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DRAGONES por yukihime200

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28. Leon: Parte 2


Louen ignoró deliberadamente la pregunta hecha por Cassandra, y paseó su mirada por todo el lugar rocoso antes de caer nuevamente en Leon con una sonrisa en su rostro.


— ¿Estás cómodo? —preguntó con sorna. El mayor solo pudo emitir un gruñido en respuesta mientras agitaba los brazos de manera inconsciente en un inútil intento de alcanzarlo—. Ten paciencia, estarás aquí por un buen tiempo  —. Continuó bromeando con maldad.


El muchacho de ojos grises no esperó a que el otro le hablara devuelta, y dándole la espalda se retiró por las escaleras de manera rápida, confiando en las cadenas que mantenían prisionero a su enemigo.


Cassandra aprovechó la distracción del delta, quien aún seguía con la mirada al otro hasta que lo vio perderse en la salida, e invadiendo el espacio personal se acercó hasta su rostro admirando al hombre frente a ella.


Su nariz se llenó del olor de ese alfa, y recorrió con cuidado desde la barbilla  los centímetros que podía alcanzar hasta que llegó a la curvatura de su cuello, ahí donde aún se mantenía la herida causada por los dientes de Río antes de que ambos se despidieran y emprendieran el rumbo a diferentes lugares.


De manera desesperada pasó sus uñas en ese lugar tratando de rasgar la carne de manera superficial, intentando borrar la marca que tantas molestias le causaba a la vista.


— ¿Por qué? ¿Por qué él? —demandó. El dragón solo la miraba aborrecido mientras le escuchaba repetir las mismas preguntas una y otra vez con locura. Prefirió callar. Estaba seguro que cualquier respuesta que le diera la incitaría a seguir esas acusaciones que no tenían sentido—. Está bien —. Se dijo a sí misma para componerse—, está bien. No importa. A estas alturas mi hermano ya debe haberse hecho cargo de ese omega, y cuando él renuncie a su marca tú serás todo mío.


Leon enarcó una ceja confundido y a la vez sus ojos esmeralda titilaron por el pensamiento efímero que recorrió su mente a la mención de Río abandonando su lazo.


Enderezó su espalda y relajó sus facciones, respirando hondo y tranquilizándose al pensar que algo así jamás sucedería. La seguridad que expelía por sus poros hizo que Cassandra frunciera sus labios en una mueca inconforme.


— Dime, Leon. ¿Por qué él, si yo llevo toda mi vida esperándote?  —el dragón la miró inexpresivo, pensando en qué momento de su existencia había conocido a una chica tan molesta—. No me recuerdas, lo sé. Fue hace muchos años, cuando me rescataste de un par de bestias en una revuelta en la ciudad. Quedé hechizada por ti.


— ¿Todo esto por un capricho estúpido e infantil?  —Cassandra lo miró fúrica, y con una intensión exagerada le dio un manotazo a su rostro.


— ¡No te atrevas a llamar a esto un capricho! —le gritó—. Estoy enamorada de ti —dijo luego en voz baja mientras acariciaba con sus delgados dedos la mejilla que segundos antes golpeó y que ahora tenía un leve tono rosa—. Vendremos a verte otra vez mañana. Tendrás que acostumbrarte a mi de cualquier manera.


Todos los prisioneros la observaron marchar, y al segundo después de cerrarse la entrada agitaron de manera violenta sus cuerpos tratando de soltarse de manera infructuosa.


— No gasten energía  —dijo tranquilo Theo—. Nos han inyectado algo, no sé lo que es, pero puedo sentirlo en mi organismo.


Cada uno se prestó atención a sí mismo, comprendiendo lo que su compañero quería decir. El insólito palpitar presente en ellos los inquietaba de alguna manera y drenaba de alguna forma extraña sus energías; en Leon sobre todo, actuaba en su transformación y lo hacía sentirse casi tan débil como un sujeto que jamás recibió entrenamiento. 


— No se preocupe, señor  —exclamó un soldado optimista—. Estoy seguro que el grandioso señor Río vendrá por nosotros —. Lo dicho fue coreado con entusiasmo por sus otros hombres causando que una sonrisa floreciera en su rostro, porque no sabía en qué momento Río se había ganado el título de "grandioso señor Río" y ahora era un símbolo de esperanza para todos.


***


Louen y Cassandra bajaban todos los días arrastrando consigo un poco de pan y agua para todos. Aparte de eso, también les inyectaban una diminuta dosis de lo que era esa sustancia extraña que drenaba sus fuerzas.


La mujer se le pegaba todos los días, dejando salir aquellas feromonas dulces que en vez de agradarle solo le causaban repulsión y un inmenso rechazo.


— Me sorprende que aguanten tanto. Ya llevamos así unas dos semanas. Admiro la resistencia tuya y de tus hombres  —alabó con falsa amabilidad Louen un día, cuando terminaba de suministrarle a su cuello esa ridícula y molesta inyección que mermaba sus poderes—. Pero no te preocupes, esto acabará pronto. Cuando mi molesta secuaz entre en celo y tú la muerdas —. Explicó.


