Llegar a priver drive fue difícil. Todo te dolía, estaba empezando a oscurecer y el miedo que te daba por pensar en lo que tío Vernon llegase a hacer te hizo avanzar lentamente.
Entraste por la cerca hacia el jardín trasero porque sabías que tía Petunia se pondría histérica si al entrar por la puerta principal ensuciases todo.
La casa se veía tranquila, todo ordenado y limpio como les gustaba. Trataste de llegar en completo silencio hasta la alacena, pero apenas saliste de la cocina la televisión en la sala se apagó y tío Vernon empezó a dirigirse a donde estabas congelado.
Todo se veía tan normal que creíste que Dudley no había dicho nada.
Pero la esperanza murió al ver la cara de tío Vernon cambiar del pálido color habitual a un rojo furia encendido que subía desde su obseso cuello hasta la punta de sus orejas.
-Así que te atreviste a hacer tus cosas de fenómeno- aseguró con su voz ronca -y no conforme de eso lo hiciste en público- grito mientras temblaba en tu sitio.
No dijiste nada porque sabías que de nada serviría. Solo lo veías, mientras el rojo de su piel mutaba a un morado enfermizo.
Era esa razón por la que odiabas ese color en especial, el morado siempre significaba dolor para ti.
Y como el color presagiaba, el dolor empezó.
Los golpes empezaron a llegar como las tormentas de verano. Rápidos y fuertes.
Cada uno más doloroso que el anterior.
"Haz algo"
Otra vez la voz sibilante te hablo, pero no como antes.
Grito, y esta vez lograste escucharla rápidamente.
No puedo
Gimoteaste mientras te hacías bolita tratando de protegerte los mas que podías.
"Claro que puedes mocoso, tienes el poder para hacer que este maldito muggle infeliz deje de hacernos daño"
¿Cómo? Solo soy un pequeño fenómeno
"Con magia"
Magia, eso no existe
"Claro que existe mocoso"
Si la magia existiera yo no sufriría así
"Tu sufres porque quieres"
No es cierto, si pudiese no estaría yo aquí
"¿Quieres ver que la magia existe Harry Potter? puedo sacarte de aquí"
Si la magia existe, sácame de aquí
Rogaste con un grito desesperado.
Y todo paro.
Como el final de la 2° sinfonía de Mahler, la magia salió de tu cuerpo. Rápida y dura, la onda de magia pura mando a volar a tío Vernon hasta estrellarse contra el exhibidor de la porcelana de tía petunia y haciéndolo desmayarse.
Cuando ya solo reino la calma, viste a todos lados y descubriste el caos que te rodeaba.
Te desplomaste al sentirte drenado, como si toda la fuerza hubiese abandonado tu cuerpo con la onda de magia.
"Debemos irnos"
No me puedo mover, estoy muy cansado.
"No podemos quedarnos, será peor si esa mujer con cara de jirafa llega y nos encuentra en medio de este desastre. ¿Quieres que sea peor?"
No
"Entonces muévete"
Con mucho esfuerzo te pusiste en pie y saliste de la casa. En la acera te detuviste al escuchar una patrulla policial que se acercaba.
"Corre hacia ella"
¿Qué?
"Corre"
Sin pensarlo, tus piernas empezaron acorrer, con las pocas fuerzas que le quedaban, para interceptar a la patrulla.
-¿estás bien chico?- pregunto el oficial que se bajó de la misma.
-"ayúdeme"- susurraron tú y la voz antes de caer en la inconciencia.