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Go back in time: First year. por Nakamura Yuuki

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“Vacaciones” 

Fue una larga semana, no solo porque era la última del año, sino porque se tenía encima la noticia de que Harry Potter estaba en la enfermería. Constantemente veían al grupo de serpientes de primer año yendo a verlo, habitualmente acompañados por dos leones.

No se sabía con claridad todo lo que había pasado, solo les habían dado un corto resumen. Los Slytherins estaban con los nervios de punta al saber que dos de sus primeros años estuvieron metidos en semejante peligro, y no acudieron a nadie más sino hasta que fue demasiado. Los mayores se habían acercado al rubio, con preguntas al inicio, pero al final de su charla con toda la casa, las serpientes habían leído entre líneas. Era una clara advertencia de lo que se avecinaba, todos habían informado a sus padres sobre el avistamiento, sobre lo que sucedió aquella noche… Debían estar listos.

No fue sino hasta el día del banquete que toda la tensión pareció disiparse en la mesa de las serpientes, y por consecuencia en el gran comedor en sí. Harry había entrado al gran comedor junto a Weasley y Granger, los tres muy sonrientes. Draco casi se olvida de que él también era parte de ese grupo ahora, por lo que cuando el azabache caminó rápidamente hacia él, casi frunce el ceño.

Harry se sentó a su lado, tomando su mano y dándole una bonita sonrisa. Draco sonrió también, mientras que las demás serpientes los miraban.

—Estoy bien… Solo estaba cansado, al parecer usé demasiada magia. —les explicó, al grupo en general, mientras aun jugaba con los dedos del rubio por debajo de la mesa—. Lamento haberlos preocupado, chicos.

—La próxima vez que se encuentren en una situación así, hablen con algún mayor, niños. No están solos, no en Slytherin.

Los niños asintieron, sonrientes. Aunque nadie se perdió la mirada cautelosa que el rubio les había dado cuando Harry no estaba mirando. Todos entendieron porque el chico lucía tan desconfiado, con la clase de enemigo al que Potter se enfrentaba no era opción confiar en alguien erróneo. 

Cuando Dumbledore se levantó de su asiento en el palco, las conversaciones y el barullo del gran comedor cesó.

— ¡Otro año se va! —Cantó, alegremente, sus ojos sumamente brillantes ese día—. Y, como es costumbre, los molestaré con las charlas de un viejo antes de que puedan disfrutar de la comida. —el alumnado se rió, mientras que otros solo asintieron al hombre, como si reconocieran sus disculpas. Draco solo sonrió, junto a un muy divertido Harry, quien parecía listo para burlarse por el actuar de las serpientes—. ¡Qué año impresionante tuvimos! Esperemos que sus cabezas estén un poquito más llenas que cuando llegaron… ahora tienen todo el verano para dejarlas lindas y vacías para el próximo año.

Más risas, Snape y McGonagall parecían no muy convencidos de esa última parte en el discurso, el resto de los maestros solo sonreían.

—Ahora, tengo entendido que hay que entregar la copa de la casa. Los puntos acumulados de cada una son: en cuarto lugar, Gryffindor, con trescientos doce puntos; en tercer lugar, Hufflepuff, con trescientos cincuenta y dos; Ravenclaw tiene cuatrocientos veintiséis y Slytherin, cuatrocientos setenta y dos.

Una tormenta de aplausos y vítores resonó en la mese de verde y plata. Harry y Draco chocaron copas exageradamente, mientras sus amigos se reían.

—Sí, sí, bien hecho, Slytherin —interrumpió Dumbledore. Draco cerró los ojos, y allí se iba la copa de las casas, de nuevo. Nunca iba a entender porque los declaraba ganadores y luego se las quitaba de las manos regalando puntos porque sí. Simplemente debería darlos antes, a su parecer, simplemente parecía querer humillar a las serpientes cada que hacía eso—. Sin embargo, los acontecimientos recientes deben ser tomados en cuenta.

Harry lo miró, su sonrisa apagándose un poco, al igual que la de los demás. Bien, quizás puedan ganar. Draco recordaba que a Harry también le daban puntos, por lo que quizás la copa aún no se había escurrido de sus finos dedos.

—Entonces, continuemos con los puntos que debo otorgar… Primero, para Ronald Weasley —vieron al pelirrojo levantarse, con el rostro rojo—, por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts haya visto en años, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

Las hurras de los leones se escucharon rápidamente, y tanto Harry como Draco aplaudieron, puesto que a pesar de la diferencia de casas, el chico era un amigo. Los Slytherin se unieron a ellos, con algo de timidez.

—Segundo, para la señorita Granger, por el razonamiento frío, aun en momentos de peligro, premio a la casa Gryffindor con cincuenta puntos.

Harry y Draco se miraron cuando la chica enterró su rostro entre sus brazos. En un tácito acuerdo, ambos determinaron que estaría llorando de alivio.

