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Juegos de seducción por RLangdon

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Eran cerca de las dos de la mañana cuando Naruto despertó. Aún soñoliento y ensimismado, salió de la cama y se dirigió a la nevera en su afán por refrescar su garganta reseca. Y es que había estado llorando sin parar por casi una hora antes de ceder al sueño. En esos momentos estaba demasiado enfadado para querer reflexionar en nada. Empezaba a creer que la mala suerte que lo acompañaba, se quedaría indefinidamente con él.
 
Siempre, absolutamente cada vez que se enamoraba, que bajaba sus barreras y abría su corazon, resultaba herido. Con Sakura no había sido tan doloroso porque Naruto sabía desde un comienzo que sus sentimientos no eran correspondidos. Estaba plenamente consciente de que ella amaba a Sasuke, y que sería asi todo el tiempo. Sin embargo, al superar aquella etapa enamoradiza hacia su compañera, cayó en la cuenta de que Sasuke igualmente le gustaba. No, era peor, tambien se había enamorado del bastardo, al grado de tener que rivalizar por casi cualquier idiotez para demostrarle que estaba a la altura. Y no obstante, Sasuke se había ido con Orochimaru, le había escupido en la cara que su lazo estaba irremediablemente roto y que dejara de buscarlo.
 
Pero Naruto no había querido rendirse tampoco. Porque a pesar de haber superado su amor por el Uchiha, aún quería a su mejor amigo de vuelta.
 
Con Kakashi sería lo mismo. Eventualmente lo olvidaría, enterraría sus sentimientos por él y fingiría que nada había ocurrido entre ellos. Que Kakashi no jugó con él, que no se aprovechó de su enamoramiento solo para tener sexo casual. Todo sería como antes, sanaría sus heridas y forjaría la mejor sonrisa de todas. Asi cuando Kakashi volviera a buscarlo, él no tendría que romper en llanto y decirle lo mucho que lo había lastimado.
 
-No hay leche...- suspiró pesadamente al notar la fecha de caducidad del cartoncillo. Todavía era muy temprano, pero podía ir a Ichiraku por alguna bebida fría. De cualquier manera, ya no tenía sueño.
***
 
Cinco minutos. Fue el tiempo que necesitó Itachi para alertar a los miembros del consejo de Konohagakure sobre su presencia. Sabía que ellos se encargarían de hacerselo saber a Danzo. Y entonces su autentico próposito de acudir a dicho lugar estaría cumplido.
 
-¿No bebes tu té?- preguntó Kisame en tanto engullía a toda prisa los fideos. No eran mas que forasteros a la vista de los escasos aldeanos que deambulaban a altas horas de la noche, pero de igual manera había que ser precavidos.
 
-No- hizo a un lado la taza con el líquido humeante para que su compañero se sirviera. Había sido complicado apartarse de él para cumplir con su genuina finalidad por visitar Konoha. Ahora solamente tendría que esperar una nueva distracción de su compañero, utilizar su mangekyo sharingan para introducirlo en un genjutsu que reflejara un evento surrealista como alguna pelea banal con algunos Jounnin, y claro, su inminente derrota por hacerse con el Jinchuriky del Kyuubi. Terminada la falaz visión, Kisame se convencería de que habían empleado hasta el último recurso en batalla, pero no había sido suficiente, porque de igual forma habían perdido. Entonces regresarían a la guarida de Akatsuki y nadie sospecharía nada más...
 
-Teuchi San.
 
Itachi se tensó al reconocer la voz aniñada a su lado. Kisame dejó de engullir la pasta al instante.
 
-Quiero un refresco de hierbas- pidió Naruto, sentandose en el taburete. Su expresión de infinita melancolía no lo había abandonado desde que despertó. -Tambien algunos bocadillos de arroz.
 
-A esto le llamo suerte, ¿No, Itachi?- susurró Kisame con mofa, desplegando una sonrisa autosuficiente en sus azulados labios. Ya no tendrían que buscar por toda la aldea y arriesgarse a ser vistos.
 
-Hhn- asintió Itachi, sin levantar la mirada del recipiente con dangos. Tendría que lidiar con más contratiempos, y la idea en sí, no le gustaba para nada.
 
-Ah, estupido Kakashi Sensei- maldijo el Uzumaki, e Itachi notó un severo atisbo de tristeza en sus opacos ojos celestes. -¿No te he visto antes?- Naruto pestañeó, sumamente intrigado al virarse en el banquillo. Había un hombre delgado con gabardina negra y sombrero de paja junto a él, pero no lograba vincularlo con nada en concreto.
 
Itachi, conteniendo apenas las ansias, apretó el recipiente de dangos entre sus manos y negó contundentemente con la cabeza.
 
-De acuerdo- Naruto hizo un mohín con los labios y se volvió a la barra para tomar la botella que Ayame le extendía.
 
Era la oportunidad perfecta. No había ninjas de élite en las cercanías (salvo el par de inútiles que custodiaban la entrada). Con este pensamiento en mente, Kisame recorrió el banco hacia atras, expectante a la órden de su compañero.
 
-Kisame, sientate- masculló el Uchiha, autoritario, causando un efecto adverso en el susodicho.
 
-No me jodas, Itachi- musitó con los dientes apretados. -Ahora es cuando. Tiene la guardia baja y no hay nadie más.
 
Itachi observó al chico de soslayo, rememorando la imagen que había quedado grabada en su memoria tres años atras. El mismo niño de cabellos dorados y ojos azules, ahora convertido en un apuesto jovencito. Igualmente despistado e ingenuo, pero nadie en su sano juicio negaría que era hermoso 
 
-Cuando salga- susurró, siguiendo con discreción cada movimiento del adolescente. Si no actuaba, Kisame sospecharía y advertiría a Pain de inmediato por la insubordinación, pero si hacía algo, habían más probabilidades de que Akatsuki se hiciera con el poder del Kyuubi.
 
¿Qué hacer?, maldita sea
 
¿Qué podía hacer...?
 
**
 
Kakashi exhaló antes de colocarse de nueva cuenta la máscara. Contempló por unos instantes el cuerpo que yacía inmóvil sobre el colchón.
 
Ya estaba hecho. Había extraído la información a tiempo.
 
Kakashi se dijo que era mejor asi. Incluso se convenció de que había sido lo más prudente. 
 
Claro que omitiría algunos detalles en el informe de la misión.
 
Podía evadir los hechos y mentir a Naruto una vez, pero no quería incurrir otra vez al engaño. No se arriesgaría a que Naruto se enterara de la verdad y quisiera apartarse.
 
Presto a abandonar el lugar, decidió invocar a Pakkun. Efectuó los sellos correspondientes y, usando una mínima cantidad de chakra, esperó a que la neblina se dispersara. Y allí estaba el ninken, mirando en derredor entre confundido y ofuscado.
 
-¿Pakkun?- Kakashi se percató de que algo andaba mal cuando el recién nombrado lo observó con aquellos ojos negros que destilaban tristeza y culpa a partes iguales.
 
-Naruto no esta en la aldea.
 
-¿Qué?
 

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