-Buenas tardes, papá- Con pasos suaves y firmes, el primer caballero dorado, el protector de Aries se encamina ante el trono patriarcal.
En donde la figura del pontífice se presenta, pero no sentado como normalmente esperaría a los caballeros dorados al momento de citarlos.
Si no que está de pie, con la mirada un poco perdida, ocultando sus brazos por detrás de su espalda, una pose que toma solo cuando algo le está preocupando demasiado.
Un suspiro sale de sus labios, para mirar de frente al Lemuriano que ha llegado y sonreírle -Mu, me alegro que vinieras lo antes posible...- Aprieta sus puños, llevándolos a sus laterales ahora, demostrando que esta algo impaciente como desesperado, pero intenta mantener su cosmos y postura lo más tranquilos posible -Aunque se... Que te gustaría disfrutarlo con tus pequeños y... Con virgo- Puede que ya hubiera pasado un año desde que Aries y Virgo unieran sus vidas, y tuvieran a su segunda hija, pero para el patriarca, aún es molesto saber que el sexto caballero se ha robado a alguien muy importante, mucho más de lo que ha dejado ver antes.
-Papá, maestro... Usted es también importante para mí- Le dedica una sonrisa, porta la armadura de Aries, más que nada por cortesía, mientras realiza la reverencia por el enorme respeto que tiene al Lemuriano peliverde -Sé que... Aunque no llevemos la misma sangre... Usted, me ha enseñado y querido mucho que es sin duda mi papá- Una nueva sonrisa le da, con unas esmeraldas que se cierran para demostrarle que está agradecido por lo que hizo cuando niño -Y al momento que usted está con el viejo maestro, técnicamente ambos son mis padres... Y abuelos de mis hijos, ja, ja, ja, espero que jamás le ofenda mis pensamientos e ideas de mis pequeños- Siente que puede hablar libremente de su sentir, el hecho de ver a su maestro como una figura paternal... Que lo crio y protegió de pequeño, como a la vez que le enseño todo lo que ahora es...
El corazón del Lemuriano mayor late demasiado rápido, sintiendo una gran opresión en su pecho, sus cuarzos rosas, tan preciosos se sorprenden por las palabras de su querido alumno.
Muerde sus labios, desvía la mirada de inmediato, pues... Todas esas bonitas y sinceras palabras, siente que no se las merece del todo... Por qué en sí, posee algo que lleva cargando... Y a la vez desearía expresarlo al pelilila que vio crecer hasta donde pudo.
Lo había estado pensando, desde su tercera vuelta a la vida, pero ahora sí, gracias por su Diosa que esto es realidad y que no necesita hacer nada ruin, o fingir hacerlo, para tener esa oportunidad.
Había tenido más de lo que pensó algún día lograr... No hablando de su deber o cargo, sino en lo personal... Algo de lo que muchos caballeros se privan por su deber con Atena...
Shion, logró obtener a su amado Dohko de vuelta, con la confesión de un presente y fruto juntos, en donde envejecerían, y con la idea de que al fin de cuentas Mu es su hijo, y Kiki su nieto, pero... Esa emoción se vio algo manchada con la intromisión de Virgo, aunque eso significó algo bueno, ya que su segunda nieta nació por ese hecho.
No tuvo forma de hablar antes, pensó en hacerlo, pero temió que decir algo así le causaría mucho daño a Mu en el estado de gestación y... Después, no tuvo el valor para hacerlo...
Sin embargo, su pensar y conciencia no lo dejan para nada tranquilo, pues... Ver a sus niños dorados, disfrutar de sus hijos aun siendo pequeños bebés, que apenas cumplirán un año los cuatro primeros...
Le mueve mucho el corazón, le hace sentir tan atrapado en su propio secreto... En lo que debió decir y no ocultar...
Aunque fuera para protegerlos, no podía seguir manteniendo este secreto que le hace sentir dolor y preocupación, confesarlo sería lo mejor y peor. Sin embargo por todo esto, no se siente merecedor de ese título que por la voz de Mu suena tan hermoso.
Pero… Teme que ni Aries, ni Libra lo perdonen por callar.
