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DRAGONES por yukihime200

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Extra 2: El Dragón Enamorado


Caliente. Así es como lo nombraba Leon, y no hablaba específicamente del clima. Aún sentado bajo la sombrilla evitando al sol el calor quemaba su cuerpo. Río los había arrastrado a todos a una playa, así que ahora ahí estaban, rodeados de kilómetros de arena y la brisa marina golpeando sus rostros.


El pelirrojo estaba en la orilla del mar, jugando con su hermana y los soldados que lo acompañaban como perros guardianes a todos lados. Era una imagen muy tierna, entonces, ¿Por qué verlo ahí, con gotas escurriendo por su cuerpo y esa gran barriga donde se encontraba su hijo, lograba aumentar tanto su temperatura corporal? Se vio obligado a desviar la vista, cerrar los ojos y soltar un suspiro.


Aún lo recordaba, su familia le había presentado montones de omegas, betas e incluso mujeres alfas desde que entró en la adolescencia, sin embargo, nadie era capaz de llamar su atención. No es que el olor de las feromonas del resto no fuesen atractivas, es solo que no despertaban nada en él, entonces, Leon se había resignado a pensar que simplemente era asexual, por esa razón, hasta los veintinueve años, se dedicó al trabajo y nada más, de todas formas, no conocía a nadie que se hubiera muerto por falta de sexo.


Exacto. Él se consideraba muy asexual, entonces, ¿Por qué demonios ahora que tiene treinta y dos años no podía controlar lo que tenía entre las piernas? ¿Qué clase de animal era? Atrás, impulsos pubertos. 


— Deberías calmarte, Leon. Esta ya es la tercera vez en la semana, y van tres días de ella —le dijo relajado el padre mientras bebía de su vaso con tranquilidad, devolviendo el saludo que le daba su hija desde la distancia.


— Lo sé  —gruñó molesto devuelta.


Río se acercó corriendo muy contento, con la velocidad que le permitía su cuerpo, hasta donde se encontraban padre e hijo charlando, mostrando una gran felicidad y emoción no solo en su rostro, a través de sus feromonas también.


— Mira, mira. Siente esto —emocionado tomó la mano izquierda de su esposo y la colocó sobre su abultado vientre de seis meses—. ¿Qué hago? No se había querido mover mucho hasta ahora, estaba muy asustado, pero ahora se mueve con locura. Es muy extraño. ¿Qué hago?


¿Qué haría él? Se preguntaba Leon. Diablos, si hasta las nuevas cicatrices que surcaban el cuerpo de Río le parecían sensuales. Sabía que debería estar tan emocionado como su pareja por su pequeño hijo, y claro que lo estaba, mucho, pero en lo único que podía pensar en esos momentos era en el contacto de su mano con la piel desnuda de Río, y sin aguantar la tentación aprovechó el momento para ocupar la diestra y acariciar por todos lados, sintiendo además el movimiento infinito dentro de ese pequeño espacio.


Río, fingiendo ingenuidad, miraba con sus ojos afilados la resistencia inútil que intentaba aplicar su alfa. Por supuesto, no quería ser muy descarado frente a su suegro, por lo que riendo en su mente se volteó hacia el mayor ofreciendo la misma acción.


Mihail se había dado cuenta de todo, no es como si él hubiese nacido anciano, pero siguiendo al descarado muchacho fingió demencia ante la situación y acarició también la zona.


Los dedos de Leon picaron ante la falta de contacto. "Tranquilízate, está embarazado", se decía, malvadas hormonas.


— Río, el nuevo tubo de protector de piel se me ha quedado en la cabaña, ¿Por qué no vas a buscarlo?


— El protector es importante cuando uno va a la playa, ¿Por qué no me acompañas, Leon?


No hizo falta que le preguntara dos veces, de un salto ya se encontraba a su lado instándolo a caminar los pocos metros de distancia hasta el refugio.


Una vez en la habitación el dragón fue pegado a la pared, sintiendo sobre su abdomen la presión que ejercía el contrario al intentar besarlo y pegarse a su cuerpo. "Uh, podemos dañar al bebé", pensó mientras con sus manos intentaba separarse suavemente.


— ¿Qué sucede? —preguntó entre jadeos el menor—. Pensé que tus locas feromonas ahí fuera eran por esto.


— Y tienes razón, tienes razón. Pero creo que puedo lastimar al bebé.


— Nuestro hijo está bien. ¿Sabes qué es lo que dicen en mi mundo? El sexo ayuda a que el bebé sea más hermoso. Creo que nuestro hijo podría ser un Dios.


Bien, nadie puede decir que él no se resistió, es solo que Río era muy convincente.


Tomando al muchacho en brazos llevó al omega hasta la cama, depositándolo con todo el cuidado del mundo y comenzando a bezar cada tramo de su cuerpo, deteniéndose un gran tiempo en su vientre, besando con adoración mal contenida, susurrándole a su hijo un "espero que estés durmiendo" que logró hacer reír a su esposo a carcajadas. Hasta que los besos comenzaron a descender y la risa se transformó en gemidos que intentaron ahogar.


El protector solar, por supuesto, no regresó a la playa, ni ellos dos tampoco.


***


Caminó hacia el frente, luego a la derecha, entonces retrocedió sobre sus pasos y emprendió el camino por otra dirección. Los presentes lo miraban aburridos, incluso ya más irritados que emocionados con toda la situación.


— Jefe, ¿Quiere ya quedarse tranquilo? Me pone nervioso —Liam esperó el regaño devuelta, pero en vez de eso recibió una mirada inquieta y angustiada, entonces toda la irritación que sentía se esfumó sumándose a la caminata del hombre. 


