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DRAGONES por yukihime200

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Notas del capitulo:

Capítulo "especial", por así decirlo. No es un extra, es parte de la historia, pero me refiero a que es bastante largo.

 

Tiene un poco de contenido para +18, no muy bien escrito pero se hizo lo posible.

 

 

 

Recuerden que en wtp está hasta el capítulo 18.

14. El diario de Observación del Dragón


La crisis había pasado, todo estaba resuelto de momento. Los alfas entrenaban junto a los lambdas, y siempre que alguno sucumbía de repente a las feromonas de la chica Río se encargaba de recordarle su autocontrol, a golpes.


Lía y Liam se la pasaban juntos como la típica pareja de enamorados, no le sorprendería que en su próximo celo un bebé fuera concebido, si es que no estaba en camino ya. A pesar de no ser reales podía jurar que veía uno que otro corazón flotando en el ambiente.


Ellos le hacían preguntarse sobre su relación con Río. Si bien había declarado a viva voz que se casaría con el omega aún no había formalizado realmente el compromiso. En un principio no tenía apuro, pensaba que era libre de rechazar a cuanto pretendiente quisiera y tomarse el tiempo que fuera necesario para formar una relación amable con Río, pero una nueva carta del gobierno había llegado, si no aseguraba por las suyas el futuro de la familia Nova ellos se encargarían de asignarle un consorte, de negarse, sería destituido de su cargo para que un nuevo delta protegiera a todos.


—No te preocupes, Leon. No debes tomar esas cartas en serio —Cassandra colocó una delgada mano sobre su brazo y lo apretó de manera delicada en una íntima muestra de apoyo emitiendo una diminuta cantidad de feromonas dulces. La conversación había surgido en el desayuno cuando su padre halló la carta sobre el escritorio del joven. Leon soltó un sonoro suspiro.


—¿Cuál es el problema? ¿No solo tenemos que casarnos? —Río levantó la vista de su plato y les dirigió una mirada a todos insinuando que para él era una cuestión muy simple. El muchacho de ojos verdes lo miró sorprendido gracias a eso. En realidad no tenía mucha confianza, puesto que Río nunca había tocado el tema y nunca había preguntado algo referente a ello. Lía sentada frente al pelirrojo soltó una carcajada producto de la simpleza de su amigo.


—Tiene razón. Solo deberían casarse —la sonrisa arrogante y segura que mostró en modo de advertencia iba dirigida a la lambda que estaba sentada muy junta a su hermano, y este no se daba cuenta de nada, como un pajarito despistado que tenía ojos para una sola persona.


—Podemos hacerlo hoy mismo si quieres —el de ojos dorados se encogió de hombros, como si no estuviera hablando acerca de algo que le haría pasar toda su vida junto a otra persona. Cassandra apretó sus dientes sin que nadie lo notara producto de su frustración, ese omega arruinaba sus planes.


—No hay necesidad de apresurarse. Para poder llevar a cabo la boda primero debes llevar la marca.


—Entonces solo tiene que morderme ¿no? —ella estaba cada vez más furiosa, pero no podía permitir que su fachada de jovencita amable se derrumbara por un mocoso. Solo tenía que hacer que Leon la mordiera a ella en cuanto se le presentara la oportunidad. Dando por finalizada la conversación se retiró de la mesa después de que todos terminaran el desayuno y partió en busca de sus empleados.


—En realidad no es tan sencillo como lo ves, Río —Mihail retomó con su amable voz y comenzó a explicarle de manera correcta—. Para que mi hijo pueda morderte debes entrar en celo —. Río no entendía cuál era el problema, suponía que era algo normal de los omegas y a él podría ocurrirle en cualquier momento—. El celo de un omega ocurre cada dos meses, el de un alfa cada seis. Río, ya van casi cinco meses desde que llegaste a este mundo y tu celo nunca se ha manifestado.


Todos pasaron por alto esa explicación que era tan común para ellos, y el último integrante estaba siendo recién instruido, por lo que nadie notó un gran detalle que apareció en esa conversación. El celo de Lía no fue de manera normal. Pero ocurrieron tantas cosas en el momento que nadie reparó en ello.