-Patriarca, ¿Se encuentra bien?- El pelilila Lemuriano alza su vista, preocupado por cómo se encuentra ahora el peli verde, aunque aún no se ha levantado de su posición de reverencia.
Escucha esa voz que lo ha acompañado en su corazón y mente desde la primera vez que inundó sus oídos.
Sale de sus pensamientos, para mirarlo detenidamente, mientras aprieta sus dientes, así acercarse hacia el actual Aries.
Atentas las esmeraldas a las acciones repentinas del pontífice, que se acerca a él con paso lento, pero firme.
Cómo es el porte típico del patriarca.
-Mu, ponte de pie, ante mí... Sabes que no debes inclinarte- Le dedica la mejor sonrisa que tiene, esa con un toque paternal o mejor dicho maternal, admirándolo atento, dándose cuenta que tiene gran parecido con...
-Pero, maestro, papá...- Alza su vista, pero por el respeto, baja de nuevo la mirada reverenciando al otro -Estamos en la sala Patriarcal, mi deber como caballero es hacer la reverencia que su posición solicita por respetó...-
-No quiero que la vuelvas hacer ante mí, solo tú... No quiero que la hagas- Como hace mucho tiempo no lo hacía, el patriarca se pone al mismo nivel que el pelilila, para admirarlo más de cerca y poner sus manos sobre las hombreras de aquella armadura que alguna vez porto y tiene gran carga emocional en sí -Hoy es tu cumpleaños número veinticuatro y quisiera...- Junta sus tikas, aquellas peculiares cejas, admira esas esmeraldas preciosas que lo miran bastante confundidas, sonrojado por la vergüenza de esa cercanía, y más por notar que el mismo patriarca esta de rodillas ante él... Igual como Aries lo está.
La túnica Patriarcal, está tan cerca del suelo, y la siente...
Recuerda cunado de infante el peli verde lo cargaba, sintiendo la tela tan suave y agradable.
Le recuerda muchas cosas, como el amor que le dio, y también la disciplina que fue tan difícil de aprender en sí.
Desconcertado por las palabras del patriarca ante él, no entiende por qué lo nota tan extraño, y acongojado...
Mu es listo, aprendió a leer a las personas gracias a su maestro, desde muy chico podía sentir los pequeños cambios en ese cosmos que siempre le dio una gran calma y tranquilidad, que sólo Shion le brindaba desde que tiene memoria.
Los cuarzos bajan, apretando sus propios labios, demostrando un grado de culpa repentina, como si ya no pudiera aguantar más.
Pero en el momento que cree posible tener el valor de decir su verdad, un tercer cosmos se hace presente de forma tan alegre y espontánea...
No le importa mucho los protocolos, pasa sin anunciarse o demostrar un saludo previo, pues... No lo necesita, si su amado borreguito de lana verde es quien está allí y lo ha llamó.
-Mi hermoso borreguito, ya estoy aquí- Saluda tan animado, para de inmediato ver al pelilila, que se gira y así ver al castaño -Oh. Hola Mu, ¿También te ha citado mi precioso Shion?- Sin duda el profundo amor que tiene por el patriarca, es tan grande, que parece que jamás se acabará.
Asiente de inmediato, con una sonrisa, aun siendo sujetado por los hombros -Si, mi papá me dijo que viniera- Solo responde a lo que puede pues... Libra rápidamente toma la palabra.
-Por cierto, felicidades- Se acerca a los dos, sí que le extraña tanto que Shion este arrodillado frente a Mu, y nota el cosmos algo raro, pero... Tal vez lo asemeja que le da alegría y sentimiento esta fecha, el cumpleaños de su querido alumno.
Sin pensarlo más, lleva su tosca mano a la cabeza del actual Aries, para acariciarlo y dedicarle otra sonrisa -Vaya, ya tan rápido pasó un año... ¿Qué planeas hacer hoy? ¿Mi borreguito ya te felicito?- Su rostro se fija en el Patriarca, aunque su corazón se alertó, en el momento que pudo ver de perfil, como algunas lágrimas resbalan por esas rojizas mejillas.
