sus pensamientos. Los ojos azules expresaban una gran nostalgia al posarse sobre unos palillos dispuestos para los clientes. Supuso que le traía algún recuerdo de algo, pero al no poder contener su curiosidad se aventuró a preguntar por ello.

―¿Qué tienen de especiales los palillos de aquí? ―preguntó Sai consiguiendo un leve respingo de parte del jinchuriki.

―No mucho en realidad ―respondió mientras jugaba con dos entre sus dedos―. Es sólo que yo solía venir mucho a este local junto al equipo 7 cuando estábamos completos ―explicó con melancolía.

A su mente venía como solía pelearse con Sasuke incluso por aquellos palillos. Siempre hablando de ser el primero hasta para algo tan tonto. Era en momentos así cuando veía otra cara del Uchiha. No veía esa seriedad característica suya, ni se sentía el odio en su mirar como solía suceder cuando hablaba de ser más fuerte. Claro que esto último tenía la implicancia poco sutil de ser para asesinar a su hermano mayor. Sus ojos negros se enturbiaban y llenaban de odio cuando se trataba de sueños o metas a futuro, pero eran bastante brillantes cuando tenía esos pequeños lapsus de estupidez. Donde ambos peleaban como un simple par de infantes. Sin pensar en la muerte o en el daño que sufrieron en el pasado. Era olvidarse de todo y de todos para ser sólo ellos dos en su pequeño mundo.

―¿Te refieres a cuando estaba Sasuke-kun? ―preguntó con su típica sonrisa falsa.

―Sí ―asintió mientras desviaba la mirada nuevamente a aquellos palillos sin intenciones de agregar nada más.

―Antes dijiste que siempre era divertido pasar el tiempo con Sasuke-kun, ¿puedo preguntar qué era lo divertido? ―cuestionó con su pequeña libreta listo para anotar lo que dijera. Todo podía ser una referencia para el futuro.

―No sé cómo explicarlo ―respondió con sinceridad y cierta incomodidad―. Es sólo que cuando lo veía sonreír o hacer esas muecas de enojo fingido me hacía sentir un calorcito agradable en el pecho ―expresó tocándose su propio pecho con la mano derecha.

―¿Y qué sentiste cuando lo volviste a ver? ―interrogó interesado.

―Impotencia y un gran vacío ―suspiró sintiéndose nuevamente débil por haber fracasado―. Ese maldito de Orochimaru está usando a Sasuke y todavía se atreve a hablar de él como si fuera de su propiedad ―gruñó por lo bajo recordando las palabras que le dedicó en el puente―. Maldita serpiente ―insultó lleno de odio.

―¿No se le llaman “celos” a ese sentimiento? ―preguntó Sai mientras revisaba un pequeño libro antes de leer en voz alta su definición―. “Los celos son una respuesta emocional que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera propio”.

En ese momento Naruto se quedó callado sin saber qué responderle. Él no consideraba a Sasuke suyo. Admitía que era SU lazo, SU amigo, SU persona más importante, pero eso no quería decir que fuera como Orochimaru. Él no andaba por ahí diciéndoles a los demás que el Teme era de su propiedad. ¿O sí? En ese momento tuvo una pequeña crisis, ya que comenzó a recapitular cuántas veces usó la palabra “mi” para referirse a su relación con él. Agradeció infinitamente que llegara el ramen ordenado y empezó a comerlo al punto de atragantarse. Pidió un plato tras otro para nunca dejar su boca libre. Sabía por la mirada de Sai que esperaba una respuesta a lo antes planteado, pero se negaba rotundamente a usar una respuesta afirmativa o negativa al respecto. Sentía que fuera cual fuera su respuesta sólo crearía más incomodidad en la conversación.

―Yo… lo siento, Kakashi-sensei ―se disculpó cuando salió de aquel recuerdo―. Siento como te hablé Sakura-chan ―se disculpó con ella también.