—En tercer lugar, Neville Longbottom… —el mencionado se levantó como resorte, el rostro pálido y desorientado—. Se necesita de un gran coraje para enfrentarnos a nuestros enemigos, pero es necesario aún más valor para hacerlo con los amigos. Por lo tanto, premio a Gryffindor con quince puntos más.

Una horda de aplausos, que Harry y Draco iniciaron, se extendió por todo el comedor.

—En cuarto lugar, Harry Potter—el mencionado parpadeó como un búho, antes de que Blaise lo impulsara hacia arriba. El director sonrió—… Por su temple y valor, premio a la casa Slytherin con sesenta puntos.

Draco sonrió, aplaudiendo tan fuerte como todas las serpientes. Harry se sentó, felizmente. El rubio dio por terminado el regaladero de puntos, por lo que acercó nuevamente su copa.

—No tan rápido, joven Malfoy —el rubio miró al director, confundido—. Levántate, Draco Malfoy.

Se levantó con cuidado, aun precavido de lo que el hombre diría a continuación.

—Por tu lealtad hacia tus amigos, por el pensamiento frío en el peligro, por ayudar a tus compañeros cuando es necesario… Le otorgo sesenta puntos a la casa Slytherin. —más aplausos, y Draco estaba casi pasmado mientras se sentaba—. Eso significa que el orden de las casas cambian: Hufflepuff en cuarto lugar; Ravenclaw en tercer lugar; Gryffindor con los cuatrocientos veintisiete puntos en segundo lugar y Slytherin en primer lugar, con sus quinientos noventa y dos puntos.

 

 

Después de toda la conmoción vivida, los chicos casi se olvidaron de los resultados de los exámenes, pero Hermione los había apurado en el día para que fueran por ellos. Harry estuvo cómodamente en el tercer lugar de las mejores notas de primer año, mientras que Ron llegó a más que aceptable, por lo que el chico lucia muy orgulloso. Draco estaba en primer lugar, seguido de Hermione. La niña no parecía preocupada por eso, cosa que descolocaba un poco al rubio.

Habían tenido unas lindas semanas para solo pasar el rato entre ellos, sin lunáticos de dos caras que trataban de robar piedras míticas que daban vida eterna. Por el momento disfrutarían la paz que se les estaba dando.

Los roperos se vaciaron un día, los equipajes estaban armados y la locomotora ya chirriaba. Subieron juntos al Hogwarts Express, entre charlas y risas. Ese había sido un buen año, y Draco pudo decir que sobrevivió casi sin ningún colapso.

—Hay que enviarnos cartas, chicos, no quiero perder contacto con ustedes durante tanto tiempo —dijo Hermione, con los ojos bien abiertos, Ron se iba a burlar de ella, cuando Harry lo pateo sin intentar disimularlo. La niña se rió del sufrimiento del pelirrojo.

—Claro que nos escribiremos, Hermione.

No hicieron mucho más en el viaje, solo divertirse. Hasta que llegó la hora de bajar del tren. Varios saludaron a Harry, ganándose burlas de Draco y Ron, quienes se habían unido en son de eso muchas veces a lo largo del año.

—Tienen que venir a casa en vacaciones, los tres… Uh, bueno, los dos. No sé si a tu padre le gustaría que estés con mi familia, Draco —dijo Ron—. Les enviaré una lechuza, de todas formas.

El rubio hizo una mueca, olvidándose de ese detalle. En vacaciones de invierno se había salvado de hablar sobre su año, porque su padre no estaba en casa, y su madre no indagaba demasiado si su hijo lucia incómodo. No había forma de que se salvara de esto ahora.

—Sería agradable, Ron. Gracias.

Harry le envió una mirada preocupada al rubio, pero este negó. Cuando estuvieron fuera del tren, el rubio localizó rápidamente a la espalda de sus padres. 

—Me tengo que ir, chicos, pero los estaré leyendo. —prometió, los tres niños asintieron, ya habiendo visto a sus padres. Harry lo jaló a un abrazo rápido.

—Tengo algo importante que decirte, Draco. —El niño frunció el ceño, devolviendo el abrazo—. Te enviaré a Hedwig un día de estos, es muy… privado.

El rubio asintió, y se separó, con una sonrisa alentadora.

—Adiós, chicos.

Draco se movilizó para unirse a sus compañeros de casa, quienes lo miraban con sonrisas divertidas. Crabbe y Goyle se pusieron inmediatamente a sus espaldas, mientras que Theo y Blaise estaban junto a él. Las chicas iban caminando a un costado de ellos. Con Daphne al frente, Pansy y Millicent a sus lados, y Tracey, Sally y Lily por detrás.

Cuando Draco se encontró con la mirada frívola de su padre, se dio cuenta de que ese iba a ser un largo verano.

Notas finales:

Bueno, fin ahre

Nos vemos en el segundo libro ah(?


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