-¡¡¡BORREGUITO!!! ¡¡¡¿QUE TIENES?!!!- Alza la voz, pues ve que el cuerpo su Aries está temblando, aun sujetando los hombros del pelilila, respirando agitado, mientras lágrimas resbalan de forma torrencial.
Con estas palabras, Mu también se gira atento ante su maestro, dándose cuenta de lo que ha dicho Libra.
Su instinto rápido, es alzar sus manos para acercarse al pontífice, inclinándose hacia delante, bastante preocupado -Maestro, papá... ¿Qué sucede? ¿Por qué llora así?- Su corazón de inmediato se siente estrujado por esta escena que contempla, rara vez había visto llorar al patriarca de esta forma, usualmente una lagrima fugaz se podría presentar, pero siempre era limpiada rápidamente por el dorso de la mano para seguir adelante.
Para Shion, ver esos pares de ojos verdes, esas sonrisas que se aparecen tanto, las actitudes que son alegres, aunque la de Mu es una combinación entre ser un tanto bromista cuando lo quiere, y maduro cuando lo requiera…
Su corazón se conmocionó al verlos a ambos, los tres están tan cerca… Que le hace tener miedo por un instante de revelar la verdad, sintiendo tanto arrepentimiento de no haber sido capaz de hablar antes, y confesarlo.
El callar su cargar, es tan difícil ahora de llevar.
¿Qué pensarán los dos cuando les cuente esta verdad?
¿Lo llegarían a perdonar por no hablar antes?
Si lo llegarán a odiar, Shion no podría resistirlo…
Pero, no puede seguir así, ya no… Pues desea también que ellos sepan su verdad… La cual sin duda dejará ver que tomo una decisión que sobrepaso los derechos de ambos.
Algo que sin duda provoca un gran pesar en el corazón del patriarca, pero ya no va a echarse para atrás, cuando sabe que ya no puede soportarlo más.
-Lo siento…- Habla entrecortado, apretando sus dientes, respirando agitado -Yo… Hice algo… Que…-
Esas palabras claramente sorprenden a ambos dorados. Que se disculpe el pontífice de repente, y este llorando de la nada, no les parece nada lógico.
Sin importarle nada más, Libra suelta el agarre de la cabeza del ariano pelilila, para posicionarse a lado de su amado Shion, apoyándose en sus piernas, una flexionada tocando el suelo y la otra con el pie haciendo dicha acción… Y sin aguantar más, abrazar con fuerza al pontífice, y así le ofrece su amor incondicional, si es que lo necesita.
-Mi hermoso borreguito, no llores… No existe nada en este mundo por lo que te debas disculpar, conmigo…- Acaricia esa espalda escondida detrás del largo cabello verde y la túnica, entregándole de esta forma confort absoluto.
-Dohko… Lo que debo…- Siente que está perdiendo el valor de continuar. Siente la preciosa calidez de ese cuerpo, igual que en dos ocasiones anteriores… manteniendo aún el contacto con el actual Aries.
-Papá, conmigo tampoco debe disculparse por nada- Sujeta ambas manos del pontífice, alejándolas de sus hombros para sonreírle y demostrarle que no existe problema con él de nada.
Es abrumador y hermoso como los dos hombres tan importantes para el patriarca, provocan que su culpa se vaya elevando aún más, y sienta la necesidad de aferrarse con fuerza a Mu por las manos y sentir tan cerca al castaño.
Sus lágrimas recorren esas mejillas de forma torrencial, que ya no puede más, simplemente debe revelar todo ahora mismo, sino… Podría no volver a tener el valor necesario.
El cómo ambos están tan preocupados por calmarlo, que sin duda demuestra que Shion es muy preciado para ambos, pero de diferentes formas.
-Les mentí… Les oculte algo muy importante, sé que no tengo… No tengo perdón, pero… Creí que era lo mejor…- Su cuerpo tiembla, sus cabellos verdes caen hacia delante, mientras puede mirar al pelilila, y no es capaz de dar la cara a Libra.
-¿De qué estás hablando, borreguito?- La confusión comienza a crecer en Libra, sin entender nada.
