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DRAGONES por yukihime200

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38. Para volver a ti


Lo primero que hicieron Fabián y Río cuando la sensación opresiva en sus cuerpos terminó fue recostarse contra un árbol cercano, cerrar los ojos, y suspirar rogando no devolver lo poco que habían comido aquella mañana antes de viajar. El sudor cayó en forma de una pequeña gota por sus rostros, siendo llevada por la fresca brisa que traía consigo olores que jamás habían sentido.


El primero en recomponerse fue el pelirrojo, quien se levantó tranquilo fingiendo que nada le había afectado y el mareo no persistía en su interior. Los sonidos de las aves y rugidos de algunos animales no identificados llegaron hasta sus oídos, logrando que los cuerpos de todos se tensaran en una respuesta rápida ante una posible amenaza.


— No podemos quedarnos mucho tiempo aquí. Estoy seguro que mi presencia llamó la atención de algunos.


Fallon levantó con cuidado a su compañero que aún respiraba con dificultad y lo sujetó contra su cuerpo mientras comenzaba a liderar el camino a través del espeso bosque de hierbas altas.


El calor húmedo típico de un ambiente tropical pegaba la ropa a sus cuerpos, y más de alguno consideró seriamente comenzar a desnudarse por el camino para evitar la incomodidad. Para su mala suerte, solo era una idea; la imaginación terrible les hacía pensar en quien sabe qué tipo de cosas venenosas que podrían entrar en contacto con ellos, y si el hada no se quejaba ellos no serían los primeros en hacerlo.


Río pensó seriamente en lo que se había metido, y en la gran travesía que realizaría solo por ir detrás de un hombre. Es por eso que esperaba con toda su alma que un par de brazos abiertos se encontraran listos para recibirlo tan pronto regresara, porque de todas formas sabía que todo su esfuerzo valdría la pena solo por ver esa bonita sonrisa dirigida a él, y siguió su rumbo mientras apretaba entre sus dedos la piedra verde que había sacado de la casa de Marie.


 


Las cosas no fueron sencillas, atravesaron el bosque durante días y noches, luchando contra insectos gigantes y animales que el pelirrojo jamás había visto en ninguno de sus dos mundos. El cansancio era notorio en los ojos de todos y la moral de Fabián disminuía cada día al sentirse inútil.


A lo largo del camino el dragón había roto una gruesa rama de árbol, y con una piedra filosa, como en los tiempos antiguos, por las noches se ponía a tallarla y darle la forma de un bastón, para luego sujetar una pinta de lanza prehistórica con hierbas largas tan duras como cuerdas. Su lanza no se veía tan bien como el arma al que se acostumbró, pero le serviría mucho para salir del apuro.


— Quiero un arco —espetó de pronto Fallon mirando al pelirrojo, quien enarcó una ceja e ignoró totalmente su petición.


— Que bien por ti.


— Tállame un arco.


— ¿Por qué demonios haría algo para ti? Tienes dos manos, haz tu trabajo.


Tal vez fue el cansancio. Tal vez fue que en realidad ellos dos no eran amigos, pero el leve intercambio de palabras, que ni siquiera parecía una discusión, tensó el ambiente de una manera increíble, tanto, que el menor creía que saltarían a atacarse el cuello en cualquier momento.


— ¡Yo lo haré! —gritó de improviso en medio de la noche.


 


Ambos mayores miraron a Fabián, soltando un suspiro resignado en sincronización y calmando sus ánimos al ver a su compañero a punto de llorar por la situación.


— ¿Sabes cómo hacerlo? —preguntó el dragón siendo contestado por un asentimiento de cabeza y un par de dedos tímidos que apretaban la ropa sucia del contrario.


— Solo necesito madera muy resistente y esas hierbas que recolectaste. No podré hacer algo muy avanzado debido a los materiales, pero servirá mientras tanto.


Río cerró sus ojos cansado, esperando unos segundos antes de ponerse en pie  alejarse unos cuantos pasos para conseguir lo que le habían pedido y dejar al par solos un momento. Dentro de su mente pensaba en lo valiente que era ese chiquillo, dado que si para él, quien tenía una gran resistencia las cosas eran difíciles, para el menor debían ser mucho peor, aún así, jamás lo había escuchado quejarse.