Para evitar más problemas a causa de sus irracionales reacciones, se dirigió directamente hacia su departamento. Durante los días siguientes se sintió molesto e inquieto. Todo el tiempo pensando en largarse tras Sasuke. Estaba siendo demasiado posesivo con su mejor amigo y eso no estaba nada bien. Sasuke necesitaba aquel viaje para poder perdonarse a sí mismo sus errores antes de volver a vivir en Konoha. Podía comprender su manera de pensar. Incluso se atrevía a decir que la tristeza y la culpa en el interior de Uchiha la podía sentir como propia. Miraba constantemente la foto del equipo siete cuando gennins buscando apaciguar su urgencia por buscarlo, pero parecía una solución que duraba muy poco. Y cada vez que usaba ese método, el tiempo de alivio duraba menos.

―Naruto ―llamaron a su puerta aquella mañana obligándolo a salir de la cama para atender―. Soy yo, Sakura ―se anunció golpeando con mayor fuerza la puerta.

―Buenos días, Sakura-chan ―saludó Uzumaki tras abrirle la puerta―. ¿Por qué vienes tan temprano?

―Es casi mediodía ―señaló ella en tono de regaño antes de sujetar su brazo sano y arrastrarlo fuera del departamento―. Vine a buscarte porque Tsunade-sama terminó la prótesis de tu brazo ―explicó mientras caminaban juntos por la aldea.

Sakura estaba muy preocupada por su amigo rubio. Lo había notado muy inquieto los últimos días. No le sorprendía mucho cuando Sasuke fue encarcelado, ―ella compartía ese sentimiento de querer verlo libre de cargos, pues la pena de muerte estaba entre las opciones―, pero había límites. Era complicado lidiar con él cuando se encontraba sumido en la desesperación. Y ella conocía de primera mano lo que era lidiar con eso. Desde que los había curado en el Valle del fin notó cierta desesperación por el blondo. ¿Cuántas veces no se vio forzada a ponerle anestesia para tenerlo quieto en la cama mientras se recuperaba? Si no había escapado de su cama para invadir la habitación de Uchiha, fue por las precauciones de Tsunade. La rubia no toleraría tal descuido a su propio cuerpo, por lo cual prefirió tenerlo sedado a desangrándose en los pasillos del hospital. Y ahora ni siquiera estaba poniendo mucha atención a la prótesis que tanto trabajo le costó hacer a su maestra.

―Me había olvidado de eso ―dijo soltando una risa forzada para aligerar el ambiente.

―Naruto ―llamó la joven de cabello rosa casi entre gruñidos―. No puedes ser tan descuidado ―suspiró cansada por aquellos despistes de parte del otro.

―Es que he estado muy ocupado con los estudios para el examen de ascenso a chunnin ―justificó intentando rascarse la cabeza con el brazo amputado.

Quiso golpearse a sí mismo por no terminar de acostumbrarse a la ausencia de ese miembro. Aunque si tenía que ser justo, se estaba acostumbrando más fácil a eso que la ausencia de Sasuke. Y a diferencia del moreno, al brazo si podía reemplazarlo por uno artificial como estaba rumbo a hacer. Haruno notó como su amigo se miraba el brazo amputado. Supuso que se debía a que ella lo tenía sujeto de uno para jalarlo hacia el hospital. Sabía que tendría que confiar en que su amigo iría por voluntad propia, pero habiendo visto como Uchiha rechazaba el suyo, no quería arriesgarse. Uzumaki había olvidado por completo que ya le habían avisado que para ese día tendrían listo su brazo y de no ser porqué fue a buscarlo, ni se habría asomado al hospital. No alcanzaba a comprender la razón de sus amigos a negarse a un brazo nuevo siendo que traía tantos beneficios para ambos.

―¿Y cómo te está yendo con los estudios? ―preguntó Haruno entonces buscando desviar la conversación a algo más agradable―. ¿Te estás esforzando mucho?

―¡Por supuesto! ―gritó Naruto con entusiasmo y una mirada decidida―. He estado leyendo de todo para poder pasarlo sin problemas.

―Aunque tendrás que hacer equipo con niños para poder presentarte ―le recordó ella con una sonrisa divertida.

―¿No hay nadie de mi edad que aun sea gennin? ―interrogó Uzumaki decaído.