—¿Hay algo malo con mi cuerpo?


—No lo sabemos. Puede ser causado por ese mismo motivo, no es tu cuerpo en verdad. Supongo que aún sigues adaptándote.


—Pero está bien. No debes preocuparte, de todas maneras quiero hacer las cosas como corresponden antes de reclamarte —Lía cubrió su boca con sus delicados dedos para ahogar un chillido de emoción, pero sin poder contener a su cuerpo sus piernas presentaron un leve tic para demostrar su euforia—. Déjame cortejarte —. El chillido resonó de todas maneras en la habitación. Primero las miradas recayeron en la chica, que lucía igual de sorprendida que ellos, luego ambos hermanos se dieron cuenta de quien emitió el sonido en realidad. Sus ojos se giraron hacia su padre.


—¿Qué? No pueden culparme por al fin ver felices a mis hijos.


Lía y su padre siempre habían incentivado a Leon a buscar pareja pero este nunca aceptaba a ninguna persona que le presentaran, es por eso que no podían dejar pasar esta oportunidad. Así fue que ambos Nova comenzaron lo que ellos llamaron El diario de Observación del Dragón, pero la verdad es que solo querían estar de chismosos en la vida amorosa del adulto.


Tratando de pasar desapercibidos siguieron a la pareja por todos lados siendo resguardados por los gemelos. Lía hacía anotaciones como toda una científica mientras su padre y luego los alfas hacían comentarios extra que después de un tiempo eran agregados y ordenados hasta quedar bien redactados.


Día 1:


Mi hermano llevó a pasear a mi futuro cuñado por los puestos hasta la plaza central. Nunca lo vi tan relajado por la ciudad. La gran fuente de agua salpicaba su rostro cuando se sentaron ahí en el medio de la plaza, pero Río parecía no notarlo, estaba más centrado en el dulce de manjar y coco que Leon le compró.


Llevan un buen tiempo fijos en ese lugar. Desde esta distancia no podemos escuchar lo que dicen, pero Río parece muy entretenido charlando con Leon mientras él solo asiente a una que otra tontería que de seguro mi amigo deja escapar. *Nota: el espécimen en investigación no habla mucho, como siempre.


Día 2:


El dragón no llevó al pelirrojo a pasear esta vez. Están en el jardín delantero regando las plantas que Río me contó una vez habían llamado su atención. Le gustaban las flores coloridas.


De vez en cuando Leon roza su mano fingiendo que fue de casualidad y mi cuñado se sonroja hasta las orejas. *Nota: el chico de ojos dorados puede parecer muy tímido, pero aun así no se aleja del toque y devuelve algunos simulando después que jamás pasaron.


Día 3:


Leon compró un gran trozo de carne y lo llevó ante Río cuando lo vio muy cómodo en el comedor bebiendo café ¿Qué demonios? ¿Quién le regala carne a la persona que le gusta? Oh, esperen. Tachen eso. Liam me dijo que Río ama la carne. Buena jugada, hermano. De seguro tuvo que pedir consejos porque no tenía idea de qué podía darle.


El pelirrojo se metió muy feliz a la cocina dispuesto a filetear el gran regalo y saciar el apetito que le abrieron. *Nota: deberíamos hacer feliz a Río más seguido, el espécimen en investigación pone cara de idiota cuando lo ve sonreír.


Día 4:


Nada fuera de lo común. Esperen. Le acaba de dar un beso en su mejilla para desearle buenas noches y mi amigo boqueó como pez fuera del agua antes de gritarle algo sonrojado y encerrarse en su habitación. ¡Qué galán es el león! Tachen eso, es un dragón, dragón.


*Nota: ¿Quién diría que el gran y temible Río Kilian con su personalidad rebelde podría actuar de esa manera tan tímida y linda? Me gustaría mucho inventar algo con qué inmortalizar esto para toda la vida.


*Nota 2: Nunca había visto en mi hermano una sonrisa tan satisfecha.


