Capítulo XL: George Weasley.
George llevo sus manos a su nuca, antes de acostarse en su cama completamente frustrado, observo el techo de su habitación soltando un sonoro suspiro. Llevaba una semana intentando darle un beso en la mejilla a Aroa y está ni caso le hacía, quería acercarse a ella y conversar sobre lo que le molestaba, pero la menor de los Snape, se rehuía cada vez que podía. Los primeros tres días pensó, que la chica estaba preocupada por Phoenix como todos sus amigos, ya que desde que había llegado de la tormenta, Phoenix evitaba a Luna y a Hermione e incluso a algunos de Gryffindor.
Pero, luego de ver que Aroa no bromeaba y no comía dulces casi por una semana, ni siquiera le miraba como siempre, fue al cuarto día en que sospecho que habían cambiado a su chica, esa persona que había estado rondando con el cuerpo de Aroa, no era su Aroa. Estaba frustrado, hoy en el gran comedor todo el mundo se dio cuenta de que esa chica no era Aroa Snape y nadie dijo nada.
Por Dios, habían servido el postre favorito de Aroa y siquiera lo había mirado, antes ella se comía mínimo cinco porciones y hoy nada. Se lo trató de decir Fred en el gran comedor, pero su hermano primero le miró como si estuviera loco, luego se rió en su cara y por último, lo trató de paranoico. Eso causó que todos los que le habían escuchado se burlaran de él.
Rodó sus ojos cuando Fred abrió la cortina que les separaba para mirarle ansioso. Esta vez iba a ignorarlo por completo.
—George, ¿Quieres dejar de estar enojado conmigo?—preguntó Fred, harto de que su hermano le mirara—Mira, entiendo que estés preocupado por las hermanas Snape, todos estamos igual que tú, pero ahora a decir que Aroa Snape fue cambiada, es algo paranoico—comentó Fred, tratando de hacerle entender a su hermano—Oye todos los amigos de ellos esas tres concuerdan en que algo paso en la tormenta, pero necesito que me apoyes, Eli está enfadada conmigo, somos hermanos, debes ayudarme.
— ¿Y cuándo me ayudas tú, eh?—preguntó George, enfrentando a Fred, quien se sorprendió—Yo siempre te ayudo en todo y cuando necesito tu apoyo y ayuda, me dices que soy paranoico.
—Es que lo estas. Aroa no ha querido seguirte el juego esta semana, pero eso no quiere decir que la hayan cambiado, solo está rara, todas las mujeres a veces entran en un estado extraño, que los hombres no entendemos—trato de explicar Fred, sintiéndose un verdadero idiota.
—Porque la cambiaron, algo me dice que Aroa está en otro lugar, pidiendo ayuda, mientras trataba de comunicarse con alguien—reclamó a su hermano. Fred no pudo evitar mirarlo más confundido aún.
— ¿Qué? Ahora está en un tipo de dimensión diferente—consultó, ganándose una mirada enojada de su gemelo—George escúchate, estás paranoico. Aroa no esté en otro lugar, ella está en clases de Historia Mágica con Hator Zabini y Dennis Creevey.
— ¡No, la persona que está allí, no es ella!—le gritó a Fred, mientras se levantaba de la cama— No es ella, me la cambiaron. No es ella.
Fred observo a su hermano preocupado, George jamás había sido tan insistente como en este momento. Abrió sus ojos sorprendidos, cuando vio que salía de la habitación.
— ¿George dónde vas?—preguntó Fred, bajando las escaleras para ver que su hermano se adelantaba—Oye, cálmate un poco—le reclamó, acorralando a su hermano contra la pared, sorprendiéndolo—Está bien, te creo, cambiaron a Aroa—comentó, viendo que George le seguía mirando enfadado—La forma física siempre es cambiada con una poción multijugos, y solo dura un periodo de una hora o dos como máximo—habló a George, viendo como este le miraba con los ojos rojos, de aguantar las lágrimas.—¿Entiendes? Tendríamos que haber visto síntomas, el cambio de pelo o de estatura y Aroa no los tiene, porque no ha cambiado.
—Me gusta Aroa, tanto como a ti te gusta Eli—confesó a su hermano mayor—Le prometí a Phoenix el primer día proteger a su hermana y no pienso fallarle nunca, mientras viva—comentó, sorprendiendo a Fred—Puede que para ti, sea una amiga más, pero para mí es mucho más que una amiga.