El jinchuriki aun podía recordar la vergüenza qué pasó al presentarse con anterioridad a esos exámenes. Se tuvo que enfrentar a Konohamaru y para colmo perdió por un maldito tecnicismo. No era su culpa tener un entrenamiento tan avanzado, pero para nivelar las cosas le impusieron ciertas reglas sobre no usar su modo sennin. Y de presentarse en su estado actual seguramente le prohibirían hacer uso del modo chakra Kyubi. Vaya problema en el que estaba metido, pero quizás si se presentaba con su brazo amputado estaría al nivel del resto de participantes y así tendrían menos reglas con su persona. O eso esperaba. Sólo faltaba que le dijeran que hacer uso de menos de la mitad de sus técnicas era motivo de descalificación. No quería pasar nuevamente la humillación de que alguien más joven e inexperto que él lo venciera y le ganara el ascenso a chunnin.

―No creo que puedas encontrar a alguien así salvo Sasu… ―dijo Haruno cerrando la boca de inmediato sin atreverse a completar aquella frase tan descuidada.

―Oh sí ―respondió Naruto de manera alegre―. El Teme tampoco ha hecho ese examen ―dijo riendo mientras caminaba un poco más rápido dejando a su amiga viéndole la espalda―. Sería tan divertido verlo hacer esa prueba rodeado de mocosos. Aunque seguramente lo descalificarían por usar el rinnegan o algo así ―bromeó haciendo sus pasos aún más veloces.

Sin darse cuenta nuevamente estaba divagando en aquellos tormentosos pensamientos de nuevo. Cada cosa en la que pensaba o conversación tenida con algún conocido irremediablemente terminaba en Sasuke. No era intención de los demás, ―puesto que algunos incluso admitían estar intentando distraerlo adrede―, pero de alguna u otra manera ese bastardo se colaba en su cabeza. ¡Necesitaba concentrarse y no podía! No se sentía así desde su entrenamiento en el bosque del chakra cuando se la pasó pensando en Sasuke a costa de su progreso con el árbol. Dejó caer por completo la cabeza mientras seguía caminando. Sakura observó con algo de pena la situación del rubio. Ella también estaba algo preocupada por cómo estaría Sasuke, pero ni siendo ella la que estaba enamorada del último Uchiha tenía una reacción tan exagerada por la ausencia del mismo. El comportamiento de su amigo se le hacía incomprensible a más no poder. “Debe sentirse así porqué son como hermanos. Le debe doler más su ausencia por eso”. Pensó la joven de ojos verdes racionalizando aquella situación.

―Oye, Naruto ―llamó la kunoichi sonriendo amablemente mientras se adelantaba un poco para interponerse entre el rubio y la entrada del hospital―. ¿Quieres ir a comer ramen conmigo cuando terminen de colocarte la prótesis? ―preguntó con las manos sujetas detrás de su espalda.

―¿Qué? ―preguntó Uzumaki sorprendido por la repentina propuesta―. ¿Acaso me estás pidiendo una cita, Sakura-chan? ―cuestionó con cara de confusión.

―Por supuesto que no, idiota ―respondió rodando los ojos por aquellas palabras―. Es que vamos a hacerte una fiesta para celebrar tu recuperación y como no comes otra cosa que no sea ramen, pensamos celebrarlo en el Ichiraku Ramen ―explicó.

La joven kunoichi pensaba que su amigo aún era muy inocente e inmaduro como para notar que el amor que profesaba por ella era superficial. Sin dudas todavía no entendía el corazón de una mujer. Ella jamás cambiaría los sentimientos que guardaba por el joven Uchiha, así como Hinata jamás dejaría de fijar su mirada en el distraído rubio. Como buena amiga que era, se propuso darles una mano para que fueran en la dirección correcta. Así que una celebración con la excusa de estrenar el nuevo brazo generaría el ambiente ideal para retomar el tema de aquella confesión de la joven Hyuga. La cual, para su disgusto y pena de la joven ojos perla, seguía sin una respuesta clara. Apenas un “gracias” soltado en medio de la cuarta gran guerra ninja no era lo más romántico ni definitivo para su relación. No era un “sí” ni un “no”. Así que era momento de que el rubio sentara cabeza y le propusiera una relación formal a Hinata de una buena vez.