— Estoy enlazado a Río, tu plan es estúpido.


— Leon, vamos. No puedes ser tan inocente. ¿Es que tu mami nunca te lo enseñó? —soltó tratando de ridiculizar al mayor—. Un omega no puede ser mordido por otro alfa mientras lleva la marca, sin embargo, un alfa no está atado al omega que mordió. Si Río no ha renegado de la marca que le diste aun, significa que nuestro plan "a" falló, por lo que solo debemos pasar al siguiente. Tú morderás a Cassandra, la marca entre Río y tú se romperá, y yo aprovecharé mi oportunidad. Todos felices. 


— ¿Qué te hace pensar que yo la mordería? —de solo pensarlo la rabia bujía en su estómago.


— Por favor, Leon. Todos sabemos que es imposible resistirse a las feromonas en celo de un omega, mucho menos de un lambda.


— Cállate. Cállate. ¡Cállate!  —la voz errática de un soldado se dejó escuchar interrumpiendo la conversación, logrando que el rostro del ruin muchacho cambiara a uno de extraña felicidad.


— ¡Jajá! Al fin está haciendo efecto  —exclamó—. Ya estaba dudando de la habilidad de mis muchachos. Mira bien, Leon  —le dijo sujetando su rostro con brusquedad y dirigiéndolo a la dirección de la voz, ahí donde uno de sus hombres se retorcía desesperado—, la involución es una cosa interesante ¿No crees?. Ya quiero saber cómo será la tuya.


El joven muchacho sacudía su cabeza con fuerza y comenzaba a cambiar bajo la mirada espantada de sus amigos y compañeros, quienes frustrados intentaban liberarse para tratar de ayudar, logrando que en la sala solo existiese un molesto sonido producto de las cadenas chocando contra el muro.


— ¡Basta! —gritó Leon con autoridad, para que inmediatamente el lugar quedara en silencio y el muchacho a media transformación se quedara estático—. Tranquilo, Remi.


El alfa libre miró todo con molestia y soltó un chasquido con su lengua al observar como la voz de alfa del otro tenía ese gran efecto aun con una dosis del veneno recorriendo su sistema.


— Esto ya no es divertido  —dijo a nadie en particular, y se marchó del lugar sin que nadie le prestara atención.


— Respira, Remi  —continuaba calmando al otro. El joven cerró sus ojos obedeciendo e inspirando profundamente hasta que sus pulsaciones regresaron a la normalidad y las orejas que comenzaban a crecer volvían a su tamaño normal.


— Increíble —susurró otra persona—. No tenía idea de que la involución podía revertirse.


— Eso es, Remi. Sigue así —continuó calmándolo Leon—. Lo estás haciendo muy bien.


Después de unos minutos el chico se veía agotado por el inmenso esfuerzo que le costó mantener la cordura, pero muy agradecido también con el alfa a cargo.


— ¿La voz de alfa tuvo algo que ver? —la voz de Theo resonó en el calabozo sin querer, tratando de averiguar aquella acción inexplicable.


— No lo sé —explicó el otro después de unos instantes—. Solo me concentré en escuchar la voz, de todos —su tímido murmullo conmovió el corazón de algunos cercanos a su lado.


— ¿Qué? ¿Nos dirás que fue el poder del amor o algo así? —dijo divertido alguien causando las carcajadas de todos en un segundo y el sonrojo de Remi que estaba a punto de comenzar a rebatirle cuando la puerta se abrió nuevamente. 


Bajando las escaleras esta vez venían dos de los deltas con quienes venía para completar la misión. En sus manos un nuevo conjunto de jeringas con un líquido gris se movían de manera leve con cada paso que daban hacia ellos.


Sin dar explicaciones el sujeto que tenía sus manos vacías comenzó a jalar los cabellos de los prisioneros inclinando sus cabezas e inyectando en su cuellos pese a las protestas y los intentos que hacía cada uno por alejarse.


Cuando terminaron la ronda de inyecciones se retiraron entre comentarios hostiles y miradas desdeñosas, para que todo se sumiera otra vez en el ambiente deprimente anterior.


— Resistan, muchachos —dijo el dragón con dificultad—. Resistan, saldremos de aquí aunque me cueste la vida —. Declaró, pero la frase perdió todo poder de convencimiento ante sus soldados cuando sus ojos comenzaron a cerrarse.


***


— Despierten bellas durmientes —se escuchó con fuerza la voz después de que todos fueran empapados de pies a cabeza con un balde de agua—. La dosis anterior fue muy fuerte, durmieron por dos días.


Leon aún se sentía cansado. Las venas en su cuerpo escocían de manera dolorosa y su cabeza palpitaba tan fuerte que pensó explotaría en cualquier momento.


Las cadenas que apresaban su cuerpo comenzaron a sonar, indicando que al fin estaban siendo removidas después de quién sabe cuánto tiempo ya.


— Ya es hora —dijo en tono cantarín el sujeto que removía sus cadenas—. Te llevaremos a asearte para la señora. Será mejor que no intentes nada raro.


