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DRAGONES por yukihime200

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Notas del capitulo:

Leer por fa:


quisiera decir que son buenas noticias (al menos para mí, o eso creo), me han enviado una invitación formal para publicar esta novela en dreame, por lo tanto, no sé cuánto tiempo estará esta historia por aquí hasta que piense bien si aceptar o no. 


La historia se desarrollará hasta el final, pero como digo, no sé si terminaré de publicarla por aquí o por dreame, de ser así, les avisaré con anticipación.


 

25. Escuadra delta


—¿Cuánto van a pagarnos por hacer todo esto, Chris? —la voz del joven de no más de veinte años se escuchó amortiguada por el pañuelo negro que cubría su delicado rostro, dificultándole un poco a su compañero poder escucharlo por la cantidad de sonidos en el ambiente. Sus cabellos claros y cortos se mecían suaves al compás del frío viento de la noche.


—No van a pagarnos a nosotros, idiota —le respondió aburrido el otro muchacho de similar edad, cansado de escuchar la misma pregunta por tercera vez en todo el tiempo que llevaban juntos en ese lugar, el cual no era mucho a decir verdad—. El pago irá para el jefe cuando todo esto termine, él decidirá entonces cuánto nos toca a cada uno.


Ambos se encontraban observando absortos el caos que se desarrollaba en la ciudad desde las alturas, sentados en una posición muy relajada en la terraza de un gran edificio de más de diez pisos, como si las estructuras en llamas bajo ellos no fueran nada más que una simple fogata.


—Tira el otro tubo, Frein —le señaló el llamado Chris sus manos delgadas, donde el líquido gris se encontraba guardado y listo para ser utilizado en cualquier momento.


—A tu orden —dijo burlón realizando una mala imitación de reverencia desde su posición. Arrojó el frasco de vidrio sin fuerza y sin un lugar en específico de su interés como objetivo, dejándole a la mala suerte el destino de los citadinos que se removían como hormigas en la distancia.


Cuando el recipiente se rompió contra el suelo a muchos metros desde donde se encontraban en un sonido opacado por todo el ruido del caos, observaron como los efectos ya antes vistos tantas veces por ellos no se hacían esperar. Las personas más cercanas al líquido en el piso –que ya comenzaba a secarse y volverse gas– cambiaron de inmediato espantando a las otras, y luego se produjo una reacción en cadena que sumió la antes magnífica ciudad de Rosel en la destrucción. Penosamente no contaban con ninguna fuerza de ayuda ya que sus protectores fueron invocados a otro lado, pensando de manera tonta que su localidad jamás correría con ese trágico destino.


—Vamos —el joven que arrojó el frasco miró molesto a su compañero que ya se había parado para retirarse, poco dispuesto a dejar de ver lo que le entretenía. Lo siguió poco después de mala gana perdiéndose ambos en la espesura del humo que creaban los incendios.


***


Ocho meses antes.


La puerta oxidada que demostraba ser la entrada a ese lugar resonó con un sonido chirriante cuando fue abierta para él por un soldado apostado ahí. Sus pasos retumbaban de manera bulliciosa por culpa del silencio lúgubre a pesar de intentar bajar cada peldaño con la punta de sus pies.


Dentro de esa prisión subterránea el olor a moho incomodaba su nariz, causando que esta se retorciera en muecas extrañas que no servían de nada para disminuir la sensación molesta. Las gotas de agua que producían un gran eco y la mala iluminación provocaban una escena terrorífica, como si una bestia agresiva fuera a aparecer por una de las esquinas oscuras en cualquier momento para quitarle la vida tan pronto se distrajera un segundo.


El guardia armado que iba junto a él se detuvo frente a una reja de acero negra perfectamente pulida, de atractiva brillantez, y según él creía, también electrificada. Desde la penumbra en su interior pudo notar como un par de ojos rojos lo miraban con curiosidad y escuchaba sonar las pesadas cadenas colgantes que lo apresaban de manos y pies cuando se movía en cada paso hacia su dirección.


El prisionero se acercó tranquilo a la reja sin tratar de tocarlo ni extender las manos en un gesto desesperado como otros solían hacer en diferentes cárceles, se veía muy acostumbrado a esa vida, de modo que uno podía imaginar el tiempo de su condena o la muy probable cantidad de reincidencias que tenía.


—¡Vaya! Pero si es el señor Voltter —una voz con un extraño acento que no podía reconocer rompió el silencio— ¿Qué puedo hacer por usted? —las iris escarlatas hacían ver el rostro agraciado con facciones duras de ese sujeto como un depredador peligroso, sobre todo si luego desviaba la vista para evitar sus ojos y observaba que de sus labios pálidos entre abiertos en una sonrisa perturbadora emergían dos largos y gruesos colmillos amarillos, esos que delataban la falta de higiene dental dado el lugar donde se encontraban. No pasó por alto el collarín metálico blanco en su cuello, listo para inyectarle una dosis mortífera en caso de notarle una acción inadecuada para con alguien. Ese tipo era peligroso, muy peligroso, todo su instinto de supervivencia se lo gritaba, cuando observando un poco mejor al acostumbrarse a la escaza luz podía ver todas las cicatrices que surcaban ese cuerpo fornido de manera exagerada.