Día 5:


¿Qué pasa con este ambiente? Hasta yo comienzo a ponerme tímida. Diría que es extraño, pero en realidad ambos se ven muy tiernos. Tal vez no luzca como nada especial para el resto, solo están ahí, sentados en la banquilla del jardín, pero están reclinados con cuidado sobre el otro con sus manos entrelazadas. No dicen nada, tal parece que solo quedarse un momento de esa manera es satisfactorio para ambos. La escena es tan tranquila y emite tanta paz que me gustaría mucho llamar a alguien para retratar esto.


Día 7:


El espécimen se vuelve más descarado con los días, nunca lo hubiera creído. Siempre que entrenaba no le importaba cuán húmeda estaba su ropa por el sudor, jamás se desnudaba enfrente de otros porque decía que de seguro era incómodo para los demás. Hoy mientras entrenaba en combate con Río se ha quitado la camisa. *Nota: Leon debería hacer eso más seguido, el jovencito perdió la concentración como si nunca hubiese visto el cuerpo de otro hombre, se sonrojó hasta las orejas y dejó caer su lanza. El dragón le ganó sin mucha batalla.


Día 10:


Hoy le ha dado otro beso. Pero esta vez no fue en su mejilla, tampoco su mano como si fuera todo un caballero que por supuesto sí es. Le dio un delicado beso en su dedo anular. Mi padre dice que es un evento que jamás volveremos a ver y que lo escriba en detalles. Cito sus palabras: “Ah, lo besó de una manera muy delicada. Casi puedo jurar que fue como el toque de una pluma. Mi hijo es un romántico.”


A mí también me pareció algo maravilloso, casi mágico, porque la luz de la luna entraba por uno de nuestros ventanales e iluminaba la escena con su luz plateada, como si ambos fueran seres mágicos inalcanzables.


Día 12:


Esta vez es el espécimen quien ha quedado sorprendido. Debo admitir que yo también lo estoy. Hoy ha sido el joven Kilian quién se quitó la ropa en pleno combate de entrenamiento. Sus músculos se pueden apreciar de manera perfecta, y debo decir que han mejorado mucho desde la primera vez que lo vi en la bañera. Cada cuadro en ese abdomen resalta de manera maravillosa pero sin pasar a ser exagerado, como trozos de chocolate que te sentirías ansioso de probar. Las gotas de sudor ondean cuando surcan cada hendidura que separa esos músculos. Puso una mano en su cintura y pasó los dedos entre su cabello peinándolo hacia atrás. ¡Demonios, se ve muy bien!


—¡Hey! ¿No le estás poniendo mucho detalle a esa parte?


—No te preocupes, cariño. Esto es solo con fines científicos.


*Nota: alguien debería decirle a mi hermano que sus feromonas se escapan de manera terrible y que parece un carnívoro hambriento frente a un suculento filete, pero ese alguien no seré yo.


Día 20:


¡Por fin! Ni siquiera Liam fue tan lento cuando comenzó a cortejarme. ¡Lo ha besado! Si hasta yo sentí las mariposas en mi estómago por tan hermosa escena. No ha sido nada delicado, al contrario, fue agresivo, explosivo, justo como Río ¿Pensaron que había sido Leon? Gran error. Es más, si el pelirrojo no toma la iniciativa de seguro sus labios morirían vírgenes en este mundo, tengo que preguntarle si tuvo experiencia de donde vino.


Descripción de escena:


Ambos se encontraban entrenando, como siempre. Pareciera que solo pueden comunicarse sin ponerse tímidos cuando tienen un arma en las manos. Estaban igualados, Río es muy bueno en combate. Ambos se terminaron quitando las camisas. Asumiré que fue para más comodidad y no para impresionar al otro, claro que no.