Todos lo sabían, el parto de un omega masculino era totalmente diferente, solo la cirugía podría ayudarlo a dar a luz, algunos incluso perdían la vida. El dragón caminaba de un lado a otro para poder calmarse, en esos momentos lo que menos necesitaba el otro padre de su hijo era sentir su inquietud por medio de su lazo, incluso si este se encontrara dormido gracias a la anestesia. Tal vez debería comenzar a comerse las uñas.


No tiene idea de cuánto tiempo lleva haciendo lo mismo, el médico había dicho que no se tardaría más de una hora y media, entonces ¿Por qué parecía que llevaba casi tres horas ahí? ¿Algo había salido mal? ¿Qué haría él si algo salía mal? su vida era Río. Un montón de pensamientos oscuros cruzaban por su cabeza aún si no quería, hasta que de pronto, en la habitación de al lado escuchó el llanto estridente de su hijo. Su corazón se elevó hasta el cielo y sintió que se había agrandado para entregar más amor del que podía dar, hasta que la ayudante salió corriendo y le entregó a su hijo con rapidez diciéndole que era una niña y estaba muy sana, para luego volver corriendo a la habitación.


Algo había salido mal. Río estaba en problemas, otra vez, por su culpa. Las manos que sostenían a la diminuta bebé temblaron y sintió que las fuerzas le abandonaban, la increíble sensación de haber tocado las nubes se esfumó de golpe y se sintió caer en un abismo. Las lágrimas cayeron por sus ojos sin poder detenerlas, pero volvió a la realidad con rapidez, besando la pequeña cabeza con diminutos cabellos de color rojo, diciéndole en voz alta que papá estaría bien, aún si era más para convencerse a él mismo.


Se sentó en silenció en un sofá del rincón, esperando, sus piernas ya no tenían la fuerza para ayudarlo a estar de pie por toda la habitación.


Y de pronto el médico entró con una cara agotada pero muy satisfecho, y toda la tensión en la sala desapareció para pasar a ser júbilo.


— Él está bien. Las cosas se complicaron un poco, pero ya está estable, solo necesita descansar. Es un muchacho muy fuerte. ¡Felicidades por su bebé! —terminó de decir para despedirse con una reverencia—. Oh, por cierto. Dejé la fórmula láctea en la habitación del paciente, todas las instrucciones están anotadas.


Luego de que el doctor saliera todos se acercaron a la puerta y miraron desde lejos, no queriendo entrar. Solo Leon se atrevió a hacerlo.


Su bello omega estaba dormido, un poco pálido, pero en general solo parecía cansado. Se sentó a su lado, tomando su mano y llevándola hasta sus labios para depositar un beso, agradeciéndole por todo el esfuerzo que hizo por su hija.


Sus ojos se abrieron al tercer día, un poco desorientado, preguntándose dónde rayos estaba. Sentarse en la cama fue doloroso, pero no es como si fuera a morir por ello, había sentido cosas peores, pero eso no quitaba que la herida fuera molesta. Levantó un poco las sábanas para saber qué es lo que estaba pasando ahí abajo, entonces notó su vientre más deshinchado, y la gran presión de su bebé ya no estaba ahí. Su respiración se agitó un poco, llamando desesperado por medio de su lazo a Leon mientras trataba de ponerse de pie.


Su esposo entró no mucho después con la princesa en brazos, asustado de verlo hacer tanto esfuerzo.


— Tranquilo, cariño. Todo está bien. Tranquilo.


Los varoniles dedos se posaron en su mejilla acariciándolo, pidiéndole a esos hermosos ojos dorados que se calmara y respirara mejor.


El alfa le vio recuperar su temple, y entre sonrisas emocionadas le presentó a su hija. Su carita arrugada tenía el ceño fruncido por culpa de la molesta luz, y su mechón de cabello rojo ahora seco estaba desordenado. Aún si sus facciones no estaban bien definidas por el momento, para ellos dos era la cosita más hermosa que había pisado la faz de la tierra.


— Ella aún no tiene nombre —susurró Leon al tomar asiento a su lado en la amplia cama.


— Vita —dijo tomándola por primera vez entre sus brazos—. Vita Nova.


— ¿Qué significa?


— Vida. Nueva vida. Ella representa todo lo que significan ustedes para mi.


Leon miró a su esposo, quien tenía sus ojos centrados en la pequeña viendo una maravilla. Sus ojos brillaban de forma extraordinaria, tal como los suyos cuando veía al amor de su vida.


Viéndolos ahí a ellos dos su estómago se revolvió con un montón de emociones. Quería reír, llorar, besarlo, gritarle al mundo algo, tal vez lo feliz que era. Le ganó la segunda emoción. Lloró a viva voz llamando la atención del omega. No tenía que preguntarle para saber qué pasaba por su mente, él se sentía de la misma manera, lo cual hacía que los sentimientos de ambos se intensificaran al sentirlos maximizados por medio de su lazo.


Se tomaron de sus manos mientras apoyaban la cabeza en el contrario, viendo dormir en completa paz a su retoño. Ah, Leon podía imaginarlo, la belleza despampanante que tendría su hija, y ahí, imaginando el futuro, pensó que no podría ser más feliz.


— Ahora deberíamos tener al niño —hasta que Río dijo esa frase.


Sí. Leon era tan malditamente feliz con ese muchacho a su lado, que pensó seriamente lo mucho que le gustaría ser inmortal, para vivir la eternidad ahí a su lado.


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