Fred se sorprendió cuando su hermano lo empujó, haciendo que este cayera al suelo. George Weasley, abrió la puerta y salió de la sala común de Gryffindor para dirigirse a la casa de los gritos. Camino por los pasillos con la cabeza agachada, ignorando a todos los que le saludaban, no tenía tiempo para entretenerse con sus amigos, tenía que encontrar a Aroa primero. Dobló en uno de los pasillos, viendo a través de la ventana que hacía frío, siguió andando, chocando de frente con Oliver, quien se sorprendió al verlo solo.
—Vaya, no estás con Fred—comentó sorprendido, viendo la mirada urgente de George— ¿Te encuentras bien, George?—preguntó preocupado.
—Si—contesto rápido, avanzo unos pasos para dejar atrás al capitán de equipo, pero se detuvo y se volteó—Oliver, ¿Me prestas tu parca para salir afuera? Es que olvidé la mía—pidió, viendo que su capitán le miraba sin entender, para luego quitársela y entregársela—Gracias.
—George ¿Estás seguro de que estás bien?—volvió a consultar, las acciones de uno de sus cazadores le preocupaba.
George Weasley se volteó para mirarle con intenciones de decirle lo que sospechaba sobre Aroa, pero sintió miedo de que Oliver se burlara al igual que su hermano, así que solo asintió, mientras se ponía la chaqueta de Oliver para luego salir corriendo hacia la salida trasera del colegio. Se detuvo en la salida principal, desde aquí a la casa de los gritos, eran veinte minutos corriendo, llevo su mano a su pecho, sentía un pésimo presentimiento, tenía que apresurarse a como diera lugar.
Tuvo la intención de devolverse e ir por la red flu, pero llamaría la atención de los profesores y si sacaba una escoba iba a causar que los de Ravenclaw sospecharan que estaba espiando sus entrenamientos. Suspiro hondo y echó a correr, al atravesar la casa de Hagrid, se encontró con el trío de oro saliendo, su hermano Ron le miró curioso, mientras pasaba, escucho su nombre de la voz de su hermano, pero solo continuó su camino, ignorando todo a su paso.
Se detuvo en seco unos segundos antes de cruzar el alambrado, se sorprendió al ver que Eli y Phoenix se encontraban a pocos pasos del alambrado. Phoenix se detuvo unos segundos, no sabiendo si correr o seguir su camino a la casa de los gritos, pero sonrió al ver que George tenía la misma urgencia que ellas.
— ¡George espera!—exclamó Fred, al verle cruzar el alambrado.
—Déjame solo, necesito encontrarla—contestó, volviendo a correr al ver que su hermano le imitaba.
Eli fue la primera en echar a correr hacia la puerta principal de la casa de los gritos, seguida por Phoenix y por George al ver que Fred estaba cruzando el alambrado. Phoenix se adelantó a Eli, subió las escaleras de la entrada y empujo la puerta principal, pero esta no se abrió, giró la manilla y empujo, pero como respuesta, solo recibió.
— ¡Nix!—escucho la voz de su hermana desde el otro lado de la puerta.
— ¡Aroa!—exclamó Phoenix, mientras intentaba abrir la puerta. Eli llegó a ayudarle, pero no podía lograr que esta se abriera.
—Alohomora—pronunció Eli rápido, al ver que George estaba a pasos de llegar y Fred iba a la mitad del camino, empujo la puerta, pero esta no se abría.
— ¡Nix!—volvió a escucharse del otro lado.
— ¡Háganse a un lado!—exclamó George, apuntando con la varita, vio como Eli empujaba a Phoenix al lado derecho de la puerta—Bombarda.
Phoenix se cubrió los oídos al ver que la puerta se hacía añicos frente a sus ojos. Se levanto al ver que George se adentraba en la casa.
— ¡Aroa!—llamó George fuerte, haciendo resonar el nombre de la menor de los Snape.
Pero, se sorprendió cuando encontró la casa completamente vacía. Fred entró en la casa, viendo que los tres estaban paralizados.
— ¿Qué están esperando? ¡Búsquenla!—ordenó Fred, causando que los tres se movieran a obedecer esa orden.