Leon atacó los pies del más joven aunque es mayor que yo. Ustedes entienden haciendo que este cayera al piso. Pero antes de alcanzar a yacer en su totalidad Río golpeó su estómago y lo sujetó de los pantalones de una forma improvisada. Leon es más corpulento, y al desestabilizarse por esa maniobra no pudo aguantar bien su peso y cayó sobre Río quien se estaba riendo. Aun cuando cesaron mi hermano no se quitó de encima y se miraron por un buen tiempo a los ojos. Estuve tentada a gritarles que se apresuraran a hacer lo que sabía que querían, pero eso podría delatar mi posición. De todas maneras no hizo falta. Río lo jaló de los cabellos suavemente mientras sonreía de una manera muy sensual, los ojos del dragón se abrieron muy grandes y sus pupilas se dilataron, supongo que se le hizo irresistible.


El choque de labios se produjo sin que el espécimen pudiera actuar, pero de todas formas no se veía para nada reacio y se dejó guiar muy feliz.


Creo que hace un poco de calor. Como sea. Esos dos siguen ahí uno sobre otro con sus torsos desnudos besándose como si no hubiera un mañana. Supongo que el diario de investigación terminará aquí.


Lía y Liam se retiraron lo más silenciosos que pudieron, evitando mover aunque fuera una hoja que alertara los agudos sentidos del mayor y lo distrajera de su ardua tarea. La chica lo tomó de la mano mientras cubría su boca para evitar reír en voz alta y se dirigió en busca de su padre que dejó de unirse a ella después de unos días para contarle las buenas noticias.


Un sonido húmedo resonó leve cuando Río obligó a su amante a separarse de su boca.


—Creí que nunca se irían —le dijo a nadie en particular, después soltó una carcajada aún más fuerte cuando observó el rostro del joven Nova y notó que no tenía idea de a qué se refería—. Olvídalo. Solo bésame —Leon se acomodó mejor sobre su cuerpo, gozando de la sensación de ese par de brazos tonificados rodeando su espalda, y obedeció esa orden como nunca antes lo hizo con ninguna otra.


***


Ese día tenía preparado algo especial. Se despertó muy temprano en la mañana, se aseó, y se arregló con ropa cómoda pero que en él seguía viéndose formal debido a su extraña aura imponente; al menos lo suficiente para ir a una cita.


Le había dicho a Río que lo esperaría a las diez abajo en la puerta de entrada y éste fue muy puntual. Se veía muy hermoso, bueno, a sus ojos siempre se veía así, aunque llevara una bolsa por prenda de vestir.


Esta vez no irían a pasear a la ciudad, regar las plantas, o ninguna otra cosa que habían hecho con anterioridad. Leon le había pedido a su personal de cocina que prepararan cosas ligeras que pudiera transportar. El menor pudo notar como el Nova llevaba en sus piernas la típica canasta de mimbre de color claro. No tenía que pensarlo más, lo llevaría a un día de picnic. Una extraña emoción infantil lo embargó.


El carruaje anduvo por mucho tiempo hasta llegar a los inicios del bosque. Era un día soleado, pero al ya estar en otoño aun así calentaba poco. Qué bueno que la ropa que llevaban no era tan ligera. Ambos tenían de esos típicos pantalones de aventureros –como los había denominado Río– de color negro, camisetas de manga larga de color vino para el mayor y una de color mostaza para el pelirrojo, y por extraño que pareciera, zapatos similares a las deportivas de su mundo. Si le preguntaran a él diría que envidiaba un poco al delta. El hombre se veía increíble con cualquier cosa que se pusiera.


Caminaron un buen tiempo adentrándose cada vez más entre los árboles dado que el coche no tenía la posibilidad de pasar, y cuando el chico de ojos de oro le iba a preguntar cuánto faltaba Leon se detuvo frente a un gran lago.


Mariposas revoloteaban en las orillas sobre diminutas flores y la luz reflejada en el agua simulaba en su superficie pequeñas gemas brillantes.


El mayor no dejó que el joven hiciera nada. Esta sorpresa era de su parte, su amante solo debía esperar mientras él acomodaba todos los platillos sobre la gran tela que colocó en el suelo. Hablaron de todo un poco, de lo feliz que estaban, de cómo le habían descubierto el diario a Lía…de cómo se hacían sentir el uno al otro en ese tiempo.