Voltter lo pensó unos instantes, aún podía dar marcha atrás y buscar otra forma de lograr su cometido de alguna otra manera. Pero era un idiota, y nunca se había puesto a pensar en las consecuencias que sus acciones causaban, por lo tanto descartó de inmediato la idea de encontrar otros medios.


—Me dijeron que eras un mercenario, de los mejores —comenzó con su explicación—. Quiero que me ayudes a deshacerme de alguien. Te pagaré bien.


—Seguro —el hombre, cercano a unos treinta años, asintió y realizó un gesto cordial con las manos dando a entender que estaba dispuesto a escucharlo—. Me he encargado de muchos asuntos desde que llegué a este país —. Le comentó con calma—. No tengo problema en ayudarte, pero tengo condiciones.


La sonrisa aliviada que se había formado en su rostro cuando escuchó que el otro aceptaba desapareció con rapidez, reprochándose lo estúpido que era al no pensar en las peticiones del otro bando que tendría que cumplir.


—¿Qué quieres? —la sonrisa del delta al otro lado se hizo más tétrica al tener lo que quería.


—Nunca lucho solo —comenzó—. Tienes que sacar a toda mi escuadra.


Al sentirse aludidos por la conversación que estaban escuchando, cuatro sujetos más rugieron por lo bajo para demostrar sus presencias. Voltter no pudo ocultar su escalofrío producto del miedo de los ojos contrarios que lo miraban burlón, como desafiándolo a no atreverse a aceptar y largarse por donde mismo había entrado, con la cola entre las piernas.


—Trato —todos los deltas sonrieron de manera interna, porque apostaban que él había cumplido su promesa y encontró una manera de sacarlos de ahí, aún si era con un sujeto muy estúpido. Solo tendrían que matarlo después para quedar totalmente libres.


Le dio unas cuantas instrucciones al guardia y un montón de dinero para comprar su silencio. Un momento después la maquinaria que electrificaba las celdas fue detenida y las rejas de cada dragón fueron abiertas. Los sujetos aparecieron en su rango de visión tronando sus huesos y estirándose, acostumbrándose otra vez a la buena movilidad de sus cuerpos cuando las cadenas y collares por fin se alejaron de ellos.


Fueron sacados en secreto del recinto, y a partir de entonces se dedicaron a formar un plan muy elaborado en base a las instrucciones de su libertador para que sus intenciones no fueran tan notorias.


Comenzaron poco a poco. El primer paso fue intentar secuestrar sujetos de prueba en la Ciudad de Bestias, pero tampoco podían hacerlo de manera tan impactante. Contrataron a un grupo de novatos para que secuestraran omegas, los seres que menos lucha daban. No fue una pena cuando tiempo después se enteraron de la muerte de todos los integrantes de esa banda.


Dentro de su escuadra tenían un científico, muy desquiciado podrían decir, al que le gustaba mucho experimentar con nuevas toxinas y venenos para utilizar en sus misiones. Las células de esas pobres criaturas que no alcanzaron a ser libres antes de que atraparan a los sujetos fueron sus juguetes por un largo tiempo. Hasta que dio con un resultado que le satisfizo, el rabder-aptx estaba listo. Un virus altamente eficiente que afectaba el sistema nervioso central, derivado del virus de la rabia pero con un método de propagación más eficiente que por una simple mordida. Creaba desorientación e ilusiones en el infectado y al final el cerebro secretaba sustancias químicas que interactuaban en el organismo programando las células para la involución en vez de la apoptosis. El resultado era mayor si los individuos eran expuestos a emociones fuertes, como el miedo o la pérdida de un ser querido, debido a que estos inducían el shock momentáneo y desencadenan distintos procesos en el organismo que potenciaban el virus, como aumentar el flujo sanguíneo o la frecuencia respiratoria causando que la nueva sustancia inhalada viajara más rápido por el cuerpo a todas las células.


El primer sujeto de pruebas fue el padre de Voltter. Ya estaba enfermo y si moría solo tenía que aludir a ello. Fue un completo éxito y nadie se enteró. Al final tuvo que acabar con él en su cama, después de todo, era una pobre bestia postrada que ya no le servía para nada.


La escuadra delta que liberó de prisión se dividió en dos grupos recorriendo todo el país, y durante mucho tiempo se dedicaron a esparcir el virus por las ciudades primero en pocas cantidades. Hasta que por fin todo se salió de control algunos meses después cuando se les ordenó atacar de manera masiva.


Disfrutó del caos que habían creado entre todos, pensando que de una vez por todas eliminaría al sujeto más estorboso de todos, y ni siquiera sería por sus propias manos, las mismas personas que el tanto quería proteger con su vida serían las que acabarían con ella.


