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Juegos de seducción por RLangdon

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Su mejilla friccionaba de vez en vez sobre la almohada, sus labios se habían hinchado un poco y el cosquilleo en su cuerpo lo azotaba sin piedad al tiempo que los embates contra su entrada se volvían más rápidos, rudos y profundos.
 
Naruto se mordió el labio inferior mientras se aferraba de las mantas en un desesperado intento por no venirse antes de tiempo. Estaba en una posición algo incómoda, recostado de lado y con una de sus piernas ligeramente flexionada. Kakashi lo tenía firmemente sujeto del tobillo en tanto lo penetraba con ímpetu, de una forma tan lasciva y salvaje que, Naruto creyó que lo rompería en dos, a lo menos. No entendía de dónde sacaba tanta energía sexual para llevar a cabo sus desfogues nocturnos.
 
Y la perversión había alcanzado un nível mucho más íntimo ahora que Kakashi había vuelto al Anbu por petición de Tsunade.
 
-No aguanto...- Naruto arañó la cabecera de la cama, apretó fuertemente los ojos y trató de resisitir un poco más las bruscas sacudidas en su cuerpo. De algún modo se había acostumbrado a las apasionadas noches en las cuales terminaba con el cuerpo cubierto de semen y la entrada doliendole por tiempo indefinido.
 
En eso consistía el juego de Kakashi. Simples revolcadas lujuriosas en donde gustaba de experimentar abiertamente con el cuerpo de su aprendiz, saciando la bestia interna que había estado reprimiendo por años.
 
-Mgh...- con una última arremetida, los dos tuvieron su orgasmo. Naruto se tensó cuando el líquido caliente y espeso llenó su interior. Kakashi gruñó con deleite, realizó un suave movimiento circular con su pelvis y salió del cuerpo de su joven amante.
 
-No pareces complacido- comentó Kakashi mientras dirigía una mirada fugaz a Naruto. Después tomó su remera y procedió a ponerse los pantalones.
 
-Es porque estoy muy cansado, dattebayo- respondió Naruto en un bostezo, acurrucandose en una orilla de la cama, tratando de regular su respiración a todas luces errática. -Hoy tuvimos entrenamiento de sellos y usé mi repertorio de clones.
 
-Entiendo- sonriendo con carisma, Kakashi se aproximó para besarlo una vez más en los labios. No podía en duda las desiciones de la Hokage, pero tampoco quería que Naruto sucumbiera ante la carga física, emocional y mental que conllevaba ser un Anbu. La oscuridad tendía a absorberte si no aprendías a irte con cuidado. Y Naruto era impulsivo a más no poder, razonaba poco y actuaba con imprudencia.
 
Desistiendo a sus ganas de tomar una ducha, Kakashi optó por recostarse junto a Naruto. Notó que se había quedado dormido y le apartó unos cuantos mechones del rostro.
 
"Es demasiado estrés" pensó seriamente. "Incluso para él"
 
Se cubrió con la sabana y cerró los ojos para intentar conciliar el sueño.
 
**
 
-¡Kakashi Sensei!
 
"¿Qué?....¿Dónde estoy?"
 
Visiblemente desorientado, el copyninja miraba en derredor. Se hallaba en el bosque, de pie y en posición de ataque. Era de noche y la oscuridad le impedía enfocar su entorno. Pero aun con ello lo sentía.
 
Un chakra maligno, perverso, tóxico. Quería alejarse de esa sensación tan sucia y corrosiva que lo envolvía, sin embargo, aguardó, inclinó el brazo y aferró con fuerza el kunai que llevaba consigo.
 
Se sentía confundido, incrédulo. No entendía cómo había llegado a ese lugar. Tampoco recordaba qué había estado haciendo antes. Tan solo estaba allí, expectante, a la espera de confrontar al enemigo.
 
Entonces lo sintió acercarse cada vez más rápido. Aquel chakra era letal, inhumano. Decidió tirar el arma sobre la hierba para proceder con los sellos.
 
En unos segundos, el claro se inundó con el chirrido proveniente de su jutsu. Ahora si estaba preparado, listo para atacar.
 
Y así lo hizo...
 
En cuanto la silueta difusa se abalanzó sobre él, Kakashi impulsó su brazo hacia el frente, traspasando con su chidori varios centimetros de piel, perforando el órgano vital del Shinobi que yacía ahora inmóvil, con los labios entreabiertos en una muda suplica y una mirada de esceptisismo que laceró a Kakashi.
 
-Ka...Kakashi...Se...
 
Su mano escurría en sangre ajena. Pero Kakashi sintió que se moría en vida al ver a Naruto en el lugar donde se suponía estaría el enemigo.
 
-N...Naruto- arrastró las palabras, hablando atropelladamente, incapaz de reaccionar al daño mortal que había ocasionado, viendo como el brillo se apagaba en los irises azules.
 
Naruto cayó de rodillas, y Kakashi ahogó un grito de horror justo cuando los primeros rayos se colaron por la ventana para alumbrarle el rostro.
 
Con la frente empapada en sudor, Kakashi se sentó bruscamente sobre el colchón. La sangre densa golpeteaba insistentemente en sus oídos y garganta, produciéndole un miedo sin igual. Y pese a que su estomágo estaba revuelto, se precipitó fuera de la cama cual automata, fue hasta al lavabo, abrió el grifo y talló fuertemente sus manos bajo el chorro del agua, frotándose los dedos en el proceso, como si la sangre realmente estuviera allí, escurriendo, manchando cada recoveco de su piel. Solo que, esta vez, no se debía al recuerdo de Rin Nohara, su compañera de equipo, su primer amor.
 
