Volver a Grimmauld place, curiosamente, estaba bien para Lucius. Significaba que estaban solos y Remus era todo para él.
Con la manada lo perdía durante horas con gestiones que lo dejaban agotado, ¿quiénes se creían que eran para devolverle un lobo tan agotado que ni siquiera quería "hacer" nada con él?
Después de un pequeño drama sobre como ya no le deseaba decidieron que la manada podría vivir sin Remus teniendo a Fenrir ahora al 100%.
Estaba bien, estaba muy bien. Pensaba Lucius hecho un ovillo sobre el regazo de Remus mientras ambos leían cientos de viejos tratados sobre magia oscura.
—Nunca pensé que pudieras ser así—dijo Remus acariciándole la espalda.
—¿Así cómo?—Para sorpresa de Remus, Lucius había pedido unos pequeños lentes para leer, y la imagen, para su gusto era demasiado encantadora.
—Tan dulce.
Lucius le miró todo ojos grises y largas pestañas rubias.
—Si dices eso en algún lugar fuera de nuestra intimidad, te arrancaré los colmillos—le dijo tan bajo y tan serio que Remus no dudaba de que estaba hablando en serio. Luego le besó y se acurrucó de nuevo contra su pecho.
—¿Puedo preguntarte qué le pasó a tus alas?—Lucius se tensó visiblemente.
Remus le seguía acariciando, y tomó mucho tiempo poder verbalizarlo.
—Me las arranqué el verano después de nuestro último curso.
La mueca de dolor de Remus no era nada para lo que Lucius había sentido al hacerlo. Había sido un verano horrible, su veela lloraba sin parar por Remus.
En su última noche en el castillo le vio besándose con Sirius, el beso más tórrido que Lucius había visto en su vida. El mundo se le apagó, daba igual lo que se hubiera dicho a sí mismo sobre seguir su vida, sobre casarse y mantener su estatus social.
Daba igual, porque el corazón le sangró al ver a su pareja destinada con otra persona. Dos días después se automutiló destrozando sus alas en Malfoy Manor, tres semanas después se casó con Narcisa.
Se avergonzaba de su conducta, de haber cometido un acto tan atroz contra sí mismo por un rechazo que ni siquiera se había llegado a producir porque nunca habían llegado ni a hablar directamente.
—Te vi besándote con Sirius—confesó, y Remus abrió la boca—. No es tu culpa, no quiero decir eso. Ese año descubrí mi herencia que llegó más tarde que la de Draco y sobre la que yo no sabía nada.
>>Mi padre pensó que se había saltado mi generación, al parecer sucedía. Y cuando supe que eras tú no lo llevé bien, Narcisa y yo fuimos comprometidos desde niños. Y yo en cierto modo la quería ya. Pero mi veela estaba desesperado, y verte con Sirius me volvió loco.
—Lo siento—dijo Remus—, yo no podía parar de mirarte, de querer saber de ti, pero siempre pensé que solo te reirías de mí.
—Lo hubiera hecho, aunque me muriera de ganas de estar contigo.
Remus torció el gesto, pero de algún modo lo entendía.
—Sirius y yo solo duramos dos meses, y nunca, con nadie, ha sido como contigo. Nunca.
Lucius brilló entre sus brazos.
—Para mí nunca ha sido como contigo.
Ambos quedaron en silencio, hasta que Lucius habló.
—Las echo de menos, me gustaría que las hubieras visto.
Remus le besó, le quitó el viejo tomo entre las manos, le tumbó sobre el sofá comenzando a desnudarle lentamente.
—Si eran parte de ti tuvieron que ser las alas más hermosas del mundo—le dijo sonriendo, le gustaba cuando Remus era un cursi.
No fue ese día sino un par más tarde cuando Lucius había salido de la ducha cuando Remus las vio, no una sino una decena de plumas plateadas mientras Lucius se secaba mirándose en el espejo con una sonrisa distraída.
Lucius hacía años que no lloraba, pero tener de vuelta algo que pensaba perdido para siempre pudo con él.
—Plateadas, preciosas como tú.—Lucius le aceptó la cursilería con una sonrisa, mientras las miraba lleno de alegría.