Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Punto y Aparte por Mascayeta

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Rabastan ingresó a la antigua casa de Snape, aunque le había dicho a Rose que confiaba en Draco, la verdad es que el joven Malfoy siempre le desconcertó.

Conoció al platinado cuando tenía cinco años, ese día tuvo su primera explosión de magia accidental, una que destruyó la valiosa reliquia que Abraxán Malfoy resguardaba en el despacho que en ese instante ya era ocupado por Lucius. Lestrange recordó como al preguntar Narcissa quien había hecho el daño, el chiquillo con total serenidad negó saber el responsable, nadie fue capaz de dudar de su palabra, en ese instante, supo que era el perfecto heredero de la casa que ahora se mantenía como la única con pureza de sangre.

Lo encontró en el despacho leyendo con unas gafas de marco plateado, Malfoy pasó la hoja con tranquilidad como si no se hubiese dado cuenta de su presencia. Unos minutos después preguntó con la arrogancia que le caracterizaba.

—¿Cómo estuvo tu día en Hogwarts?

—Alegre y desilusionante, el hijo de Potter no murió en la prueba —Draco bufó dándole a entender que eso para él era común.

—Después de estudiar seis años con el niño-que-vivió, te enteras que, como dicen los muggle, “tienen un ángel de la guarda”.

El comentario lo hizo el platinado levantándose para servirle una copa de brandy y entregársela, Draco le preguntó cuando cumpliría con lo pactado. Lestrange lo observó con incredulidad, depositó el cristal en la mesa y con bastante rapidez para la edad que tenía, tomó con una mano el cuello de Malfoy apretándolo con fuerza.

—Exiges demasiado para no cumplir con lo que prometes —acercándose lo suficiente le miró a los ojos grises que a pesar de la situación se veían tan fríos como un metal—. ¿Quién es el verdadero dueño de Malfoy Manor?

Un cuestionamiento que le confirmó a Malfoy que Rabastan al fin había ido a la mansión, lo cual quería decir que el ritual para la profecía se llevaría a cabo antes de lo esperado. El tiempo de mostrarse como el Draco sumiso finalizó, era momento de mover las fichas y parar con toda esa locura.

 

 

Había pasado una semana desde la última prueba, Albus acarició la blanca espalda de Scorpius, una que mostraba las marcas de la noche anterior, quería quedarse así en la cama todo el día, ya que a la mañana siguiente se realizaría la última competencia dándose a conocer el ganador del Torneo de los Tres Magos.

El quejido del rubio por las sensaciones que sin duda le estaba causando le provocaron una sonrisa a Potter. Tal vez por la presión de la profecía y la competencia, en la semana había recapacitado en cómo sería su vida actual si el engaño de Rose no se hubiese descubierto en el cumpleaños de hace dos años, siempre llegaba a la conclusión que quizás sería una chica a la que tendría en la cama, la misma que al marcharse lo dejaría con el vacío de no haber sido lo suficientemente valiente para darse cuenta que estaba enamorado de su mejor amigo.

Recordó las palabras de Ginny cuando le expresó sus dudas, le había dicho que al encontrarse las almas gemelas, es muy difícil separarlas, que en cada vida se volverían a juntar con el ser querido porque la magia superaba incluso la muerte.

Albus se posicionó sobre el cuerpo de su amigo y amante para comenzar a darle pequeños besos mientras descendía hasta el borde de la sábana que quitó deleitándose en lo que consideraba la más perfecta cintura y besar las piernas que tanto lo enloquecían. Quizás para otros estaba demente por cambiar las delicias de todas las chicas con las que tuvo la oportunidad de entablar una relación seria, por el cuerpo plano de Scorpius, pero la verdad es que no se imaginaba una vida sin él.

—¿Podría el campeón de Hogwarts dejarme dormir un poco más? —aunque la voz salía apagada por el hueco donde el rubio mantenía la cabeza apoyada, el ojiverde subió hasta ubicarse en su cuello y retirar el largo cabello que le impedía besarlo con total libertad.

—Eso pasa por quedarte dormido desnudo y provocarme —Malfoy bufó moviéndose por las cosquillas que los labios de Albus le causaban.

Giró para cruzar sus brazos por el cuello del pelinegro, deseaba estar con él durante toda su vida, no obstante, el semblante le cambió al recordar que no sabía nada de su padre desde la semana anterior. Potter de inmediato lo notó, un beso corto en los labios y en la frente, quería darle una respuesta sobre el silencio del señor Malfoy, tranquilizarlo, mas no tenía ninguna información y su tío Ron limitaba el contacto a pequeñas visitas a Hermione que tampoco permitía estar con ella, esto tenía a Hugo impaciente, Zachary trataba de explicarle que las circunstancias lo ameritaban, sin ningún éxito, hasta Lily que era la más despistada del grupo, comprendía que lo que estuviese sucediendo, iba pronto a terminar.

Acarició la respingona nariz de Scorpius, debía hablarle de lo ocurrido en la reunión que tuvo antes de la prueba con McGonagall y Ron.

El chico lo escuchó con atención, Draco estaba en la casa de Severus Snape, se suponía que iba a comunicarse con ellos hacía dos días.

—Y no lo ha hecho ¿verdad? —Albus asintió, tratando de explicar lo dicho por el señor Malfoy, pero el leve ruido del movimiento del gobelino en la falsa pared que les permitía entrar y salir de la recámara sin ser vistos por los estudiantes de Slytherin, le detuvo.

El rubio le devolvió a Albus la caricia en la punta de la nariz y se levantó para extender su mano invitándolo a bañarse.