Perdieron la noción de las horas mientras se miraban o disfrutaban del entorno, a veces charlando o a veces en silencio, admirando todo con tranquilidad. Los rayos del tímido sol otoñal realzaban el paisaje como si fuera algo mágico, Leon lo miró asombrado, como si el muchacho frente a él fuera algo etéreo que solo él tenía la oportunidad de contemplar.


Las gotas de sudor comenzaron a caer por su barbilla al césped pese a que no había calor que pudiera producirlo. ¿Sudor? Leon entró en pánico al notarlo. Eso era malo, muy malo. No se había dado cuenta, pero ya habían pasado seis meses desde que Río llegó con ellos y lo había pasado por alto en su totalidad. Dando respiraciones profundas se comenzó a alejar de manera lenta de su acompañante, pero tal vez eso era peor. El olor del bosque potenciaba el aroma natural que Río emitía y eso le impedía pensar con claridad, porque le encantaba. Quería desgarrar su ropa, presionarlo contra un árbol y fundirse en él por horas aunque el otro no quisiera. Después podría hacer que se arrodillara, tomarlo sobre la hierba y que con cada movimiento fuerte que iba a dedicarle su esencia lo envolviera más hasta que perdieran la cordura. Luego seguiría el agua, a pesar de ser otoño el frío no era grave, lo empujaría a la laguna, apoyaría su espalda contra el borde y mientras se hundía en su cuerpo lo besaría durante tanto tiempo que sus labios tendrían el tono de los frutos rojos que colgaban de algunos árboles rodeándolos.


—¿Qué sucede? —Río lo miró preocupado al notar la respiración errática de su acompañante.


—No es nada. Solo quédate ahí —dejar volar su imaginación estaba siendo muy malo. Pero el ex pelinegro era muy testarudo, y lejos de alejarse hizo todo lo contrario a lo que le fue indicado.


—Solo dime que pasa. Estás sudando mucho.


—Río, no te acerques más. Es peligroso —el pelirrojo quedó confundido y quiso reírse un poco, porque él sabía que no había forma en la tierra en que Leon fuera a lastimarlo de alguna manera. Y siguió avanzando—. ¡Maldición! Solo quédate ahí —. Nunca lo había escuchado maldecir. Tuvo que admitir que de alguna manera esa palabra pronunciada con su baja y grave voz removió algo en él. Al dar un paso más pudo notar como el olor de su alfa se hacía más fuerte, empujando lejos cualquier otro aroma que pudiera sentir proveniente del bosque. El potente olor a naranja pero cargado a la vez con algo muy masculino lo envolvió mareándolo un poco y nublando su consciencia. Ahora mucho menos pensaba separarse de él—Quédate ahí, Río. Es mi rut.


—Que bien. Podríamos aprovecharlo —no entendió bien a lo que se refirió esa palabra, pero no le dio muchas vueltas al asunto imaginando lo que era, y liberando esta vez muchas feromonas de su parte ambos se perdieron en la vorágine de pasión.


Ese joven no tenía idea en lo que se estaba metiendo, claro, era la primera vez que veía algo así. Lo que sucedió con Lía era diferente.


El aroma de Río golpeó los sentidos del dragón de tal forma, que sus hermosos ojos verdes con su singular pupila rasgada se dilataron hasta el extremo en que solo quedó una delgada franja que delimitaba su iris.


Nunca había pasado por algo igual, por lo general su rut jamás era tan intenso. Es más, siempre pasaba como si fuera una simple gripe y a los tres días podía seguir como si nada. Pero esta vez todo fue distinto. Nunca el aroma y la cercanía de un omega lo habían vuelto tan loco.


Dejando que su instinto tomara en partes el control sujetó las nalgas del pelirrojo amasando con insistencia y lo elevó hasta que ambas piernas se enrollaron en su cintura para no caer. Río ronroneó de placer al sentir como a causa de la posición ambos miembros se friccionaron por sobre la tela de los pantalones.