Y la mudez en Mu es obvia señal de estar preocupo por la situación...
-Yo… Deben saber que… Mu… Tú…- Cada palabra que intenta decir se entrecorta por la enorme preocupación, y la angustia, pero ya no puede dejarse manipular por su propia culpa -Eres mi hijo… Y no… No me refiero solo de nombre, sino que…- Alza la mirada, sus cuarzos cristalizados, contra las grandes esmeraldas que están realmente confundidas ahora, sin lograr comprender nada.
-Biológicamente, tú… Eres mi hijo…- Al girar la vista, se topa contra el castaño que al igual que Aries, su semblante es de confusión, pensando mil cosas, sin dejar de sujetar ese cuerpo -Nuestro hijo…- Le revela también de igual forma a Libra aquella información que guardo celosamente durante veinticuatro años exactos y bueno… Unos nueve meses más… O siete, ya que no se enteró desde el primer momento.
Aunque si buscaba en ese entonces que eso sucediera.
Ambos hombre que acaban de conocer aquella verdad, se quedan sin palabra alguna, no son capaces de hacer o decir algo… Ni reaccionar apropiadamente. Ya que esto sin duda no se lo esperaban por nada del mundo... O era que esta vida no les mostró antes que los hombres pedirán dar vida.
Aunque el caso actual que se ha dado, fue por intervención divina, y no antes, hasta donde ambos saben.
-¿De qué estás hablando? Borreguito, ¿Cómo es… Es… Es… Posible?- No es que esté disgustado, sino muy sorprendido, pues no entiende nada en lo absoluto. Sus manos ahora van directamente a sujetar los antebrazos del pontífice, para acercarlo a su rostro con una enorme confusión en las esmeraldas.
-Dohko… Verás…- Se siente como si fuera algo malo revelar un secreto que se consideraba el mejor guardado de su especie… Pero, ya es tiempo de hablar de esto -Aquella noche… En donde yo… Fui a verte…- Siente sus mejillas arder de solo recordar ese primer encuentro de esa índole en sus vidas -En el momento en que nuestros cuerpos tuvieron una sola oportunidad por nuestros cosmos en rejuvenecer y… Bueno… Ya sabes lo que pasó…- Baja la mirada, habló rápido por la vergüenza, aunque de reojo observa el rostro del pelilila que se ha quedado impactado y muy estático -Esa noche concebimos a Mu… Y nueve meses después yo lo di a luz- Es mejor ir directo al grano, ya le dio muchas vueltas durante todo este tiempo.
Claro que recuerda bien esa noche, una de las mejores… La primera vez que lograron estar juntos de esa manera, recuerda bien tantas cosas pervertidas que hizo, y como no pudo darle descanso a ese cuerpo que codicio por tanto tiempo, tan frágil, pero demasiado deseable que no pudo controlarse en toda esa noche.
Su mente proceso de inmediato solo dos cosas, que de esa noche nació un ser, y que embarazo a Shion, pero… ¿Cómo fue que pasó eso?
-Pero… ¿Cómo es que… Yo te embarace?- Se acerca tanto que sus respiraciones chocan -Se lo que hicimos y eso fue de lo más maravilloso en nuestras vida, pero… Ambos somos hombres, y no recuerdo que nuestra Diosa, pudiera dar esa bendición antes de lo que pasó con los dorados de esta generación…- Apenas si son entendibles sus palabras, con la alegría y confusión mezcladas.
Es lo que tiene en su corazón Libra… Esta feliz, pero quiere respuestas.
Sus manos que fueron capturadas por las del ariano pelilila, ahora son las que hacen presión para hacer que diga o haga algo, pero sabe que debe seguir explicando ésta situación.
-Verán… Los Lemurianos, algunos… Siendo hombres, tenemos la capacidad de dar a luz, no es algo que todos sepamos desde un principio, pero… Yo si tenía conocimiento de mi condición y…- Dedica su vista para el pelilila confuso -Yo deseaba tener un heredero de mis enseñanzas, un hijo fruto del profundo amor que Dohko y yo nos tenemos, pero… Sabía desde un inicio las conciencias de esto…- Sus lágrimas escapan, pero no es el único que hace esto.