Voltter se regocijó en su asiento ya en casa. Sacó de su reserva de vino el mejor que tenía y comenzó a beber disfrutando en su paladar cada sorbo que daba de su copa.


***


—¿Cuánto tiempo tenemos que seguir con esto, Klaus? —un muchacho de no más de diecisiete años resopló con cansancio en el borde de una fuente destruida y que antaño había sido preciosa.


—Hasta que nuestro jefe nos diga que nos detengamos —el hombre de potentes ojos rojos miró con seriedad al joven castaño a su lado.


—¿No crees que es un plan demasiado elaborado solo para matar a alguien? —comentó con burla mientras miraba sus uñas sucias.


—A él le gusta divertirse a costa de otros. Nosotros solo debemos seguir sus órdenes.


—Podríamos matarlo también —dijo casual.


Esa frase le costó caro al delgado muchacho. Klaus le apretó el cuello de manera agresiva cortándole la respiración, y con su fuerza monstruosa lo elevó con un solo brazo del suelo.


—Si vuelves a decir esa mierda te romperé el cuello tan rápido que ni siquiera sabrás cuando será tu último suspiro. ¿Entendiste, Dylan? —el muchacho asintió desesperado mientras las lágrimas involuntarias caían por sus ojos y pataleaba de manera inconsciente para poder soltarse de su captor. Su garganta dolía a horrores por el aire que ingresaba con brusquedad a sus pulmones una vez fue arrojado al piso sin cuidado por el mayor—. Reúne al resto. Partiremos a Lirian en la mañana.


No fue necesario que le dieran un vistazo ni que le repitieran la orden por segunda vez. Tan rápido como las palabras salieron de la boca contraria salió corriendo a cumplir lo que le pidieron. Ni siquiera quería preguntar para qué irían otra vez a una ciudad que ya habían destruido.


***


—Señor Nova ¿qué es esto? —le preguntó el gobernador con sorpresa al mayor cuando se presentó ese día en la mansión para ver a Río. Sus intentos para llevarse bien con ese muchacho no habían disminuido ni un poco.


—Las personas que perdieron sus hogares necesitaban un lugar donde dormir —comenzó amable el anciano, mostrando con sus manos y saludando a las personas que entraban a refugiarse en su hogar por montones—, mi mansión tiene muchas habitaciones, por lo que si puedo ayudar voy a hacerlo.


El joven de cabellos plateados le dio la razón y ofreció su ayuda durante algunas horas hasta que visualizó la figura de Río apartada de todo el resto cerca del ala contraria de la mansión y se encaminó hacia él.


—¿Qué tal? —le sonrió amable.


—¿Otra vez aquí? —el omega lo miraba molesto, cansado de tener que cruzar palabras con ese sujeto de manera obligada cada vez que iba, y eso eran muchas veces.


—Vamos, no seas tan frío conmigo, ¿no hemos combatido cuidando nuestras espaldas todo este tiempo? —una mano se posó en su hombro en un intento de ser amistoso, pero esta fue quitada de manera rápida al ver la mirada dura que le era dirigida.


—¿Qué es lo que quiere, gobernador? —el pelirrojo se cruzó de brazos a la defensiva y frunció el ceño.


—¿No puedes adivinarlo? —Logan invadió su espacio personal y tocó con sus fríos y delgados dedos la marca de mordida en el cuello del lambda causando en este un claro rechazo—. Solo quiero que seamos amigos —. Le dijo simulando inocencia para luego retroceder con sus manos en alto y marcharse con una sonrisa en el rostro.


Río pensó que haría pagar doblemente a Leon con su cuerpo una vez que se vieran para quitarse el asco que sentía.


Esa interacción desagradable no pasó desapercibida para el patriarca Nova ni para el resto de soldados que se encontraban resguardando el lugar o ayudando a los civiles moviendo cosas por todos lados. Sus ojos siempre estaban sobre Río en todo momento para velar por él, aunque fuera de manera involuntaria.


Mihail se acercó a la pareja de su hijo tan pronto el gobernador abandonó sus tierras.


—He visto eso —dijo suavemente—. No tengo problemas si quieres romperle una mano o alguna otra cosa —. Expuso causando la risa del menor.


—No me tiente, señor Mihail. Porque juro hacer más que romperle un hueso si vuelve a acercarse a mí de ese modo —sus ojos refulgieron maléficos, con un obvio aviso de muerte en ellos que al adulto no le molestó para nada—. No quiero causar un conflicto de semejante magnitud en el que usted pueda salir lastimado.


—Me estás subestimando, hijo —Mihail miró a la lejanía—. Lamento decirlo, pero en realidad solo quiero utilizarte para acabar de una vez por todas con ese mocoso de mierda.


Río sonrió, sin sentirse ni un poco enfadado por aquello, y pensando entonces que deberían prepararse para otra batalla.

Notas finales:

Muchas gracias por leer <3


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