Leon lo empotró de manera salvaje contra un árbol cercano haciendo que este se remeciera por el choque y algunas hojas cayeran desde las alturas, para que antes de llegar al piso la corriente se las llevara lejos. Desesperado trataba de quitarle la ropa y besar su cuerpo bajo los jadeos todavía bajos de su amante, estuvo muchas veces a punto de hacerla jirones al no ver resistencia del contrario pero si una lenta cooperación. Río disfrutaba verlo desesperado por él, a ratos cuando la realidad de lo que hacían lo golpeaba se daba el lujo de obligar al alfa a mirarlo y beber de sus labios lentamente, causando que el mayor soltara algunos gruñidos por ser interrumpido en su tarea.


“Despacio. Tienes que hacerlo despacio, puedes asustarlo”. Pero tan pronto ese pensamiento cruzaba por su cabeza esa misma intención se iba por el borde de un abismo al momento en que pegaba su nariz al cuello de Río y se embriagaba con su olor. De todas formas no había nada que intimidara al pelirrojo, no tenía que preocuparse.


Cuando la playera de color mostaza al fin fue retirada y olvidada en algún matorral pudo notar como el frío otoñal provocaba la erección de aquellas dos pequeñas y apetecibles protuberancias rosas del pecho del omega. No lo pensó ni una vez en realidad para asaltarlas con su boca, lamiendo y mordiendo con gentileza mientras Río se deshacía en sus manos y jalaba hebras de su cabello con suspiros de placer. Ni siquiera se dio el tiempo para observar la sudorosa obra de arte que tenía en frente.


—¡Ah! —el fuerte gemido que salió con un poco de vaho tras esos labios prendió aún más el cuerpo del alfa. Como si un incendio se desarrollara en su interior, el fuego consumió todo a su paso, causando un corto circuito en su cerebro y haciendo que la poca racionalidad que quedaba en ese hombre se perdiera por completo.


Bajó a un mareado Río de su torso, y sin darle aviso lo giró de cara al rugoso tronco en el que antes se apoyaba su espalda. Una traviesa mano derecha recorrió su pecho descendiendo a una velocidad tortuosa antes de perderse en la ropa interior masajeando a su despierto compañero, y su siniestra masajeó las dos montañas carnosas, causando que con su apretón pequeñas marcas rojas quedaran por unos minutos en la blanca piel antes de desaparecer.


Río tiró su cabeza hacia atrás pegándola al hombro de su acompañante. Nunca antes fue tocado de esa manera. Se sentía mojado, no tanto por casi estar a punto de tocar el cielo, también porque desde su entrada trasera algo comenzaba a salir, fluidos que estaba seguro ningún humano normal tenía, pero en su confusa mente no tuvo sentido preocuparse por eso en el momento.


Una ráfaga de viento helado le congeló las nalgas haciendo que se sonrojaran formando un extraño contraste con la nívea piel ¿en qué momento se habían ido sus pantalones? La respuesta murió antes de llegar a él. Leon se había abierto paso en su interior. Duro. Caliente. Ni siquiera tenía claro si lo habían preparado, aunque tal vez la traviesa lengua había hecho el trabajo, las sensaciones que lo recorrían en esos momentos eran tantas que no sabía identificar con claridad de donde venía cada una.


Pensó que le dolería, no era tan ignorante como para no saber que la primera vez muchos incluso terminaban sangrando porque era una zona sensible; pero no fue así. Su cuerpo le dejó cabida de forma natural a ese dragón y se acopló de manera perfecta a él incluso tratando de acapararlo aún más, como si fuera posible.


La intrusión sorpresiva le quitó el aliento. Sus ojos estaban nublados por el placer y un delgado hilo de saliva escurría de la boca abierta que intentaba tragar aire a como dé lugar.


La sensación no fue muy distinta para el pelinegro. Jamás en sus veintinueve años sintió algo similar. El calor que le proporcionaba el cuerpo ajeno era exquisito, y como un poseso arremetió contra el muchacho que colocó las manos en el árbol para no lastimar su cuerpo con él en sus pocos momentos de lucidez.