―Me encantaría, Sakura-chan ―aceptó Naruto pensando en distraer su mente de sus problemas estando entre amigos.

Cada vez que estaba a solas terminaba divagando en asuntos poco útiles. Sólo se llenaba de angustia y eso a su vez lo llevaba a frustrarse consigo mismo. No era sano para nadie ese tipo de comportamiento. Por lo mismo, una salida con sus amigos lo haría despejarse por completo y reiniciar su vida, por decirlo de algún modo. Sasuke ya no corría peligro de ser ejecutado y nadie estaba en peligro por aquel Uchiha, todos estaban bien, pero… ¿Y si alguien todavía les guardaba rencores a los miembros de ese clan? ¿Y si iban por él de nuevo por su poder ocular? Sacudió repetidamente la cabeza convenciéndose de lo fuerte que era el otro. Avanzó al interior del hospital queriendo acelerar la colocación de su prótesis para irse pronto a celebrar. Caminó por los pasillos ignorando las miradas de enfermeras y pacientes. Algunos lo veían con sorpresa e ilusión por poder toparse con el héroe de la guerra, pero él no volteaba la mirada hacia ellos. Demasiado ocupado buscando a Tsunade.

―Al fin llegas, Naruto ―regañó la Senju mientras lo observaba molesta por la tardanza―. He trabajado mucho para hacerte este brazo artificial y ni siquiera te dignas en venir a tiempo.

―Lo siento ―se disculpó apenado rascándose la nuca con su única mano―. Es que estaba estudiando ttebayo ―aseguró siendo en parte verdad.

―Espero que te estés esforzando en serio porque no serán nada condescendientes contigo ―advirtió la rubia mientras comenzaba a caminar por el pasillo siendo seguida por el menor.

―Pero si ya saben lo fuerte que soy deberían dejarme ser Hokage ―reclamó con un puchero en los labios.

―El problema es que no usas mucho la cabeza ―explicó Tsunade sin dejar de caminar―. No sabes nada de política, diplomacia, historia, protocolos de guerra, etc ―enumeró mientras abría la puerta de la habitación a la que debían ingresar.

―Yo puedo dar discursos y esas cosas para motivar a los demás ―replicó el rubio sentándose en una silla disponible en la habitación.

Mientras Tsunade le daba la espalda para preparar todo lo necesario para colocarle su nuevo brazo, Uzumaki inspeccionó la habitación con curiosidad. No era muy grande ni extravagante, apenas si parecía tener lo justo para atender a alguien que necesitara los primeros auxilios. La silla en la que estaba sentado estaba cerca de una cama desocupada perfectamente arreglada. Se sintió extrañamente atraído por el olor de ese sitio. No era el olor a alcohol y desinfectante lo que más predominaba allí, sino a…

―Sasuke ―susurró sin darse cuenta, pero siendo oído por la rubia.

―Oh cierto ―respondió la fémina con una pequeña sonrisa al oírlo―. En este cuarto estuvo alojado Sasuke mientras se recuperaba, ¿Sakura te lo contó? ―preguntó Senju para hacer más llevadero el proceso. Después de todo hablar de algo para distraerlo podía aminorar los nervios en su persona.

―Sí, je, je, je ―confirmó riendo de manera nerviosa.

En ese momento, Naruto fijo sus ojos azules en aquel brazo cercenado que iban a colocarle en breve. Se veía un tanto tétrico tener un brazo cortado sobre la mesa del escritorio, envuelto en una tela como si se tratara de algún artículo viejo. Si Sasuke hubiera esperado un poco más podrían haberle puesto uno igual. ¿Qué clase de fetiche tenía ese bastardo para andar por ahí con un muñón en el brazo? La rubia se acercó a él y lo recostó en la camilla antes de acercarse con un pergamino y aquella prótesis. Uzumaki se quitó la chaqueta y la camiseta quedando desnudo del torso exhibiendo aquella área afectada. Pese al uso del chakra y del jutsu sanador de la sannin, el dolor fue inevitable. Sus propios nervios estaban uniéndose y adaptándose a fuerza al nuevo brazo y como le advirtieron existía la posibilidad de rechazo. De serlo sería un problema serio, pues su sistema inmune comenzaría a atacarse a sí mismo para eliminar el intruso. Y suficiente tenía con tener al Kyubi para lidiar con el rechazo propio. Aunque tras la guerra, se llevaban mejor debía decir.