Inhaló con coquetería un aroma que reconoció de inmediato, se paró mostrando su desnudez a la persona que sabía lo observaba, y que a pesar de todo, Scorpius en esos dos meses había confirmado que de verdad estaba enamorada de Asp. Una jugada con la que quería darle a entender que a pesar de no ser una mujer, tenía las características que lo convertían en el heredero de los Altos Elfos, una que ni siquiera Morgen podría igualar, que era un rival tanto en amores como en inteligencia.

Albus aceptó la invitación acercándose al rubio y alzándolo para que envolviera las piernas en su cadera, y entre nuevos besos encerrarse en el lavabo donde podrían tener suficiente intimidad para hablar y volverse a amar.

La puerta fue sellada y Rose con rabia se despojó de la capa, de nada sirvió sacarla de la casa Potter cuando no podía traspasar los hechizos de quien por lo visto ya había despertado la fuerza de la sangre pura. No obstante, lo que más ira le daba era saber que Scorpius era consciente del amor que sentía por el ojiverde, uno que sacrificaría por tener el poder y el dinero que siempre le fue negado.

Salió del lugar con la intención de ir a la casa de ese tipo Snape, su padre decía que era un buen pocionista, lo más seguro es que Rabastan utilizaría al señor Malfoy para reproducir la pócima que le daría la oportunidad de engendrar al receptáculo de la magia de Scorpius y ella, ojalá ya supiera como entrar a la Mansión para el amuleto, eso le permitiría acelerar el cumplimiento de la profecía.

En el recorrido hasta la habitación de Hermione donde se encontraba una chimenea, varios de los estudiantes le saludaron preguntando si lo dicho por El Profeta era cierto. Rose era una experta para actuar, aprendió con los años que generar simpatía a través de historias de amor y desamor era una manera de manejar a las adolescentes del colegio, así que continuó con el espectáculo, le quedaba ese día para comprometer al rubio, y lograr su cometido.

Se despidió de las dos jóvenes que le desearon lo mejor del mundo para la relación que siempre debió ser con Scorpius.

Ingresó a la habitación en penumbra para abrir las cortinas mientras saludaba a Hermione que se removió entre las cobijas.

—Es bueno que despiertes, hoy quiero que hables con El Profeta, es necesario exponer a Albus como un tramposo, uno igual que su padre en el Torneo que ganó en su cuarto año. Nadie dudará de tu palabra.

Un leve quejido le llegó desde la cama, Rose recordó la dificultad que tenía Granger para moverse con agilidad e incluso comunicarse correctamente, se aproximó un poco furiosa porque sabía que la culpa era de ella por haberle permitido a Delphini utilizar las maldiciones imperdonables de manera reiterativa.

—Seré una buena hija y esperaré al desayuno para levantarte, tiempo que utilizaremos para conversar sobre mi matrimonio con Scorpius Malfoy —Rose se sentó en una silla cercana, invocó un tempus, faltaba media hora para que el elfo trajera los alimentos y la Directora junto a Madame Pomfrey aparecieran para suministrarle la medicina—, como ves madre, al final podré dejar la vida de miseria que me obligaron a vivir, cuando despierte Morgen en mí, tu sangre y la de mi padre desaparecerán dando paso a la bruja que realmente soy, y que parirá al primero de muchos magos y brujas de sangre sin mezcla, y sin defectos. Seré una diosa.

—Quieres poder y no te das cuenta que vas a terminar muerta.

—Sabía que no aguantarías las ganas de hablar —respondió la pelirroja a la frase de su madre—, y te corrijo, yo no voy a morir, tan pronto me una al imbécil de Scorpius liberaremos la magia que hay en los seres ancestrales con ese medallón que tú me conseguirás.

—Estoy atada a esta cama por tu culpa, ¿consideras que puedo irme a buscar algo?

Quiso hacerla callar por el sarcasmo con que le respondía, no obstante, la necesitaba de su lado, el plan de Rose era sencillo.

Debido a que las protecciones de la casa Malfoy no la dejaron entrar, según Rabastan, Hermione y Delphini podrían ingresar, una por ser la Ministra y la otra por tener sangre Black. Una vez dentro recogerían el amuleto para liberar a Morgen, y celebrarían el matrimonio con el rubio, ceremonia que para ser legal ante la Ley Mágica debía presidir la castaña.

Cuando estuviesen de viaje de bodas con Scorpius, una llamada secreta al departamento de Aurores los llevaría a los cadáveres de Ronald Weasley y su amante, Draco Malfoy.

—…y la investigación dirá que enloqueciste cuando te enteraste de que tu marido era un desviado por culpa del mortífago que te hizo la vida imposible en el colegio, esto te obligó a asesinarlos, y como ya estas enferma, pues dirán que es verdad.

Los aplausos de Hermione le colmaron la paciencia, la mujer parecía dispuesta a amargarle la existencia.

—Una pregunta, en tu magnífico plan ¿Cuándo debo robar el amuleto, matar a Ron y a Draco y casarte? —la pelirroja pensó que de verdad su madre era peor que un dolor de muela.

Resignada se acercó a la bruja que le dio la vida para con asco mirarla.

—No te preocupes, disfruta la visita de padre, yo sabré cuando es el tiempo.

Uno de los elfos que laboraban en Hogwarts apareció con la comida, en ese instante Rose aprovechó para retirarse e ir al Gran Comedor, sitio donde Albus sonreía con los campeones de las otras escuelas, que su primo disfrutara el poco tiempo que le quedaba de vida, pronto las cosas iban a cambiar para todos y sabrían el castigo para quienes se burlaron de la gran Morgen.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).