Sus piernas no pudieron mantener el peso una vez fue liberado, por lo que tuvieron que sostenerlo entre dos personas para llevarlo a rastras a la salida.


La mente de Leon trabajaba tan rápido como sus golpeadas neuronas lo permitían. Suponía que estaban activando el plan "b" ya que lo estaban llevando con Cassandra. La muchacha debía estar próxima a entrar en celo, y era justamente ahí cuando pensaba actuar, aún si su cuerpo se prendía en llamas por la sensación que recorría su cuerpo.


Lo arrastraron hasta una tina, donde lo metieron al agua fría y comenzaron a refregar su cuerpo sin ningún cuidado, casi con rabia, desquitándose por cosas que el alfa no podía entender ni que jamás lo haría. 


La ropa que traía pegada a su cuerpo fue hecha jirones con asco, al fin liberándolo del sudor y excreciones de su cuerpo que no les permitían limpiar allá abajo. 


No se preocuparon por cubrir su cuerpo una vez listo, y desnudo lo arrastraron por el corto pasillo de la casa hasta una habitación matrimonial. Lo empujaron hasta la cama, atando sus extremidades nuevamente, pero esta vez solo fueron cuerdas, todo indicaba que ellos no creían necesitar algo más fuerte y que Leon no daría mucha batalla entre las feromonas y el veneno en su cuerpo.


El delta se quedó ahí respirando calmado, esperando que la claridad se abriera paso en él para encontrar la salida necesaria a toda esa situación.


Cassandra cruzó las puertas una hora después, con poca ropa, las mejillas rojas por el calor y una cantidad intoxicante de feromonas que le producían náuseas al mayor.


Ella se subió a la cama, en un patético intento de hacer ver sus movimientos sensuales. Sus manos recorrían con hambre el cuerpo bajo ella, frustrada por no obtener la reacción que esperaba a la situación que estaba desatando.


Leon lo pensó un instante. Ella quería ser mordida, y él quería salir de ese lugar cuanto antes. Luchando contra las cuerdas que apresaban sus muñecas a la cabecera logró desatarlas rompiendo la madera, y fingiendo estar absorto en ella recorrió con su mano derecha su cuello hasta tomar con gentileza su cabello desde la nuca.


La mujer se encontraba extasiada al por fin pensar que había conseguido lo que tanto ansiaba, y sin que se lo esperara su cabeza fue jalada hacia atrás con poca delicadeza.


— No te atrevas a morder ese cuello, Leon Nova  —los ojos de pupilas rasgadas se dirigieron enojadas hacia la voz que interrumpía su oportunidad de escape, pero al reconocer la silueta frente a él no pudieron hacer más que abrirse sorprendidos.


— Río —susurró sin creer que pudiera estar ahí.


— Me alegro haber llegado a tiempo —dijo con una sonrisa pequeña—. Ahora, si me disculpas, tengo que encargarme de esta mujer.


Sin que el otro lo esperara Río arrastró a Cassandra por sus cabellos lejos de la cama y la arrojó al suelo afuera de la habitación. Siguiéndolo de manera torpe el dragón lo acompañó a la puerta, notando entonces que su pareja no había venido sola y estaban causando una gran cantidad de destrozos mientras luchaban con todo el mundo.


— ¿Dónde están tus hombres?  —la pregunta de Río y el fuerte agarre en su hombro lograron atraer su atención otra vez.


— En el calabozo —Leon no había terminado de decir la última palabra cuando Río ya le estaba gritando a un soldado próximo a él para ir a rescatar al resto.


— Quédate atrás hasta que te encuentres mejor  —sin esperar a que su alfa le contestara lo empujó devuelta a la habitación y se inclinó hasta quedar frente a frente con la omega—. Te diría que no te lo tomes personal ni nada, pero no es así, esto es muy personal.


— ¿No tienes vergüenza al enfrentarte a una persona que se encuentra en celo? — preguntó desesperada.


— No —respondió a secas—. Te atreviste a poner tus manos sobre mi alfa, y he querido arrancarte la garganta hace mucho en verdad. Podrías ser inválida y aún así obtendrías la misma respuesta de mi —. Cassandra lo miró asustada e impotente, su estado no le permitía defenderse de nada en esos momentos.


— Se supone que mi hermano debería haberte mordido.


— ¿Tu hermano? —preguntó observando con detenimiento a la chica hasta que su cerebro hizo la conexión por las similitudes físicas— ¿Hablas de Logan? —soltó riendo—. Ese tipo está muerto hace mucho tiempo ya.


Cassandra movió la cabeza aterrada de un lado a otro, comenzando a retroceder asustada mientras trataba de manera torpe de ponerse de pie para correr. Río la seguí a paso calmo detrás, mientras silbaba una canción que recordaba de su mundo en las películas de terror.


Una vez detuvo el escape de su presa al pisarla su rostro se enserió.


— Debo decir que esto no me apena para nada, Cassandra. Espero que te encuentres con tu hermano en el infierno.


El grito de la mujer llegó hasta los oídos de Leon, quien por fin sentía responder un poco mejor a su cuerpo y caía en cuenta que su omega realmente se encontraba ahí con él.     


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