Dohko por su parte también siente que las lágrimas caen por sus mejillas un poco rojizas, con el corazón latiendo a mil por hora...
Y el pelilila callado, respirando agitado, mientras una que otra lagrima traicionera se escapa…
-No dije nada, porque… Si lo hacía, sabía que Dohko abandonaría su deber como vigilante del sello de los 108 espectros de Hades, y eso, no lo podía permitir-
-¡¡¡CLARO QUE LO HUBIERA ABANDONADO!!!- No pudo soportarlo más, la única rodilla que no había tocado el suelo, se deja caer de un movimiento directo, para mirar de frente al peli verde -¡¡¡¿CREES QUE ME HUBIERA IMPORTADO ESO, SI AL FIN TENÍA UNA FAMILIA CONTIGO?!!!- Su ceño fruncido, sus lágrimas corriendo con una gentil sonrisa en sus labios -Borreguito, Shion… Debiste decirme, habría estado a tu lado, a lado de los dos. No hubiera tenido que estar solo en ese momento, yo habría hecho todo para protegerlos de…- Aunque cumplió ese punto, no conocía la verdad de la sangre que corría en el cuerpo de aquel niño de siete años que llegó con él, asustado y temeroso por la muerte de su maestro.
-Por eso no podía decirte… Nada…- Suspira, con algunas perlas de sal cayendo de sus orbes cual cuarzos -Y tampoco, podía… Decirte Mu, que yo… Soy tu papá o… Mamá- No es que no le dé importancia a los sentimientos de Dohko, pero… También debe atender los del Lemuriano que se ha quedado callado, con el tremendo impacto de la verdad que de repente conoce.
-Mu, tú fuiste un niño muy deseado y querido por mí, pero… No podía decirles nada- Aprieta la mandíbula, para sujetar con mayor fuerza las manos del menor -Tenía miedo de que si alguno de ustedes lo sabía… Alguien se pudiera haber enterado, y… Hacerles daño, temía que no pudiera entrenarte si escuchaba tu linda voz decirme papá, mamá, como tú quisieras,… Si me decías maestro…. Yo…-
No pudo continuar más, pues de repente siente unos brazos rodeándolo desesperadamente por el cuello, sintiendo la cabeza de alguien esconderse en su pecho, manchando su túnica con la humedad de aquellas perlas… Sollozando, y aferrándose a él.
-No importa, está bien… Yo… Me siento feliz de que sea verdad… De que… Sea su hijo, de ambos…- El actual Aries, claro que está derramando lágrimas, aferrado al patriarca, dejando que su sorpresa, y miles de recuerdos lleguen a su mente, mientras procesa esa información que le parece maravillosa.
Shion jamás tuvo de opción que eso sucedería, pensó durante mucho tiempo que el resultado sería, que Mu lo odiara, le reclamara cada momento en que tuvo que ser duro con él para entrenarlo, que no le demostró ese amor que merecía, o que tuviera rencor por negarlo como su hijo.
Pero, sin duda esta tan sorprendido de cómo el Lemuriano está actuando ahora mismo.
Sus brazos alrededor de él, sujetándolo con fuerza por la túnica, aferrándose a él, igual a cuando era un niño y tenía miedo, o lloraba.
-¿No… Me odian…?- Aun viendo que su hijo lo está abrazando y su amado sonríe con lágrimas de enorme alegría… Cree que en algún momento eso cambiaría.
Apenas preguntó eso, Dohko siguió el mismo camino que Mu, pero en vez de abrazar de frente al patriarca, lo hace por detrás, es curioso que aún ambos estando de rodillas, Shion sigue siendo más alto, pero eso no le impide a sus brazos para rodear el cuerpo del patriarca, y de paso al Lemuriano más joven que al fin de cuentas es su hijo.
