Dos pequeños niños de cabello negro y ojos verdes y celestes, corrían por la orilla del mar, dando pequeños saltos y risas. Eran niños felices, vivían en la naturaleza con sus dos papás, en una zona tranquila, donde solo estaban ellos, la naturaleza y por supuesto sus animales. Un perro y un gato que se encontraron una vez, abandonados, y que gracias a sus tácticas de negociación, habían logrado quedarse.
Un poco más allá, un hombre de mirada gris, los vigilaba, no quería tener una desgracia, puesto que esos dos, eran igual que su papá más joven. Un mocoso que no tenía sentido alguno del peligro y que siempre había resultado más lastimado de lo que debería, haciéndolo preocupar en demasía.
-Maldito mocoso, ya está tardando en regresar de comprar- Suspiró sentándose en una roca que estaba cerca de donde sus dos pequeños estaban corriendo. Habían crecido bien y sanos, tanto que no quedaría mucho para que con su curiosidad preguntasen que era lo que había más allá. ¿Cómo decirles que tuvieron que escapar de un infierno, para poder estar así en familia? No soportaría que sus hijos se encontrasen con aquellos a los que una vez llamó amigos o familia. Estaba perdido en sus pensamientos, cuando sintió unos brazos rodear su cintura. No se asustó porque sabía perfectamente quien era, así que solo giró su cabeza y lo miró de reojo.
--Eren, tardaste en llegar mocoso—Vio como el otro chico soltaba una pequeña risa, y dirigía su mirada hacia donde estaban sus dos pequeños jugando.
-Lo siento Levi, quería darme prisa, pero la verdad es que había mucha gente comprando, y se hicieron colas, pero ya está todo, y no tendré que volver a salir durante un tiempo- Desde que habían encontrado un pueblito, sin titanes que amenazasen la vida de nadie, sintiendo la paz de que ahí si que no los encontrarían y sus pequeños si fuesen felices.
-Está bien, solo por eso no te patearé esta vez- Sonrió de medio lado, al ver el puchero del otro, y gritó a los niños avisando que su papá había regresado. Estos corrieron emocionados hasta donde se encontraba el mayor, dando saltitos para que los cargara. Eren soltó una risa, y cargó a ambos, mientras emprendían el camino al hogar, mientras escuchaba las historias que sus pequeños les relataban en ese camino a la playa.
-Parece que lo pasaron bien ¿Eh niños?- Miró a Levi con una sonrisa, a lo que este solo rodó los ojos.
-Esos dos mocosos se parecen a ti, siempre metiéndose en líos- Pero aunque dijo eso, una leve sonrisa se instaló en sus labios, adoraba a sus hijos con toda su alma, y haría todo lo posible porque no les faltase nada, estando en todo momento fuera de peligro.
Una vez llegaron a casa, los niños corrieron dentro. El castaño aprovechó para tomar la mano ajena, y entrelazar sus dedos.
-Estamos a salvo Levi- Este lo miró y asintió con una ligera sonrisa. Sí, estaban a salvo y eso era lo más importante.