―Listo, Naruto ―anunció Senju mientras se alejaba del otro―. ¿Cómo lo sientes? ―preguntó mientras anotaba en su cuaderno el procedimiento y las medicinas que podría requerir para aliviar el dolor.

―Algo incómodo ―contestó moviendo de manera circular su brazo y luego estirándolo, probando la movilidad del mismo―. No se siente… natural ―dijo sin estar seguro de si esa era la palabra que buscaba.

―Es normal ―respondió Tsunade mientras anotaba los comentarios de Uzumaki―. Tomará tiempo que lo sientas como una parte más de tu cuerpo, pero con el tiempo te acostumbraras ―explicó mientras le entregaba una pequeña receta―. Si sientes dolor, debes tomar estas medicinas en las dosis que te indica este papel. Si el dolor persiste o las medicinas no lo alivian, ven de inmediato aquí y búscame ―instruyó de manera seria.

―¡Gracias, abuela Tsunade! ―gritó emocionado guardando aquella receta en su bolsillo tras ponerse la ropa correctamente―. Me voy, me están esperando para una fiesta. ¡Quiero mostrarles a todos mi nuevo brazo! ―anunció emocionado yendo hacia la puerta.

―Diviértete, pero no demasiado si no llevas preservativos ―molestó la mujer mayor.

―¿Para qué los…? ―preguntó Naruto sin entender en un principio, pues el destino de la fiesta era el Ichiraku Ramen―. ¡Vieja pervertida! ―acusó completamente sonrojado.

―Eres joven, puedes divertirte y experimentar con tus fans, pero sin embarazar a nadie ―explicó con una sonrisa pícara.

―¡Yo no haría ese tipo de cosas ttebayo! ―gritó mientras salía de allí para no seguir con esa vergonzosa explicación.

Él, aunque muchos no lo creyeran o se negaran a creer, ya había tenido la vergonzosa “charla”. Aunque al ser dada por Jiraiya, más pareció una lección del kamasutra o cuentos fantasiosos sacados de sus libros eróticos. Seguía sin encontrarles el gusto. Y más aun a aquellos fetiches tan extraños que habían en los mismos. ¿Jutsus para alargarse el pene? ¿Lenguas anormalmente largas que podían medir hasta siete metros? Más que darle un oral a la otra persona con esa longitud bastaba para hacerle limpieza de todo su intestino delgado y quizás más. Otra de sus dudas también era como siempre relataba acerca de pechos grandes y voluptuosos, o las medidas imposibles de las mujeres. ¿Para qué espiaba tantos baños termales si terminaba escribiendo de manera tan fantasiosa? No le veía nada de malo a tener un pecho plano. Es más, Sasuke lució muy bien aquel haori que dejaba su pecho firme y tonificado a la vista.

“¿Qué?”. Pensó un poco asustado al darse cuenta que nuevamente estaba desviándose a ese bastardo. “¿Por qué volví a pensar en él? Se supone que me estoy distrayendo, deja de pensar en él, estúpido cerebro”.

―Si tú estás harto, imagínate yo ―comentó una voz desde el interior de su cuerpo.

―¿Kurama? ―preguntó mentalmente mientras se detenía en medio de la calle.

―No, soy tu abuelita ―respondió sarcástico mientras soltaba un gruñido― Por supuesto que soy yo, ¿a quién más esperabas? ―interrogó sin paciencia.

―Viendo que en mi interior aparecieron mis padres, un cuervo, una rana, tú, el espíritu o no sé qué de Ashura, pues no sería tan raro tener una especie de visión mística con mis antepasados ―explicó con sencillez.