(Y a quien asesinaste)
 
Sucio. Kakashi Hatake se sentía grotescamente asqueado por aquella pesadilla que ahora retornaba para arrastrarlo a las sombras, involucrando de nueva cuenta a una persona importante para él.
 
Asi había sido desde el comienzo. Primero su padre y el suicidio en que se vio envuelto. Lo había traicionado, no solo a Kakashi, sino a toda la aldea. Pero fue el quien pagó las consecuencias de sus actos, mediante horrorosos sueños en los que se sabía testigo de la muerte de su padre. Posterior a ello, Obito, su compañero y mejor amigo, su rival y camarada. Kakashi aún recordaba claramente su expresión luego de ser salvado por él en el derrumbe subterráneo.
 
Lentamente y sin ser del todo consciente, acarició la cicatriz de su párpado.
 
Su regalo. El obsequio que Obito le había dado, junto a la vida. Porque, de no ser por él, Kakashi habría muerto sepultado bajo una enorme roca y a merced del enemigo.
 
Por último estaba Rin. Le había prometido a Obito que cuidaría de ella a toda costa...y no lo había hecho. No fue capaz de adelantarse a los hechos y por su culpa, Rin había muerto atravesada con un...
 
"K-Kakashi"
 
Un chidori....
 
Enjugándose el rostro, Kakashi pensó en la maldición que lo perseguía en todo momento. Años de sentirse impotente por no poder salvar a sus seres amados, a las escasas personas que formaron algún vínculo con él.
 
Como su Sensei, Minato Namikaze. A él tampoco pudo salvarlo, ni siquiera le fue de ayuda.
 
Cada lazo había sido roto con el tiempo, hecho trizas para siempre debido a la muerte temprana.
 
Cualquier individuo al que Kakashi llegaba a apreciar más allá de la simple estima, terminaba de una manera poco menos que trágica.
 
¿Y si ocurría lo mismo con Naruto?
 
Sacudió la cabeza condundentemente. No, él no permitiría que nada malo le ocurriera a su pupilo. Era lo último que le quedaba, la representación de todas sus personas amadas que habían muerto por el bien de la aldea.
 
Naruto poseía el caracter bondadoso e implacable de su padre. La voluntad de fuego de Obito, la apariencia, ingenuidad e inocencia de Minato, la amabilidad y buena disposición de Rin.
 
Definitivamente él debía cuidarlo más que a nada. Porque Naruto era lo único que le quedaba, y si llegaba a perderlo. Entonces, tal vez, su existencia estaría completamente vacía.
 
-Naruto...
**
 
Por causa del entrenamiento exhaustivo, el sueño de Naruto se había vuelto mucho más pesado de lo normal. A tal grado que en ningún momento de la noche se despertó, tampoco oyó a Kakashi partir. Fue una simple nota en la nevera lo que le alertó de su temprana ausencia con motivo de una posible misión.
 
Aún somnoliento, Naruto había tomado una ducha para deshacerse de los residuos de semen en su cuerpo. Luego de vestirse con el uniforme de Anbu, se dirigió al comedor para desayunar cereal con leche y natilla de chocolate. 
 
Acabado el desayuno, Naruto salió rumbo al escondite del escuadrón de élite más temido de Konoha. Faltaban escasos doce pasos para llegar a la fortaleza cuando un fuerte mareo lo asaltó.
 
Lo siguiente que supo es que caía.
**
 
Cuando despertó, tenía una fuerte jaqueca.
 
-¿Que estoy haciendo aqui?
 
Y se sentía débil.
 
-Naruto kun- Shizune sonrió al entrar a la habitación blanca. Naruto atinó a hacerse el dormido cuando la vio tomar una jeringuilla de la bandeja metalica. -Muy tarde. Ya he pinchado.
 
Naruto abrió los ojos de golpe y se inspeccionó el antebrazo, donde, efectivamente, se apreciaba un ligero puntito rojo. Torció los labios en fingida indignación y se puso de pie, presto a abandonar el hospital.
 
-No puedes irte todavía- comentó Shizune, acercandose hacia la camilla, empujándolo suavemente del pecho para que se recostara. Pero Naruto no lo hizo.
 
-Nee, Shizune San, ya me siento mejor. Necesito volver al Anbu para el entrenamiento de sellos.
 
-Me temo que tendrás que esperar. Son órdenes de lady Tsunade.
 
"Esa vieja"
 
Naruto exhaló con fastidio y volvió a sentarse en la camilla, pensando en lo idiota que debió haberse visto al desmayarse precisamente en aquel lugar.
 
Minutos más tarde, Shizune volvió con una hoja entre sus manos. Y Naruto adivinó una anomalía en el semblante de la castaña que tenía el ceño ligeramente fruncido, entre esceptica y contrariada.
 
-Ya lo sé- Naruto sonrió jocoso y chasqueó los dedos. -Una nueva misión.
 
Shizune le tendió lentamente la hoja.
 
Muy rápido la sonrisa de Naruto se desvaneció. 
 
Tsunade lo acababa de dar de baja del escuadrón Anbu.
 

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