Cuando volvió con el pedido vio a joven repetir la rutina que ya había seguido él antes, y debido a la falta de materiales realmente buenos la fabricación del arco le había tomado un buen par de noches.


Fallon tomó entre sus manos el arco que le habían entregado y por fin pudo decirle a sus acompañantes que podían dormir esa noche sus buenas horas de sueño. Tener armas en sus manos les dio la seguridad que necesitaban para cerrar los ojos de una buena vez.


***


El cansancio les había pasado factura. Por esa razón, aunque las orejas puntiagudas de Fallon se movieron en respuesta al crujido de ramas y pisadas en el piso, sus ojos no pudieron abrirse hasta que sintió el aliento fétido en su nariz y la humedad que una respiración frente a él le entregaba.


Su cuerpo reaccionó al momento en que se sintió muy amenazado y vio a Río a punto de saltar sobre el cuadrúpedo de gran tamaño.


— ¡Detente!


Su arco empujó en un movimiento desesperado la gran lanza que se dirigía al animal bajo la mirada estupefacta de ambos jóvenes que le acompañaban. El perro en cambio, comenzó a lloriquear de una manera que a los ojos de todos no se veía nada tierno mientras realizaba movimientos con sus patas delanteras, en lo que el dragón podía apostar, era una extraña forma de mostrar alegría.


— ¿Qué demonios es esta cosa? —preguntó ya por fin cansado de la intriga.


— Es un Farkhen. Un perro de caza.


La mente del castaño realizó un pequeño cortocircuito. Los libros que leyó alguna vez en la vida, y todas las películas que había visto en su infancia plantaron en su cabeza criaturas irrealistas de gran belleza que servían a las hadas o que eran las hadas mismas. Pero esa cosa no estaba ni de cerca a todo lo que se había imaginado, y probablemente, si Al no le hubiera especificado que era un perro de caza ni siquiera hubiese podido identificarlo como un can.


Ninguno de sus pensamientos salió a la superficie, claro. Los ojos amarillos del animal lo miraron como si supiera todo lo que se cruzaba por su cerebro, plantándolo en el piso como una estatua que ni siquiera podía temblar del miedo. Fue capaz de respirar cuando los ojos de todos, incluso del animal, se giraron en dirección contraria y un nuevo muchacho apareció por entre la alta hierba con una espada en mano.


El silencio reinó entre ellos, ni siquiera se escuchaba el canto que el viento siempre hacía a esas altas horas, hasta que todo fue roto al momento que el aparecido puso una rodilla en el piso y una voz angustiada salió de los labios.


— Mi príncipe.


 


El muchacho pelirrojo se desconectó totalmente de la conversación. No le interesaba en realidad nada ni nadie de lo que fuera apareciendo mientras que Fallon no le dijera que era un enemigo y debía ser eliminado. Su mente se centraba solo en avanzar, en cumplir la promesa que había hecho con esa criatura que ahora dirigía su camino y el anhelo que sentía en su alma cada que pensaba en su alfa. Nada más importaba.


 


No supo en realidad cuanto tiempo les había tomado llegar hasta un campamento militar, pero Río contó aproximadamente un mes. El pequeño Fabián se había ofrecido a fabricar armas y fue apartado de ellos de buena manera, el dragón comenzó a verlo una que otra vez solo de reojo y luego se centraba otra vez en entrenar a un grupo de soldados que no tenía idea de cuándo habían llegado bajo su mando.


Algunos de ellos solían hablarle, entonces Río contestaba a sus halagos de manera automática, sin siquiera procesar en realidad que era lo que le decían, porque con el paso de los días su mente se desconectaba cada vez más.


— Concéntrate —sintió en algún momento la gran mano sobre su hombro sobresaltándolo —. Sé lo difícil que es. Tu alma trata desesperadamente de conectarse con su otra mitad, pero necesito que te concentres, Río —. Terminó su frase alzando frente a él una armadura de un material ligero, pero que a simple vista se veía mucho más adecuada y moderna que la que ellos tenían en su mansión para luchar.


A su cabeza le tomó un tiempo retornar sus sentidos, pensar en lo que estaba sucediendo y en dónde se encontraba; hasta que sintió el sonido de un cuerno de guerra resonando con fuerza por todo el campamento.