―Olvida lo que dije y mejor enfócate en aparearte de una buena vez con el mocoso Uchiha ―ordenó el enorme zorro haciendo que las neuronas del pobre rubio trabajaran a alta velocidad para intentar procesar esas palabras.

―¿Aparearme? ―preguntó en voz alta consiguiendo que algunas chicas que caminaban por la calle le lanzaran miradas divertidas y un tanto picaras.

Ante eso, Uzumaki se cubrió la boca a gran velocidad y se ocultó en un callejón oscuro. Esperaba no llamar la atención en ese sitio. no quería que alguna otra frase desafortunada escapara de sus labios y fuera oída y malinterpretada. Todo por culpa de ese zorro pulgoso y de Tsunade por incitarlo a pensar en esas cosas. Vale, que él no era una blanca e inocente paloma, poseía sus mañas como buen pervertido, pero tampoco del nivel que lo querían hacer ver. No es que por la atención recibida por parte de las féminas iba a acostarse con cada una de ellas de forma irresponsable. ¡Hasta a su ramen le daba el respeto de ser cada uno único en su tipo!

―¿De qué hablas? ―cuestionó al zorro estando dentro de su propia mente retomando la pregunta soltada antes.

―Ya sabes ―respondió el demonio con un rugido gutural―. Lo que quieres hacerle al niño Uchiha ―aclaró para su lento contendor.

―Yo no quiero hacerle nada ttebayo ―negó de inmediato con su piel cubriéndose de una fina capa de sudor al saberse descubierto por aquel bicho.

―Vivo en tu interior, cachorro ―le recordó con un claro sentido burlón por esa torpe e infantil mentira con la que intentaba negar lo evidente―. Sé que ya aceptaste tus sentimientos por el mocoso Uchiha y tus fantasías sobre lo que harías con él de tener la oportunidad.

―Ese es el asunto ―suspiró resignado sabiendo que aquel ente demoniaco conocía sus profundos, oscuros y algo sucios deseos―. No tengo oportunidad con él ―dijo bajando un poco la mirada―. Él quiere restablecer su clan y conmigo no podría. Además no puedo traicionar así a Sakura-chan ―comentó con una firmeza bastante falsa.

―Esas son sólo excusas que estás poniendo para no admitir que te da miedo ser rechazado ―contraatacó Kurama agitando sus colas con molestia―. Te dijo claramente que su deseo era terminar con el odio y la corrupción iniciando desde cero ―le recordó con cierto fastidio―. Matando a los cinco kages y al que se le opusiera… algo extremista, pero los Uchiha siempre han sido unos pasionales. Si lo fuera sólo en la cama sería menos peligroso para el mundo ―reflexionó el zorro sin darle tiempo a Naruto de responder―. Pensándolo así, le harías un favor al mundo apareándote con ese frustrado chico. Así no le quedaran ganas de andar iniciando guerras con nadie.

―¡La solución no es andar teniendo sexo alocado para mantenerlo feliz y tranquilo! ―gritó Uzumaki a todo pulmón oyendo algunas risas cercanas a su sitio.

Mantuvo todo su cuerpo ocultó detrás de los botes de la basura en la esquina más alejada posible. Esperaba que ningún amigo suyo lo hubiera oído o sería el hazmerreír por un largo tiempo. Sin embargo, al pensar en ellos se dio cuenta de un detalle. Estaba retrasado para la fiesta que le había mencionado Sakura. Se golpeó con la palma de la mano en el rostro y salió dispuesto a correr para llegar a tiempo a la reunión. Cuando repentinamente su mano comenzó a quemarle. Miró la prótesis notando que tenía el símbolo del Sol, puesto por el mismísimo Hagoromo. Una punzada en el pecho lo hizo inclinarse levemente por el dolor y en su cabeza resonó una voz que conocía muy bien…

“Naruto”

―Sasuke ―susurró sintiéndose asustado sin entender la razón, pero sin siquiera pensarlo corrió rumbo a la salida de la hoja, pensando en encontrarlo cuanto antes.

 

CONTINUARÁ…

 


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