Leon podía ser una bestia perdido en la euforia y en el calor atrapante en su parte baja, pero no tanto como para no velar por la comodidad de su omega. Sin separarse de él lo apoyó con cuidado en el piso haciendo que sus brazos soportaran el peso, pero entre cada vaivén sus articulaciones perdieron las fuerzas logrando que solo su trasero quedara elevado gracias al fuerte agarre del mayor. Río solo podía aferrarse con fuerza a algunas hierbas altas en el suelo.


En algún momento del ajetreo el delta tocó un extraño lugar, y a partir de ese momento los gemidos antes tranquilos de su contraparte se volvieron desenfrenados, desinhibidos y sus feromonas diez veces más potentes tratando de envolver por completo al alfa.


La lengua de Leon se paseaba por toda su espalda y su cuello, ‘quiero morderlo’, ‘no puedo morderlo’, ‘pero puedo marcarlo de otra forma’. Esperó a que Río alcanzara el clímax con el apoyo de su mano, y cuando sintió las paredes musculares del esfínter apretarse alrededor de su miembro este comenzó a hincharse. El pelirrojo estaba tan perdido en el placer que ni siquiera lo notó hasta cuando su amante estuvo completamente inmóvil, disfrutando de la sensación mientras sus caninos crecían perforando un poco sus labios. Un doloroso tirón existía en un lugar que no debería.  


—¿Leon? —tratando de regular su respiración intentó llamar la atención del delta, de quien a cambio recibió nuevas embestidas logrando despertar otra vez su entrepierna.


Empuje. Empuje. Empuje. ¿Cuánto tiempo llevaban en eso ya? No podía decirlo, solo sabía que habían pasado horas, o eso creía.


—¡Ah! —ese fue el gemido más sexi que alguna vez escuchó, aunque en verdad no podía hacer comparaciones.


Bajo, ronco, varonil. Su entrada se contrajo aún más al eyacular por tercera –o cuarta, o quién sabe– vez en esa tarde, y luego, algo caliente quemaba su vientre. ‘Él está…’


Fueron un buen par de horas hasta que la claridad alcanzó a Leon, quien seguía dentro, y para la comodidad de su chico se acostó en el piso dejándolo arriba esperando no haber causado algún daño en su interior por su rudeza.


Pero ambos carecían de experiencia, y aún si eso era imposible, Río sintió que Leon se enterraba aún más adentro por la postura. ‘Pues aprovechemos eso’.


En todo el tiempo que estuvieron ahí incursionaron en nuevas posiciones, ninguno se dio tregua. Hasta que Río notó el atardecer próximo a terminarse, descansando aún unidos sobre el pecho fornido.


—Deberíamos lavarnos.


—Tienes razón —quitando el resto de su ropa el alfa tomó en brazos al agotado muchacho y lo metió a la fría laguna que brillaba bajo los tenues y ya casi inexistentes naranjas rayos de sol.


—¡Está frío!


—Tienes razón. Calentémonos entonces —y bajo los sorprendidos ojos del lambda, Leon se hundió en su cuerpo de nuevo sin aviso. Si alguna queja iba a salir de sus labios nunca se sabría, su alfa se había encargado de sellarlos en un beso largo y pasional que los dejó rojos e inflamados.


***


—Eso fue…


—¿Muy rudo?


—Iba a decir excelente. Pero sí, también fue rudo. Deberíamos repetirlo.


Río se estaba riendo. Ya limpio, y seco –cortesía del alfa–, se acostó en el pasto mientras su cuerpo aún sentía los estragos del ejercicio previo.


—Podemos hacer lo que tú quieras.


Se tumbó sobre las piernas del mayor mientras éste le acariciaba el cabello. Ahí en la noche, mirando la gran luna llena que iluminaba sobre ellos, se sintió tan pleno como nunca antes en su vida.


***


Día 30:


El dragón llevó a mi cuñado a un día de picnic. ¿Debí recordarle que ya han pasado seis meses desde su último rut y que precisamente está en la fecha que le corresponde? Nah. El espécimen es tan aburrido que de seguro se obligará a atrasar su rut hasta el día de su matrimonio.

Notas finales:

Estoy segura que no es el mejor lemon que han leído, pero se hizo lo que se pudo. 

Muchas gracias por leer~~


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