— Ya es hora —escuchó decir a Fallon mientras se ponía de pie y ponía sobre su cabeza el casco que cubría de manera elegante sus pómulos y poseía algunos detalles finos y en punta que al parecer determinaban su alto estatus entre los hombres que partirían a la guerra.


 


Río pensó con seriedad sobre eso. Cuántas guerras le habían tocado librar desde que murió hace un par de años en su mundo original. Estaba cansado.


Un felino de gran tamaño y un cuerno saliendo de su frente se acercó a él con cautela, soltando algo similar a un ronroneo al frotarse contra su costado mientras esperaba que ese muchacho de agradable olor se montara sobre su lomo. El dragón lo miró desinteresado, mientras escuchaba a lo lejos los gritos motivacionales de los guerreros y apretaba con fuerza la piedra verde en su mano.


Estoy haciendo todo esto por ti, Leon ¿Puedes sentirlo?


Obligó a su mente a concentrarse, escuchando esta vez con claridad todo lo que sucedía a su alrededor y subiendo con rapidez y sin delicadeza sobre la colosal bestia parada a su lado. El felino soltó un rugido de gusto mientras comenzaba a correr detrás de todo el grupo, y tiempo después Río comenzó a sentir el calor.


***


No sabía cuánto llevaban ya en eso. El paisaje desolador de la guerra creaba sentimientos de angustia en su pecho que se borraban con un poco de optimismo ya casi inútil.


Compañeros a los que había entrenado se retorcían de dolor entre últimos suspiros y las bestias que les servían de transporte se comían algunas otras criaturas que eran sus enemigos.


La piedra verde que le recordaba a los hermosos ojos de su amado se había ido hace mucho tiempo, y en su mente las palabras que se repetían constantemente comenzaban a perder poder.


Todo esto es por ti. Para volver a ti.


Su mano ensangrentada debido al fuerte agarre en su lanza comenzó a temblar. Miró a su alrededor, observando el cansancio de su fiel compañero felino, mirando con hastío el color rojo de las llamas en su cercanía.


Tal vez ya nadie lo estaba esperando. Se preguntaba en verdad si todo eso valía la pena, y sopesó con fuerza la loca idea de arrojar su arma y darse simplemente por vencido.


 


El golpe depositado con una monumental fuerza en su mejilla despejó sus depresivas ideas, y observó a su lado como Fallon, ahora con una gran cicatriz reciente en su hermoso rostro, sostenía con un brazo tembloroso a un dormido Fabián que respiraba de manera muy superficial, a punto de partir, cansado incluso de ingresar aire a sus pulmones.


— No te rindas ahora, imbécil —exclamó con los ojos rojos, irritados de tanto contener las lágrimas —. No te rindas ahora.


Río miró a Fallon, pensando en todo lo que debía estar sufriendo en esos momentos. Es cierto. Todos estaban haciendo un gran sacrificio para cumplir sus propósitos. Todos estaban arriesgando su vida por algo, lo estaban arriesgando todo.


— ¿No hay nada que podamos hacer?


Su mano se posó sobre el hombro de su ahora único compañero restante con quien había viajado, rogando para sí que el hada saliera con algún ritual mágico que pudiera devolverle lo que él sabía era su otra mitad.


— Hay algo que podemos hacer —respondió casi en un murmullo que a Río le costó comprender —. Pero de todas formas debemos llegar hasta el trono, y a Fabián no le queda mucho tiempo.


El muchacho lo miró con tristeza, y sus ojos de un oro fundido debido al cansancio y la resignación lucieron más sólidos, ardiendo determinados con un nuevo objetivo. Porque al final de cuentas, todo esto estaba pasando porque quería volver con Leon, y esta vez nada lo detendría, ni siquiera su propia moral.

Notas finales:

¿Cómo que solo quedan 5 capítulos y desde ahí ya puros extras? OMG. ¡Cómo ha pasado el tiempo!

Muchas gracias a todas las personas que esperan con paciencia un nuevo capítulo de esta historia, y espero de todo corazón que en unos meses la vuelvan a leer ya completamente editada (porque sí, tengo muuucho que editar)

Un beso a todas/os


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