-Jamás podríamos odiarte…- Dedica un beso en la mejilla del patriarca, para calmarlo y que entre en razón -Es una preciosa noticia, la verdad… No niego que me hubiera gustado saberlo antes- Mira como el pelilila se encuentra, llorando por la emoción, le da tanta ternura ahora más de la que siempre le provocó -Pero… Entiendo tus razones, siempre has hecho todo por lo que crees correcto… No te culpo porque yo no lo supera, sin duda habría descuidado mis deberes, pero… Ahora ya no debo ocuparme de eso-
-Lo siento… Sé que debí decírtelo, aunque fuera dejarte algún indicio cuando… Paso eso… Pero, no lo pensé antes, no tuve valor y temía… Tanto- Sus brazos al fin se aferran también al cuerpo del Lemuriano menor, para demostrarle al fin ese cariño que solo le pertenece a él, como lo que es, con la verdad ya plasmada -No podría soportar que me odiaran ustedes-
-Jamás, lo podría odiar papá… Yo, siempre lo he querido tanto… Siempre…- Ese rostro, la mirada verde cristalizada, igual a la de su padre de sangre se ve, para toparse con los cuarzos que están en las mismas condiciones -Soñé que de verdad fuera mi papá, que… Las veces que me contaba del viejo maestro, él fuera mi padre… Yo creí que solo serían de nombres y crianza, pero…- Sonríe, mientras sus tikas se juntan, dejando que la emoción líquida escape, pero sin dejar de sentir esa enorme felicidad que provoca el que su corazón lata -Sabe… Ha sido un hermoso regalo de cumpleaños, el saber la verdad… Significa mucho para mí- Claramente Mu tiene un enorme corazón, demasiado noble, puro, lleno de emociones, como de sentimientos de felicidad… Acepta esta nueva realidad, está verdad que le ha hecho entender que sus pensamientos y deseos, que inconscientemente sentía al estar cerca de esos dos hombres no era sólo producto de su imaginación…
Además, sabe que no tiene ningún derecho a juzgar a alguien.
Escuchar esas palabras, ver esa mirada tan similar a su amor eterno, sentir que no lo desprecia su hijo, ni su amado, le hace darse cuenta que desperdicio mucho tiempo teniendo dudas y nervios, la preocupación de hablar con la verdad, pero… Eso queda en el pasado ahora.
-Gracias mi Mu, gracias por entender… Yo… Prometo que no les ocultare nada a ninguno de ustedes, y…- Y al fin de cuentas, tampoco puede con su felicidad, ya que solo atina a abrazar con fuerza a Mu, para derramar lágrimas, mientras es abrazado por el castaño con quien concibió a su pequeño.
-Ahora, nada, ni nadie podrá impedir nos, la fortuna de ser una familia en este presente…- Pará Libra sin duda Mu es tan sensible y consciente como lo es su amado borreguito… No sólo heredo la belleza de Shion -Pues… Somos de verdad una, de verdad… Lo somos…-
Sus palabras parecen sobrar, ni siquiera siente que necesite decir más, pues su corazón se expresa más con las acciones que realiza en abrazar a ambos Lemurianos que son su amado borreguito y su querido hijo que al fin se confirma como tal.
Puede abrazarlos con todas sus fuerzas.
Sus palabras no significan que antes no fueran una familia como tal, pero creía que no los unía la sangre con Mu, sin embargo ahora descubre que sí, que las cosas si son tal y como lo deseó siempre… Que la sangre y los genes los unen…
Que ese amor tan profundo, en aquella noche apasionada, logró volverse en un ser que es de ambos… Y aunque ahora ese Lemuriano pelilila tenga su propia familia… No significa que no sea su pequeño.
Como ellos lo siguen siendo de…
Bueno, eso no importa mucho ahora mismo…
Puede que un sinfín de cosas aún se deban hablar, claro que algunas dudas están presentes, pero… Tendrán tiempo para resolverlas.
Ya que este nuevo capítulo que se abre gracias a esta confesión, la cual se guardó por tantos años y al fin se da a conocer, traiga con ella algunos cambios, pueden que sean pocos o muchos, dependerá de cómo lo tome cada quién…
Nuevas revelaciones que se irán dando…
¿Todos en el santuario estarán preparados para lo que se viene?